viernes, 31 de mayo de 2013

Balance: una década de política K (1)

El kirchnerismo llegó al poder en un panorama de crisis política y económica, con apenas 22% de los votos después de la defección de Carlos Menem (principal responsable político de la convertibilidad) del ballotage, quien había obtenido 24% en la primera vuelta de abril de 2003 pero temía sufrir una derrota arrasadora en la segunda vuelta. En ese panorama de legalidad pero legitimidad acotada, el kirchnerismo se lanzó a la reconstrucción del poder presidencial, mermado por la fragilidad política en la que había naufragado el gobierno de la Alianza victoriosa en 1999, y a la recuperación de la política como discurso ordenador y de la militancia como herramienta de construcción política (especialmente a través de la juventud), encontrando ambas dimensiones lesionadas por la entronización del neoliberalismo de mercado en la década del ´90 y su consecuencia política, la esterilización de la militancia.

Con esos recursos, el kirchnerismo acaba de celebrar 10 años de gobierno, un logro no menor dado el contexto de partida. Para eso apostó fuerte, confirmando una tradición del peronismo a fortalecer el hiperpresidencialismo. Fue el recurso para gobernar un país “que tiene una crisis política que ya dura más de una década, que ha hecho desaparecer la vida partidaria, en donde han gobernado dos presidentes que habían perdido las elecciones en voto popular -Eduardo Duhalde completó el mandato de Fernando de la Rúa, quien le había ganado las elecciones; Kirchner perdió con Menem- y en donde los candidatos se eligen a dedo desde el vértice del poder en lugar de surgir de la base”, como lo expresó en su momento Ignacio Zuleta desde Ámbito.

La experiencia del kirchnerismo en el poder también se apoyó en la designación de una nueva Corte Suprema, en la ampliación de derechos, en el apoyo a la nulidad de las leyes de amnistía (indultos y obediencia debida) y los reclamos de las organizaciones de víctimas del terrorismo de Estado, el impulso al matrimonio igualitario y el combate a la represión y otras formas de violencia. En ese marco, tanto como en el de la reconstrucción de la autoridad presidencial, la década K ha sido de fortalecimiento institucional.

Por otro lado, la década K también se caracteriza por una impronta populista que, con frecuencia, se traduce en jugar el límite de la institucionalidad e incluso en la erosión de otras instituciones necesarias (entre ellos, organismos de control), un rasgo que no sólo caracterizó a las primeras presidencias de Perón sino que hace al clima de época en diversas latitudes. Zuleta lo expresó así: “la opción preferencial por el populismo ha convertido a la dirigencia política en grandes caminadores de cornisa. Entienden que la inutilidad de las instituciones los fuerza a desarrollar formas de relación con el público por encima de mediadores clásicos -congresos, jueces, periodistas, organizaciones de la sociedad civil-. Eso ocurre en estas costas tercermundistas, pero también en los países desarrollados, cuyos mandatarios están obligados a enfrentar crisis descomunales que los obligan a gobernar al límite de la legalidad, según la teoría que desarrolló el secretario del Tesoro de Barack Obama, Tim Geithner (…)  El concepto de gobernar en el límite de la legalidad lo justificó este funcionario como la herramienta clave para que su Gobierno enfrentase las consecuencias de la crisis financiera que estalló en 2008 y que se tramitó con estatizaciones de empresas que fueron denunciadas como aberraciones socialistas en la cuna del capitalismo contemporáneo. El recurso a gobernar por encima de las organizaciones de la sociedad civil parece, en el calor de la pelea, la búsqueda de abrigo en el público, dueño de la soberanía popular, contra los mestureros -lobbistas, empresarios, políticos de la vieja política, etc.- que sólo defienden sus intereses (…) Gobernar en esas condiciones es un alarde de fuerza inevitable, pero también exhibe una debilidad, no sólo de las instituciones, sino también de los dirigentes a los que esas instituciones deberían proteger”.

Este aspecto del kirchnerismo nos conduce a otro, sustancial también para interpretar esta década: en el prólogo de su libro "Kamikazes, los mejores peores años de la Argentina", Reynaldo Sietecase señala que, desde el año 2003, tanto Néstor como Cristina Kirchner eligieron ejercer el poder en base a la confrontación. “Por esa razón la década kirchnerista puede ser narrada también en base a sus peleas. Los militares, la oposición, las entidades del campo, el grupo Clarín, un sector de la Justicia y Hugo Moyano, son apenas algunos nombres de batallas que permanecen con resultado abierto”. Es otro válido y posible balance de la década K, que incluso amerita una lectura del proceso político que recupere algunos elementos planteados por Ernesto Laclau respecto a los conceptos de hegemonía y antagonismo:  “una fuerza social particular asume la representación de una totalidad (…) El concepto de hegemonía supone un campo teórico dominado por la categoría de articulación y antagonismo (...) “Es sólo a través de la negatividad, de la división y el antagonismo que una formación puede constituirse como horizonte totalizante. No puede haber política radical sin la identificación de un adversario”.

miércoles, 29 de mayo de 2013

El tono de la campaña (2)

En este análisis, a los efectos de simplificar el esquema, partimos de las siguientes premisas: 1) para los segmentos electorales favorables se emplea una comunicación de refuerzo o, en términos de marketing, diríamos de fidelización; se trata de electores proclives a votar por una determinada fuerza, entonces el mensaje opera para activarlos para que expresen su comportamiento de voto en los mismos términos que tiene su actitud 2) para los segmentos electorales no definidos, se emplea una comunicación de persuasión o de conquista: como son electores que se definen como independientes, el mensaje debe tratar de convencerlos acerca de por qué deberían votar a determinada fuerza en vez de a otra.

Reproduciendo esa matriz sobre la hipótesis de los tres tercios, tendríamos entonces un tercio de electores que se inclinan a votar al oficialismo (donde la campaña del FPV debería ser eficaz en activar esa actitud favorable), otro tercio que se inclina a votar por alguna de las listas opositoras (que son varias; esto exige un análisis más complejo, pero sustantivamente la campaña debería activar el voto castigo al oficialismo y encausarlo hacia la fuerza que represente mejor esa postura de oposición) y un tercio que está en el medio, lo que lo pone en situación de decidir el resultado final de la elección (volcándose más por una de las dos posiciones anteriores).

Hace pocos días, el sociólogo Mora y Araujo lo expresaba en estos términos: “hay una ciudadanía expectante cuya agenda no es la misma que la de los políticos y los ciudadanos políticamente alineados. Aquí, como en casi todas partes, los votantes indefinidos terminan decidiendo el resultado electoral. La diferencia es que en otras partes las campañas electorales ponen el foco en esos votantes volátiles, mientras en la Argentina la comunicación política –tanto la del oficialismo como la de los opositores– parece encandilada con los votantes ya alineados y no se ocupa de los indefinidos. Obviamente, hay una masa no menor de ciudadanos que saben que votarán las listas oficialistas, y otra masa no menor de ciudadanos que saben que las listas del oficialismo no las votarán. ¿Quién habla para los que están indefinidos?”

En síntesis, estos votantes son poco permeables al relato oficialista, pero también son reacios al discurso exageradamente crítico (o incluso apocalíptico) o en el que con frecuencia cae gran parte de la oposición al kirchnerismo. Para ejemplificar, son electores a los que como eslogan no los persuade un mensaje oficialista como “El Nestornauta”, pero tampoco el “Ella o Vos” opositor de Francisco de Narváez, por la sencilla razón de que no son electores kirchneristas, pero tampoco francamente anti-k. Por su carácter altamente pragmático, están atentos a señales distintas a las que les puede ofrecer cualquier mensaje de refuerzo (ya sea que lo emita la campaña del oficialismo o alguna de las listas opositoras).

Veamos algunas señales emitidas desde la política en los últimos meses, que dan indicios de guiños hacia estos  electores: desde Ámbito Financiero, Ignacio Zuleta destacó “la módica presencia de Cristina de Kirchner en los funerales de Chávez mostró ya un giro de marketing y de estrategia. "Vine a despedir a un amigo, no a un presidente", justificó cuando se vino antes del largo velorio y entierro”; El tránsito de la inquina al diálogo (nota nuestra: entre CFK y Daniel Scioli, luego de las trágicas inundaciones en Buenos Aires, que bajó la confrontación interna en el oficialismo) para algunos, parece impuesto por la agenda electoral que obliga a los que compiten a tirar al centro, es decir, buscar el acercamiento a la opinión moderada, que es la mayoritaria”. Zuleta también resaltó la influencia del factor Bergoglio en ese tono de moderación (“sentado en el Vaticano abrió una avenida de serenidad y llamó a la conciliación, arrastrando a todos”).

A los electores no alineados les molestan tanto las apelaciones kirchneristas al “Vamos por todo” como el carácter destructivo de cierta dirigencia que es capaz, en medio de una tragedia como la de las inundaciones, de bloquear la destilería de una petrolera en Dock Sud (como hizo el Sindicato de Camioneros en plena emergencia por el temporal). No obstante, el moyanismo no es el único sector que puede estar desenfocado en términos de tono, mensaje y postura: el secretario general de la CTA opositora, Pablo Micheli (cercano a “Pino” Solanas), realizó hoy un paro de 24 horas con 100 cortes de rutas (esta vez, sin la concurrencia de Moyano, a diferencia de la protesta efectuada a fines de 2012), una metodología de protesta que usualmente causa irritación en los segmentos que decidirán la elección. 

lunes, 27 de mayo de 2013

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz

Táctil y móvil: se mira, se toca y se mueve

Tendencia. Lo móvil y lo táctil están a la orden del día en los desarrollos aplicados a diversos campos. Repasamos novedades en tecnología, diseño para el hogar y autos.

  • 27/05/2013 00:01 , por Norman Berra

Hoy, una de las tendencias más fuertes en el desarrollo tecnológico es apostar a lo móvil y lo táctil: empresas emblemáticas como Intel no dudan en afirmar que la inclusión de funciones táctiles y la mejora de la experiencia móvil de los usuarios dan a las empresas la oportunidad de alcanzar nuevos segmentos de mercado, ampliando la oferta de productos esperados por el público. “Es necesario que las compañías desarrollen la capacidad de reconocer las necesidades de las personas y puedan responder por qué un nuevo producto será elegido por los consumidores. El escenario del futuro ya está planteado: movilidad y experiencia de uso son las prioridades para todos los productos”, afirma Rocío Posadas, Gerente de Consumo para Intel Cono Sur.
Veamos cómo lo táctil y móvil ganan presencia en tecnología, en el diseño para el hogar y los automóviles.
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sábado, 25 de mayo de 2013

El tono de la campaña (1)

Entre el 20 y 22 de mayo, la consultora CEIS realizó una encuesta telefónica automatizada (IVR) sobre un total de 962 casos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires (dos distritos decisivos por su peso electoral nacional). Los principales datos que surgen de la misma son los siguientes: 1) la corrupción es percibida como el principal problema del país, con 41,9% de las respuestas; le sigue la inseguridad, con el 21,7% 2) 29,4% califica de positiva la situación del país, 23,3% la califica como regular y 47,4% como negativa 3) el 40% del electorado del AMBA (área metropolitana de Buenos Aires) ya tiene decidido su voto para las elecciones legislativas 4) entre quienes tienen decidido el voto, la mitad se inclina por el Frente para la Victoria (lo que se traduce, aproximadamente, en un piso electoral del 20% para el oficialismo en el AMBA) 5) dentro del electorado del AMBA, un 26,1% se considera kirchnerista o cercano a la posición del gobierno, 30,9% se considera antikirchnerista y 43% se define como indiferente entre ambas posiciones. El material se puede consultar en el siguiente link: http://www.ceisconsultora.com.ar/blog/track_pol-may13.pdf

Con algún matiz en términos de porcentaje (propio de las particularidades que presenta AMBA como distrito), estos datos son consistentes con la tesis expuesta antes en este blog, relativa a la partición del electorado nacional en tres segmentos bien definidos: uno favorable al oficialismo, otro francamente desfavorable y otro que oscila entre ambas posiciones (en aras de la simplicidad, se puede decir que ese segmento votó por la oposición en 2009, mientras que en 2011 dividió su votó entre el oficialismo y la oposición). El mismo día que se cerraba la encuesta de CEIS, el periodista Gustavo Sylvestre escribía lo siguiente en El Cronista: “abril fue un mes negro para el gobierno, en cuanto a la imagen sobre su gestión y sobre la figura presidencial. Se estima que la Presidenta ha caído cinco puntos en todo el país en su imagen positiva, pero paralelamente el núcleo duro que sostiene al kirchnerismo en torno al 35% se ha consolidado aún más, frentes a las denuncias sobre el gobierno. En la provincia de Buenos Aires, la candidata –aún sin convencer– sigue siendo Alicia Kirchner, rodeada de los intendentes más poderosos que responden a la Rosada, y con el apoyo del gobernador Scioli (…) Francisco de Narváez está cada vez más consolidado como el candidato de la oposición en la provincia de Buenos Aires, lejos de Ricardo Alfonsín y Margarita Stolbizer, cada uno con 12% de intención de voto. De Narváez supera el 20% y el Frente para la Victoria llega al 33%”.

De esta configuración en tres tercios del mapa político en términos de actitud electoral se desprenden condiciones de posibilidad que limitan las estrategias con los que el armado político final que se exprese en las listas de candidatos a las primarias de agosto (paso previo a las generales de octubre) puede encarar la campaña para atraer el voto de los electores. En estos días, el oficialismo avanzó dos pasos en esa línea estratégica: en primer término, lanzó acciones de gestión de alto impacto, como la suba de todos los componentes del salario familiar, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otros ítems asociados a la ayuda social, que elevarán el gasto social anual en 16.800 millones de pesos e implicarán una inyección de 5.200 millones de pesos antes de las elecciones, confirmando así el impulso al mercado interno como rasgo identitario del “modelo”.

En segundo lugar, concretó los festejos del 25 de mayo, asociados tanto a la historia de la Revolución como a la década del kirchnerismo en el poder. Con una celebración masiva, el gobierno nacional apunta a generar algo similar a lo que logró la fiesta del Bicentenario en 2010, que funcionó como el antídoto perfecto contra el ambiente de “crispación” en el que se había montado la campaña de las legislativas del 2009.  Tres años después, con otro desgaste y con otras expectativas, el oficialismo apuesta a que esta movilización le permita desandar algo del clima hostil de los últimos meses para encarar la campaña positivamente, mientras que, por el contrario, la oposición se mantuvo distante del evento.


Sin embargo, por fuera de los electorados que operan como compartimentos estancos (el favorable al oficialismo, es decir permeable al slogan de la “Década ganada”, y el desfavorable al oficialismo u opositor) el interrogante sigue siendo cómo reaccionarán los electores no alineados a una campaña que no está formalmente lanzada, pero que ya opera a nivel de diversos estímulos. 

martes, 21 de mayo de 2013

Contextos y escenarios electorales (2)



Teníamos pendiente una actualización del armado político para profundizar en la comparación de contextos de 2009 a 2013. Veamos: el FAP, frente con el que el socialismo puso a Hermes Binner en segundo lugar en las presidenciales de 2011, avanza en acuerdos con fuerzas de centroizquierda en algunos distritos como Capital, pero aún no ha definido un frente nacional con la UCR. También cambiaron las condiciones respecto de las del 2009, ya que ahora el socialismo puede hacer pesar frente al radicalismo el 17% obtenido por Binner en 2011. Sin embargo, el FAP, más allá de lo que pueda explorar en términos de un frente con la UCR, tiene sus propios problemas, que no son menores: ya está dividido en un distrito clave, como Capital Federal (un sector  quedó en la alianza que sostienen Elisa Carrió y Fernando “Pino” Solanas, la otra se sumaría al frente integrado por la UCR, donde, para más complicaciones, confluyen la corriente de Libres del Sur comandada por Humberto Tumini y Victoria Donda con el ex aliado de Carrió, Alfonso Prat Gay; en tanto, una tercera fracción, la liderada por Claudio Lozano, se apartó definitivamente (a su vez, el MST se distanció de Proyecto Sur, en desacuerdo con el acercamiento de Solanas con Carrió). Para peor, todo indica que en la estratégica provincia de Buenos Aires el FAP también se dividirá, ya que una parte del FAP rechaza el acercamiento del GEN (que en esa plaza lidera Margarita Stolbizer) con la UCR.

La UCR oscila entre facciones acuerdistas con el socialismo, otras celosas de ir con el sello partidario propio y sectores cercanos al PRO, mientras que en  Capital el radicalismo formalizó un acuerdo con Coalición Cívica y Libres del Sur. A la par de no haber concretado una mega-alianza a nivel nacional, en distritos electorales clave, como Mendoza, la UCR afronta riesgos de ruptura interna (entre sectores ligados al ex vicepresidente y precandidato para este año, Julio Cobos, y el ex gobernador Roberto Iglesias); por su parte, el también mendocino Ernesto Sanz no oculta sus aspiraciones presidenciales para 2015.

Mientras, Carrió ensaya aproximaciones distritales con Proyecto Sur de Pino Solanas y parte del FAP, pero tiene relaciones cortadas con la UCR (su distancia con las demás fuerzas opositoras se agrandó en las sucesivas intervenciones de Carrió detonadas por el debate de la reforma judicial en Diputados). La líder del ARI insiste en una línea apocalíptica que dinamita permanentemente los puentes con otras fuerzas opositoras, lo que le granjea permanentes acusaciones por parte de esos referentes de terminar siendo “funcional” al oficialismo.

En el terreno del peronismo disidente, tanto Hugo Moyano como Gerónimo Venegas han formado sus propios partidos sin conformar todavía un frente, y tampoco ha madurado un acuerdo entre Macri y De Narváez (que en 2009 fue una de las premisas del éxito electoral de Unión/PRO en Capital Federal, pero sobre todo en provincia de Buenos Aires, al imponerse De Narváez sobre el tándem Kirchner-Scioli). Lavagna, uno de los referentes de este espacio, sigue planteando que si es candidato en Capital lo sería por un frente con el PJ como eje, no bajo el signo del PRO, lo que le implicaría a Macri resignar protagonismo en su propio distrito. Por otra parte, muchas de las indefiniciones del sector anti-K se deben a la expectativa (hasta ahora vana) de que el gobernador Daniel Scioli y/o el intendente de Tigre, Sergio Massa, rompan con el kirchnerismo, cuando las últimas señales sugieren que ambos dirigentes están apostando al poskirchnerismo, más que al anti-kirchnerismo. Nada pone en evidencia, de manera más clara, la debilidad del espacio antikirchnerista que su recurrente dependencia respecto de figuras como Scioli y Massa. Esta dialéctica entre kirchnerismo, antikirchnerismo y poskirchnerismo será central para el proceso político de aquí al 2015.

Esta mayor fragmentación opositora respecto del 2009 favorece las chances del oficialismo de conservar la primera minoría electoral, con guarismos de entre el 30% y el 40% (si bien lejos del más del 50% logrado en 2011); además, como este año se renuevan muchas de las bancas obtenidas en la peor elección del FPV, el oficialismo tiene menos que perder que la oposición en términos de representación legislativa en la Cámara de Diputados (en el Senado, el panorama es distinto y más desafiante para el kirchnerismo). Sin embargo, no es menos cierto que el FPV tampoco tiene definidos sus candidatos en la estratégica provincia de Buenos Aires (en 2009 fueron Kirchner-Scioli, figuras por cierto estelares del espacio oficialista, y aun así perdieron por 2 puntos), lo que en esta coyuntura puede interpretarse como un signo de debilidad.    

domingo, 19 de mayo de 2013

Nota publicada en suplemento de Economía y Negocios de La Voz: management


Más trabajo por objetivos, menos presencialidad

Crece la gestión del personal orientada en función de contribución. Claves y recursos.

  • 19/05/2013 00:03 | Norman Berra (Especial)

Cada vez más, el trabajo se mide por el cumplimiento de tareas y objetivos y menos por el tradicional face management (presencialidad). En un contexto en el que el empleado full time pronto será una figura anacrónica, la forma de gestionar a los colaboradores experimenta cambios.
Los especialistas marcan que dicha transformación es impulsada por diversas variables: lo que quiere la gente, lo que permite la tecnología (y el trabajo virtual creciente) y la necesidad de velocidad en las respuestas. “Es imperioso cambiar el foco de la gestión para dar más autonomía a los colaboradores. No hay autonomía si la gente no tiene claro qué se espera de ella. A esta tendencia se suma que, en un mundo globalizado, los márgenes de las empresas son más chicos y se requiere mayor eficiencia; la gestión por objetivos apunta a ganar en ejecutividad y resultados”, explica Paula Molinari, presidente de la consultora Whalecom.
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sábado, 18 de mayo de 2013

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz


Día de Internet: duermes envuelta en redes

Signo de los tiempos. Hoy, cada vez más aspectos de la vida pasan por las redes sociales. Adelantos, desarrollos y novedades ligadas a ellas en el campo de la tecnología y de los autos.

18/05/2013 00:03 | Norman Berra (Especial)



  • El 17 de mayo fue el Día de Internet, efeméride que se celebra en varios países iberoamericanos (incluido el nuestro). Sin duda, una de las tendencias más fuertes en la Web pasa por el protagonismo actual de las redes sociales y por las novedades y desarrollos asociados a ellas, algo que se pone de manifiesto en la tecnología, pero también impregna otros campos, como el automovilístico.





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miércoles, 15 de mayo de 2013

Contextos y escenarios electorales (1)


¿Se puede trazar un paralelo entre el desgaste del oficialismo entre 2008 y 2009 con el de 2012-13 y aventurar para este año un escenario similar al de las legislativas de 2009? Es una hipótesis provocativa y hasta cierto punto plausible. Hay factores similares: por ejemplo, un gobierno nacional que paga considerables costos políticos (entre otras razones, por medidas polémicas, como la reforma judicial, entre otras); una economía estancada o con bajo crecimiento;  e importantes niveles de malestar en el electorado, en el marco de una agenda social que plantea desafíos emergentes al kirchnerismo.

Podemos citar a Sergio Berenzstein (consultora Poliarquía), en una apretada síntesis de estos factores expuesta en el marco del Pre-Congreso del IAEF Córdoba: “Hay turbulencia, malestar e incertidumbre por parte de la sociedad y predomina el pesimismo (…) Cristina Kirchner perdió 10 puntos de imagen positiva en abril (inundaciones, reforma de la Justicia, #18A y dólar “blue”); el  57% desaprueba la gestión económica” (…) el 70% del electorado se opone a la re-reelección de la Presidenta”. Respecto a la agenda de preocupaciones de la sociedad, según este consultor, el 28% menciona la inseguridad; 11%, inflación; 10%, problemas económicos; 6%, la corrupción y 5%, el desempleo. En cuanto a los principales problemas personales, 28% insiste en la inseguridad; 18%, problemas económicos; 14%, inflación (inquieta más a los adultos que a los jóvenes); 8%, desempleo y 2%, los bajos salarios. 

Sin embargo, las analogías no deben hacernos perder de vista que también hay otros factores muy distintos en los contextos comparados: por ejemplo, en 2009 no había Asignación Universal por Hijo (AUH), una medida de indudable impacto social (si bien hoy morigerada por la inflación). En 2009, el sistema de medios con su cobertura de la “crisis del campo” provocó un efecto de “espiral del silencio” entre los simpatizantes del kirchnerismo; de esa manera, la espiral ascendente contraria al gobierno nacional pudo desarrollarse a sus anchas. Eso no sucede en 2013: hoy, además de medios opositores, existen medios cercanos y también de una línea editorial más amigable con el oficialismo, aparte de medios “independientes”.

Por otra parte, en 2009 el gobierno nacional adelantó las elecciones (de octubre a junio) con lo cual los comicios coincidieron con un momento alto de esa espiral desfavorable (desarrollada desde marzo del 2008, con la "crisis del campo"). Eso detonó, asimismo, razonables críticas desde el flanco institucional y expuso al gobierno a un efecto de “voto castigo” en un marco donde el ciclo económico era netamente más desfavorable que el que comenzó a insinuarse en el segundo semestre de 2009. En cambio, este año (contra las desorientadas especulaciones en sentido contrario) el kirchnerismo ratificó el cronograma previsto a partir de la sanción de las primarias como mecanismo electoral (PASO, es decir primarias abiertas, simultáneas y obligatorias en agosto, y generales en octubre).

Otra diferencia sustancial (quizá decisiva): en 2009 había dos grandes coaliciones opositoras, una formada por la UCR, Coalición Cívica y el socialismo, espacio que hoy está fragmentado, y otra por el peronismo disidente, un conglomerado político que todavía está discutiendo si concurre en un único frente o no. En la próxima entrada, haremos un paneo (con actualización) de este tema.

sábado, 11 de mayo de 2013

Nota publicada en suple Tendencias de La Voz


Con la música a todas partes

Compañía. La música es quizá el arte más pregnante y omnipresente. Aplicaciones, dispositivos, tips de diseño y accesorios para disfrutarla personalmente, en la casa o en el auto.

12/05/2013 00:01 | Norman Berra (Especial)

“Gracias por la música”, decía un clásico del grupo sueco ABBA. Hoy, la tecnología nos proporciona cada vez más alternativas para su disfrute, que también puede propiciarse a través del diseño y la arquitectura hogareña y los accesorios del auto.

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viernes, 10 de mayo de 2013

La opinión pública, entre la cacerola y la urna


La encuesta de Ipsos-Mora y Araujo plantea una divisoria de aguas neta: según 
ella, la mitad tiene una imagen positiva de CFK y casi la otra mitad tiene una imagen negativa. Blanco o negro, sin grises. En cambio, las últimas cifras de la consultora Poliarquía muestran un panorama con más matices: una imagen positiva del 42%, regular del 33% y negativa del 24%. Según Sergio Berensztein, director de la consultora, “hay un Gobierno débil, pero es más fuerte que la oposición política”. Eso también se traduce en términos de imagen, ya que según Poliarquía los tres dirigentes más conocidos y valorados son Daniel Scioli, Cristina Kirchner y Sergio Massa, en ese orden (o sea, ningún opositor ocupa el podio de los dirigentes mejor calificados).


En nuestra opinión, más allá de sus diferencias, tanto la encuesta de Ipsos-Mora y Araujo citada en la entrada anterior como la de Poliarquía son fotos más aproximadas de la coyuntura que los estudios de Equis y Management & Fit.  En la fundamentación de esta posición entra a tallar una hipótesis ya expuesta antes en este blog (y sostenida por diversos analistas de opinión pública): se trata de la hipótesis de los tercios, según la cual el electorado nacional se divide en un tercio pro-kirchnerista (que mantuvo su voto al FPV incluso en su peor momento político reciente, las legislativas del año 2009), un tercio anti-kirchnerista (votantes de fuerzas opositoras en 2009 y 2011) y un tercio equidistante (que en 2009 votó contra el kirchnerismo, pero en 2011 se decantó en un 66% por el FPV y en un 33% por la oposición). 

Si existe un tercio de votantes dispuestos a votar al oficialismo y otro tercio que jamás lo votaría, deviene evidente que la elección la define el segmento electoral no alineado nítidamente ni en el kirchnerismo ni en el anti-kirchnerismo. Esta porción de electores tiene una orientación muy pragmática hacia las elecciones, definida en función de un argumento de base que surge con mucha claridad de los últimos estudios cualitativos que venimos realizando en la consultora Delfos: su director, Luis Dall´Aglio, destaca que muchos argentinos piensan que “si bien la actual situación del país no es buena, es cierto también que se puede estar peor (...) Esto devuelve un comportamiento social absolutamente racional, desprovisto de acompañamientos políticos, los cuales son reemplazados por el pragmatismo de naturalizar los problemas a la nueva realidad, acomodar las posibilidades familiares, a la espera de que la actual coyuntura detenga su deterioro. Y un elemento más: la decisión de la autorrepresentación de sus problemas en el espacio público en una suerte de sublevación social permanente (...) Por este motivo, la sociedad se aferra por estos días a lo que tiene y puede garantizar por sus medios, ya que al horizonte incierto de la economía, se le agrega un panorama sombrío en la política que se presenta sin alternativas u opciones de poder y con una disputa de veleidades de dirigentes opositores que no saben hacer otra cosa más que eso: oposición”.


Sobre las implicancias de la hipótesis de los dos tercios y la fragmentación opositora, ya a fines de 2012 el consultor Fernando Larrosa (CEIS) decía de la misma: “El tema es que el tercio kirchnerista es un voto duro a este espacio, mientras que el tercio opositor es eso, "opositor a..." o que "se une por el espanto" y no es directamente votos a una figura opositora. Eso le da un piso mucho más fuerte al kirchnerismo que a cualquiera de los otros espacios o dirigentes”. Consideremos, aun teniendo en cuenta el tiempo pasado desde entonces, que la encuesta de Ipsos-Mora y Araujo citada en la entrada anterior indica que un 36% se muestra dispuesto a votar a un candidato identificado con el gobierno nacional, contra el 45% que prefiere a un opositor; si el FPV consolida una intención de voto en torno a ese registro (entre 35% y 40%), mientras que la posición opositora del 45% se dispersa entre varias expresiones, el oficialismo podría conservar la condición de primera minoría nacional (algo que logró incluso en la magra elección del 2009), si bien estaría muy por debajo de lo logrado en 2011.


El sociólogo Manuel Mora y Araujo también suscribe la hipótesis de los tres tercios: recientemente, planteó que “la sociedad estaba segmentada en 2011 en términos que están todavía vigentes, y que no son tan sólo los de opositores activos y oficialistas silenciosos. Para ponerlo en grandes pinceladas, el 30% de los votantes se manifestaba kirchnerista convencido, otro 30% antikirchnerista igualmente convencido; el restante 40% no era ni lo uno ni lo otro, eran indefinidos cuyo voto se define circunstancialmente. La aritmética simple sugiere algo que las mediciones confirmaban: una proporción importante de ese 40% de indefinidos votó a la Presidenta, contribuyendo sustancialmente al 54% con el que obtuvo la victoria; y muchos de ellos además valoraban su gestión”.

En ese marco, el especialista alerta que extrapolar al comportamiento electoral los cacerolazos puede ser una conclusión apresurada: “La realidad es que la calle es un indicio de la intensidad de los sentimientos de la gente que se vuelca a ella, pero no tanto de la cantidad de ciudadanos que sostienen esos sentimientos. Lo mismo sucede con el rating televisivo. El millón de personas volcadas a la calle, los treinta puntos de rating de Lanata, sugieren un público muy activado en la expresión de sus sentimientos del momento. Es posible –aunque no seguro, desde luego, pero eso no lo sabemos– que entre esas personas haya una proporción que en 2011 dio su voto a la Presidenta. Mi presunción es que se trata mayoritariamente de quienes ya estaban alineados en el espacio opositor. Si así fuera, el efecto electoral podría ser menos significativo; los votos se cuentan uno por uno, no se miden por la intensidad de las intenciones de los votantes”. En este punto, Mora y Araujo está más cerca de los analistas que plantean que las protestas del 13-S, del 8-N y del 18-A son (mayoritariamente, aunque no exclusivamente)  exteriorizaciones de segmentos que ya eran refractarios al oficialismo en 2011 que “arrepentidos” o “desencantados”. 

martes, 7 de mayo de 2013

Nota publicada en suplemento Tendencias de La Voz: salud


Salud: si no sana hoy, sanará mañana

Aportes. La tecnología, el diseño y hasta los autos exploran nuevas herramientas e innovaciones para aportar a la salud del usuario. Novedades y anticipos para tener en cuenta.

07/05/2013 00:01 | Norman Berra (Especial)

¿Qué es más importante: la salud, el dinero o el amor? Existe cierto consenso en que lo principal es la salud. Hoy, además de seguir una buena rutina de ejercicios y una dieta basada en alimentos que contribuyan a una vida saludable, existen desarrollos e innovaciones que pueden hacer un gran aporte a esta materia.
Tecnología saludable
Tablets, PCs y smartphones pueden ser aliados en el objetivo de mantener el peso. Veamos algunos desarrollos recientes en ese sentido.
Aplicaciones para cuidar la salud. Existen muchas apps para ayudarnos a llevar una buena rutina de ejercicios y a seguir una dieta saludable. Destacamos las siguientes:
· Sleep Bot Tracker. Cuidar las horas de sueño resulta fundamental para la salud. Bajo esa premisa se desarrolló esta aplicación, útil para mejorar el descanso y realizar un seguimiento de las horas de sueño. Además, calcula la “deuda de sueño”, es decir cuántas horas más hay que dormir para sentirse descansado. Está disponible para Android.
· Adidas MiCoach - Nike+. Marcas deportivas que ofrecen productos orientados al running cuentan también con aplicaciones para ordenar, programar y conocer resultados y progresos en la actividad física. La app de Adidas está disponible para Android, iOS, BlackBerry, Windows Phone; la de Nike, para Android y iOS.
· Contador de calorías. Brinda información sobre los alimentos consumidos (incluyendo niveles de calorías). Con estos datos, permite manejar el valor nutricional de las comidas consumidas y controlar la dieta. Está disponible para Android.
· Endomondo y RunKeeper. Destacadas por ser muy útiles para registrar con eficiencia una gran variedad de deportes. Incluyen visualizador de rutas en el mapa, valiéndose del GPS del smartphone y con la posibilidad de ver los progresos logrados en la web. Endomondo está disponible para Android, iOS, BlackBerry, Symbian, Windows Phone; RunKeeper está disponible para Android e iOS.
· LifeWatch V. Incluye aplicaciones para seguir un régimen, podómetro para contar los pasos en una caminata y para controlar el peso.
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lunes, 6 de mayo de 2013

De la protesta social al comportamiento electoral (2)



Profundizando en los efectos electorales de la protesta social, cabe considerar otros datos de encuestas recientes: algunas avalan la tesis de un desgaste limitado del oficialismo; otras, en cambio plantean un escenario de erosión mucho más intensa. También existen las que se ubican en una suerte de término medio. Veamos:

Según la consultora Equis (de Artemio López, sociólogo que no oculta su cercanía con el oficialismo), a nivel nacional el 53,1% de los entrevistados evalúa como "positiva" a la gestión del gobierno nacional y Cristina Fernández es la figura política con mayor imagen favorable, liderando las estimaciones con una imagen positiva del 62,2%, un 17,9% de imagen regular y 17,4% negativa. En ese rubro, la siguen el gobernador bonaerense, Daniel Scioli (43% de imagen favorable) y el ex candidato a presidente del Frente Amplio, Hermes Binner (38,5%). En tanto, el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, es el primero de los políticos que posee una mayor imagen negativa que positiva (37,4% y 31,1% respectivamente) y la diputada Elisa Carrió tiene los peores guarismos, con un 64% de imagen negativa.

De acuerdo a este estudio, si las elecciones presidenciales se realizaran hoy, Cristina superaría el 51% de los sufragios, aventajando al segundo (Hermes Binner) por casi 40%. La encuesta  fue realizada entre el 20 y el 24 de abril de 2013 sobre una muestra de 1.204 casos recolectados en la Ciudad de Buenos Aires y partidos del Conurbano de la Provincia de Buenos Aires, Gran Rosario, Gran Córdoba, Gran Salta, San Miguel de Tucumán y Santa Fe, entre otros puntos.

En el otro extremo, según Management  & Fit (consultora que en su historial muestra los registros más desfavorables al oficialismo), más del 60% de la población no quiere que el oficialismo gane las elecciones legislativas; asimismo, el 59,6% desaprueba la gestión, un 29,3%  la aprueba y el 11,1% no responde. Más aún, desde M&F se afirma que "el 37,8% de quienes manifiestan haber votado al oficialismo en la elección anterior hoy no quiere que gane la próxima y el 38,37% de quienes votaron a CFK en 2011 desaprueban su gestión y pasan a conformar un segmento de 'desilusionados'". En este caso, se realizaron 2.000 entrevistas telefónicas en las ciudades más importantes del país entre electores de 16 a 70 años. En cuanto a la expectativa en las elecciones, el 40,1% no cree que el Gobierno logre imponerse en las urnas, pero el 35,4% opina que sí y el 24,5% no contesta. En cambio, cuando se indaga por el deseo, el 61,7% responde que no quiere que le vaya bien a CFK, contra el 22,9% que sí apuesta por ella. El 15,4% no sabe o no opina de la cuestión.

Como se advierte, son dos miradas bien distintas de la coyuntura. La primera sostiene la hipótesis de un desgaste mínimo del oficialismo, e implica que algunos de los hechos políticos más resonantes del último año prácticamente no han erosionado la base electoral del FPV. Los cacerolazos, en esa lectura, son expresiones de sectores que ya eran opositores (o al menos no votantes) del oficialismo en 2011 (en esa línea interpretativa coincidía también la encuesta de CEIS durante el 18-A, según la cual entre los caceroleros de Capital había apenas 4% de votantes de CFK en 2011). En la otra, por el contrario, el escenario es preocupante para el oficialismo, dado que apenas 3 de cada 10 aprueban la gestión y casi 4 de cada 10 votantes de CFK en 2011 estarían ahora “desilusionados”.

Entre esas dos miradas existe, sin embargo, una intermedia: según una encuesta de Ipsos-Mora y Araujo, la imagen positiva de CFK es de 50% (2 puntos porcentuales por arriba de marzo y 6 puntos por arriba de octubre del 2012), con una negativa del 49%, acusando el impacto de las recientes denuncias contra el empresario Lázaro Báez. Fuera de Cristina, los dos dirigentes que encabezan el ranking de imagen pública son Sergio Massa (62%) y Daniel Scioli (54%), que en los hechos no son del riñón  kirchnerista (aunque tampoco abiertos opositores). El trabajo de Ipsos, además, indica que el 36% se muestra dispuesto a votar a un candidato identificado con el Gobierno, contra el 45% que prefiere a un opositor.

viernes, 3 de mayo de 2013

De la protesta social al comportamiento electoral (1)


Cerrábamos la entrada anterior reseñando una encuesta según la cual, dentro de los caceroleros de Capital, apenas 4% admitía haber votado a CFK en las elecciones presidenciales de 2011, de lo que la consultora CEIS concluía que no había una migración del voto importante. Este dato reforzaría la tesis de consultores cercanos al oficialismo, como Artemio López (Equis), según la cual el caudal electoral del kirchnerismo no se vería afectado por los cacerolazos realizados hasta ahora, dado que esas expresiones serían parte del capital político de los candidatos opositores. Recordemos: según la encuesta citada, 29% votaron a Hermes Binner del FAP y un 15,4% a Elisa Carrió de Coalición Cívica, 13% a candidatos del PJ anti K (Alberto Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde), 5,8% a Ricardo Alfonsín (Udeso) y 0,9% a Jorge Altamira del PO. El resto no votó o dijo haber votado en blanco o impugnado su voto (clik para agrandar).

Cuántos puntos electorales son 4% de los caceroleros de Capital es un cálculo tan interesante como inasible; si para simplificar lo hiciéramos lineal, recordemos que en 2011 CFK ganó el distrito capital con 35,42% de los votos (mucho menos que el 54% obtenido a nivel nacional), seguida por Hermes Binner con 27,57%. Si presumimos que un 4% de los votantes de CFK en 2011 están arrepentidos de haberla votado y no la votarían si hoy hubiera elecciones (asumiendo linealmente que la elección legislativa de 2013 es equivalente a la ejecutiva legislativa de 2011, lo cual no es cierto), obtendríamos una merma de apenas 1,42 puntos porcentuales, es decir, mínima (en ese distrito). Sin embargo, luego de entretenernos con estos cálculos, podríamos pensar que esa cifra irrelevante podría engrosarse planteando la hipótesis del voto vergonzante, es decir, que en realidad entre los caceroleros podría haber más de un 4% de votantes de CFK (posibilidad interesante, pero inverificable con estos datos).  

Se puede, sin embargo, ensayar una interpretación alternativa, repasando cuál es el perfil ideológico de los caceroleros estudiados en esa encuesta. Veamos: un 16,6% se autoposicionó como “de derecha”, un  16,8% como “de centroderecha”, un  31,3% como “de centro”, un 14,4% como “de centroizquierda” y un 2,7% como “de izquierda”. Un 18,2% no se identificó con ninguna de las posiciones ideológicas testeadas. De este análisis surge, por encima de la variedad ideológica en primera instancia, un predominio del polo “derecha-centroderecha” (33,4%) que casi duplica al de “izquierda-centroizquierda” (17,1%). ¿Cuántos votantes arrepentidos de CFK puede haber en el polo de centroizquierda? Es una pregunta sin respuesta, pero sí sabemos que entre esos caceroleros Binner (del FAP, etiquetable como centroizquierda) capturó 3 de cada 10 votos y Altamira (del PO, etiquetable como izquierda), captó casi 1 voto.

Por otro lado, ¿cuántos votantes arrepentidos de CFK puede haber en el polo de centroderecha? Otra pregunta sin respuesta, aunque sí tenemos el voto admitido a los candidatos del PJ anti-K como expresiones cercanas a esa ideología: un 13%.

¿Y votantes centristas “arrepentidos” de haber votado a CFK? Aquí la cosa se pone más interesante, porque estamos hablando de un 31% de los caceroleros. Dada las particularidades idiosincráticas de Capital, es muy probable que allí abreve una buena parte del 15,4% que votó a Elisa Carrió y del casi 6% que votó a Ricardo Alfonsín.

Otra pista nos la puede brindar la filiación partidaria de los caceroleros: según el estudio citado, 77,4% de los caceroleros no se identifica con ninguna fuerza política; apenas un 8% se decanta por el PRO (macrismo), 5% con Coalición Cívica (Carrió), 3,5% con el peronismo, 2,4% con la UCR y 1,3% con el socialismo. Nítidamente, se trata de electores no alineados en términos partidarios.