lunes, 30 de noviembre de 2020

Dossier 360, otro acierto de lectura en la elección de Río Cuarto



Hace poco más de una semana, apuntábamos: "nuestra hipótesis es que el oficialismo podría obtener entre 37% y 40% de los votos, mientras que la principal fuerza opositora rondaría entre 34% y 35%". Nuestra lectura del proceso electoral para la elección de Río Cuarto fue acertada, dado que Hacemos por Córdoba alcanzó 39,32% de caudal sobre votos válidos (41,02% sobre positivos) y Juntos por Río Cuarto 33,75% (35,21% sobre positivos; gráficos arriba y abajo, click para agrandar). 




Así, el balance es que nuestro análisis de la elección, construido a partir del promedio de encuestas recientes, un algoritmo de ponderación en función de la precisión en elecciones pasadas y otros datos contextuales del proceso acertó en identificar la señal por encima del ruido circundante. 



Desde el punto de vista de la selección de encuestas que compartimos con nuestros suscriptores y lectores, también es destacable el acierto: el informe de CB Consultores que subimos al sitio proyectó 38,4% para el intendente reelecto Juan Llamosas (apenas 0,92 pp de desvío respecto a votos válidos) y 31,9% para Gabriel Abrile (-1,85 pp respecto a votos válidos; gráfico arriba). En tanto, la proyección de Zuban Córdoba (gráfico abajo) que también compartimos fue una muy buena aproximación respecto a votos positivos, dado que estimó para Llamosas 41,1% (+0,08 p de diferencia) y 36,2% para Abrile (+0,99 de diferencia). 

Profundizando en el análisis, también fue asertivo identificar al estudio de Test Consultores como más ruido que señal, dado que esa encuesta asignaba 37,4% a Abrile (+3,65 pp respecto al resultado sobre votos válidos) y 30,3% a Llamosas (-9,02 pp respecto al resultado sobre votos válidos). Así, la medición más desviada del resto fue la menos aproximada al resultado real, lo que refuerza una de las premisas del método. En palabras del matemático Nate Silver: “En un amplio abanico de disciplinas, desde las predicciones macroeconómicas hasta las encuestas políticas, el simple hecho de realizar una media de todas las predicciones existentes en lugar de fiarlo todo a una sola puede reducir el error entre un 15 y un 20 por ciento de media (…) Reducir el error un 15 o un 20 por ciento gracias a la combinación de predicciones puede no parecer gran cosa, pero es un resultado muy difícil de mejorar en un mercado competitivo”. Un buen tip metodológico es atender al consenso y prevenir el exceso de autoconfianza. “El consenso no es nunca un argumento absoluto, pero cuanto más me alejo de dicha posición, más convincentes tienen que ser las evidencias que barajo para decidir que yo estoy en lo cierto y los demás se equivocan”. En este caso, el consenso en las mediciones tuvo aproximaciones muy superiores a la estimación que se desviaba de la media. 

En síntesis, en las últimos tres elecciones que hemos seguido (Bolivia, Estados Unidos y Río Cuarto), los informes que compartimos con nuestros suscriptores y nuestra lectura del proceso identificaron correctamente la señal.

viernes, 27 de noviembre de 2020

La tendencia electoral hacia 2021 en las encuestas (columna publicada en CBA24N)

Este 27 de noviembre se cumplen 13 meses de las elecciones que consagraron a Alberto Fernández como presidente con el 48,24%. En poco menos de un año, el gobierno nacional atravesará la elección de medio término, un test que será clave para la segunda mitad del mandato presidencial de Fernández. ¿Qué dicen las encuestas más recientes al respecto? El promedio de las últimas mediciones posiciona al Frente de Todos con una opinión preelectoral en torno al 38% versus 45% para alguna fuerza opositora. Esto ubica el último sondeo nacional de Management & Fit como la aproximación más representativa de esta serie temporal, aunque en rigor esa encuesta mide la inclinación para una presidencial, lo que no es el caso del turno electoral 2021: allí, el oficialismo alcanza 38,5% y la oposición 48%, con 13,5% de indecisos (gráfico arriba). Se trata de un caudal similar al que obtuvo Néstor Kirchner en su elección de medio término de 2005, que está entre los mejores cuatro resultados en comicios comparables desde el retorno de la democracia en 1983, junto con el de la UCR de Raúl Alfonsín en 1985 (43,6%), el del PJ de Carlos Menem en 1993 (42,5%) y el de Cambiemos en 2017 (41,7%; gráfico abajo).


En tanto, cuando se observa la serie evolutiva de la consultora Giacobbe & Asociados que mide preferencia ganadora se advierte que la inclinación por el oficialismo se estabiliza en torno al 33% desde septiembre pasado, mientras que quienes prefieren que pierda rondan el 53% desde la misma fecha (gráfico abajo).


A su turno, en la serie evolutiva de Synopsis Consultores la tendencia a favor del oficialismo tocó un piso de 33,2% el mes pasado que coincide con el piso de 31,9% que también se ve en el estudio de Giacobbe, mientras que en noviembre insinúa una suba de 2,1 puntos porcentuales (gráfico abajo). 
Se trata de una variación estadísticamente no significativa pero atendible, ya que en este caso la opinión electoral a favor del Frente de Todos está en el mismo orden de magnitud del promedio nacional de 38% que apuntamos arriba.


Los comicios legislativos de medio término, a diferencia de los presidenciales, tienden a un voto más disperso y fragmentado: de ahí que sea suficiente que una primera fuerza se acerque o ronde el 40% para ganarlos, como vimos en la serie histórica más arriba, en cambio, una elección presidencial requiere caudales cercanos al 50%. 
En este marco, para apreciar el panorama completo es clave identificar cómo se compone el voto opositor, a efectos de evaluar si alguna de esas fuerzas puede estar en condiciones de disputarle la primera minoría a un Frente de Todos que hoy parece tener chances de superar el 30% y de acercarse al umbral del 40%. El estudio de Synopsis confirma un panorama de dispersión: entre el 54,4% que votaría a una fuerza opositora, hay una fuerte disputa entre quienes se inclinan por un perfil “más del PRO” (22,4%) y casi 21% que prefiere un perfil “más de derecha”. El perfil “más peronista” ronda el 19% y el “más radical” un 17%, mientras que el perfil de izquierda no llega al 10%. Esto insinúa que la dispersión de preferencias opositoras hoy favorece al oficialismo y además pone de relieve que existe un caudal preelectoral que se ubica a la derecha del PRO y podría ser relevante en el turno electoral 2021.


Ese escenario puede cuantificarse en la encuesta más reciente de la consultora OhPanel. Entre septiembre y noviembre, la opinión electoral que se inclina por el Frente de Todos no presenta variaciones estadísticamente significativas (pasa del 34% al 32%), mientras que la favorable a Juntos por el Cambio insinúa una baja de 5 puntos porcentuales (de 28% a 23%). Esa merma es capitalizada principalmente por la derecha, que pasa de 8% a 12% (gráfico arriba). De esa forma, la brecha del FdT sobre JxC crece de 6 puntos porcentuales a 9 puntos porcentuales, y está en el mismo orden de magnitud que la obtenida hace 13 meses en un panorama más polarizado (48,24% a 40,28%, 7,96 puntos porcentuales).


Existe otro escenario que también podría resultar desfavorable para Juntos por el Cambio: si las tensiones internas en esa alianza opositora llevaran a una ruptura entre sus dos alas, la “blanda” que hoy representan Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal entre otras figuras, el Frente de Todos podría quedarse con la primera minoría aún sin llegar al 30% de caudal, mientras que esa “ala blanda” de JxC se ubicaría en segundo término y la derecha le disputaría el tercer puesto del podio a los sectores duros de esa coalición referenciados en Mauricio Macri y Patricia Bullrich, según la encuesta más reciente de la consultora Taquión (gráfico arriba). 
Si bien el promedio de las últimas encuestas ubica a los referentes libertarios con una media aritmética de 6%, lejos del techo superior al 13% que arroja esta última medición, de todos modos ese 6% cuadruplica el caudal obtenido por José María Espert en las presidenciales de 2019. Así, la amenaza para el frente opositor JxC es palpable y resulta, en gran parte, de un corrimiento del discurso de algunos de sus principales referentes, que los ha llevado a disputar la agenda con la derecha más dura.

https://www.cba24n.com.ar/opinion/la-tendencia-electoral-hacia-2021-en-las-encuestas-_a5fbfb996431ce857bf0bea97


domingo, 22 de noviembre de 2020

Sur, Río Cuarto y después: la elección de intendente que se viene

En siete días, Río Cuarto, también llamada coloquialmente el "Imperio del Sur", capital alterna de la provincia de Córdoba desde principios del milenio y ahora también una de las capitales nacionales alternas promovidas por el gobierno nacional, elige intendente. Los comicios, que iban a tener lugar en marzo pasado, fueron postergados por la pandemia del Covid-19. Veamos qué dicen los últimos estudios y qué se puede esperar a la luz de los antecedentes electorales. A mediados de octubre pasado, la consultora Zuban Córdoba cerró una encuesta domiciliaria según la cual el intendente Juan Llamosas, de Hacemos por Córdoba,  alcanzaba 41,1% de los votos contra 36,2% de Gabriel Abrile, de Juntos por Río Cuarto (gráfico arriba). La brecha a favor del oficialismo era de 4,9 puntos porcentuales, lo que implica un empate técnico dado que el error muestral era prácticamente idéntico: +/-4,89%. Asimismo, con casi 8% de indecisos, el proceso electoral aparecía abierto, aunque con una leve ventaja (estadísticamente no significativa) para el oficialismo. 


Unas semanas después apareció otra medición de Zuban Córdoba, en la cual tanto el candidato oficialista como el principal opositor cedían caudal: Llamosas quedaba en 37,6% (-3,5 puntos porcentuales respecto al estudio anterior) y Abrile en 33,6% (-2,7 pp comparado con esa misma medición). Así, la brecha se reducía a 4 puntos porcentuales respecto a los casi 5 pp de la medición previa, sugiriendo una elección más competitiva. En contraste, la medición de Test Consultores (una agencia nueva en el mercado) ubica a Abrile al frente, con 37,4%, vs 30,3% de Llamosas: una brecha de 7,1 puntos porcentuales a favor del candidato opositor (gráfico abajo), aunque en este caso no se conoce el margen de error muestral y los indecisos trepan al 15,2%, lo que deja la disputa también abierta pero con ventaja para el opositor, a diferencia de lo que veíamos en Zuban Córdoba. 



En tanto, según CB consultora, Llamosas aventaja a Abrile por 38,4% a 31,9% (gráfico abajo): una brecha de 6,5 pp, estadísticamente no significativa si se considera el error muestra del +/-4,7% pero más amplia de la que veíamos a favor el oficialismo en las mediciones de Zuban Córdoba. Si hacemos un promedio de estas 4 encuestas para las dos primeras fuerzas, tenemos 36,9% para Llamosas y 34,8% para Abrile; un empate técnico, aunque en este caso resultante de un estudio que le da al candidato opositor una ventaja de 7 pp, mientras que los otros tres le dan una ventaja de entre 3,5 pp y 6,5 pp al oficialista; vale decir, de las 4 encuestas consideradas, una (la favorable a la oposición) se desvía sensiblemente del resto. La hipótesis de que la aproximación más correcta es la de una ventaja para el oficialismo puede reforzarse con el dato de que CB Consultora cuenta con un antecedente exitoso reciente en una medición municipal que merece ser destacado: el año pasado, anticipó con 20 días de antelación el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta como jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), un dato no menor dado que ni siquiera Mauricio Macri, líder del PRO en el bastión de esa fuerza, pudo ganar ese cargo sin pasar por un ballotage. 



A la luz de ese antecedente, también es pertinente repasar datos complementarios, como la variable imagen: según el informe de CB, el intendente Llamosas roza el 53% de imagen positiva contra 44,5% de negativa. El resultado del estudio de Zuban Córdoba es muy similar: 53,3% y 44,5%, respectivamente (gráfico abajo). Las diferencias entre ambas mediciones no son estadísticamente significativas. Que el candidato oficialista aspirante a la reelección supere el 50% de valoración positiva plantea como plausible que la obtenga, dado que el mismo informe muestra también una ventaja de Llamosas sobre Abril en términos de pisos y techos electorales. 


Asimismo, el estudio de CB proyecta una participación electoral del 64,7% en esos comicios (gráfico abajo), muy similar a la de 2016, que fue de 67,75%. La merma de 3 pp no es estadísticamente significativa pero resulta consistente con el contexto de pandemia, que podría ocasionar que un segmento de electores no concurriera a votar para no exponerse al contagio. Esto puede terminar haciendo una diferencia al final del proceso, en conjunto con el promedio de indecisos que arrojan las 4 encuestas (en torno al 10,4%, consistente con mediciones de boca de urna que estiran la proporción de votantes que se deciden el mismo día de la elección hasta el 15%), y definir el comicio en términos de los pisos y techos electorales relativos. Si tenemos en cuenta que en 2016 Llamosas alcanzó 46% de los votos y el radical Eduardo Yuni rozó el 33%, el promedio de mediciones hoy ubica a Abrile (34,8%) en el mismo orden de magnitud que Yuni hace cuatro años; en cambio, Llamosas aparece casi 9 pp por abajo. Pero, si calculamos el promedio sin la medición que aparece como más desviada del resto, obtenemos 39% para Llamosas y 33,9% para Abrile, una ventaja de 5,1 pp que parece plausible con un cierto desgaste del oficialismo y también consistente con el antecedente de 2016 y los pergaminos de las consultoras que reportan mediciones. Asimismo, el hecho de que no exista una oposición unificada sino dispersa en siete candidaturas (en 2016 fueron 8, y dos de ellos repiten candidaturas este año) también favorece más las chances de reelección que un vuelco hacia la principal fuerza opositora. Por lo tanto, nuestra hipótesis es que el oficialismo podría obtener entre 37% y 40% de los votos, mientras que la principal fuerza opositora rondaría entre 34% y 35%. Si bien considerando la covarianza tenemos un escenario de empate técnico, habría una luz de ventaja a favor del oficialismo; habrá que ver cómo juegan estas tendencias en la semana final previa a la elección. 



Para ver el informe completo de CB Consultora, suscribite a Dossier 360 en: https://enredaccion.com.ar/dossier360-siete-estudios-de-opinion-publica-para-analizar-tendencias-nacionales-y-provinciales/

viernes, 20 de noviembre de 2020

Las vacunas inyectan optimismo en las encuestas (columna publicada en CBA24N)


En la columna de la semana pasada planteábamos la hipótesis de que las recientes novedades sobre las vacunas podrían inyectar una dosis de optimismo en los estudios de opinión pública que se realizaran luego de esas noticias. Confirmando nuestra hipótesis, comenzaron a aparecer datos en esa línea: según la encuesta nacional realizada por Analogías, la imagen positiva del presidente Alberto Fernández insinúa una suba de 3,2 puntos porcentuales respecto a la medición anterior, mientras que la negativa cede casi 3 puntos porcentuales (gráfico arriba). 


Si bien se trata de variaciones estadísticamente no significativas considerando el error muestral, el dato es atendible, dado que la medición de octubre de esta consultora fue la más representativa de la serie en ese mes. El cruce de variables revela que no hay diferencias estadísticamente en la calificación por género (4,3 puntos porcentuales más entre mujeres que entre varones); por edad, la valoración favorable más baja se da en electores de 16 a 29 años (54,4%), mientras que entre 30-44 años y 45-59 ronda el 60%, con pico de casi 68% entre mayores de 60 años (gráfico arriba). Este es quizá el dato más significativo, dado que ese segmento etario acompañó fuertemente a Cambiemos desde el 2015. Por nivel de estudios, el pico de imagen positiva se da entre quienes tienen estudios primarios (casi 68%), en tanto que ronda entre 56% y 57% entre electores con estudios secundarios y universitarios. 


De manera consistente con esa tendencia de mejora en la imagen presidencial, también sube el acuerdo con las medidas del gobierno para enfrentar la pandemia, llegando a 52% y superando por casi 10 puntos porcentuales al desacuerdo (gráfico arriba). 
En cambio, es un poco más baja la confianza en que se pueda inmunizar una parte importante de la población en los próximos meses: casi 44%, vs casi 50% de escepticismo (gráfico abajo).



La distribución de creencias respecto a la confianza en las posibilidades de inmunizar a una parte importante de la población en los próximos meses es similar a la que se observa en las predisposiciones respecto a la obligatoriedad o no de la vacuna: según el mismo estudio, casi 41% cree que la aplicación debe ser obligatoria, mientras que 49% cree que no (gráfico abajo).


Por otro lado, la mejora en la imagen presidencial también se detecta en el estudio más reciente realizado por la consultora Reyes Filadoro en el distrito electoral más gravitante del país (con el 37% del padrón total). La calificación positiva de Alberto Fernández pasó del 57% al 59% entre octubre y noviembre, mientras que la negativa cedió del 42% al 39% (gráfico abajo). 
Nuevamente, las variaciones son menores, pero consistentes en términos de tendencia con los datos nacionales de Analogías que vimos antes.


Sintomáticamente, el 59% que califica positivamente al presidente coincide con la misma proporción de electores de esa provincia que responde que seguramente o probablemente se aplicaría la vacuna rusa, mientras que el 39% que tiene una opinión negativa de Alberto Fernández está en el mismo orden de magnitud del 41% que responde que probablemente o seguramente no se vacunaría. 
Así, hay un cierto “efecto grieta” en las actitudes con respecto a este tema: entre quienes votaron por Juntos por el Cambio en la elección presidencial de hace poco más de un año sólo un tercio se aplicaría la vacuna rusa, mientras que entre quienes eligieron al Frente de Todos esa proporción ronda el 80% (gráfico abajo).


A nivel nacional, la encuesta del Observatorio de Psicología Aplicada de la Universidad de Buenos Aires (UBA) también midió las percepciones de confiabilidad y eficacia de la vacuna rusa: el 51% la consideró totalmente confiable o algo confiable, contra 49% que la ve poco o nada confiable, lo que implica un empate técnico. Es mejor el resultado en cuanto a percepción de efectividad en términos de inmunización: 55% cree que será totalmente efectiva o algo efectiva, vs 45% que cree que será de baja o nula efectividad; aquí, el saldo a favor es de 10 puntos porcentuales (gráfico abajo).


En términos comparativos, esa encuesta detectó que la vacuna rusa divide opiniones de manera polarizada y simétrica: 43% estaría dispuesto a vacunarse con ella y 44% no, un empate técnico. En cambio, la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y producida por Astra-Zeneca (que también se fabricaría en nuestro país en virtud de un convenio firmado por el gobierno nacional) atraviesa ese “efecto grieta”: el 54% estaría dispuesto a vacunarse con ella, contra 30% que dice que no (gráfico abajo).

Finalmente, lo más positivo es que la grieta se diluye cuando se mide la variable relativa a la importancia social de la vacunación: 78% coincide en valorar como importante que la gente se vacune contra el Covid-19 y apenas 22% no lo hace. Así, la actitud renuente a la vacunación, si bien no es menor en el marco de una pandemia, es casi cuatro veces inferior a la valoración de su importancia a nivel país (gráfico abajo). Una eficaz campaña de comunicación de salud pública al respecto debería ser capaz de fidelizar ese casi 80% para transformarlo en conducta efectiva de vacunación y de persuadir a la mayor cantidad de personas reticentes a efectos de consolidar la salida de la “coronacrisis” hacia una nueva normalidad.

https://www.cba24n.com.ar/opinion/las-vacunas-inyectan-optimismo-en-las-encuestas_a5fb681a5379a35197ca2675c

lunes, 16 de noviembre de 2020

Pandemia, vacunas y expectativas en las encuestas



Es un axioma de las ciencias sociales que las elevadas expectativas constituyen tanto una oportunidad como un riesgo. Por un lado, el optimismo puede traccionar el acompañamiento político tanto como una confianza en el consumo, generando un círculo vicioso; por otro, expectativas demasiado elevadas pueden derivar en una desilusión cuando las condiciones objetivas de mejora marchan por detrás de las expectativas subjetivas de mejora, dando lugar a un proceso de deterioro. Esto tiene implicancia a varios niveles: uno de ellos se refiere a las posibilidades de trazar pronósticos fiables. Nate Silver es uno de los especialistas que destaca que la confianza del consumidor es problemática como predictor: “A veces los consumidores pueden ser los primeros en detectar los síntomas de que la economía flaquea, pero también pueden ser los últimos en percatarse de las señales de recuperación. De hecho, el público suele tener la percepción de que la economía está en recesión hasta mucho después de que esta se haya terminado técnicamente. Por ello, los economistas no se ponen de acuerdo sobre si la confianza de los consumidores es un indicador de tendencia o atrasado, una respuesta que posiblemente dependa del ciclo en que se encuentre la economía en cada momento. No sólo eso, sino que como la confianza de los consumidores afecta al comportamiento de los consumidores, es más que posible que existan todo tipo de bucles de retroalimentación entre las expectativas sobre la economía y la realidad de la misma”Esta introducción es pertinente para analizar el momento bisagra que atraviesa la gestión del gobierno nacional. Por un lado, el actual gobierno empezó con una razonable expectativa positiva, como suele suceder con cada cambio de gestión; sin embargo, con apenas 3 meses de gestión, la coyuntura cambió abruptamente por la llegada de la pandemia del Covid-19 en marzo. El 19 de ese mes, el gobierno tomó la decisión de implementar una cuarentena para aplanar la curva de contagios, estrategia que contó con un acompañamiento inicial muy alto a partir del consenso de privilegiar la salud, aun con un costo económico alto en términos del nivel de actividad. Esa estrategia, que logró aplanar la curva de contagios por varios meses y preparar el sistema de salud para evitar el colapso que sufrieron otros países, aplanó simultáneamente la curva de expectativas, dado que la reactivación se postergó en el tiempo: así, el aplanamiento de la curva de contagios se correspondió con el aplanamiento de las expectativas de mejora. Según la última encuesta de OhPanel realizada entre fines de octubre y principios de noviembre, el optimismo respecto a las posibilidades del gobierno de mostrar resultados positivos en el manejo de la economía se ubicó en 57%, el valor más bajo de la serie evolutiva desde la asunción de Alberto Fernández al poder en diciembre de 2019. Respecto al inicio de la gestión, el optimismo descendió 16 puntos porcentuales, mientras que el pesimismo ascendió 14 pp. Apenas 8% tenía expectativas de mejora en el plazo de un trimestre, 13% era optimista en el plazo de un semestre y la mayor proporción de optimismo se daba en el plazo más largo de un año, mientras que 33% se mostraba pesimista (gráfico arriba). 

Entre mayo y junio, con la pandemia básicamente acotada al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y algunos distritos del interior, la presión empresaria y mediática de los medios hegemónicos contra la cuarentena junto con algunas fallas de la estrategia sanitaria nacional dieron paso a un panorama de segmentaciones geográficas y flexibilizaciones de las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) que, al aumentar la circulación de las personas y de la actividad económica, aumentó al mismo tiempo la circulación del coronavirus. Así, la aceleración de la economía se correspondió con la aceleración de la pandemia, si bien en dos velocidades diferentes, al punto que octubre marcó los niveles pico del la pandemia en nuestro país. Ese pico se corresponde con un momento de pesimismo perceptivo a fines de octubre: según la encuesta realizada por Giacobbe & Asociados, mientras que un 24% consideraba que lo peor del coronavirus ya había pasado, un 38,2% pensaba que lo peor estaba por venir y casi la misma proporción se mantenía en estado de incertidumbre (gráfico arriba). 




Ese pesimismo también fue favorecido por la cadena del desánimo que ejecuta el sistema de medios opositores: a la prédica anticuarentena que llevan adelante desde hace varios meses le han agregado la práctica aún peor de la infodemia, dando amplia cobertura mediática a posiciones anticientíficas. Esto llega al extremo de visibilizar las posiciones antivacuna como si esas posturas tuvieran la misma legitimidad y/o argumentos que la de los especialistas. Ese clima mediático, previsiblemente, no hace más que aumentar el escepticismo, como reflejó a fines de octubre una encuesta realizada por el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (COPUB) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la meca del movimiento anticuarentena y opositor al gobierno nacional. Según ese estudio (previo a las novedades sobre vacunas de este mes), un 38% de los electores de ese distrito se mostraba optimista sobre la obtención de una vacuna antes de fin de año, mientras que 28% se mostraba pesimista; un 23% decía tener algo de optimismo y 11% ns/nc. La proporción de optimistas coincidía con la de dispuestos a vacunarse: 38%, vs 28% de renuentes y 17% que decían que sólo se vacunarían "después de un tiempo" (gráfico arriba). 
 


Tan intenso es el microclima anticientífico (y antigobierno) en determinados nichos del sistema de medios, que llega a impregnar parcialmente incluso las percepciones de quienes cumplen funciones de liderazgo de opinión en sus posiciones. Según un estudio realizado en octubre por la Revista Imagen entre profesionales de la comunicación, un 21,4% de ese segmento no se aplicaría ninguna de esas vacunas, misma proporción que la de quienes se inclinan por la vacuna de Oxford/Astrazeneca. Un 20% responde que no sabe, por encima de quienes se vacunarían con "cualquiera" y casi 13% que prefiere la de Pfizer, en tanto que las vacunas rusa y china tienen menos de 10% de adherentes (gráfico arriba).


Ya con la mayor parte del país dejando detrás al ASPO y transitando el DISPO (distanciamiento social preventivo y obligatorio), las cifras del Covid-19 en lo que va de noviembre siguen en niveles altos, aunque relativamente amesetados en el acumulado nacional y con algunos movimientos a la baja (no siempre sostenidos en el tiempo). Sin embargo, las cifras en algunos países europeos y en Estados Unidos, sumidos ya manera evidente en una segunda ola, ubican a Argentina con el potencial de salir relativamente mejor parada al término de la pandemia de lo que parecía hasta hace poco tiempo. Esto, junto con la noticia de los avances en el desarrollo de diversas vacunas, varias de las cuales podrían llegar a la Argentina, marcan la posibilidad de cambios en las expectativas. Si se concreta la llegada de alguna de las vacunas entre fines de 2020 y principios de 2021, el pesimismo detectado en mediciones como las de Giacobbe podría resultar "sobregirado" (por excesivo). Si los electores son más pesimistas y la realidad los sorprende "gratamente", eso podría generar un momento bisagra, en el cual las expectativas socioeconómicas que repasamos en el posteo anterior reboten, favoreciendo una transición hacia el "momento cero" de la pospandemia (que no llegaría sino cuando al menos la población de riesgo esté vacunada). Según la encuesta realizada por la consultora OhPanel entre fines de octubre y principios de noviembre (antes de las primeras noticias sobre la potencial llegada de la Sputnik rusa, que luego que acompañada por novedades sobre otras vacunas), apenas 5% de los electores creían que una vacuna exitosa contra el Covid-19 podía llegar antes de fin de año; un 46% tenía expectativas positivas para el primer semestre de 2021, 32% para el segundo (17% no sabía). Asimismo, apenas 2% esperaba una implementación masiva de la vacuna antes de fin de año, 39% la esperaba para el primer semestre de 2021 y 42% en el segundo semestre (con 17% de ns; gráfico arriba). 



En función de las últimas novedades, es probable que la llegada de las vacunas se adelante a fines de 2020 y el primer trimestre de 2021, y esto tendrá, sin dudas, un impacto en las creencias y actitudes al respecto. Según la encuesta más reciente de la consultora Opinaia sobre el tema, aun antes de los anuncios de las últimas semanas ya el 56% de los electores argentinos se mostraba dispuesto a vacunarse, apenas 17% aparecía como renuente y 26% no sabía, una tendencia bien diferente a la que se veía en el sondeo segmentado de la Revista Imagen. Para más datos, en el estudio de Opinaia el 17% se inclinaba por la vacuna rusa, 15% por una de procedencia alemana, 14% por una de origen inglés, 10% por una desarrollada en Estados Unidos, 4% de Israel y 3% de China (gráfico arriba). En síntesis, esta posibilidad de la actual coyuntura no sólo impacta en la expectativa respecto a la vacuna, sino que también puede repercutir en las socioeconómicas. Como vimos en la encuesta de OhPanel, en ambas variables el optimismo se desplaza hacia plazos semestrales: si la vacuna llega, aunque de manera progresiva, antes de fin de año y se difunde en el plazo de un trimestre, el clima de opinión podría cambiar sensiblemente en el tránsito del 2020 al 2021. 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Noviembre, ¿mes bisagra? El clima de opinión socio-económico en las encuestas (columna publicada en CBA24N)



Con un semestre completo en pandemia, el fin del mes de octubre mostró una agenda de demandas sociales en la cual la preocupación por la economía desplazaba a los temas sanitarios al segundo lugar. Pese al impacto ocasionado por el Covid-19, aun así la expectativa positiva respecto a la economía supera levemente al pesimismo en esa materia por 51,5% a 46% (gráfico arriba). Octubre fue también el mes en el cual el gobierno nacional definió el empoderamiento del ministro de Economía Martín Guzmán para ponerle el “cascabel al gato” del problema cambiario: con una batería de medidas, el funcionario que logró un exitoso canje de deuda privada y ahora tiene que resolver la deuda con el Fondo Monetario Internacional logró una “pax cambiaria” durante un par de semanas que fue nuevamente puesta a prueba en estos días, dado que el mercado está atento a las negociaciones con el FMI. En este marco, según la encuesta más reciente de la consultora Clivajes, el optimismo económico a futuro (51,5%) está en el mismo orden de magnitud que la confianza que despierta el gobierno nacional para resolver los problemas económicos: 54,5%. Al mismo tiempo, el pesimismo (46%) está en el mismo orden de magnitud que la desconfianza: 44,9% (gráfico abajo).


La última medición de expectativas económicas pospandemia de la consultora Rouvier & Asociados, realizada a fines de octubre, muestra algunos matices respecto al sondeo de Clivajes: según Rouvier el optimismo se ubica un poco por debajo del 50% pero se mantiene estable en todo el segundo semestre, mientras que el pesimismo (también amesetado) no llega al 20%, dado que aparece una categoría de respuesta intermedia que alcanza casi 30% de participación: la relativa a que la economía “va a seguir igual” (gráfico abajo).


Así, el desafío del gobierno nacional es avanzar en la agenda “pospandemia”, ahora que volvió a aplanarse la curva del Covid-19 en el país mientras que Europa y Estados Unidos sufren rebrotes similares a los peores momentos. Así, el presidente Alberto Fernández y su ministro Guzmán tienen enfrente un panorama de expectativas económicas de “curva aplanada”, dado que la llegada del coronavirus en marzo rompió todos los planes de reactivación cuando el oficialismo llevaba apenas tres meses de gestión. Ya con las vacunas contra el coronavirus en el horizonte, la apuesta es dejar atrás las medidas de aislamiento localizadas geográficamente, avanzar en el distanciamiento donde sea necesario y liberar aquellas zonas y actividades no comprometidas por la pandemia. 
En este panorama, se impone una pregunta clave: ¿cuándo esperan los argentinos que el actual gobierno comience a mostrar resultados positivos en el manejo de la economía? Según la encuesta más reciente de la consultora OhPanel, 21% de los electores argentinos espera mejoras en un plazo de 3 a 6 meses, 29% la espera dentro de un año, 7% dentro de dos años o más tiempo y 33% no espera resultados positivos; un 10% no sabe (gráfico abajo).


El 57% considera que la economía mejorará, lo que es el valor más bajo de la serie evolutiva medida por esa consultora, pero con el matiz no menor de que ese estudio se cerró el 3 de noviembre (es decir, antes de las recientes noticias sobre la llegada de las vacunas). Asimismo, ese guarismo está en el mismo orden de magnitud que la confianza en la capacidad del gobierno para resolver los problemas económicos que vimos en el estudio de Clivajes arriba, lo cual demuestra la consistencia del dato en términos de tendencia. El estudio de OhPanel también destaca como aciertos o aspectos más valorados de la gestión del gobierno nacional a los subsidios y asistencia económicas por el Covid-19, el congelamiento de tarifas y la renegociación de la deuda externa (protagonizada por Guzmán), al mismo tiempo que destaca a la ausencia de un plan antiinflacionario y la falta de un plan económico de reactivación como desaciertos o aspectos menos valorados en esa materia (gráfico abajo).


En este marco, el gobierno nacional juega un partido clave en esa materia. Si el presidente Alberto Fernández y el ministro Martín Guzmán aciertan, en las próximas encuestas podría verse un impacto en la imagen del oficialismo y/o en las expectativas socioeconómicas de cara al 2021, año en el que la gestión del Frente de Todos atravesará las elecciones legislativas de medio término.

https://www.cba24n.com.ar/opinion/noviembre---mes-bisagra--el-clima-de-opinion-socio-economico-en-las-encuestas_a5fad2e39eb26656a0599f10a


domingo, 8 de noviembre de 2020

Dossier 360 identifica la señal en medio del ruido circundante: el caso Estados Unidos



Nuevamente, una encuesta seleccionada por Dossier 360 tuvo la mejor aproximación a la elección de Estados Unidos. Hace una semana, el día anterior a la elección presidencial en ese país, Dossier 360 compartió los datos de la última encuesta cerrada por la consultora Atlas Intel el pasado 28 de octubre, realizada sobre una muestra de 1.726 electores con un margen de error de +/-2%, según la cual el demócrata Joe Biden aventajaba al republicano Donald Trump por 50,9% a 46,2%, esto es, 4,7 puntos porcentuales (gráfico arriba). 



El informe completo estuvo disponible para suscriptores desde ese mismo día y resultó el mejor pronóstico previo a la elección, dado que el candidato demócrata Joe Biden supera los 74 millones de votos populares según los conteos más actualizados y el republicano Donald Trump rebasa los 70 millones, lo que en porcentaje implica 50,6% lineal para Biden y 47,7% para Trump, esto es, una brecha de 2,9 puntos porcentuales (gráfico arriba). Así, el desvío del estudio de Atlas Intel respecto a esa comparación es de 0,3 puntos porcentuales para el ganador y de apenas 1,5 puntos porcentuales respecto al mandatario saliente. El nivel de acierto es notable, dado que el error muestral del estudio es de +/- 2% y que esa encuesta se cerró casi una semana antes del “Election Day” del 3 de noviembre. 


En general, las demás encuestas anticiparon correctamente al ganador en 7 de los estados “pendulares” y estuvieron dentro del margen de error, pero erraron en Florida y volvieron a sobreestimar en casi dos puntos la performance de los demócratas (gráfico arriba). Cabe destacar que la performance de Atlas Intel del 28 de octubre fue mejor que la de RealClearPolitics, pese a que pocas horas de las elecciones RCP cambió cuatro estados cruciales (donde las encuestas previas ubicaban como favorito a Biden) para poner adelante a Trump (gráfico abajo). Ese pronóstico sobre la hora incluyó acertadamente a Iowa, Carolina del Norte y Ohio, donde ganó el mandatario, pero también a Georgia, donde se impuso el demócrata. 



Es pertinente señalar que Atlas Intel también tuvo una buena aproximación a la elección presidencial argentina del 27 de octubre de 2019: su encuesta arrojó 48,2% para Alberto Fernández (obtuvo 48,24%) y 38,5% para Mauricio Macri (que alcanzó 40,28%). Así, dejando afuera el segundo decimal (que rara vez aplica en las encuestas) acertó el caudal del Frente de Todos y apenas se desvió del caudal de Juntos por el Cambio por 1,78 puntos porcentuales. Dado ese antecedente exitoso, pusimos ese estudio a disposición de nuestros suscriptores, y el resultado demostró lo pertinente de la selección: nuevamente, Atlas Intel acertó el caudal del ganador y subestimó en menos de 2 puntos porcentuales los votos del segundo. 



Antes de este proceso, también una encuesta seleccionada por Dossier 360 para nuestros suscriptores estuvo entre las mejores aproximaciones al resultado de la elección presidencial de Bolivia: se trató del estudio de la consultora Celag que compartimos en octubre, y que pese a ser realizada con bastante antelación al día de la elección anticipó la posibilidad un triunfo del MAS en primera vuelta (gráficos abajo). 



La elección argentina de 2021 ya está en el horizonte. Atentos a la coyuntura, Dossier 360 recopila cada mes todas las encuestas nacionales que se publican y también las realizadas en los principales distritos electorales del país. Así, publica  todos los viernes las principales tendencias reportadas procedentes tanto de datos blandos (encuestas privadas) y duros (estadísticas oficiales), para rastrear las señales y separarlas del ruido dentro de la información que circula. Teniendo en cuenta la experiencia de elecciones pasadas tanto como el contexto de pandemia, el primer viernes de cada mes Dossier 360 comparte con sus suscriptores un resumen mensual que pondera las principales variables sociopolíticas a través de un algoritmo de integración que, además de funcionar como un agregador de encuestas, permite ponderar el promedio de las tendencias teniendo en cuenta el acierto de las mediciones en elecciones pasadas (como hemos visto en el caso boliviano y en el de Estados Unidos recientemente) junto con el sesgo de representatividad asociado a la cobertura muestral (dado que la mayoría de las encuestas realizadas en nuestro país, aun antes de la pandemia, ya se basaban en relevamientos en plataformas web y telefónicas). Ese algoritmo se aplica al promedio de las encuestas analizadas para un mejor ajuste de las mediciones. 



Suscribite a Dossier 360 y podrás saber, mes a mes, cómo evolucionan la imagen presidencial, las imágenes de los dirigentes del oficialismo y de la oposición, cómo marcha la tendencia de cara a las elecciones de medio término del 2021 y cómo se están comportando el consumo y la actividad. Miramos en 360°: a través del análisis comparativo de encuestas y de estadísticas oficiales y sectoriales, cruzamos datos duros y blandos, aportamos un diagnóstico de la coyuntura y trazamos las tendencias clave con capacidad de perfilar escenarios a futuro. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

La elección en EEUU a través del prisma de las encuestas en Latinoamérica y Argentina (columna publicada en CBA24N)



Esta semana, el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos tuvo en vilo al mundo entero, dado el final “cabeza a cabeza” entre el presidente Donald Trump y el candidato demócrata Joe Biden, quien parece encaminarse a una victoria estrecha (más allá de las amenazas del actual mandatario respecto a judicializar los comicios). El gráfico de arriba ilustra cómo quedaría el mapa electoral de EE.UU. de confirmarse la ventaja de Biden en Michigan, Wisconsin, Arizona y Nevada, con los estados ya definidos y apuntando los que restan para Trump: 270 a 268, una brecha ajustadísima a favor del demócrata. Más allá de los matices del desenlace y de las particularidades del sistema electoral de ese país, donde el voto popular pasa luego por el filtro de un colegio donde participan los delegados estaduales, parte del suspenso del proceso se debe a que se trató de una elección récord: desde el año 1900 no se registraba un nivel tan alto de participación electoral en ese país, con casi 67% (gráfico abajo). 


Aun sin dar por terminado el proceso electoral (hace 20 años, la Corte Suprema de los Estados Unidos terminó con el suspenso fallando en favor del candidato republicano, George W. Bush), hay que tener en cuenta que en América Latina en general y en Argentina en particular Donald Trump no fue un mandatario popular durante su gobierno: desde 2018 su imagen positiva estaba por debajo de la negativa. En abril pasado, en plena pandemia, una encuesta conjunta realizada por la consultora Poliarquía y Wilson Center arrojaba que se había profundizado el deterioro de la imagen del presidente norteamericano en nuestro país, alcanzando un pico de 66% de negativa contra apenas 25% de positiva (gráfico abajo).


El problema de imagen de Trump era regional: según las encuestas realizadas por la consultora Celag durante 2020, su evaluación desfavorable era transversal en varios países latinoamericanos. En Chile registraba 83,2% de calificación negativa, en México 87,5%, en Bolivia 76,5% y en Ecuador 70,3% (gráfico abajo).

Haciendo zoom en la mirada de los argentinos, según una encuesta nacional realizada por Poliarquía en octubre pasado el 35% de los electores de nuestro país se interesaba mucho o bastante por la elección en Estados Unidos, mientras que 61% se interesaba poco o nada (gráfico abajo). 

Sin embargo, la percepción del potencial impacto de los comicios estadounidenses era mucho mayor que el interés: 61% de los electores argentinos consideraba que el resultado de esa elección afecta mucho o bastante a nuestro país, contra apenas 32% que creía que afecta poco o nada (gráfico abajo). 

A nivel general, el 45% de los votantes argentinos prefería que los comicios en Estados Unidos los ganara el candidato demócrata Joe Biden, mientras que 17% se inclinaba por una reelección de Trump (gráfico abajo). El 38% restante no tenía preferencia o ns/nc. 

Un dato de interés eran las preferencias según voto en 2019: entre quienes el año pasado votaron por Mauricio Macri (Juntos por el Cambio), el 34% prefería que las elecciones las gane Donald Trump, el 25% se inclinaba por Joe Biden y 41% ns/nc. En cambio, entre los electores de Alberto Fernández (Frente de Todos) el 62% prefería al candidato demócrata, apenas 3% a Trump y la incertidumbre se reducía al 35% (gráfico abajo).

Ese vuelco de los votantes de Juntos por el Cambio este año es curioso, porque en la elección de Estados Unidos de 2016 el expresidente Mauricio Macri apostó decididamente por la candidata demócrata Hillary Clinton. Su canciller, Susana Malcorra, criticó la orientación de política exterior del entonces candidato Donald Trump, y el mismo Macri profundizó esa línea al cuestionar la idea de “construir muros que dividen” (en referencia a una de las promesas de campaña del magnate). Como se sabe, en esa elección Clinton ganó el voto popular pero perdió en el Colegio Electoral, con lo cual el candidato republicano se quedó con la presidencia. Luego, con el correr de sus respectivas gestiones, Macri y Trump limaron asperezas y el exmagnate fue uno de los que favoreció el multimillonario préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) al gobierno de Cambiemos. Paradojas de la historia, luego del desencuentro inicial, el destino los unió también al final: ahora, Trump estaría perdiendo en su intento de obtener la reelección, tal como le sucedió a Macri en Argentina hace poco más de un año. 


Finalmente, en términos de expectativas, según la encuesta realizada por OhPanel entre fines de octubre y principios de noviembre, el 44% de los electores de nuestro país cree que ganará la fórmula demócrata y un 25% que se impondrá la republicana, mientras que 31% no sabe (gráfico arriba). Respecto a la medición de septiembre, la expectativa a favor de Biden creció 6 puntos porcentuales, en tanto que la favorable a Trump retrocedió 9 puntos porcentuales (gráfico arriba). Esto sugiere que el clima de opinión y la ola ganadora hacia el Partido Demócrata también impactó en las opiniones en nuestro país. 

https://www.cba24n.com.ar/opinion/la-eleccion-en-eeuu-a-traves-del-prisma-de-las-encuestas-en-latinoamerica-y-argentina_a5fa4083b89cf776c3c10a45f