martes, 19 de agosto de 2014

Pingüina vs buitres: convergencias y matices (2)

La falta de nitidez en términos de opinión pública que caracteriza a las lecturas económicas sobre las consecuencias de la cesación de pagos realimentan la funcionalidad política del tema para el oficialismo. Las quejas de Sanz y de Prat Gay sobre el “uso político” del issue buitres por el gobierno son un reconocimiento de que la persistencia de ese tema en la agenda les ha resultado francamente desfavorable a los opositores, y más todavía al FA-Unen que integran esos referentes, sumido hoy en una puja intestina (entre sectores pro-Pro y no Pro) que amenaza con hacerlo estallar por los aires. 

Sin embargo, no sólo el FAU se ha visto afectado en su posicionamiento por la omnipresencia del tema buitres en la agenda: también Sergio Massa, del Frente Renovador, viene haciendo ingentes esfuerzos por desplazar el tema del centro de la discusión (su último intento al respecto fue la declaración “los buitres también son la inflación, los impuestos, la inseguridad y la droga”). El esfuerzo es un tanto infructuoso, toda vez que la pésima imagen de los holdouts en la opinión pública (sintetizable en la definición “los buitres son aves… rapaces de cualquier cosa”) los coloca en un campo semántico bien diferente de esos problemas acuciantes para los argentinos pero del orden doméstico, mientras que aquellos son del orden externo (caso contrario, el gobierno no hubiera tenido éxito en su campaña propagandística “patria vs buitres”). 

Para peor, en términos de lectura económica del tema holdouts el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, hoy cercano a Massa, dijo preferir el “tifón” que representaría este default al “tsunami” que provocaría el hecho de que se dispare la cláusula RUFO (el tigrense debe haber pensado que Lavagna le hacía un flaco favor a la causa opositora con esa declaración, pero hay que reconocerle al economista su sinceridad, más allá de que una afirmación de ese calibre es un espaldarazo a la posición del gobierno con el que Massa hoy confronta). El consenso negativo sobre la imagen de los buitres, asimismo, encuentra a Daniel Scioli francamente alineado con la postura del gobierno nacional: el gobernador bonaerense aseguró que “los fondos buitre representan al capitalismo salvaje que hay que desterrar”, y manifestó su adhesión al modo en que viene negociando el gobierno nacional en el litigio en los tribunales de Nueva York, al afirmar que las autoridades argentinas están “trabajando con total responsabilidad”. Scioli reclamó “racionalidad y sentido común” al juez federal de Nueva York, Thomas Griesa, para cerrar un acuerdo que no tenga connotaciones negativas para el país, y calificó como “pavadas” los comentarios publicados en la página web de la American Task Force Argentina, el grupo de lobby de los fondos buitre, que lo mostraban junto a los precandidatos presidenciales Sergio Massa y Mauricio Macri, como “más amistosos con el mercado” y que “quieren negociar” con ellos, la deuda que reclaman.

La ecuación es simple: en la medida en que el gobierno nacional se fortalece relativamente, se fideliza el voto kirchnerista duro y se amplía el continente pan-oficialista más amplio, cantera de la que se alimentan la intención de voto de Scioli, Randazzo y demás precandidatos de ese espacio. Con todo, la funcionalidad política del issue buitres en la opinión pública no es un recurso inagotable:  según la consultora Poliarquía, el último estudio de opinión marca que la Presidenta vio reducida en 6 puntos porcentuales la consideración “positiva” del manejo que está haciendo de la situación respecto a la medida antes de la declaración del default "sui generis". Ante la pregunta “¿Cómo evalúa usted el modo en que el gobierno de Cristina Kirchner está actuando con los holdouts?”, 41% respondió “positivo”, mientras que 27% la evaluó como “negativo” y otro 19% lo tildó de “regular”. “Estos guarismos son inferiores a los registrados a mediados de julio, días antes de que el mercado declarara el default selectivo de la deuda reestructurada”, destacó Poliarquía en un informe, en el que recordó que la medición anterior le otorgaba a la Presidenta 47% de opiniones “positivas”. La consultora puntualizó además que “el diferencial entre la evaluación positiva y la negativa es (en la nueva medición) de +14 puntos cuando a mediados de julio era de +22 puntos”. Con todo, el efecto neto sigue siendo favorable al gobierno, aunque con intensidad decreciente, de acuerdo a este estudio. 

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