sábado, 26 de junio de 2010

Es la economía, estúpido


Antes de las elecciones de 1992, James Carville, estratega de Bill Clinton, pegó en las oficinas centrales un cartel con tres puntos para mantener la campaña electoral a la presidencia de EE.UU enfocada en un mensaje: uno de esos 3 puntos decía "la economía, estúpido" y junto con los otros dos, enfatizaba que las chances electorales de Clinton pasaban por enfocarse sobre cuestiones relacionadas con la vida cotidiana de los ciudadanos y sus necesidades más inmediatas.

Esta semana, en nuestro país, la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella informó que el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) ascendió 1% durante junio respecto a los valores del mes de mayo. En una perspectiva de mediano plazo, el ICG subió un 20% comparado con el índice registrado en junio del 2009, en plena crisis global + local.

Según el estudio, la capacidad para resolver los problemas del país fue el atributo más destacado por los entrevistados por primera vez en más de dos años: el 44% (4 puntos porcentuales más que en mayo) opinó que el gobierno nacional está resolviendo los problemas del país o sabe cómo hacerlo, pero necesita tiempo.

Por otra parte, el 28% de la población afirmó tener una buena imagen del gobierno (1 punto más que en mayo pasado) y el 24% sostuvo que el gasto público se administra con cierto grado de eficiencia (3 puntos más que hace treinta días) y el mismo porcentaje opinó que se gobierna en beneficio del interés general (sin cambios respecto al mes pasado). Los habitantes del GBA manifestaron más confianza en el gobierno que sus conciudadanos de la Capital y el interior del país, tendencia que se repite desde junio de 2009.

En ese marco, tanto los indicadores oficiales cuestionados (INDEC) como los de consultoras privadas que miden los niveles de actividad arrojan datos contundentes sobre el crecimiento de la economía del país en estos meses: el Indice General de Actividad que realiza el Centro de Estudios Económicos Orlando Ferreres & Asociados estimó una mejora del 6,5 % en los primeros cinco meses del año. El informe en cuestión destaca que "tras doce meses de crecimiento, la economía ha logrado recuperar prácticamente todo lo perdido durante la crisis mundial que golpeó durante parte de 2008 y casi todo 2009". Esa dinámica permite proyectar un crecimiento en torno al 6 % en 2010, señaló el informe de OF&A.

Aun en un contexto internacional desfavorable por la crisis europea, el país acaba de cerrar un segundo canje de deuda, cuyo resultado ha sido calificado como positivo por la mayoría de los economistas, ya que se logró una adhesión del 66%, lo que sumado al canje efectuado en 2005 implica que se reestructuró más del 90% del total de deuda original en cesación de pagos (que 9 de cada 10 inversores hayan aceptado las ofertas de reestructuración implica una sustancial mejora desde el punto de vista judicial en relación a las acciones que realizan quienes han decidido no ingresar en ninguna de las dos operaciones y recurrir a los tribunales).

Un día después de cerrada la operación de canje de deuda, las principales agencias de calificación del mundo comenzaron la reevaluar la situación de la Argentina. Al menos dos (Moody‘s y Fitch) adelantaron que seguramente en los próximos días subirán la nota del país, luego de varios años de oscilar entre categoría de default y alto riesgo. Habrá que esperar unos días a ver si se confirma.

Según Daniel Artana, economista crítico del gobierno, Argentina tendrá superávit comercial en 2010 y 2011, las cuentas externas están en equilibrio, se frenó un poco la fuga de capitales y la economía se está moviendo más rápido de lo que se preveía, lo que permitirá que este año crezca alrededor de un 7 por ciento.

El desafío es que la mejoría económica se traduzca en los términos planteados por la estrategia de Carville: la economía es la clave, pero no alcanza con las cifras de macro y micro, debe impactar en la vida cotidiana de los argentinos y en sus necesidades inmediatas. Si eso sucede, las chances electorales del gobierno en 2011 pueden crecer, mientras que la oposición en cambio caería en la dialéctica de "cuanto peor, mejor".

miércoles, 23 de junio de 2010

Mundial y estado de ánimo


Una encuesta realizada por TNS entre 1010 personas de todo el país a principios de junio -antes del victorioso debut con Nigeria- y arrojó que cuatro de cada diez argentinos señalaban que el campeón será nuestro país. ¿Cómo se habrá modificado este dato después de 3 victorias consecutivas de la selección?

La buena onda futbolera parece sumarse a un creciente optimismo en el clima de opinión general: según una encuesta de CEOP publicada por esa misma fecha, el 60% de los argentinos afirmaba estar mejor que hace un año atrás, además de plantear una expectativa moderadamente positiva (8 de cada 10 creían que su situación económica se mantendría estable o mejoraría este año). Según el estudio en cuestión, más de la mitad de los consultados aseguraba que su estado de ánimo se había modificado en sentido positivo.

En el mismo sentido se divulgaron datos de la consultora Poliarquía que muestran optimismo de cara al 2011: un 35% dijo creer cree que el próximo año será más favorable que el actual.

Varios consultores -entre ellos Sergio Berensztein, de Poliarquía- sugieren que el kirchnerismo sueña con montarse sobre los efectos positivos de una eventual buena performance de la Selección en Sudáfrica para potenciar sus chances en 2011, ya que históricamente todos los gobiernos tratan de capitalizar el triunfo del equipo nacional. No obstante, no necesariamente un éxito deportivo se traduce en éxito político: el triunfo de Argentina en el Mundial de 1986 no impidió que al año siguiente Raúl Alfonsín sufriera un duro revés en las elecciones legislativas.

Más allá de especulaciones políticas, hay una cierta correlación entre la algarabía mundialista y el estado de ánimo: de acuerdo a un informe de la consultora abeceb.com, efectivamente las expectativas de compra de los consumidores crecen cuando se celebra un Mundial de Fútbol. Según sus datos, en los últimos dos mundiales se observó un repunte de la confianza, y en los meses previos al mundial de Sudáfrica 2010 este comportamiento se profundizó en la Argentina, evidenciado en el incremento del índice de confianza de los consumidores que elabora la Universidad Di Tella.

¿Qué muestran esos antecedentes? En el Mundial del 2002, el índice creció 8,2% en los tres meses previos al comienzo del campeonato, mientras que antes del Mundial del 2006 se observó un repunte de 8,3%. Respecto a 2010, en los tres meses previos al arranque del Mundial en Sudáfrica el índice de confianza creció un 17,5%, "situación que se refleja en el ‘boom‘ de compras de televisores, principalmente”, según destaca el estudio en cuestión. Las promociones que lanzan las cadenas de venta con la excusa del evento deportivo en parte se aprovechan de, y en parte alimentan, el clima festivo típico del Mundial.

viernes, 11 de junio de 2010

Escenarios de cara al 2011


El peronismo disidente anudó esta semana un principio de acuerdo con el fin de impedir una "reelección K": unificar al PJ no alineado con el oficialismo detrás de un solo candidato presidencial.

Este acuerdo parte del presupuesto de que a los "K" les resultará más difícil llegar al objetivo de ganar en primera vuelta (con 40.1% de los votos y más de 10 puntos de ventaja sobre el segundo) si enfrentan una candidatura disidente "unificada", en lugar de varios postulantes por separado (por ejemplo, Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Mario Das Neves, Carlos Reutemann, Francisco De Narváez, entre otros posibles; aún no está claro si Mauricio Macri se sumará a este espacio).

No obstante, como quedó pendiente una discusión sobre ir por adentro (enfrentar al kirchnerismo en internas) o por afuera del sello "PJ", esto plantea una serie de cuestiones: es distinta la pelea por el voto "PJ" más duro o afín al justicialismo, que la pelea por el voto "independiente". Esto es, el éxito electoral del kirchnerismo y del PJ disidente pasa por cuál lista logre articular mejor un caudal de voto "duro" con segmentos de votantes "independientes". A priori, se asume que el candidato oficialista sería "pingüino" (Néstor), salvo que a último momento se decida un plan "B": en tren de análisis, su candidatura hoy funcionaría mejor entre los votantes "duros" o filo PJ que entre los independientes, más allá de la relativa mejoría K que arrojan algunas encuestas nacionales recientes (según la consultora Datamática, la imagen negativa de la gestión presidencial es del 57 por ciento, 8 puntos porcentuales menos que en noviembre del 2009, mientras que la imagen positiva creció de 17 a 23 por ciento y la regular del 12 por ciento al 18 por ciento).

En el caso del PJ disidente, su candidato todavía no tiene nombre ni apellido: el perfil de los potenciales postulantes muestra algunos con una penetración electoral similar a Néstor (mejor entre votantes cercanos al PJ que entre independientes), como Eduardo Duhalde, otros que funcionarían mejor entre los independientes que entre los electores PJ (De Narváez) y uno que estaría en condiciones de repartir adhesiones de manera más o menos pareja en ambos segmentos de votantes (Reutemann).

En cualquier caso, si la foto de hoy se mantiene (y no hay una interna que arroje un PJ vencedor), en 2011 habría dos PJ: el oficialista, alineado con Kirchner, y el disidente u opositor. Un PJ dividido debería acrecentar las chances de fuerzas alternativas, como la UCR.

Pero sucede que la victoria de Ricardo Alfonsín en la interna bonaerense de la UCR el fin de semana pasado complica enormemente la posibilidad de un radicalismo encolumnado detrás de una sola figura, como pretendían los sectores cercanos al vicepresidente Julio Cobos. Nuevamente, la discusión no se plantea sólo al interior del votante "radical", sino también de cara a los independientes. A priori, la candidatura de Alfonsín podría articular mejor el voto radical con la Corriente Cívica dirigida por Elisa Carrió (refractaria a Cobos) y con los sectores del socialismo que integran el Acuerdo Cívico y Social. Habría que ver si en 2011 se da una interna entre Cobos y Alfonsín por la candidatura presidencial de la UCR, y qué resulta de la misma, es decir, si en la elección presidencial el radicalismo se presenta "unido" o "dividido".

Un escenario a 4 bandas (PJ dividido y UCR dividida) sería un verdadero rompecabezas para cualquier pronóstico.

sábado, 5 de junio de 2010

Los límites de la política 2.0


Es un lugar común decir que las redes sociales ocupan hoy un gran protagonismo en la
opinión pública. Las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos contribuyeron a instalar cómo un uso exitoso de las mismas permite cimentar una campaña victoriosa (la de Barack Obama).

El gran potencial político o de campaña de las redes sociales está, creo, en dos usos: en primer término, el contagio, la "viralidad", que le puede permitir a un candidato darse a conocer en las redes sin necesidad de invertir cuantiosos recursos en los canales de difusión tradicionales (medios audiovisuales y gráficos). En segundo lugar, la posibilidad de sinergia o "feedback" entre el candidato y los electores: aquí el desafío es mayor, porque el político tiene que estar dispuesto a "escuchar" lo que se dice (aunque sean críticas o cuestionamientos) y a mantener cierta interactividad.

Sin embargo, las redes sociales también plantean límites: del mismo modo que sucede en el caso de una empresa o una marca, un mensaje de campaña que sea demasiado explícito en su tono de "venta" (propaganda de un candidato) corre el riesgo de ver menguada su credibilidad. Por otro lado, el uso de estas herramientas claramente tiene un sesgo, apunta a un segmento determinado: los usuarios que mantienen una relación con las tecnologías 2.0, que están asociadas a variables como el nivel socioeconómico y la distribución territorial. Y esto seguirá siendo así mientras la penetración de internet y de los accesos de banda ancha sea desigual a lo largo y a lo ancho de un país. Un candidato, una propuesta, también necesitan llegar a sectores que no son alcanzables vía internet y redes sociales, y respecto de los cuales tiene que tener una estrategia de contacto, ya sea vía medios masivos (TV, radios, diarios, etc.) o incluso "mano a mano" con movilizaciones y mitines.

Durante estos días se discutió extensamente qué pudo haber pasado con las encuestas en Colombia, que anunciaban un empate técnico entre el candidato oficialista Santos y el candidato "viral" opositor Mockus, cuando las urnas arrojaron que el primero duplicó en votos al segundo. Una primera línea de explicación que se deslizó fue que las encuestas no tomaron en cuenta el voto rural -en cualquier país, los sondeos se realizan en ciudades, y rara vez en el "interior profundo"- que favoreció ampliamente al candidato oficialista. Es evidente que, en general, el votante rural no es "alcanzable" a través de las herramientas de la web 2.0. Sin embargo, el comportamiento del electorado en las zonas urbanas también fue favorable a Santos, a pesar de que se consideraban plazas fuertes de Mockus. Con todo, si se tiene en cuenta que el partido de Mockus apenas figuraba en las encuestas 3 meses atrás, y hoy es la segunda fuerza política del país, el resultado es más que positivo, aunque no alcance para disputar exitosamente la segunda vuelta.

En nuestro país, de forma creciente vemos a los políticos argentinos utilizar -junto con su equipo de asesores-las herramientas de la política 2.0, colgando discursos en You Tube, dando a conocer posturas en su muro de Facebook y contando qué están pensando o haciendo en Twitter. En esta tendencia, se intuye una primera apuesta: incursionar en estas tecnologías permitiría llegar a segmentos del electorado fuertemente conectados con las mismas, especialmente nuevos electores y votantes jóvenes que concurren a las urnas por segunda o tercera vez a lo sumo. Pretensión legítima, por supuesto, e incluso podemos decir, condición necesaria de la política en la era de la Web 2.0. Pero condición necesaria no es condición suficiente.