En las encuestas preelectorales, las mediciones por precandidatos hipotéticos muestran diversos matices de acuerdo a las figuras que se midan en cada caso. Por ejemplo, cuando la consultora Management & Fit indaga escenarios alternativos al que muestra a Cristina Fernández liderando la intención de voto en provincia de Buenos Aires, los resultados varían si en lugar de CFK al frente de la lista se mide a Daniel Scioli. En ese caso, el ex gobernador de esa provincia se ubica primero con el 35,2%, el líder renovador segundo con el 34,1% y Esteban Bullrich aparece en tercer lugar, con el 18,9%. La diferencia entre el referente del FPV y el del Frente Renovador (1,1 punto porcentual) es estadísticamente no significativa, por lo que se trata de un empate técnico. En tanto, el candidato del oficialismo queda tercero y lejos de la pelea mayor. En otro escenario alternativo, el candidato del peronismo es Florencio Randazzo y Margarita Stolbizer es la candidata de la alianza FR-GEN en lugar de Sergio Massa. Allí, la líder del GEN cosecha 32,4% versus el 31,6% de Randazzo y 15,6% del ministro de Educación. En esta hipótesis aumenta el porcentaje de indecisos: 20,4%, cuando rondaba el 10% en escenarios anteriores.
Si las mediciones por candidato pueden discrepar notablemente en su resultado respecto a las mediciones polarizadas ("votaría Ud al oficialismo o a la oposición"), las mediciones por binomios (PBA elige senadores y diputados nacionales) también arrojan resultados diferentes. Así, según la encuesta de Management & Fit, el binomio Sergio Massa senador-Margarita Stolbizer diputada puntea con el 35,2% de las preferencias de los bonaerenses, mientras que el dúo CFK Daniel -Scioli llega a 34,8% y la fórmula Esteban Bullrich-Gladys González alcanza el 14,7% (ver datos arriba; click para agrandar). La diferencia entre la lista del Frente Renovador y la del FPV (0,4 puntos porcentuales) es estadísticamente no significativa, por lo que implica un empate técnico. Nuevamente, la lista del oficialismo queda tercera y lejos de la contienda mayor.
Otra de las consultoras que indagó la intención de voto por fórmula fue Raúl Aragón y Asociados; según este sondeo, sobre una muestra de casi 2.000 casos, la fórmula Bullrich-Gladys González mide 13,5%, lejos de los 31,9% de Massa-Margarita Stolbizer y los 26,2% de Cristina Kirchner-Daniel Scioli; por su lado, el binomio Florencio Randazzo-Julián Domínguez sumaría 10,8% (ver datos abajo; click para agrandar). La diferencia entre las dos listas con mayor intención de voto es de 5,7 puntos porcentuales, mayor al error muestral, pero no tan sustantiva. La lista de Cambiemos vuelve a quedar relegada al tercer lugar. La misma consultora también midió como fórmula alternativa a Verónica Magario (intendenta de La Matanza) -Scioli en lugar de CFK-Scioli. En ese caso, el FPV perdería casi 6 puntos porcentuales, pero esa hipótesis beneficiaría especialmente a Massa, que treparía a 33,2%; Randazzo se mantendría en 10,6%, mientras que Bullrich sólo alcanzaría 13,7%.
Una tercera consultora que midió fórmulas fue Dicen, dirigida por Hilario Moreno. Según esa encuesta, el dúo Cristina Kirchner-Daniel Scioli llega al 36,3% de las preferencias. El segundo lugar es para el binomio Esteban Bullrich-Gladys González, con el 23,8%. El tercer lugar es para Massa-Stolbizer, con el 18,3%. Un 10,2% aún no decidió a quién votar. El peronismo se hace fuerte en el conurbano, donde obtiene el 38% de las preferencias, mientras que el oficialismo rinde mejor en el interior bonaerense, con el 31%. En síntesis, si tomamos estas tres mediciones por fórmulas, se advierte que M&F muestra un empate técnico entre el FPV y el FR-GEN, mientras que el binomio de Cambiemos se ubica tercero. Raúl Aragón y Asociados da una módica ventaja a la alianza FR-GEN (5,7 puntos porcentuales) y coincide con M&F en poner tercero al oficialismo. Dicen registra un liderazgo del binomio del FPV, con 12,5 puntos porcentuales de ventaja sobre el de Cambiemos, al que ubica segundo, relegando a Massa-Stolbizer al tercer lugar. Si construimos un promedio de esas tres mediciones, tenemos que la fórmula del FPV alcanza 32,4% de intención de voto, la del FR-GEN 28,5% y la de Cambiemos 17,3%. La diferencia entre las dos primeras no es estadísticamente significativa e implica un empate técnico, y el oficialismo queda relegado de la competencia en este promedio de tres mediciones. Seguramente, habrá ocasión de revisar nuevas encuestas y actualizar guarismos conforme avance el calendario electoral.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
viernes, 26 de mayo de 2017
lunes, 22 de mayo de 2017
Descifrando el enigma PBA: medición polarizada versus medición por candidatos
El calendario electoral de este año tiene los siguientes hitos: 1) la presentación de alianzas es el 14 de junio de 2017 2) la de precandidatos (PASO), el 24 de junio 3) las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias , el 13 de agosto 4) las elecciones generales (donde participan los candidatos que pasaron el filtro de las PASO), el 22 de octubre. Por lo tanto, hasta no conocerse los precandidatos, todas las encuestas preelectorales no pueden más que sondear escenarios hipotéticos para tratar de diagnosticar y reducir la incertidumbre.
En este marco, dentro de las encuestas que se han dado a conocer para el estratégico distrito de provincia de Buenos Aires (PBA) se pueden reconocer diversos enfoques en cuanto a la medición. Uno de esos enfoques son las mediciones que “polarizan” al preguntar. Es el caso de la encuesta de Management & Fit que, a principios de mayo, provocó un revuelo por mostrar a Cristina Fernández al tope de la intención de voto en la medición por candidatos individuales. En la medición polarizada, esa consultora hizo la siguiente pregunta: “Este año se llevarán a cabo las elecciones legislativas a nivel nacional. Si las mismas fueran hoy, cree Ud que que votaría por un partido opositor o acompañaría con su voto al gobierno nacional?" El resultado fue que 55,2% votaría por la oposición, 34,7% por el oficialismo y 10,1% dijo ns/nc. Otro ejemplo de medición de este tipo fue el que dio a conocer mediados de mayo el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que conduce el sociólogo Roberto Bacman. A partir de una medición telefónica sobre una muestra de 1.500 personas en todo el territorio bonaerense (respetando las proporciones entre el conurbano y el interior, también las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social), esta encuesta arrojó una tendencia similar a la de M&F para el oficialismo (34,2%) y más baja para la oposición (43,8% en lugar de 55,2%), dado que detectó un nivel más alto de indecisos: 22% en lugar de 10,1% (ver datos arriba; click para agrandar).
Si hacemos un promedio de ambas mediciones, obtenemos que el voto oficialista alcanza el 34,5% y el opositor 49,5%, con 16,1% de indecisos. En principio, este es un panorama favorable a Cambiemos, dado que con 34,5% del voto podría configurarse como primera minoría en provincia de Buenos Aires. Sin embargo, como vimos, se trata de un resultado obtenido por vía de una medición polarizada, donde el encuestado tiene sólo dos alternativas de respuesta: oficialismo versus oposición. En cambio, cuando el elector concurre al cuarto oscuro, se encuentra con una variedad de boletas donde hay diversos candidatos que expresan posiciones con matices, y puede que el votante no identifique unívocamente a esos candidatos con una posición “polarizada” tan nítida como oficialista versus opositor.
De ahí que la medición por candidato pueda discrepar notablemente en su resultado respecto a la medición polarizada. Eso surge claramente en la misma encuesta de M&F que citamos antes; cuando se indaga por candidatos (en rigor, por los principales precandidatos), la situación cambia drásticamente. En un escenario hipotético en el que compitieran Cristina Fernández, Sergio Massa y Esteban Bullrich, Cambiemos no sólo pierde su condición de primera minoría sino que queda relegada al tercer lugar medida a través de su candidato: CFK llega al 35,3% de intención de voto, el líder del Frente Renovador llega al 34,6% y el ministro de Educación Bullrich, quien sería el postulante oficialista, al 19,5% (ver datos abajo; click para agrandar). La diferencia entre CFK y Massa en PBA es estadísticamente no significativa, lo que implica un empate técnico; pero la situación del oficialismo cambia sensiblemente, ya que pasa de un 34,5% en la medición polarizada a rondar el 20%, lo que implica que podría perder la elección en el distrito más gravitante del país.
En este marco, dentro de las encuestas que se han dado a conocer para el estratégico distrito de provincia de Buenos Aires (PBA) se pueden reconocer diversos enfoques en cuanto a la medición. Uno de esos enfoques son las mediciones que “polarizan” al preguntar. Es el caso de la encuesta de Management & Fit que, a principios de mayo, provocó un revuelo por mostrar a Cristina Fernández al tope de la intención de voto en la medición por candidatos individuales. En la medición polarizada, esa consultora hizo la siguiente pregunta: “Este año se llevarán a cabo las elecciones legislativas a nivel nacional. Si las mismas fueran hoy, cree Ud que que votaría por un partido opositor o acompañaría con su voto al gobierno nacional?" El resultado fue que 55,2% votaría por la oposición, 34,7% por el oficialismo y 10,1% dijo ns/nc. Otro ejemplo de medición de este tipo fue el que dio a conocer mediados de mayo el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que conduce el sociólogo Roberto Bacman. A partir de una medición telefónica sobre una muestra de 1.500 personas en todo el territorio bonaerense (respetando las proporciones entre el conurbano y el interior, también las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social), esta encuesta arrojó una tendencia similar a la de M&F para el oficialismo (34,2%) y más baja para la oposición (43,8% en lugar de 55,2%), dado que detectó un nivel más alto de indecisos: 22% en lugar de 10,1% (ver datos arriba; click para agrandar).
Si hacemos un promedio de ambas mediciones, obtenemos que el voto oficialista alcanza el 34,5% y el opositor 49,5%, con 16,1% de indecisos. En principio, este es un panorama favorable a Cambiemos, dado que con 34,5% del voto podría configurarse como primera minoría en provincia de Buenos Aires. Sin embargo, como vimos, se trata de un resultado obtenido por vía de una medición polarizada, donde el encuestado tiene sólo dos alternativas de respuesta: oficialismo versus oposición. En cambio, cuando el elector concurre al cuarto oscuro, se encuentra con una variedad de boletas donde hay diversos candidatos que expresan posiciones con matices, y puede que el votante no identifique unívocamente a esos candidatos con una posición “polarizada” tan nítida como oficialista versus opositor.
De ahí que la medición por candidato pueda discrepar notablemente en su resultado respecto a la medición polarizada. Eso surge claramente en la misma encuesta de M&F que citamos antes; cuando se indaga por candidatos (en rigor, por los principales precandidatos), la situación cambia drásticamente. En un escenario hipotético en el que compitieran Cristina Fernández, Sergio Massa y Esteban Bullrich, Cambiemos no sólo pierde su condición de primera minoría sino que queda relegada al tercer lugar medida a través de su candidato: CFK llega al 35,3% de intención de voto, el líder del Frente Renovador llega al 34,6% y el ministro de Educación Bullrich, quien sería el postulante oficialista, al 19,5% (ver datos abajo; click para agrandar). La diferencia entre CFK y Massa en PBA es estadísticamente no significativa, lo que implica un empate técnico; pero la situación del oficialismo cambia sensiblemente, ya que pasa de un 34,5% en la medición polarizada a rondar el 20%, lo que implica que podría perder la elección en el distrito más gravitante del país.
lunes, 15 de mayo de 2017
Definiendo el foco de la campaña (2)
Con esa caída del poder adquisitivo, el consumo masivo no tiene margen para reaccionar en este año electoral. Según el exdirector del BCRA, Arnaldo Bocco, "alrededor del 80% de la actividad lo explican la demanda agregada, es decir, consumo más inversiones, y el nivel de producción local. Y lo que ha pasado es que el consumo viene de caer un 9% en promedio, pero en los sectores populares llega al 14%, y es en este segmento donde se mantiene un proceso de estancamiento, cuando no de recesión, como venía del año pasado". Es por esto que para Bocco, el crecimiento del PBI rondará el 1,5% en 2017, por lo que no se compensará la pérdida del año pasado (-2,3%). En el último Encuentro Nacional Retailer, los especialistas marcaron que si bien existen hoy algunos focos de repunte en el consumo se trata más bien de bienes durables, como autos o motos, y viajes al exterior producto del dólar planchado. Pero "los alimentos, los electrodomésticos y la indumentaria no crecen, y representan, en promedio, el 50% del gasto de un hogar", manifestó Guillermo Oliveto, director de la consultora W.
Oliveto presentó los números del cierre del primer trimestre de su consultora asociada Kantar WorldPanel. Esos datos muestran que el período enero-marzo cerró con una caída del consumo de 2%. El panorama es más desfavorable en los registros de la firma Scentia (que dirige Osvaldo del Río), según la cual el consumo acumula en el primer cuatrimestre del 2017 una merma de 5,2%; si la medición es contra abril de 2016, la caída marca 4,9%. Según Oliveto, la brecha se debe a que miden canales diferentes, ya que mientras que Scentia releva ventas en supermercados y autoservicios, Kantar le suma mayoristas y consumo en ferias. Con todo, en ambos casos las estimaciones de actividad para el año cayeron: Oliveto aseguró que el consumo crecerá apenas 1% pues la economía no repuntará 4% como se había pronosticado inicialmente, mientras que Del Río pasó de una estimación original de -1%/+1% a un número negativo de entre -1% y -2%.
Según los datos de Scentia, todos los rubros de la canasta acumulan caídas entre enero y abril, excepto el de bebidas con alcohol, que registra un crecimiento de 0,4% versus el mismo período de 2016. Por el contrario, alimentos acumula una contracción de 5,2%; bebidas sin alcohol, -6,2%; higiene y cosmética y productos de limpieza, -5,9%; y perecederos, -6,5%. "La mayor caída se da en los niveles más bajos. El 84% de los asalariados, formales e informales, ganan hasta $ 20.700. Ahí es donde más pega la contracción. Los que ganan más de $ 39.000, también se ven afectados, aunque menos. Y no cae para los que cobran más de $ 60.000 mensuales", afirmó Del Río. En este marco, no sorprende que se consolide la impronta del gobierno Cambiemos como la de una gestión que beneficia más a los sectores más altos, como vienen mostrando todas las encuestas que midieron esa percepción ya desde el año pasado. Entonces, si la premisa central de análisis (“a mediano y largo plazo, los efectos socioeconómicos son los que construyen las tendencias de opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura”) es correcta, será difícil que la estrategia de politización vía polarización de la campaña preelectoral que ensaya el oficialismo permita sortear con éxito elecciones de medio término atravesadas por un malestar socioeconómico manifiesto.
lunes, 8 de mayo de 2017
Definiendo el foco de la campaña (1)
Que el foco de la estrategia oficialista haya pasado de la economía a la política tiene que ver con el magro desempeño de la primera dimensión. Los brotes verdes existen, pero siguen siendo aislados: por caso, el Índice Construya, que mide la actividad de las empresas líderes de la construcción, registró en marzo un aumento de 11,2% interanual y una variación positiva de 3,3% respecto a febrero pasado. Sin embargo, la construcción debería crecer a tasas mucho más vigorosas para que arrimar un punto de crecimiento al PBI, y una dinámica de esa envergadura no puede depender sólo de la obra pública (que representa poco comparada con la privada, en una proporción de 25% a 75%). El campo, por su parte, empuja, pero su impacto no llega a los grandes centros urbanos, los más golpeados por la recesión con alta inflación del 2016.
En este marco, el consumo (variable central para cualquier valoración preelectoral) sigue en números rojos: las ventas en los comercios minoristas finalizaron abril con una caída interanual del 3,8% (ver datos arriba; click para agrandar). El declive acumulado en lo que va de 2017 es del 3,7% frente al mismo período del 2016, según datos de la Cámara de la Mediana Empresa (CAME); adviértase que la comparación es contra un período que también fue desfavorable. En la misma línea, un relevamiento de la consultora CCR indicó que el consumo retrocedió 5% en marzo y acumula 15 meses en baja. Según el informe, ese mes cerró con una caída del 5% en unidades en la venta de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza. Se trata de datos clave, dado que el consumo interno tracciona entre 66% y 72% de la actividad general.
Se supone que el modelo Cambiemos apuesta a sustituir el motor del consumo por el de la inversión, pero esta tampoco despega (en parte, por la política monetaria "anti-inflacionaria" de altas tasas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que hace mucho más rentable cualquier tipo de inversión financiera antes que la inversión productiva). La llegada de Inversión Extranjera Directa (IED) apenas alcanzó los 740 millones de dólares en el primer trimestre de 2017, en torno a la mitad de lo que entró para apuestas especulativas de portafolio, según datos del mismo BCRA. Según diversos economistas, el ingreso de IED quedará supeditado al resultado de las elecciones legislativas, más allá de desembolsos puntuales en sectores como el energético: por lo tanto, no habría una “lluvia de inversiones” que el gobierno pudiera capitalizar antes de los comicios de medio término.
Así las cosas, es muy probable que a la economía le cueste remontar la caída de 2,3% registrada en 2016. La consultora de Miguel Bein, que había sido la de pronóstico más optimista en su momento (con un 5% de estimación de crecimiento del PBI para 2017), corrigió en su último informe la previsión a la baja: un magro 2,9%. Con ello, apenas se compensaría la retracción del año pasado; sería más un rebote estadístico contra el mal año que fue 2016 que una recuperación genuina (lo cual, además, siembra dudas sobre la sustentabilidad del crecimiento a futuro). Por su parte, Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía & Regiones (E&R), que al contrario de Bein había sido uno de los analistas más pesimistas, mantuvo su escepticismo, previendo una variación del PBI de tan sólo el 1,8% para 2017 (no recuperaría la caída del año pasado). Para peor, pronostica que la actividad volverá a desacelerarse en el último tramo del año. En la misma línea que E&R, la Comisión Económica para América Latina (Cepal), organismo de la ONU, rebajó del 2,3% al 2% su proyección de crecimiento para la Argentina en 2017: de cumplirse esta estimación, tampoco se recuperaría lo perdido en 2016. En cualquier caso, es poco para un año de elecciones medio término: la media de esas tres estimaciones da 2,3%, guarismo que se acerca peligrosamente al 2,2% promedio que se registró cuando el oficialismo de turno (el FPV) perdió las elecciones intermedias de 2009 y 2013.
martes, 2 de mayo de 2017
¿Un panorama polarizado o un panorama fragmentado? (2)
El promedio de tres mediciones recientes de la variable aprobación/ desaprobación del gobierno arrojaba un 46,5% vs 44,9% es decir un empate técnico entre ambas posiciones, con un diferencial positivo de apenas 1,6 puntos porcentuales no estadísticamente significativo que contraría la hipótesis de una mejoría relativa del oficialismo. Asimismo, si se atiende al estudio de Ipsos/Universidad de San Andrés se confirma también que la imagen de polarización surge sólo de la manera de construir los indicadores, puesto que cuando se le da a los encuestados una opción “neutra” (como “ni aprueba ni desaprueba”), un 24% se identifica con esa postura, contra un 40% que aprueba y un 36% que desaprueba, de lo que resulta un panorama más fragmentado que polarizado. En cambio, cuando esa opción neutra no existe (como sucede en las mediciones de Management & Fit y Poliarquía citadas en el post anterior), entonces sí "surge" un panorama polarizado.
Una cuarta medición reciente confirma nuestra línea interpretativa. Según la última encuesta telefónica nacional del CEOP, donde se entrevistaron 1.200 personas en todo el país respetándose las proporciones por sexo, edad y nivel socioeconómico, la imagen positiva de la gestión de Mauricio Macri es de 39,4%, contra 59,1% de negativa (ver datos arriba; click para agrandar). Respecto a la medición anterior, la calificación de la gestión sube un punto porcentual, lo cual es una variación estadísticamente no significativa, mientras que la negativa sigue alta, rozando casi los 60 puntos: “el mayor valor de la serie que va de diciembre de 2015 hasta este último mes”, apunta Bacman. En la misma línea, el Índice de Satisfacción Ciudadana (ISC) construido por el CEOP para calificar la gestión de gobierno muestra que, mes a mes, la administración Macri sigue bajando y tocó en abril una calificación de 3,76, en una escala de 1 a 10. La baja se produce por la dimensión económica, en la que el gobierno obtuvo apenas un 3,19. En todos los casos se trata del ISC más bajo de toda la serie. Es decir, tampoco aquí ningún indicador permite abonar la hipótesis de una mejoría relativa del oficialismo.
A su turno, un tercer dato relevante del estudio confirma que el panorama preelectoral es más fragmentado que polarizado. “Cuando se consulta al encuestado a quién podría llegar a votar, la oposición, en términos genéricos, posee una ventaja inicial. Un 43,9 por ciento afirma que se inclinará por un candidato opositor. Por otra parte, un 31,2 por ciento optaría por cualquier candidato que represente al oficialismo y un 24,9 aún no tiene una decisión tomada”, apunta Roberto Bacman, director del CEOP. En la medida en que no existe un solo núcleo opositor, estas tendencias preliminares van insinuando un panorama más fragmentado que polarizado, lo que por otro lado es la distribución histórica típica de todas las elecciones legislativas recientes de medio término: sólo en la elección del 2005 una fuerza (el FPV, oficialismo) logró superar en una legislativa el 40% de los votos.
Sin embargo, aunque el plexo de tendencias de opinión pública sea más fragmentado que polarizado, sí existe una polarización en términos de la estrategia discursiva que Cambiemos está desplegando. “En el nuevo discurso del gobierno comenzó a vislumbrarse el cambio de estrategia: el relato se corre inexorable a la derecha, haciendo foco en la política, no en la economía. La punta del iceberg de la orientación del oficialismo para la campaña electoral comenzaba a ser visualizado: el enfrentamiento entre el pasado y el futuro. Nosotros (el PRO sustancialmente) somos el futuro, ellos (los peronistas y los kirchneristas) representan el pasado. La estrategia, entonces, radica en que el oficialismo ha decidido blindar su núcleo duro y cortar de cuajo la pérdida que día tras día se produce en la periferia de sus adeptos, muchos de ellos fuertemente desilusionados con la cuestión económica. Es que para este último sector lo hecho por el gobierno no fue el cambio que eligieron al votar al candidato a presidente de Cambiemos”, explica Bacman.
Una cuarta medición reciente confirma nuestra línea interpretativa. Según la última encuesta telefónica nacional del CEOP, donde se entrevistaron 1.200 personas en todo el país respetándose las proporciones por sexo, edad y nivel socioeconómico, la imagen positiva de la gestión de Mauricio Macri es de 39,4%, contra 59,1% de negativa (ver datos arriba; click para agrandar). Respecto a la medición anterior, la calificación de la gestión sube un punto porcentual, lo cual es una variación estadísticamente no significativa, mientras que la negativa sigue alta, rozando casi los 60 puntos: “el mayor valor de la serie que va de diciembre de 2015 hasta este último mes”, apunta Bacman. En la misma línea, el Índice de Satisfacción Ciudadana (ISC) construido por el CEOP para calificar la gestión de gobierno muestra que, mes a mes, la administración Macri sigue bajando y tocó en abril una calificación de 3,76, en una escala de 1 a 10. La baja se produce por la dimensión económica, en la que el gobierno obtuvo apenas un 3,19. En todos los casos se trata del ISC más bajo de toda la serie. Es decir, tampoco aquí ningún indicador permite abonar la hipótesis de una mejoría relativa del oficialismo.
A su turno, un tercer dato relevante del estudio confirma que el panorama preelectoral es más fragmentado que polarizado. “Cuando se consulta al encuestado a quién podría llegar a votar, la oposición, en términos genéricos, posee una ventaja inicial. Un 43,9 por ciento afirma que se inclinará por un candidato opositor. Por otra parte, un 31,2 por ciento optaría por cualquier candidato que represente al oficialismo y un 24,9 aún no tiene una decisión tomada”, apunta Roberto Bacman, director del CEOP. En la medida en que no existe un solo núcleo opositor, estas tendencias preliminares van insinuando un panorama más fragmentado que polarizado, lo que por otro lado es la distribución histórica típica de todas las elecciones legislativas recientes de medio término: sólo en la elección del 2005 una fuerza (el FPV, oficialismo) logró superar en una legislativa el 40% de los votos.
Sin embargo, aunque el plexo de tendencias de opinión pública sea más fragmentado que polarizado, sí existe una polarización en términos de la estrategia discursiva que Cambiemos está desplegando. “En el nuevo discurso del gobierno comenzó a vislumbrarse el cambio de estrategia: el relato se corre inexorable a la derecha, haciendo foco en la política, no en la economía. La punta del iceberg de la orientación del oficialismo para la campaña electoral comenzaba a ser visualizado: el enfrentamiento entre el pasado y el futuro. Nosotros (el PRO sustancialmente) somos el futuro, ellos (los peronistas y los kirchneristas) representan el pasado. La estrategia, entonces, radica en que el oficialismo ha decidido blindar su núcleo duro y cortar de cuajo la pérdida que día tras día se produce en la periferia de sus adeptos, muchos de ellos fuertemente desilusionados con la cuestión económica. Es que para este último sector lo hecho por el gobierno no fue el cambio que eligieron al votar al candidato a presidente de Cambiemos”, explica Bacman.
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