
Aprovecho el segundo post de este tema para agradecer comentarios como el de Marina (que quedó asociado al de entrada de espiral del silencio, aunque es pertinente también para el del kirchnerismo salido del placard). Me pareció muy ilustrativa la cita de Slavoj Žižek para conceptualizar la participación de la "moral" cuando se quiere crear un clima de opinión y/o de oposición.
Hilvanamos algunos datos que sustentan esta línea de análisis de un kirchnerismo que sale del placard y es menos vergonzante: la movilización de sindicatos, organizaciones políticas y movimientos estudiantiles que componen la Coalición por una Radiodifusión Democrática (CRD) para reclamar que se aplique la nueva Ley de Radiodifusión, suspendida por una decisión de la Justicia mendocina.
Encuestas: están los números de encuestadores cercanos al gobierno, como Artemio López (que midió el conurbano bonaerense y señaló una intención de voto para Néstor Kirchner del 26%, seguido a mucha distancia por Mauricio Macri, Cobos, Francisco de Narváez y Eduardo Duhalde), Roberto Bacman (quien registra un crecimiento de la aprobación de la gestión presidencial, más que en la imagen) los de Julio Aurelio (de pendular relación con el gobierno) que a nivel nacional reportó casi 24% para Néstor Kirchner, casi 17 para Julio Cobos y casi 15 para Mauricio Macri. Pero también están los de Eduardo Fidanza, de Poliarquía, al que no se puede sospechar de parcialidad a favor del gobierno: este consultor sugirió recientemente revisar la conclusión difundida de que el declive K es irreversible desde junio del 2009 y asegura una derrota en 2011. Según encuestas telefónicas de esa consultora (metodología que a priori no es la más favorable para medir la adhesión a un gobierno enemistado con los segmentos medios de la sociedad) de cada diez argentinos sólo tres respaldan a los K, pero hace apenas tres meses eran dos los que los aprobaban. Otro dato de Poliarquía favorable al oficialismo: en un mes, la gente que cree que la oposición entorpece más de lo que mejora la calidad institucional pasó del 42 al 51%.
Por otro lado, Cobos viene cayendo en las encuestas y le brotan competidores en la UCR y Coalición Cívica; De Narváez batió a Néstor en provincia de Buenos Aires en junio pasado, pero luego se desdibujó por su coqueteo con la postulación a presidente y el impacto de las asignaciones familiares por hijo que el gobierno introdujo post-28 de junio; Macri no arranca y Eduardo Duhalde está anclado al pasado aunque, justo es decirlo, eso también lastra en alguna medida a Néstor Kirchner.
En el plano político, el gobierno, ha logrado articular un nivel de entendimiento con algunas fuerzas de centroizquierda (lideradas por Martín Sabatella), ha dejado que la pelea la lleven adelante escuderos (principalmente el jefe de Gabinete Aníbal Fernández) mientras que Cristina se concentra en la gestión y Néstor testea los beneficios que podría darle ser ungido en la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) en términos de roce internacional, una asignatura en la que el oficialismo viene tratando de mejorar en estos últimos meses.
En lo económico, hay motivos para el optimismo, sobre todo con el telón de fondo de la crisis de 2009 (crecimiento de la actividad, el consumo, buenas chances para el canje y mejora de la expectativa económica en los índices privados del Instituto Di Tella, la escuela de Economía de la UCA y TNS Gallup) pero aparece también una amenaza fuerte (inflación).
Perspectivas: en la entrada anterior relacionada habíamos especulado con que la espiral desfavorable al gobierno ya había escalado hasta un tope y que probablemente estaba en su techo, hoy traducible a una imagen negativa del gobierno que oscila entre 60 y 70 por ciento en el promedio de las encuestas nacionales. Esto, en un contexto en el que se registran desplazamientos de opiniones negativas a regulares, y de regulares a positivas, de lo que resulta un ascenso de la aprobación al gobierno y un descenso relativo del malestar.
Claramente, la apuesta del gobierno es que la aprobación se traduzca en algún momento en un 40% de intención de voto, lo que le aseguraría a Néstor un triunfo en primera vuelta, en caso de que ningún candidato de la oposición llegue a 30 por ciento. El objetivo K es eludir una segunda vuelta que sería a priori irremontable, tal como le pasó a Carlos Menem en el 2003. En síntesis, hay motivos para que el kirchnerismo sea menos vergonzante, pero no parecen suficientes para que sea exultante.
Aun así, cabe preguntarse: si el respaldo trepó del 20 al 30 por ciento en 3 meses, como midió Poliarquía, ¿se trata de un movimiento efímero o puede constituir una tendencia firme?