lunes, 23 de marzo de 2020

El signo de los tiempos: la revalorización de lo público


Durante 4 años, Cambiemos sembró en el país el discurso de la meritocracia y del librecambio en un mundo que ya estaba girando hacia el proteccionismo desde la victoria de Donald Trump en 2016. Mauricio Macri prometió un futuro venturoso de inversiones externas que nunca llegaron y comprometió a Argentina en un proceso de endeudamiento que detonó en 2018 y se profundizó en 2019, acabando con sus chances electorales, como era previsible: ningún gobierno que genere sistemáticamente malestar socioeconómico sobrevive por mucho tiempo. Pasó con éxito el turno electoral de medio término de 2017, dado que la economía ese año experimentó un rebote respecto a 2016, pero casi un bienio de caída de la actividad con alta inflación fue demasiado, hasta para una gestión aupada por el discurso contrario a la justicia distributiva transmitido por los medios hegemónicos y pregnante para segmentos electorales anti-K y anti-peronistas. El "segundo semestre" de Cambiemos, que nunca llegó, se transformó en el segundo semestre de 2019, que terminó con el gobierno reciclado bajo la sigla Juntos por el Cambio en el tránsito de las PASO de agosto a las generales de 2019, en primera vuelta y sólo con el atenuante de que el binomio Macri-Pichetto alcanzó 40,24% de los votos en octubre luego de haber rozado el 33% en las primarias. De todos modos, no alcanzó: casi la mitad del electorado decidió cambiar a Cambiemos y el 48,24% votó al Frente de Todos. 

Cuando Alberto Fernández cumplió tres meses de gestión, la pandemia del coronavirus terminó de enterrar el mundo tal como lo entendía Cambiemos y puso en crisis cada pilar del discurso que sostuvo durante años. A lo largo del globo, el gobierno de cada país decide la política económica (incluidos los niveles de emisión monetaria) y las medidas sanitarias y de seguridad que cree conveniente para capear el temporal; las recetas ortodoxas y aperturistas, junto con el multilateralismo, retroceden en 4 patas. La opinión pública redescubre que la salud es una inversión y reclama la intervención estatal en esa materia: según la más reciente encuesta online realizada a nivel nacional por la consultora Clivajes, más del 90% cree que el Estado debe intervenir y ejecutar plenamente el sistema sanitario, vs apenas 5,36% que se inclina por asegurar mayor presencia del sistema privado y 2,23% que asigna a lo estatal un rol subsidiario; apenas 1,34% ns/nc (ver gráfico al inicio del posteo; click para agrandar). El estudio fue realizado entre el 20 y el 22 de marzo sobre una muestra de 993 casos, con un error muestral de +/- 3,11%. 



La revalorización de la salud pública es un signo de los tiempos: según el estudio en conjunto de las consultora Federico González y Asociados- Raúl Aragón y Asociados, realizado entre 900 argentinos residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) entre el 15 y el 16 de marzo pasados, el 53,1% califica positivamente la respuesta del sistema de salud argentino al problema del coronavirus; casi 37% tiene una opinión neutra, y apenas 10,3% la califica de manera negativa (ver gráfico arriba; click para agrandar). Junto con estas tendencias, emerge un efecto político ya visible: el nuevo gobierno, que venía creciendo en imagen por encima del caudal obtenido el 27-O merced al avance sobre electores de fuerzas minoritarias, comienza a avanzar entre electores de Cambiemos, de acuerdo a lo que sugieren estudios recientes. 



Según la última encuesta nacional de la consultora Reyes-Filadoro/Numeral 8, el 17% de los votantes de Juntos por el Cambio reporta que la gestión de Alberto Fernández superó sus expectativas desde que asumió o que sus opiniones siguen siendo igual de positivas que al inicio. Entre los votantes de Consenso Federal (6,14% del total), el 53% opina lo mismo (ver gráfico arriba; click para agrandar). La encuesta se basa en una muestra nacional de 1.200 casos relevados telefónicamente del 12 al 15 de marzo de 2020, con un error muestral de +/- 2,8%. Eso no implica que haya desaparecido "la grieta": la misma encuesta arroja que un 29% la califica como mala, un guarismo que está en el orden de magnitud del voto de Juntos por el Cambio en las PASO de 2019 (32,94%), y un 14% dice sentirse decepcionado, lo que acumula un 43% de negatividad que está en el orden de magnitud del caudal de esa misma fuerza en octubre pasado: 40,28%. En posteos recientes, también hemos visto que el núcleo crítico del 35%-40% es transversal en varios indicadores. 



Sin embargo, la apertura del dato respecto a la actitud al interior de los votantes de Cambiemos en el estudio de Reyes-Filadoro junto con la elevada imagen presidencial entre los electores de 60 a 74 años de provincia de Buenos Aires (según vimos en los datos de Analogías en el posteo anterior) nos plantea la necesidad de problematizar las categorías y clivajes interpretativos que venimos utilizando. ¿Se trata de desplazamientos momentáneos, o estamos asistiendo a cambios más profundos? El tiempo (nuestra lectura de él) lo dirá. Lo cierto es que el malestar socioeconómico, que probablemente llegó para quedarse (el coronavirus genera recesión global y es impensable que ese efecto no profundice la crisis local) compite ahora con otro malestar y que el gobierno, que parece estar manejando el timing de esta pandemia mejor que otros en el mundo, puede capitalizar un frente muy diferente a los que estamos acostumbrados a analizar: la encuesta de Clivajes que comenzamos a citar al principio del posteo arroja que el 68,3% cree que el oficialismo reaccionó rápido o muy rápido frente al coronavirus, 20 puntos porcentuales por encima del caudal que obtuvo el Frente de Todos en octubre pasado; apenas 14,3% percibe una reacción lenta o muy lenta (ver gráfico arriba; click para agrandar), y ese es un nivel de criticidad muy por debajo del que hemos visto en otros indicadores.  

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