lunes, 30 de noviembre de 2015

Derribando mitos del proceso electoral

Dedicaremos este post a analizar lo que entendemos por “mitos” de este proceso electoral y a derribarlos, o bien, más modestamente si se quiere, a plantear nuestras objeciones a ciertas conjeturas o afirmaciones que se han vertido en intensos estos meses de elecciones. Veamos:

Mito 1. "Daniel Scioli no era un buen candidato para el FPV". Argumento: por el contrario, era el que más medía en las encuestas contra todos los demás candidatos del Frente para la Victoria (ya lo vimos a fines de 2014, en un post donde citábamos sondeos de Artemio López, probablemente el más anti-sciolista de todos los consultores cercanos al oficialismo). Superaba por 10 puntos en intención de voto a Florencio Randazzo y por más todavía a precandidatos alternativos como Julián Domínguez o Sergio Urribarri, por ejemplo. Además, era el candidato más potable para tratar de captar votos por fuera del núcleo duro “K” (cuyo techo está en el 30-33%). Claramente, cualquier otro dirigente más cercano al kirchnerismo “puro” hubiera tenido un techo más marcado que Scioli. Desde este punto de vista, la elección de Scioli fue acertada, ya que combinaba mejor las dosis de continuidad y cambio que esta campaña requería para tener chances de victoria respecto a las figuras alternativas. 

Mito 2. "Si Mauricio Macri hubiera aceptado la idea de una gran PASO que incluyera a Sergio Massa (UNA) además de a Ernesto Sanz (UCR) y a Elisa Carrió (Coalición Cívica), hubiera podido ganar en primera vuelta con claridad y no de manera exigua como sucedió en el ballotage". Argumento: por el contrario, si Macri hubiera aceptado una primaria ampliada el 9 de agosto y hubiera derrotado a Massa en esa instancia, el componente de voto de UNA más cercano al oficialismo y a Scioli se habría decantado hacia el candidato del FPV ya el 25-O, desembocando así en una primera vuelta polarizada entre Macri y Scioli, con riesgo incluso de una victoria del segundo si lograba alcanzar los 45 puntos. Por lo tanto, la estrategia de dejar fuera a Massa del acuerdo fue acertada, y la resiliencia de UNA (o, en otros términos, la resistencia de un segmento del electorado a ser polarizado antes de la segunda vuelta) resultó clave para llegar a la instancia del ballotage (por la hipótesis de los tres tercios), que siempre fue la mejor chance de victoria para Cambiemos. Para interesados en ampliar este punto, recomendamos leer nuestras entradas posteriores al 9-A sobre diversas hipótesis de polarización. 

Mito 3. "Si Daniel Scioli hubiera ido a una primaria con Florencio Randazzo, el FPV se hubiera fortalecido y hecho más competitivo". Argumento: por el contrario, ambos hubieran dividido el voto permeable al oficialismo en porciones asimétricas, pero en cualquier caso dejando al vencedor (Scioli) cerca de Macri en porcentaje de votos, en lugar de 14 puntos arriba como sucedió el 9-A (38% a 24%). El desgaste interno y la exigua diferencia hubieran mermado la competitividad electoral del FPV de cara al 25-O. Tanto la “interna competitiva” en provincia de Buenos Aires por la candidatura a gobernador entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez como la “interna poco competitiva” entre Mariano Recalde y candidatos más débiles en ciudad de Buenos Aires resultaron en derrotas electorales para el oficialismo, lo que refuerza nuestro argumento. 

Mito 4. "La campaña negativa fue un bumerán". Argumento: hubo dos, no una campaña negativa, en estas elecciones, ambas cumplieron su objetivo, y no hay nada intrínsecamente malo en una campaña negativa (es un recurso más de comunicación; además, no es lo mismo que campaña "sucia"). La primer campaña negativa, la más larga, fue contra el oficialismo, y fue eficaz en consolidar un polo netamente opositor en torno al 33% de los electores (nuevamente, recordar la hipótesis de los tres tercios). La segunda, más corta, fue la del oficialismo contra Cambiemos y Macri, desplegada sobre todo después del 25-O en intensidad, y fue también muy eficaz, dado que activó el miedo latente a un ajuste y a resonancias negativas del concepto de "cambio". El hecho de que la elección haya sido ajustada no invalida la eficacia de ninguna de las dos campañas, sólo se debe a que una contrarresta a la otra: la contraria al oficialismo fidelizó y aglutinó el voto opositor o contrario al FPV, la contraria a Cambiemos logró captar entre los electores que no habían elegido a Scioli ni a Macri en primarias ni en primera vuelta (entre ellos, el 21% que votó a UNA) suficientes votantes para poner la elección 51% a 49%. 

domingo, 29 de noviembre de 2015

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TECNO 

Rodeados de ciencia ficción

Tecnología futurista. Inventos y desarrollos que desplazan las fronteras de lo que se creía posible.

Por Norman Berra (Especial)

Según los especialistas, la revolución tecnológica está en proceso de romper límites que parecían infranqueables tiempo atrás. En esta nota, compartimos algunos avances que ya están entre nosotros y adelantamos los que se vienen en los próximos 10 años. 

http://www.lavoz.com.ar/tecno/rodeados-de-ciencia-ficcion



miércoles, 25 de noviembre de 2015

De un “too close to call” a otro: 2,9 puntos el 25-O, 2,8 el 22-N (2)

Decíamos en nuestra lectura pos 25-O que la elección trabada había devenido en un empate técnico o “too close  to call”. ¿Por qué trabada? Porque después de las primarias no se había producido polarización: Sergio Massa había sostenido los votos obtenidos por el frente UNA en agosto (e incluso sumado otros), Daniel Scioli también había fidelizado a los del Frente para la Victoria y sumado nuevos, en tanto que Macri no sólo había fidelizado los del frente Cambiemos sino que había sido el de mayor crecimiento desde agosto, principalmente sumando votantes que no habían asistido en las PASO. 

Superada la instancia de la primera vuelta, un electorado que había resistido la polarización dos veces (en agosto y en octubre) se vio forzado a polarizarse por la legislación electoral: quedaban sólo dos candidatos, Scioli y Macri, por los que optar (sino elegir). En ese marco, la elección trabada del 25-O volvió a trabarse: de acuerdo al escrutinio provisorio (ya veremos si el definitivo implica alguna corrección), la diferencia entre Macri y Scioli fue de apenas 704.860 votos y 2,8 puntos porcentuales (ver arriba mapa elaborado por Andy Tow y las cifras respectivas), aún más estrecha que la que había obtenido en sentido inverso Scioli sobre Macri en la primera vuelta (737.386 votos y 2,93 puntos porcentuales). 

En una serie de entradas previas al ballotage, sobre la base de antecedentes de segunda vuelta en Latinoamérica y análisis electorales de tendencias más allá de la intención de voto reportada por las encuestas, anticipábamos que la elección sería reñida, y así fue. La explicación de base de esta dinámica era que Scioli y Macri tenían consolidados sus votos del 25-O, y puesto que la elección la definirían votantes que les habían dicho que “NO” a ambos dos veces (el 9-A y el 25-O), la segunda vuelta se resolvería más por rechazos relativos que por simpatías relativas (le dirían más que “NO” a uno de los dos, más que decirle “SÍ” a alguno). No hubo vuelco anti-gobierno o, en todo caso, si lo hubo, fue contrapesado con un vuelco anti-Macri de igual intensidad. Otra forma de verlo: ambas campañas negativas (la contraria al FPV entre el 9-A y el 25-O, y la contraria a Macri pos 25-O) fueron igualmente eficaces, y por ello ninguno de los dos pudo sacarle gran diferencia al contricante. Este punto no es menor, dado que muchos análisis de coyuntura tienden a hablar de una campaña negativa, soslayando que en rigor hubo dos de ellas en estas elecciones presidenciales.  

El resultado exiguo en los números también implica para el flamante presidente electo limitaciones en términos del programa de gobierno a llevar adelante: a partir del 10 de diciembre la nueva configuración del Congreso mostrará a Macri sin mayoría en ninguna de las dos cámaras, por lo que estará obligado a negociar en cada sesión para lograr quórum, habilitar los debates y aprobar leyes. En el Senado la situación es aún más desfavorable que en Diputados: el Frente para la Victoria (FPV) tendrá a partir del 10 de diciembre 41 legisladores -cuatro más que el quórum reglamentario-, de los 72 que componen ese ámbito legislativo, contra sólo 15 de Cambiemos. Otro desafío para Macri es gobernar un país en el que más de la mitad de las provincias estarán bajo mandatos kirchneristas y sólo tendrá cinco gobernadores alineados a su espacio desde su asunción: de 24 gobernadores, 16 llegaron al poder con un signo político distinto a Cambiemos. Sin relativizar lo que implica la pérdida del poder, para el FPV hay ciertos ecos del “nunca hubo una derrota tan dulce” del PSOE en 1996, cuando el Partido Popular de José María Aznar aventajó al socialista de Felipe González por menos de 300.000 votos y apenas 1,16 puntos porcentuales. En esa ocasión, sin embargo, el PP superó al PSOE en escaños: 156 a 141. Por contrapartida, Macri tiene a favor que su fuerza manejará los tres presupuestos y distritos principales: Nación, Capital Federal y provincia de Buenos Aires. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

De un “too close to call” a otro: 2,9 puntos el 25-O, 2,8 el 22-N (1)

Decíamos en una de las primeras entradas posteriores al 25 de octubre que, para analizar un ballotage inédito en la política argentina (el primero que se concreta desde la reforma constitucional de 1994) había que partir de las enseñanzas que dejaban los ballotages regionales y lo que nos aporta la estadística aplicada al comportamiento electoral. Los repasemos:  1) la incidencia de la covarianza, clave para ponderar las diferencias  -sobre todo a la luz de la experiencia reciente de la segunda vuelta porteña- 2) cada contrincante va a segunda vuelta manteniendo, de mínima, el caudal que obtuvo en primera. Por ello, una buena aproximación alternativa para pronosticar el ballotage fue no quedarnos con la intención de voto reportada por las encuestas, sino tomar los votos efectivos de Daniel Scioli y Mauricio Macri el 25-O y sumarles la distribución de los votos de los candidatos que quedaron fuera del ballotage. 

Con los resultados de anoche, podemos decir con satisfacción que nuestro ensayo resultó mucho más exitoso que todas las encuestas revisadas desde el 25-O hasta ayer considerando la variable de intención de voto. Pruebas al canto: decíamos la semana pasada que la diferencia entre Macri y Scioli en las últimas 7 encuestas iba de un mínimo de 7,6 puntos (Jorge Giacobbe) a un máximo de 16 puntos (consultora Wonder, de Carolina Yelatti). Ipsos y Polldata reportaban diferencias en torno a 12 puntos, González y Valladares entre 10 y 11, en tanto que Elypsis la ubicaba más cerca del mínimo de Giacobbe (8,8 puntos). Es decir, todas esas mediciones subestimaron a Scioli y sobreestimaron a Macri. La mejor aproximación relativa fue la de Giacobbe, que arrojó 53,8% para Macri (obtuvo 51,4%, una sobreestimación de +2,4 puntos porcentuales) y 46,2% para Scioli (alcanzó 48,6%, subestimado en 2,4; aquí vemos el efecto práctico de la covarianza en un escenario de sólo dos candidatos).  Todas las demás mediciones erraron por encima del error muestral. 

¿Por qué funcionó mejor nuestra aproximación basada no en tomar la intención de voto lineal que arrojaban las  encuestas sino la de partir del caudal obtenido por Scioli y Macri en primera vuelta y asignarles las proporciones relativas que capturan de los candidatos que quedaron fuera? Porque casi todas las encuestas pos-25 O fueron vulnerables al “momentum” favorable a la oposición, es decir a Macri. Esto hizo que en las encuestas de intención de voto los electores favorables a quien salió mejor parado de la primera vuelta (Macri, pese a haber quedado 3 puntos detrás de Scioli) reporten su voto de una manera más franca que aquellos electores más inclinados hacia el candidato que quedó peor parado (Scioli, el ganador que parecía haber perdido). Eso hacía que en algunas encuestas pareciera incluso que el candidato del FPV perdía votos respecto a la elección de octubre (algo insostenible, como dijimos cuando analizamos la encuesta de Elypsis que apuntaba eso como dato; y acertamos). 

Como escribimos oportunamente, esta alternativo de cálculo ya había ajustado muy bien los resultados en algunas elecciones en las cuales las encuestas previas implicaban desvíos del escrutinio en el voto declarado, que se corrigieron al estimar por el método de voto anterior ensayado en el blog. No había más que revisar las enseñanzas de otros ballotages en la región (y recordar el antecedente porteño) para estimar que sucedería lo que ayer sucedió: una elección apretada. La hipótesis construida sobre los ballotages en la región decía que, cuando en la primera vuelta la diferencia es menor a 3 puntos, el resultado es reversible (Scioli en primera, Macri en segunda), pero la probabilidad matemática es del 50% para ambos (resultado de 51,4% a 48,6%, o sea, no abultado; la imagen de arriba es un poco anterior al cierre de escrutinio con 99,17% de los votos). 

Por ello, la mejor aproximación de todas las que ensayamos en el blog fue la construida a partir de la primera encuesta pos-25 O, la de González y Valladares, pero no a partir de la intención de voto que arrojaba ese sondeo (le daba 50,5 a 45,5, es decir, 4,5 puntos porcentuales de ventaja) sino sumando al caudal de Scioli y Macri la captura relativa de electores de candidatos que habían quedado fuera del ballotage. Con ese método, el resultado era 48,4% para Scioli y 51,6% para Macri, idéntico al ballotage porteño. El resultado de ayer fue 48,6% a 51,4%: apenas 2 décimas de desvío. Se dice que, cuando Pitágoras confirmó la exactitud de su teorema, ofrendó 100 bueyes a la Musa; en lugar de eso, nosotros enviamos un afectuoso saludo a todos los lectores del blog, algunos de los cuales en estas intensas semanas coincidieron con nuestra apreciación de que el resultado sería apretado. Vale también nuestro agradecimiento a todos los que nos honraron con su visita, aunque desconfiaron de nuestra aproximación alternativa (o la sospecharon sesgada) y creyeron más en las encuestas que arrojaban diferencias abultadas entre ambos (erradas, como se probó ayer). Esperamos que todos sigan participando en este blog.

viernes, 20 de noviembre de 2015

El ritmo cardíaco de la opinión pública: implicancias para el 22-N (2)

Las últimas 7 encuestas realizadas en estos días de veda (no incluidas en nuestro post del pasado lunes 16) arrojan a favor de Mauricio Macri diferencias que van de un mínimo de 7,6 puntos (Jorge Giacobbe) a un máximo de 16 puntos (consultora Wonder, de Carolina Yelatti). Ipsos y Polldata reportan diferencias en torno a 12 puntos, González y Valladares entre 10 y 11, en tanto que Elypsis la ubica más cerca del mínimo de Giacobbe (8,8 puntos). Es decir, en todas estas mediciones hay un consenso sobre Macri como ganador del ballotage. 

Por otro lado, hay un “mirlo blanco” que canta fuera de este coro, una proyección realizada por 7Puentes (Big data Intelligence) que no surge de una encuesta sino de un modelo predictivo basado en los datos del escrutinio oficial, álgebra vectorial y análisis de correlación entre fuerzas electorales y sus electorados respectivos, donde a los votos obtenidos por Cambiemos y FPV se suman los que sacaron las fuerzas que no compiten en el ballotage (UNA, FIT, Progresistas y Compromiso Federal) en función de la cercanía (o mayor correlación lineal) con Cambiemos y FPV, respectivamente (una simulación basada en un modelo de agregación similar al que usamos nosotros en los post anteriores). Con este método, el resultado es absolutamente discrepante de los anteriores: los resultados oscilan entre 5 y 12 puntos a favor de Scioli. Por otro lado, existen otras encuestas, de las cuales no han trascendido datos (es el caso de Raúl Aragón, quien anoche sugirió una brecha más estrecha a favor de Macri que las citadas arriba), por lo cual no entran en nuestro análisis de hoy. 
  
Recordemos, sin embargo, que cerrábamos el post anterior planteando que si la hipótesis de Gonzalo Sarasqueta es correcta (“la espuma polarizante subirá y la participación electoral promete superar su récord de 1983, año en que alcanzó el 85,61%”), eso implica 5 puntos electorales que podrían sumarse, una masa de más de 1.500.000 votos, suficientes para romper cualquier pronóstico o proyección. A favor de esta hipótesis podemos citar la opinión de Hilda Vitar, médica psiquiatra y psicoanalista miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP): “ha habido un efecto de conmoción y de sorpresa a partir de esta primera elección presidencial y sus resultados. Lo que podemos notar es que las personas han salido de una especie de inercia o de letargo y se ha pasado a una militancia mucho más activa de quienes ya eran militantes, pero también de quienes no desarrollaban esas prácticas. Es decir que, en algún sentido, el resultado de estas elecciones ha tocado un punto sensible en cada uno. Es un momento de despertar; hoy todos hablamos de política e incluso esto ha ingresado a los consultorios. Los pacientes hablan del resultado de las elecciones y se preguntan por su participación y su responsabilidad en esto”.

Este imponderable (cuánta participación electoral habrá, si crecerá respecto a primera vuelta o no y, si crece, si lo hará  en rechazo al oficialismo o, al contrario, en resistencia al cambio) en dota de cierta incertidumbre al resultado del 22-N: puede esperarse tanto una victoria de Macri en línea con lo que indican la mayoría de las encuestas, como una elección mucho más competitiva, como sugieren análisis y proyecciones alternativos. Repasemos las últimas evaluaciones de algunos especialistas: según el politólogo Sergio Berensztein, "Hay un consenso bastante amplio. Lo único que está en discusión es la diferencia de votos por la que va a ganar (Macri). Puede ser entre 5 u 8 puntos y algunos se animan hasta una diferencia de 16 puntos". En la misma línea, Carlos Fara afirma: "Hoy es mucho más probable un cambio que una continuidad. Más allá de la intención de voto, hay grandes tendencias. Hay un voto estratégico que es anti Scioli. Pero lo más fuerte fue que sacaron al PJ de la provincia después de 28 años (…) "Parece difícil que la gente elija a Vidal y después vote a Scioil para que jueguen al gato y al ratón... Hay un aprendizaje".

Desde otra mirada, para Enrique Zuleta Puceiro, "es una elección abierta, con ventajas para Macri. Hay algo en esta elección de ‘Pasado vs Futuro’, y planteado de esta forma siempre gana el futuro. Hay un vuelco 'antigobierno', buscando el cambio. Pero Scioli también es parte de ese cambio". A su turno, el consultor Hugo Haime comentó: "Hoy por hoy los números están indicando un resultado a favor de Macri pero con matices". Haime se mostró prudente, ya que consideró que aún hay un amplio sector que parece no haber definido aún su voto (alrededor de un 11%), por lo cual evaluó que las últimas 48 horas antes del balotaje serán cruciales. "Creo que serán definitivas porque hay mucha exposición mediática de ambos", dijo. A su turno, Mariel Fornoni, de Management & Fit, planteó que “tenemos unos 10 puntos de diferencia a favor de Macri. La diferencia no se fue achicando, como escuché. Ayer me llamaban y me preguntaban por eso. Pero en nuestro caso la diferencia no se achicó (…)  "No sabemos quién ganará. En octubre hubo una dispersión del voto, que nos hizo errar. Algo está pasando. Y no es porque las encuestadoras estén operando para algún candidato (…) "El balotaje es más difícil de pronosticar, no más fácil. Porque lo que no tiene uno, se va directo al otro. El error se duplica" (…) "Hay todavía unos 10 puntos de indecisos. Hay que ver qué pasa ahí. También con la asistencia. En la primera vuelta hubo 2,6 millones más de votos positivos y Macri se llevó 1,7 millones" (…) "También será importante si el Frente para la Victoria logra motorizar como siempre en las zonas más postergadas y hay que ver qué pasa con los centros urbanos, más proclives a votar a Macri. Ojo con la asistencia". En síntesis, la elección se resolverá por sístole o diástole: si se profundiza el “vuelco antigobierno” que vimos el 25-O (una mayor afluencia de votantes que en las primarias, a favor del cambio), es esperable una victoria de Macri, con más o menos holgura. Por el contrario, si al vuelco antigobierno que vimos en primera vuelta se le opone un vuelco anti-Macri (por efecto de la campaña negativa del FPV y el activismo pos-25-O ) podríamos entrar en el escenario de elección abierta que sugieren Zuleta Puceiro y Haime y hasta en una ventaja para Scioli, como sugieren modelos alternativos. En sólo 48 horas, veremos cuál de todos los escenarios se acercó más al resultado. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El ritmo cardíaco de la opinión pública: implicancias para el 22-N (1)

La clave de la estadística aplicada a las ciencias sociales (el área que nos compete como cientistas sociales, ya que esa disciplina también aplica a otras ciencias) es la premisa de que, pese a la irregularidad del comportamiento individual, los resultados promedio tienden a registrar una cierta regularidad, a la que se  conoce como ´regularidad estadística´, según Franco Murat. La regularidad observada empíricamente (en los hechos) puede ser de tipo estadístico, y entonces el modelo matemático deberá tener en cuenta lo esencial en ese tipo de regularidad, y si el modelo elegido logra una confiabilidad suficientemente alta, puede ser utilizado para describir, analizar y en ocasiones prever el fenómeno en cuestión.

Sin embargo, también las oscilaciones son pertinentes. Veamos un ejemplo: la diástole es el período en el que el corazón se relaja después de una contracción, llamado período de sístole, en preparación para el llenado con sangre circulatoria. Conscientes de que la analogía orgánica es epistemológicamente problemática, la sostengamos de todos modos a efectos puramente ilustrativos: en el ballotage se enfrentan dos tendencias centrales, continuidad versus cambio (aunque no es el único clivaje, por supuesto; también hay uno personalizado, es decir, Scioli versus Macri, K vs anti K, peronismo versus antiperonismo, etc). Está muy claro que Daniel Scioli no es una continuidad “pura”, pero representa mucho más la continuidad que el cambio; del mismo modo, Mauricio Macri no es cambio puro (sobre todo desde su ajuste discursivo posterior al ballotage porteño en referencia a que mantendría las medidas del gobierno nacional que cuentan con aprobación mayoritaria), pero representa mucho más el cambio que la continuidad. Una encuesta del consultor Carlos Fara concluida el martes previo a la elección del 25-O en AMBA (área metropolitana de Buenos Aires, es decir, no una muestra nacional) arroja el gráfico que vemos arriba (click para agrandar): la línea roja es la tendencia al cambio, y la azul a la continuidad. Como vemos, hay oscilaciones más que una regularidad: sístole versus diástole, aunque esa misma oscilación puede ser considerada una regularidad en sí misma. Escribe al respecto Fara: “1. La tendencia de cambio – continuidad que había oscilado desde abril, volvía a expandirse la brecha claramente a favor del cambio; 2. El presidenciable más rechazado dejaba de ser Macri y pasaba a ser Scioli, a diferencia de la mayoría de la serie histórica; y 3. En una opción de hierro entre elegir a Scioli o a cualquier otro, la tendencia dejaba de estar empatada y se beneficiaban las opciones opositoras por primera vez desde que comenzó a efectuar la pregunta en julio”.

Las implicancias de estos movimientos son demoledoras para la capacidad de pronosticar; si toda encuesta, como sabemos, es una foto, este movimiento de curvas que se acercan y se alejan implica, ni más ni menos, que el resultado de la elección depende, en última instancia, del momento en el que estén esas curvas en el día de la votación: si la de cambio se despega de la de continuidad favorece a Macri, si la distancia se estrecha favorece a Scioli. Como sabemos por experiencia propia en diversas encuestas en boca de urna, cerca de un 20% de los electores define su voto ese mismo día, porcentaje que claramente puede volcar una elección. Sería esperable que en el ballotage, la tercera instancia de la elección presidencial, ese porcentaje fuera un poco más bajo, dado que el elector ya pasó por el 9-A (primarias) y el 25-O (primera vuelta). Pero, aunque fuera un porcentaje menor, puede resultar decisivo. El analista político Sergio Berensztein destaca la importancia de un grupo singular de electores, a los que se denomina swing voters: “se trata de un pequeño sector de votantes cambiantes, que suelen modificar su decisión a lo largo del proceso electoral, incluso varias veces. No están indecisos, sino que van cambiando su posición y la van alterando a lo largo del proceso electoral. En la últimas semanas, la pueden modificar una o dos veces, sobre todo cuando hay dos opciones. Es un ciudadano bastante informado, pero que no está convencido por ninguno de los dos. Puede cambiar su posición sin que le genere ningún tipo de conflicto, porque no tienen ideas políticas muy fuertes ni están involucrados en algún partido. Con que el 6% del electorado esté dudando, puede modificar la elección. Cuando hay dos opciones, si un votante opta por un candidato, el otro pierde dos sufragios. Si 6% está metido en esta dinámica, la diferencia puede ser de 10 o 12 puntos.  Por eso hay que ser muy prudente en definir este proceso como 'partido liquidado”

El otro punto clave de cara al 22-N (y que articula con el planteo anterior) es la incidencia de la afluencia electoral. El resultado del 25-O se explica por el incremento de 8,5 puntos de concurrencia electoral respecto a las primarias (de 72,4% a 80,9%), ya que los tres candidatos del podio sumaron votos con respecto al 9 de agosto, pero Macri sumó muchos más que Scioli y Massa (1.800.000 votos, contra 600.000 y 740.000, respectivamente). La hipótesis más asentada es que, ante la percepción de que Scioli tenía chances de ganar en primera vuelta (el 9-A lo dejó a menos de 2 puntos del umbral del 40% necesario y a 8 puntos del frente opositor más votado), esa masa electoral se volcó al “mejor segundo” de las primarias (Macri), para forzar el ballotage. A partir de esto, la elección cambia, porque quedan liberados más de 7 millones de votos que se inclinaron por Sergio Massa, Margarita Stolbizer, Nicolás del Caño o Adolfo Rodríguez Saá, cuya característica central es que le no votaron a Scioli ni a  Macri no una, sino dos veces: el 9-A y el 25-O. Si esos electores simplemente no fueran a votar, la concurrencia el 22-N bajaría drásticamente y Scioli ganaría por unos 700.000 votos de diferencia sobre Macri. Como es poco esperable que 7 millones de electores se abstengan de participar, el punto es en qué proporciones se inclinan por Scioli y por Macri (de eso se tratan las encuestas y proyecciones que analizamos hasta el pasado lunes). 

Si dos veces esos electores NO eligieron a Scioli ni a Macri, pero ahora están forzados a optar entre ellos (adviértase que elegir no es lo mismo que optar), es legítimo pensar que votarán más “en rechazo a” que “a favor de”. O sea, el candidato que les genere el NO más grande será el que no voten, y el otro vendrá por descarte. Si ambos les merecen idéntico rechazo, entonces es probable que no concurran a votar o voten en blanco. En este caso, cabría esperar una cierta caída de la concurrencia por debajo del 80,9% que vimos el 25-O. Sin embargo, hay una hipótesis contraria. Según el especialista Gonzalo Sarasqueta, la politización extrema posterior a la primera vuelta favorece una mayor concurrencia: “la espuma polarizante subirá y la participación electoral promete superar su récord de 1983, año en que alcanzó el 85,61%”. Si Sarasqueta acierta y se supera esa participación, tenemos 5 puntos electorales que podrían sumarse, una masa de más de 1.500.000 votos, más que suficiente para romper cualquier pronóstico o proyección.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Repaso de las últimas encuestas publicadas antes de la veda y proyecciones hacia el ballotage: clara ventaja de Macri vs empate técnico

Cerrando la serie de post de cara al 22-N con cuatro encuestas publicadas antes de la veda de consultoras que no habíamos revisado hasta ahora, vemos dos panoramas bien diferentes: en un extremo, tenemos una clara ventaja a favor de Mauricio Macri (Cambiemos), que según la encuesta de Ipsos alcanza el 51,2% de intención de voto contra 39,9% de Daniel Scioli (FPV). La brecha es de 11,3 puntos porcentuales, estadísticamente significativa (es decir, mayor al error muestral) y también por encima de los indecisos (5,4%) y votantes en blanco (2,5%). Al quedar indecisos sin proyectar, la brecha podría acortarse, pero no desaparecer, ya que resulta prácticamente indescontable.

La encuesta del consultor Jorge Giacobbe, en cambio, presenta un panorama más competitivo: Macri con 49% y Scioli con 42,1%. La brecha aquí es de 6,9 puntos porcentuales, estadísticamente significativa (es decir, mayor al error muestral) pero en este caso apenas por encima de los indecisos (4,7%) y votantes en blanco (4,2%). Al quedar indecisos sin proyectar, la brecha podría acortarse y, covarianza mediante, acercarse la elección a un escenario de empate técnico (por el principio de que, con sólo dos candidatos, si uno sube un voto respecto a las estimaciones, se lo resta al otro). La siguiente encuesta, en este caso de Funditra, ingresa decididamente en ese escenario de “too close o call”: 43,56% para Macri (redondeo en 43,6%) y 41,79% para Scioli (41,8%). La diferencia en este caso es de 1,8 puntos porcentuales, menor al error muestral y por lo tanto estadísticamente no significativa; además, se ubica bien por debajo de lo que suman los indecisos (9,69%) y el voto en blanco (4,96). 

En el otro extremo de la gama de encuestas revisadas, aparece la única de todas que le da ventaja a Scioli sobre Macri: 45,55% sobre 42,55%, realizada por la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). La brecha entre ambos es de 3 puntos porcentuales, es decir, apenas significativa estadísticamente. Asimismo, se ubica por debajo de los indecisos (7,41%) y del voto en blanco. Al quedar indecisos sin proyectar, la brecha podría acortarse y aun revertirse, covarianza mediante. Si hacemos la gran “Nate Silver” con estas mediciones, obtenemos 46,6% para Macri y 42,3% para Scioli, una diferencia de 4,3 puntos porcentuales que implica una ventaja para el opositor pero no indescontable, si se atiende a que restarían unos 7 puntos de indecisos (sin entrar en el análisis del voto en blanco). Si armáramos otra serie con las segundas mediciones de consultoras ya revisadas en post anteriores (González y Valladares, Management & Fit, Poliarquía, Polldata y Elypsis, todas las cuales mantienen, casi sin matices, los guarismos de sus encuestas previas), la diferencia se estiraría hasta 9,3 puntos (48,9% para Macri y 39,6%), en este caso más categórica. Cabe acotar que ninguna de las mediciones capta (si lo hubiera) el impacto del debate de ayer. 

Atentos a la veda que nos privará (teóricamente) de encuestas en los próximos días, interesa compartir dos proyecciones alternativas finales. Llamaremos a la primera “hipótesis Alberto Fernández”, un ex funcionario del oficialismo que ahora revista en las filas de UNA y que cuenta con datos propios independientes de los que hemos venido revisando. Según este dirigente (de destacado desempeño en la estrategia del ballotage que llevó a Aníbal Ibarra a derrotar en 2003 a Mauricio Macri en Capital Federal), de los electores de UNA, el 28,5% se inclinaría por Scioli, el 42,5% por Macri y el 29% se muestra indeciso. Sin proyectar esos indecisos, la distribución de este caudal de votos sumado al ya obtenido por Scioli y Macri en primera vuelta arroja 10.873.657 para Scioli y 10.890.408 para Macri, es decir, 49,96% y 50,04%; claramente un empate técnico, aunque en esta hipótesis sólo estamos proyectando parcialmente los electores que votaron a Sergio Massa el 25-O y no los que se inclinaron por las demás fuerzas y candidatos que quedaron fuera del ballotage. 

La segunda hipótesis, finalmente, se construye sobre la base de 4 encuestas entre instancias electorales, 2 de Analogías, una de Ipsos y una de Carlos Fara y Asociados, que indagaron la variable aprobación de gestión nacional entre los electores de todos los candidatos que a la postre quedaron fuera del ballotage. Llamaremos a esta hipótesis “articulación de la tendencia de continuidad/cambio con la aprobación/desaprobación presidencial por efecto polarización”. En este caso, de acuerdo a esta masa crítica de datos, entre los electores que votaron a Massa, el 44% aprueba en general la gestión presidencial, en tanto que el 54% la desaprueba; en el caso de Margarita Stolbizer, el 61% de sus votantes aprueba la gestión; entre los electores de Nicolás del Caño, el 73% la aprueba y el 27% la desaprueba; finalmente, el 47% de los votantes de Adolfo Rodríguez Saá Federal aprueba la gestión y 53% la desaprueba. Si replicamos con estos electores la misma operación que venimos haciendo, resulta que Scioli suma a sus 9.338.449 electores del 25-O, 2.370.146 electores de Massa (los que aprueban la gestión nacional), 593.147 de Del Caño, 385.856 de Stolbizer y 193.911 de Rodríguez Saá; un total de 12.881.509 electores. En el caso de Macri, tenemos 8.601.063 + 2.908.815 + 219.383 + 246.695 + 218.666 = un total de 12.194.622. En valores relativos, 51,4% para Scioli y 48,6% para Macri, una diferencia de 2,8 puntos porcentuales a favor del oficialista, pero en un rango cercano al empate técnico. En pocos días, veremos cuál de todas las aproximaciones funcionó mejor. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TECNO 

¡Pum para arriba!

Tecnología aplicada al estado de ánimo. Apps y sitios para relajarnos y hacernos sonreír.

Por Norman Berra (Especial)

La tecnología no sólo se pone al servicio de la funcionalidad y el confort: también hay desarrollos concebidos como ayudas para mejorar el estado de ánimo. En esta nota, repasamos algunos casos destacados. 
http://www.lavoz.com.ar/tecno/pum-para-arriba



viernes, 13 de noviembre de 2015

Encuestas y proyecciones hacia el ballotage: una diferencia de 4 a 5 puntos porcentuales

Por otro lado, la última encuesta terminada esta semana por la consultora Hugo Haime y Asociados achica la diferencia entre Mauricio Macri y Daniel Scioli a un rango entre casi 4 (3,8) y casi 6 (5,7) puntos porcentuales. También se distingue de los anteriores sondeos en que fue realizado de manera presencial domiciliaria, no por teléfono (alternativa de recolección de datos a priori más representativa o preferible para captar mejor el voto en los segmentos bajos, donde la posesión de líneas de telefóno fija es más baja). 

El dato es relevante, ya que en el desagregado por niveles socioeconómicos la encuesta de Haime arroja que el candidato del FPV se impone ampliamente en los sectores más humildes, donde gana 55% a 43%; por contrapartida, pierde en la clase media alta y en el sector de mayores ingresos (60% a 26%). Esa distribución es pertinente de cara a una de las claves del 22-N, que es por cuál de los dos candidatos del ballottage se inclinarán quienes votaron a Massa el 25-O, en particular aquellos pertenecientes los estratos sociales más humildes (hasta ahora, de acuerdo al estudio, Macri recoge casi la mitad de los votantes, pero todavía hay un 16 por ciento que está indeciso). Como gran parte de ellos son electores del Gran Buenos Aires, se supone que en la elección del 2011 votaron al FPV y Scioli debería volver a persuadirlos de acompañar al oficialismo para mejorar sus chances competitivas. 

La encuesta de Haime sugiere que se achica la brecha entre Macri y Scioli: 3,8 puntos, cuando hace una semana era casi el doble, 7,3 puntos (click para agrandar el cuadro de arriba). Realizada en todo el país entre el 4 y el 7 de noviembre, la muestra nacional es de 1.600 personas. Según Haime, Macri conseguiría el 44,2% de los votos, mientras que Scioli llegaría a 40,4%. Un 4,3% votaría en blanco o anularía el voto y el 11,1% se mostró indeciso. Respecto de principios de mes, Macri perdió dos puntos y medio, que se distribuyeron así: un punto fue para Scioli, medio punto al voto en blanco y aumentaron en un punto los indecisos. De todos modos, estas variaciones no son estadísticamente significativas, ya que están dentro del error muestral, que es de +- 2,4%. Considerado este error muestral, la ventaja de Macri sobre Scioli no es estadísticamente significativa; sí lo es con la asignación de indecisos, escenario en el que la ventaja de Macri se estira a 5,7 puntos (también por debajo de los 9 puntos que había a principios de mes), aunque la incidencia de la covarianza en un escenario acotado a sólo dos candidatos obliga a no dar por cerrada la disputa.

Según la encuesta, el candidato de Cambiemos se queda, por ahora, con 46,6% de los votos que el 25 de octubre acompañaron a Sergio Massa, mientras que un 26,6% se inclina por Scioli, el 11,3% por el voto en blanco y el 16,1% todavía está indeciso. Por caudal, claramente este segmento del electorado es del decisivo de cara al ballotage. Los votos de la izquierda tienden a distribuirse en partes iguales y otro tanto sucede con los votantes de Margarita Stolbizer. En la comparación entre las encuestas de principios de mes y la terminada el 7/11, Scioli logró avances entre los votantes de Del Caño y de Stolbizer. 

Al no contar con las cifras precisas de distribución de votantes del 25-O para el caso del FIT, Progresistas y Compromiso Federal, en esta ocasión ensayaremos la proyección sólo con la distribución de los electores de UNA según la encuesta de Haime. Macri toma 46,6% de esos votos (es decir, 2.510.200 electores), en tanto que Scioli capta 26%, es decir 1.400.541 electores. Sumando lo que corresponde al caudal obtenido por ambos el 25-O, tenemos 11.111.263 para Macri y 10.738.990 para Scioli, lo que en términos de porcentaje arroja 50,9% para Macri y 49,1% para Scioli, un “too close to call” o empate técnico. Sin embargo, recordemos que la elección del 22-N se gana con sólo un voto de diferencia…

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Encuestas y proyecciones hacia el ballotage: una diferencia de 6-7-8…. puntos porcentuales

En el cierre del post anterior, tomábamos las cifras de captura de votantes de los candidatos que quedaron fuera del ballotage según Management & Fit y los asignábamos en sus porcentajes correspondientes al caudal de electores ya obtenido por Mauricio Macri y Daniel Scioli en primera vuelta.  Ese modelo de simulación nos daba 53% para Macri y 47% para Scioli, un resultado en el que el candidato oficialista recortaba de los 8,2 puntos porcentuales que arrojaba la pregunta de intención de voto a 6 puntos porcentuales. 

Por otro lado, según un sondeo de la consultora Poliarquía publicado este miércoles por el diario La Nación, Macri tiene una intención de voto de 48,7% y Scioli de 40,2%. (click para agrandar). La encuesta realizada esta semana entre 800 personas de centros urbanos, con un margen de error de 3,5 puntos, arrojó 6,4% de indecisos. La diferencia entre ambos candidatos es de 8,5 puntos, mayor al error muestral y por lo tanto estadísticamente significativa, aunque sin cerrar la disputa (el error muestral, junto con los 6,4 puntos de indecisos, dejan abierta la definición, aunque la ventaja es del candidato opositor). En ese sentido se expresó Eduardo Fidanza, director de Poliarquía Consultores: "A pesar de la ventaja de Cambiemos que muestra la encuesta, no se puede considerar definida la elección (…) falta el debate, previsto para el domingo, y los anuncios y promesas que los candidatos suelen reservarse para los actos de cierre de campaña (…) Un gran acierto o un gran error de cualquiera de los dos puede cambiar el destino de la elección".

En la misma línea se expresó el consultor Raúl Aragón: “Tenemos una diferencia de 8 puntos (a favor de Macri), de 54 a 46. Pero este resultado se puede modificar después del debate, se puede achicar o agrandar”, resaltó. Para el especialista, el escenario sigue abierto, dado que aún hay alrededor de un 10% de indecisos y muchos votantes no del todo convencidos que podrían modificar la decisión que tomaron para “elegir al menos malo”: “La sociedad está altamente politizada, hay un alto grado de conciencia de la trascendencia de esta decisión y hay un sector significativo del electorado, de alrededor del 10%, que todavía está indeciso. Sobre ese sector, seguro va a tener efecto el debate”, apuntó. Aragón añadió que también puede influir sobre un sector del electorado que ha decidido su voto pero no está muy seguro, lo que podría aplicarse al 21,4% que en la primera vuelta votó a Massa. La gravitación potencial del debate también tiene que ver con que ahora esa instancia se da a sólo siete días de los comicios del 22-N. “El efecto espuma –la influencia inmediata y de corto plazo del resultado del debate en la intención de voto- podría influir esta vez porque la elección está ahí nomás”. Respecto a la incidencia de los índices de aprobación y desaprobación del gobierno, Aragón apuntó que, en realidad, lo que hay es “un montón de gente que quiere cambiar algunas cosas, no todas (…) en las encuestas, un 70% contestaba que no quería ni cambio total ni continuidad total. “Un público muy amplio está conforme con algunas cosas y disconforme con otras”, insistió.

Si tomamos las cifras de Poliarquía y aplicamos la misma simulación que hemos ensayado para las encuestas anteriores, sobre la base de las mismas premisas (retención de 100% de los votos de Scioli y Macri en primera vuelta, algo que la encuesta de Poliarquía tiende a confirmar, dado que asigna a Scioli una retención de 95% y a Macri de 97%), tenemos que el 59% de los que el 25-O votaron a Sergio Massa se inclinarían ahora por Macri y el 22% por Scioli. De los que votaron a Nicolás Del Caño, el 29% votaría a Macri y el 30% a Scioli; de los electores que eligieron a Margarita Stolbizer, el 48% se decantaría por Macri 48% y por Scioli 18%; finalmente, entre quienes votaron por Adolfo Rodríguez Saá, el 28% votaría por Macri y el 39% por Scioli. Así, la sumatoria para Macri quedaría en 12.433.933 y para Scioli en 11.402.405, es decir, 53% a 47%: nuevamente, una brecha de 6 puntos porcentuales a favor del candidato opositor idéntica a la que arrojaba la simulación a partir de los datos de Management & Fit.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Recalculando: de la primera vuelta al ballotage (3)

Mientras que la primera serie de tres encuestas que revisamos en los recientes post la estimación alcanza al 100% (es decir, no hay indecisos ni votos en blanco), en el último sondeo realizado por Management & Fit para Clarín la proyección incluye a un 4,5% que asegura que impugnará el sufragio o votará en blanco. En ese marco, según la consultora, el candidato de Cambiemos, Mauricio Macri, tiene una intención de voto de 51,8% y el del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, de 43,6%. El estudio, realizado en todo el país entre el 1° y el 5 de noviembre, muestra una distancia de 8,2 puntos entre los dos adversarios e incluye una proyección del voto del 10,9% de los encuestados que aún se muestra como indeciso respecto a lo que hará el 22 de noviembre.

La diferencia entre Macri y Scioli es estadísticamente significativa, dado que la muestra fue de 2.400 casos, lo que se traduce en un error muestral de +-2%. En este marco, la ventaja para el candidato opositor es palpable, aunque a tenor de los mismos datos de M&F no puede darse la disputa por zanjada, ya que si bien un 86,6% del electorado declara tener una preferencia para el ballotage (contra un 4,5% sabe que votará en blanco o impugnará su voto y casi 9%  que dudan), entre quienes tienen decidido qué candidato le gusta más, todavía queda un 9,9% que no está seguro de mantener esa preferencia hasta el día en que deba meter la boleta en el sobre y de allí a la urna. Es decir que alrededor del 8,6% del total del electorado está en esa condición de aparente ambigüedad, un porcentaje apenas por encima de la diferencia reportada entre ambos candidatos (que le agrega cierta dosis de incertidumbre al pronóstico).

En cuanto al caudal que capturan Macri y Scioli de los candidatos que quedaron fuera del ballotage, según este estudio 57,1% de los electores que votaron a Sergio Massa (UNA) en los comicios del 25 de octubre piensan inclinarse por el candidato de Cambiemos en segunda vuelta. Sólo dos de cada diez (20,6%) lo haría por Daniel Scioli. Entre los que votaron a Nicolás Del Caño (FIT), en cambio, 43,4% apoya al candidato del Frente para la Victoria, y los que están dispuestos a votar en blanco (la posición oficial del partido) son casi tantos como los que optan por el jefe de Gobierno porteño: alrededor del 20%. Entre los electores de Margarita Stolbizer (Progresistas) el 47,2% por ciento prefiere la opción del “cambio”, es decir la de Macri. Por Scioli se inclina el 20% y otro 14,7% declara que votará en blanco, mientras que el 18,1%, aún se mantiene indeciso. En cuanto a los votantes del peronista disidente Adolfo Rodríguez Saá, el 49,5% de esos electores prefiere a Macri. Por el candidato del Frente para la Victoria apenas se inclina el 19,8%, en tanto que otro 10% está decidido a votar en blanco y el 20 por ciento se mantiene sin definición.

Otro nivel de análisis contempla a quienes el 25-O votaron en blanco. De ellos, sólo el 27,9% volvería a votar en blanco. Un  36,3% aún se muestra indeciso, mientras que la tercera parte de los “blancos” ahora pasan a optar por algún candidato: el 22,6% dice que en el ballotage votará por Macri y el 13,3% por Scioli. Si recalculamos entonces a partir del caudal obtenido por Macri y Scioli el 25-O y sumando los electores que capturan entre los otros 4 candidatos más los que votaron en blanco en primera vuelta como venimos haciendo, tenemos: Macri 8.601.603 + 3.075.803 de Massa, 162.506 de Del Caño, 298.564 de Stolbizer, 204.226 de Rodríguez Saá y 150.231 de votantes en blanco = 12.492.393. Con la misma operación para Scioli: 9.338.449 + 1.109.659 + 352.638 + 126.510 + 81.690 + 88.410 = 11.097.357. En porcentajes, queda 53% para Macri y 47% para Scioli. En esta proyección, el candidato oficialista recorta la brecha  de 8,2% a 6 puntos porcentuales, pero aún hay ventaja para el opositor. 

sábado, 7 de noviembre de 2015

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

AUTOS 

Tecnología aplicada a la conducción

Lo que se viene en cuatro ruedas. Iluminación inteligente, e-call y otros desarrollos.

Por Norman Berra (Especial)

Con tecnologías como GPS, Wi-Fi, streaming de música en vivo o asistencia en tiempo real, los autos conectados ganan protagonismo en el mercado y las expectativas de los usuarios. En los próximos cinco años, esas funcionalidades cada vez más influyentes en las compras de los clientes de las automotrices jugarán un rol clave para las terminales, según los especialistas. Y, por si eso fuera poco, constantemente aparecen nuevos desarrollos, como las novedades que repasamos en esta nota:
http://www.lavoz.com.ar/autos/tecnologia-aplicada-la-conduccion



viernes, 6 de noviembre de 2015

Recalculando: de la primera vuelta al ballotage (2)

Una tercera encuesta de cara al ballotage fue realizada por Poll Data entre el 28 y el 30 de octubre, en forma teléfonica con sistema IVR (Interactive Voice Response), sobre 1.300 casos a nivel nacional. Según la consultora de Celia Kleiman, el triunfo sería para Cambiemos, con un 50,3% de los votos contra el 39,7% del Frente Para la Victoria (FPV). La encuestadora muestra un 5,7% de voto en blanco, un 4,3% de indecisos. Proyectando  proporcionalmente los indecisos y los porcentajes se traducen en 55,9% y 44,1%, respectivamente. En este caso, la brecha entre Mauricio Macri y Daniel Scioli es de 11,8 puntos porcentuales, apenas por debajo de los 12,6 del estudio de Elypsis y bien por arriba de la encuesta de los 4,5 puntos que arrojaba la encuesta de González y Valladares. En cualquier caso, es estadísticamente significativa y sugiere una victoria del candidato opositor.

Poll Data también indagó cómo se distribuirían los electores que en primera vuelta se inclinaron por Sergio Massa (UNA). De acuerdo con la consultora, un 55,1% se inclinará por Macri en la segunda vuelta, en tanto que un 34,7% apoyaría a Scioli. De las tres mediciones que vimos, esta es la que le da mayor captura relativa a Macri (según González y Valladares, era del 45%, y según Elypsis, del 30%), en tanto que le da un nivel intermedio de captura a Scioli (según González y Valladares, era del 22%, y según Elypsis, del 41%).  Por otro lado, un 5,8% de los electores que votaron por UNA lo haría en blanco, y 4,4% se muestra indeciso.

De este modo, si mantenemos nuestra premisa de análisis inicial (cada contendiente va al ballotage con su caudal de la primera vuelta) y hacemos la misma operación que ensayamos con las anteriores encuestas y los datos del escrutinio definitivo, tenemos de base 9.338.449 votos para Scioli, a los que sumamos el 34,7% que captaría de  Massa según la encuesta de Poll Data: 1.869.183. Esto arroja 11.207.632 votos para Scioli. Hacemos la misma operación con Macri: 8.601.063, más 55,1% de Massa según Poll Data: 2.968.069. Resultado para Macri: 11.569.131 votos. En valores relativos, tenemos 49,2% para Scioli y 50,8% para Macri, es decir, una diferencia de 1,6%, menor al error muestral de 2,7%, es decir estadísticamente no significativa, un potencial empate técnico o “too close o call”. La simulación, sin embargo, es menos completa que en los posts anteriores, donde también proyectamos los votos de los otros candidatos y no sólo el de Massa (en este caso, al carecer de ese dato, tal procedimiento no es posible). 

De la revisión de estos tres estudios pos 25-O surge un punto incontrovertible: considerando la variable intención de voto, las tres capturan el “momentum” favorable a la oposición, ya que arrojan una ventaja para Macri sobre Scioli. Por otro lado, hay controversia en otro punto clave: cuántos votos captarían Scioli y Macri de los candidatos que quedaron fuera del ballotage. Ese dato es altamente discrepante en los estudios, en particular en lo relativo a la atracción de los electores de Massa. Asimismo, también hay matices si consideramos no la variable intención de voto como viene dada en los estudios, sino la proyección de votos a partir del caudal electoral obtenido por Scioli y Macri en la primera vuelta: en el caso de González y Valladares tenemos 48,6%-51,4%, respectivamente (un empate técnico), en la encuesta de Elypsis 52,2%-47,8% (ventaja para Scioli) y en el estudio de Poll Data (si bien con una simulación menos completa que en las dos anteriores, como ya mencionamos) 49,2% y 50,8%, respectivamente (es decir, otro empate técnico). 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Recalculando: de la primera vuelta al ballotage (1)

Como vimos en los post anteriores, si a partir de la encuesta de González y Valladares ajustamos la proyección de votos de Daniel Scioli y Mauricio Macri en función de los electores que captarían relativamente de los candidatos que quedaron fuera del ballotage y sumándolos al caudal obtenido por ambos el 25-O (premisa que tomamos para analizar las encuestas en este contexto, a partir de las enseñanzas de ballotages regionales), hay una diferencia sensible con respecto a la intención de voto: 48,4% para Scioli y 51,6% para Macri, una diferencia de 3,2%, apenas mayor al error muestral de 2,9% e idéntico al resultado del último ballotage porteño. La intención de voto proyectada, en cambio, le daba a Macri 50% y a Scioli 45,5% (una brecha de 4,5 puntos porcentuales). Asignando en función de la permeabilidad relativa en ballotage (a favor de Scioli, a favor de Macri, en blanco e indeciso), ambos suben, pero Scioli un poco más que Macri, y la brecha se acorta. Hay ventaja para el candidato opositor, pero no decisiva. 

Un segundo estudio pos 25-O es el realizado por Elypsis: a partir de un muestreo en 1.300 casos de cobertura nacional, demuestra una intención de voto del 48% a favor de Macri, sobre un 37% de Scioli. Al eliminar los votos en blanco y proyectando los votos que todavía se encontrarían indecisos alcanzaría el 56,3% para Cambiemos contra el 43,7% del FPV, lo cual implica una brecha de 12,6 puntos, mucho mayor a los 4,5 puntos que veíamos en el estudio de González y Valladares y estadísticamente significativa (ya que el error muestral en este caso es de +-2,7%). Esta encuesta resulta así mucho más favorable para Macri que la anterior, ya que no hay punto de intersección entre los rangos probables para Macri (53,6-59) y los de Scioli (41-46,4), lo que sí sucedía en el estudio de González y Valladares. Insistimos en ese análisis por la gravitación de la covarianza en un escenario con sólo dos candidatos, como es la segunda vuelta (donde, remarcamos, un voto vale "doble": si A saca un voto más de lo previsto en una encuesta, se lo saca a B). 

Sin embargo, cuando enfocamos el análisis en la captura de votos de Scioli y Macri entre los electores que eligieron a otros candidatos el 25-O, hay un hallazgo clave: según Elypsis, Scioli se quedaría con el 41% de los votantes de Massa y 30% restante estarían a favor del voto a Macri. Estos resultados parecerían confirmar que gran parte del electorado de Massa conserva su identidad filo-peronista y optaría por el candidato del FPV en la segunda vuelta del 22 de noviembre. De acuerdo con esta consultora, parte del voto sciolista que se detectaban antes de las elecciones fue hacia Massa, y eso determinaría el bajo caudal que tendría el último domingo el frente FPV y porqué volverían a Scioli ante el ballotage. 

Este dato es central, porque en este caso Scioli casi duplica la captura de votos de Massa que veíamos en el estudio de González y Valladares: 41%, contra 22%. Mutatis mutandis, Macri baja su captación: 30%, contra 45% en el estudio de GyV. De acuerdo a Elypsis, Macri, contrarrestaría estos votos con una enorme retención de votos propios (94%) y un porcentaje de votos de aquellos candidatos que se encuentran en contra de las políticas del Fpv. En cambio, a Scioli le asigna una retención de apenas el 71%. En nuestra opinión, este es el punto más dudoso del estudio, dado que contradice los antecedentes de ballotage que revisamos antes, según los cuales la tendencia general es que los contendientes mantengan el caudal de la primera vuelta. De este modo, si mantenemos esa premisa de análisis y hacemos la misma operación que ensayamos con el estudio de González y Valladares, pero ya con los datos del escrutinio definitivo (en el que el FPV estiró la diferencia sobre Cambiemos de 2,5% a 2,9%, aunque ambos crecieron en caudal; ver cuadro arriba), tenemos de base 9.338.449 votos para Scioli, a los que sumamos el 41% que captaría de  Massa según la encuesta de Elypsis (2.208.545), 17% de quienes votaron a otros candidatos (Del Caño, Stolbizer y Rodríguez Saá, un total de 315.802) y 24% de quienes votaron en blanco (159.537). Esto arroja 12.022.333 de votos para Scioli. Hacemos la misma operación con Macri: 8.601.063, más 30% de Massa según Elypsis (1.616.009), 40% de los otros tres candidatos (743.063) y 9% de quienes votaron en blanco (59.827). Resultado para Macri: 11.019.961 votos. En valores relativos, tenemos 52,2% para Scioli y 47,8% para Macri, es decir, una diferencia de 4,4%, mayor al error muestral de 2,7%, aunque de baja significatividad desde el punto de vista estadístico: una victoria oficialista con un margen exiguo, pero mayor al que obtenía Macri corriendo la misma simulación sobre la base de la encuesta de González y Valladares (2,8%). 

lunes, 2 de noviembre de 2015

Del “too close to call” de primera vuelta al ballotage (2)

Completemos la revisión de esta encuesta de González y Valladares, la primera de cara al ballotage: como veíamos, según la consultora la intención de voto proyectada de Macri llega al 50% contra un 45,5% de Scioli. Esta brecha de 4,5 puntos porcentuales, decíamos, es mayor al error muestral de 2,9% (es decir, estadísticamente significativa), pero no categórica, dado el alto nivel de indecisos (8,8%) de voto en blanco (4,1%) y la incidencia de la covarianza, un dato clave de cara al ballotage (sobre todo si recordamos la experiencia reciente de la segunda vuelta porteña). 

En un escenario de sólo dos candidatos, cada punto en que sobreestimemos a un candidato es un punto en que subestimamos al otro: la consecuencia práctica de esto es que, por ejemplo, si le dimos 50% al candidato “A” y 45% al “B”, pero “A” obtuvo en realidad 49% y “B” 46%, la diferencia inicial de 5 puntos no se achicó a 4 puntos, sino a 3 puntos (1 menos para “A” y 1 más para “B”). Esto hizo que la elección de Capital Federal, que teóricamente era ganada con comodidad por Horacio Rodríguez Larreta del PRO, terminara con susto para Macri (51,6% para Larreta a 48,4% para Martín Lousteau). 

Sigamos revisando los datos de González y Valladares a la luz de las premisas que establecimos en el post anterior (surgidos de antecedentes regionales de ballotages). De acuerdo a la consultora, Scioli retiene el 95,6% de los votos que obtuvo el 25 de octubre y Macri el 98,3%. Con un leve matiz, esto confirma la premisa de Daniel Chasquetti de que cada contrincante va a segunda vuelta manteniendo, de mínima, el caudal que obtuvo en primera. El otro punto clave, como vimos, es cómo se distribuyen los votos de los candidatos que quedaron fuera del ballotage. Según esta encuesta, en plena “espuma poselectoral del 25-O” (anímicamente favorable a Cambiemos), Macri captaría el 45% de los votantes que se inclinaron por Massa en la primera vuelta, mientras que Scioli concentraría el 22,3% de los electores del tigrense. Un 25%, en tanto,  aún no definió qué opción tomará, y un 8% votaría en blanco. El voto mayoritario de Del Caño (54,5%), por su parte, se inclinaría por el sobre vacío, un 15,2% votaría a Scioli, 5,2% a Macri y 25,1% no sabe. Respecto a los electores que eligieron a Stolbizer el 25-O, el 40% de los votos migraría hacia Macri, el 9% hacia Scioli, un 38,5% de esos votantes permanece indeciso y 12,9% votaría en blanco. Finalmente, el electorado de Rodríguez Saá se parte en tercios en 31,6% para Scioli, 36,1% para Macri, 17,2% en blanco y 15,1% indecisos.

¿Qué sucede si en vez de tomar la intención de voto lineal que arroja esta encuesta tomamos el caudal obtenido por Scioli y Macri en primera vuelta y asignamos las proporciones relativas que capturan de los candidatos que quedaron fuera? (método que, dicho sea de paso, ajustó muy bien los resultados en algunas elecciones en las cuales las encuestas presentaron desvíos del escrutinio en el voto declarado, que se corrigieron al estimar por el modelo predictivo basado en el voto anterior que estamos ensayando aquí). En ese caso, tenemos de base 9.00.242 votos para Scioli, a los que sumamos el 22% de Massa (1.146.575), 15% de Del Caño (121.301), 9,4% de Stolbizer (58.191) y 31,6% de Rodríguez Saá (128.676). Esto arroja 10.456.984 para Scioli. Hacemos la misma operación con Macri: 8.382.610, más 45% de Massa (2.345.627), 5,2% de del Caño (41.498) y 36,1% de Rodríguez Saá (147.000). Resultado: 11.159.403. En valores relativos, tenemos 48,4% para Scioli y 51,6% para Macri, es decir, una diferencia de 3,2%, apenas mayor al error muestral de 2,9%: un ballotage a la porteña. 

domingo, 1 de noviembre de 2015

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TENDENCIAS 



Un mundo de oportunidades

Tecnología aplicada a la inclusión. 

Por Norman Berra (Especial)

http://www.lavoz.com.ar/tendencias/un-mundo-de-oportunidades