Mito 1. "Daniel Scioli no era un buen candidato para el FPV". Argumento: por el contrario, era el que más medía en las encuestas contra todos los demás candidatos del Frente para la Victoria (ya lo vimos a fines de 2014, en un post donde citábamos sondeos de Artemio López, probablemente el más anti-sciolista de todos los consultores cercanos al oficialismo). Superaba por 10 puntos en intención de voto a Florencio Randazzo y por más todavía a precandidatos alternativos como Julián Domínguez o Sergio Urribarri, por ejemplo. Además, era el candidato más potable para tratar de captar votos por fuera del núcleo duro “K” (cuyo techo está en el 30-33%). Claramente, cualquier otro dirigente más cercano al kirchnerismo “puro” hubiera tenido un techo más marcado que Scioli. Desde este punto de vista, la elección de Scioli fue acertada, ya que combinaba mejor las dosis de continuidad y cambio que esta campaña requería para tener chances de victoria respecto a las figuras alternativas.
Mito 2. "Si Mauricio Macri hubiera aceptado la idea de una gran PASO que incluyera a Sergio Massa (UNA) además de a Ernesto Sanz (UCR) y a Elisa Carrió (Coalición Cívica), hubiera podido ganar en primera vuelta con claridad y no de manera exigua como sucedió en el ballotage". Argumento: por el contrario, si Macri hubiera aceptado una primaria ampliada el 9 de agosto y hubiera derrotado a Massa en esa instancia, el componente de voto de UNA más cercano al oficialismo y a Scioli se habría decantado hacia el candidato del FPV ya el 25-O, desembocando así en una primera vuelta polarizada entre Macri y Scioli, con riesgo incluso de una victoria del segundo si lograba alcanzar los 45 puntos. Por lo tanto, la estrategia de dejar fuera a Massa del acuerdo fue acertada, y la resiliencia de UNA (o, en otros términos, la resistencia de un segmento del electorado a ser polarizado antes de la segunda vuelta) resultó clave para llegar a la instancia del ballotage (por la hipótesis de los tres tercios), que siempre fue la mejor chance de victoria para Cambiemos. Para interesados en ampliar este punto, recomendamos leer nuestras entradas posteriores al 9-A sobre diversas hipótesis de polarización.
Mito 3. "Si Daniel Scioli hubiera ido a una primaria con Florencio Randazzo, el FPV se hubiera fortalecido y hecho más competitivo". Argumento: por el contrario, ambos hubieran dividido el voto permeable al oficialismo en porciones asimétricas, pero en cualquier caso dejando al vencedor (Scioli) cerca de Macri en porcentaje de votos, en lugar de 14 puntos arriba como sucedió el 9-A (38% a 24%). El desgaste interno y la exigua diferencia hubieran mermado la competitividad electoral del FPV de cara al 25-O. Tanto la “interna competitiva” en provincia de Buenos Aires por la candidatura a gobernador entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez como la “interna poco competitiva” entre Mariano Recalde y candidatos más débiles en ciudad de Buenos Aires resultaron en derrotas electorales para el oficialismo, lo que refuerza nuestro argumento.
Mito 4. "La campaña negativa fue un bumerán". Argumento: hubo dos, no una campaña negativa, en estas elecciones, ambas cumplieron su objetivo, y no hay nada intrínsecamente malo en una campaña negativa (es un recurso más de comunicación; además, no es lo mismo que campaña "sucia"). La primer campaña negativa, la más larga, fue contra el oficialismo, y fue eficaz en consolidar un polo netamente opositor en torno al 33% de los electores (nuevamente, recordar la hipótesis de los tres tercios). La segunda, más corta, fue la del oficialismo contra Cambiemos y Macri, desplegada sobre todo después del 25-O en intensidad, y fue también muy eficaz, dado que activó el miedo latente a un ajuste y a resonancias negativas del concepto de "cambio". El hecho de que la elección haya sido ajustada no invalida la eficacia de ninguna de las dos campañas, sólo se debe a que una contrarresta a la otra: la contraria al oficialismo fidelizó y aglutinó el voto opositor o contrario al FPV, la contraria a Cambiemos logró captar entre los electores que no habían elegido a Scioli ni a Macri en primarias ni en primera vuelta (entre ellos, el 21% que votó a UNA) suficientes votantes para poner la elección 51% a 49%.