jueves, 20 de febrero de 2014

Desgaste y sucesión K (1)

Hacia fines de 2013, una encuesta de Ipsos reflejaba que la figura de Cristina Kirchner, aun desgastada, seguía en valores relativamente elevados de aprobación de gestión (49%) y de imagen positiva (46%). Al mismo tiempo, Luis Costa, director de la consultora, evaluaba que claramente ese capital político no se había transferido a los candidatos oficialistas en octubre ni tampoco se contagiaba a sus ministros: “Como ha sucedido siempre, el kirchnerismo se ha sostenido tradicional y únicamente en la figura de Néstor y Cristina Kirchner, sin lograr derramar algo de su imagen positiva a sus funcionarios o candidatos, algo muy evidente en la reciente elección”.

Otra conclusión que Costa extraía de estos datos era que la Presidenta había “blindado” a su ser de cualquier inconveniente y dejado expuesto al resto de su rotativo equipo. Así, para el consultor ese escepticismo se traducía en que eran más los que creían que Axel Kicillof no podría resolver los problemas más graves de la economía del país (46%) y los que desconfiaban de que Capitanich podía ser un buen jefe de Gabinete” (42%). “En la misma encuesta en donde todavía quieren a la Presidenta, rechazan a sus nuevos ministros: esto es kirchnerismo puro”, reflexionaba el consultor.

Costa planteaba también que ese equilibrio se quebraba cuando la Presidenta salía de escena -algo que efectivamente sucedió durante un período inéditamente largo en estos meses- pero, al parecer, subyacía en el proceso una mecánica en la que las nuevas caras del oficialismo (Capitanich y Kicillof, centralmente) quedaban confinadas al rol de fusibles de una gestión. Así, la oxigenación que podían aportar preservando a la figura presidencial del desgaste cotidiano se articulaba con un techo muy bajo para su propio despliegue como dirigentes alternativos (aunque subordinados funcionalmente a la presidenta).

En estos días, un informe de Opinión Pública Servicios y Mercados (OPSM) reportó que el 74% no apoya la gestión de Cristina Kirchner; pese a ello, por otro lado aumentó la confianza en el Gabinete. De acuerdo a la consultora dirigida por Enrique Zuleta Puceiro, las críticas al rumbo económico van en línea con el descenso de la imagen de la presidenta Cristina Kirchner: el 51% tiene una opinión negativa de su desempeño (un empeoramiento respecto de enero pasado). El hallazgo de este estudio es que, a contrapelo de la profundización del desgaste presidencial, tanto el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich como el ministro de Economía, Axel Kicillof sumaron confianza en el último mes entre los ciudadanos (dato: el estudio de campo se realizó entre el 10 y el 14 de febrero). “Después de autorizar la compra de dólares y modificar el índice de inflación del Gobierno, el ministro pasó de tener 25% a 32% de aprobación en el último mes, mientras que el jefe de Gabinete subió el apoyo de 33% a 38% entre enero y febrero”, indica el informe.

En el caso del Kicillof, el repunte fue más significativo, ya que el rechazo a su gestión bajó del 65% al 60% en la medición de febrero, mientras que según el estudio el descontento con Capitanich creció tres puntos hasta 48% (suba que, con todo, no es estadísticamente significativa). “El aumento en la confianza al Gabinete y la caída de la imagen de la Presidenta es un doble mensaje que los encuestados le envían al Gobierno. Los ciudadanos reconocen a los que administran la crisis como Kicillof y Capitanich. Pero eso no basta para detener la curva del pesimismo respecto a la Presidenta” según el director de OPSM, Enrique Zuleta Puceiro. De ser atinados los datos que dan pie a esta interpretación (habrá que ver qué dicen nuevas encuestas), podríamos estar en presencia de un proceso que invirtió lo señalado por Costa a fines de 2013: antes, CFK quedaba mejor "parada" que sus ministros, mientras que ahora son las figuras de los funcionarios las que logran “desengancharse” relativamente de la imagen presidencial (mejoran, mientras que la imagen presidencial empeora). Esto implicaría un agotamiento de la expectativa en CFK, junto con una moderada expectativa en figuras alternativas del oficialismo, lo que podría constituir un incipiente capital político para gestionar la sucesión dentro del kirchnerismo. Volveremos sobre este tema en una próxima entrada. 

2 comentarios:

  1. Martín Girardi. 3año CUP Turno Mañana

    Las encuestas de imagen, intención de voto y otras mediciones sobre la presidenta Cristina Fernández presentaron muchas fluctuaciones a lo largo de sus años de mandato. Con picos muy altos al momento de las elecciones ganadas (2007 y 2011), y con momentos críticos y de rechazo de gestión por ejemplo cuando se dio el conflicto con el campo por las retenciones móviles (resolución 125).
    Pero entre estos hitos que marcaron cambios en los resultados, uno me llamó más la atención: hay quienes le atribuyen la victoria de CFK en las elecciones de 2011 al revuelo que generó la muerte de Néstor Kirchner (27/10/2010). Si bien es cierto que dicho suceso provocó un gran repunte en la imagen de la presidenta, no se le puede atribuir el desenlace de una elección. Lo cierto es que las encuestas en ese momento ya mostraban una leve mejoría en la imagen de Cristina Fernández: tras pasar por su nivel más bajo en julio de 2008 en momentos del conflicto con el campo, la reactivación económica en 2009 y los festejos del bicentenario del país en 2010 comenzaron a predecir lo que sucedería en 2011, cuando el Frente Para la Victoria ganó con el 54% de los votos. Las encuestas, al sólo mostrar resultados y estar basadas generalmente en preguntas cerradas, quizás no demostraban antes del fallecimiento de Néstor Kirchner cuestiones que estaban presentes en la sociedad, pero que aún no habían salido a la luz. Este tipo de datos se pueden averiguar mediante preguntas abiertas (donde el encuestado pueda responder libremente) y/o mediante otro tipo de mediciones más profundas, es decir con métodos cualitativos, que puedan mostrar más allá de lo que pueda medir una encuesta en un momento determinado. Es decir, a mi criterio, sin duda el deceso de Néstor significó el trampolín para que esas cuestiones del pensamiento y se trasladen a la acción. Quizás se activó una especie de efecto de espiral del silencio, en el cual había muchas personas que no se atrevían a demostrar su apoyo a la presidenta, pero que sí se reveló incluso tiempo antes de hacerse efectivo en las urnas.
    Al día de hoy, la imagen de Cristina Fernández se puede decir que está desgastada, pero la espiral del silencio puede que se vea reflejada esta vez no con la figura de la presidenta, sino con el partido del FPV. De cara a las elecciones de 2015, Sergio Massa encaraba como sólido ganador en las encuestas, bastante por arriba de Daniel Scioli. Pero este último remontó los resultados (y hasta incluso puede que esté a la cabeza) gracias a una gran estrategia: continuidad + cambio, es decir, continuidad de un partido ya formado, organizado y con estructura política a nivel nacional, pero con la corrección de aquellas medidas del actual gobierno con los que ya el pueblo no está de acuerdo. La cuestión es que a medida que pasan los días y Scioli se sustenta en esta base, va ganando más y más adeptos que volverían a apostar en la ideología, pero que habían perdido confianza sobre todo con el último mandato de CFK. De todas maneras, de aquí a las elecciones de 2015, se viene (en términos que aprendí en este blog) una auténtica horse race, en la cual es difícil predecir un resultado y donde cada paso puede ser determinante.

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