viernes, 1 de octubre de 2010

Otra vuelta de tuerca sobre el destino sudamericano



Con el antecedente del golpe de Estado que sufrió Honduras el 28 de junio del año pasado, la comunidad internacional reaccionó con rapidez a la sedición policial en Ecuador, con mensajes de apoyo a la democracia desde diversos países y un protagonismo especial de la UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas), con la presencia de varios jefes de Estado de América Latina que llegaron a Buenos Aires a pocas horas del ataque y secuestro contra el presidente Rafael Correa.

Felizmente, en Argentina esto fue destacado tanto por miembros del gobierno -como el canciller Héctor Timerman, que resaltó la “demostración de unidad” de los presidentes de la Unasur frente al desafío de terminar con el golpismo en América Latina -como por referentes de la oposición, como el presidente de la Unión Civica Radical, Ernesto Sanz, quien recalcó “el respaldo unánime, rápido e inmediato” de los presidentes de los países latinoamericanos y el hecho de que “los que siguen pensando que pueden llegar al poder por vías no democráticas son una minoría absoluta”.

Esto es bueno, ya que la defensa de la democracia es un valor que está por encima de las diferencias políticas e ideológicas. Debe ser una política de Estado, tanto fronteras adentro, como en la articulación con los demás países de la región. En ese sentido, en la "Declaración de Buenos Aires sobre la situación en Ecuador", los mandatarios se pronunciaron por la inclusión de "una cláusula de democrática" en los reglamentos de la Unasur, en la próxima reunión del bloque que se realizará el 26 de noviembre en Guyana: su ítem principal expresa que las naciones de la Unasur "rechazan enérgicamente y no tolerarán un nuevo desafío al orden institucional ni intento de golpe al poder civil legítimamente elegido" y advierten que "en caso de nuevos quiebres del orden adoptarán medidas concretas e inmediatas tales como cierres de fronteras, suspensión del comercio, del tráfico aéreo y de la provisión de energía y otros suministros".

En su carácter de secretario de la Unasur, Néstor Kirchner rechazó las "presiones y amenazas" contra el orden constitucional en Ecuador y manifestó "el firme compromiso y la más absoluta solidaridad del bloque regional" con el presidente Correa, en tanto que el canciller Héctor Timerman expresó su "compromiso solidario y activo para el gobierno democrático" de Correa: "no podemos permitir en Ecuador lo que sucedió en Honduras ...) Honduras es el límite", dijo en alusión al golpe cívico militar que sufrió el año pasado el presidente Manuel Zelaya.

Recientemente, el presidente de Honduras Porfirio Lobo admitió haber recibido amenazas de un nuevo golpe de Estado. "Algunos piensan que me van asustar, me amenazan y ofrecen hasta pijamas”, dijo Lobo, rememorando la forma en que fue sacado del país su predecesor Zelaya, hecho que en su momento Lobo como precandidato a la presidencia calificó como un “empujoncito”, minimizando lo que fue un golpe de Estado (de hecho, Lobo no ha sido reconocido como presidente legítimo por la Unasur, ya que los países de la región entienden que es un presidente surgido de una elección irregular por la interrupción del mandato de un presidente constitucional).

En varias ocasiones Lobo anunció que había recibido mensajes telefónicos donde se le sugería que comprara pijamas, aunque nunca se refirió a nombres específicos. Pero la más reciente amenaza surgió después del conflicto que se dio por la asignación de la frecuencia televisiva del gobierno, que era disputada con el empresario Elías Asfura. La controversia sobre la frecuencia del canal 8 se remonta a 2007, cuando la Comisión Nacional de Telecomunicaciones se la concedió inicialmente al empresario Elías Asfura, pero luego fue asignada al Estado por el Congreso Nacional se le ofreció otra al empresario en cuestión, el cual manifestó su negativa de negociar otro canal.

Llamativamente, en los últimos meses, el presidente de Ecuador Rafael Correa avanzó en una ley de medios rechazada por la prensa (con la que viene teniendo mala relación y a la que acusa de responder a intereses bancarios) y por algunos sectores intelectuales de Ecuador. Ese país no es el único donde hay serias fricciones entre el poder mediático y el poder político: el caso de Argentina es harto conocido para abundar aquí, y otro tanto puede decirse de Venezuela con Chávez.

Brasil, que está por elegir al sucesor de Lula Da Silva este domingo 3 de octubre, es otro claro ejemplo. El presidente brasileño, que recientemente acusó a la prensa de "partidismo editorial" en favor del candidato opositor José Serra, volvió a cargar recientemente contra los medios de comunicación por "inventar" lo que publican, aunque afirmó que ya no tienen poder sobre un pueblo que "distingue qué es verdad" y no se deja manejar como hace 30 años. Centrales sindicales y movimientos sociales de Brasil también se han manifestado en contra del sesgo de ciertos medios en la cobertura de las elecciones de este año.

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