martes, 3 de septiembre de 2013

Lo que dicen los sondeos (2)

En provincia de Buenos Aires, el resultado de las Paso dejó una luz en el túnel para el kirchnerismo, pese a la derrota propinada por Massa a Insaurralde: a las listas locales del Frente Renovador se les drenaron votantes, en comparación con la más rendidora lista a diputado nacional del tigrense. Ese fenómeno se dio incluso en la primera sección electoral, donde Massa batió categóricamente al FPV: allí la nómina de legisladores provinciales del FR obtuvo 93.562 sufragios menos que Massa, es decir, perdió 6,8% de adhesiones, registrándose además un voto en blanco más alto en ese tramo de la boleta. Esa fisura es una de las claves a partir de las que en estas semanas el kirchnerismo apuesta a acortar la brecha con Massa, barriendo el territorio de esa decisiva provincia y aceitando el armado político.

El oficialismo se esperanza en poder mejorar el resultado en el primer cordón, donde en las Paso perdió (excepto en La Matanza) en todos los municipios pegados a Capital Federal. Un recurso central de la campaña será gestión política oficial con anuncios de obras y recursos, protagonismo de Insaurralde y Scioli y un mayor esfuerzo de los intendentes leales. El dispositivo de ingeniería electoral territorial se completa con medidas tomadas al calor de la agenda económica y social de discusión con empresarios y sindicalistas puesta en marcha por la presidenta, una suerte de remake de los acuerdos impulsados en 2009 después del magro resultado de las legislativas de junio de ese año (que, sin embargo, fueron mejores que los de las Paso para el oficialismo).

En esta línea entran los cambios de tono de la campaña oficialista, que acusan giros sobre ejes que antes el kirchnerismo planteaba como indiscutibles: reapertura del canje de bonos como medida preventiva ante un posible revés en la Corte de Nueva York, demorado aumento del mínimo no imponible y de las asignaciones familiares y reconocimiento oficial (por boca de Sergio Berni, Daniel Scioli e Insaurralde) de que la inseguridad no es una “sensación” sino un problema serio, con el consiguiente desplazamiento de fuerzas al conurbano bonaerense.

¿Pueden rendir electoralmente estos giros del oficialismo? Según el consultor Federico González, “tras las primarias en Buenos Aires, el oficialismo, confundido, primero ignoró la derrota y luego desconoció a los ganadores, a quienes sindicó como suplentes, mientras desafiaba a debatir a los titulares, quienes detentarían el poder real. Adicionalmente, se cuestionó la voluntad del electorado opositor, al cual se amonestó por alentar intereses ajenos al pueblo. Las encuestas revelaron luego que la brecha entre Sergio Massa y Martín Insaurralde se expandía hasta 18 puntos. Una semana después, una Presidenta que parecía haber recobrado la mesura y la racionalidad política anunciaba la suma del mínimo no imponible; medida que beneficia a millones de asalariados. Las encuestas muestran ahora que la brecha descendió a 13 puntos (43% vs. 30%).”

El descenso de la brecha, de acuerdo a esta encuesta, es palpable, pero la diferencia que obtiene Massa sigue siendo categórica sobre el FPV. Aquí entran a tallar otros elementos más de fondo: según González, existen dos estilos presidenciales antagónicos: uno que exaspera y genera hostilidad, y otro que reconcilia y concita adhesión. “En 2010 la imagen presidencial había caído. Pero el fallecimiento del Néstor Kirchner permitió la emergencia de una Presidenta sensible, capaz de exhibir su dolor pero conservando la entereza para ejercer sus funciones.  Esa faceta, sumada al buen momento económico, coronó el triunfo con el 54% de los votos. Pero esa inyección de legitimidad, lejos de contribuir al desarrollo de un proyecto político, condujo a una paulatina implosión de su poder. A veces, al afán de ir por todo termina en la nada”

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