miércoles, 16 de enero de 2019

Una polarización simétrica que obtura la posibilidad de una tercera vía (1)

Todos los estudios que venimos revisando hasta ahora muestran que de cara a la elección presidencial de este año se recrea una polarización simétrica entre Cambiemos y el kirchnerismo (renombrado como Unidad Ciudadana) similar a la de 2015, con matices. Pese a la derrota en provincia de Buenos Aires en 2017, CFK mejora en las encuestas el resultado de esa elección: del casi 24% obtenido por entonces a nivel nacional con su fuerza y aliados, trepa a un promedio en torno al 30%. El gobierno, por su parte, acusa el desgaste y se desploma del 42% logrado en esa elección a un promedio del 30% también, manteniéndose competitivo y con pase a ballotage, pese al evidente malestar socioeconómico generado como efecto de gestión a lo largo de todo el año 2018. 


La solidez del núcleo duro de Cambiemos ha dado pie a diversos análisis, como el del sociólogo Ignacio Ramírez, quien apunta: "el PRO proponía un vínculo entre Gobierno y sociedad más transaccional. Hoy. solo el 13% declara que su calidad de vida mejoró desde que gobierna Macri pero Cambiemos sostiene un respaldo electoral muy superior. El voto más ideológico de todos es, sin dudas, el de Cambiemos (...) el apoyo a Cambiemos es profundamente ideológico e identitario, Cambiemos adoptó a los huérfanos de la política de partidos que el 2001 había dejado a la intemperie de la representación política. Una segunda tesis: pese al discurso gerencial (gestión vs ideología) que articula públicamente, Cambiemos tiene plena consciencia respecto al material con que está hecho su competitividad electoral; pareciera trabajar con una hipótesis más sociológica que económica: la recesión no disuelve el antiperonismo/antikirchnerismo (...) Cambiemos aspira a una reelección que no estará edificada sobre éxitos económicos ni credenciales de gestión. Bajo las condiciones en las que se desarrolla la política argentina (condiciones sobre las que el Gobierno trabaja de manera eficiente), la economía incide pero de ninguna manera determina los desenlaces electorales. En este sentido, la oposición deberá dejar de lado la racionalidad económica y asumir que no ganará las elecciones haciendo un inventario. El fracaso económico del Gobierno –percibido transversalmente por todos los segmentos de la opinión pública– sólo será el motor de un mayoritario voto castigo en la medida en que la oposición consiga que tal fracaso económico sea metabolizado socialmente como un fracaso de la constelación discursiva e ideológica que legitima la actuación política de Cambiemos. Esa pelea aún está abierta y se libra con todas las armas de la comunicación, nunca con un Excel".

La solidez de los pisos de Cambiemos y de UC deja a Alternativa Federal por debajo del umbral del 20% y por lo tanto fuera del pase a segunda vuelta, al menos hasta nueva orden. De ahí que la pelea por el premio mayor, la presidencia, aparezca acotada a oficialismo y oposición nítida, sin chances para las posiciones "opo-oficialistas" que no definen con claridad si su antagonista es Macri o Cristina. La centralidad de CFK relega a las demás figuras opositoras, que sólo cobran volumen relativamente competitivo cuando se plantea específicamente la hipótesis de que ella salga del escenario, como relevó recientemente la consultora CEOP (ver datos arriba; click para agrandar). En otras mediciones, la incorporación del ex ministro Roberto Lavagna logra mover el tablero y desplazar a Sergio Massa, como se observa en la encuesta de CIGP de noviembre pasado (ver datos abajo; click para agrandar).



Al igual que los estudios de CIGP y Dicen, la última encuesta realizada por QPA en diciembre de 2018 de cara a las presidenciales muestra un escenario de polarización simétrica: Cristina Fernández de Kirchner alcanza 30,7% de intención de voto, seguida por Macri con 29,3% y con Sergio Massa en el habitual tercer lugar, con 10,8%. Como matiz distintivo, esta medición pone a competir a Daniel Scioli con CFK: en esa condición ocupa el cuarto lugar, con 6,3%o, en empate técnico con el gobernador salteño  Juan Urtubey (5,7%). Felipe Solá llega a 3,4%, Nicolás del Caño al 2,8% y Agustín Rossi (otro referente de Unidad Ciudadana) al 2,5%, mientras que otras candidaturas acumulan 1,8% y los indecisos 6,7% (ver datos al inicio del posteo; click para agrandar). La diferencia entre la ex presidenta y el actual presidente, 1,4 puntos porcentuales, no es estadísticamente significativa, con lo que volvemos a ver un empate técnico entre ambos. 





En instancia de ballotage, la diferencia a favor de CFK apenas crece de 1,4 pp a 1,9 pp, lo que no define el resultado de manera categórica. En el análisis por segmentos etarios, se confirma lo que viene siendo una constante: en el mano a a mano, CFK gana entre los electores de hasta 40 años, mientras que Macri se impone entre los de más de 50 años (ver datos abajo; click para agrandar). La misma encuestadora realizó un análisis comparativo de las simulaciones a segunda vuelta con diversas candidaturas enfrentando a Macri si se diera el caso que CFK no asumiera la candidatura del kirchnerismo, bien sea por la ofensiva judicial en su contra o porque no se postule finalmente. Los mejores resultados en estas proyecciones son los de Felipe Solá (que logra una brecha de 2,7 pp) y Agustìn Rossi (de 2 pp), pero en ningún caso la ventaja supera al error muestral, con lo cual en términos estadísticos esas figuras alternativas no aparecen como más competitivas que la ex presidenta. Cuando se mide a Kicillof, la ventaja pasa a Macri por una diferencia estadísticamente no significativa (2,3 pp). En cambio, cuando los contrincantes son figuras opo-oficialistas como Massa y Urtubey, Macri estira su ventaja hacia la zona de significatividad estadística (9,2 pp y 7,8 pp, respectivamente), de lo que se puede inferir que, contra el discurso que tanto Massa como Urtubey pregonan, ambos son menos competitivos que Cristina Fernández tanto en primera vuelta como en segunda (ver datos arriba; click para agrandar). 



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