jueves, 14 de septiembre de 2017

Dinámica electoral de las PASO al 22-O y de cara al 2019

Con Cambiemos consolidado como primera minoría en las PASO y también de cara a octubre, la manera en la que el espacio pan-justicialista procese su reorganización y búsqueda de liderazgo hacia el próximo turno electoral del 2019 resulta clave para el análisis (ver arriba mapa de distribución de distritos en las PASO 2017, que distingue aquellos donde se impuso Cambiemos de aquellos donde se impuso el espacio pan-justicialista; click para agrandar). Según el politólogo Julio Burdman, "el peronismo rebotó en estas PASO y ahora empieza a subir. En primer lugar, porque no perdió votos. La suma de todas las listas en las que participó el PJ o los partidos kirchneristas da un 42%. Pero incluso si querés discutir la pertinencia de todo ese agregado y sacar algunos casos 'polémicos', está en alrededor del 40% a nivel nacional, que es el nivel histórico. Sin incluir al massismo, claro. Además, en más de la mitad de las provincias, peronismo y kirchnerismo fueron unificados", agregó.

Aún con el resultado de octubre pendiente, Cristina Fernández apuesta a hacer valer su caudal electoral en las PASO, casi 3.330.000 votos en provincia de Buenos Aires y casi 2.600.000 de Unidad Ciudadana y frentes aliados en el resto del país. Eso suma más de 5.900.000 votos a nivel nacional, el segundo volumen electoral detrás de los casi 8.700.000 de CambiemosEn ese marco, la ex presidenta considera que su caudal, más la mala performance de figuras emblemáticas de la liga de gobernadores del PJ contrarias a su figura, la perfilan como la dirigente con más chances de liderar la oposición a Cambiemos. La lectura de CFK es que de las PASO (y muy probablemente en octubre) saldrán reforzados dos modelos bien antagónicos: el de Cambiemos y el que ella propone. Según Jorge Fontevecchia, “Cristina Kirchner piensa que Macri, más tarde o más temprano, fracasará estrepitosamente porque el modelo económico que aplica es equivocado, en algún momento se va a quedar sin financiamiento externo por algún vaivén internacional que pueda suceder y cuando eso suceda habrá un colapso. Y quedará demostrado que este modelo económico tiene los mismos problemas que tuvieron otros modelos anteriores, similares a este. Entonces ella será candidata y será electa presidenta como representante de la oposición más extrema a este modelo”

En ese marco, CFK apuesta a que los votos de otros opositores menos nítidos irán convergiendo hacia ella en la medida en que los efectos políticos y socioeconómicos netos del modelo Cambiemos vayan dejando atrás a muchas de las expectativas de mejoría que auparon a Mauricio Macri a la presidencia en 2015 y que le permitieron lograr en las PASO una diferencia mínima por debajo de ella en provincia de Buenos Aires. Respecto a este punto, el consultor Ricardo Rouvier evaluó que “tomando zonas pobres del GBA y del interior del país, se ha registrado un rechazo a Cambiemos menor que lo que la simple lógica económica y sociológica señalaban. Esta afirmación está a contramano de lo que muchos suponían; que en esta oportunidad, y por ese motivo se castigaría al gobierno. Bueno, no es tan así, y las encuestas que señalan generalizada disconformidad con el estado socioeconómico, cosa que es cierta, al desmenuzar la orientación electoral, vemos que intervienen otros factores como neutralizadores o la esperanza al renovar el crédito al gobierno. Pero, la esperanza no es eterna y requiere contar con realidades tangibles a corto o mediano plazo. Es verdad que la mayoría votó preocupada o disconforme con el estado de su economía personal, y espera que la recuperación se produzca”. CFK cree que eso no sucederá, sino al contrario: que habrá expectativas defraudadas y un consiguiente malestar que un opositor nítido como ella (no moderado, ni una figura nueva o de la “tercera vía”) estará en condiciones de capitalizar política y electoralmente.  

Cristina Fernández también tiene en mente su seguro ingreso al Senado nacional: aun si fuera derrotada por Esteban Bullrich en octubre, entraría a ese cuerpo por la minoría. Al mismo tiempo, Sergio Massa quedará fuera de la disputa por el Senado y terminará su mandato en la Cámara de Diputados, lo que mermaría sus chances de pelear por el liderazgo opositor. Se descuenta que el ingreso de la ex presidenta daría otro tono a los debates y a la disputa por la gobernabilidad, agregando peso a su ya fuerte centralidad política en la agenda, pese al embate judicial que enfrenta desde hace tiempo y que se agudizaría. Con referentes alternativos del espacio pan-justicialista debilitados y con otros más propensos a negociar con Cambiemos que a ser opositores netos, más la magra performance de  “terceras vías” como el socialismo en Santa Fe (con el ex presidenciable Hermes Binner) y Evolución en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la tesis de CFK es que la pelea hacia 2019 se perfila hacia una nueva polarización. Si bien será el centro el que definirá la balanza (como en 2015), la convergencia se realizará en torno a dos posiciones antagónicas: Cambiemos como la síntesis del antikirchnerismo y el kirchnerismo/FPV o bien Unidad Ciudadana como la posición más nítidamente opositora al oficialismo.  Así, CFK cree (y también apuesta a) que los matices, los grises y las posturas del “peronismo republicano” no podrán contrapesar el volumen de los dos polos más nítidos: Cambiemos obtuvo en las PASO del 13 de agosto casi 36% del total de votos nacionales, mientras que el polo K/PV/UC y aliados alcanzó 24,5%, ambos muy por encima de todas las demás expresiones políticas. En ese marco, la hipótesis (y la voluntad de poder) de CFK estriban en que el proceso sociopolítico y socioeconómico que lleva adelante el gobierno de Cambiemos, articulados con la “física” de la fortaleza relativa y la correlación de fuerzas de los respectivos espacios político-electorales desembarcarán, “durkheimianamente”, en una nueva polarización de cara al 2019. 

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