miércoles, 22 de febrero de 2023

Bisagra en el humor social: estado de ánimo y percepciones socioeconómicas, según las últimas encuestas (nota publicada en CBA24N)

En la nota anterior repasamos diversas encuestas que sugieren una persistencia del “efecto mundial” en el humor social, poniendo de manifiesto una inyección de optimismo luego de un largo período caracterizado por un malestar dominante. Otros estudios recientes abonan la hipótesis de una bisagra en el estado de ánimo, como el realizado a nivel nacional por Raúl Aragón & Asociados entre fines de diciembre de 2022 y enero de 2023: 42,3% de los electores dicen que su situación personal es muy buena o buena, vs casi 41% que la califica como mala o muy mala (gráfico arriba). El mismo informe apunta que ese humor social permea en las expectativas: 39,2% cree que su situación personal en un año será muy buena o buena, vs 42,1% que espera que sea mala o muy mala (gráfico abajo).  

Esas tendencias perfilan un empate técnico entre el optimismo y el pesimismo que no es un dato menor, dado que sugieren un malestar en retroceso, elemento que puede impactar fuertemente en la asertividad de las campañas electorales que se desarrollen de cara a las elecciones 2023. Aun aquellas mediciones que siguen mostrando una predominancia de sentimientos negativos cifran la positividad cerca del 40%, como la que surge de una reciente encuesta nacional de Zuban Córdoba (gráfico abajo).  

Se trata de un dato a seguir para la planificación de las campañas del oficialismo y la oposición, dato que aquella que mejor acierte con el tono tendrá más chances de permear en el electorado cuando se acerque el momento de decidir el voto. Un humor social menos crispado y caracterizado por emociones más positivas que negativas puede favorecer mensajes más contemporizadores y moderados, en detrimento de las campañas más negativas.  

Así, un estado de ánimo más favorable podría afectar las precandidaturas de las figuras que apelan a “la grieta” como argumento central de su posicionamiento. Con todo, el “efecto mundial” no tiene una potencia tan fuerte como para diluir la polarización, un dato político fuertemente instalado entre la percepción de los electores: según una encuesta reciente de IPD, 47% acuerda con que el campeonato podría contribuir a la unidad nacional y a una convivencia más pacífica entre los argentinos, mientras que 45% está en desacuerdo; un empate técnico (gráfico arriba). 

Una de las hipótesis planteadas en diciembre pasado era la de un potencial envión del “efecto mundial” a la economía. Respecto a eso, según el informe de IPD esa creencia es acotada en términos perceptivos: 12% cree que el campeonato seguramente mejoraría la situación económica y 11% lo ve probable, lo que suma un techo de optimismo de 23% contra un escepticismo del 62% (gráfico arriba). En tanto, la última encuesta realizada por D´Alessio/IROL sugiere un tímido rebote de la evaluación sobre la coyuntura, con una suba del optimismo de  6 puntos porcentuales respecto a noviembre pasado, pero aun así sigue muy por debajo del pesimismo, que alcanza a 7 de cada 10 electores (gráfico abajo). 


Finalmente, no hay que perder de vista que entre diciembre 2022 y enero 2023, el “metro cuadrado” de muchos electores mejoró por el impacto positivo de los bonos de fin de año. Ese factor se diluye a partir de febrero, con una inflación que dejó de desacelerarse y aparece amesetada en torno al 6% mensual, un nivel muy alto que impide una recomposición del ingreso de los hogares. Si el gobierno no logra optimizar el frente socioeconómico para favorecer una recuperación salarial, difícilmente la mejora del humor social que dejó el cierre de 2022 pueda sostenerse de cara al turno electoral de este año. 

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