miércoles, 28 de febrero de 2018

“MMLPQTP”: los cánticos contra el presidente sobre un trasfondo de malestar creciente

Al igual que el impacto político de la movilización del 21-F debe ser analizado a la luz del malestar socioeconómico que vienen detectando las mediciones que venimos repasando y compartiendo en este blog, la ola de cánticos en contra del presidente Mauricio Macri en estadios de fútbol, recitales y otros puntos de concentración pública no debe ser reducida al “folklore” del fútbol aunque se haya originado en ese ámbito. Toda exteriorización de opiniones al público puede ser susceptible de una lectura en clave política, sobre todo porque está implicando una toma de posición no menor, atentos a la teoría de la espiral del silencio, según la cual las personas tendemos a adaptar nuestra postura respecto a los asuntos políticos al clima de opinión predominante. Es decir, antes de expresar una opinión que percibimos contraria a la de la mayoría, el individuo tiende a permanecer en silencio (aunque luego pueda actuar y/o votar conforme a sus convicciones íntimas no exteriorizadas). Así, que una porción creciente de electores cante en público contra el presidente trasluce que existe una dosis de malestar que forma suficiente masa crítica como para despertar un coro y viralizarse en la esfera pública hacia otras instancias, como las redes sociales y plataformas de mensajería (es el caso del popular WhatsApp). 





Los últimos insultos hacia el presidente fueron protagonizados por Racing en un partido por fuera de la liga local, por los hinchas de Independiente antes del comienzo del partido contra Banfield en su estadio y por la hinchada de Chacarita antes de su enfrentamiento con Belgrano de Córdoba. Es decir, los cánticos no estallaron tras un fallo arbitral adverso o por rivalidad con Boca, sino que fueron espontáneos. El "MMLPQTP" se había escuchado por primera vez en la cancha de San Lorenzo, cuando los simpatizantes de ese equipo comenzaron a entonar el cántico tras fallos arbitrales favorables a Boca en el clásico. Luego resonó en la cancha de River, también tras polémicos fallos arbitrales, y se extendió a las canchas de Huracán, Lanús y Rosario Central, el subte porteño, recitales de Guasones y Dancing Mood y una final de básquet. El vínculo con el fútbol no es excluyente, pero sí es sintomático dado que el origen de la carrera política de Macri se da en ese deporte, y plantea la paradoja de que las tribunas (único elemento visible para los televidentes que no pagan el pack fútbol) son las que estén traccionando una forma de protesta que puede potencialmente generar una espiral del silencio desfavorable al oficialismo. Más aún, si la espiral de desarrolla hasta superar la corriente de opinión favorable a Cambiemos, podemos estar en camino al doble clima de opinión, uno de los fenómenos más fascinantes de la opinión pública: se da cuando la opinión dominante en los principales medios de comunicación (hoy francamente pro-oficialista, en una suerte de "blindaje") no coincide con la mayoritaria en la sociedad. 



Repasemos nuevos datos recientes del malestar que permiten enfocar esta forma de protesta que son los cánticos anti-Macri. El fenómeno nace en la zona metropolitana. Uno de los trabajos más recientes realizados en provincia de Buenos Aires (PBA) corresponde a la consultora Circuitos y arroja un resultado muy negativo en términos de percepción de la coyuntura.  Más de un 70% cree que la situación actual del país oscila entre "regular" y "muy mala". Sólo un 21,4% la considera "buena" o "muy buena". El deterioro respecto a septiembre pasado (coyuntura preelectoral) es muy evidente (ver datos arriba; click para agrandar). Caen las respuestas positivas (-9,4 puntos porcentuales acumulados), sube la regular (+5,8, casi 6 puntos porcentuales) y también crece la negativa en su máximo nivel de intensidad (+ 3,2 pp). Algo similar se advierte en la calificación de la gestión presidencial (ver datos abajo; click para agrandar): se impone "muy mala", con 26,8%; seguido de "buena" (22,3%), "regular" (20,5%), "mala" (17,5%) y "muy buena" (10,8%). La positiva cae en su mayor nivel de intensidad casi 9 puntos porcentuales (-8,9), sube la regular (+5,4 pp) y la negativa en su mayor nivel de intensidad crece casi 6 puntos porcentuales (+5,9). El deterioro respecto a septiembre pasado también es evidente. Como en otros sondeos, los tres temas que impactan en el desgaste del oficialismo son la reforma previsional, la por ahora postergada reforma laboral y el affaire Triaca.

Sin embargo, sería un error interpretar que el problema está acotado a la zona metropolitana, el conurbano o PBA. Desde hace tiempo diversas encuestas nacionales muestran en sus registros el desgaste de la gestión oficialista y de la imagen presidencial, de lo que resulta un clima de opinión que se constituye como un caldo de cultivo de protestas de formato más clásico (como la del 21F) o relativamente más novedosas (como los cánticos ofensivos). Es el caso del estudio de la consultora Ricardo Rouvier & Asociados, que relevó 1.200 casos en todo el país teniendo en cuenta la distribución de habitantes para que la muestra sea representativa, a través de encuestas telefónicas formuladas entre el 1 y el 22 de febrero. El 52,9% de los argentinos tiene una mirada negativa del presidente, mientras que el 44% mantiene una positiva. Respecto a la opinión del gobierno nacional, es un 54,4% desfavorable y un 40,7% favorable. Con un margen de error de casi 3% (+- 2,8), la diferencia entre la imagen positiva de Macri y de su gobierno no pueden considerarse estadísticamente significativas, y en ambos casos el diferencial resultante es negativo (ver datos arriba; click para agrandar). 



jueves, 22 de febrero de 2018

Del 22-N al 22-O y del 22-O al 21-F: efectos socioeconómicos e impacto en la gestión de Cambiemos

La movilización de ayer (21-F) no debe ser asociada a la imagen del líder camionero Hugo Moyano (que divide opiniones y tiene un sesgo negativo), sino al malestar socioeconómico que ha generado una ola de protestas creciente desde que el gobierno lanzó su "reformismo permanente" poselectoral. Ese malestar ha sido detectado por varias mediciones que venimos repasando y compartiendo en este blog. Recordemos que, según estudios nacionales de la consultora Delfos, en los dos años de gestión de Cambiemos (diciembre de 2015 a diciembre de 2017) un 5% de los argentinos cayó de la clase media (C3) a la baja superior (D1), es decir, se empobreció relativamente. Si bien no descendieron hacia las clases “pobres netas” (baja inferior o D2 y marginal, E), el deterioro va en sentido contrario de la reducción de la pobreza declamada como objetivo oficial e implica que 1.659.684 personas empeoraron su condición socioeconómica desde que Mauricio Macri es presidente. Este es el efecto socioeconómico de un programa de ajuste “gradualista”: si bien el deterioro es así de "gradual" (no una caída brusca hacia el fondo de la pirámide socioeconómica), no se advierte un “derrame” de efecto riqueza sino, por el contrario, goteo hacia las clases bajas, movilidad social en sentido descendente. 

Ese deterioro contribuye a explicar por qué hoy entre el 45,3% de argentinos que desaprueba el gobierno de Mauricio Macri hay casi un 21% que votó por Macri en el ballotage del 22-N del 2015 (exactamente 20,6% según la encuesta de Management & Fit citada en el post anterior). Aunque el gobierno viene de confirmarse como primera minoría en las elecciones de medio término del 22-N, la caída de imagen, aprobación y expectativas en las encuestas posteriores a esos comicios son luces amarillas, y la multitudinaria movilización de ayer termina de confirmar la existencia de un malestar extendido. En este marco, la encuesta de M&R Query que citamos en el post anterior aporta mucho material para entender cómo el contexto ha cambiado en apenas 4 meses, sobre todo cuando se comparan los resultados de variables en términos interanuales (febrero de 2018 vs febrero de 2017 y febrero de 2016). Recordemos que uno de los datos centrales de ese estudio es que arroja un desgaste en los indicadores de aprobación de la gestión presidencial: casi 33% la aprueba, contra 55,6% que la desaprueba (ver datos arriba; click para agrandar). 

Otros datos claves de ese estudio: hoy, un 55% de los argentinos plantea que su situación económica es peor comparándola con el año pasado, 36% dice que es igual y sólo 8% mejor (1% ns/nc). Hace 1 año, un 52% decía que era peor, un 37% igual y un 9% mejor (3% ns/nc). En 2016, un 48% decía que era peor, un 39% igual, un 9% mejor y 3% ns/nc. Vale decir, en dos años quienes ven su situación peor crecieron 7 puntos porcentuales (48% a 55%), quienes se ven igual cedieron 3 (39% a 36%) y quienes ven mejoras apenas variaron (de 9% a 8%). En materia de expectativas, el 44% cree que su situación económica será peor dentro de 1 año, un 24% cree que será igual, un 21% que será mejor; 11% no sabe o no contesta. En febrero de 2017, un  41% creí que sería peor, 20% que sería igual, 29% que sería mejor y 11%. En febrero de 2016, 34% creía que sería peor%, 11% que sería igual y 40% que sería mejor (14% ns/nc). Es decir, en dos años el pesimismo creció 10 puntos porcentuales (de 34% a 44%) y el optimismo cayó casi 20 puntos (de 40% a 21%). En cuanto a la caracterización de la situación económica argentina respecto al año pasado, un 56% la ve peor, un 20% la ve igual y 18% la ve mejor 18 (ns/nc un 6%). En febrero de 2017, un 51% la veía peor, un 24% igual y un 18% mejor (7% ns/nc). En febrero de 2016, un 48% la veía peor, un 27% igual, un 16% mejor y 9% ns/nc. O sea, en dos años el optimismo apenas varió (de 16% a 18%), pero el pesimismo subió de 48% a 56% (8 puntos porcentuales). En tanto, en la consulta de cómo piensan los argentinos que estará la economía del país en el próximo año, un 46% cree que estará peor, un 17% igual, un 24% mejor 24 y  ns/nc un 13%. En febrero de 2017, un 42% creía que estaría peor, un 15% igual, un 31% mejor (12% ns/nc). En febrero de 2016, un 34% creía que estaría peor, un 11% igual, un 40% mejor (ns/nc un 14%). Aquí, el optimismo en dos años cayó del 40% al 24% (16 puntos porcentuales), mientras que el pesimismo subió del 34% al 46% (12 puntos porcentuales). 

Finalmente, en el repaso de temas que preocupan a la gente, el desempleo alcanzó un 29%, la inflación 24%, la inseguridad 20%, la corrupción 15%, la educación 8% y la salud 4%. En febrero de 2017, el desempleo tenía 32%, la inflación 25%, la inseguridad 26% y la corrupción 17%. En febrero de 2016, el desempleo alcanzaba 32%, la inflación 32%, la inseguridad 16% y la corrupción 20%. Como se advierte, a lo largo de toda la serie los temas asociados a la economía superan el 50%: si bien hubo picos donde superaron el 60%, el impacto parece ser acumulativo en términos de malestar, dado que hoy un 56% considera que la actual política económica no es la correcta para aumentar empleo y disminuir inflación y pobreza; un 26% cree que sí es la correcta y no sabe el 17,4%. Vale decir, el apoyo a la política económica de Cambiemos está hoy apenas en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en las PASO del 2015, es decir, acotado a un núcleo duro, bien por debajo del 34% obtenido en la primera vuelta presidencial y en la mitad de lo que alcanzó en el ballotage del 22-N. 

lunes, 19 de febrero de 2018

Reformismo permanente y malestar socioeconómico

En las entradas recientes advertimos que los datos de opinión pública dan cuenta de un malestar socioeconómico manifiesto desde que el oficialismo presentó su paquete de reformas poselectorales. Sin embargo, ese malestar ya ha expresado (a veces con latencia, otras de manera más abierta) en los dos años de gestión de Cambiemos: en todo caso, lo que las encuestas están mostrando ahora es un efecto acumulado que erosiona el apoyo al gobierno nacional y, como dato nuevo, un deterioro de las expectativas que hasta el momento le resultaban favorables. El seguimiento de estos datos resulta crucial a la luz de nuestra premisa analítica: “a mediano y largo plazo, los efectos socioeconómicos son los que construyen las tendencias de opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura". 


En este marco, un estudio elaborado por la encuestadora Management & Fit marcó que un 45,3% de argentinos desaprueba el gobierno de Mauricio Macri. La encuesta fue realizada sobre un universo de 2 mil personas en todo el país y reveló que entre quienes rechazan al gobierno de Cambiemos, un 20,6% votaron a Macri en 2015. La desaprobación es mucho mayor entre los votantes de Sergio Massa/UNA (79,2%) y los de Daniel Scioli/FPV (82,8%). Que casi un 21% de votantes de Macri en el ballotage del 2015 desapruebe al gobierno nacional muestra que el malestar actual va más allá de “la grieta”: es decir, permea el sesgo “polarizador” que se advierte en otros temas de opinión pública y por lo tanto implica un desgaste de la base electoral que hizo posible el triunfo de Macri en aquel 22-N. 

Si bien es cierto que parte del malestar se agudiza por "issues" de la coyuntura política (según la encuesta de M&F, el 42,5% califica de corrupción al caso Triaca, en tanto que apenas un 19,1% lo definió como un “descuido personal”), la participación de problemas en la agenda confirma a la economía como driver clave en la construcción de opinión pública. La inflación es la principal preocupación para el 17,1% de los argentinos, seguida de cerca por la corrupción (16,6%), la desocupación (15%) y la inseguridad (15%). En la misma línea,  el 40% opinó que los aumentos de tarifas en servicios públicos son “innecesarios”, mientras que un porcentaje similar (38%) sostuvo que son necesarios pero se aplican de forma “excesiva”. Asimismo, un 40,2% dijo estar en desacuerdo con la reforma laboral, y un 53% de quienes opinan así cree que “beneficiará a los grandes empresarios”, lo que tiende a confirmar el sesgo clasista favorable a las clases más altas que se atribuye a Cambiemos y que hemos apuntado varias veces en este blog.

Otro estudio nacional, realizado por la consultora M&R y Query Argentina sobre una muestra de 992 casos relevados entre el 2 y el 5 de febrero (con un margen de error de +/- 3,18%), arroja un diferencial negativo de imagen para el presidente Mauricio Macri: -12%, resultante de la brecha entre la imagen positiva (39,1%) y la negativa (50,7%). La caída de imagen es de casi 14 puntos porcentuales respecto a febrero de 2016 (de 53% a 39,1%) y el registro se ubica casi al mismo nivel que en febrero de 2017 (40%; ver datos arriba; click para agrandar). Un desgaste similar se aprecia en los indicadores de aprobación de la gestión presidencial: casi 33% la aprueba, contra 55,6% que la desaprueba. Vale decir que la aprobación se ubica en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en la primera vuelta presidencial del 2015 (34,15%). Rastreando regularidades estadísticas, los gráficos ponen en evidencia que los dos últimos veranos resultaron desfavorables para los indicadores de imagen del oficialismo. Esto también implica que el oficialismo puede recuperarse, como lo hizo luego del verano de 2017, a punto de confirmarse como primera minoría electoral en los comicios de medio término. Sin embargo, con el correr de la gestión, Cambiemos necesitará generar efectos socioeconómicos positivos que contrarresten el actual malestar: el consenso negativo respecto de la gestión CFK le bastó para ganar en los últimos dos comicios, pero en el tránsito al próximo turno electoral de 2019 el cambio ha de traducirse en contenidos y elementos de consenso positivo propio y ya no puede volver a ser sólo (o básicamente) antikirchnerismo. El recurso de contraste con el gobierno anterior se agota en la medida en que es la actual gestión la que ocupa ahora el centro del escenario y la que se ubica como referencia de las demandas y las expectativas. 

miércoles, 7 de febrero de 2018

Los efectos socioeconómicos de la gestión Cambiemos de 2015 a 2017

Como hemos planteado varias veces en este blog, el gobierno necesita comenzar a mostrar resultados palpables en el metro cuadrado de los electores para aspirar a un segundo mandato sin mayores sobresaltos en 2019. Esto, a la luz de una premisa central de análisis (explicitada oportunamente por el consultor Carlos Fara): a mediano y largo plazo, los efectos socioeconómicos son los que construyen las tendencias de opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura. En ese marco, a un gobierno que busque la continuidad en el poder ya no le alcanza sólo con el consenso negativo respecto al anterior (factor que lo aupó a la presidencia en el ballotage del 2015). Es decir, el presidente Mauricio Macri necesita generar argumentos positivos en torno suyo, no sólo contraste con CFK. 

Una buena manera de medir el efecto socioeconómico de la gestión Cambiemos en lo que va del gobierno es seguir la evolución del nivel socioeconómico (NSE) en el país. Esa foto muestra un resultado "no positivo" (parafraseando a Julio Cobos): cinco pasos atrás en dos años. Es decir, en comparación con el año 2015, el último de la gestión CFK, la clase media (C3 en la nomenclatura de la Asociación Argentina de Marketing, AAM) se redujo del 30% al 25% a fines del 2017 (cierre del segundo año de gestión Cambiemos). Esos cinco puntos porcentuales hicieron crecer a la clase media baja o baja superior (D1) del 31%  que tenía en 2015 hasta un 36% al cierre del año pasado. En tanto, la clase alta (ABC1) se mantuvo en 5% y la media alta repitió el 15% que mostraba hace dos años. En ese marco, la sumatoria de las clases baja inferior y marginal (D2+E) pasó del 50% por ciento al 55%. Los datos surgen de dos amplias encuestas nacionales realizadas por la consultora Delfos de manera domiciliaria sobre muestras de 8.510 casos en 2015 y 2016 (20 ciudades) y 5.990 casos (16 ciudades) en 2017, con un error muestral de +-1,6% y +- 2,1%, respectivamente.  La robustez casuística de las muestras confiere significatividad estadística a la variación de 5 puntos porcentuales en sentido descendente respecto al 2015 (ver datos arriba; click para agrandar). 

Así, la principal conclusión que se desprende de los relevamientos es que en estos dos años de gestión Cambiemos se quebró la tendencia a la movilidad social ascendente visible hasta el 2015. Recordemos que la comparación entre el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arrojaba un neto crecimiento de la clase media y un descenso de la clase baja: ese evolutivo mostraba a la media típica (C3) creciendo del 24% que registraba en 2006 hasta el 30% a fines de 2015, mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24% en 2006 al 19% en 2015. Observando cómo evolucionó la clase alta top (ABC1), se aprecia que apenas varió en el mismo lapso (pasó del 6% en 2006 al 5% en 2015, y el año pasado se mantuvo en el mismo valor). A su turno, la media alta pasó del 14% en 2006 al 15% en 2015, guarismo que se mantuvo en 2017, mientras que la clase media típica creció del 24% que registraba en 2006 hasta el 30% a fines de 2015, pero en 2017 retrocedió hasta el 25%. En ese marco, la media baja pasó del 32% en 2006 al 31% en 2015, pero en 2017 avanzó hasta el 36%. Esto implica que, luego de un período de nueve años en que la pirámide del NSE a nivel nacional mostró un proceso de movilidad social ascendente (con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, es decir, menor polarización social relativa) el 2017 arroja  un descenso de los niveles medios típicos hacia la clase baja superior. Eso implica un deterioro relativo de la situación: aunque a tenor de estos datos todavía aún no se traduce en un crecimiento de los segmentos bajo inferior y marginal (que siguen en 19%, idéntico guarismo que en 2015), la gestión Cambiemos claramente no está reduciendo la pobreza en lo que lleva de gobierno hasta ahora. Peor todavía, mientras las gestiones K mostraron una mejoría del NSE en términos de movilidad social ascendente y crecimiento de la clase media, la de Macri viene mostrando lo contrario. 

Considerando los datos de segmentación económica, la clase media estricta se corresponde con el segmento C3; así, hoy menos de tres de cada 10 argentinos (2,5) pertenecen a la clase media típica. Si se contemplan criterios sociológicos, la referencia se amplía: aunque el segmento C2 está por encima de la media típica por variables económicas y poder de consumo, tiene comportamientos similares a esa clase en términos sociales, educativos y socioculturales. Visto con ese matiz, la “clase media” abarcaría al 40% del total (alcanzaba al 45% hasta el año 2015). Finalmente, si se considera también a la clase media baja, que sin ser clase media típica tiende a identificarse con ella (en rigor, la tiene como “aspiracional”), resultaría un conglomerado del 76%, guarismo que casi coincide con el 80% de argentinos que se definen y sienten como de clase media (una autopercepción que excede las definiciones estrictas de estadística aplicada). 

lunes, 5 de febrero de 2018

El giro económico como bisagra de las tendencias en la opinión pública

Como veíamos en posts anteriores, uno de los puntos de inflexión de la coyuntura pasa por el viraje de un enfoque político (que le había permitido al gobierno sortear exitosamente las elecciones de medio término del 2017) hacia una mirada más atenta a los efectos socioeconómicos del programa de Cambiemos, lo que genera desgaste para el oficialismo. Así, un estudio del CEOP (Centro de Estudios de Opinión Pública) arrojó, a partir de una muestra nacional de 1.828 adultos, que el 56,8 % considera que los salarios e ingresos empeorarán este año, contra un 36,1 % que piensa que va a mejorar. También hay resultados pesimistas en cuanto a la inflación y al desempleo. Asimismo, el 64,1 % se muestra escéptico respecto a la llegada de las inversiones, uno de los elementos centrales del relato oficial. En tanto, según Aresco, al cierre de 2017, 7 de cada 10 argentinos evaluó de manera negativa la situación económica del país (el mes anterior, 6 de cada 10 respondían que la economía marchaba “mal” o “muy mal”). “El Gobierno mismo, para justificar el ajuste, habló de un país que está mal”, analizó Federico Aurelio, titular de Aresco. Esa visión negativa de la situación económica del país, no obstante, es un patrón durante el gobierno de Macri, a tenor de los números de esa consultora: el momento en que “mejor” le dio ese indicador fue con un 60% de imagen negativa de la economía. El dato nuevo es el de las expectativas, donde (tal como vimos en otros estudios) hasta ahora eran más los que pensaban que el país iba a mejorar que los pesimistas al respecto. En este aspecto también hubo un giro: sólo el 39% de los argentinos terminó el año con optimismo, mientras que un 53% no confió en que la situación económica pueda mejorar.




Otro de los indicadores que trasunta el malestar con el “reformismo permanente” del gobierno es el Índice de Confianza del Inversor, un trabajo  realizado por D´Alessio IROL para la Cámara de Agentes de Bolsa a fin de conocer la situación y percepción de los argentinos bancarizados, de clase media, en relación a sus inversiones personales y el escenario nacional. Tras la aprobación del paquete fiscal se reafirmó la tendencia y retrocedió por segundo mes consecutivo. Los datos corresponden a la sexta medición, realizada en diciembre, de forma online, a 500 encuestados mayores de 18 años, bancarizados, de todo el país. El estudio concluyó que se acentuó la baja de la confianza por parte de los inversores y retrocedió tanto la percepción del escenario actual como las expectativas. "Se profundiza el proceso de incertidumbre y volatilidad económica post-electoral, a partir de la aprobación de las primeras medidas del paquete fiscal que ingresaron al Congreso", apuntó el informe. Asimismo, una medición de humor social general de la misma consultora también puso de manifiesto que la puesta en marcha del plan de reformas, en especial los cambios en materia previsional, erosionaron el vínculo con la sociedad en magnitudes suficientes para torcer la tendencia favorable que se veía en los meses anteriores. Por primera vez desde que se realiza la medición mensual a casi 1.300 adultos en todo el país (julio de 2016), la percepción sobre el futuro económico nacional resultó negativa: 1 cada dos 2 consideró que dentro de un año la situación será peor, contra un 46% que espera ver mejoras. El dato refleja una situación diametralmente opuesta a la observada en noviembre del 2017 (ver gráfico abajo: click para agrandar) y acompañó el deterioro de la mirada sobre la actualidad: un 53% evaluó que la actividad en 2017 fue peor que la del 2016, frente a un 45% que la calificó como mejor. Sólo 30 días antes, 51% ofrecía una respuesta favorable para el gobierno nacional. 

"La primavera post electoral se evaporó muy rápidamente. La imagen del Gobierno y del Presidente habían caído aún antes de los eventos de diciembre (en torno al paquete de leyes que envió el Ejecutivo al Parlamento, sobre todo la reforma previsional, como en relación al cambio en la política de metas de inflación). Predomina levemente el pesimismo respecto del futuro de la economía, antes de que se hagan efectivos los ajustes de tarifas", señaló oportunamente el analista Sergio Berensztein. El cambio de tendencia también se reflejó en la valoración de la gestión, que retrocedió al nivel anterior a las PASO del 2017, y en la imagen de los principales dirigentes del oficialismo que, al igual que la de los referentes de la oposición, pasó a ser negativa, con excepción de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, que perdió puntos pero mantuvo un diferencial positivo. "Los valores de aceptación del gobierno, de la política económica así como la imagen de prácticamente todos los candidatos sufrieron el embate de la crisis producida, predominantemente, por la discusión de la reforma previsional", remarcó el consultor Eduardo D´Alessio. A la hora de revisar el cambio de humor social respecto a Cambiemos, D´Alessio apuntó que "una vez más el estilo de comunicación del Gobierno ha sido criticado no sólo por especialistas sino por la población en general, dado que tres cuartas partes acusan no haber tenido idea clara de cuál era la base de discusión para el tratamiento de los cambios previsionales". El analista José Natanson coincidió en marcar el quiebre a partir de la reforma previsional: “al menos desde el menemismo, la cuestión jubilatoria está signada por una cierta idea de injusticia, de insuficiencia de haberes, de abandono. Aunque el origen del problema es, como dijimos, estructural, el blanco de la crítica es móvil: si hasta mediados de diciembre la responsabilidad recaía fundamentalmente sobre el kirchnerismo, es probable que a partir de ahora se vaya desplazando al macrismo, cuyo ascenso, por otra parte, se explica en buena medida por el apoyo de ese colectivo inorgánico pero numerosísimo que son los adultos mayores”. Esto refuerza la hipótesis de que el ajuste impactó en la línea de flotación del gobierno, desgastando su imagen en segmentos que venían acompañándolo. 

Por su parte, según el Índice General de Expectativas Económicas (IGEE) que desde 1982 realiza la consultora de investigación económica Kantar TNS, las expectativas económicas de los consumidores argentinos cayeron 4% en diciembre a nivel interanual (es decir, respecto del mismo mes de 2016) y retrocedieron 9 puntos porcentuales en la comparación con noviembre (intermensual; ver datos arriba, click para agrandar). "Cada vez que se tratan medidas de impacto económico -como resolución de tarifas, ganancias, la reforma previsional y el paquete económico-, el humor en las expectativas se hace algo más errático, con una incertidumbre pesimista en el comportamiento del consumidor", explicó Mercedes Ruiz Barrio, investigadora senior de Kantar TNS. En el estudio que mide la percepción de la población acerca de la situación económica y laboral en el país se destacó que "las expectativas retroceden abruptamente en el cierre del año regresando a los niveles bajos de principio del 2017". Esto se registró en contraposición a años anteriores donde diciembre es un mes optimista, explicó Ruiz Barrio. Todos los componentes del indicador retrocedieron en diciembre de 2017: situación económica-laboral actual y futura en Argentina, ingresos del hogar a mediano plazo y momento para la compra de bienes durables. Con todo, el impacto de la retracción fue mayor respecto a si es un buen momento o no para la compra de bienes durables como, por ejemplo, heladeras, lavarropas o teléfonos. "El año terminó con un índice de expectativas en baja, un pesimismo -referente a la situación laboral y económica del país- sobre el momento actual mayor que la perspectiva respecto al futuro, advirtiendo que no resulta el mejor momento para la compra de bienes durables", relató la ejecutiva. Las evaluaciones fueron más críticas entre los menores de 25 años del área del Gran Buenos Aires (GBA) que en los de Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) e interior del país, y también en los niveles socioeconómicos más bajos. Esto confirma dos sesgos que hemos visto en muchos estudios: al oficialismo le va peor entre los jóvenes y los sectores sociales más desfavorecidos. Las expectativas más negativas también impactaron en la evaluación respecto a la dirección que está tomando el país:  pasaron de un 51% que consideraba que iba en el camino correcto a un 40%.



viernes, 2 de febrero de 2018

Indicadores y lecturas del malestar con el “reformismo permanente”

Cerrábamos el post anterior mencionando que desde el lanzamiento del “reformismo permanente”, las medidas de ese paquete no son generadoras de legitimación sino, por el contrario, erosivas del acompañamiento que Cambiemos había logrado en el turno electoral del 2017. Ese desgaste queda patente en las cifras de Ipsos, que arrojan que la aprobación de Mauricio Macri se ubicó en 50% en el 3º trimestre de 2017, subió un poco en el 4º y tuvo un descenso de 10 puntos porcentuales a principios de 2018, registrando así el punto más bajo de la serie desde que es presidente: 44%, esto es, unos 7 puntos porcentuales por debajo del caudal electoral obtenido en el ballotage del 2015 (ver datos arriba; click para agrandar). Con todo, sigue siendo un resultado que está en el orden de magnitud de los votos de Cambiemos en el total país en 2017, suficientes para situarlo como primera minoría electoral nacional. El desafío para el oficialismo reside en que, cuando se evalúan 5 medidas claves del gobierno, como vimos en el post anterior, todas tienen niveles de acuerdo menores al 40%. Si eso se mantiene en el tiempo, es probable que la agenda “reformista” siga lastrando la imagen y aprobación del oficialismo. Como apuntó Luis Bruschtein, “la ola de malestar social que puede producir el desorden económico todavía está en proceso de formación. Si se produce, marcará la suerte de este gobierno y no habrá blindaje mediático que valga”. Desde una mirada más técnica, el sociólogo Ignacio Ramírez evaluó que “algo de lo que se está hablando todavía poco es de la imagen del presidente: su relación con la sociedad va a llegar bastante desgastada al 2019. Está pasando algo que todavía no se está articulando en forma de análisis, pero estoy convencido de que el gobierno lo está viendo en los focus (…) El problema de perder 10 puntos de imagen no es ese, es que se siga agudizando, que sea síntoma de una ruptura que se siga agrandando". 



A ese malestar socioeconómico, que permea en segmentos electorales que acompañaron a Macri en 2015 y 2017, se suman los “errores no forzados” de enero: un experto en comunicación que conoce la lógica de funcionamiento de Cambiemos aseguró al medio digital LPO “que el affaire Triaca sí afecta el contrato electoral del macrismo, ya que golpea de lleno en el discurso de transparencia”. Así, el oficialismo viene acusando impactos en su línea de flotación. En ese marco, la observación del sociólogo Ignacio Ramírez que citamos en el post anterior de que el gobierno leyó mal el triunfo electoral si creyó que el mismo podía borrar el subsuelo de valores preexistente refuerza la hipótesis de que el apoyo a Cambiemos subyace en un clima de opinión (y, como tal, volátil), no en un clima de época más estable. “En general el macrismo es muy habilidoso para leer los contextos y muy deficitario para leer las historias. A veces Cambiemos desconoce que sus votantes no nacieron en 2003 ni en 2008-2009, cuando apoyaban al campo; los trata como si sólo fueran antikirchneristas. Puede ser que una parte de la sociedad esté cansada del kirchnerismo, pero eso no implica desconocer que el kirchnerismo y el peronismo han representado una serie de políticas públicas, de valores, que están muy conectadas con rasgos distintivos de la cultura política argentina”




Ese núcleo de valores contribuye a explicar el desacuerdo mayoritario respecto a las medidas del paquete de “reformismo permanente” y plantea un desafío de cara al 2019 electoral. “Dada la fuerte gravitación de elementos ideológicos en la opinión pública hay un sector de la sociedad, por lo menos una mitad, que no va a acompañar este proceso político, ni aunque tenga éxito en la economía, porque tiene distancias culturales, simbólicas, ideológicas”. Respecto a las chances de la oposición, el sociólogo apunta que sí tiene una oportunidad si empieza a hacer un recorrido por un mismo objetivo que es vencer a Cambiemos, aunque el oficialismo sigue beneficiándose de que “ese archipiélago opositor todavía está perforado por un conjunto de contradicciones interiores muy fuerte”En ese marco, las chances del espacio opositor pasan por construir puentes o vasos comunicantes entre las expresiones que hoy funcionan como archipiélagos y a la vez apostar a que el desgaste del oficialismo “derrame” en favor de las figuras opositoras. 





Algo de eso se insinúa en encuestas recientes, como la última medición de la consultora Elypsis. Según el sondeo, la imagen del Gobierno y de la mayoría de los referentes de Cambiemos continúa a la baja pero a menor ritmo que en el final del año pasado. En el caso de Macri, cae un punto en el último mes y se sitúa en el 37%, su nivel más bajo desde finales de julio de 2017. En provincia de Buenos Aires también cae la imagen positiva de los principales referentes de Cambiemos: Macri se ubica en 32%, en su nivel más bajo desde fines de junio pasado, y Vidal en 47%, en el nivel más bajo desde mediados de julio (ver  cuadro 2 de imagen positiva y 3 de imagen negativa; click para agrandar). El estudio en PBA fue realizado entre el 15 y el 28 de enero del año 2018. Se basa en una muestra relevada de manera telefónica compuesta por 1.376 casos de personas mayores de 16 años, en la primera, segunda y tercera sección del Gran Buenos Aires (GBA), Bahía Blanca, La Plata, Mar del Plata, Campana, San Nicolás, Tres Arroyos y Tandil. Al mismo tiempo, según Elypsis, dentro de la oposición CFK es la figura que mejor mide (ver cuadro 4 de imagen positiva y 5 de imagen negativa; click para agrandar). La imagen positiva de la ex presidenta en provincia de Buenos Aires muestra una leve recuperación, con 34% (al alza en el último mes), mientras que su imagen negativa se ubicó en 39%, 3 puntos porcentuales por debajo de su registro de un mes atrás. Por su parte, Margarita Stolbizer se ubica segunda con 29%; las imágenes positivas de Florencio Randazzo y Sergio Massa se sitúan en 20% y 15% respectivamente. Respecto a la calificación negativa de los opositores, si bien sigue en niveles altos, tienden a disminuir en el último mes. La imagen negativa de Massa se ubicó en 47%, disminuyendo en comparación con 51% hace un mes; la negativa de Randazzo se encuentra en 37%, por debajo del 41% hace un mes, mientras que Stolbizer se encuentra en 35%, todavía en el nivel más bajo dentro de la oposición. La consultora Giacobbe & Asociados también reportó que CFK sigue siendo la dirigente opositora que más mide, con 30%, si bien la actual senadora nacional también es la figura de mayor imagen negativa (65%). Además, Cristina Fernández de Kirchner o un candidato que ella apoye registran el 32% de potencialidad de voto, en el sondeo de Ágora: en este caso, la cifra de apoyo subió unos 11 puntos porcentuales entre noviembre de 2017 y enero de 2018.