viernes, 29 de diciembre de 2017

Oficialismo y oposición: gobernabilidad y posicionamientos de cara al 2019

En el siguiente análisis de la politóloga María Casullo pueden encontrarse pistas respecto a la dinámica político-electoral de cara al 2019 y a quién puede capitalizar un desgaste del oficialismo. “¿Qué tiene que hacer el peronismo? Yo no lo puedo resolver, pero sí puedo decir que lo primero que va a tener que ser, en algún momento, es opositor. Porque en toda América Latina, con la crisis de las identidades partidarias e ideológicas, los sistemas políticos se estructuran primero que nada como gobierno y oposición. Se vio claro durante el kirchnerismo y creo que se va a ver durante el macrismo. Cuando la oposición al kirchnerismo la encarnó Binner lo votaron a Binner y cuando la encarnó Macri lo votaron a Macri. Lo que importa es quién encarna la oposición”. Pues bien, tanto por datos de encuestas como por caudal de votos en las elecciones de este año, está claro que hoy la principal figura opositora es CFK. La politóloga María Casullo agrega sobre la ex presidenta algunos elementos que refuerzan la hipótesis expuesta al cierre del post anterior respecto a la dinámica político-electoral de cara al 2019. “Cristina puede decir 'me quedo en el Senado y no soy candidata'. Pero tendría que haber ciertas condiciones, con un arreglo muy explícito. Porque los votos de Cristina -muchos o pocos- son de ella. El peronismo siempre ha solucionado esto con la aparición de un nuevo liderazgo: es un partido carismático-serial. Aparece un líder, se verticalizan todos. Se va a ese líder, una crisis hasta que aparece otro líder. Esta situación es rara porque nunca había habido un líder como Cristina, que se mantiene como figura relevante después del poder, simplemente por los votos que tiene. Tendría que aparecer un liderazgo más fuerte y desafiante, que la trascienda. Eso no existe hasta ahora. Con esa cantidad de votos que no es mayoritaria pero no es despreciable, Cristina no es aceptada como líder indiscutida y tenés un conjunto de gente que se presenta como posibles líderes pero no han demostrado ser locomotoras electorales y que más bien pierden hasta en sus distritos”

Como venimos apuntando, aquellos referentes del espacio pan-justicialista que aspiraban a mantenerse por fuera de la grieta cayeron víctimas de la polarización (la "MaCris") este año, con lo cual quedaron desdibujados como alternativa opositora y tampoco pudieron jubilar a la ex presidenta del tablero, por lo que ella subsiste como principal referencia del espacio. Así como Mauricio Macri capitalizó el antikirchnerismo mejor que las figuras alternativas, así también hoy CFK es la principal referencia “anti-Cambiemos”. Esto sugiere que de cara al 2019 nuevamente será “la Macris” (la polarización en torno a Macri y CFK) la principal disputa ordenadora del escenario nacional, planteando la posibilidad de que se conformen dos polos, uno de centroderecha y otro de centroizquierda. También se articula con ese análisis la desaparición de las “terceras vías”, que Casullo apuntaba oportunamente. “Mi hipótesis es que una parte del progresismo se integra a Cambiemos después de 12 años en los que finalmente pesa más la identidad antiperonista o antikirchnerista que la identidad progresista. Llegan a la centroderecha a partir de decir lo que realmente me importa es sacar al kirchnerismo. La otra parte se integró al kirchnerismo”

Ahora bien, los datos de las encuestas recientes sobre la reforma jubilatoria muestran un consenso negativo en torno a ella. Esto es, aquí no hay grieta en el sentido de polarización, sino mayorías robustas en contra de la medida del oficialismo. A los datos que vimos oportunamente (estudios de Rouvier y Asociados, CEOP y D´Alessio IROL/Berensztein) se agregaron otras mediciones. Por caso, la consultora Ágora midió la opinión pública en Capital y Gran Buenos Aires (GBA) entre el 14 y el 20 de diciembre, sobre una muestra de 1.200 casos. Al preguntar sobre la reforma previsional, un 65% se mostró en desacuerdo, con dos matices: un 47% expresó un rechazo total y un 18% se manifestó “algo en desacuerdo”. Apenas un 17% respondió que estaba "algo de acuerdo" y sólo un 12% se mostró nítidamente a favor. En la misma línea, una encuesta de la consultora Analogías reportó un rechazo al ajuste previsional profundo y transversal sobre diversos segmentos sociales y superior al 68% (ver datos arriba; click para agrandar). Este relevamiento fue realizado en el ámbito del GBA los días 15 y 16 de diciembre en los 28 municipios que integran el conurbano, sobre una muestra de 1.680 casos efectivos, mediante entrevistas telefónicas. Asimismo, el  rechazo a la idea de afectar las jubilaciones se mantiene por encima del 80%, parejo en todos los segmentos de edad y nivel educativo relevados. Con casi 9 de cada 10 vecinos al tanto de los hechos ocurridos el jueves en la Cámara de Diputados frente a la sesión convocada para tratar el proyecto, se pone de manifiesto el elevado impacto que generó el issue. En ese sentido, entre los entrevistados se impone la idea de que el Gobierno de Mauricio Macri fue “incapaz de manejar el conflicto” generado por el proyecto de reforma. El porcentaje que opina así es parejo por edad y creciente por nivel educativo. Asimismo, más del 50% considera que la suspensión del tratamientos y las protestas fueron un revés para el gobierno nacional. Asimismo, casi un 75% se oponía a un eventual decreto que impusiera el proyecto (que finalmente no fue necesario). De igual modo, los entrevistados consideraron mayoritariamente que el gobierno de Macri actuó represivamente contra las movilizaciones sociales, a propósito de los violentos hechos ocurridos en las inmediaciones del Congreso cuando el jueves 14 de diciembre cayó la sesión por la reforma previsional. 

Si el rechazo a medidas clave como la reforma jubilatoria escapa a la grieta, entonces podemos estar ante un momento bisagra: la hipótesis principal de la mayoría de los análisis poselectorales del año que recién termina partía de situar a Cambiemos en torno al 40% de los votos a nivel nacional y en presuponer un espacio-panjusticialista dividido, como se vio en las PASO y las generales del 2017. Esto podría ser problematizado doblemente: 1) por descenso de Cambiemos 2) por tendencias de reunificación del electorado opositor a partir del impacto socioeconómico de las medidas de Cambiemos. Como apuntó Ignacio Ramírez (Isonomía), el desacuerdo con la reforma previsional es “una reacción crítica expandida de manera transversal en todos los segmentos. Esta medida, además, interrumpe una regularidad: la simpatía que suelen suscitar las iniciativas oficialistas entre los mayores de 55 años”. En la misma línea, antes de la sanción de la ley, Juan Amorín marcaba: “de aprobarse la reforma previsional, el Gobierno perjudicará al sector etario que más lo apoya: los jubilados. Casi el 50% acompañó con su voto a Cambiemos en la Provincia según el sondeo de QueryArgentina” (ver gráfico abajo; click para agrandar). 



jueves, 28 de diciembre de 2017

El costo político de las reformas y su relevancia de cara al 2019

En una serie de entradas recientes, la última de las cuales titulamos como “Hacia el 2019: ¿presos en "la MaCris"?”, planteábamos que este año hubo  “gobernadores del PJ y referentes del espacio pan-justicialista que hicieron una doble apuesta: 1) jubilar a CFK del escenario político 2) enfrentar y vencer a Cambiemos desde una condición de “opo-oficialistas”. Puestos por sí mismos en esa suerte de “no lugar”, quedaron presos de “la MaCris” (la polarización entre Cambiemos y CFK): no pudieron lo primero, ni tampoco lo segundo”. La dinámica en la discusión de la reforma previsional mostró en gran parte una reedición de esa dinámica. Como apuntó oportunamente Ezequiel Rudman, “La presunta ‘liga’ de gobernadores quedó así explícitamente fracturada. De un lado, el trío de "traidores" al acuerdo Nación-Provincias que incluía también el acuerdo fiscal y la reforma tributaria. Del otro, el ´Grupo Fernet´ de mandatarios aliados encabezados por el cordobés Juan Schiaretti (…) El misionero Hugo Passalacqua se afianzó en el círculo íntimo presidencial. Junto a su par de Córdoba aportaron nueve votos determinantes para sancionar la ley. En el ´Club del Fernet´ también se acomodaron el entrerriano Gustavo Bordet, el tucumano Juan Manzur -premiado con el freno de la suba de impuestos a bebidas azucaradas-, el chaqueño Domingo Peppo y el neuquino Omar Gutiérrez.  Del otro lado del Jordán, al tope de la lista negra que irritó a Macri y Frigerio están Zamora, Casas y Uñac. Los diputados que presuntamente respondían al gobernador de San Juan se desmarcaron y votaron en contra junto a José Luis Gioja, del Frente para la Victoria. Tampoco aportaron quórum. No hubo ningún voto del peronismo sanjuanino afirmativo. Casas sufrió la interna peronista de La Rioja con Luis Beder Herrera, su antecesor, quien bloqueó el apoyo de votos justicialistas al proyecto de Cambiemos. Zamora tampoco respondió. Maneja un mini bloque de seis legisladores. Sólo uno votó a favor. El mandatario ni siquiera pudo comprometer el apoyo de su esposa, Claudia Ledesma”

Así, hubo una división entre los gobernadores de signos políticos distintos a Cambiemos: una parte de ellos (el Grupo Fernet) se ajustó al patrón que Julio Burdman expuso en su artículo La oposición imposible. “El reservorio de presidenciables está en las provincias, pero una vez que los ciclos terminan. Mientras tanto, la dirigencia nacional, verdaderamente nacional, se reduce al Presidente, a alguna figura que tiene una campaña nacional encima y logró gracias a ello nacionalizarse, y no muchos más. Los gobernadores, mientras tanto, necesitan llevarse bien con el Presidente, que es quien firma sus cheques. Y quieren que al Presidente le vaya bien, porque sus ciclos están sincronizados. Estos gobernadores peronistas van a ayudar a Mauricio Macri a gobernar. Como los gobernadores radicales ayudaron a Kirchner. Como los gobernadores peronistas ayudaron a Menem”. Entraron en ese patrón "opo-oficialista" enfocado en la gobernabilidad mutua Schiaretti, Bordet, Manzur, Peppo y Gutiérrez. En cambio, se salieron del patrón Zamora, Casas y Uñac, confirmándose como opositores (al menos, los legisladores nacionales de sus provincias). Hay otro dato clave detrás de esos alineamientos: en el primer grupo de 5, casi todos perdieron la elección en sus provincias frente a Cambiemos, a excepción de Manzur, y por brechas contundentes, lo que implica que ser opo-oficialista no resulta rentable electoralmente (aunque pueda aportar a la gestión). En los segundos tres, casi todos ganaron, con excepción de Casas, que estuvo muy cerca: su lista de diputados nacionales quedó detrás de la de Cambiemos por apenas 0,6 puntos porcentuales. Las de Uñac y Zamora ganaron con contundencia, con brechas de casi 32 puntos en el primer caso y de casi 52 puntos en el segundo caso. Conclusión: resulta más rentable electoralmente ser opositor a Cambiemos que opo-oficialista. 

Oportunamente, Carlos Pagni había planteado el desafío que suponía para Macri tener que “aprobar sus reformas con el voto de las víctimas de esas reformas” (en referencia a los gobernadores y gremialistas, mayoritariamente peronistas). Hay algo de dinámica del tipo “síndrome de Estocolmo”, en el sentido de que a muchos gobernadores del PJ con caudal importante y aspiraciones les cuesta sustraerse de la polarización y, puestos en el dilema de “la Macris”, caen víctimas de Cambiemos en sus propias provincias. Es cierto que el principal clivaje territorial de la elección de este año fue el nacional, pero sería un pecado de ingenuidad por parte de los gobernadores “opo-oficialistas” creer que una buena sintonía de gobernabilidad con el presidente Macri los preservaría de una eventual ola amarilla cuando en 2019 se disputen las gobernaciones provinciales. Según María Casullo, el peor error que puede cometer la oposición a Cambiemos es “no ver el manejo político y las ambiciones que tiene Cambiemos en todo el país. Demostraron que quieren ganar en todas las provincias, a los gobernadores que son adversarios y a los que son aliados también les quiere ganar y les va a ganar. Salieron a disputarle a los aliados como Schiaretti incluso más duramente. Es interesante porque el kirchnerismo sí hacía algunos de estos arreglos con gobernadores que aparecían como aliados no kirchneristas”.

Los datos de las encuestas conocidas hasta ahora indican que el mayor costo político por la reforma jubilatoria lo está pagando el presidente Mauricio Macri, es decir Cambiemos. Incluso antes de la discusión de esa reforma, ya había estudios que anticipaban la erosión de capital político que ocasionaría al oficialismo el paquete de leyes enviado al Congreso. El consultor Gustavo Córdoba evaluaba que “con tratamiento parlamentario, el trío de reformas laboral, fiscal y fundamentalmente la previsional, asoman como un costo político importante para el gobierno”: un 46,6% evaluaba que esos cambios provocarían una crisis, contra un 38,8% que se inclinaba por la opinión de que impulsarían la economía. Un 14,6% no se pronunciaba por ninguna de las dos alternativas de respuesta (ver datos arriba; click para agrandar). Con guarismos nacionales desfavorables entre el 70% y el 80% por ciento respecto a la reforma previsional luego de la discusión parlamentaria y las protestas (según tres estudios de alcance nacional que citamos en posts anteriores), está claro que ese 47% de opiniones negativas hoy se quedaría corto. La pregunta es si el costo político lo sigue pagando sólo el oficialismo, o si parte del mismo se “coparticipa” entre los gobernadores “opo-oficialistas”. Y esto dispara otra pregunta: ¿quién está en condiciones de capitalizar ese desgaste? 

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Cambiemos vs Kirchnerismo: sesgos de clase

La caída de 9 puntos porcentuales que registró el CEOP en la imagen presidencial se agrega al dato de otras encuestas que, aunque sin identificar la consultora, apuntaban también una merma. Según una nota reciente de Marcelo Bonelli, “la imagen presidencial cayó todo lo que había subido después de las elecciones. Hubo una baja de 8 puntos hasta el viernes pasado (en referencia al 15 de diciembre). Esta semana bajó otro escalón: en total 12 puntos. Se trata de un traspié similar al que sufrió cuando el Gobierno cometió múltiples errores con el tarifazo. Eso lo llevó a hablar el martes. Hasta último momento, la reforma previsional enfrentó situaciones de alta tensión”. En cualquier caso, en dos semanas las mediciones de cierre de imagen presidencial que se habían dado a conocer antes de esos hechos quedaron desactualizadas. Incluso en un distrito muy favorable a Macri, como es provincia de Córdoba, se sintió el bajón: según la última encuesta provincial realizada por la consultora Delfos, la imagen positiva de la gestión nacional cayó del 38% al 29%, mientras que la regular pasó de 31% a 34% y la negativa de 29% a 34% (ver datos arriba; click para agrandar). 

El estudio del CEOP también indagó el impacto de los cacerolazos: el 65,9%  por ciento de los consultados se mostró de acuerdo con esas protestas, y apenas el 32,1% en desacuerdo, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en las PASO del 2015 (30%), bien por debajo del 51,34% que alcanzó Macri en el ballotage. Esto último pone en de manifiesto que también parte de los votantes de Cambiemos en segunda vuelta están a favor de los cacerolazos, algo palpable en la intensidad de esa protesta en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), bastión del PRO desde el 2007. Respecto a los hechos de violencia en Plaza Congreso, cuando el CEOP indagó sobre la responsabilidad en esos hechos, un 53% la adjudicó a las fuerzas de seguridad y el 44% a los manifestantes. "Otro dato clave es que se reafirma en el imaginario colectivo un pensamiento que ya se vino detectando a lo largo de sus dos años de gestión: ‘este es un gobierno de ricos para los ricos’. Esa opinión, al día de hoy, involucra a alrededor del 70 por ciento de los argentinos, y es otro de los factores que influyen notoriamente en la conformación del humor social adverso”, apunta Bacman (ver datos abajo; click para agrandar).

Este dato perceptivo también apoya nuestra tesis de Cambiemos como “voto no positivo” respecto del kirchnerismo; esto es, como contracara del gobierno anterior. Ya en febrero de 2016, un estudio de Ibarómetro anticipó ese sesgo clasista en la percepción de la opinión pública. Interrogados sobre a qué clase social favorecía el macrismo, por entonces casi un 45% de los argentinos (44,8%) respondía que a la clase alta; en mucho menor porcentaje, la clase media (32%) y, claramente relegada, la clase baja (casi 11%: 10,9%), en tanto, un 12,3% no sabía o no respondía. Por contrapartida, interrogados sobre a qué clase social favorecía el kirchnerismo, casi un 40% (39,5%) respondía que a la clase baja; en mucho menor porcentaje, la clase alta (27,1%) y, claramente relegada, la clase media (18,1%), en tanto que un 15,3% no sabía o no contestaba. Estos datos confirmaban el sesgo “acomodado” del programa político de Cambiemos/PRO, dado que la clase alta aparecía perceptivamente como la principal beneficiada por la agenda llevada adelante hasta ese momento por Macri (con un porcentual muy alto, cercano a la mitad de las respuestas). En el otro extremo de la escala social, la clase baja se veía claramente postergada. Por contrapartida, las percepciones confirmaban el sesgo “popular” del kirchnerismo, que ubica a la clase baja como la más beneficiada por sus programas (casi 4 de cada 10 respuestas). 

Ese clivaje antitético en términos de clase se articula con la dinámica “agonal” que en su momento constituyó al kirchnerismo como oficialismo y al macrismo como oposición. Como apunta María Casullo, “la construcción de una oposición nucleante tiene que estar articulada alrededor de la promesa de que si te votan, tal vez no hoy pero sí mañana, vos vas a construir para ganar. Y creo que esto fue una de las cosas que hizo bien el macrismo. Desde que gana en 2007 en la ciudad, el macrismo se planta como opositor al kirchnerismo desde el minuto uno y como construyendo para llevar a Macri a la presidencia. Cambia campaña, cambia discurso, Macri se afeita el bigote, se humaniza con la esposa, promete que no va a privatizar Aerolíneas, prueba mensajes y estéticas, pero hay dos cosas que nunca cambia: es antikirchnerista y te dice si vos me apoyas en algún momento Mauricio Macri va a ser presidente. Y yo creo que esa tiene que ser la centralidad de cualquier fuerza opositora”. Esto plantea también algunas pistas respecto a la dinámica político-electoral de cara al 2019. 

"¿Quién se benefició más en estos dos años?"



martes, 26 de diciembre de 2017

La reforma jubilatoria en la opinión pública y Cambiemos como voto “no positivo”

Cerrábamos el post anterior problematizando la afirmación de Pablo Knopoff, director de Isonomía, que hablaba del “fin del macrismo” y el nacimiento de Cambiemos. ¿Por qué? En primer lugar, porque coincidimos con lo afirmado oportunamente por la politóloga María Esperanza Casullo en el sentido de que de “la UCR no tiene al parecer un lugar en la mesa de decisión de Cambiemos, que es muy pequeña, muy centralizada, y muy PRO-pura. Segundo, en las Paso de este año el PRO recusó judicialmente a las listas internas que presentaron sectores de la UCR ‘orgánica’ en varias provincias y bloqueó la competencia interna o sólo la admitió (como en Neuquén) porque lo dijo la Justicia. Sin ir más lejos, no admitió internas en la ciudad de Buenos Aires, su distrito estrella, y expulsó al sector de Lousteau. Tercero, la UCR no ha planteado hasta ahora una agenda legislativa o de gobierno diferenciada, basada en su temas históricos, como puede ser la universidad pública o la salud pública. O la expansión de los derechos sociales universales”. Así, Cambiemos puede ser un sello eficaz electoralmente, pero en la esencia es PRO, y por lo tanto macrismo. No hay un fin del macrismo, como propone Knopoff, sino un refuerzo de esa identidad, incluso a costa de la radical tradicional, ya que Cambiemos se hizo primera minoría captando precisamente a esos electores huérfanos. 

El segundo motivo parte de lo apuntado por el politólogo Mario Riorda, aunque en nuestro caso llevamos el argumento más lejos. Él plantea que “Mauricio Macri sigue representando cambio. Desde todo punto de vista. Y cambio de políticas es lo que se espera”. Ahora bien, ¿cambio respecto a qué? Porque en caso contrario, se cae en el “significante vacío”. La respuesta es bien sencilla: cambio respecto al gobierno anterior, es decir, al kirchnerismo. Es decir, Cambiemos es, en esencia, antikirchnerismo. En nuestra opinión, Cambiemos y el macrismo aún no han superado su definición como “oposición” al gobierno anterior. En este sentido, el suyo sigue siendo un voto como el de Julio Cobos en 2008: en esencia, un voto “no positivo”, lo que se expresa también territorialmente, con una distribución geográfica muy similar al del voto filo zona núcleo sojera (“soy power”) de las legislativas del 2009. Y aquí volvemos a Riorda: “Cambiemos tiene ahora un desafío, que es superar su identidad como contracara del kirchnerismo, para mostrar políticas que solidifiquen la expectativa del cambio expresada contundentemente en votos”.

El acompañamiento a Cambiemos este año también fue un “voto no positivo”: no volver a lo anterior y no cambiar de caballo en medio del río. Pero, cuando el gobierno plasma sus políticas de manera más nítida, cuando llena de contenido el significante negativo, sucede lo que sucedió con la reforma previsional: choca contra una idiosincrasia que no ha cambiado en la medida en que lo requeriría su programa de gobierno. Al rechazo ya medido y explicitado en los estudios de la UNSAM, de Rouvier y Asociados y de D'Alessio IROL/Berensztein en las entradas que vimos recientemente, se agregaron otras mediciones, una de las cuales también relevó el impacto de la reforma en la imagen del gobierno. Se trata de una encuesta telefónica realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), dirigida por el sociólogo Roberto Bacman, sobre una muestra de 1.200 ciudadanos de todo el país, respetando las proporciones por edad, sexo y nivel económico social. El estudio se terminó de procesar el sábado 23 de diciembre. Según Bacman, “casi tres de cada cuatro habitantes de nuestro país están profundamente convencidos que esta ley no hará más que perjudicar abiertamente a los pasivos. En síntesis, un abierto rechazo por parte de la sociedad en su conjunto, además de los propios jubilados (ver datos arriba; click para agrandar)

De acuerdo a la mirada del consultor, "Desde el punto de vista ideológico es más que esperable que los pertenecientes al segmento de los opositores se manifiesten abiertamente en contra. Pero sorprende el rechazo que produce entre los independientes (siete de cada diez) y hasta en el propio electorado que optó por Mauricio Macri en el ballotage, donde redondea algo más del 40 por ciento de oposición (…) la gente está convencida que más que una reforma integral al sistema jubilatorio, lo que se ha votado ha sido un verdadero ajuste. De tal modo lo afirman seis de cada diez encuestados. Realmente contundente, en especial porque los ciudadanos piensan que el dinero debe salir de otro lado, no de los jubilados (…) No quedan dudas que esta ley se aprobó en un clima social crítico y en un contexto de preocupación y rechazo. De uno u otro modo el gobierno quedó atrapado en la telaraña de su propio proyecto: es percibido como el principal responsable y tal situación se traslada a la mayor parte de los indicadores .La popularidad de Mauricio Macri ha recibido un fuerte golpe: ha descendido alrededor de nueve puntos porcentuales en relación a la medición de la primera semana de noviembre, cuando aún festejaba el triunfo en las elecciones legislativas de medio término. Los que ahora opinan mal o muy mal del presidente suman el 54,8 por ciento, en comparación con los que opinan bien o muy bien, que son el 43,4. Es una caída fuertísima respecto de noviembre, cuando los que aprobaban a Macri eran el 52,5 por ciento” (ver datos abajo; click para agrandar). 



viernes, 22 de diciembre de 2017

El impacto de la reforma jubilatoria en la opinión pública y la discusión sobre el clima de época

Así, al menos en el plano de las posturas en torno a “más estado o más mercado” y en los valores dominantes sobre la jubilación, no aparece un quiebre en la opinión pública que sugiera el advenimiento de un clima de época. Más bien al contrario, aparecen continuidades idiosincráticas. El desacuerdo con la reforma jubilatoria fue confirmado por una tercera medición, en este caso realizada por D'Alessio IROL junto a Sergio Berensztein. Según el Tracking de Humor Social y Político, el 85% de los argentinos cree que la reforma "es mala". Como matiz, ese porcentaje se compone por un 55% que considera que es "mala e innecesaria", mientras que un 30% que cree que es mala, pero necesaria. En tanto, apenas un 15% respalda la nueva ley y la califica como "buena" (ver datos arriba; click para agrandar). 

Más allá del matiz señalado, hay una mayoría neta desfavorable a la medida, que trasciende a “la grieta”. Esto es, incluso votantes de Cambiemos expresan su desacuerdo con la reforma jubilatoria. En las mediciones de la UNSAM y Rouvier, la proporción de desacuerdo era aún mayor: casi 66% en el primer caso y 76% en el segundo. Si "forzáramos" un promedio desfavorable con tres mediciones distintas pero sobre el mismo tema, sería del 66%, bien contundente. En el caso del Tracking de Humor Social y Político, la proporción de electores que respalda la reforma (sólo 15%) está por debajo del orden de magnitud de los votos que obtuvo Mauricio Macri en las PASO del 2015: 24%. En otro orden, el 50% cree que el Gobierno quedó "debilitado" tras la sanción de la reforma, mientras que para el 28% se fortaleció: esta cifra está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en las primarias del 2015 (ver datos abajo; click para agrandar). Respecto a los cacerolazos, el 62% considera que fueron espontáneos y un 54% cree que golpearon la imagen de la gestión de Mauricio Macri. En otro orden, a diferencia de lo que respondieron sobre esas protestas callejeras, el 73% respondió que los incidentes ocurridos en las inmediaciones del Congreso mientras se discutía la ley fueron "planificados" y sólo un 13% opinó que fueron espontáneos. 

Al menos en esos dos indicadores clave, el cambio cultural que podría alumbrar un clima de época y trascender a un clima de opinión todavía está por verse. Otro tanto puede decirse de si las políticas de Cambiemos se plasman en favor o no de los argentinos, otro de los desafíos que marcaba Mario Riorda. Según un relevamiento de Isonomía anterior a la reforma jubilatoria, el capital político de Mauricio Macri sigue estando más atado a la expectativa a futuro que en la evaluación del presente. Es decir, la mayoría de los argentinos cree que Macri no cumplió, pero que hay que darle tiempo para que pueda hacerlo. Esa porción, que está cerca de ser la mitad de la población (el resto se divide entre los que dicen que está cumpliendo y los que sostienen que no y que nunca lo hará), es lo que explica el gradualismo criticado a ambas puntas de los posicionamientos ideológicos y económicos más radicalizados.”Macri parece estar conforme con esta idea de anunciar que avanzará cinco pasos, ceder tres y terminar dando dos. Pero como su capital está puesto a futuro, el riesgo es grande porque el paso del tiempo juega en su contra, ya que el porvenir está todos los días un poco más cerca”, escribía oportunamente Roberto Battaglino. En apenas 15 días, el porvenir parece haber avanzado varias casillas, y el gobierno ha podido comprobar que la calle pone límites allí donde los resultados electorales de este año y los acuerdos de gobernabilidad con el PJ parecían insinuar una luz verde. 

En la lectura de Isonomía, el gobierno tiene a su favor haber ocupado la centralidad del escenario político y que su coalición se haya consolidado en términos electorales y de referencia social. En esta línea interpretativa, Cambiemos ha pasado a ser una marca más o menos fuerte en una sociedad cada vez menos apegada a identificaciones partidarias: el concepto es que la fortaleza de Macri estaba asociada a la adhesión a su figura, pero este año, vista la consolidación territorial de la coalición gobernante, el sello de Cambiemos ha comenzado a tener más protagonismo que el de su conductor. Pablo Knopoff, director de Isonomía, define a este fenómeno como “el fin del macrismo”. Sin embargo, esta afirmación puede problematizarse también a la luz de los resultados electorales del 2017. 



miércoles, 20 de diciembre de 2017

Hacia el 2019: ¿clima de opinión o clima de época?


Cerramos nuestro post anterior preguntándonos si las dos victorias electorales consecutivas de Cambiemos pueden ser leídas como un clima de opinión o como un clima de época. Según el politólogo y consultor Mario Riorda, el resultado electoral de este año se vincula a un clima de opinión que le dio al gobierno “un envión para acelerar. Los climas de opinión encuadran lo políticamente aceptado o lo rechazado (…) Pero un clima de opinión, el que explica el tan buen desempeño electoral de Cambiemos, no necesariamente habla de un clima de época (…) Son situaciones más estables. Es la experiencia de un clima cultural dominante que define una era, un periodo particular en la historia. Podría decirse que se refiere a la ética y moral de una era y un lugar, como también al espíritu colectivo de un tiempo y espacio como reflejo de su cultura. ¿Puede Cambiemos transformar ese clima de opinión en un clima de época? Sí, pero estará asociado a ver como sus políticas se plasman en favor o no de los argentinos. Lo cierto es que Mauricio Macri sigue representando cambio. Desde todo punto de vista. Y cambio de políticas es lo que se espera. Y si las expectativas eran grandes, ahora serán mayores. Pero para gestionar adecuadamente las expectativas, en general los gobiernos deben centrarse en la vida concreta de la gente. Y ahí Cambiemos está teniendo un déficit desde el resultado de sus políticas”

En este marco, para hablar de un cambio de época, Cambiemos necesitaría pasar de la etapa de la “gestión de las expectativas” + “la disputa con el pasado” a una nueva, en la que se pongan de manifiesto beneficios palpables en el “metro cuadrado” de la gente. Hasta ahora, eso no se advierte: aunque sin dudas este año hay un “rebote” de la actividad respecto al bajón del 2016, eso no alcanza a plasmarse en una mejora sustantiva de indicadores clave, como el de la desocupación. Según apuntó Alejandro Bercovich, esta sólo se redujo dos décimas en un año, y en la zona más afectada (Gran Buenos Aires, GBA) sigue por arriba del 10% (ver datos arriba; click para agrandar). 

Agrega Riorda: “El clima de época habla de la postura sobre más estado o más mercado; valores dominantes, esquemas de representación; cambios de hábitos que llevan tiempo en consolidarse; cambios de currículas educativas; nuevas conductas sociales; establecimiento de nuevas agendas de derechos u obligaciones; o movimientos culturales o sociales de gran intensidad. Tiene mucha relación con la ideología, más asociada a movimientos lentos más propios de los climas de época”. Tampoco en este plano se advierte un cambio de la idiosincrasia nacional. Según una investigación realizada en agosto de 2016, por el Centro de Estudios en Comunicación Aplicada (CECAP) de la Universidad Austral, el 61% de la población prefiere "un país donde la mayor parte de las cosas las hace el Estado", mientras que un 23% optó por las empresas privadas. 

En estos días, la agitación social por la reforma jubilatoria también puso en claro que hay una mayoría (transversal a “la grieta”) en contra de esa medida: según Ricardo Rouvier, sociólogo y director de Rouvier & Asociados, el Ejecutivo no leyó bien el "pulso" social antes de avanzar con la decisión. "La opinión pública mayoritariamente está en contra de la ley de reforma jubilatoria: lo hemos medido: el 76% de la población se opone", planteó el especialista, poniendo de manifiesto que no todos los que se movilizaron en contra de la iniciativa son necesariamente opositores al presidente Mauricio Macri. Con números similares, el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la UNSAM registró un desacuerdo de casi el 66% respecto a la medida, ahora convertida en ley (ver datos abajo; click para agrandar). El rechazo es fuerte incluso en distritos muy favorables a Cambiemos en las últimas dos elecciones, como es el caso de Córdoba, donde una reciente encuesta de la consultora Delfos arrojó que el 79% está en desacuerdo con aumentar la edad jubilatoria (contra sólo un 16% de acuerdo).  

En este marco, el riesgo para Cambiemos es que su representación quede acotada a la de una “oposición de la oposición”, es decir, a ejercer, como oficialismo, sólo una antítesis del kirchnerismo (hoy oposición y antes gobierno). Si es así, estaría autoencorsetándose como fenómeno acotado a un clima de opinión: una primera minoría circunstancial, con bajas chances de construir un clima de época más trascendente. Así, Riorda apunta que “Cambiemos tiene ahora un desafío, que es superar su identidad como contracara del kirchnerismo, para mostrar políticas que solidifiquen la expectativa del cambio expresada contundentemente en votos. A su modo, ha expresado un progresismo sostenido en expectativas que no tiene eje en la izquierda, sino en las inversiones y en el aumento de la productividad. Habrá que ver”.