sábado, 3 de diciembre de 2011

Desarrollo y reducción de la pobreza (1)


La ONU dio a conocer recientemente su nuevo Índice de Desarrollo Humano, con Noruega en el primer puesto y nuestro país ubicado entre aquellos con mayor desarrollo humano, en el puesto 45° lo que lo posiciona entre las naciones calificadas con una nota "muy alta", sólo superado en la región por Chile, que ocupó la 44° ubicación. Dicho ranking considera datos estructurales como esperanza de vida de las personas al nacer, los años promedio de instrucción y el ingreso del PBI per cápita. A nivel regional, Uruguay se ubicó en el puesto 48°, Venezuela 73°, Perú 80°, Ecuador 83°, Brasil 84° y Colombia 87°, todos en el segmento de "desarrollo alto". Por contrapartida, los más desfavorecidos son Paraguay (107°) y Bolivia (108°), posicionados entre las naciones con "desarrollo humano medio". Por otro lado, el informe remarca que América Latina sigue siendo una de las regiones más desiguales.

En los últimos meses, la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) destacó en más de una oportunidad avances sociales logrados en Argentina en los últimos años. Un primer informe remarcó positivamente las políticas sobre protección social, salud y educación aplicadas por el gobierno nacional, en particular la Asignación Universal por Hijo (AUH), remarcando que la misma “ha tenido un impacto positivo en la reducción de la indigencia y la pobreza”. El reporte titulado “Protección Social en la Argentina” apunta que “el recorrido realizado por las transformaciones y rasgos actuales de la oferta de programas y políticas de protección social en la Argentina da cuenta de múltiples avances en tiempos recientes, así como de importantes retos de cara al futuro” y destaca que la política económica del gobierno nacional reactivó la producción industrial haciendo descender así el desempleo: “este aumento de la ocupación, fuertemente asociado al crecimiento económico que se puso de manifiesto con fuerza a partir de 2003, ha estado acompañado también de una importante recomposición del salario real promedio y de la ocupación de la mano de obra”. Según el organismo, eso ha permitido el desarrollo de una “incipiente, pero no por eso menos robusta matriz de protección social (...) “constituye una base sólida para el futuro”.

La entidad relevó el impacto concreto y los cambios producidos a partir de los programas y políticas relacionados con la previsión social, como la AUH, la cobertura y el gasto en salud y educación, entre otras intervenciones estatales de protección social (como el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y la oferta de microcréditos y programas orientados a incrementar la cobertura de servicios como agua potable y cloacas). Respecto a la AUH, el informe afirma que “ha tenido un impacto positivo muy significativo en la reducción de la indigencia en los niños y adolescentes y, en menor medida, sobre la pobreza: alrededor de un 65% de los niños y adolescentes lograría salir de la situación de indigencia, y un 18% superaría la pobreza al percibir este beneficio de seguridad social no contributiva”.

En cuanto a la salud, ese informe le dedica especial atención al Programa Remediar (vigente desde 2002) del cual estima que provee cobertura con medicamentos esenciales aproximadamente a "15 millones de personas, lo que representa algo más del 41% de la población del país”. Sin embargo, el documento también plantea desafíos y materias pendientes, como por ejemplo la fragmentación en tres subsistemas de salud (público, de seguridad social y privado) que dificulta la construcción de un “seguro colectivo que logre aumentar la cobertura y equidad (social y territorial) del servicio”. Respecto a la educación, el organismo considera como mayor desafío la retención de los estudiantes de menores recursos, particularmente en la secundaria, así como mejorar la calidad del sistema a partir de la extensión de la jornada escolar, priorizando las zonas de mayor vulnerabilidad social.


Otro informe de Cepal, titulado "Panorama Social de América Latina- 2011" destacó que Argentina fue el país de la región que mostró mayor reducción de la pobreza entre el 2002 y el 2010 gracias a la complementariedad entre el fuerte crecimiento de su economía (como factor principal) y distribución de la riqueza (en segundo término): de acuerdo al estudio, los niveles de pobreza cayeron 36 puntos porcentuales; le siguió Perú (con un descenso de la pobreza de 23,8 puntos porcentuales) y Venezuela (-20,8 puntos) . Según el organismo, a nivel regional la reducción de la pobreza se patentizó en un crecimiento de los ingresos medios.

La secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, destacó que "la pobreza no solamente se ha reducido adicionalmente, sino que lo ha hecho con mayor énfasis redistributivo". En el caso argentino, el estudio enfatiza que el descenso de la desigualdad en el período analizado está asociado a la reducción de la desigualdad en el ingreso laboral. Para esa mejoría resultaron determinantes el alza del ingreso mínimo y "el aumento de ingresos no laborales entre los hogares más pobres, básicamente en lo que respecta a un mayor acceso a beneficios jubilatorios, el aumento de las jubilaciones mínimas y la extensión de los programas sociales".

Sin duda, como hemos analizado antes en este blog, la combinación de reactivación económica, descenso del desempleo y aumento del consumo han sido factores decisivos en el éxito electoral del kirchnerismo. Los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-07) y Cristina Fernández (2007-11) conforman un ciclo político conjugado con un ciclo económico, combinación que ha recreado la posibilidad de un ascenso social relativo que no sólo se patentiza en los datos "objetivos" o duros del consumo de diversos bienes sino también a nivel "subjetivo" o perceptual. Eso permite entender porqué, aunque la tasa de pobreza según estimaciones privadas se ubica en torno del 20%, simultáneamente nueve de cada 10 argentinos afirman ser (en rigor, se sienten) de clase media, de acuerdo a diversas encuestas. Para sociólogos y analistas de consumo, la clásica aspiración de movilidad social ascendente sigue vigente y se ha revitalizado durante estos años, con el consumo como comportamiento que reafirma la sensación de progreso personal y familiar. Entre 2003 y 2011, el modelo K hizo foco en estimular el crecimiento económico para ampliar la base de la población (y con ello la masa electoral) con acceso a la compra de bienes durables, dejando afuera de la política económica las metas inflacionarias ("inflation targeting" en la jerga ortodoxa). De cara a la nueva etapa del kirchnerismo, que en lo formal comienza dentro de una semana pero que en la realidad empezó el 24 de octubre (el día después de la reelección) el desafío es, dadas las materias pendientes en pobreza e inclusión social, cómo se recreará el modelo con "sintonía fina" para las variables domésticas y a la vez capacidad de adaptación a un contexto internacional volátil.


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