lunes, 20 de octubre de 2014

La sucesión (2)

Recientemente, la discusión que planteamos en la entrada anterior del blog fue presentada en Tiempo Argentino de la siguiente manera: “el dilema podría resumirse en una dicotomía casi de eslogan. ¿Un candidato "propio", que refleje cabalmente la identidad kirchnerista, o un candidato "consensualista", que exprese el retorno del diálogo con algunos poderes corporativos? A un año y una semana de las PASO, la discusión ya está cruzando al FPV”

En ese debate, el sociólogo y encuestador Artemio López (consultora Equis) remarcó su posición (oportunamente presentada en este blog), que pone el eje en la potencialidad del núcleo duro del voto kirchnerista, como base para luego sumar otros apoyos. "La historia del FPV prueba que lo primero que debe reunir un candidato es lograr la representación plena del espacio propio. Es lo primero que debe evaluarse a la hora de pensar en las candidaturas. Si el 33% que acompaña al proyecto kirchnerista, incluso en condiciones de cierta complejidad, se siente representado por ese candidato", aseguró. Según López, el problema de diferenciarse del FPV con la pretensión de ganar votos entre el campo adversario es que se corre el riesgo de perder el apoyo de la base electoral del kirchnerismo. "No vaya a ser cosa que, por buscar sumar voto independiente, terminen fragmentando el espacio propio. Porque si esos candidatos suman 7% u 8 % de voto independiente, pierden 10% del voto propio. Y si eso sucede, estarían parados en el mismo lugar. Por eso, yo sostengo que cualquier estrategia de precandidato kirchnerista que decida diferenciarse del kirchnerismo es el camino a una estrategia de derrota electoral segura", advirtió el director de Consultora Equis. "Los candidatos que están más instalados en términos de encuestas (en alusión a Daniel Scioli y Florencio Randazzo) son los que menos receptan el voto propio", agregó el encuestador.

Juan Manuel Aurelio, uno de los directores de Aresco, discrepa con ese enfoque: de acuerdo a su planteo, por las características y el comportamiento de la base electoral del FPV, los votantes del oficialismo nacional son "los más fieles al espacio, independientemente de los candidatos", entre todos los sectores políticos. "Si uno consulta a los votantes del Frente para la Victoria, más del 80% de los participantes de las PASO, sea quien sea el que las gane, dicen que permanecerán dentro del espacio y no se irán", señaló Aurelio. Su tesis, contraria a la de López, agrega una evaluación bastante favorable sobre la performance del gobernador Daniel Scioli. "En nuestros números no se refleja esa dificultad de Scioli para retener el voto del FPV. Yo lo veo creciendo a Randazzo, pero hoy Scioli es el que ganaría en la competencia por dentro del FPV", indicó.

Tomemos estos dos enfoques como extremos: el de López, sobre la premisa de la necesidad de identificación nítida del candidato FPV con el “modelo”, y la alternativa de Aurelio, donde el voto kirchnerista aparece “alineado” más allá de los matices del candidato. Desde aquí podemos explorar la posibilidad de construir una coalición mínima ganadora con un componente de kirchnerismo “duro” más otro “blando” (constituido a priori por electores menos “alineados”), lo que amerita explorar la naturaleza del vínculo del oficialismo con los clusters electorales esbozados en la entrada anterior. Según Mario Riorda, “para las dos primeras categorías de electores, el gobierno tiene una relación empática mitad racional, y mitad emotiva. Es un vínculo identitario denso, preferentemente ideológico o bien aproximado a lo que se denomina sentimiento ideológico, que es algo más difuso en donde la ideología orienta pero no siempre determina el posicionamiento ante temas de agenda. Esto es posible porque el liderazgo es más bien contenedor, rector, y no circunstancial”. Articulemos este planteo con los 4 modelos de voto que hemos definido oportunamente en el blog en diversas entradas: estaríamos aquí en presencia de un voto tipología 1, tradicionalista con inscripción en el PJ, entre un grupo que considera que el kirchnerismo/FPV expresa la identidad justicialista con la que se identifican como colectivo (no todos los justicialistas o peronistas comparten esa identificación), más una tipología de voto 2, de conexión psicológica individual, es decir, electores que sin ser parte del colectivo peronista han desarrollado con el kirchnerismo/FPV un vínculo ideológico que estructura/configura su intención de voto y preferencia electoral.

Para Riorda, con las otras dos categorías de electores (opositores que valoran políticas pero no todo el gobierno y por ello no lo votarían; y opositores que tienen un rechazo visceral al estilo K) “el gobierno tiene una relación de tensión constante en donde haga lo que haga, es un sector sin retorno. En este juicio no todo es dimensión racional pura (la economía por ejemplo), sino mucho se da por una cuestión de estilo o de posicionamiento ideológico contrario, preferentemente de un voto más bien conservador”. En estos dos segmentos, en teoría, ni el FPV ni sus precandidatos tendrían nada que hacer, dado que serían clusters  “impermeables” al kirchnerismo/FPV y  a las figuras del espacio pan-oficialista. Sin embargo, por fuera de estos 4 grupos hay un segmento (difícil de cuantificar) de electores no alineados que definen su intención de voto en función de otros dos modelos: el voto utilitario (vota en función de sus temas de interés coyunturales, tratando de identificar qué alternativa dentro de la oferta electoral lo beneficiaría) y el de clima de opinión, que vota o bien por contagio de la tendencia dominante o bien contra esa tendencia, buscando “arroparse” dentro de algún grupo de pertenencia. En este segmento compiten tanto el oficialismo como la oposición, y la aproximación al mismo es central en la discusión respecto a si es más central la potencialidad de los techos que la solidez de los pisos electorales.

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