martes, 9 de octubre de 2018

Crisis en L: inconsistencias y fragilidad económica sistémica

El tardío sinceramiento del gobierno de Cambiemos respecto a la crisis incorpora como perspectivas una caída de la economía del 2,4% en 2018 y de 0,5% en 2019, año electoral. Esto ya supone una crisis en L, es decir, contracción del PBI por dos años seguidos, sin recuperación visible (¿quizá 2020?). Sin embargo, algunas estimaciones para 2018 apuntan a una caída mayor: la economista jefa de Fundación Capital, Irina Moroni, calculó que el rebote de la actividad económica en los gráficos tendrá una forma de L o, a lo sumo, de U prolongada.  "El nuevo programa del FMI tiene una consecuencia principal: la profundización y prolongación de la recesión. Estimamos una caída en la actividad económica del 2,9% en 2018 y una contracción del 0,8% el próximo año". Otros pronósticos apuntan a una caída mayor al 3% para este año: recientemente, el gerente de la agencia Moody's en Nueva York, Gabriel Torres, pronosticó que la recesión económica que la Argentina comenzó a transitar en abril podría extenderse incluso hasta 2020. "Han tomado la decisión de consolidar lo fiscal que es positivo para el crédito, pero esto tiene un costo económico y político. La caída va a ser mucho más fuerte de lo que se dice. Creemos será del 3% este año", dijo Torres a los inversores al explicarles las proyecciones de la agencia sobre la Argentina. Lo que es peor, el FMI estimó para 2018 una baja de 2,6% (0,2 puntos porcentuales mayor a la calculada por el gobierno y para 2019 una contracción de 1,6% (es decir, más que triplica la del gobierno con el que acaba de firmar un acuerdo; vale decir, el organismo no coincide con la perspectiva económica del oficialismo). Como destacó el economista Sergio Chouza, "según el FMI, el PBI caerá más de 3% acumulado en la gestión de Mauricio Macri. En su Panorama Mundial, el FMI empeoró las proyecciones de 2018 y 2019 para nuestro país, respecto de la hipótesis del Ministerio de Hacienda. Así, se consolidarán 4 años con caída acumulada de 3,2%" (ver datos arriba; click para agrandar).



Estas proyecciones implican para el bienio 2018-2019 una recesión no sólo más aguda sino también más larga, lo que genera dudas respecto a si será socialmente tolerable para un tejido comunitario ya severamente dañado y sensibilizado. Como planteara oportunamente el sociólogo Pablo Nemiña, "la apelación a diversos significantes de la crisis de 2001 (déficit cero, FMI, dolarización, ajuste) contribuye a que la población perciba esta crisis como semejante a aquella. Las palabras dan sentido y construyen realidad". Desde otra óptica y con particular crudeza, el Financial Times escribió la semana pasada que el gobierno y la economía en cualquier momento terminarán “de volar por los aires junto a su presidente”. El ajuste comprometido es la condición del adelanto de fondos que el presidente Mauricio Macri negoció con el FMI para aventar la posibilidad de un default antes de completar su mandato en diciembre de 2019. Sin embargo, los efectos socioeconómicos del programa pueden agudizar la fragilidad sistémica de la política económica de Cambiemos, que ya se puso en evidencia con el incumplimiento del primer acuerdo. Como apuntó el economista Julián Zícari, “en enero de este año el gobierno recibió 9 mil millones de dólares de su última colocación de deuda en los mercados abiertos. Ya sin financiamiento, fue otra vez al FMI para pedir un Blindaje como la Alianza, obteniendo ahora 15 mil millones en junio. Si se miran las reservas del Banco Central se nota que el dinero del Fondo duró otra vez sólo tres meses: los niveles de las mismas a fin de septiembre son los idénticos a los del junio” (ver datos arriba; click para agrandar). El especialista traza un paralelismo con la crisis de 1989: “También el 2019 será un año electoral, donde también existe el miedo en los mercados del retorno del peronismo al poder como en el 89, como además se repite el miedo sobre qué pasará con los capitales que ingresaron y están retenidos solo por las altas tasas de interés, pero a muy corto plazo, existiendo la duda si no querrán también irse en forma de estampida, con una presión cambiaria indetenible como ocurrió antes. Aún más, de continuar siendo las semejanzas tan fuertes, cabe preguntarse si el FMI no dejará de ayudar a Macri como el Banco Mundial hizo con Alfonsín”




En ese marco, la consultora Macroview plantea: “habrá que ver cómo responde el Gobierno ante las nuevas demandas que detonará la recesión. Primero, porque la caída del consumo y del salario real, junto con el aumento del desempleo y la pobreza, impulsarán la protesta social en la calle. Segundo, porque generará tensiones dentro de la propia coalición gobernante y potenciará el resurgimiento opositor". Respecto al consumo, según la consultora Kantar Worldpanel a nivel masivo volvió a contraerse 2% en agosto respecto de igual mes del año pasado y ya suma cuatro meses consecutivos de caída. Si bien en el acumulado de los primeros ocho meses la variación fue cero respecto a igual período de 2017 gracias al crecimiento que había mostrado hasta abril (cuando se desató la primer corrida cambiaria), en el trimestre junio-agosto todos los sectores muestran caídas en volumen. “Con este escenario, proyectamos una retracción del 3% y del 6% en el tercer y cuarto trimestre del año respectivamente”, explicó Federico Filipponi, director comercial de Kantar Worldpanel. En ese marco, el consumo masivo volvería a sufrir una fuerte contracción en 2018 al igual que sucedió en 2016, en el primer año de la gestión Macri. Sólo en el segundo semestre de 2017 se vio recuperación, en coincidencia con el período electoral, que se prolongó con algunos vaivenes en los primeros meses de 2018, antes de volver a caer por efecto de la corrida cambiaria y el recrudecimiento de la inflación (ver datos arriba; click para agrandar). 




En conjunto, el programa definido por el gobierno adolece de inconsistencias económicas: como apuntó el economista Sergio Chouza, “el valor del dólar en $40,1, la desinflación hasta un 23% anual, la convergencia al equilibrio fiscal en conjunto con aumento de exportaciones en un 20%, no maridan de ninguna forma con el nuevo programa monetario cerrado con el FMI” . Adicionalmente, según el ITEGA, "de cumplirse el programa fiscal de 2019, con las propias proyecciones del gobierno llegaríamos a prácticamente la misma incidencia de los intereses sobre el presupuesto público. Lo dice el propio gobierno: el año que viene un 14% del gasto del sector público nacional se iría en pagar intereses de deuda (ver datos arriba; click para agrandar). Adicionalmente, el adelanto de fondos para evitar que Macri defaultee resulta un presente griego para la gestión de gobierno que comience en 2019, ya que tendría que afrontar gravosos vencimientos de deuda sobre fondos ya recibidos antes (ver datos abajo; click para agrandar). 




De eso resulta un cóctel de alto riesgo. "De hecho, de acuerdo con las proyecciones oficiales, a pesar del ajuste fiscal y como consecuencia del elevado endeudamiento, se alcanzaría en 2019 el mismo déficit financiero (primario más intereses) que el observado en 2015. La diferencia: la totalidad del déficit se explicaría sólo por los intereses de deuda. De esta manera, se desvanece el único logro que el gobierno tenía pensado presentar al final de su gestión" (ver datos abajo; click para agrandar). 






Para peor, se pasó de un relato donde el incremento de la deuda financiaba el "gradualismo" a otro en el cual el endeudamiento sirve para conjurar un default; en el medio del camino, se perdió la oportunidad para financiar infraestructura o desarrollo (ver datos abajo; click para agrandar). Asimismo, el objetivo del déficit cero más el torniquete monetario definido por el nuevo titular del BCRA, Guido Sandleris, podrían ser incompatibles con expectativas de crecimiento, lo que prolongaría la recesión. Según Guido Lorenzo, de la consultora ACM, "bajar el déficit fiscal a 0% el año que viene tal vez sea incompatible con un proceso de crecimiento. Se prolongaría la recesión (...) el arrastre negativo será difícil de revertir para el año que viene, que podría quedar en negativo también. Es lo más probable, ya que el consumo de la mano de los salarios no creo que venga bien, y la inversión en un año electoral responde con la incertidumbre y espera a ver". Esto nos lleva a la segunda inconsistencia, que desarrollaremos en el próximo posteo. 



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