lunes, 28 de septiembre de 2020

Nueve meses y medio del oficialismo en las encuestas (1): el estilo de liderazgo de Alberto Fernández y el factor CFK


El 10 de diciembre de 2019, la coalición electoral que reunificó el espacio panjusticialista llegó al poder. En ese proceso, fue clave la definición que Cristina Fernández tomó el 18 de mayo de ese año: ser candidata a vicepresidenta y proponer a Alberto Fernández como candidato a presidente. Así, desde fines del año pasado,  el Frente de Todos, electoralmente exitoso (dado que resolvió la elección en primera vuelta con el 48,24% de los votos) y comenzó a efectuar la transición hacia una coalición de gobierno, que a fines de septiembre cumplió 9 meses y medio, 6 de ellos transcurridos en la coyuntura inédita de pandemia. En este marco, resulta oportuno repasar encuestas que exploran el estilo de liderazgo presidencial y la incidencia de CFK. Según la encuesta realizada por CELAG a fines de agosto, 62,1% de los electores argentinos cree que Alberto Fernández tiene un estilo de liderazgo propio, mientras que 35,1% lo ve como un presidente débil que carece de liderazgo. Así, a nivel general el saldo es ampliamente favorable a la figura presidencial, aunque hay matices de acuerdo al perfil político de los electores: entre quienes votarían al Frente de Todos en 2021 casi 93% percibe a Fernández como un líder fuerte con estilo propio, mientras que entre los electores que se inclinarían por Juntos por el Cambio el 77,3% lo percibe como un presidente débil. Por otro lado, entre indecisos, abstencionistas y potenciales votantes en blanco una mayoría de 56,3% lo percibe como un presidente fuerte con liderazgo propio (gráfico arriba). 

De esa forma, del estudio de CELAG se desprende claramente que quienes acompañan al oficialismo ponderan el liderazgo presidencial, mientras que quienes se oponen lo cuestionan. El 62,1% que ve a Fernández como un líder fuerte está en el mismo orden de magnitud que el casi 69% que tiene imagen positiva del presidente (la diferencia de 6,5 puntos porcentuales entre ambas variables apenas es estadísticamente significativa, considerando que el error muestral es de +/- 2,2%). Algo similar se ve en el otro polo: quienes lo ven como un presidente débil, superan en 7 puntos porcentuales a quienes tienen una imagen negativa del presidente (gráfico arriba, click para agrandar). Cabe destacar que la medición de imagen de CELAG está entre las más favorables para el oficialismo, por encima del promedio de las encuestas (dato que actualizaremos en la próxima entrada de este blog). 


Con matices, algo similar se ve en las percepciones del poder relativo de CFK en el gobierno: según el estudio realizado por la consultora RTD entre fines de agosto y principios de septiembre, entre quienes aprueban la gestión de Fernández (49%) el mismo porcentaje cree que Alberto Fernández tiene la última palabra. En cambio, en el 46% que desaprueba la gestión presidencial el 45% cree que Cristina Fernández tiene la última palabra (gráfica arriba). 

Cabe destacar que en la variable aprobación el guarismo de RTD está algo por debajo del promedio, ya que existen mediciones alternativas que arrojan para el oficialismo aprobaciones mayores, como la de Analogías (gráfico arriba) y Zuban Córdoba & Asociados (gráfico abajo): en ambos casos, la aprobación supera el 50%. La diferencia estriba en que para Analogías el saldo a favor sobre la desaprobación es de casi 18 puntos porcentuales (17,9 pp), mientras que según Zuban Córdoba viene en descenso desde el pico de fines de marzo y queda en casi 9 puntos porcentuales en septiembre (8,8 pp). 

Más allá de los matices en los números de acuerdo a la encuesta, se puede advertir el mismo patrón: en aquellas mediciones donde al gobierno le va mejor, el estilo de liderazgo del presidente es más nítido, fuerte y propio, mientras que en aquellas donde no mide tan bien las opiniones aparecen más divididas: es el caso de Opinaia. En la última encuesta de esa consultora, 41% cree que Alberto Fernández toma las medidas principales de gobierno, 30% cree que las toma CFK y 17% que las toman ambos; 12% ns/nc. Ese "liderazgo compartido" se traduce en que 48% le adjudica al gobierno un "estilo K", vs un 28% que percibe un estilo propio (gráfico abajo). 

Sin embargo, haciendo foco en el evolutivo de las mediciones de la consultora OHPanel no se advierte que la percepción de poder de CFK en el gobierno esté en in crescendo, sino más bien estable: en junio, 60% creía que la vicepresidenta tenía mucho o bastante poder en el oficialismo, mientras que en septiembre percibe lo mismo el 61%. Tomando la percepción acumula de poder, se observa la misma estabilidad (gráfica abajo). 



En síntesis, la hipótesis de "cristinización" de Alberto Fernández que plantean algunas consultoras como "explicación de la caída" de la imagen presidencial y que difunde profusamente el sistema de medios opositores al oficialismo (consumido principalmente, valga decirlo, por audiencias que también son opositoras) sólo se sostiene en los números de las encuestas en donde la calificación de su figura está por debajo del promedio. Es es el caso, entre otros, de los sondeos de Opinaia, Management & Fit y Synopsis, que sistemáticamente ubican al oficialismo por debajo del promedio de imagen en sus mediciones. Así, según la encuesta más reciente de M&F el 47,3% cree que CFK tiene más poder dentro del oficialismo y el gobierno nacional, vs 36,5% que cree que tiene más poder el presidente Alberto Fernández (gráfico abajo). 



Por su parte, en la última encuesta de Synopsis la calificación favorable de Alberto Fernández es de 37,8%, lo que arroja un diferencial de 8,7 puntos porcentuales sobre la imagen positiva de CFK (gráfica abajo). Sin embargo, Synopsis también ofrece otro dato de imagen "recalculado" al que denomina "con apertura de punto medio", en el cual la opinión positiva de Fernández es de 41,4% en septiembre (según el informe, para ese recálculo se omiten las respuestas ns/nc, pero no se aclara qué se hace con las respuestas regulares, lo que resta transparencia al procedimiento). En este caso, su sesgo respecto al promedio de las encuestas nacionales se reduce levemente. 



En síntesis, la hipótesis de "cristinización" no tiene nada de metodológicamente reprochable mientras se entienda que deriva de datos procedentes de determinadas mediciones y no se corresponde con una tendencia generalizada en términos cuantitativos. Como veremos en el próximo posteo, las encuestas de las tres consultoras mencionadas se alejan sensiblemente de la media aritmética de imagen de todas las nacionales. En términos cualitativos, sin embargo, sí puede advertirse que la comunicación del oficialismo ha perdido asertividad de cara a los electores moderados y que debería reenfocar los mensajes apelando a algunas claves del "estilo UBA", que tan bien le rindió al presidente al principio de la pandemia. 

viernes, 25 de septiembre de 2020

Las elecciones de 2021 en las encuestas (columna publicada en CBA24N)



En 2021 se celebrarán las elecciones de medio término, llamadas así desde que la reforma electoral de 1994 estableció mandatos presidenciales de cuatro años en lugar de seis. La referencia histórica es pertinente, dado que Raúl Alfonsín y Carlos Menem tuvieron mandatos de seis años (1983-1989 y 1989-1995, respectivamente) en los cuales cada uno enfrentó dos elecciones de diputados y de senadores nacionales: Alfonsín en 1985 y 1987, y Menem en 1991 y 1993 (en su segundo mandato, esta vez de 4 años, tuvo legislativas en 1997). El primer presidente de la democracia recuperada en 1983 logró su mejor resultado legislativo en 1985 (43,6%), caudal no alcanzado por ningún oficialismo después, pero en 1987 fue derrotado por el peronismo renovador de Antonio Cafiero y en 1989 se retiró anticipadamente del gobierno en medio de una crisis hiperinflacionaria; Menem, electo presidente ese año, logró su mejor resultado legislativo 4 años después (42,5%). A su turno, el Frente para la Victoria (FPV) alcanzó con Néstor Kirchner su mejor resultado legislativo en la elección del 2005 (39%), mientras que Mauricio Macri anotó 41,7% en la legislativa de 2017 (gráfico arriba). 



Las elecciones de medio término presentan comportamientos diferentes a las presidenciales. Kirchner, que venía de obtener 22% de los votos en la atípica elección presidencial de 2003, logró con el 39% de 2005 arrebatarle el control del PJ a Eduardo Duhalde. Eso abrió un ciclo de hegemonía política del FPV de 10 años en la presidencia, hasta la derrota de Daniel Scioli en el ballotage de 2015 ante Macri. Sin embargo, Cambiemos, pese a imponerse en la legislativa de 2017, perdió el poder en la primera vuelta de la presidencial de 2019, lo cual pone en evidencia que las elecciones de medio término no tienen poder predictivo respecto al turno presidencial siguiente. Asimismo, estos comicios, si bien tienden a favorecer al oficialismo de turno, presentan una tendencia a la dispersión del voto en virtud de la cual no surge una mayoría de 50%+1 sino una primera minoría que ronda el 40%, con resultados más fragmentados que los de una elección presidencial (que, en general, se polarizan más). 



Hechas estas consideraciones, es pertinente repasar de cara al 2021 qué dicen las encuestas que, en rigor, no son de intención de voto sino de opinión electoral, habida cuenta de que estamos a más de un año de los comicios y además en plena pandemia. Así, encontramos tres tipos de mediciones: 1) las que indagan si en 2021 se prefiere que gane el oficialismo o la oposición. La encuesta más reciente de este tipo fue realizada por Giacobbe & Asociados, en la que la preferencia por el oficialismo alcanza 33,3% y la favorable a la oposición roza el 54% (gráfico arriba). La dificultad estriba en que la preferencia ganadora no equivale a la intención de voto; además, esta encuesta no permite visualizar si el oficialismo se proyecta como primera minoría o ve amenazada esa posición por algún sello opositor 2) otras mediciones indagan a qué fuerza se votaría, presentando como opciones al Frente de Todos vs otra fuerza política: la encuesta más reciente de ese tipo es de Synopsis y ubica el oficialismo con un caudal de 35% y al acumulado de otras fuerzas con casi 49% (gráfico abajo). 


El Frente de Todos insinúa una baja respecto a julio pasado mientras que el voto opositor parece crecer, pero en rigor son variaciones estadísticamente no significativas. Aunque aquí aparece más nítidamente que en la encuesta anterior el voto oficialista como primera minoría, seguimos sin saber cuál podría ser la segunda fuerza. Para detectarlo, hay que repasar las encuestas de tercer tipo, que sí miden sellos políticos: según la medición nacional más reciente de CELAG, el Frente de Todos roza el 38% y Juntos por el Cambio el 24% (gráfico abajo). 



Ese estudio perfila una ventaja de casi 14 puntos porcentuales para el oficialismo. Asimismo, ese casi 38% sobre votos totales se proyectaría por encima del 40% sobre votos válidos positivos, dado que el informe arroja casi 10% de voto en blanco y 7,5% de abstencionistas. De ser así, el Frente de Todos sería primera minoría nítida, con una ventaja holgada sobre la principal fuerza opositora. Una medición alternativa de este tipo es la de OHPanel, que reporta 34% para el Frente de Todos y 28% para Juntos por el Cambio (seguro + probable en ambos casos), lo que reduce la ventaja oficialista a 6 puntos porcentuales. Un candidato de derecha podría sumar 8% y uno de izquierda 7%; 21% aparecen indecisos y 2% abstencionistas (gráfico abajo). 

Finalmente, si agrupamos las encuestas en dos grupos, distinguiendo entre las que miden oficialismo vs oposición de las que discriminan por sello político, obtenemos dos promedios: en el primer promedio, el Frente de Todos alcanza 34,2% vs 51,2% para el acumulado de fuerzas opositoras (con 14,7% indecisos). En el segundo promedio, el Frente de Todos alcanza 36% vs 26% de Juntos por el Cambio, con 4% para un candidato de derecha, 3,5% para uno de izquierda, 4% para otras fuerzas, 17% de indecisos y 9,6% que no votarían a ninguno (lo que podría transformar esa actitud en voto en blanco o abstencionistas). En síntesis, el panorama hoy, con 9 meses de gestión, insinúa una ventaja para el Frente de Todos de 10 puntos porcentuales sobre la segunda fuerza; eso repetiría el patrón de elecciones anteriores exitosas para los oficialismos de turno, con una primera minoría electoral en torno al 40% y una ventaja nítida sobre la segunda fuerza, si bien dentro de un escenario más fragmentado que el de las elecciones presidenciales.

https://www.cba24n.com.ar/opinion/las-elecciones-de-2021-en-las-encuestas_a5f6de1384820286d85ba54cb

lunes, 21 de septiembre de 2020

Consenso vs grieta, diálogo vs crispación


En los últimos posteos vimos cómo la grieta al interior de Juntos por el Cambio entre dos alas (quienes tienen responsabilidad de gestión vs quienes no, entre "opositores blandos/palomas" y "opositores duros/halcones" al actual oficialismo) tensiona no sólo a la alianza opositora sino también al debate público entre el gobierno nacional y la principal fuerza de oposición. Gran parte de la grieta dentro de Juntos por el Cambio se articula con la disputa por el liderazgo opositor, una variable en la cual el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta viene sacando ventaja a los referentes del "ala dura" de Juntos por el Cambio como Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Miguel Pichetto.  Según la última encuesta nacional de Management & Fit, mientras el jefe de gobierno de Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) viene creciendo como referencia opositora (pasó de 23,6% en julio a 34,1% en septiembre), el ex presidente, la ex ministra de Seguridad y el ex candidato a vicepresidente se mantienen por debajo del 20% en la serie de esos 3 meses (gráfico arriba, click para agrandar). Incluso sumando a ellos tres, apenas rozan el 30% y quedan por detrás de Larreta. 


De esa manera, la referencia opositora más proclive al diálogo de Larreta viene superando nítidamente a la línea más dura, rupturista y "venezualizada". Esta tendencia se entronca con una inclinación a valorar la capacidad de diálogo, como ya vimos en el posteo anterior (atributo que lideran Alberto Fernández y el jefe de gobierno de CABA, según la consultora Trespuntozero). Profundizando en ese análisis, el mismo estudio arroja que el 80% de los electores a nivel país prefiere un dirigente que dialogue con todos los sectores, mientras que apenas 13,3% se inclina por una figura que tenga un diálogo acotado con quienes tienen ideas y valores similares; quienes prefieren una figura no dialoguista no llegan al 2% (gráfico arriba). 

Esta demanda de diálogo también se advierte cuando se indagan las preferencias en materia de cercanía política. Un estudio reciente realizado por la consultora Circuitos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) arroja que casi 36% de los electores de ese conglomerado creen que Rodríguez Larreta debería tener mayor cercanía con el presidente Alberto Fernández, y en segundo término con la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires (PBA), María Eugenia Vidal (24,6%; gráfica arriba). Quedan muy detrás quienes prefieren una mayor cercanía de Larreta con Bullrich (12,2%) y Macri (5,6%), los referentes del ala dura de Juntos por el Cambio. 


El mismo estudio pone de manifiesto la reciprocidad de esas preferencias: casi 39% de los electores del AMBA prefiere que el presidente Alberto Fernández tenga mayor cercanía con el jefe de gobierno de CABA, y en segundo término un 21,3% se decanta por mayor cercanía con la vicepresidenta Cristina Fernández; en tercer término aparece el gobernador de PBA, Axel Kicillof 11,2% (gráfico arriba).

 


Finalmente, el informe de Circuitos muestra que el 37,2% prefiere que Axel Kicillof tenga mayor cercanía con el presidente Alberto Fernández, escoltado por casi 28% que se decanta por mayor cercanía con el jefe de gobierno de CABA; casi 18% se inclina por más cercanía con CFK (gráfico arriba). De esa manera, tanto a nivel país como en el AMBA hay una demanda de diálogo institucional, muy lejana al tono de ruptura de quienes atizan la grieta. Además, las preferencias electivas en AMBA ponen en evidencia el carácter híbrido en materia político-electoral de ese conglomerado, que mezcla a la Ciudad Autónoma con el Gran Buenos Aires (GBA) y que se constituye como "vidriera" del país, aunque no sea un distrito en sí mismo. Estas consideraciones resultan centrales para el debate de la coparticipación que se viene instalando en la agenda. 

viernes, 18 de septiembre de 2020

La grieta en Juntos por el Cambio, según las encuestas (columna publicada en CBA24N)


Desde que en 2019 perdió en la Nación y en provincia de Buenos Aires (PBA) pero conservó el poder en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), la alianza Juntos por el Cambio abrió la disputa por el liderazgo. 
Este año se instaló una grieta entre dirigentes con responsabilidades de gestión (como el jefe de gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta) y las figuras que volvieron al llano (como Mauricio Macri y Patricia Bullrich, titular partidaria del PRO). Larreta viene tomando ventaja en la expectativa de liderazgo dentro del espacio opositor: según la medición de la consultora Analogías realizada en agosto, un 27,3% cree que Larreta tiene más posibilidades de ser candidato a presidente de la oposición en 2023; casi duplica a su escolta, María Eugenia Vidal (15,4%). En tercer término, Martín Lousteau (9,3%) aparece en empate técnico con Macri (6,0%), lo cual muestra lo relegado que está hoy el ex presidente en la opinión electoral, más allá de que esta percepción sigue atravesada por mucha incertidumbre a futuro, expresada en casi 42% de ns/nc (gráfico arriba).


Por su parte, la última encuesta de la consultora Clivajes ubica a Larreta como quien mejor representa las demandas de la oposición: con casi 37% de las respuestas, más que duplica a Bullrich (14,33%) y se distancia de Macri por 30,38 puntos porcentuales. También aventaja a Vidal, a Lousteau y al ex gobernador de Mendoza y titular de la UCR, Alfredo Cornejo (gráfico arriba). 
A su turno, la encuesta más reciente de OhPanel, cerrada el pasado 9 de septiembre, muestra que la percepción de liderazgo opositor de Larreta ronda el 50% de acuerdo entre junio y septiembre, mientras que la de Macri se estanca en torno al 30% de acuerdo (gráfico abajo).


La medición nacional de agosto realizada por Management & Fit también muestra a Larreta con ventajas sobre Macri y Bullrich en la percepción como referente opositor: con 26,4%, casi triplica a la ex ministra de Seguridad y supera al ex presidente por 16,1 puntos porcentuales. Al mismo tiempo, insinúa una tendencia ascendente, mientras que sus competidores aparecen estancados (gráfico abajo).


El creciente liderazgo opositor de Larreta también se traduce en la variable imagen: según la última encuesta nacional de Rouvier & Asociados, tiene una calificación positiva de 56,5% y una negativa de casi 34% (gráfico abajo).

El mismo estudio ubica al ex presidente con una calificación favorable de casi 37% y una desfavorable de 62,2%. En rigor, la opinión negativa viene en ascenso desde que dejó el poder en diciembre de 2019, y en agosto llegó a su pico en la serie histórica (gráfico abajo). Si tomamos las 4 encuestas nacionales más recientes, el promedio de imagen positiva de Larreta es de 56,1%, con 34,8% de negativa, lo que deja un saldo favorable de 21,3 puntos porcentuales. Macri, en cambio, tiene un promedio positivo de 36,5% y un negativo de 62,7%, lo que arroja un saldo desfavorable de 26,2 puntos porcentuales.

En este marco, Larreta mantiene, aun con matices, relaciones de convivencia institucional con el presidente Alberto Fernández, mientras que Macri y Bullrich pierden protagonismo en la coalición opositora. Esta tendencia, visible desde hace meses, se agudizó a partir de la disputa abierta por el decreto que cambió los fondos asignados a CABA. Esta decisión levantó el perfil del jefe de gobierno, quien anticipó que recurriría a la justicia, y precipitó la reaparición en escena del ex presidente con una carta en la que acusó al gobierno de atacar a la Constitución. En tanto, Bullrich habló de la posibilidad de sustituir al actual gobierno en 2021, con lo que planteó un escenario cuasi destituyente, dado que en las elecciones de medio término sólo se renueva representación parlamentaria (el próximo turno presidencial será en 2023). Así, el “ala dura” de Juntos por el Cambio plantea la interna por el liderazgo opositor disputando la agenda con los sectores más cercanos a la extrema derecha, el movimiento libertario, los grupos anticuarentena y los referentes más reaccionarios de la política. Su apuesta es que recostarse en ese espectro les permitirá fidelizar el voto opositor de cara al turno electoral de 2021; conscientes de su debilidad coyuntural, han elegido como estrategia “venezualizar” su discurso.


Sin embargo, esa vía institucionalmente irresponsable (pues comporta enrarecer el debate público con posiciones refractarias al diálogo) también aleja a esos referentes de un centro político que valora la moderación, otra variable en la cual Macri y Bullrich corren desde atrás: según la encuesta nacional de Trespuntozero de julio pasado, Alberto Fernández lidera el ránking en términos de perfil dialoguista escoltado por Larreta, mientras que el ex presidente aparece relegado y la ex ministra queda en el fondo de esa tabla (gráfico arriba).

https://www.cba24n.com.ar/opinion/la-grieta-en-juntos-por-el-cambio--segun-las-encuestas_a5f6394464820286d85b935d6


lunes, 14 de septiembre de 2020

Conciencia de pandemia, entre las flexibilizaciones y el endurecimiento (2)


La encuesta más reciente realizada por la consultora Delfos en la provincia de Córdoba arroja que la percepción de gravedad de la situación del coronavirus en nuestro país volvió al pico del 72% registrado al inicio de la pandemia, al mismo tiempo que la contraria cayó al piso de 24% detectado en la misma época (gráfico arriba). Mientras que en abril esa percepción subjetiva traducía una preocupación por el tema dentro de un panorama que estaba controlada por una cuarentena estricta, en este momento la percepción subjetiva se corresponde con una situación objetiva que registra récords de decesos y contagios. Eso es consistente con la circulación comunitaria del Covid-19 que genera la flexibilización de las medidas sanitarias y la movilidad laboral y personal a partir de las segmentaciones del aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) a partir de mayo y el creciente incumplimiento de las medidas sanitarias promovido por los sectores anticuarentena en los últimos meses. En este marco, comienza a crecer en Córdoba la idea de que la responsabilidad por los rebotes atañe a las autoridades (pasó del 10% al 23% en las últimas dos mediciones), pero aún sigue relegada detrás de las respuestas que los adjudican al comportamiento de la gente (cedió 9 puntos porcentuales) y a la propia dinámica de la pandemia (que ronda el 30%; gráfico abajo). 

En este contexto donde la economía va arrancando al mismo tiempo que la campaña y la movida anticuarentena se mantiene, el gobierno nacional no activó el botón rojo en todo el país sino que dejó las decisiones de endurecimiento en manos de las autoridades provinciales y distritales. Esto se corresponde con una situación de "legitimidad fragmentada" respecto al endurecimiento, dado que, como vimos en el posteo anterior, la "politización de la pandemia", generada básicamente por la oposición al gobierno pero favorecida también por algunos déficits de la comunicación oficial, ha llevado a que ninguna de las posiciones en el debate respecto a endurecer o flexibilizar las medidas sanitarias pueda reunir hoy un consenso mayor al 50%. Aun así, el accionar del gobierno nacional en la materia goza de un acompañamiento fuerte: en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), conglomerado que es la principal vidriera política del país y donde el Frente de Todos (que gobierna la nación y la provincia de Buenos Aires) comparte responsabilidades de gestión con Juntos por el Cambio (que administra la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CABA), según la última encuesta de la consultora Aresco el 71,1% evalúa de manera positiva el desempeño del gobierno nacional en la prevención y control del coronavirus, vs casi 28% que lo evalúa negativamente (gráfico abajo). El estudio se cerró a fines de agosto sobre una muestra de 4.492 casos relevados por el método IVR, es decir telefónico-automático, respetando las proporciones por sexo, edad y nivel económico-social. 

Así, los datos en AMBA están en el mismo orden de magnitud que los que arroja el estudio nacional del Celag: 74,3% califica de manera positiva la gestión de la pandemia vs 24,7% que la califica de manera negativa (gráfico abajo). Así, la opinión favorable triplica a la desfavorable; las diferencias con los datos del área metropolitana no son estadísticamente significativas. En cambio, es menor la evaluación positiva de la gestión de la economía nacional: casi 53% positiva vs 45,3% negativa. Aquí, el saldo favorable es de apenas 7,4 puntos porcentuales, contra casi 50 pp en la variable gestión de la pandemia. El informe del Celag se basa en una muestra de 2.000 entrevistas telefónicas realizadas en 18 localidades de 14 provincias. 

Esto puede ayudar a entender por qué el gobierno nacional no ve conveniente un endurecimiento general de la actividad, dado que podría perjudicar el rebote de la dinámica económica (una variable en la que le sobra poco en las encuestas), al mismo tiempo que difícilmente mejoraría los números sanitarios, habida cuenta de la dificultad para garantizar el acatamiento de la población. Asimismo, como la aprobación del desempeño del oficialismo en la gestión del Covid-19 sigue siendo muy elevada (65% positiva vs 30% negativa en el promedio de las últimas 10 encuestas nacionales), el gobierno nacional tampoco tiene mucho por ganar con un endurecimiento generalizado de las medidas, cobrando así mayor sentido la gestión a cargo de cada distrito.     

viernes, 11 de septiembre de 2020

El aporte a las grandes fortunas en las encuestas (columna publicada en CBA24N)


Recientemente, dos diputados nacionales del Frente de Todos, Máximo Kirchner y Carlos Heller, presentaron un proyecto de ley que propone un aporte extraordinario y solidario para las grandes fortunas. La iniciativa, que será debatida en el Congreso, fue rápidamente rechazada por la oposición de Juntos por el Cambio, alianza que profundiza así la línea “agonal” que su ala dura ya había tomado respecto al decreto de necesidad y urgencia (DNU) referido a las telecomunicaciones. Se trata de un tema que muchas consultoras han medido desde marzo, cuando la pandemia llegó al país y la región. Según las encuestas de Celag, en Argentina 76,2% de los electores están de acuerdo con un gravamen extra a las grandes fortunas como medida frente al Covid-19, mientras que 21,4% está en desacuerdo (la medición se realizó en nuestro país en mayo). En Chile y Ecuador la tendencia es muy similar a la nacional, con diferencias estadísticamente no significativas, mientras que en México y Bolivia el acuerdo ronda el 65% y el desacuerdo el 30% (gráfico arriba). En el mismo mes, la consultora Zuban Córdoba & Asociados detectó un acuerdo acumulado del 78,2% con el concepto de un aporte extraordinario por parte de los millonarios, mientras que un 20,2% se mostraba poco o nada de acuerdo (gráfico abajo).




También en mayo, la consultora Analogías reportó en nuestro país un acuerdo similar con un concepto aún más amplio: 75% estaba de acuerdo con cobrar todos los años un impuesto anual a las 10 mil personas más ricas de Argentina, apoyo que era transversal por género, edad y nivel educativo, mientras que 19,1% se mostraba en desacuerdo (gráfico abajo).



Según la misma consultora, ese acuerdo trepaba a casi el 82% si el impuesto se focalizaba en las 1.000 personas más ricas del país y se destinaba a atender la emergencia generada por la pandemia; en ese caso, el desacuerdo apenas rozaba el 14% (gráfico abajo). 



Analogías también midió el tema en su estudio más reciente, cerrado el 5 de septiembre: para casi el 60% de los electores argentinos el tributo que afectaría a unos 12 mil millonarios debería cobrarse todos los años, mientras que 27,2% se muestra en contra de esa idea (gráfico abajo).


De todos modos, si hacemos foco en las tres mediciones comparables de manera lineal que sondean las tendencias en torno a un aporte de carácter extraordinario sobre un grupo minoritario de grandes fortunas, ricos o millonarios por única vez en el marco de la pandemia, el promedio de acuerdo a nivel nacional es de 78,7% mientras que el desacuerdo es de 18,4%: esto pone de manifiesto un contundente aval a la iniciativa en todo el país. 


Ese aval también se confirma en la medición de la consultora Clivajes realizada a fines de agosto: el 73,95% estuvo de acuerdo en avanzar con ese proyecto, lo cual sitúa el acuerdo en un orden de magnitud que alcanza a 3 de 4 cuatro electores en todo el país (gráfico arriba).


¿Qué sucede en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el conglomerado de mayor visibilidad mediática y con mayor “ruido” opositor? En julio pasado, la medición de Clivajes allí arrojó un acuerdo de 79,53% respecto al impuesto extraordinario a la riqueza contra un desacuerdo de apenas 15,71% (gráfico arriba). 

Por su parte, la medición realizada también en AMBA por la consultora Circuitos en agosto detectó un acuerdo de casi 59% contra un desacuerdo de 31,3% (gráfico arriba). Haciendo un promedio de ambas mediciones en ese conglomerado obtenemos un acuerdo de 69% y un desacuerdo de 23,5%, lo cual confirma que incluso en la “vidriera” del país la iniciativa tiene un apoyo mayoritario. En síntesis, el cruce de datos arroja un claro aval a la propuesta de una contribución extraordinaria para los más ricos en el marco de la pandemia y pone en evidencia que, al igual que sucedió con el DNU referido a las telecomunicaciones, el rechazo de Juntos por el Cambio es una causa minoritaria. Para más datos, la posición de esa alianza no sólo está a contramano del consenso en el AMBA, a nivel país y en Latinoamérica, sino que además pierde de vista que el contexto sanitario ha favorecido la presentación de propuestas similares en toda la región y también en Europa (gráfico abajo). 

Así, la actitud de Juntos por el Cambio, abrazando consignas impopulares y reclamando condiciones no razonables para sesionar en pandemia ya resulta obstruccionista: lejos de fortalecer el debate, disputa agenda con minorías intensas a la vez que reaccionarias, alejándose de un centro político que reclama moderación.

https://www.cba24n.com.ar/opinion/el-aporte-a-las-grandes-fortunas-en-las-encuestas_a5f5b959a4820286d85b850dc


lunes, 7 de septiembre de 2020

Conciencia de pandemia, entre las flexibilizaciones y el endurecimiento (1)


Los rebrotes de Covid-19 a nivel país volvieron a posicionar al coronavirus al tope de los problemas percibidos en Córdoba. Según la última encuesta provincial de la consultora Delfos, casi 4 de cada 10 cordobeses mencionaron a ese problema como el principal, con una suba de 12 puntos porcentuales respecto a la anterior medición, mientras que la baja en la actividad económica cedió 5 pp (de 24% a 19%) y la corrupción se mantuvo constante en 22% (gráfico arriba). Al mismo tiempo, creció el pesimismo en materia de expectativas sanitarias: 42% cree que la situación respecto al Covid-19 será peor dentro de un mes (+ 14 pp respecto al estudio anterior), mientras que el optimismo cedió 8 pp (de 23% a 15%); al mismo tiempo, la perspectiva estable se mantiene sin variaciones estadísticamente significativas (pasó de 35% a 33%; gráfico abajo). 


En conjunto, los datos ponen en evidencia que la "conciencia de pandemia" se refuerza entre los cordobeses al tiempo que crecen las cifras de contagio en la provincia y el país. Esto reinstaló en el gobierno nacional el debate respecto a la posibilidad de presionar el llamado "botón rojo" (vuelta a fase 1) a nivel país, como sucedió entre fines de marzo y todo el mes de abril: en rigor, el único período que en función de su cumplimiento estricto corresponde técnicamente a una cuarentena. Desde mayo, como se sabe, comenzaron las flexibilizaciones y la segmentación geográfica. Así, las estadísticas muestran que el porcentaje del empleo privado formal habilitado para trabajar llegó al 89% a principios de agosto, contra 58% el 20 de marzo y 77% en julio: 21 de 24 distritos alcanzaron más del 90% del empleo habilitado para trabajar, mientras que en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) el registro pasó del 54% el 20 de marzo al 85% en agosto (gráfico abajo).  


El problema, ya planteado en este blog, es que el sistema de medios opositor al gobierno y la oposición política, en particular la de Juntos por el Cambio, vienen taladrando hace meses con la muletilla de "la cuarentena más larga del mundo" (insostenible para cualquier que quiera fundamentarla a través de datos empíricos, como los que exponemos en este blog). Esto se puso en evidencia cuando se trató de restringir la movilidad en julio en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), por entonces el principal foco de contagio y con capacidad de irradiar el Covid-19 en todo el país. El pasado fin de semana, CABA avanzó hacia nuevas flexibilizaciones en el peor momento de la pandemia, mientras que provincia de Buenos Aires (que comparte con CABA el conglomerado del AMBA) mantuvo las restricciones vigentes. Al mismo tiempo, los indicadores de movilidad de las personas a sus lugares de trabajo de Google muestran que la Argentina es uno de los países que está más cerca de una situación de normalidad (gráfico abajo), lo cual tracciona la recuperación de la economía respecto al bimestre marzo-abril pero también acelera la curva de contagios, con el consiguiente riesgo de colapso del sistema sanitario.


De esa manera, las autoridades enfrentan un dilema, ya que endurecer las medidas sin posibilidad de garantizar su acatamiento pierde sentido (es fácticamente imposible poner a personal de seguridad a controlar a cada ciudadano que desee movilizarse por su cuenta). Al mismo tiempo, endurecer las disposiciones en las actividades que sí pueden controlar podría frenar la recuperación que desde hace tiempo insinúan diversos sectores como la construcción y la industria, que en julio registraron subas gracias a las flexibilizaciones. En el caso de la construcción, en julio mostró una recuperación del 6,8% respecto de junio mientras que registró una caída interanual del 12,9% (la más baja desde el inicio de la pandemia y del año). Así, el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) acumuló una contracción del 34% en los primeros siete meses del año, el nivel más bajo desde abril último, insinuando claramente una recuperación en forma de "V" (gráfico abajo). 



La misma tendencia de recuperación en forma de "V" se percibe en la industria, que volvió a exhibir una leve mejora mensual en julio: subió un 2,1% respecto del mes previo, según el Indec (aunque el repunte fue menor al de junio y la caída interanual se aceleró 0,6%). Si bien el sector tuvo su tercera suba mensual consecutiva, el Índice de Producción Industrial (IPI) del Indec mostró una caída del 6,9% en comparación con julio de 2019, cuando la baja interanual de junio había sido del 6,3% (gráfico abajo). He aquí el dilema: volver a cerrar ciertas actividades o endurecer las flexibilizaciones sectoriales sin poder garantizar una reducción de la movilidad personal en otras dimensiones podría generar una nueva caída y demorar la recuperación, dibujando una "W" y sin un beneficio sanitario tangible. 


En síntesis, la "politización de la pandemia", generada básicamente por la oposición al gobierno pero favorecida también por algunos déficits de la comunicación oficial, ha llevado a una situación de fragmentación en la cual ninguna de las posiciones al respecto reúne hoy un consenso mayor al 50%. Según la encuesta nacional más reciente de la consultora Poliarquía, 46% se muestra más cercano a flexibilizar, vs 28% que se inclina por endurecer las medidas; 21% quiere seguir como hasta ahora (con los matices del caso por distrito). 


Puede apreciarse que en CABA apenas 19% se inclina por endurecer mientras que 60% prefiere flexibilizar las medidas, mientras que en GBA y el interior del país la minoría favorable al endurecimiento ronda el 30% y la que se inclina por flexibilizar sigue siendo primera minoría pero perfora el umbral del 50%. A nivel geográfico, en los tres casos la posición de mantener la situación ronda el 20% (gráfico abajo). 


Finalmente, mientras entre los electores del Frente de Todos la primera minoría (46%) es partidaria de endurecer las medidas vs un 30% que se inclina por flexibilizar, 3 de cada 4 electores de Juntos por el Cambio prefiere flexibilizar las medidas. En conjunto, los datos siembran muchas dudas sobre el acatamiento que podría tener una vuelta "fase 1", lo que termina por desplazar la responsabilidad a cada distrito, con las complicaciones y matices del caso (por ejemplo, San Luis tomó por criterio propio la decisión de endurecer las medidas ante rebrotes, al mismo tiempo que distritos con peor situación sanitaria que la provincia puntana no lo hicieron).


 

viernes, 4 de septiembre de 2020

El DNU sobre telecomunicaciones en las encuestas (columna publicada en CBA24N)

 


El gobierno nacional dictó recientemente un decreto de necesidad y urgencia (DNU) que declara a los servicios de telecomunicaciones como públicos y esenciales y congela sus precios hasta fin de año. Antes de repasar los datos blandos de las encuestas de opinión pública que aportan un contexto a la medida, es pertinente mencionar que los datos duros ubican a las empresas de telecomunicaciones como las de peor servicio: recibieron más de 114 denuncias por día en el primer semestre y sumaron el 20% de los reclamos totales por parte de los consumidores. Según la información relevada por la Subsecretaría de Acciones para la Defensa de las y los Consumidores (SSADC), esas compañías recibieron 24.363 reclamos entre enero y julio de 2020. La más demandada fue Movistar (7.115 denuncias), seguida por Telecentro. Por lo tanto, a priori, la defensa de las empresas que ha encarnado la oposición de Juntos por el Cambio no es precisamente una causa popular. Yendo a las encuestas, la primera medición al respecto la realizó la consultora Analía del Franco: casi 72% se mostró muy de acuerdo o de acuerdo con la decisión del Poder Ejecutivo, vs 21% que estuvo en desacuerdo o muy en desacuerdo (gráfico arriba). El congelamiento de tarifas tuvo un acuerdo aún mayor, ya que roza el 79%, vs casi 19% de desacuerdo (gráfico abajo).



La más reciente encuesta nacional de Zuban Córdoba & Asociados también registra un alto muy alto: casi 70%, vs casi 29% de poco acuerdo o nada de acuerdo (gráfico abajo). Así, el promedio de acuerdo con la medida según estas dos mediciones comparables es de 70,4%, mientras que el promedio de desacuerdo es de 24,9%, lo que implica que el aval a la medida casi triplica al disenso. 


Con matices, la encuesta nacional más reciente de la consultora Clivajes confirma esas tendencias: casi 42% considera que el DNU es necesario para limitar los abusos tarifarios de las empresas prestadoras y 11,4% cree que es una medida acertada y mejorará la calidad de los servicios, lo cual suma 53,2% de valoraciones positivas. Por otro lado, casi 17% lo que como una medida demagógica que no generará cambios y 22,4% está en desacuerdo pues irrumpe la libre competencia, lo que suma 39,3% de valoraciones desfavorables (gráfico abajo). El saldo positivo es de casi 14 puntos porcentuales.

 

Asimismo, confrontando las percepciones de la opinión pública con el argumento empresarial de que “el congelamiento de precios afectaría las inversiones y la calidad del servicio”, una mayoría de 52,4% lo vio como una excusa vs casi 37% que les dio la razón según Analía del Franco (gráfica abajo). 


En síntesis, el cruce de datos arroja un claro aval al DNU presidencial y pone en evidencia que la defensa corporativa que abrazó Juntos por el Cambio es una causa francamente minoritaria. De hecho, el contexto de pandemia favorece la percepción de que parte de los servicios alcanzados por el DNU deberían ser de navegación libre y gratuita: la encuesta nacional realizada en julio por la consultora Analogías detectó que casi 90% está de acuerdo con esa idea, vs apenas 6,1% que discrepa (gráfico abajo). 

Finalmente, hay que tener en cuenta que el servicio de internet, que es uno de los alcanzados por el decreto de necesidad y urgencia, es cada vez más un servicio básico para la población: el 41% se conecta todos los días más de 4 horas, el 30% a diario menos de 4 horas, el 14% sólo algunos días a la semana y 15% no se conecta nunca o no responde, según la encuesta nacional realizada por Poliarquía en junio pasado (gráfico abajo). 



Internet ya era un servicio básico antes de la pandemia, y luego de ella lo es más todavía: según la misma encuesta, el uso intenso de la red (más de 4 horas por día) creció un 33%, de 31% a 41% luego de la pandemia. El uso moderado (menos de 4 horas por día) bajó de 35% a 30% y el uso bajo (algunos días a la semana) se mantuvo en 15%, en tanto que quienes no se conectan nunca o no responden pasaron de 20% a 15%, lo que marca que aún hay una brecha digital en el país (gráfico abajo). 


El uso de la red también fue impactado por el cambio en la modalidad de trabajo a raíz de la pandemia: entre quienes trabajan desde su casa el uso intenso (más de 4 horas diarias) trepa al 64%, mientras que ronda el 40% entre quienes tienen otras ocupaciones y baja al 33% entre quienes no son laboralmente activos (gráfico abajo). 


https://www.cba24n.com.ar/opinion/el-dnu-de-las-telecomunicaciones-en-las-encuestas_a5f525f714820286d85b758e4