sábado, 18 de agosto de 2018

Crisis en “U” y crisis en “L”: el impacto en la agenda de la opinión pública y la variable empleo

Despidos y suspensiones en los primeros siete meses de 2018 


Escribíamos en un posteo reciente: “En la medida en que los efectos socioeconómicos de la gestión Cambiemos sigan generando un malestar predominante, aunque en la agenda pública compitan con otros temas fuertes como los ligados a la corrupción (caso de los cuadernos de Centeno en estas semanas), es poco probable que veamos desplazamientos significativos en las proporciones de segmentos político-electorales preexistentes a los temas de coyuntura”. Con apenas matices, esta línea interpretativa es compartida por otros analistas y por datos de diversos estudios. Amerita hacer un repaso. Según el sociólogo Carlos de Angelis, “en este momento del país dos hechos paralelos concitan la atención: primero, la situación económica, y segundo, el descubrimiento de la red de sobornos durante el gobierno anterior. Son dos cuestiones de diferente calado, en la primera los protagonistas son los propios ciudadanos, que sufren las dificultades de la situación en carne propia. Un efecto evidente es que la inflación es la principal preocupación en la actualidad. Incluso muchos medios de comunicación pueden dejar de informar sobre la penosa marcha de la economía, pero no pueden evitar la experiencia diaria de los sujetos en el supermercado. Por otro lado, tras la frondosa difusión de los cuadernos de Centeno, prácticamente no hay habitante que no se haya enterado de la cuestión de la corrupción. Sin embargo, se trata de un entramado distante para el ciudadano de a pie, que hasta puede ser un elemento de evasión para la dificultosa situación económica”. De hecho, ese elemento de evasión o distracción fue medido por el consultor Gustavo Córdoba: un estudio realizado sobre una muestra nacional de 1.200 casos detectó que para casi un 60% de los argentinos “Macri está usando el caso de los cuadernos para que no se hable de su gestión” (ver datos abajo; click para agrandar). 





En la misma línea, Mariel Fornoni, directora de Management & Fit, apuntó que "el 50% de los argentinos sigue nombrando como su principal preocupación a la economía ya sea inflación, desempleo, tarifas (…) los temas económicos siguen siendo, como hace ya muchos meses, los primeros en términos de las preocupaciones. El tema más problemático para la gente hoy, para la clase media y baja, es llegar a fin de mes”, afirmó la especialista, que vinculó ese esquema de prioridades con que “en general la gente es bastante escéptica de que finalmente los corruptos tengan castigos y de que la Justicia vaya hasta las últimas consecuencias". Respecto a cómo fluctúa la mirada de los ciudadanos, según Fornoni, “hasta el mes pasado, el 60% de la gente nos decía que entre sus principales problemas estaba el económico, haciendo referencia a la inflación o el desempleo. Hoy eso bajó al 50% porque creció por la corrupción". En cualquier caso, el dato clave es que la corrupción como “issue” no desplaza a los temas económicos del centro de la agenda de opinión pública, con la inflación y el desempleo a la cabeza de esas preocupaciones. El por qué se da esa gravitación pasa tanto por los datos “blandos” (perceptivos y/o procedentes de encuestas) como por los datos duros (de estadísticas oficiales o relevados por organismos especializados). En el caso del desempleo, el subíndice de Confianza en el Empleo, que mide datos sobre seguridad laboral actual y a futuro, se hundió 5,1 puntos porcentuales para agosto ubicándose en 42,5 puntos, según un informe de Thomson Reuters. Ese resultado presionó sobre el índice de Confianza del Consumidor Primario, que disminuyó un 0,4 puntos porcentuales respecto al mes pasado. A su turno, ya en junio pasado del monitor social que elabora el CEM (Centro de Estudios Metropolitanos), conformado por la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), la Universidad Metropolitana del Trabajo (UMET) y la Universidad Nacional de Hurlingham había detectado que el 61% de la población del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) tiene dificultades para llegar a fin de mes, temor en crecimiento a perder el empleo y percepción en cuanto a que su situación laboral es "mala o muy mala" en uno de cada tres trabajadores. El monitor de clima social del AMBA es realizado por el CEM a partir de entrevistas telefónicas con sistema IVR a teléfonos fijos. El último relevamiento de junio se basó en 1.621 casos, tomados en la primera semana de ese mes. "El 52% de los ciudadanos consideró probable la pérdida de su fuente de trabajo en los próximos meses", explicó Matías Barroetaveña, titular del CEM. Casi la mitad de los habitantes del AMBA, el 49%, asegura que su situación laboral empeoró, encuadre que a octubre del año pasado apenas superaba el 34% (con lo cual el deterioro sumó 15 puntos porcentuales en ese conglomerado). "El cuadro de deterioro se completa resaltando que la proporción de personas que salió a buscar empleo y no lo obtuvo creció del 60% de octubre pasado a 73% en el mes de junio", apuntó Barroetaveña. Asimismo, un 37% admitió cambios en la forma de contratación entre las que citaron la reducción de la jornada laboral, modificación de vacaciones, suspensiones o incremento de monotributistas en las dotaciones de personal. 






La situación no mejora si pasamos de los datos “blandos” a datos duros y series combinadas: los despidos y suspensiones llegaron en el mes de julio a 6.588 casos, más del doble de los que se habían registrado el año pasado en el mismo período (3.199). El sector que expulsó mayor cantidad de trabajadores volvió a ser la industria (ver datos arriba; click para agrandar): 77 de cada 100 nuevos desocupados o suspendidos se desempeñaban en fábricas. También es al interior de la industria donde los despidos están más vinculados a los cierres: en los últimos tres meses, 1 de cada 5 casos de pérdidas de puestos de trabajo en el sector correspondieron a plantas o talleres que bajaron la persiana. Desde que comenzó el año 2018 hubo un total de 32.794 despedidos o suspendidos: 12.532 casos en el sector público y 20.262 en el privado. Estos datos implican un promedio de 4.684 casos mensuales durante los primeros siete meses del año. Esto confirma que el deterioro del empleo formal es un proceso continuo y anterior a la crisis cambiaria de mayo pasado. La información surge del último relevamiento de despidos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). El centro dirigido por Hernán Letcher lleva un registro sobre la base de información oficial (del Sistema Integrado Previsional Argentino), de gremios, cámaras empresarias y publicaciones periodísticas, que va trazando una línea en el tiempo. Así, considerando los datos de los primeros siete meses del 2018, el registro muestra que los despidos y suspensiones de 2018 superaron en 7.296 casos a los ocurridos en los siete primeros meses del 2017. Esto implica un incremento de casi un 30% en 2018 respecto de 2017. Al desglosar los 6.588 despidos y suspensiones de julio por sector, se detecta que 5.095 casos fueron de la industria, escoltada por los servicios (1.044 casos), empresas de capital estatal (324), el sector primario (88) y el gobierno (17). Desde enero hasta julio, en los primeros dos meses del 2018 los despidos del sector público resultaron más significativos; luego, en los siguientes cinco meses, pasaron a ser mayoría los despidos del sector privado (ver datos al inicio del posteo; click para agrandar). Sin embargo, esta semana un nuevo despido de trabajadores en el sector de Fabricaciones Militares agravará el cuadro. 

Así, la pérdida del empleo se da tanto en el ámbito privado como en el estatal. Los cambios en el sector industrial pueden observarse en el gráfico de barras que sigue lo sucedido mes a mes (ver datos arriba; click para agrandar) donde se comparan los despidos y suspensiones de 2018 con 2017. El gráfico confirma la continuidad en el proceso de expulsión laboral a lo largo de los primeros siete meses del 2018, con un salto en mayo pasado (3.127 casos) y otro en julio (5.095 casos), puntos clave entre los que se desarrolló la crisis cambiaria (aún en curso, por cierto). Las fuentes tomadas por el CEPA exceden los registros oficiales (combinan datos duros y blandos), pero el cotejo de los números que viene publicando es coincidente con las estadísticas oficiales publicadas. La comparación se realizó con la cantidad de despedidos del sector privado, para el que se cuenta con los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). El SIPA computa 82.445 trabajadores menos en el sector industrial entre noviembre de 2015 y mayo de 2018. El CEPA computa para el período noviembre 2015 a julio de 2018 un número de 81.447 despidos. De acuerdo con datos del ministerio de Trabajo, sólo en los cuatro primeros meses de 2018 ya se habían destruido 94.500 puestos en blanco. Aún faltan datos de los últimos tres meses, pero todo indica ese guarismo se incrementó y bastante. Asimismo, con los datos publicados por el mismo ministerio a fines de junio, se confirma que la caída del empleo de los últimos años en la industria es transversal a todos los sectores manufactureros, desde alimentos hasta textil y calzado. En ese marco, el Estimador Mensual Industrial (EMI) se hundió un 8,1% interanual en junio, lo que representa el peor registro en la era Macri (y en mucho tiempo), según datos del Indec.




Para los próximos meses, la situación apunta a empeorar: según el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (Itefga), el plan de ajuste tendrá un impacto sumamente negativo y permanente sobre el PIB argentino, con registro de una caída acumulada que va desde el registro negativo de entre -4% y -12% hacia 2023 (ver datos arriba; click para agrandar). “En el mejor de los escenarios analizados, el desempleo dentro de 5 años se ubicará todavía por encima de los valores registrados en 2014”, sin descartar “un problema todavía más adverso, ya que la tasa de desocupación superaría los dos dígitos”. El instituto, que tomó las proyecciones que realizó el FMI en abril de 2018 y se abocó a la comparación con el escenario detallado en el Country Report. Aún en el mejor escenario, dicho programa de ajuste implica una pérdida permanente en términos de PBI, ya que en la duración del plan el crecimiento se ubica por debajo de lo esperado en abril y luego dicha caída no será compensada por un mayor ritmo de expansión. Por otro lado, incluso economistas del ala moderado, como la  directora ejecutiva de Eco Go, Marina Dal Poggetto, apuntan que el país “está en una recesión muy pronunciada, acentuada por la sequía, y no se ve dónde hace piso la economía”. Esto confirma que hay que descartar ya los escenarios de crisis deseados por el gobierno (en “V” o en tilde) y que transitamos entre una “U” y una “L”. 

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