martes, 17 de julio de 2012

Ganancias y los desafíos de la puja distributiva



A pedido del público, dedicamos una entrada más a este tema y vamos trazando hilos conductores hacia los post siguientes. Procuraremos atender algunos requerimientos y profundizar el debate, considerando valiosos aportes recibidos al respecto. 


Un punto de debate planteado por algunos lectores respecto al tratamiento del tema en la entrada anterior apunta a que cobrar el impuesto a las ganancias a asalariados que en realidad no ganan demasiado (o no perciben rentas extraordinarias) sólo puede defenderse mediante "cabriolas lógicas" . Respecto a este punto, opinamos en sentido contrario que, tal como Treber lo reseña, ese tributo está concebido no en Argentina sino en todos los países en los que existe para que lo paguen aquellos que se ubican en la pirámide superior de los ingresos, inclusive los asalariados (aunque en Argentina la alícuota más alta del impuesto a las Ganancias es de 35% anual sobre el excedente del mínimo no imponible, menor a otros países). Es decir, no existe un tratamiento diferencial de esos casos, como el que reclaman quienes cuestionan la medida. 


Una segunda crítica se refiere a que es una "treta sucia" plantear el reclamo como si fuera el de una clase media "egoísta" a la que no le importan los "pobres". Respecto a esto, discrepamos, ya que la valoración del tema por nuestra parte no es moral sino que hace hincapié en lo técnico y fundamentalmente, en la inconsistencia conceptual que reside en defender una orientación de política social a la que por un lado se reconoce como superadora respecto de gobiernos anteriores (aunque con claras falencias) y a la vez pretender recortar una fuente importante de recursos para el sostenimiento de la misma.


Con todo, coincidimos en que el gobierno tiene limitaciones para controlar la inflación (esto resulta más que evidente) mientras que por el contrario elevar el mínimo no imponible sí es una medida que podría tomar de manera directa para beneficiar a ese 19%. El tema es evaluar el impacto de esa medida en el actual contexto (recordemos que todos los años el gobierno aumentó el mínimo no imponible, excepto en el 2009, por la crisis). Un desacierto en este sentido sería muy riesgoso, ya que el beneficio podría quedar acotado a ese 19% sin efecto de "derrame" positivo en el resto de los actores de la economía, y eso profundizaría la inequidad (como lo ilustramos en la entrada anterior de este tema, citando estudios al respecto). Veamos otros cálculos: según el análisis de los economistas del Concejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, el costo fiscal de incrementar 25% el mínimo no imponible sería de 4.782 millones de pesos, lo que representa un 0,89% de la recaudación total de 2011 y el superávit de ese año (4.920 millones de pesos). Si la decisión se tomara en 2012, el costo fiscal sería de 5.654 millones de pesos, profundizando el rojo fiscal. Asimismo, eliminar directamente el Impuesto a las Ganancias de 4º categoría implicaría 25 mil millones de pesos extra que la Nación “perdería”, o sea, un 4,66% de la recaudación total, todo esto en un año más que complicado. 


En este marco, la única posibilidad para que la Nación no acuda al expediente de excepcionalidad de la crisis que aplicó en 2009 (el año en que no se retocó el mínimo no imponible) es que las previsiones del segundo semestre sean de una franca recuperación (con lo cual se podría elevar el mínimo, apostando a que los recursos que se resignen por esa vía podrían resultar compensados por otra).


Y esto nos lleva a otro pedido de los lectores, relativo a los conceptos de regresividad vs. progresividad. Para plantearlo de manera bien sencilla, se consideran regresivos aquellos impuestos que gravan más a los que menos tienen (el ejemplo más claro es el IVA del 21%, un impuesto indirecto que paga por igual un pobre que un rico cuando consume, por ejemplo, alimentos, pero que proporcionalmente grava más al pobre porque en su canasta de consumo los alimentos pesan más de lo que inciden en la canasta de consumo del rico) mientras que se consideran progresivos aquellos que gravan más a los que más ganan o los que más tienen (por ejemplo, impuestos directos como Ganancias o el Impuesto a la riqueza; a propósito, el presidente francés Hollande ha propuesto un impuesto extraordinario del 75% a quienes ganen en ese país más de un millón de euros al año, a partir del año que viene y mientras dure la crisis; puedo imaginar los titulares que aquí merecería una medida en ese sentido, vista la inclinación vernácula a hablar de tributos "confiscatorios" y "distorsivos").


Insistimos, entonces, en que la discusión por Ganancias es inseparable de la puja distributiva, elemento permanente de la economía que tiende a agudizarse en los años de crisis, panorama que no es exclusivo de nuestro país. Sin ir más lejos, el gobierno de Brasil enfrenta una ola de paros por parte del sector estatal, a lo que se ha sumado (sugestiva coincidencia) un llamado al paro por parte de los camioneros de ese país. En próximas entradas, profundizaremos en este tema y también en las implicancias que puede tener la fractura de la CGT en términos de la puja distributiva.

4 comentarios:

  1. Estimado Norman: insisto en el argumento porque, tal como planteás el asunto, se percibe un fuerte sesgo. Dicho sesgo se muestra principalmente en el hecho de que siempre planteás las discusiones sobre la base lisa y llana de los recursos que faltarían si se eliminara el impuesto a las ganancias sin más o si se elevara el mínimo no imponible. Imposible extraer desde un encuadre semejante algún tipo de consenso sobre la legitimidad del impuesto tal como está planteado. Sucede que el kirchnerismo está acostumbrado a discutir con la derecha, con el conservadurismo recalcitrante, ese mismo que tiempo atrás consideraba que el gravamen sobre una renta extraordinaria era confiscatorio (ambos nos referimos implícitamente a la 125). Pero aquí yo te discuto sobre legitimidad no desde la derecha del kirchnerismo, sino desde la izquierda. Insisto sobre algo que nunca has comentado convenientemente: lo injusto que es que un salario de $6000 pague ganancias. Ahora bien: la salida que frente a eso propondría, creo yo, una izquierda progresista consistiría en TENER LA VOLUNTAD POLÍTICA de ir a buscar esos recursos a otro lugar (y convengamos que, entre socios del gobierno, no socios pero cuyos intereses vaya a saber por qué no han sido tocados todavía, jueces insolidarios, etc. lugares a los que acudir SOBRAN). Por lo tanto, tu intento de enfrentar la crítica a los cuernos de un dilema (que alguien que gana 6000 pague es más o menos malo, pero que no pague es peor) se supera saltando entre los cuernos del dilema. No hay por qué aceptar los términos en los que planteás la discusión. No se trata de dejar de recaudar, sino de atenuar la presión impositiva que a lo largo de toda su historia ha soportado la clase media en este país. Pero claro, es más cómodo extraer los recursos de quienes no tienen ningún tipo de poder (más que su voto, pero estamos hablando del 19% de los asalariados, así que tampoco es tan dramático si se pierde algo de ese caudal electoral, ¿no?). Pues bien, esa comodidad del gobierno, molesta...

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  2. Estimado Enrique, creo que no estás considerando que el impuesto escala según el ingreso y que el tope del 35% aplica a quienes ocupan la cúspide de la pirámide. No son 6.000 pesos, sino 6.000 de neto, o sea que estamos hablando de sueldos mayores. Por ejemplo, un sueldo de 8.000 pesos paga el 9% de la escala, mientras que uno de 12.000 pesos, paga el 23%, uno de 15.000 pesos paga el 31%, etc. ( de ahí su "progresividad). Coincido con vos en la importancia de la voluntad política de ir a buscar recursos a otras fuentes, pero vos sabés tan bien como yo (de hecho lo planteamos en un blog anterior) que los impuestos progresivos son más difíciles de recaudar y más fáciles de evadir (y eso pese a los esfuerzos de este gobierno en esa materia, reconocidos incluso por Zlotogwiazda, a quien no podemos sospechar de ser complaciente con los K). Ningún gobernante responsable en tiempo de crisis resignaría recursos tributarios sin estar seguro de que lo que resigna por esa vía lo puede compensar de otra manera, me parece que en estos temas se aplica el teorema Baglini (mientras más lejos del poder se está, más audaces son las propuestas). Citás el caso de los jueces insolidarios, pero si el gobierno avanza en hacerles pagar Ganancias seguro se activarán las críticas ("ataque a la independencia de la justicia, fin de la intangibilidad, etc.) y los reflejos corporativos (la Corte elude una acordada sobre el tema). En fin, no creo que sea simplemente una cuestión de comodidad, sino algo bastante más complejo. Saludos y gracias por aportarle altura al debate!

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  3. Estimados: seguramente la opinión de quien les habla es a la opinión del señor Treber lo que el pedo de una mosca es a un huracán, pero permítome disentir en cierta forma con la opinión de que dicho tributo debe gravar ingresos sin distinguir si son ganancias o salario. Porque no es lo mismo ganancia que salario. Ganancia es la renta que dá un capital determinado, mientras que salario es contraprestación que recibe el trabajador por el tiempo de vida entregado. El trabajador sólo tiene su propio cuerpo y su porpia vida como herramienta para subsistir y por eso recibe un salario de carácter alimentario. El capitalista está en posición de ventaja respecto a aquél, y esa posición de ventaja amerita el cobro de un impuesto especial. Sólo si el salario es de un monto o entidad tal que excede con creces las necesidades alimentarias puede pensarse en gravarlo con un impuesto por ello. Y por ello, debería haber siempre una correlación entre el aumento de los índices salariales y el aumento de la base imponible. El hecho de que esto no haya sucedido y gente que antes no tributaba ahora lo haga es lo que configura una ilegitimidad en la situación.
    Es cierto que no es una ilegitimidad gravemente confiscatoria como para producir las declaraciones del tipo que se han escuchado, pero debería prestarse atención a este tipo de cosas.
    Regresividad y progresividad pueden verse de distintas maneras. Si comparamos asalariados con bajos ingresos que no tributan y con altos ingresos que sí tributan, el impuesto es progresivo. Pero si comparamos asalariados que tributan con empresarios que explotan actividades que NO tributan, el impuesto es regresivo.

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  4. Hola Mariano! Bienvenido tu aporte, e independientemente de los pergaminos de cada uno, este blog gana en calidad cada vez que alguien, como vos, opina y comenta con altura y capacidad de argumentación. En gran parte, concuerdo con tu análisis, que tiene (me parece, bah) una base marxista (la idea del trabajador dueño de la fuerza de trabajo vs la del capitalista dueño del medio de producción, etc.). También creo que las declaraciones en contrario han sido excesivas... de todos modos, creo que el espíritu de este gobierno es aumentar la base imponible (si bien por debajo del aumento de índice de precios), salvo los años de crisis (como sucedió en 2009). Veremos si en el segundo semestre lo hace, lo que podría indicar quizá que se maneje un escenario de que lo peor de la crisis pasó. Saludos y gracias por contribuir al blog, que como reza la declaración de inicio apunta a ser un foro de intercambio de puntos de vista!

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