martes, 11 de noviembre de 2014

Aritmética electoral: las chances del oficialismo y las chances de la oposición hacia 2015 (2)

Cerrábamos el post anterior planteando la hipótesis de que la próxima elección tiende a definirse “por el medio”, y marcando la coincidencia con el consultor Carlos Fara. Presentaremos aquí una postura contraria, para enriquecer el debate: según el sociólogo Artemio López (consultora Equis), “la lección que deja Brasil, como las prácticas electorales triunfantes del conjunto de las experiencias popular-democráticas latinoamericanas abiertas la década pasada, es que en esta instancia del desarrollo de los proyectos nacionales y de cara a su continuidad luego de más de 10 años de gestión, la alternativa electoral más eficaz es polarizar. Bien lejos del cambio moderado o la continuidad con cambios que proponen muchos analistas y medios opositores - sean o no oficialistas- , en Brasil pero también en nuestro país. Fue nuevamente Lula el que en la campaña de segunda vuelta ocupó el centro de la escena electoral, recordando que frente al proyecto encarnado por Dilma se alzaba su antagónico que proponía el retorno al pasado neoliberal, la falta de empleo, de educación, la ausencia de políticas sociales. Dos proyectos muy diferentes en disputa, uno para minorías, ordenado por el FMI, el otro para las mayorías populares, soberano y por el cual Brasil es respetado internacionalmente. Claro y sencillo el mensaje de Lula exhortaba a elegir entre dos modelos opuestos, al tiempo que advertía que Brasil no puede retroceder. Este mensaje del líder del PT, finalmente resultó el que logró resolver exitosamente la estricta segunda vuelta y encaminar al PT a su cuarto turno de gobierno”.

En esa línea de argumentación, es central el dato de que la principal figura del espacio político oficialista y gran electora (CFK) aún no entró de lleno en la carrera hacia 2015. “Que el kirchnerismo pase o no el 40% dependerá de cuánto se involucre Cristina en la construcción de un candidato –dijo a Perfil Artemio López, director de la consultora Equis–. Un cristinista puro tendría mucha más potencialidad que un candidato del ‘cambio moderado’ como Scioli, ya que recibiría el caudal electoral de la principal figura del kirchnerismo, que es justamente CFK”. Como vemos, este planteo es diametralmente opuesto al que venimos desarrollando en las últimas entradas, según el cual Daniel Scioli es el precandidato del espacio pan-oficialista mejor “aspectado” (para usar un término caro a la astrología) en el actual panorama. Como de costumbre, el argumento de López resulta estimulante para el debate. 

Sin embargo, ahora planteamos nuestros puntos de discrepancia. En primer lugar, polarizar en Brasil funcionó porque en la situación preelectoral de base ya había, incipientemente, dos polos: PT vs. oposición, en sentido general (claramente representada por el PSDB, y un poco menos por Marina Silva; de ahí que la ecologista quedara tercera y fuera del ballotage). La estrategia del oficialismo fue efectiva porque se montó sobre una situación real preexistente, y la explotó de manera eficaz. En Argentina, en cambio, no hay polos: el electorado está mucho más fragmentado, en una situación que, aun ordenándola a través del análisis, se parece a más a tres tercios que a dos polos. En segundo lugar, el oficialismo en Argentina está lejos de ser un polo: en rigor, insistimos, es un tercio. De hecho, el mismo López cita un artículo de Perfil, en el cual Facundo Barrio plantea que “el kirchnerismo tiene el “núcleo duro” de votantes más pequeño entre los gobiernos de Latinoamérica que considera afines. En las recientes elecciones presidenciales de Brasil, Uruguay y Bolivia, los oficialismos de esos países obtuvieron más del 40% de los sufragios en primera vuelta. En Venezuela, Ecuador y Nicaragua, las fuerzas gobernantes también superan ese nivel de apoyo. En la Argentina, en cambio, el techo de votos puros K se estima cercano al 30%”. Un 30 o 33 por ciento de los votos está bien lejos de constituir un polo: para ganar, entonces, el oficialismo necesita construir una coalición, dado que el voto máximo “transferible” por la gran electora (CFK) nunca puede ser el mismo que obtendría una boleta encabezada por Cristina Fernández (45% en 2007 y 54% en 2011). Sin CFK al tope de la lista, no existe tal continuidad pura (ninguno de los precandidatos la expresa), con lo cual cualquier precandidato del FPV tiene un techo del 30-33% (piso del FPV en las legislativas de 2009 y 2013) de despliegue máximo capitalizando el voto K "duro"; gran plataforma, pero a todas luces insuficiente para ganar en primera vuelta. 

En tercer lugar, como bien planteó Martín Granovsky, “el PT consiguió repetir el esquema de gobernar evitando la polarización y concurrir a elecciones polarizando. La polarización sacó de juego a Marina Silva en la primera vuelta y fortaleció la figura de Aécio como la gran esperanza del establishment brasileño. En la segunda vuelta, la polarización volvió a favorecer al PT porque logró aumentar su caudal en 11 millones de votos. Dilma pasó del 41,59 por ciento al 51,63 por ciento. Si se tiene en cuenta que los blancos y nulos bajaron del 9,64 por ciento al 6,34 por ciento, tal vez allí esté el origen de una parte de los sufragios de ayer. Otro origen, sin duda, es la cantera de los 22 millones de votos que formaron el 21,32 por ciento de Marina. Es obvio que no fueron en masa a Neves, como sugerían en las últimas tres semanas algunos análisis apresurados, porque de otro modo hoy Aécio y no Dilma sería el presidente electo para el próximo mandato”. La situación en Argentina es bien distinta, porque, a diferencia del PT, el oficialismo aquí “polariza” desde la gestión misma. De cara a las elecciones de 2015, entonces, no necesita polarizar, sino retener el caudal electoral propio y captar un segmento adicional para completar una coalición ganadora. Para eso no requiere un candidato “K” puro (por otro lado, no podría haber tal cosa, sin CFK en la boleta) sino uno en condiciones de captar segmentos electorales no alineados nítidamente con la oposición ni con el oficialismo. El cálculo que hace Scioli (y que cada vez hacen más al interior del FPV, por lo cual ha cedido sensiblemente la resistencia interna respecto a ese precandidato) es el siguiente: el voto duro "está", no es esperable que los votos kirchneristas migren a candidatos opositores como Sergio Massa, Mauricio Macri o alguno del FAUNEN, más allá de que Scioli no convenza del todo a los K más "consistentes" (una minoría, dentro del FPV). Pero como el voto duro no alcanza (condición necesaria, pero no suficiente), hay que capturar otro 10% o 12%, y con eso existirían incluso chances de ganar sin ballotage. 

2 comentarios:

  1. Creo que en primer lugar que deberíamos reconocer que la intención de hacer una analogía de la situación electoral de Brasil con la de Argentina, por parte de Artemio Lopez, es un tanto ambiciosa como inconsistente. Coincido con tu análisis sobre que la utilización de la "polarización" en Argentina se da desde la gestión, en cambio en Brasil es electoral, y esto último tiene más sentido si tenemos en cuenta que, sobre todo en una situación de ballotage (dónde se elige sobre dos opciones posibles) la polarización es inevitable.
    Ahora bien, la pregunta que deberíamos respondernos es ¿realmente la polarización determino el triunfo de Dilma y el PT? como afirma el titular de la consultora Equis. Entonces aquí podemos afirmar que hubo otros factores claves en el éxito de la coalición oficialista en Brasil, que si bien logro ganar lo hizo por un margen exiguo. En primer lugar y como principal factor clave fue la popularidad de Lula de más de un 70% y su imagen positiva; no este como agente polarizador como afirma Lopez. En Argentina CFK con cerca de un 40% de imagen positiva, según Poliarquia, está lejos de la influencia ejercida por el líder y símbolo brasileño.
    Segundo factor, es la gestión de 12 años del PT al frente del gobierno Nacional con logros como que su PBI se mide hoy en billones de dólares y llegó a crecer a una tasa anual de 7,5%; el consumo interno se disparó y el desempleo (5%) es prácticamente el más bajo de la historia brasileña; y 40 millones de brasileños salieron de la pobreza. Contrastó esto con las debilidades en la gestión del candidato opositor Aécio Neves, muy bien aprovechadas en la campaña (que debemos reconocer se volvió "sucia" en muchos momentos, por ambos lados) por el PT.
    En tercer lugar la continuidad con cambios es lo que triunfó en Brasil. El cambio, cambio y más cambio, que se reclamaba en las movilizaciones, como respuesta a las mil y una denuncias de corrupción, a la actual recesión "técnica", a la inflación que no cede, a un Estado poco eficiente y menos transparente; no fueron totalmente canalizados por los candidatos opositores, ni por Aécio Neves, ni por Marina Silva y el electorado brasileño opto por que las reformas que hoy exige su país las ejecute el gobierno que necesita ser reformado. Dilma tomó nota de este reclamo y se comprometió a realizar los cambios que exigen los electores brasileños, una muestra clara de ello se vio reflejado en su discurso post triunfo. Siguiendo con la analogía con Argentina, al gobierno Nacional no se lo ve interesado por los reclamos de cambios que expresa la sociedad, más aún, niega cualquier crítica, se desentiende de las demandas sociales, desliga responsabilidades y profundiza sus políticas; menudo favor hace esto a la intención de sumar votantes a su "núcleo duro".
    Para finalizar, la victoria del PT y Dilma estuvo en riesgo, tanto políticamente como matemáticamente, pero supieron sortear los inconvenientes de manera exitosa. Este es un largo camino que deberán enfrentar las partidos políticos y candidatos de Argentina en la próxima contienda electoral, pero eso será otra historia.

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  2. Darío, muchas gracias por tu aporte, coincido en que el PT encaró una campaña de continuidad con cambio y que efectivamente eso fue clave para su victoria, si bien exigua (algo que tiene cierta lógica por el desgaste en el tiempo). También considero que la polarización para el oficialismo no sería la mejor estrategia aquí en la actual configuración del mapa electoral, y que claramente si el FPV quisiera definir una sucesión "dura" (o lo más posible) debería haberlo hecho antes (definir un candidato "delfín"). Saludos, seguiremos profundizando en esto!

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