sábado, 25 de agosto de 2018

Bucles de retroalimentación en la crisis

En una entrada reciente citábamos a la directora ejecutiva de Eco Go, Marina Dal Poggetto, quien planteaba que la actividad ya transitaba una recesión muy pronunciada acentuada por la sequía y no se veía dónde hace piso la economía. Según ella, “hay un escenario donde política y economía empiezan a iterar en forma complicada, porque la política se arregla si la economía se estabiliza. Y al mismo tiempo la economía se estabiliza si ingresan capitales pero para eso la política se tiene que arreglar. Esto no es tan evidente que pase, aun en una economía con un tipo de cambio mucho más alto, un aumento en las exportaciones el año que viene y una economía donde el aumento en las tarifas avanzó, tal vez a mitad de camino por el salto cambiario”. Coincidimos, y agregamos: existen otros bucles de retroalimentación que complican la posibilidad de que la actividad repunte de cara al 2019 electoral. Como vimos también en un posteo reciente, un análisis de escenarios realizado por Singerman-Makon apuntó que, así como Dal Pogetto destaca la iteración entre política y economía, hay también una iteración entre la inflación y el nivel de actividad: para que la inflación sea menor al 30% anual, la recesión en el segundo semestre debería ser aguda (-4% o -5%), lo que aplacaría el pase a precios (pass-through) de la suba del dólar y reprimiría el pase de la inflación mayorista a la minorista, con un consumo enfriado y paritarias freezadas. En cambio, si la recesión fuera menor en el segundo semestre (-3% o -4%, con lo cual el año cerraría con el PBI cayendo entre 1% y 1,5%), la inflación se ubicaría en el orden del 30 a 32% o por encima del 32%, en función de la mayor o menor reapertura de paritarias y la doble transferencia de la devaluación a la inflación y de la suba de precios mayoristas a minoristas. 





Cabe destacar, por cierto, que la probabilidad de que la inflación de 2018 sea menor al 30% era sólo del 5% según Singerman & Makon (es decir, casi descartada); la probabilidad de que se ubique entre el 30% y el 32% es del 25%, mientras que la probabilidad de que sea mayor al 32% es del 70%, lo que se afirma como la hipótesis más plausible. Recordemos que el presupuesto del gobierno establecía para este año 3,5% de crecimiento de la actividad, dólar promedio en $ 19,30 e inflación en 15,7%. Hasta julio, la inflación ya alcanzó el 19,6%, con lo que se superó la meta anual en apenas 7 meses y a nivel interanual ya se ubica en 31,2%, según datos oficiales, mientras que el dólar ya superó los 31 pesos. En este marco, hay un doble fracaso del oficialismo en materia de gestión de expectativas: como detectó la más reciente encuesta realizada en la provincia de Córdoba por la consultora Delfos, la expectativa inflacionaria de los electores sigue muy alta, en torno al 30% (ver datos arriba; click para agrandar). Ese fracaso se articula con otro más amplio: la caída general de todas las expectativas económicas que hemos visto en diversos estudios citados en este blog, motor que en otros momentos le permitió al gobierno superar crisis anteriores de imagen y de aprobación y que en el último semestre se apagó y no ha vuelto a reencenderse. 





Peor todavía, la suba de precios impacta diferencialmente por nivel socioeconómico: la inflación de los pobres en Capital y Gran Buenos Aires ya está en el 34% anual, según los datos del Indec, por arriba del 31,2% de inflación promedio y el 30,9% de la región metropolitana. Con el 32,4%, los indigentes también se ubican entre los más golpeados por la suba de los precios al consumidor, efecto socioeconómico de gestión que explica por qué el gobierno de Macri se afirma en todas las mediciones como una gestión que beneficia relativamente a los sectores más ricos y, por contraste, afecta a los menos. Para más datos, según un relevamiento del Observatorio de Políticas Públicas de la Undav (Universidad de Avellaneda), con 31% en los últimos 12 meses, la Argentina está en el cuarto lugar a nivel mundial de los países con mayor inflación después de Venezuela (82.766%), Sudán del Sur (123%) y Sudán (64%). Nuestro país supera a países como Congo, Siria, Liberia, Angola y Sierra Leona (ver datos arriba; click para agrandar). La inflación en los primeros 7 meses del año se aceleró con respecto a 2017, superando en el acumulado lo que se registró en ese mismo período. En total, el alza generalizada de precios sobrepasó el 120% desde que Mauricio Macri es presidente: medida desde diciembre de 2015, cuando asumió Macri, la inflación ya marcó un alza de 120,9%. La particularidad de 2018 es la aceleración inflacionaria, es decir, los precios están subiendo más que en los mismos meses de 2017 (ver datos arriba; click para agrandar). De hecho, sólo en marzo la inflación fue menor este año que en el anterior; en todos los demás fue mayor o igual. La aceleración se plasmó especialmente en junio y julio cuando los precios se incrementaron 1,2% y 1,7% en 2017, contra 3,7% y 3,1% en 2018. En tanto, los precios mayoristas vienen acelerando la suba desde junio de 2017 y en julio de este año aumentaron 47%. Para agosto, la expectativa es negativa: según cálculos privados preliminares, la inflación podría ser del 4%, es decir, la más alta del año.





Con esta inercia inflacionaria, se afirma la hipótesis de que la inflación superará el 32% en 2015. ¿Qué puede suceder con la actividad? El Indec informó una contracción de la actividad de casi tres puntos más que en mayo. En sólo 6 meses, el PBI ya acumuló una baja de 0,6%, el primer número negativo anual en lo que va del 2018. La actividad económica se derrumbó 6,7% en junio en forma interanual y retrocedió 0,6% en el primer semestre, informó el Indec (ver datos arriba; click para agrandar). Además, el efecto contagio se expande a nivel de sectores: 10 se contraen, contra 6 que siguen con números verdes. El mal resultado de junio hizo que la actividad pasara a signo negativo en el año. Con el magro resultado de junio, el nivel de actividad acumuló su tercera baja consecutiva, confirmando el escenario recesivo de la economía argentina. Con la caída de junio, la actividad ya volvió al nivel de octubre de 2016, que había sido el peor año de la gestión Macri en términos de inflación y nivel de actividad. La baja de los últimos meses acusa el fuerte impacto de la sequía, el salto del tipo de cambio y la interrupción del financiamiento al que la gestión Cambiemos venía recurriendo de manera sistemática. En este marco, ya hay nuevas proyecciones que estiman una caída del nivel de actividad en torno al 1% para este año, que se suman a la aportada por Singerman & Makon (entre -1% y -1,5%). El economista ortodoxo José Luis Espert estimó una inflación con un piso del 35% y de hasta 40%, un dólar entre $ 32 y $ 34 para fin de año, una caída de la actividad económica de 1,2%, y un déficit fiscal primario de 2,4%. Y no descartó un “cisne negro” (que al parecer ya no sería negro, sino gris): “Hay motivos para que haya dudas sobre si Argentina va a necesitar una reestructuración de la deuda. Se habla de que al Gobierno le faltan 7.500 millones de dólares para financiarse hasta fines de 2019 y en realidad lo que necesita son 35.000 millones de dólares, en un contexto en el que los mercados están cerrados". Recordemos que hace pocas semanas, la probabilidad de default era del 20%; sin dudas, hoy es mayor. 

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