Que el foco de la estrategia oficialista haya pasado de la economía a la política tiene que ver con el magro desempeño de la primera dimensión. Los brotes verdes existen, pero siguen siendo aislados: por caso, el Índice Construya, que mide la actividad de las empresas líderes de la construcción, registró en marzo un aumento de 11,2% interanual y una variación positiva de 3,3% respecto a febrero pasado. Sin embargo, la construcción debería crecer a tasas mucho más vigorosas para que arrimar un punto de crecimiento al PBI, y una dinámica de esa envergadura no puede depender sólo de la obra pública (que representa poco comparada con la privada, en una proporción de 25% a 75%). El campo, por su parte, empuja, pero su impacto no llega a los grandes centros urbanos, los más golpeados por la recesión con alta inflación del 2016.
En este marco, el consumo (variable central para cualquier valoración preelectoral) sigue en números rojos: las ventas en los comercios minoristas finalizaron abril con una caída interanual del 3,8% (ver datos arriba; click para agrandar). El declive acumulado en lo que va de 2017 es del 3,7% frente al mismo período del 2016, según datos de la Cámara de la Mediana Empresa (CAME); adviértase que la comparación es contra un período que también fue desfavorable. En la misma línea, un relevamiento de la consultora CCR indicó que el consumo retrocedió 5% en marzo y acumula 15 meses en baja. Según el informe, ese mes cerró con una caída del 5% en unidades en la venta de alimentos, bebidas, artículos de tocador y limpieza. Se trata de datos clave, dado que el consumo interno tracciona entre 66% y 72% de la actividad general.
Se supone que el modelo Cambiemos apuesta a sustituir el motor del consumo por el de la inversión, pero esta tampoco despega (en parte, por la política monetaria "anti-inflacionaria" de altas tasas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que hace mucho más rentable cualquier tipo de inversión financiera antes que la inversión productiva). La llegada de Inversión Extranjera Directa (IED) apenas alcanzó los 740 millones de dólares en el primer trimestre de 2017, en torno a la mitad de lo que entró para apuestas especulativas de portafolio, según datos del mismo BCRA. Según diversos economistas, el ingreso de IED quedará supeditado al resultado de las elecciones legislativas, más allá de desembolsos puntuales en sectores como el energético: por lo tanto, no habría una “lluvia de inversiones” que el gobierno pudiera capitalizar antes de los comicios de medio término.
Así las cosas, es muy probable que a la economía le cueste remontar la caída de 2,3% registrada en 2016. La consultora de Miguel Bein, que había sido la de pronóstico más optimista en su momento (con un 5% de estimación de crecimiento del PBI para 2017), corrigió en su último informe la previsión a la baja: un magro 2,9%. Con ello, apenas se compensaría la retracción del año pasado; sería más un rebote estadístico contra el mal año que fue 2016 que una recuperación genuina (lo cual, además, siembra dudas sobre la sustentabilidad del crecimiento a futuro). Por su parte, Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía & Regiones (E&R), que al contrario de Bein había sido uno de los analistas más pesimistas, mantuvo su escepticismo, previendo una variación del PBI de tan sólo el 1,8% para 2017 (no recuperaría la caída del año pasado). Para peor, pronostica que la actividad volverá a desacelerarse en el último tramo del año. En la misma línea que E&R, la Comisión Económica para América Latina (Cepal), organismo de la ONU, rebajó del 2,3% al 2% su proyección de crecimiento para la Argentina en 2017: de cumplirse esta estimación, tampoco se recuperaría lo perdido en 2016. En cualquier caso, es poco para un año de elecciones medio término: la media de esas tres estimaciones da 2,3%, guarismo que se acerca peligrosamente al 2,2% promedio que se registró cuando el oficialismo de turno (el FPV) perdió las elecciones intermedias de 2009 y 2013.
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