jueves, 17 de mayo de 2018

Pesimismo socioeconómico y escepticismo político: la amenaza de una tormenta perfecta

Si el pesimismo socioeconómico realimenta el escepticismo político y el gobierno no logra conjurar la crisis, se incuba la posibilidad de una tormenta perfecta, en la cual el pesimismo socioeconómico pasaría a convivir con pesimismo político. De cara al 2019 electoral, este sería un escenario de alto riesgo para el oficialismo. El pesimismo político implicaría que Cambiemos no logra revertir el deterioro o que se acelera la curva descendente en los indicadores. Ya a fines de abril, varios consultoras convergían en marcar la continuidad del desgaste. Por ejemplo, según la Universidad de San Andrés, en una tabla de 15 dirigentes, Macri se ubicaba como el tercero en imagen "muy mala" y en caída libre desde febrero; según M&R - Query Argentina, en dos años, la imagen positiva de Macri pasó del 53% al 35%, y la desaprobación del 43% al 55,6%; según Synopsis, la brecha entre imagen negativa y positiva de Macri se ampliaba desde diciembre y llegaba a 10 puntos. Al mismo tiempo, se acentuaba un sesgo desfavorable para el gobierno: de acuerdo a la consultora Quiddity, el 60 por ciento de los electores argentinos considera que Mauricio Macri "gobierna para la clase alta". Según el sociólogo Luis Costa, director de esa consultora, Cambiemos sufre el agotamiento del relato de la “pesada herencia”. “Ahora, el gobierno está expuesto a las consecuencias de su propia gestión. Aquí y ahora las tarifas aprietan, y no hay a quién echarle la culpa (…) Una de las herramientas que tenía era el contraste. Cambiemos nace como una fuerza que tiene su razón de ser en vencer al kirchnerismo. La agenda de gestión, comunicacional, económica, está anclada como negación del kirchnerismo. La economía que se interviene versus la economía que no se interviene. Las importaciones versus las exportaciones. El gobierno ya no tiene antídoto contra la economía”.




Como venimos marcando, el problema es que el gobierno viene ensayando un discurso que puede ser convincente para su núcleo duro (el de la necesidad del ajuste), pero no para el segmento electoral al que persuadió de votar a Mauricio Macri en el ballotage del 22-N (y que no lo había elegido ni en las primarias del 2015 ni en la primera vuelta) con las promesas marcarias “podemos vivir mejor” y “no vas a perder nada de lo que ya tenés”, entre otras. En esa línea, Costa apunta que “en el núcleo duro del macrismo se dice que las cosas no están bien, pero hay decisiones que tomar, que todo es consecuencia del incendio kirchnerista. Lo que pasa es que eso se va reduciendo. Aparece la idea de que el gobierno nacional se pasó demasiado tiempo echando culpas a los kichneristas. Muchos ya dicen que en la gestión hacen las cosas que hacen porque Macri es rico y no tiene sensibilidad social”. Eso, a su vez, realimenta la impronta clasista de Cambiemos en favor de los ricos, que lo aleja de los sectores medios, medios bajos y bajos, parte de los cuales acompañaron a Cambiemos en las legislativas de medio término del 2017 y cruciales de cara al turno electoral del 2019, donde el oficialismo procurará mantener el poder. Para peor, el malestar socioeconómico ya visible en el primer cuatrimestre de este año se acentuó en mayo. A contrapelo del discurso presidencial de apertura de sesiones (“lo peor ya pasó”), la mayoría de los argentinos opina lo contrario en lo que a la economía se refiere, según datos de la consultora Management & Fit sobre una muestra nacional de 3.600 casos en todo el país realizada entre el 27 de abril y el 3 de mayo. Dato clave, el estudio se llevó a cabo durante la corrida del dólar y se cerró un día antes de la fuerte suba de tasas de referencia del Banco Central (que llegó a trepar al 40%) y, por supuesto, antes del anuncio (francamente impopular a tenor de los datos conocidos) de buscar un acuerdo con el FMI. El 63,6% consideró que la situación económica del país empeoró en comparación a 2017; sólo el 18,1% cree que mejoró y un 17,1% opina que la economía está igual (ver datos arriba; click para agrandar). 






Entre los pesimistas, son la primer minoría (el 36,4% del total) quienes consideran que la situación está mucho peor, mientras que el 27,2% considera que empeoró, a secas; como hemos visto en estudios anteriores, en esta materia la mayor proporción de electores tiende a ubicarse en el polo que trasluce el más intenso nivel de malestar. Es decir, vuelve a aparecer una brecha entre la comunicación oficial reciente (“lo peor ya pasó”) y la percepción de los electores (“estamos peor que antes”). Apenas un 5,4% considera que la situación económica mejoró mucho. Asimismo, el panorama no resulta alentador para el Gobierno de cara a los próximos meses: el 53,9% considera que no habrá “segundo semestre” y que la situación económica empeorará. Un 31,3% considera que la economía estará mucho peor. Hay una ligera suba (estadísticamente no significativa) entre los optimistas: el 25,3% piensa que la situación mejorará, pero sólo el 18,6% cree que cambiará mucho. En tanto, la proporción que opina que la situación seguirá igual se mantiene casi sin cambios: 17,4%.  En este marco, el pesimismo económico alcanzó valores similares a los de octubre de 2014 y decanta en el peor momento de la percepción económica de la administración Macri. En abril de 2017, los pesimistas eran cerca del 47%. Al mismo tiempo, el optimismo alcanzó el piso de la gestión de Cambiemos. En la misma línea, las expectativas económicas personales también se muestran a la baja: el 46,7% considera que su situación particular empeorará en los próximos meses; el 20,5% considera que estará mucho peor y el 26,2% cree que estará peor. Por contraste, el 24,5% supone que su realidad económica mejorará (guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en la PASO del 2015, y de hecho coincide exactamente en porcentaje; es decir, el optimismo queda acotado al núcleo más duro). La proporción de quienes consideran que su situación seguirá igual crece en relación a la tendencia general: 25,8%. 





En este marco, la inflación sigue estando al tope de las preocupaciones de los argentinos: 20,2%, en empate técnico con la inseguridad (20%) y la suba de tarifas (19,8%), que creció 7,4 puntos en relación a la medición anterior. Detrás se ubican la corrupción (14,2%), la desocupación (9,5%), que cede casi 7 puntos respecto a la última medicación y en favor de las primeras tres. Cierran las preocupaciones la pobreza (8,2%), las fallas en educación (4,7%) y el narcotráfico (2,6%). En conjunto, las preocupaciones económicas rozan el 58% (57,7%). Asimismo, el 52,7% considera que la pobreza aumentó durante la gestión de Cambiemos (ver datos arriba; click para agrandar). En el plano de las expectativas laborales, el 41,7% cree que en los próximos meses habrá menos oportunidades (ver datos arriba; click para agrandar). Este pesimismo socioeconómico se conjuga con un escepticismo político rampante, en el que la aprobación de la gestión de Macri está en su peor momento desde la asunción al poder en diciembre de 2015. Sólo el 35,1% lo aprueba, mientras que el 54,9% lo rechaza (un 10% se muestra indeciso). La tendencia es transversal por nivel socioeconómico, educativo y etario, y el malestar ha permeado en la base electoral del oficialismo: entre quienes votaron a Macri en 2015, el 55% aprueba la gestión, pero un 35,4% la desaprueba (ver datos abajo; click paraa agrandar). Esto alimenta la hipótesis de que se refuerzan los bucles de retroalimentación para una tormenta perfecta, ya que los datos muestran que la afectación llega también a otras figuras de Cambiemos, como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. 





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