miércoles, 28 de septiembre de 2016

La gestión frente al horizonte electoral (3)


En el post anterior citamos un estudio elaborado por la consultora Ipsos y la Universidad de San Andrés. Entre sus principales resultados, arrojaba un empate técnico entre la aprobación y la desaprobación (47% a 44% considerando las acumuladas, una diferencia estadísticamente no significativa) y mostraba que seguridad, economía y empleo son las políticas oficiales peor evaluadas. Asimismo, según Diego Reynoso, profesor de la Universidad de San Andrés y director de Ipsos Public Affairs, un cuarto de la población está satisfecha y aprueba, guarismo que está en el orden de magnitud de los votantes que obtuvo Mauricio Macri en las PASO de agosto de 2015 (lo que puede considerarse su “núcleo duro”), mientras que la misma proporción aprueba al gobierno por ahora, pero comienza a manifestar su insatisfacción. "Esta es la proporción que, según nuestros sondeos, viene reduciéndose. Una proporción que, ante los problemas de desempeño, le da el beneficio de la duda al gobierno, pero que comienza a contraerse lentamente" (ver datos arriba; click para agrandar). Ese drenaje hace que la insatisfacción trepe al 44% y se aproxime al 48,6% que votó al FPV en el ballotage del 22-N. 

"Los tres grupos valoran de manera diferente las diferentes políticas públicas y varían de región en región. Las bases del apoyo electoral en la campaña se basaron en generar positivamente expectativas, las bases del apoyo electoral al gobierno se basarán en el desempeño. Medir la satisfacción de la opinión pública y conocer los mecanismos que la producen es un termómetro que los gobernantes deben considerar con más cuidado", agregó  el especialista. En ese marco, el informe arroja que la satisfacción política e institucional no repunta y va erosionando la aprobación del gobierno, que desde el 72% en enero se contrajo al 47% en agosto. “Desde luego, el pico se debió al cambio de autoridades que al menos una mitad de la población deseaba. Pero, de manera sostenida, la gestión fue erosionando la aprobación", detalló Reynoso. Así, la (in)satisfacción acerca de 'como marchan las cosas en el país' se mantiene en un promedio de 4,7 (en la escala del 1 al 10), del mismo modo que la (in)satisfacción con los diferentes poderes del Estado, incluido el Ejecutivo (4,4)". "En particular, las políticas respecto de las cuales la población está menos satisfecha son seguridad y empleo (3.8) y economía y energía (4.0), mientras turismo (5.1), relaciones exteriores y ciencia y tecnología (5.0) son aquellas en las que la opinión pública está más satisfecha", explicó el analista.

Un panorama similar surge de la última encuesta de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). El trabajo realizado por el programa PASCAL de la UNSAM se basó en 2.100 entrevistas a personas de todo el país pertenecientes al panel político de consulta habitual y a 940 personas seleccionadas de modo probabilístico, para un total de 3.040 casos, con un margen de error de +/- 2,6% y un nivel de confianza del 95%. El estudio reveló una caída en la confianza que poseen los argentinos en la capacidad del gobierno para revertir la situación económica. Asimismo, 46,5% rechaza el desempeño del gobierno nacional (similar al 44% que vimos en el estudio de San Andrés/Ipsos) y 30,2% lo acepta (cerca también del 25% de satisfechos en ese estudio). El 55,3% de los argentinos respondió que confía en que el Gobierno sacará a flote los vaivenes económicos, mientras que en julio creía eso el 59,3%. En tanto, 36,4% considera que Mauricio Macri no podrá revertir la situación de crisis, respecto al 33,5% de la medición anterior. Segmentando por identidad política del votante, 84% de los seguidores de Cambiemos se mostró confiando. Lo mismo ocurre con 67% de los votantes de Sergio Massa y con apenas 26% de Daniel Scioli. El informe también reflejó que la desocupación sigue siendo el principal problema del país en la actualidad, con 19,8% de las adhesiones, 4% más que en el mes anterior. Le siguen la inflación, con 18,9%, y la corrupción, con 18,3%. "Las personas de mayor nivel educativo están más preocupadas por la corrupción, mientras que las personas de menor nivel educativo están más preocupadas por la inflación", señala el estudio. 

El informe profundiza en la segmentación del 46,5% que rechaza el desempeño del gobierno nacional y el 30,2% que lo aprueba. "En relación a los perfiles sociodemográficos, se destacan entre los más críticos a los sectores de mayor nivel educativo (pésimo: 26%) y entre los más favorables los mayores de 65 años (muy bueno: 33%)", subrayó el documento. Si bien la confianza en el gobierno baja, se detecta una mejora perceptiva respecto al issue inflación. La mención de la suba generalizada de precios como problema perdió 6 puntos porcentuales intermensuales. Además, el 40,5% respondió que el costo de vida aumentó "mucho", una caída en relación a la medición anterior, donde el valor era de 55%. Quienes creen que los precios subieron "levemente" sumaron 31,1%, mientras que casi 20% dijo que se mantuvieron en el "mismo nivel" (7%). Al indagar en la situación económica personal de los entrevistados, cede levemente el segmento que prevé que estará "peor" el próximo mes. En agosto, 43,7% de los encuestados estimó problemas económicos hogareños, mientras que en julio ese mismo grupo llegaba a 47%; los que consideran que estarán "igual" bajaron de 46,8% a 45%. En cuanto a la situación económica del país, según la UNSAM 4 de cada 10 estimaron que "seguirá igual", mientras que la categoría "está peor" disminuyó de 57% a 49%. "En ese sentido, la percepción de empeoramiento de la economía nacional ha disminuido constantemente desde la medición del mes de junio", afirma el reporte. En cambio, al analizar las expectativas económicas personales se observa un pesimismo algo mayor en comparación a las mediciones anteriores: un 29% afirma que estará "mejor" en los próximos 6 meses, cuando un mes atrás eran 33%. Asimismo, 30,6% piensa que estará "igual" (antes, 29%) y 31,3% afirmó que estará "peor". "En la segmentación por los perfiles políticos de los encuestados, aquellos que votaron a Macri en segunda vuelta se muestran más optimistas (47%), mientras que los que votaron a Scioli son más pesimistas (56%)", remarca el informe.

lunes, 26 de septiembre de 2016

La gestión frente al horizonte electoral (2)


Del estudio de CEPA citado en el post anterior se desprende también algún matiz en la posibilidad de pagar los aumentos entre la ciudad de Buenos Aires y el conurbano: mientras que en el conurbano 73,1% manifestó tener dificultades para pagar el aumento original implementado por el gobierno, en la ciudad el 65,8% dijo tener problemas para afrontar ese gasto. En términos de ingresos, el 80% de quienes ganan menos de 8.000 pesos indicó las dificultades para pagar servicios. “Son servicios que no se pueden dejar de pagar. Entonces, las familias empiezan a hacer malabares y a ver qué dejan de pagar: las expensas, la patente, dejar de comprar ropa”, advirtió el director de CEPA, Carlos De Angelis. El 81,3% de los que ganan menos de 8.000 pesos reconoció que recortó otros gastos para pagar las tarifas, mientras que en los que ganan más de 8000 pesos el 75% indicó que debió hacer ajustes. Los recortes se vieron más pronunciados entre los porteños: el 80,1% respondió que inició el “sinceramiento” de la economía familiar. 

“El estudio indica que había una necesidad de cambio, pero no en estas magnitudes. La población se encuentra con que son inaceptables, porque se empiezan a complicar los presupuestos familiares y va a ser muy difícil pagar. Casi el 75% tiene dificultades con estos montos. Y, además, con la perspectiva de que sigan aumentando. Sólo el 13% piensa que no se van a seguir incrementando”, indicó De Angelis. Además, el 56% considera que, pese a los aumentos, el servicio no va a mejorar. “Cuando preguntabas hace tres meses, había esperanza. Había gente que decía ‘lo nuevo, Macri, se levanta el cepo’. Ahora las respuestas se van hacia la preocupación y mirar el bolsillo propio. Incluso, muchos de sus votantes están en esta situación y con la incertidumbre que cómo sigue”, indicó el sociólogo. Esto, a su vez, viene permeando en la imagen del Gobierno, según surge de la encuesta: el 32,6% lo evaluó como “bien” o “muy bien” mientras que el 44% lo encontró como “mal” o “muy mal”. El núcleo duro de Cambiemos, a partir de este estudio, pareciera ser pequeño. El 17,3% de los encuestados dijo que acuerda en todo con el oficialismo, mientras que el 42,3% en “algunas cosas” y el 40,4% no acuerda. 

La encuesta también indagó sobre cómo cambiaron los consumos a partir del aumento de tarifas. Por ejemplo, con la carne: el 22% dejó de consumir, un 45% redujo la calidad y sólo el 26% mantuvo intacto sus compras en ese rubro. En tanto, más de 70% redujo o directamente eliminó las salidas a comer afuera, mientras que un 65% recortó su compra de ropa y calzado. “En los 80, estaba más dividido lo que comían las clases pudientes y las clases bajas. Aparecieron las segundas marcas, algo que se repitió en 2001. Hoy, se está ochentizando el consumo. El 45% dice que suspendió comer afuera”, advirtió el sociólogo. Un 54% contestó que tuvo que endeudarse para pagar gastos cotidianos. El 64,2% por ciento de los encuestados consideró que su poder adquisitivo empeoró este año. “Están planteando que cayó su calidad de vida –advirtió De Angelis–. Esto puede producir un cimbronazo en el Gobierno”

Esta línea interpretativa, consistente con la premisa analítica de que son los efectos socioeconómicos los que construyen a mediano y largo plazo las tendencias de opinión pública (más que los vaivenes de la coyuntura), se ratifica al observar los datos del último informe Indicadores de Satisfacción Político-Institucional (IPSI) que elaboran Ipsos y la Universidad de San Andrés, publicado a principios de septiembre: el 77% de la población mayor de edad, es decir tres de cada cuatro electores que viven en la Argentina, considera que la situación económica en el país es "muy" o "bastante mala". Los datos surgen de encuestas online (1.001 casos) realizadas mediante panel de la encuestadora Ipsos y por fuera del panel con reclutamiento vía páginas de internet. Se trata de respuestas a cuestionario estructurado compuesto por preguntas cerradas y semiabiertas. El informe indica que "la satisfacción con cómo marchan las cosas en el país se mantuvo estable en 4,7, mientras que 25% de los encuestados se muestra satisfecho, versus 44% de insatisfechos". "La satisfacción con los distintos poderes del Estado tampoco sufrió modificaciones en los últimos 30 días", resaltó el estudio ISPI, y subrayó que "seguridad, empleo y economía siguen siendo las políticas peor evaluadas; sólo 1 de cada 5 considera que la situación económica es buena".  En el informe también se destaca que, si bien los datos son más o menos homogéneos, los índices –entre 1 y 10– de los distintos poderes tenían una distinta valoración: Ejecutivo, con 4,4; Legislativo, 4,3; y el Judicial, 4,1. Entre las políticas públicas, la peor valorada es la seguridad, con 3,8 puntos –sobre un total de 10– al igual que la del empleo, seguida por la energía, la economía y la Justicia. La mejor valorada es, con apenas 5,1 puntos, la del turismo y la ciencia y tecnología. El relevamiento, de todos modos, también resaltó que el presidente Mauricio Macri tiene una aprobación del orden del 40% (trepa al 47% si se suma un 7% que no hace ni una cosa ni la otra, pero se inclina más a aprobar; adviértase que el gráfico dice, erróneamente, 48%), contra el 37% que la desaprueba (que trepa a 44% si se suma un 7% que no hace una cosa ni la otra, pero se suma al desaprueba; también acá el gráfico suma un punto extra, dando 45%). Más allá de estas observaciones, en el estudio anterior, la aprobación lineal era del 47% y la acumulada del 54%, mientras que la desaprobación lineal era del 33% y la acumulada del 40%). Esto pone de manifiesto el desgaste sufrido por la gestión, ya que 7 puntos se desplazan de la aprobación a la desaprobación (ver datos arriba; click para agrandar). 

jueves, 22 de septiembre de 2016

La gestión frente al horizonte electoral (1)


Una encuesta de la Consultora Dicen realizada entre los días 29 y 31 de agosto pasado en los 24 partidos del Gran Buenos Aires muestra al FPV a la cabeza de la intención de voto (en dos escenarios alternativos), y al oficialismo (Cambiemos) disputando el segundo lugar con el Frente Renovador. En el primer escenario que se sondeó, la fórmula Cristina Fernández-Daniel Scioli (en 2017, provincia de Buenos Aires renueva senadores y diputados nacionales) obtiene un 38%, sacándole una apreciable ventaja a las demás listas. En segundo lugar aparecen empatados los binomios Sergio Massa-Margarita Stolbizer (Frente Renovador) y Elisa Carrió-Jorge Macri (Cambiemos) con un 23% de intención de voto. 

Respecto a la medición anterior, la fórmula del oficialismo muestra una mejora en su performance, ya que en julio aparecía con 15%. Sin embargo, esos guarismos no son buenos para el gobierno, dado que una eventual derrota en el distrito que concentra el 38% de los votos del total nacional requeriría de resonantes victorias en el resto del país o al menos en los otros tres distritos más gravitantes; de ellos, sólo Capital Federal es un bastión del oficialismo (Córdoba y Santa Fe son gobernados por signos políticos diferentes a los que integran Cambiemos). El segundo escenario sondeado por la consultora que dirige Hilario Moreno aparece más prometedor para el gobierno nacional. La fórmula del peronismo no K encabezada por Florencio Randazzo y Gabriel Katopodis (uno de los intendentes del Grupo Esmeralda) obtendría un 29% de los votos, en situación de empate técnico con el binomio Massa-Stolbizer (FR), con un 27%, mientras que la fórmula Carrió-Macri se mantendría  en un 23%. Con el tándem Randazzo-Katopodis, el peronismo cede 9 puntos porcentuales y el massismo crece 3, mientras que Cambiemos se acerca a la pelea por el primer lugar (ver datos arriba; click para agrandar). La recolección de datos se realizó telefónicamente con tecnología IVR (respuesta de voz interactiva), que utiliza preguntas pregrabadas que los entrevistados responden por medio del teclado. La selección de hogares se realizó a partir de una muestra aleatoria de teléfonos fijos. Posteriormente, los resultados fueron ajustados por parámetros censales de municipio, sexo, edad, nivel educativo y voto en el ballotage. La cantidad de casos efectivos fue de 400 en el conurbano; esto es pertinente, dado que en el interior de la provincia de Buenos Aires las tendencias podrían ser diferentes. 

Aun con esos matices, todas las encuestas que venimos revisando en provincia de Buenos Aires y conurbano bonaerense muestran que, si las elecciones fueran hoy, Cambiemos estaría peleando el segundo o tercer puesto en intención de voto. Falta mucho para la elección y pueden modificarse esas tendencias, pero hoy la foto es nítida: la posibilidad de una derrota en el conglomerado más gravitante de todo el país es, principalmente, una traducción político-electoral de los efectos socioeconómicos que la gestión de gobierno del presidente Mauricio Macri ha generado en la zona metropolitana. Así, una encuesta del Centro de Opinión Pública y Estudios Sociales (CEPA) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires realizada de manera telefónica en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense a fines de julio (casi simultánea al estudio de Management & Fit que citamos en el primer post de la serie anterior) sobre una muestra de 1.097 casos arrojó que dos tercios de los residentes en ese conglomerado vieron reducirse su capacidad adquisitiva en los últimos meses. El 81% de las personas que ganan menos de 8.000 pesos mensuales debió recortar gastos para poder pagar las tarifas de los servicios, porcentaje que apenas baja al 75% entre los que ganan más de 8.000 pesos. Asimismo, 2 de cada 10 dejaron de consumir carne, mientras que un 45% eligió cortes de menor costo para sostener ese consumo. 

En la misma línea que vimos oportunamente en el último estudio nacional de Ibarómetro, el trabajo de CEPA también relativiza el argumento oficial de la “pesada herencia”: detecta un amplio acuerdo en que las tarifas debían aumentarse, pero a la vez un rechazo con los porcentajes de los incrementos. Sólo 12% estuvo de acuerdo con los aumentos tal y como fueron aplicados, mientras que un 20% rechazó cualquier tipo de suba de tarifas de luz, gas, agua y transporte. Para más datos, el rechazo a los aumentos que aplicó el gobierno de Mauricio Macri no varía por nivel de ingresos ni por zona de residencia: entre los que ganan más de 20 mil pesos, el rechazo fue del 63% por ciento. Entre los porteños –donde el PRO/Cambiemos se impuso holgadamente en las presidenciales– la falta de acuerdo trepa al 70% por ciento. “Cuando se mira el tema de la tarifa, parece que todo el mundo descontaba que iban a aumentar, porque también Cristina Fernández de Kirchner en 2011 había arrancado con esto de la sintonía fina. Ahora, la gente esperaba un 30% o un 40% . Ni en las peores pesadillas se imaginó un 2.000 por ciento”, indica el director de CEPA, Carlos De Angelis. Este análisis se reactualiza ahora que el gobierno propone una suba de alrededor del 200% para los clientes residenciales, de todos modos muy por encima de las expectativas previas de la opinión pública. 

miércoles, 21 de septiembre de 2016

De los efectos socioeconómicos a la traducción político-preelectoral (3)


De la encuesta de Rouvier y Asociados que citamos en el post anterior también puede inferirse que la burbuja de expectativas va quedando atrás, para dejar paso a un sinceramiento (ver datos arriba; click para agrandar). Así, casi el 32% (31,6%) confía en que Macri logrará hacer un gran gobierno (guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por la sumatoria de Cambiemos en las PASO de 2015, es decir un 30%, y los votos que alcanzó Mauricio Macri en la primera vuelta, un 34%). En cambio, un 41,4% cree que hará un mal gobierno, guarismo algo por encima de los votos obtenidos por el FPV en las primarias del año pasado (38%), pero inferior al 48,6% que alcanzó Daniel Scioli en el ballotage del 22-N. Un 25%, en tanto, cree que hará un gobierno regular; este segmento es el que traduce cómo se van desinflando las expectativas en el oficialismo conforme pasan los meses, y es cercano al orden de magnitud de los votos obtenidos por Sergio Massa en primera vuelta (casi 21%).  

Otros estudios de alcance nacional confirman este desgaste. Así, una encuesta de la consultora Gustavo Córdoba & Asociados con 1.200 casos a nivel país indagó los sentimientos de la coyuntura. Ante la pregunta ¿Qué le inspira el gobierno de Macri?, un 25,5% respondió que le inspira “Esperanza” y un 17% “Tranquilidad”; por contrapartida,  un 24,8% aseguró que le inspira “Incertidumbre” y otro tanto (24,6%) afirmó que le da “Temor”. La sumatoria de sentimientos negativos (49,4%) supera a la de los positivos (42,5%), y el primer lugar en el estado de ánimo está compartido por un sentimiento favorable y dos desfavorables (dado que la brecha porcentual entre “Esperanza”, “Incertidumbre” y “Temor” no es estadísticamente significativa). El desempeño en estas dimensiones no es escindible de los efectos socioeconómicos que venimos analizando: el 46,4% de los argentinos señaló que actualmente “No ahorra pero le alcanza para vivir”, un 28,4% afirma que “No nos alcanza para vivir” y un 23% que “Actualmente ahorramos algo”. Respecto al aumento de tarifas frenado por la justicia, un 49,9% señaló “Me afectó mucho”, un 32,2% “Me afectó algo” y un 12,5% destacó que “Me afectó poco”.

También hay una traducción política de la coyuntura en la aprobación de la gestión presidencial de Mauricio Macri. Un 20,1% dijo aprobarla totalmente y un 26% que la aprueba parcialmente, mientras que un 17,4% la desaprueba parcialmente y un 35,3% la desaprueba totalmente. La sumatoria de la aprobación alcanza el 46,1%, lo que confirma que el acompañamiento perforó el umbral del 50% (algo que ya venimos viendo en otros estudios), mientras que la desaprobación trepa al 52,7%. La diferencia entre aprobación y desaprobación es de 6,6 puntos porcentuales y estadísticamente significativa. Mientras la primera ya está en un orden de magnitud inferior a los votos obtenidos por Macri en el ballotage, la segunda está por encima de los obtenidos por Scioli. Asimismo, no es un dato menor que el núcleo más intenso de desaprobación sea el numéricamente el de más volumen: 35,3% de desaprobación total, en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Scioli en la primera vuelta presidencial (37%) y por encima del voto duro del kirchnerismo en sus elecciones nacionales más flojas desde que llegó al poder en 2003 (algo más del 30% en las legislativas del 2009 y alrededor del 27% en las primarias del 2013). 

Por contrapartida, el oficialismo conserva todavía cierto crédito de cara al 2017: en relación a cómo ven el futuro de la economía, un 44% señaló que mejorará dentro de un año, 26,9% consideró que empeorará y un 15,1% que seguirá igual. Hacia adelante, para traducir esa expectativa en percepción de mejora y apuntalar sus chances para la elección legislativa de medio término del próximo año, el gobierno de Cambiemos necesita imperiosamente mostrar mejoras económicas para revertir un panorama que se va complicando cada mes y cuyas claves, insistimos, pasan más por los efectos socioeconómicos de fondo que por la coyuntura política. Datos al respecto: un relevamiento realizado por la Comisión de Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba (CPCE) calculó la caída de los salarios reales (descontada la inflación) en función del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de nueve provincias para el año pasado, del IPC de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en lo que corresponde hasta mayo y sobre la base de proyecciones de aumentos de precios minoristas para el segundo semestre del año, suponiendo una recomposición salarial por paritarias del 33,7% en tres tramos. Así, la entidad concluyó que los salarios de los trabajadores en relación de dependencia registrados perdieron en promedio en lo que va del año 12% de poder de compra, pero hay sectores como la construcción donde la reducción fue del 18,5%. Esto fue resultado de que las paritarias quedaron muy por detrás de los niveles inflacionarios que terminaron registrándose en los primeros seis meses del 2016. Además de los trabajadores de la construcción, los sectores más perjudicados pertenecen a los rubros petrolero (17,1%), automotriz (16,5%), comercio (15%) y empleados públicos (13,4%).  Mary Acosta, economista de la Comisión, destacó que esa caída corresponde a los trabajadores registrados. “Hay que esperar que entre los empleados en situación irregular, esta baja en el poder adquisitivo sea mayor”, aseguró. Según la Comisión, esta reducción en el salario real determinó las caídas en los indicadores de consumo del 2,5% hasta casi 15% en supermercados, centros de compra y otros canales minoristas.  En este marco, no descartaron que se genere una mayor conflictividad social en este segundo semestre, aunque en eso también será clave cómo evolucione la variable empleo. 

martes, 20 de septiembre de 2016

De los efectos socioeconómicos a la traducción político-preelectoral (2)


En lo político, el primer semestre de 2016 tuvo matices: el gobierno alternó éxitos en lo que había definido como objetivos de su programa de gestión (como fue el fin del cepo y el pago a los holdouts) y reveses (como el aumento de tarifas). En cambio, a nivel de los efectos socioeconómicos, el balance fue decididamente malo. En estos meses revisamos datos duros tanto como encuestas que confirman una performance desfavorable en esas dimensiones, que un estudio de Kantar Worldpanel terminó por redondear. De acuerdo al informe de esta consultora especializada en consumo, el 78% de las familias hizo "ajustes" durante el primer semestre, y el consumo de los hogares registró una contracción del 4% en el primer semestre del año con respecto al mismo período del 2015. El rubro más afectado fue bebidas; a la tendencia negativa se sumaron lácteos y cuidado personal, y en todos los casos se aceleró la caída de frecuencia de compra, afectando a las categorías más prescindibles. Mientras, alimentos, infusiones, congelados y cuidado del hogar lograron mantener su volumen relativamente estable, en la mayoría de los casos desde categorías básicas en detrimento de aquellas prescindibles. En este marco, el único nivel socioeconómico que pudo sostener su consumo fue el Alto Medio, segmento en el cual Kantar engloba al 22% de la población; el resto realizó ajustes, los cuales fueron mayores a medida que se desciende en la pirámide, y los hogares de menores recursos fueron los más afectados. 

Esos datos de consumo permiten entender por qué todas las encuestas revisadas (Ibarómetro la primera; luego, confirmaron la misma tendencia CEOP, Poliarquía y Fara y Asociados) detectan que la opinión pública percibe a un gobierno nacional que beneficia relativamente más a las clases altas que a la media y la baja; en términos políticos, un gobierno de minorías. El mismo Consumer Insights de Kantar Worldpanel que señala que el consumo de los hogares disminuyó un 4%  en el primer semestre con respecto al mismo período del año pasado marca a la vez que los sectores con más recursos no bajaron su consumo, sino que lo aumentaron (si bien a un nivel magro), mientras que los ubicados del medio hacia abajo de la pirámide de ingresos lo redujeron, principalmente los menos desfavorecidos. La desagregación de la evolución del consumo masivo por nivel socioeconómico en el primer semestre del 2016 según Kantar Worldpanel fue la siguiente:  Alto+medio: + 1%; Medio bajo: -4%o; Bajo superior: -6%. Bajo inferior: -9%. Peor todavía, esa tendencia se mantuvo en el comienzo del segundo semestre. El Indicador Mensual de Consumo del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala presentó una disminución del 5,0% en julio respecto al mismo mes del año anterior, lo que implica la séptima caída consecutiva. El índice se elabora a partir de un conjunto de variables con elevada correlación con el consumo privado: crédito real al sector privado, ventas de autos nacionales, componentes de la recaudación tributaria y ventas minoristas, entre otros. El acumulado desde diciembre impacta: - 8%. De acuerdo a la estratificación social de consumidores de Kantar Worldpanel, los sectores medios y bajos han registrado una poda aún mayor (del 12% al 16%) en sus niveles de consumo con el índice del ITE de la Fundación Germán Abdala. En esa misma línea interpretativa, el informe de Cifra-CTA explica que los distintos indicadores de consumo no sólo presentan una tendencia negativa desde fines del 2015, sino que además se ha profundizado a lo largo de 2016. El motivo principal señalado por los investigadores de ese centro de estudios es la contracción de los salarios reales, que impactó sensiblemente en el consumo de la población.

Con indicadores de consumo en descenso, caídas de facturación e índices de producción industrial retrocediendo en la mayoría de los rubros, la economía parece haber ingresado en el círculo vicioso que entrevió Fara en la cita que hicimos recientemente en el blog: “Desde el punto de vista psicosocial, cuando la gente se asusta no consume, y a partir de ahí nada encaja”. Es notorio que el oficialismo apuesta a reconvertir la matriz en favor de la inversión, pero esta tampoco arranca en la magnitud necesaria para superar la actual recesión inducida por el golpe al consumo doméstico que generaron la mayoría de las medidas de gobierno de Cambiemos. El mal arranque del segundo semestre en las expectativas y los indicadores de gestión que vimos en el post anterior en las cifras de Management & Fit trazan un horizonte de riesgo de cara al año electoral que se avecina. En la misma fecha en la que se hizo esa encuesta, pero ya en el próximo año (concretamente, la medianoche del 25 de julio de 2016) se anotarán las boletas para las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del 14 de agosto, ensayo general de las legislativas del 23 de octubre. 

La elección de medio término para Cambiemos es todo un desafío, porque es casi una regularidad estadística que los oficialismos sufran reveses en las legislativas intermedias. Excepciones: Raúl Alfonsín en 1985 (cuando el mandato presidencial duraba 6 años), Carlos Menem en 1991 (también con un primer mandato de 6 años), y Néstor Kirchner en 2005. En cambio, confirman la regla 1987, segunda legislativa para Alfonsín, cuando la UCR perdió a manos de la renovación peronista liderada por Antonio Cafiero; 1997, cuando Menem fue derrotado por la Alianza; 2001, cuando la UCR fue derrotada por el peronismo; 2009 y 2013, cuando el kirchnerismo fue derrotado por frentes opositores en la estratégica provincia de Buenos Aires y otros distritos clave, aunque conservó la primacía en la sumatoria total nacional. En ese marco, según Rouvier y Asociados, es clave que en agosto pasado la imagen del presidente Mauricio Macri retomó la tendencia descendente. Para más datos, por primera vez en los registros de esa consultora, la opinión negativa (50,6%) supera a la positiva (47%), si bien la brecha no es estadísticamente significativa e implica un empate técnico (ver datos arriba; click para agrandar). En la misma línea, la opinión sobre la tarea del gobierno nacional también descendió, ubicándose por debajo de la imagen personal del presidente (ver datos debajo; click para agrandar). En este caso, la diferencia entre la positiva (44,8%) y la negativa (54,4%) es de 9,6 puntos porcentuales, estadísticamente significativa. En ambos casos, las valoraciones favorables perforan el 50% (umbral crítico de Morris). 


lunes, 19 de septiembre de 2016

De los efectos socioeconómicos a la traducción político-preelectoral (1)

Habiendo dedicado varios posts al análisis de datos duros socioeconómicos y a encuestas que indagan en la mismas variables desde las percepciones, actitudes y comportamientos, se impone una actualización del panorama político y preelectoral transitando el segundo semestre. Empezaremos corriendo de atrás hacia adelante en términos temporales. Veamos: 

Un relevamiento de Management & Fit realizado a fines de julio, con 2.000 casos distribuidos en todo el país, muestra a varias variables en descenso. Una de ellas son las expectativas en general. Ante la pregunta "¿Cómo considera que la situación económica general del país estará en los próximos meses?", un 46,2% contestó "Peor o mucho peor" (ver datos arriba; click para agrandar). Se trata del guarismo más alto en esa variable desde el cambio de gobierno en diciembre de 2015: cuando Mauricio Macri asumió la presidencia, ese mismo ítem estaba en 37,1% (guarismo en el orden de magnitud de los votos obtenidos por el FPV en la primera vuelta presidencial de octubre). Con ondulaciones mensuales, fue subiendo hasta ubicarse 9 puntos arriba al cumplirse los 8 meses de gestión. En contraposición, quienes consideran que la economía del país estará "Mucho mejor o mejor" pasaron de 37% a 33,2% (guarismo en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en la primera vuelta presidencial). A su turno, la expectativa sobre la economía personal también se deterioró: ante la pregunta "¿Cómo considera que estará su situación económica personal en los próximos meses?", la categoría de respuesta "Peor o mucho peor" alcanzó un pico de 42,6%. Con todo, Macri aún se beneficia en la comparación relativa con el gobierno anterior: en enero de 2014 (cuando gobernaba Cristina Fernández de Kirchner y en pleno efecto posdevaluación de Axel Kicillof), esa cifra rozaba el 56%. Esta clave quizá permite entender por qué la caída de consumo en lo que va de 2016 es casi un punto menor que la del mismo período de 2014 (contraste de un gobierno nuevo con otro con un desgaste de 8 años de ejercicio si se cuenta desde la asunción de CFK al poder en 2007, o de 11 si se cuenta desde la llegada a la presidencia de Néstor Kirchner en 2003). 

En lo que se refiere a variables de gestión, después de arrancar el año con un 46,9% de aprobación en enero, en marzo de 2016 tocó su pico: más de la mitad de los consultados (50,7%) aprobaba y un 36,9% la desaprobaba. Es decir, la aprobación se estaba en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en el ballotage del 22-N (51,34%), mientras que la desaprobación estaba en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Daniel Scioli (FPV) en la primera vuelta (37%). A partir de mayo, en cambio, aprobación y desaprobación entraron en zona de empate técnico, y según la medición de M&F la aprobación tocó su piso desde que cambió el Gobierno: 43,4% (ver datos abajo; click parsa agrandar). Algo similar sucedió con la imagen presidencial: Macri superaba los 50 puntos de imagen positiva en enero y tenía sólo 20 de negativa: es decir, su diferencial (imagen positiva menos imagen negativa) era de unos 30 puntos. A fines de julio, la brecha se achicó a menos de 10, producto de un 42,5% de imagen positiva y un 34,7% de negativa. Así, la aprobación y la imagen positiva tienden a alinearse, perforando ambas el umbral crítico de Morris más cerca de los 40 puntos que de los 50 que definen ese umbral.  

Finalmente, articulando la valoración política con los efectos socioeconómicos percibidos, se advierte un cambio en la atribución de responsabilidades por la inflación: casi un 35% apunta al Gobierno actual, guarismo que está en el orden de magnitud del voto del FPV en primera vuelta. Se trata de la variable más sensible al bolsillo doméstico, y confirma en las cifras de Management & Fit (algo que ya se había insinuado cuando vimos el último estudio de Ibarómetro) el horizonte de agotamiento del argumento de la "herencia recibida". Es decir, por lógica cronológica, a medida que pasan los meses, la opinión pública asigna mayores responsabilidades a la nueva gestión y menos a la anterior. Si bien aún es mayor la cantidad de quienes creen que el principal responsable del proceso inflacionario que atraviesa el país es la "gestión del gobierno anterior" (36,2%) esa percepción ya está en empate técnico con quienes creen que se debe a la "gestión del gobierno actual" (un 34,9%). Esa brecha de 1,3 puntos porcentuales no es estadísticamente significativa. Para valorar el cambio de tendencia, esa misma brecha, en febrero de 2016, superaba los 15 puntos y era, por lo tanto, estadísticamente significativa.



viernes, 16 de septiembre de 2016

El consumo: entre los datos duros y las encuestas (3)

En una entrada reciente, citábamos al consultor Carlos Fara: “Más allá de todo lo comentado sobre si el segundo semestre iba a ser o no el punto de inflexión para la recuperación económica, lo cierto es que ya se consumió el aguinaldo y la primera cuota de incremento salarial según los convenios colectivos, y la máquina no termina de arrancar (...) Desde el punto de vista psicosocial, cuando la gente se asusta no consume, y a partir de ahí nada encaja”. Las implicancias de su análisis son serias, porque las políticas del actual gobierno han golpeado al consumo y eso nunca ha tenido un resultado político-electoral neutro, dato clave de cara a las legislativas de medio término del año próximo. Según Hugo Haime, hoy más del 60% de la población no llega a fin de mes; otro 30% está ajustado entre sus gastos e ingresos, y apenas el 10% conserva poder de compra. Este es el segmento que actualmente está traccionando las pocas actividades de nicho que muestran números positivos en lo que va del año. 

En el post anterior veíamos datos duros de la Confederación de la Mediana Empresa (CAME), según los cuales las ventas minoristas cayeron 6,7% en los primeros 8 meses de este año. Para más datos, todas las encuestas que venimos citando coinciden en esas tendencias: el último reporte de CCR (consultora especializada en la medición de tickets de venta) ratifica que el consumo es menor que en 2015. En julio pasado, cayó 3,4% en comparación con igual mes del año anterior. Un matiz: el mes de julio fue un poco mejor que junio pasado, por el “efecto aguinaldo”, aunque el impacto fue muy magro. En el acumulado de los siete primeros meses, sólo se salvaron las golosinas: el volumen de consumo de golosinas aumentó 2% sobre igual período de 2015. El otro rubro que se salvó fue el de productos de freezer, que creció 0,7%. A nivel regional, el bajón es peor que en el interior: el volumen bajó 4,1%,mientras que en ciudad de Buenos Aires y conurbano sólo se redujo 0,7%, según CCR.

Los más recientes datos del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) parecen confirmar las prevenciones que expresa Fara: cayó un 24,7%, respecto del mismo mes del año pasado, según el Centro de Investigación en Finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella (ver datos arriba; click para agrandar). Asimismo, con relación a julio pasado, el índice mostró una merma del 6,2%. Así, la confianza de los argentinos sobre la posibilidad de comprar bienes durables descendió un 51,4% en el relevamiento realizado entre el 4 y el 14 de este mes. La percepción de los argentinos sobre su situación económica personal con relación a un año atrás también cayó, en este caso un 20,1%, mientras que la confianza sobre situación económica del país retrocedió un 9,4% respecto de la consulta realizada por la casa de altos estudios en el mismo mes de 2015. 

Juan José Cruces, director del Centro de Investigación en Finanzas de la UTDT, detalló que "en la comparación interanual, el índice muestra una caída de 24,7% respecto a agosto de 2015 y de 2,5% respecto a agosto de 2014". Esta comparación es clave, puesto que reactualiza el riesgo de “kicillofización” que venimos analizando. Además, Cruces señaló que "respecto al mes anterior, entre los subíndices que componen el ICC, Situación Personal, Situación Macroeconómica y de Bienes Durables e Inmuebles caen 2,8%, 9% y 5,8% respectivamente". Por otra parte, el estudio destacó que la confianza de los consumidores cae un 32,6% interanual en el Gran Buenos Aires, un 14,9% en el Interior del país y un 14,8% en Capital Federal. Respecto al mes anterior, el índice cede un 8,6% en el GBA, un 5,3% en el Interior y un 0,8% en Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En este sentido, la confianza muestra una performance contraria a la conducto de compra de acuerdo a los datos de CCR, según los cuales la retracción es menor en la zona metropolitana. Finalmente, la percepción de los consumidores se contrae un 27,5% interanual para el sector de los encuestados con menores ingresos y 21,7% para el sector de los encuestados con mayores ingresos, confirmando que el impacto de la crisis es más fuerte en los sectores menos favorecidos. 

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El consumo: entre los datos duros y las encuestas (2)

Recordábamos en un post reciente que en su última intervención en la Cámara de Diputados, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, reconoció que el gobierno nacional prevé que la economía caiga un 1% en 2016, pero también sostenía que ya hay indicios de recuperación. Según Peña, la recesión será "más corta y menos profunda" que en 2014 y "el año que viene la Argentina volverá a crecer". Estas cuestiones son claves, ya que precisamente el riesgo de “kicillofización” es uno de los que vienen planteando diversos analistas respecto a la actividad para este 2016. Veamos... 

La apuesta de Peña puede tener algún asidero si observamos que, hace un par de años, tras la devaluación instrumentada por el entonces ministro de Economía Axel Kicillof, la caída en las ventas fue más importante que la registrada tras la misma política que ahora aplicó Alfonso Prat-Gay, según datos de la Confederación de la Mediana Empresa (CAME). Como muestra el cuadro de datos por ventas minoristas (ver arriba; clik para agrandar), la demanda se retrajo más por entonces que en los primeros 8 meses de 2016. Entre enero y agosto de 2014, las ventas cayeron 7,6% en el acumulado, mientras que para el mismo período la demanda se retrajo -en promedio- 6,7%, casi un punto menos este año. Sólo en los meses de mayo y junio y junio de este año la merma se sintió más (en la comparación mes con mes) que en 2014. Pero, como se ve en el gráfico de barras, la tendencia a la baja se quebró este año en julio, mientras que la recuperación en 2014 se retrasó hasta septiembre. Hay, sin embargo, un matiz: el retraso de la suba de tarifas, que es parte del programa económico que la gestión de Cambiemos quería aplicar y que, sin dudas, hubiera impactado también en el consumo doméstico a no ser por la judicialización del tema. Esto también pone en paréntesis si la "recuperación" podría ser o no más rápida y “genuina” este año que en 2014, habida cuenta de que habrá que ver cómo evoluciona este issue en las próximas semanas, punto que resulta crítico para el augurio de Peña de que la recesión será "más corta y menos profunda" que en 2014 y "el año que viene la Argentina volverá a crecer".

Según el PBI revisado por la gestión de Jorge Todesca al frente del Indec, en 2014 el producto cayó 2,6%. Según CAME, la venta minorista cayó 6,5% a lo largo de ese año; teniendo en cuenta que hasta agosto de 2014 las ventas caían 7,6%, eso implica que el segundo semestre de ese año fue sólo un poco mejor que el primero, pero de ninguna manera pudo revertir la pérdida en el balance total anual. En ese marco, teniendo en cuenta que el consumo interno alcanza prácticamente dos tercios de la actividad en Argentina, la aseveración de Peña de que la economía caerá 1% en 2016 suena demasiado optimista, pues ese guarismo está mucho más cerca de las estimaciones de los analistas publicadas en el primer trimestre (cuyo promedio de caída oscilaba en torno al 0,8%), que a recálculos más recientes, que ubican la caída en la zona que va de -1% a -2%. Un cálculo lineal (la economía no lo es) considerando las referencias de 2014 y las de estos 8 meses (-6,7% ) permitiría estimar una caída entre 2 y 2,6 puntos, no muy diferente a la del 2014. Para que se cumpliera el augurio oficialista de caída de 1 punto en la actividad, la retracción del consumo debería ser mucho menor que la del 2014 (hasta ahora es apenas 0,9 menor), o la actividad debería ser mucho más traccionada por la inversión, un motor que todavía no arranca, pese a las expectativas que el actual programa económico tenía al respecto. Como expresó recientemente el periodista económico Juan Turello, "nadie entierra una inversión en una economía que no crece y vive del conflicto social. Ya es tarde para recrear un pacto social con empresarios y gremialistas. La campaña electoral que largará en marzo haría trizas cualquier acuerdo".

En ese marco, los primeros 9 meses de la presidencia de Mauricio Macri vienen dejando un balance negativo para el consumo. Citamos nuevamente el resumen del panorama de la coyuntura de Turello: “El pass through de la devaluación (traslado a los precios del tipo de cambio) fue mayor al esperado; la inflación provocó una caída del salario real de entre 10 y 12 puntos, según los convenios, y las anunciadas inversiones demoran en llegar. Mauricio Macri y su gabinete celebran que en agosto el índice de precios subió menos de uno por ciento, aunque esta calma será difícil de mantener desde octubre. En el próximo mes regirá la suba del gas natural a las familias –promedio 203 por ciento-; las naftas se ajustarán 8%; la medicina privada, 9%, y el transporte interurbano en Córdoba, 18%”En este marco, la baja de la inflación en agosto (0,2%) aparece como un dato ambiguo: por un lado, es difícil de sostener a largo plazo en la medida en que en se actualicen las tarifas (si bien en una magnitud menor a la deseada originalmente por el gobierno). Por otro, gran parte del descenso del índice es atribuible a la recesión, un efecto socioeconómico tanto o más dañino que la inflación en sí misma. 

lunes, 12 de septiembre de 2016

El consumo: entre los datos duros y las encuestas (1)

Veíamos en entradas recientes una correspondencia entre la crisis del mercado laboral, la contracción del consumo y la caída de indicadores de gestión del gobierno nacional. El caso de Córdoba resulta emblemático: los datos de la Encuesta de Indicadores Laborales de julio pasado muestran que el deterioro del empleo privado en el Gran Córdoba sigue sin repuntar. En el arranque del ansiado segundo semestre del año se mantuvo la tendencia contractiva, con una baja de 0,2% en relación a junio, de 2016, por lo que ya se acumulan cinco meses de caídas intermensuales consecutivas. La comparación interanual confirma un efecto tobogán de desaceleración en la creación de nuevos puestos formales: así, julio pasado marcó el piso más bajo desde mayo de 2015. Entonces, desde el mes de marzo de 2016 se recortan en Córdoba más puestos de trabajo de los que se crean mes a mes.

El dato cobra otro relieve si se pone en contexto nacional: con todo lo negativo que resulta el panorama en Córdoba, todavía el proceso en esta provincia no ha llegado al punto más crítico de mostrar caídas interanuales, como sí ocurre en Paraná, Mendoza, Gran Buenos Aires y Jujuy. Pero la “anemia” en la creación de puestos de trabajo se profundiza, y coincide con una contracción del consumo: según el más reciente estudio realizado por la consultora Delfos en el mes de agosto en la provincia de Córdoba detectó que el 20% de los cordobeses activó su protocolo de crisis y recortó diversos gastos, entre ellos esparcimiento (31% ajustó esas actividades), vacaciones (27%), tarjeta de crédito (28%) y telefonía celular (27%). Estos efectos socioeconómicos, por supuesto, tienen su traducción política: en la provincia de Córdoba, donde Mauricio Macri obtuvo más del 70% de votos en el ballotage (71,51%) que lo consagró presidente (de hecho, fue el distrito que inclinó la balanza a su favor), la imagen positiva de su gestión presidencial ya está en el orden de magnitud de los votos que obtuvo la Alianza Cambiemos en las elecciones primarias de hace poco más de un año (34,57%): 36%, lo que implica la mitad de los votos que logró el 22-N.  

El bajón del consumo que arroja la encuesta de Delfos en el distrito más favorable a Macri en el ballotage se confirma en encuestas nacionales. Así, un reciente informe elaborado por la consultora Analogías sobre los hábitos de consumo de los argentinos revela un fuerte recorte en las compras de bienes y servicios para el segundo semestre y prevé un panorama "sombrío" para la reactivación del mercado interno. La investigación se realizó del 22 al 25 de julio sobre 4.056 casos a través de llamados telefónicos, con un operador automatizado,  un error muestral de 2,1% y un nivel de confianza del 95%. El estudio detecta una tendencia "mayoritaria" a restringir consumos en diversos servicios y productos para los próximos meses: en el rubro energía, transportes públicos y combustibles, 7 de cada 10 anunciaron que "restringirán" las adquisiciones (ver datos arriba; click para agrandar). Sólo 2 respondieron que mantendrán las compras habituales y apenas un 2% estimó que aumentará sus gastos en gas, luz, colectivos, taxis y naftas, entre otros. Similar contracción se da en el sector indumentaria: el 65% de los consultados tampoco tiene previsto cambiar el ropero en invierno ni primavera. El 19% cree que mantendrá las compras de todos los años, mientras que 7% dice que aprovechará las ofertas para salir de shopping. 

La tendencia negativa se mantiene pareja en las categorías más básicas del consumo, conformada por los productos de almacén (alimentos, tocador o limpieza). Allí, el 64% achicará sus gastos y 25% lo tratará de sostener. Apenas un 3% prevé incrementarlos. Porcentajes similares se dan en electrónica y electrodomésticos: 60% recortará, 28% no sabe, 10% mantendrá y 2% elevará. En el caso de la carne, la comida típica de los argentinos, el pesimismo cede un poco, pero sigue siendo alto. Un 57,4% descartó la idea de repetir los asados con amigos o las milanesas en familia, al restringir su consumo. El 5,8% aseguró que incrementará los kilos adquiridos, ya sea de carne vacuna, de pollo o cerdo, por ejemplo.  "Evaluando las tendencias, los resultados muestran un panorama sombrío para la reactivación del consumo", concluye el trabajo de la consultora que dirige Analía Del Franco.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Efectos socioeconómicos: entre los datos duros y las encuestas (3)

Frente a datos duros que arrojan una suba del desempleo en torno a los 3,4 puntos desde el inicio de la gestión del presidente Mauricio Macri (ver datos arriba; click para agrandar), el gobierno nacional no ha aportado claridad hacia el futuro. Aun si se relativizan las estimaciones oficiales al cierre de la gestión de Cristina Fernández, la suba del desempleo es palpable, pues se pone en evidencia en las estadísticas oficiales de distritos ajenos a intervenido Indec nacional, como Capital Federal (administrado por el PRO desde 2007). En la misma línea, un trabajo del economista Claudio Lozano estima que, aun poniendo en dudas las cifras del Indec nacional, la suba del desempleo desde el inicio de la gestión de Cambiemos no sería menor a los dos puntos. Para peor, el oficialismo ha enviado señales contradictorias respecto a la posibilidad de nuevos recortes entre empleados estatales hacia fin de año: mientras el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, los desestimó, el ministro de Modernización Andrés Ibarra (bajo cuya órbita se encuentra efectivamente el tema) dejó abierta la posibilidad de una segunda ola de ajustes. 

Con alrededor de 130 mil empleos formales perdidos entre privados y estatales hasta el momento (más una cifra no precisada de empleados privados informales), la posibilidad de que una fracción de otros 114.962 mil trabajadores estatales rotulados "bajo análisis" en un documento del gobierno pasen a engrosar la cifra de desocupados consolidaría al desempleo en los dos dígitos, un efecto socioeconómico generador de mayor malestar en un contexto que ya era crítico. Recordemos que, en una entrada anterior, vimos que un reciente estudio realizado por la consultora Delfos en el mes de agosto en la provincia de Córdoba detectó que el 20% de los cordobeses activó su protocolo de crisis y recortó diversos gastos, entre ellos esparcimiento (31% ajustó esas actividades), vacaciones (27%), tarjeta de crédito (28%) y telefonía celular (27%). Esa contracción del consumo se da en una provincia en la cual la situación no es tan mala como en otros distritos: en Córdoba, la cantidad de trabajadores privados formales cayó otro escalón durante junio pasado. Así, el primer semestre cerró con una pérdida de poco más de 6.800 empleos en la provincia, según la estadística oficial que refleja la evolución del trabajo asalariado en el sector privado, es decir, la cantidad de personas que aportan al Sistema Integrado Previsional Argentino (Sipa). El informe del Ministerio de Trabajo nacional, que abarca a todas las provincias, señala que en el caso de Córdoba se contabilizaron 497.872 asalariados privados, es decir, 6.812 menos que en diciembre pasado, con una retracción semestral de 1,35%. 

Pero Córdoba, según el gobierno nacional, es una de las pocas provincias (también La Pampa y Tucumán) que “escapa a la tendencia contractiva del empleo privado”, en el contraste con el año pasado, por lo que es razonable pensar que la contracción del consumo ha sido peor en aquellos distritos con performance laboral más desfavorable que en la relativamente menos perjudicada Córdoba. Esa contracción del consumo es otro efecto socioeconómico clave. Desde hace años, el consumo representa alrededor de dos tercios del PBI de Argentina; la gestión Cambiemos apuesta a cambiar esa matriz, pero hasta ahora no ha tenido éxito. Todo indica que 2016 terminará con una caída del salario real; aunque el segundo semestre podría ser "menos malo" que el primero por el remanente de subas salariales en cuotas, la movilidad previsional y la desaceleración de la inflación, la probabilidad de que la demanda de trabajo se revitalice es bajísima. En su última intervención en la Cámara de Diputados, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, reconoció que el gobierno prevé que la economía caiga un 1% en 2016, pero también sostuvo que ya hay indicios de recuperación. Según Peña, la recesión será "más corta y menos profunda" que en 2014 y "el año que viene la Argentina volverá a crecer". 

El problema es que el discurso de Peña parece más destinado a generar expectativas que a pronosticar el decurso de lo que queda del segundo semestre. De hecho, las previsiones de todos los economistas a principios de año “compraron”, en parte, la promesa del segundo semestre y subestimaron la profundidad de la crisis. Un promedio a lo “Nate Silver” que calculamos en el primer trimestre a partir de esas estimaciones dio una caída del PBI de 0,8%, cuando ahora son del doble (en torno al 1,5%). Gastón Rossi, actual director del Banco Ciudad por el frente político ECO, proyecta que este año termine con una caída del PBI cercana al 2%. El Ieral, en tanto, prevé una caída entre 1% y 1,5%. Según Carlos Rodríguez, profesor de UCEMA, el indicador que anticipe la reactivación será el consumo; el economista no ve rebrotes genuinos de inversión ya que, a su juicio, no hubo cambios estructurales significativos que la alienten, y el horizonte político permanece incierto para 2017. En ese marco, no habría que sorprenderse si la caída de la actividad de 2016 supera el 1,5%, en la medida en que el riesgo de “kicillofización” oportunamente planteado para la economía nacional se está confirmando (en 2014, el PBI revisado por la gestión de Jorge Todesca en el Indec arrojó una caída de 2,6%).

lunes, 5 de septiembre de 2016

Efectos socioeconómicos: entre los datos duros y las encuestas (2)

Otro dato duro que permite mensurar los efectos socioeconómicos que ha generado en estos meses la gestión de Cambiemos son los del empleo: desde la asunción de Mauricio Macri a la presidencia, se perdieron 115.281 empleos privados. El dato surge de las cifras aportadas por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que administra la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip). En diciembre de 2015, el Estado contabilizó 6.243.245 empleados registrados. En junio pasado,  la cifra cayó a 6.127.964, lo que implicó una pérdida de 115.281 asalariados formales, o sea, 1,84% de total (ver datos arriba; click para agrandar). El informe revela que la caída a junio es ininterrumpida desde febrero pasado, mes en el que se crearon 8.523 empleos. Los datos oficiales se conocieron la semana pasada, cuando el Ministerio de Trabajo de Jorge Triaca decidió difundir a un sector de la prensa el reporte correspondiente al cierre del primer semestre, en el relevamiento titulado "Situación y evolución del trabajo asalariado en el sector privado. Datos a junio de 2016". La información proveniente de datos duros permite entender por qué en las encuestas la desocupación ocupa el podio de los principales problemas percibidos por los argentinos, un cambio nítido con respecto a la agenda social durante las gestiones de Cristina Fernández de Kirchner, cuando el problema aparecía relegado entre las preocupaciones.

Visto interanualmente (es decir, respecto a junio de 2015), el descenso llegó a 84.955, lo que significa una caída del 1,4%. En la comparación intermensual entre junio y mayo de 2016, la baja fue de 12.517 ocupados. Si a ese mismo cotejo se le agrega la estacionalidad que calcula la cartera laboral, la pérdida es algo menor: 9.576. "Se trata de una desaceleración importante de la caída respecto a meses anteriores", justificó el Ministerio dirigido por Triaca. A nivel rubros, construcción es el más afectado: entre junio de 2015 y el mismo mes de 2016 se dieron de baja 60.068 obreros. "La reducción del número de asalariados formales en la construcción representa más del 60% de la caída observada en el total de los trabajadores registrados en empresas privadas", destacó el documento. Le siguen la industria manufacturera, con 32.384 pérdidas; las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, con 14.245; y el campo, donde la agricultura, ganadería y la silvicultura se desprendió de 7.211 trabajadores rurales (esto, pese a que muchas medidas oficiales del actual gobierno fueron en beneficio de ese sector). Por contrapartida, donde más se incrementó el trabajo fue en las actividades de comercio y reparaciones (10.234) y servicios sociales y de salud (10.008).

Según el informe oficial, "La evolución mensual desestacionalizada del trabajo registrado muestra un comportamiento heterogéneo en las distintas jurisdicciones"La provincia de Buenos Aires (PBA) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) son los dos distritos que más empleos perdieron en un año. En el territorio bonaerense cayeron 21.694 puestos, mientras que en la Capital Federal alcanzaron a 10.807 personas. El primer dato da un contexto de por qué PBA está entre los distritos más críticos para el oficialismo en términos de caída de la imagen positiva y, correspondientemente, en intención de voto para las legislativas de medio término de 2017. Recordemos que PBA concentra el 38% de los votos del total nacional, por lo cual “la madre de todas las batallas” tradicionalmente se libra allí, en especial en las primarias y legislativas de medio término: en 2009, el FPV sufrió en PBA la derrota (por dos puntos) de su lista encabezada por Néstor Kirchner frente a Francisco de Narváez, mientras que en 2013 la derrota fue más abultada (Sergio Massa batió a Martín Insaurralde por unos 13 puntos). Hoy, todas las encuestas muestran a Cambiemos perdiendo ese distrito frente al Frente Renovador de Massa o frente a fórmulas del FPV. 

Por contrapartida, en 7 provincias se advierte "cierto crecimiento" (La Rioja, Santiago del Estero, Salta, Chaco, Neuquén, La Pampa y Jujuy); en tres, la cantidad de asalariados se mantuvo "prácticamente constante" (Corrientes, Santa Cruz y Misiones); y en las otras 14, el trabajo registrado se "contrajo". Según Trabajo, "se considera como unidad de análisis al trabajador y no al puesto de trabajo: esto significa que se cuantifica el número de trabajadores asalariados registrados, independientemente de la cantidad de puestos que ocupe cada uno de ellos". Para los casos de pluriempleo, con más de un puesto de trabajo registrado por persona, se optó por tener en cuenta el cargo de salario más alto. Para mensurar el total de pérdidas de puestos de trabajo desde la llegada de Mauricio Macri al poder, estos números deben complementarse con los del sector no registrado o empleo informal (difíciles de mensurar) y con las disminuciones del empleo público que, según el propio Gobierno, totalizaron 10.921. Sin embargo, en los próximos meses el número de despedidos del Estado podría crecer sensiblemente, toda vez que hay 114.962 mil trabajadores rotulados "bajo análisis" en un documento en el cual el Gobierno Nacional proyectaría una nueva ola de recortes hacia fin de año. Se trata del informe "Programa de Análisis de Dotación del Personal", que fue girado por Modernización a los 20 ministerios y los cinco organismos descentralizados que conforman el Poder Ejecutivo con el objetivo de "establecer la dotación óptima del personal". 

viernes, 2 de septiembre de 2016

Efectos socioeconómicos: entre los datos duros y las encuestas (1)

Recordemos una vez más la premisa central de nuestros análisis: a mediano y largo plazo, los efectos socioeconómicos son los que construyen las tendencias de opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura. En este marco, los efectos socioeconómicos pueden medirse a más de un nivel, e interesa tanto mirar los datos duros como no perder de vista las creencias, percepciones y actitudes con las que conviven (usualmente captadas a través de encuestas). Habiendo repasado en las entradas recientes muchas encuestas, veamos algunos datos duros: 

Durante el pasado mes de julio (primero del segundo semestre), la capacidad de compra de las familias argentinas volvió a caer con fuerza al experimentar una contracción del -11,3% con relación a igual mes del año anterior, según datos de la consultora FyE. La variación muestra un ritmo de deterioro ligeramente superior al observado en el segundo trimestre (-10,6%) y mucho mayor al del primer trimestre del año (-4,6%). Esto implica que el arranque del segundo semestre (en su momento, la “tierra prometida” en el discurso del oficialismo) está lejos de mostrar una recuperación. Según FyE, el fuerte descenso de la capacidad de compra de las familias obedeció en primer lugar a "la abrupta suba de los precios domésticos (tomando los índices de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CABA), que alcanzaría niveles del 46/48% en un año durante julio".  En segundo lugar, influyó "el debilitamiento de la demanda laboral, que se reflejó en una pérdida de empleo de 81.060 puestos de trabajo entre noviembre y mayo último en términos desestacionalizados (-1.3%), cifra equivalente a 162.120 puestos de trabajo anuales (o -2.6% anualizado)". Asimismo, la consultora señala, en tercer lugar, que "la postergación de las paritarias moderó el ritmo de incremento salarial interanual hasta julio (30/35% salarios formales promedio en contexto de gran dispersión sectorial)".  No es la primera vez que este efecto socioeconómico de “salarios viejos vs precios nuevos” se da, ciertamente, pero no es un dato menor que no se observen señales de recuperación a corto plazo en un contexto en el cual el actual gobierno nacional necesita imperiosamente empezar a dar buenas noticias (ver datos arriba; click para agrandar). 

Asimismo, el informe de FyE resalta que "la política monetaria contractiva adoptada por el Banco Central retrajo la demanda y oferta de crédito a las familias, al pasar del 36,7% al 24,2% interanual entre noviembre y julio último (datos nominales)". En este contexto, "siguen sin aparecer señales de recuperación en el corto plazo", si bien podríamos estar en presencia de niveles "piso", afirmó FyE. El informe agrega la caída de la capacidad de compra de las familias (demanda doméstica) está explicando la retracción del consumo que se reflejó en los datos de ventas de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), entidad que también releva datos duros. En efecto, las ventas minoristas, según CAME, registraron una disminución del 9,8% interanual en junio, lo que es la caída más pronunciada desde 2009 (en pleno impacto de la crisis financiera internacional, coyuntura que, para recobrar el contexto político interno, coincidió con las elecciones legislativas de medio término del primer mandato CFK en las cuales la fórmula liderada por Néstor Kirchner perdió por dos puntos en provincia de Buenos Aires contra la lista opositora encabezada por Francisco de Narváez). La consultora recordó que, en marzo de 2016, las ventas según CAME se contrajeron un 5,8% interanual, mientras que en diciembre de 2015 aumentaron un 3,1%, lo cual sería indicativo de la profundización de la recesión en el segundo trimestre de 2016.

La tendencia indica que el año 2016 terminará con una caída del salario real, lo que implica que el consumo y la economía doméstica de los argentinos se ajustará a la baja. Esta retracción ya tiene una traducción política en las encuestas que muestran un sensible caída en la imagen de gestión del gobierno nacional y también se corresponde con las encuestas que monitorean el consumo. En ese marco, el más reciente estudio realizado por la consultora Delfos en el mes de agosto en la provincia de Córdoba detectó que el 20% de los cordobeses activó su protocolo de crisis y recortó diversos gastos, entre ellos esparcimiento (31% ajustó esas actividades), vacaciones (27%), tarjeta de crédito (28%) y telefonía celular (27%). Luis Dall´Aglio, director de la consultora, remarcó que “esas cifras permiten mensurar la crisis y ver cómo se está efectivizando a nivel doméstico el proceso de sinceramiento económico” (ver video debajo).