viernes, 26 de febrero de 2016

La gravitación del componente clasista (1)

Esta semana, Clarín publicó una nota titulada “La Rosada busca disipar la idea de que Macri gobierna para los ricos”. El primer párrafo dice: “Buena parte de la sociedad tiene la percepción de que Mauricio gobierna para los ricos. Tenemos que disipar eso”. Marcos Peña les dio la instrucción esta semana a varios ministros, con inquietud luego de que las encuestas cualitativas que analiza con frecuencia no marcaran lo que esperaba en ese punto. Fue un poco más allá: con ese objetivo les pidió “no perder cercanía con la gente”, en un intento de contrapesar que en la mayoría de las reuniones los funcionarios escuchan a representantes de los sectores empresariales. El Gobierno buscará mostrar en las próximas semanas que tomará medidas destinadas a los sectores de medios y de bajos recursos. El propio Macri ya incorporó giros en su discurso a tono con esa estrategia”.

Según la nota, el resultado de la encuesta provocó cierta preocupación aunque no sorpresa en la Casa Rosada, dado el sesgo de las medidas de los los primeros dos meses de gestión de Macri (eliminación de retenciones a la carne y los granos y rebaja en el caso de la soja, fin del cepo cambiario con devaluación del peso, flexibilización de las importaciones, suba de las tarifas, beneficio a las mineras e intención de contener las paritarias). La nota no aclara a qué encuesta se refiere, y además incurre en un equívoco metodológico al hablar de “encuestas cualitativas”. La encuesta es una técnica cuantitiva per se; si se trata de una técnica cualitativa, pueden ser grupos focales o entrevistas en profundidad, pero no “encuestas cualitativas”, que en rigor no existen. Sin embargo, el estudio de Ibarómetro que venimos citando en los últimos posts confirma precisamente ese sesgo clasista en la percepción de la opinión pública. Interrogados sobre a qué clase social favorece el macrismo, casi un 45% de los argentinos (44,8%) responde que a la clase alta; en mucho menor porcentaje, la clase media (32%) y, claramente relegada, la clase baja (casi 11%: 10,9%), en tanto que un 12,3% no sabe. 

Por contrapartida, interrogados sobre a qué clase social favorece el kirchnerismo, casi un 40% (39,5%) responde que a la clase baja; en mucho menor porcentaje, la clase alta (27,1%) y, claramente relegada, la clase media (18,1%), en tanto que un 15,3% no sabe. En conjunto, estos datos confirman, por un lado, el sesgo “acomodado” del programa político de Cambiemos/PRO, dado que la clase alta aparece perceptivamente como la principal beneficiada por la agenda llevada adelante hasta ahora por Macri (con un porcentual muy alto, cercano a la mitad de las respuestas), mientras que, en el otro extremo de la escala social, la clase baja se ve claramente postergada. Por contrapartida, estas percepciones confirman el sesgo “popular” del kirchnerismo, que ubica a la clase baja como la más beneficiada por sus programas (casi 4 de cada 10 respuestas). 

Sin dudas, el papel que tiene en las percepciones la clase media como protagonista favorecida por cada identidad política colectiva (etiquetadas respectivamente como macrismo y kirchnerismo) es la que resulta estratégica para definir la impronta de los respectivos espacios, así como la suerte futura que pueden tener, dado que la clase alta es, por definición, un segmento minoritario, al contrario que la baja. Asimismo, en la percepción actual, hoy la clase media aparece rezagada como beneficiaria del macrismo respecto a la alta (en una relación 45/32), pero aún así se insinúa relativamente mejor tratada que por el kirchnerismo, tanto respecto a la principal beneficiada, la baja, como a la beneficiada subalterna, la alta (en una proporción 18/40/27). Volveremos sobre esta condición perceptiva de “jamón del sándwich” de la clase media para analizar sus implicancias en próximas entradas. 

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