viernes, 28 de febrero de 2020

Datos clave de opinión pública de cara al 1-M: del clivaje socioeconómico al político (1)


Este domingo 1 de marzo el presidente Alberto Fernández hará el discurso de apertura de sesiones del Congreso, cuando esté cumpliendo 79 días en el gobierno. La instancia amerita un repaso de tendencias clave para contextualizar lo que será su primer mensaje en la Asamblea Legislativa en el mes en que el oficialismo aspira a presentar el programa para reestructurar la deuda externa y así plasmar también un plan económico para su gestión. Según la encuesta realizada por la consultora Rouvier & Asociados sobre una muestra de 1.200 electores argentinos relevada entre el 27 de enero y el 1 de febrero de 2020 de manera telefónica, las expectativas económicas vienen con tendencia ascendente desde noviembre pasado: después del resultado de octubre crecieron 4 puntos porcentuales, subieron 9,4 pp en el mes de cambio de gobierno y anotaron una leve suba de 2,5 pp entre diciembre y enero. Aunque en algunas mediciones intermensuales la variación no es estadísticamente significativa, en el acumulado poselectoral se trata de casi 12 pp: 11,9 puntos porcentuales, para ser exactos (ver gráfico arriba; click para agrandar). 



Con todo, la expectativa negativa sigue por arriba, con un margen de 4,1 pp por encima de las optimistas, lo cual es la menor brecha en la serie longitudinal desde junio de 2019. En conjunto, podríamos decir que se detecta una mejora módica de las expectativas económicas, alentadora para el oficialismo y sin el riesgo de un optimismo desmesurado que pudiera decantar en una rápida desilusión. Una pista de este comportamiento quizá la aporte la percepción de una inflación aún elevada: pese a que enero arrojó un aumento del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de 2,3% según los datos duros del Indec, en los datos blandos perceptivos de las encuestas la inflación sigue siendo una preocupación: la misma encuesta de Rouvier & Asociados arroja que para un 57,2% de los electores argentinos los precios de los productos de la canasta básica aumentaron respecto a diciembre de 2019, vs apenas 10,1% que percibe bajas, 16,3% que cree que se mantienen igual y casi la misma proporción de ns/nc (ver datos arriba; click para agrandar). 



Por su parte, la consultora Marketing y Estadística también relevó expectativas sobre una muestra de 1.600 casos mayores de 16 años entre el 5 y el 10 de febrero. Un 52% se muestra muy de acuerdo o de acuerdo con que Alberto Fernández logrará revertir la actual situación económica del país, vs un 38% que está algo en desacuerdo o en desacuerdo con esa frase; 10% ns/nc. El 52% optimista está en el orden de magnitud del resultado obtenido por el Frente de Todos el 27-O (48,24%), mientras que el 38% pesimista está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Juntos por el Cambio (40,28%). Ese clivaje político y sociodemográfico se confirma al analizar optimismo vs pesimismo por edad: entre jóvenes y adultos jóvenes (segmentos etarios donde el Frente de Todos es más fuerte) el optimismo oscila entre el 65% y el 56%, mientras que entre los adultos mayores de 60 años (donde Juntos por el Cambio es más fuerte) el pesimismo supera el 50% (ver gráfico arriba; click para agrandar). De todos los cruces realizados en la muestra, el etario es, por lejos, el más nítido para estratificar actitudes, por encima de las variables género y nivel de estudios.   

Por otro lado, ese estudio también midió los tiempos esperados de salida de la crisis. Un 10% respondió por un plazo menos de 2 años, lo que implicaría ver mejoras cerca de la fecha de las elecciones de medio término de 2021; 14% respondió 3 años, y 9% 4 años, es decir, al cierre de este mandato de Alberto Fernández en 2023. Un 6% dio un plazo de 5 años, mientras que 19% respondió entre 6 y 10 años y 31% más de 10 años. Agrupando las respuestas, tenemos un 33% que caen dentro de este período presidencial y 56% que lo exceden, con 10%. El dato implica una expectativa módica en términos temporales, lo cual refuerza nuestra interpretación anterior de un optimismo moderado que podría ser beneficioso para el oficialismo en el sentido de conjurar el riesgo de un desaliento, ya que la tolerancia temporal se puede capitalizar mejor que la urgencia por ver resultados. 



Los resultados del relevamiento de expectativas socieconómicas en ambas mediciones se articulan con datos blandos que muestran que el presidente hoy goza de una imagen positiva superior al resultado electoral que obtuvo, que en las encuestas más recientes oscila entre el 57% (Rouvier & Asociados) y el 59% (Opinaia; ver datos arriba y abajo, click para agrandar). Sin embargo, debajo de estos datos positivos de contexto subyace un plexo de actitudes políticas que debe ser tenido en cuenta para evaluar cuál es la masa crítica con que cuenta el presidente para su programa de gobierno. En términos de identificación política, la opinión pública sigue estructurada en dos polos como los que vimos el 27-O, si bien con matices interesantes en cuanto a su composición en cada espacio. Recordemos el resultado electoral: 48,24% para el Frente de Todos, vs 40,28% para Juntos por el Cambio. La consultora Real Time Data actualizó la identificación política en una encuesta realizada online entre el 16 y el 27 de enero pasados, sobre una muestra de 1.001 casos, con un error muestral de +/- 3,16%. 



Un 27% se identifica políticamente con el peronismo, mientras que un 15% lo hace con el kirchnerismo; así, la suma del espacio pan-justicialista da 42%, un guarismo que está en el orden de magnitud del resultado obtenido por Alberto y Cristina Fernández en octubre pasado. Por otro lado, un 21% se identifica con el macrismo y un 19% con el radicalismo: la suma da 40%, coincidiendo casi exactamente con el 40,28% obtenido por Macri-Pichetto en las elecciones generales de 2019 (ver gráfico abajo; click para agrandar). Si consideramos que el Frente de Todos es una coalición electoral que aglutina peronismo y kirchnerismo, de los datos de RTD se puede inferir que la identidad peronista aún es más fuerte que la "K". En cambio, en Juntos por el Cambio vemos un empate técnico entre el macrismo y el radicalismo, lo que sugiere un debilitamiento de la identidad partidaria de la UCR en el marco de un corrimiento de sus electores hacia la derecha, traccionado por una actitud básicamente anti-peronista. Como detalle importante, la intolerancia política en su nivel más intenso ("muy decepcionado") es más alta dentro del macrismo  y del radicalismo (38% y 34%, respectivamente) que dentro del peronismo y el kirchnerismo (24% y 22%, respectivamente). Asimismo, los votantes de Macri también están más aislados políticamente, en el sentido de que "la mayoría de sus amigos y familia" piensa en términos políticos como ellos. En futuros posteos, veremos también cómo esas actitudes políticas de mayor intolerancia y aislamiento correlacionan con una ideología más autoritaria y anti-distribucionista. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario