miércoles, 2 de agosto de 2023

Nota en La Nueva Mañana

 En la cancha se ven los pingos: la pregunta de la que nadie tiene respuesta

Ed Impresa 28/07/2023 Por César Pucheta
Las elecciones provinciales marcan el ritmo de un calendario electoral que reparte flores y palazos para todos los sectores. ¿Se puede proyectar a partir de los resultados provinciales?


Las elecciones cordobesas pusieron a Daniel Passerini en los canales de todo el país. La voz del intendente electo empezó a sonar en las radios de las provincias argentinas que lo llamaban para que les explicara las razones por las que la plana mayor había viajado, confiada, a Córdoba y por qué Martín Llaryora había atacado a “los pitucos de Recoleta” con tanta vehemencia. Su nombre se convirtió en tendencia, casi de la misma forma en que en la semana previa se había viralizado la imagen de Maximiliano Pullaro, ganador de la interna de Juntos por el Cambio en Santa Fe. 

Córdoba, con características especiales

“No hay una traducción directa del resultado de elecciones provinciales a la contienda nacional, principalmente porque los sellos no son necesariamente los mismos ni tampoco los nombres”, dice Norman Berra. Sin embargo, advierte, “los resultados de las elecciones distritales sirven de referencia para las listas nacionales cuando los frentes que se imponen en una provincia están alineados con las alianzas a nivel país”.

El analista de opinión pública toma el caso de nuestra provincia para señalar las características especiales que, puntualmente, complejizan la proyección nacional del resultado. “En 2019 el contundente triunfo de Hacemos por Córdoba carecía de una referencia nacional, por la falta de una lista presidencial, este año el “cordobesismo” sí tiene un precandidato a presidente, que es el gobernador Juan Schiaretti”, recuerda. “Así, mientras en 2019 Córdoba se dividió 60-30 entre Juntos por el Cambio y el Frente de Todos, este año las fuerzas que expresaron esa “grieta” tendrán dos rivales de peso: uno de ellos, el propio gobernador. Por eso, es factible que ambos frentes nacionales retrocedan respecto a su resultado de hace cuatro años”, dice tomando como base algunas de las fotos probables que ya empiezan a mostrar el humor social de la provincia. 

También mirando Córdoba, por cercanía y por lo impactante de los movimientos, también surge la pregunta respecto a la visita de los candidatos nacionales recorriendo las provincias después de cada domingo electoral. Casi siempre cuando hay una victoria, o cuando se supone que va a haberla. Un ejemplo de ese tipo de movimientos, quizás el más claro, puede encontrarse el pasado domingo 11 de junio, cuando con Patricia Bullrich celebrando la victoria de Alfredo Cornejo en Mendoza (que enfrentó en la interna a Luis Petri, que luego se convirtió en el precandidato a vice de la jefa amarilla), y Wado De Pedro, todavía precandidato, acompañando a Osvaldo Jaldo y Juan Manzur en Tucumán, Horacio Rodríguez Larreta se subió a un avión, visitó a Valdes en Corrientes, amagó a pasar por los la zona cordillerana pero ante el resultado en San Luis, cambió la hoja de ruta para ir a abrazar a Claudio Poggi.  

“Los resultados de los aliados provinciales no se traducen directamente en votos de sus referentes nacionales”

“Ese tipo de movimientos sirve para ir creando un clima de fortaleza y para movilizar voluntades, aunque tiene un impacto limitado en la medida en que los resultados de los aliados provinciales no se traducen directamente en votos de sus referentes nacionales”, dice Berra y agrega: “Una seguidilla de victorias galvaniza, mientras que una serie de derrotas desmotiva y puede sembrar dudas sobre la gobernabilidad de un precandidato nacional”.

El caso más emblemático, en ese nivel de análisis es el de Javier Milei. Todos los candidatos que se referenciaron con su figura obtuvieron resultados demasiado pobres en cada una de sus presentaciones. El mejor resultado distrital de un candidato del referente de La Libertad Avanza fue el de Martín Menem, en La Rioja, que consiguió casi el 15 por ciento de los votos. Con ese apellido, en esa provincia, ese resultado fue asumido como una catástrofe electoral. Con argumento híper liberal, Milei suele defenderse diciendo que es él quién despierta la simpatía en el electorado y que todo cambiará cuando su cara aparezca en la boleta. Debe hacer referencia a su cara apareciendo en el centro de la boleta, porque en las elecciones de San Juan apareció en tres boletas diferentes. Y entre todos los candidatos no superaron el 3 por ciento de los votos. 

El caso del libertario es efectivamente inverso al que presenta a referentes nacionales subiéndose a las victorias provinciales, incluso a aquellas a los que los propios ganadores no están del todo convencidos de invitarles. Milei pierde y se quiere despegar enseguida. A su favor, todavía no tuvo una fallido como el de Juntos por el Cambio la semana pasada. En su contra, hay que aclarar que es difícil asegurar que no lo tuvo porque no quiso. Lo cierto es que no pudo ni si quiera intentarlo.

Bullrich, dos campañas y dos derrotas en menos de un mes

Berra advierte que la política también tiene una dimensión simbólica, y reconoce que una foto de una derrota puede tener un impacto negativo, sobre todo tan cerca de las elecciones, como es el caso de Córdoba, donde se da la particularidad que la candidata que aparece arriba de la interna en las encuestas visitó dos bunkers distintos y se subió a dos campañas que le sumaron dos derrotas en menos de un mes. Larreta, al menos, no estuvo la noche en la que perdió Luis Juez, quizás asumiendo sus culpas por haber intentado sumar a Schiaretti a la alianza nacional opositora. Todavía hay quienes se lo facturan. 

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