jueves, 28 de abril de 2016

Del malestar económico al político (2)

Los datos del CEOP confirman las hipótesis del cambio cualitativo en la composición de la agenda de demandas respecto a la que veíamos al cierre de la gestión kirchnerista. La percepción de que la desocupación regresa como problema acuciante atañe al trabajo y el ingreso, lleva a la economía al tope del podio de las áreas temáticas y pone en cuestión una de las principales promesas de campaña de Macri: la de “pobreza cero”. “Estos elementos terminan pegando en dos indicadores fundamentales a fin de evaluar lo actuado por el gobierno nacional: imagen de Macri y aprobación de su gestión. Si se observa el evolutivo de la imagen del presidente es posible concluir que la tendencia es a la baja. Hacia el 10 de diciembre su imagen se ubicaba en torno al 58% con un saldo neto positivo (diferencia entre imagen positiva y negativa) de 21,3 puntos. Ahora, ronda el 50%, con un dato aún más duro: a los cuatro meses de gestión creció en forma concomitante su imagen negativa, de 36 a alrededor del 47%. Esto remata en un saldo neto positivo de apenas 2,9 puntos, ocho veces menos que hace 3 meses”, apunta Bacman. 

Asimismo, la aprobación de gestión del gobierno de Macri desde el mes de febrero divide a la sociedad prácticamente en partes iguales, recreando la situación de polarización que se produjo en el ballotage del 22-N. Según la encuesta de CEOP, la aprobación es del 48,4% (aquí, el apoyo vuelve a acercarse en orden de magnitud al 51,34% obtenido por Macri en el ballotage) y la desaprobación del 50,6% (por encima del 48,6% obtenido por el candidato del FPV, Daniel Scioli, el 22-N; es fácil advertir la inversión en los porcentuales respectivos). Este balance de 2,2 puntos porcentuales negativos implica un drástico sinceramiento respecto a las  expectativas favorables de la opinión pública hacia fines de 2015, cuando la aprobación alcanzaba 58,8%, con un balance positivo de más de 20 puntos. Para Bacman, “la diferencia entre el deseo y la realidad es cada día más estrecha. A los argentinos hoy les pesa más la realidad, y es más que evidente que cargar las culpas a la gestión anterior ya no es suficiente explicación”

Así, el fin de la luna de miel marca también un progresivo agotamiento del pensamiento desiderativo, que inauguró el cilo político de Cambiemos en una estacionalidad inusualmente alta en términos de expectativas, difícil de sostener a largo plazo con una agenda económica de impacto tan contractivo como el que se viene verificando hasta ahora. El presidente aún tiene crédito abierto y está claro que la expectativa de gran parte de la opinión pública está en lo que él puede hacer más que pendiente de las acciones de otras figuras, pero los tiempos políticos y económicos no sólo corren, sino que parecen haberse acelerado en las últimas semanas, a medida que el malestar económico comienza a impregnar en los indicadores políticos. En este marco, también se confirma que a mediano plazo la agenda económica pondera más alto en las preocupaciones que las cuestiones de carácter institucional y el issue “corrupción”. Como analizó recientemente el consultor Carlos Fara, “las prioridades de la gente no cambian por la agenda de Comodoro Py: sí se modifican las proporciones en picos como este, donde corrupción gana espacio. Sin embargo, los efectos socioeconómicos son los que siempre mandan por razones obvias. Si la semana próxima baja el nivel de novedades en los tribunales, lo más probable es que la corrupción pierda espacio (aunque más no sea por un efecto saturación) y la gente de a pie siga angustiada por sus penurias”.

En este escenario, a las mediciones nacionales que apuntan este panorama de crisis se suman estudios realizados en lo que hemos denominado “zona núcleo” en términos electorales. Un trabajo de la consultora Circuitos realizado entre el 8 y el 11 de abril con una muestra de 802 casos abarcativa de la Primera y la Tercera Sección electoral de la provincia de Buenos Aires arroja que el 36% percibe que la inflación es el principal problema actual. A tono con la coyuntura, también aparecen altos valores en corrupción (19,1%), inseguridad (17,2), salarios por debajo de la inflación (13,8) y despidos (11,7). Según el estudio, un 52,5% considera que las medidas adoptadas por el presidente Macri lo perjudican, mientras que  un 30,3% cree que lo benefician. Esto impacta desfavorablemente en los indicadores de gestión presidencial: en febrero pasado, casi el 32% de los encuestados la consideraba muy buena, mientras que en marzo ese guarismo descendió al 24,7% y en abril a 23,6%; en este caso, el descenso es estadísticamente no significativo y podría, a la espera de nuevas mediciones, interpretarse como un amesetamiento. Por contrapartida, crecieron las calificaciones negativas: en febrero, el 17,8% consideraba a su gestión como mala, calificación que creció en marzo a 20,7% y se mantuvo en abril en esos valores (consecuentemente con el amesetamiento señalado). Respecto a los despidos, el 43,8% desaprueba las medidas llevadas adelante por el gobierno de cesantear empleados estatales, mientras que un 37,9% aprueba esas  medidas. En otro orden, el 50,5% se considera en desacuerdo con el aumento de tarifas impulsado por el gobierno nacional, contra un 37,2% que está de acuerdo. Finalmente, este trabajo también proyecta una visión pesimista de la situación económica en los próximos meses. El 31,7% asegura que la situación se mantendrá igual; un 27,8% sostiene que va a empeorar y un 14,8% cree que empeorará mucho. Las valoraciones positivas están por debajo de los valores anteriores: el 18,4% considera que la situación económica mejorará y apenas 7,3% que mejorará mucho.



lunes, 25 de abril de 2016

Del malestar económico al político (1)

En los últimos posts venimos revisando datos económicos “duros” que perfilan un escenario de crisis y cómo esto va permeando en datos “blandos” de indicadores políticos y de consumo, generando un panorama de malestar. Dadas nuestras premisas analíticas, va de suyo que esas tendencias tienen que traducirse tarde o temprano en las encuestas que miden la imagen de la gestión presidencial de Cambiemos, y efectivamente ese es el caso. 

Según una encuesta nacional del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP, dirigido por Roberto Bacman), sobre una muestra de 1.200 personas en todo el país, vía entrevistas telefónicas y respetando las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social, la preocupación por la economía y la inflación ya abarca al 63% de la población y el temor por la desocupación (prácticamente ausente en las encuestas al cierre de la presidencia de CFK) subió en 6 meses de un 9% a un 28%. Es decir, 1 de cada 3 argentinos ya está preocupado por su trabajo. Asimismo, un 85% se muestra insatisfecho con el desempeño del gobierno en materia de inflación y 7 de cada 10 cuestionan las políticas de Cambiemos hacia la pobreza. Todos estos datos impactan desfavorablemente en la imagen de Macri y en la proporción de adhesiones y rechazos que genera la administración de Cambiemos. En febrero, un 45% se consideraba oficialista, contra un 35% que se ubicaba como opositor. Ahora, la relación se invirtió: 48% se manifiesta opositor y sólo el 35% dice ser oficialista. 

Las implicancias de este quiebre no son menores, puesto que, leído en órdenes de magnitud, el acompañamiento a Macri perfora el 51% logrado en el ballotage y retrocede hasta los niveles de la primera vuelta de octubre, mientras que por el contrario quienes toman distancia de su gestión se mantienen en el orden del 48% logrado por Daniel Scioli en la segunda vuelta de noviembre de 2015 (en rigor, 48,6%). Según Bacman, “desde finales del año pasado la inflación y la marcha de la economía ocuparon el centro de la escena y se convirtieron en la principal preocupación, incluso desplazando a la inseguridad. Este mes, la percepción acerca del desmedido aumento de los precios y las tarifas de los servicios públicos y transporte aumentó nuevamente, casi duplicando a la preocupación por la inseguridad. Esto muestra el impacto, lo fuerte que se sitúa la cuestión económica en los hogares”. Asimismo, la preocupación por la desocupación como indicador perceptual crece asociado a la ola de despidos de estos últimos meses, tanto en el ámbito público como en el privado. “Desde lo estrictamente estadístico, no es un dato menor que al día de hoy casi 3 de cada 10 argentinos estén manifiestamente preocupados por la posible pérdida de trabajo”, apunta Bacman. 

Esta preocupación intersubjetiva tiene un trasfondo objetivo (es decir, de datos duros): se estima ya que suman 120 mil los puestos perdidos en lo que va del año, según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). A su vez, esto tiene una repercusión política, dado que esta coyuntura abrió espacio para el proyecto de reponer la doble indemnización de los legisladores de extracción sindical y kirchnerista, rechazada de plano por el gobierno y el sector empresario. Si una emergencia ocupacional para 2016 y 2017 que abarque a estatales y privados logra en el Congreso el apoyo unificado de la oposición a Cambiemos y su sanción legislativa, eso podría generar un costo político no menor a Macri (que ya anunció que vetaría esa iniciativa); para peor, al tratarse de un expediente típico de procesos de crisis como el que atravesó Argentina en el 2001, el problema recrea los peores temores de la población.  

domingo, 24 de abril de 2016

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

ECNO 

Tecnología aplicada al control parental

Seguimiento adulto. Diversos desarrollos les permiten a los padres saber dónde están sus hijos o controlar sus actividades. Hacemos un repaso de algunas de ellas. 

Por Norman Berra*

Las aplicaciones que posibilitan a los padres ubicar a sus hijos o monitorear sus actividades plantean un debate entre la tranquilidad asociada a la posibilidad del control parental versus la invasión a la privacidad que pueden implicar. Hoy, los adultos podemos saber casi todo el tiempo dónde se encuentran los menores y hasta programar alarmas para que un teléfono indique instantáneamente si se desvían de una ruta prevista. Existen muchas opciones disponibles, para diversos sistemas operativos y para smartphones. En esta nota, repasamos algunas. 
http://www.lavoz.com.ar/tecno/tecnologia-aplicada-al-control-parental?cx_level=interesante



miércoles, 20 de abril de 2016

Del malhumor a la expectativa positiva y de la expectativa positiva al malestar (3)

Decíamos en el post anterior que la gestión presidencial de Mauricio Macri tiene un crédito abierto, apalancado sobre todo sobre una expectativa de mejora que, si demora mucho tiempo más, abre el riesgo de entrar en una espiral de crisis ya no latente, sino manifiesta. El plexo que puede detonar esa crisis se constituye con los diversos datos económicos que venimos repasando y que perfilan un escenario económico de estanflación para 2016: de confirmarse ese escenario en los datos duros, sin dudas tendrían correspondencia en el plano de las percepciones y subjetividades, generando ya no malhumor como en el 2015, sino abierto malestar. 

Sin embargo, aunque el escenario de estanflación en  resulta negativo para un gobierno que había prometido un primer semestre de ordenamiento y un segundo de recuperación, no resulta el peor posible: el peor sería el de una espiralización de la inflación. En ese marco, existen señales preocupantes de aceleración, y las previsiones para abril ya rondan el 6%, con lo que cual el primer cuatrimestre rondaría el 17% (tornando inviable el objetivo anual del 25%). La proyección anual del acumulado en los primeros 4 meses se ubicaría en torno al 40% según las consultoras que miden la evolución de los precios en forma privada, con lo cual superaría en 3 puntos porcentuales la inflación privada estimada en el 2014,luego de la devaluación producida al comenzar la gestión de Axel Kicillof en el ministerio de Economía (gestión CFK). En esta línea, recientemente un trabajo del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) resaltó que el gobierno nacional se equivocó al evaluar el impacto que el tarifazo tendría sobre la inflación, que pasó del 2% al 3,5% mensual. 

Analistas entrevistados por La Nación (click arriba para ver los datos) afirmaron que el impacto de los recientes aumentos de tarifas en los servicios de agua, gas y transporte explica el salto de un mes al otro y advirtieron que en el segundo semestre la inflación podría ubicarse en el 2% mensual (es decir, alrededor de 12% entre julio y diciembre) sólo si no hubiese nuevos aumentos. Juan Luis Bour, economista jefe de Fiel, reportó que su medición de marzo cerró con un aumento del 3,2% a nivel general y del 3,8% en alimentos y bebidas. Para abril, Bour  calculó entre el 6 y el 7% por los aumentos de las tarifas, un nivel que se va a mantener aunque el tipo de cambio esté tranquilo, porque "se pasó de una inflación en bienes a una de servicios (…) habrá algún efecto de segunda ronda de aumentos de precios, pero con una devaluación del 60% y ajuste de tarifa del 300% no se podía esperar otra cosa", apuntó Bour. En marzo pasado, Fiel  estimó que la inflación estaba en el 33% anual; en abril llegaría al 39%, nivel que estimó se mantendrá 4 o 5 meses. Relativamente positivo: según Fiel, la inflación núcleo llegó al 2,5% el mes pasado, con un descenso continuo en los últimos tres meses. Muy negativo: esta inflación impacta más fuerte entre los segmentos sociales más desfavorecidos (lo que profundiza la percepción de que "Macri gobierna para la clase alta" que Ibarómetro registró oportunamente). Según la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel), el costo de la canasta básica total (que mide el nivel de pobreza) registró en marzo un alza del 6%, a $ 8.179 (para una familia tipo), mientras que la canasta alimentaria (que mide el nivel de indigencia) sufrió un aumento del 5,5%, a $ 4.402. En este escenario, las últimas medidas sociales presentadas por la gestión Cambiemos apenas son un paliativo. 

Así, el efecto contractivo puede ser visto como el “mal menor” dentro del prisma con el que gestiona el gobierno de Cambiemos. En la hoja de ruta del gobierno, el Banco Central (BCRA) mantiene tasas altas de Lebacs para contraer la masa monetaria, paga alrededor de 6.900 millones pesos/mes de intereses y sigue enfriando la economía, comportamiento que sugiere que la actual gestión prefiere pagar el precio de una recesión antes que la amenaza de una hiperinflación, que resultaría demoledora para sus chances de supervivencia política. Entonces, ordenemos  escenarios: 1) hasta ahora, el de estanflación parece el más probable en términos económicos, lo que generaría en términos político-electorales altas dosis de malestar, riesgosas como antesala del año electoral 2017, en el que Macri enfrentará elecciones legislativas de medio término. Asignamos a este escenario una probabilidad del 60%. 2) Un segundo escenario, peor que el de estanflación, sería del de espiralización de la inflación (con una híper como riesgo extremo). Este escenario, menos probable hoy (diríamos, no más del 15%), ya no decantaría en malestar, sino que abriría un proceso de descomposición política. 3) Un tercer escenario, más favorable (al que podríamos llamar “virtuoso” desde el prisma del gobierno) es el que plantea el Ieral y sería el siguiente: el BCRA manteniendo la actual política monetaria para bajar la inflación una vez que pase el shock devaluatorio (pass-through) y los efectos transitorios del ajuste tarifario. Con este, las chances de que 2016 muestre cifras positivas de crecimiento son muy bajas (por no decir nulas), pero en la medida que baje la inflación, el BCRA podría ir reduciendo las altas tasas de interés. Eso, sumado a la posible entrada de capitales luego de la salida del default, podría generar un repunte de la actividad económica en el tercer o cuarto trimestre de 2016, sentando las bases para que el año próximo se produzca la expansión. Asignamos a este escenario una probabilidad del 25%. En síntesis, traducido en términos anímicos, tenemos dos escenarios de malestar con distintos niveles de intensidad, y un tercer escenario en el que Macri lograría mantener abierto el crédito. 

lunes, 18 de abril de 2016

Del malhumor a la expectativa positiva y de la expectativa positiva al malestar (2)

Nuestra distinción entre el malhumor social del 2015 que traccionó un cambio de signo político y los niveles crecientes de malestar que desafían la sustentabilidad política del gobierno de Cambiemos no es una sutileza semántica. Ya que creemos firmemente en el teorema de Thomas (“Si los hombres definen las situaciones como reales, estas son reales en su consecuencias"), cuya insuperable formulación combina sociología con psicología social, la combinación de datos estructurales junto con percepciones en proceso de deterioro trazan un horizonte de alto riesgo para la gestión presidencial de Mauricio Macri, cuyo crédito se sostiene sobre una expectativa de mejora que no puede seguir demorando mucho tiempo más, a riesgo de entrar en una espiral de crisis ya no latente, sino manifiesta. 

El desafío para Macri puede resumirse así: 1) ganó la elección presidencial capitalizando el malhumor social con el kirchnerismo (percepciones desfavorables al oficialismo anterior apenas por encima de las favorables, digamos, 51% a 49%, tomando las cifras del ballotage de noviembre); 2) comenzó su gestión con expectativas altas, es decir, por encima del 51% de votos que obtuvo (más del 60%; 3) sin embargo, bajo esas percepciones y expectativas subyacía un plexo objetivo (basado en datos duros) de estancamiento más que de crisis: el año pasado, la economía creció 2,1% y el consumo cerró estable (-0,1% en la canasta básica, según el análisis Consumer Insights de la consultora Kantar Worldpanel; -0,2% según la consultora CCR). Ese cóctel es de alto riesgo, puesto que una de las condiciones en las que puede darse una crisis es aquella en la cual las posibilidades de mejorar las condiciones objetivas están muy por detrás de las expectativas subjetivas. Para peor, las medidas tomadas por Macri en los primeros meses vienen enfriando la actividad (un promedio de estimaciones indica que el PBI este año caería alrededor del 1%) y contrayendo el consumo. Si bien es cierto que cierta baja del consumo “ocurre todos los años en la misma época, dado que las paritarias arrancan con fuerza a partir de marzo-abril, en el 2016 se potencia por el efecto de la devaluación y la suba de tarifas sobre el nivel de precios" apunta la consultora Management & Fit. 

El impacto en el poder adquisitivo por la inflación acumulada se hace sentir prácticamente en todos los bienes y servicios, si bien con matices (por caso, el rubro de mayor merma en el primer trimestre fue electrónica y línea blanca, con -20% de ventas, medidas por unidades). Según un estudio de Indecom (Instituto de Estudios de Consumo masivo), desde noviembre del 2015 la caída del consumo se ubica en el 4,6%. El trabajo destaca que los incrementos en las tarifas de gas, agua, transporte público y combustibles previstos para este mes de abril, sumados a la suba ya aplicada sobre los costos de la electricidad, generarán perdidas adicionales en los salarios de entre un 5,3 y un 15,4 % entre los diferentes segmentos socioeconómicos de la población. Asimismo, los datos de los gobiernos porteño y de San Luis (sustitutos oficiales de los del Indec), al igual que las mediciones de las consultoras privadas resumidas en el reflotado índice Congreso, muestran que en los primeros 100 días de gobierno de Cambiemos el poder adquisitivo del salario se redujo no menos de un 10%, un bajón notable en un tiempo muy corto, que se profundizará cuando empiecen a impactar los aumentos de tarifas. Estos son datos “duros”, objetivos, que más temprano que tarde se imponen y terminando moldeando las percepciones y creencias y corrigiendo por tanto las expectativas. Como venimos diciendo, la divergencia entre los indicadores políticos de evaluación de la gestión Macri y los indicadores de consumo no podía mantenerse demasiado en el tiempo, y se advierte un progresivo alineamiento entre ambos, que se traduce como una corrección a la baja de los primeros. 

Según Guillermo Oliveto, titular de la consultora W, “se está repitiendo lo de 2014. Recordemos que fue el año de la devaluación de (Axel) Kicillof, que generó una inflación de 37% y una pérdida del poder adquisitivo de 5 puntos. De hecho, fue el único año de la era kirchnerista en que cayó la venta de alimentos (2%). Fue un año realmente duro y ahí la lógica de la gente fue recortar en función de lo que yo llamé de los cinco anillos, es decir, de lo más a lo menos prescindible (…) Si hay que mirar conductas, el arranque de este 2016 se parece mucho a lo que fue todo 2014”. Recordemos que, ese año, las ventas de los productos de consumo masivo habían sufrido una caída del 1,4% (según consultora W). En resumen, 2016 se insinúa, hasta ahora, como un año peor que 2015, ya que se estima una caída de la actividad (-1% en promedio) y caída del consumo (de al menos 1%), combinados con alta inflación (por encima del 25% planteado por el gobierno y en órdenes de magnitud entre el 30% y el 40%). Así, se perfila un escenario de estanflación, es decir de crisis manifiesta en los datos duros, y no ya de malhumor en el plano subjetivo, sino de malestar. 

domingo, 17 de abril de 2016

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TECNO 

Tecnología aplicada a la economía del intercambio

En progresión geométrica. El desarrollo de plataformas digitales y la inmensa cantidad de información crecientemente disponible promueven el cambio hacia negocios cada vez más orientados al cliente.

Por Norman Berra*







“Economía del intercambio” o economía colaborativa es la denominación que los especialistas en negocios acuñaron para referirse a lo que sus colegas de tecnología llaman “disrupción digital”: la transformación que se produce en diversos sectores, negocios e industrias tradicionales a partir de la competencia que les plantean recientes desarrollos y plataformas digitales.


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viernes, 15 de abril de 2016

Del malhumor a la expectativa positiva y de la expectativa positiva al malestar (1)

En Córdoba, la progresiva convergencia de indicadores de confianza del consumo que arrojan que entre tres y cuatro cordobeses ya se predisponen a achicar o resignar gastos familiares y el descenso en imagen positiva del gobierno de Mauricio Macri por debajo de los 50 (procedentes de una encuesta de la consultora Delfos, es decir, de “datos blandos”) coinciden con “datos duros” que señalan una retracción del consumo. En los comercios minoristas de la provincia, las ventas cayeron 5% en la comparación interanual en marzo, pese a que el fin de semana largo de Semana Santa se produjo durante el período en análisis, según datos de la Federación Comercial (Fedecom). Su presidente, Marcelo Stehli, aseguró que “de no haber sido por los turistas que visitaron las diferentes localidades serranas de la provincia, el desempeño de ventas habría sido peor. La ocupación hotelera fue muy buena, incluso por sobre la media nacional, pero se ve que no fue suficiente. Las familias siguen siendo cautas a la hora de decidir sus gastos”, agregó el dirigente. 

La caída del consumo se generalizó en los 20 rubros que releva Fedecom; fue menor en Alimentos y Bebidas, que mostró una retracción de sólo 2%, mientras que las más profundas se dieron en los rubros electrodomésticos (-7,8%), golosinas (-6,9%) y materiales de construcción (-6,8%). En este contexto, las grandes superficies tratan de sostener promociones para capear o morigerar el contexto de ajuste, pero aun así les cuesta sostener las ventas: en el primer trimestre completo del año, los supermercados cordobeses vendieron un 13% menos, y desde el sector se reconoce preocupación por el futuro de las fuentes de trabajo. Según Benjamín Blanch, presidente de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de Córdoba (Casac), las ventas, en unidades cayeron un 5% en marzo. “Para colmo, abril arrancó muy flojo. Vamos a ver cómo sigue la cosa (…) La gente está achicando sus gastos como puede, y fundamentalmente consume menos que antes”. Según el supermercadista cordobés, la caída en las ventas se nota más en las bebidas, en productos de higiene personal y en los artículos de limpieza, pero atraviesa a todos los rubros. Por su parte, el Centro de Almaceneros de Córdoba también acusó una baja importante en la demanda de sus negocios asociados, con una caída del 3,4% en marzo, y de casi el 21% en los últimos 12 meses.

Rosario, la tercera ciudad del país por tamaño electoral, también presenta un panorama contractivo. Un informe del Centro de Estudios Igualdad Argentina elaboró un documento sobre el nivel de confianza de la población, que permite evaluar cómo capean los rosarinos el escenario económico creado por la inflación de precios, la devaluación y la suba de tarifas. Clave: la gente observa una situación complicada respecto a un año atrás (tanto en su situación personal como en relación a la economía del país); sin embargo, confía fuerte en que la situación mejorará durante el transcurso de los próximos 12 en ambos aspectos. El indicador de confianza de marzo 2016 alcanzó un valor de 43,9, que lo ubica dentro de un nivel medio/bajo, pero por encima de los 35,3 puntos registrados en julio de 2014, con posterioridad a la devaluación ejecutada por el gobierno de Cristina Fernández en enero de ese año. Los rosarinos muestran una mala percepción acerca de la situación económica actual del país comparada con la de un año atrás, pero son optimistas de cara al futuro: un 53,5% de los encuestados considera que la economía argentina está peor que hace un año, mientras que sólo el 12,3% la consideró mejor. Esto se refleja en un indicador de confianza de 29,4 puntos. Como contrapartida, los rosarinos muestran una alta cuota de optimismo para los próximos 12 meses, con un indicador de expectativas que trepa a 67,8 puntos. 

Cuando se le pregunta a los rosarinos por su situación personal, se repite el patrón de respuestas. El indicador marca 52,1 puntos, con una fuerte distinción entre la valoración de las condiciones presentes y las expectativas a futuro. Apenas el 13,7% de los rosarinos considera que su situación económica personal actual es mejor que la del año pasado (el resto la considera igual o peor); sin embargo, el indicador se modifica cuando se indaga acerca del futuro, ya que un 57,6% considera que estará mejor económicamente a nivel personal dentro de un año. Al evaluar las decisiones de compra de bienes durables, desde un electrodoméstico a una casa, se observa una fuerte retracción de la demanda. Un 60,6% de los consumidores considera que no es un buen momento para realizar compras de muebles, televisores, lavarropas y computadoras, entre otros bienes, y más de un 71% responde negativamente a la pregunta sobre la compra de automóviles o inmuebles. Sintetizando, si observamos los indicadores de consumo y políticos actuales en cuatro distritos electorales de alta gravitación (CABA, Gran Buenos Aires, Córdoba y ciudad de Rosario), y hacemos una lectura de contexto del proceso político, surge una línea interpretativa que planteamos como hipótesis. A fines de 2015, el malhumor social traccionó un cambio de signo político que se impuso estrechamente a la continuidad con cambio (51% a 49%); ese cambio despertó una alta expectativa positiva, apalancada sobre elevadas dosis estacionales de pensamiento desiderativo, que al cierre del primer trimestre del 2016 comienzan a enfrentarse con condiciones objetivas desfavorables que van permeando en el estado de ánimo y generando intersubjetivamente ya no un malhumor como veíamos en 2015, sino niveles crecientes de malestar, que desafían la sustentabilidad política del gobierno de Cambiemos. La gestión Macri aún cuenta con crédito, pero este se sostiene sobre una expectativa de mejora que no puede seguir demorando mucho tiempo más, a riesgo de entrar en una espiral de crisis. 

martes, 12 de abril de 2016

Escenario de crisis económica e impacto político (3)

En la zona metropolitana, los datos de un estudio de la consultora Ibarómetro según el cual 2 de cada 3 entrevistados califican negativamente la situación económica coexisten con un sondeo de Dicen según el cual un 44% rechaza la gestión presidencial, contra un 41% que la aprueba y un 14%  que se decantó por la opción "no sabe/no contesta". Esto señala una progresiva convergencia entre los indicadores de consumo y los de confianza en el gobierno, que hasta el mes de enero venían mostrando diferencias más agudas. En las últimas semanas, en cambio, diversos estudios coinciden en un progresivo alineamiento de ambas dimensiones. Así, otra encuesta reciente, realizada a fines de marzo por el Grupo de Opinión Pública (GOP) arrojó que Macri perdió más de 10 puntos de imagen positiva en sólo 4 meses de gestión: desde el mes de diciembre de 2014, cuando había alcanzado 63,9%, descendió al 53,5%. El GOP trabajó con una muestra de 500 casos con un error muestral de 4,5% sobre Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y el conurbano bonaerense, es decir, el mismo universo de análisis que tomaron para sus estudios las consultoras Ibarómetro y Dicen. 

Según el GOP, la caída fue persistente mes a mes, pero más pronunciada en marzo, cuando la coyuntura económica coincidió con tarifazos de hasta 300% en agua, luz, gas y transporte y el despido (confirmado oficialmente) de 11.000 agentes públicos. Asimismo, desde diciembre de 2015 a marzo de 2016, el costo de la canasta básica de alimentos, que mide las necesidades mínimas para un adulto, subió 13%. Entre los electores de menores ingresos, la imagen de Macri perfora el 50% y cae hasta el 47,3%: se trata del segmento más vulnerable a los aumentos de servicios públicos (subsidiados hasta el cierre de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner). En este contexto, no sorprende que la inflación surja como la mayor preocupación detectada por el GOP: el 67,2% de los encuestados opinó que es el tema más urgente a resolver. Como venimos planteando en recientes entradas del blog, eso confirma el cambio cualitativo en la agenda de demandas de la opinión pública: en junio de 2015, un 30% consideraba un problema a la subida de los precios, mientras que al tope de las preocupaciones se ubicaba la inseguridad, con un 81,7%; el nivel de afectación de este problema cayó ahora al 56%. Otro dato revelador del nuevo tipo de malestar es que cuando Macri asumió en diciembre sólo el 18,8% de los argentinos tenía expectativas negativas sobre el futuro, pero en marzo ese porcentaje subió a 33,4%, 14 puntos porcentuales más. O sea, empeora la percepción de la situación actual, pero también hay un arrastre negativo (o "efecto halo") hacia las expectativas. 

El deterioro del gobierno de Macri se advierte asimismo en la aprobación de su gestión, que cayó del 57,8% en diciembre a 48,2% en marzo según el GOP (con todo, este indicador es superior al de Dicen, que sitúa el apoyo en torno al 41% y la desaprobación en 45%). En ambos casos, la tendencia es que perforar la referencia del 50% (umbral de crisis), si bien por poco en la medición de GOP (por una magnitud estadísticamente no significativa, dado el error muestral). En Córdoba, en tanto, una reciente encuesta de la consultora Delfos coincide en señalar el escenario de incipiente crisis al arrojar que entre 3 y 4 cordobeses de cada 10 ya se predisponen a achicar o resignar gastos familiares, mientras que la imagen positiva del gobierno de Mauricio Macri se ubica en torno a los 45 puntos, es decir, ya dentro de la “zona de riesgo” de Morris (que el consultor norteamericano referencia cuando una gestión perfora el 50% de imagen favorable). Mientras que el área metropolitana es sin duda la “zona núcleo” del país en términos electorales (alrededor del 34% del padrón nacional se ubica allí), Córdoba es el segundo distrito por gravitación y también aquel donde Macri recibió el más contundente apoyo electoral en las presidenciales de octubre y la doble vuelta de noviembre. 

Si se suma Córdoba al área metropolitana, estamos hablando de un acumulado que roza el 43% de los electores de todo el país, por lo cual estos guarismos implican una alerta en términos de sustentabilidad política y legitimación para el actual gobierno nacional, dado que en este aglomerado ambos indicadores ubican a la gestión de Cambiemos por debajo del 50% favorable. Cabe acotar que todos estos estudios fueron realizados días antes de la difusión de los "Panamá papers", que pusieron al descubierto a empresas offshore de Mauricio Macri en Bahamas, por lo cual el potencial impacto de este hecho de la coyuntura política en la opinión pública aún no fue captado.

domingo, 10 de abril de 2016

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

AUTOS 

Autos más ecológicos

En ascenso. Cada vez más modelos incorporan materiales amigables con el medio ambiente y diseñados a partir de las preferencias de los usuarios en esa materia.  

Por Norman Berra / Especial

En los últimos años, gran parte de la industria automotriz invierte para proyectar una imagen más responsable y eco-amigable. En esta nota, repasamos algunos ejemplos de esta tendencia.
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miércoles, 6 de abril de 2016

Escenario de crisis económica e impacto político (1)

En la última serie de entradas repasábamos los datos de un estudio de la consultora Ibarómetro según el cual 2 de cada 3 entrevistados califica negativamente la situación económica en la zona metropolitana, conglomerado que en términos electores implica alrededor del 34% del padrón nacional. En los sucesivos posts profundizábamos en el análisis de ese escenario de percepción de crisis inminente, que implicaba un cambio cualitativo respecto a lo que se venía percibiendo antes, cuando campeaba el optimismo, y rastreábamos en diversos datos económicos y de consumo señales para explicar y enmarcar ese punto de quiebre perceptivo. Completado ese recorrido, luego de entender cómo se pasó de la euforia de fines de 2015 a un escenario de crisis en la “zona núcleo” de la política nacional, corresponde analizar las implicancias políticas de ese cambio de clima, dado que una de las premisas conceptuales de nuestra mirada de la opinión pública es que siempre subyace una conexión entre las actitudes y el comportamiento del consumidor y las creencias y conducta del ciudadano-elector. Por lo tanto, si pasamos del optimismo a una percepción de crisis en Capital y Gran Buenos Aires, eso debe tener una traducción política. 

La consultora Dicen viene realizando estudios sistemáticos en el área metropolitana desde diciembre de 2015; el último reporte se cerró a fines de febrero. Ese relevamiento en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y 24 partidos del conurbano bonaerense recolectó datos telefónicamente con tecnología IVR (respuesta de voz interactiva), que utiliza preguntas pregrabadas que los entrevistados responden por medio del teclado. La selección de hogares se realizó a partir de una muestra aleatoria de teléfonos fijos; posteriormente, los resultados fueron ajustados por parámetros censales de municipio, sexo, edad, nivel educativo y voto anterior en el balotaje del 22 de noviembre de 2015. La cantidad de casos efectivos rondó los 1.000 casos (entre 990 y 1.114) en cada medición. El margen de error estimado (para P=0,50 y bajo un nivel de confianza del 95,5 %) no supera el +/- 3%. De acuerdo al sondeo, un 44,7% rechaza la gestión presidencial, contra un 41% que la aprueba y un 14,3%  que se decantó por la opción "no sabe/no contesta" (ver arriba, click para agrandar). El punto de quiebre, según el tracking de la empresa que dirige Hilario Moreno, se dio a mediados de febrero, cuando, por primera vez, la aprobación quedó por debajo de la desaprobación.

La encuesta, que mide la imagen de los principales dirigentes en Capital Federal y el conurbano, destaca que Macri cosecha más adhesiones en la Capital Federal (distrito que el PRO gobierna desde 2007) que en el conurbano bonaerense, aunque el apoyo en el primer caso descendió casi 10 puntos porcentuales en un mes. En CABA (distrito que apoyó contundentemente a Macri en las primarias, la primera vuelta presidencial y el ballotage del 22-N en 2015) siguen siendo mayoría quienes se expresan a favor del ex jefe de Gobierno, situación que se revierte notablemente en el Gran Buenos Aires (cordón cuyo resultado electoral fue muy disputado entre Daniel Scioli, el ex gobernador de ese distrito, y el ex jefe de gobierno porteño) . Asimismo, Macri cosecha más rechazo entre los jóvenes, las personas de ingresos bajos y los que tienen bajo nivel educativo: estos dos últimos sesgos tienden a confirmar la hipótesis del “componente clasista, que hemos desarrollado antes en este blog a partir de otra encuesta de Ibarómetro, según la cual casi un 45% de los argentinos percibe que el macrismo favorece a la clase alta más que a la media o a la baja. 

Así, de acuerdo a la lectura de la consultora Dicen, la imagen de Mauricio Macri experimentó un fuerte descenso y por primera vez desde que llegó a la Casa Rosada quedó por debajo de la negativa, en medio de un fuerte descontento por la actualidad económica del país. En este marco, la explicación al desgaste presidencial está pasando centralmente por el impacto de la coyuntura económica en la cotidianidad de los argentinos, como marcaba la encuesta de Ibarómetro sobre la percepción de la coyuntura en esta materia y como confirma el estudio de Dicen que citamos en este post, ambos realizados en la “zona núcleo” en términos político-electorales. Como anticipamos entonces, ya están convergiendo los indicadores de consumo con los políticos, que hasta hace un tiempo atrás mostraban un desempeño más favorable que los primeros; la divergencia entre ambos, como veníamos señalando, no puede mantenerse a largo plazo. Esa percepción de deterioro de la coyuntura económica también está permeando las actitudes y el comportamiento del consumidor en otros distritos de gran gravitación electoral: una reciente encuesta de la consultora Delfos en la provincia de Córdoba muestra que entre tres y cuatro cordobeses ya se predisponen a achicar o resignar gastos familiares; la TV por cable o satelital, la telefonía celular y los gastos con tarjeta de crédito integran el podio de los primeros a ser considerados como variable de ajuste, entre los servicios y productos de más alcance y penetración (click para ver video debajo). Eso contribuye a explicar por qué también en este distrito donde Macri recibió un contundente apoyo electoral en las presidenciales de octubre y la doble vuelta de noviembre los indicadores de apoyo político a su gestión tienden a ajustarse a la baja, entrando en la “zona de riesgo” de Morris. 


lunes, 4 de abril de 2016

Del optimismo al escenario de crisis (3)

Cerramos el post anterior concluyendo una elevada probabilidad de que el primer año de gobierno de Mauricio Macri termine en estanflación (es decir, recesión con inflación): 7 de 8 estimaciones prevén caídas y el promedio de las 8 arroja una contracción del PBI de 0,8%. Contra un 2015 en el que la economía creció 2,1% (según el “nuevo” Indec dirigido por Jorge Todesca), este desempeño resulta francamente desfavorable y podría profundizar el malestar de raíz económica que ya se percibe en encuestas como la de Ibarómetro, que citamos en el primero de esta serie de entradas dedicadas a analizar por qué diversos estudios dan indicios del tránsito de una situación de optimismo a una percepción de crisis.

Esa percepción de crisis económica descripta en el estudio de Ibarómetro respecto a la “zona núcleo” de la política argentina (Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Gran Buenos Aires) va permeando las actitudes de consumo a nivel nacional: respecto a marzo de 2015, la confianza de los consumidores cayó 8,4%, según el Índice de Confianza del Consumidor de la Universidad Torcuato Di Tella (UTD). Es decir, cae la percepción de que este es un buen momento para consumir y con ello desciende la predisposición de comprar e invertir en diferentes bienes. Como datos de antecedente, en enero de 2015 cayó 8% el consumo de la canasta básica hogareña, según la consultora Kantar Wordpanel. Por su parte, el volumen de ventas en comercios minoristas relevado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) profundizó su caída, al pasar de -2,3% anual en enero a -4,5% en febrero, cuando en 2015 había evidenciado una leve suba (+2,1%). También según CAME, las cantidades vendidas en los comercios minoristas sufrieron una reducción del 5,8% en marzo de 2016, comparadas con marzo de 2015. Las principales caídas se sintieron en las ventas de productos que requieren decisiones de gastos más importantes, como electrodomésticos y artículos electrónicos (-10,2%) y materiales para la construcción (-9,1%). Como dato de referencia para bienes durables: la Cámara de Comercio Automotor (CCA) informó que la venta de autos usados en el primer bimestre del año registró 235.893 ventas, lo cual marca una baja del 11,45% en comparación con el mismo período de 2015.

Así, el bajón perceptivo-actitudinal y “subjetivo” tiene su traducción “objetiva”: según CAME, la bajada se debe al “menor poder adquisitivo de la población frente a los incrementos que vienen teniendo los precios de la economía”. Hasta mediados de febrero pasado, los datos de los gobiernos porteño y de San Luis (sustitutos oficiales de los del Indec), lo mismo que las mediciones de las consultoras privadas resumidas en el reflotado índice Congreso mostraban que en los primeros 100 días de gobierno de Macri el poder adquisitivo del salario se redujo no menos de un 10% (ver arriba el cálculo de pérdida de poder adquisitivo de los hogares según IPC CABA desagregado por niveles de ingreso realizado por Equis). Se trata de un recorte drástico para tan corto tiempo, que en lo inmediato se agudizará por el impacto del aumento en las tarifas de electricidad y otros servicios públicos. En esta línea, Maximiliano Schwartz (de consultora Nielsen) puntualizó: “El consumo estará fuertemente influenciado por la evolución del (des)empleo, los ajustes salariales, los aumentos en las tarifas de los servicios y la incertidumbre general de transitar el primer año con un nuevo gobierno"

La recuperación de consumo es clave para el crecimiento y para la sustentabilidad económico-social del programa del gobierno. Dos tercios de la actividad económica en el país están ligados al mercado interno, que hasta ahora no se ha visto beneficiado de manera palpable por ninguna de las medidas de política económica de la nueva administración, sino más bien al contrario: acusa impactos de ajuste. Si se efectivara de una manera eficaz la devolución del IVA para productos de la canasta básica podría corregirse parcialmente esta tendencia a la contracción; en el mismo sentido, la introducción de tarifas sociales podría mitigar en parte el impacto de las subas en servicios básicos. Para el gobierno del presidente Mauricio Macri, el problema es que el 2016 se aleja la hoja de ruta de “un primer semestre duro, seguido por uno de recuperación”: a tenor de los datos disponibles y estimados, todo el año podría ser recesivo. Según Juan Manuel Primbas, director de la consultora Kantar Wordpanel para el Cono Sur, en 2016 el mayor desafío será que el consumo no caiga, tras un 2015 con niveles estables en términos comparativos. Esto implica un cambio sensible: el nuevo gobierno planteaba que el objetivo era volver a crecer, pero la realidad está planteando que el reto ahora es no caer. 

sábado, 2 de abril de 2016

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

TECNO 

Qué bien se te ve

Realidad virtual. En ascenso. Aplicaciones y desarrollos en diversos campos, como la salud, la venta de autos y la venta de viajes auguran un pronto despegue de la VR. 

Por Norman Berra / Especial

Los gigantes de la tecnología hoy miran a la realidad virtual (VR, por sus siglas en inglés) que, según Mark Zuckerberg, será la interfaz del futuro. Operaciones como la compra de Oculus VR por parte de Facebook confirman la apuesta a este campo y, según análisis de mercado, se espera que la base de dispositivos de VR instalada a nivel global llegue a 70 millones de unidades a fines de 2017. 

http://www.lavoz.com.ar/tecno/que-bien-se-te-ve?cx_level=home_lvi_widget


viernes, 1 de abril de 2016

Del optimismo al escenario de crisis (2)

Veíamos en la entrada anterior que, según un estudio de la consultora Ibarómetro, 2 de cada 3 entrevistados califica negativamente la situación económica en la zona metropolitana, conglomerado que en términos electores implica alrededor del 34% del padrón nacional. Esto  configura un escenario de percepción de crisis inminente, lo que implica un cambio cualitativo respecto a lo que se venía percibiendo hasta no hace mucho, cuando campeaba el optimismo. Por lo tanto, este punto de quiebre perceptivo en la coyuntura amerita un intento de explicación, para entender cómo se pasó de la euforia de fines de 2015 a un escenario de crisis en la “zona núcleo” de la política nacional. 

Completemos el repaso de la encuesta de Ibarómetro, según la cual la inflación encabeza el ranking de las preocupaciones sociales, con el 19,8% de las respuestas, frente al 19,5% de la corrupción; el 15,9% de la inseguridad, y el 14,3% del desempleo. Para el 79,6% de los encuestados, los precios aumentaron mucho durante el último mes (15,9% cree que las subas fueron menores). Asimismo, por segundo mes consecutivo, más de un 50% (el 53%) considera que la inflación seguirá en aumento y el 32% opinó que se mantendrá en los actuales (y elevados) niveles. En cuanto al rol del Gobierno en el tema inflación, la mayoría de la población no lo considera mayormente responsable, pero tampoco lo percibe eficaz a la hora de enfrentarlo: esto es, si bien el 55% de los consultados responsabiliza a los empresarios por la suba de los precios, un 28% considera que el Gobierno “no está haciendo nada” contra la inflación y el 36% que toma medidas no efectivas. Estos resultados, tomados en conjunto con los citados en el post anterior, completan un escenario de crisis y confirman nuestra hipótesis sobre la centralidad de la agenda económica en la actual coyuntura (en conjunto, los problemas de orden económico alcanzan casi el 47%). 

Trazamos como hipótesis que estos datos perceptivos “subjetivos” deben obedecer a un empeoramiento “objetivo” de la situación. Veamos: ya durante el mes de noviembre de 2015, en la previa del balotaje electoral del 22-N, hubo un fuerte aumento de precios que se reflejó en una baja en el mercado de consumo masivo con respecto al mismo mes del año anterior, en sentido contrario a las subas que venía teniendo desde julio de ese año (según datos de la consultora CCR). Luego, los aumentos de precios posteriores a la devaluación introducida por el nuevo gobierno y el recrudecimiento de la inflación siguieron deprimiendo el consumo masivo. Según Gastón Rossi, economista de LCG (la consultora de Martín Lousteau), “ahora estamos en el peor momento (…) Los salarios quedaron viejos en relación con la suba de los precios. Si bien faltan las paritarias no hay que entusiasmarse pensando en un rápido salto en el consumo, ya que se requerirá de más tiempo para que esto ocurra". La combinación de aumentos de precios en la canasta básica que trajo la devaluación del peso, sumados a las sucesivas olas de quitas de subsidios en las tarifas de los servicios públicos, no parece la mejor receta para lograr una reactivación en las góndolas: "A priori no esperamos un cambio positivo en el consumo. En la segunda mitad del año pueden empezar a aparecer algunos indicadores económicos positivos en materia de inversión y exportaciones, pero difícilmente haya buenas noticias en materia de consumo porque no vemos a los salarios creciendo por encima de la inflación", apuntó Luciano Cohan, economista de Elypsis.

Así, al menos durante el primer semestre de este año, no es esperable advertir señales de recuperación en el consumo. Desde julio, con paritarias y salarios actualizados, habrá que estar atento a si se insinúa un rebote o por el contrario se cae en una recesión, que tendría el efecto de morigerar la inflación pero al costo de planchar o contraer el consumo. Por ahora, las proyecciones privadas plantean un escenario que oscila entre la cautela y el pesimismo: la consultora Abeceb estima una caída del PBI del 0,3%; Bein y Asociados considera que en 2016 la economía retrocederá un 1,8%; Analytica proyecta una caída del 1%, Econométrica una baja del 2%,  Empiria Consultores del 0,1% este año y Miguel Ángel Broda un descenso del 1,5%. Entre los organismos internacionales, las proyecciones del FMI muestran una caída del PBI del 0,7%, que contrasta con la del Banco Mundial que estima que el PBI subirá un 0,7% este año. Es decir que, más allá de sus matices, casi todos los pronósticos coinciden en que este año la actividad caerá respecto al 2015, cuando la economía creció 2,1% (según el “nuevo” Indec de Jorge Todesca). Si hacemos un promedio de todas estas mediciones, a lo “Nate Silver”, tenemos una caída de 0,8% para 2016, lo que implica que el primer año de gobierno de Mauricio Macri terminaría en estanflación (es decir, recesión con inflación).