jueves, 28 de diciembre de 2017

El costo político de las reformas y su relevancia de cara al 2019

En una serie de entradas recientes, la última de las cuales titulamos como “Hacia el 2019: ¿presos en "la MaCris"?”, planteábamos que este año hubo  “gobernadores del PJ y referentes del espacio pan-justicialista que hicieron una doble apuesta: 1) jubilar a CFK del escenario político 2) enfrentar y vencer a Cambiemos desde una condición de “opo-oficialistas”. Puestos por sí mismos en esa suerte de “no lugar”, quedaron presos de “la MaCris” (la polarización entre Cambiemos y CFK): no pudieron lo primero, ni tampoco lo segundo”. La dinámica en la discusión de la reforma previsional mostró en gran parte una reedición de esa dinámica. Como apuntó oportunamente Ezequiel Rudman, “La presunta ‘liga’ de gobernadores quedó así explícitamente fracturada. De un lado, el trío de "traidores" al acuerdo Nación-Provincias que incluía también el acuerdo fiscal y la reforma tributaria. Del otro, el ´Grupo Fernet´ de mandatarios aliados encabezados por el cordobés Juan Schiaretti (…) El misionero Hugo Passalacqua se afianzó en el círculo íntimo presidencial. Junto a su par de Córdoba aportaron nueve votos determinantes para sancionar la ley. En el ´Club del Fernet´ también se acomodaron el entrerriano Gustavo Bordet, el tucumano Juan Manzur -premiado con el freno de la suba de impuestos a bebidas azucaradas-, el chaqueño Domingo Peppo y el neuquino Omar Gutiérrez.  Del otro lado del Jordán, al tope de la lista negra que irritó a Macri y Frigerio están Zamora, Casas y Uñac. Los diputados que presuntamente respondían al gobernador de San Juan se desmarcaron y votaron en contra junto a José Luis Gioja, del Frente para la Victoria. Tampoco aportaron quórum. No hubo ningún voto del peronismo sanjuanino afirmativo. Casas sufrió la interna peronista de La Rioja con Luis Beder Herrera, su antecesor, quien bloqueó el apoyo de votos justicialistas al proyecto de Cambiemos. Zamora tampoco respondió. Maneja un mini bloque de seis legisladores. Sólo uno votó a favor. El mandatario ni siquiera pudo comprometer el apoyo de su esposa, Claudia Ledesma”

Así, hubo una división entre los gobernadores de signos políticos distintos a Cambiemos: una parte de ellos (el Grupo Fernet) se ajustó al patrón que Julio Burdman expuso en su artículo La oposición imposible. “El reservorio de presidenciables está en las provincias, pero una vez que los ciclos terminan. Mientras tanto, la dirigencia nacional, verdaderamente nacional, se reduce al Presidente, a alguna figura que tiene una campaña nacional encima y logró gracias a ello nacionalizarse, y no muchos más. Los gobernadores, mientras tanto, necesitan llevarse bien con el Presidente, que es quien firma sus cheques. Y quieren que al Presidente le vaya bien, porque sus ciclos están sincronizados. Estos gobernadores peronistas van a ayudar a Mauricio Macri a gobernar. Como los gobernadores radicales ayudaron a Kirchner. Como los gobernadores peronistas ayudaron a Menem”. Entraron en ese patrón "opo-oficialista" enfocado en la gobernabilidad mutua Schiaretti, Bordet, Manzur, Peppo y Gutiérrez. En cambio, se salieron del patrón Zamora, Casas y Uñac, confirmándose como opositores (al menos, los legisladores nacionales de sus provincias). Hay otro dato clave detrás de esos alineamientos: en el primer grupo de 5, casi todos perdieron la elección en sus provincias frente a Cambiemos, a excepción de Manzur, y por brechas contundentes, lo que implica que ser opo-oficialista no resulta rentable electoralmente (aunque pueda aportar a la gestión). En los segundos tres, casi todos ganaron, con excepción de Casas, que estuvo muy cerca: su lista de diputados nacionales quedó detrás de la de Cambiemos por apenas 0,6 puntos porcentuales. Las de Uñac y Zamora ganaron con contundencia, con brechas de casi 32 puntos en el primer caso y de casi 52 puntos en el segundo caso. Conclusión: resulta más rentable electoralmente ser opositor a Cambiemos que opo-oficialista. 

Oportunamente, Carlos Pagni había planteado el desafío que suponía para Macri tener que “aprobar sus reformas con el voto de las víctimas de esas reformas” (en referencia a los gobernadores y gremialistas, mayoritariamente peronistas). Hay algo de dinámica del tipo “síndrome de Estocolmo”, en el sentido de que a muchos gobernadores del PJ con caudal importante y aspiraciones les cuesta sustraerse de la polarización y, puestos en el dilema de “la Macris”, caen víctimas de Cambiemos en sus propias provincias. Es cierto que el principal clivaje territorial de la elección de este año fue el nacional, pero sería un pecado de ingenuidad por parte de los gobernadores “opo-oficialistas” creer que una buena sintonía de gobernabilidad con el presidente Macri los preservaría de una eventual ola amarilla cuando en 2019 se disputen las gobernaciones provinciales. Según María Casullo, el peor error que puede cometer la oposición a Cambiemos es “no ver el manejo político y las ambiciones que tiene Cambiemos en todo el país. Demostraron que quieren ganar en todas las provincias, a los gobernadores que son adversarios y a los que son aliados también les quiere ganar y les va a ganar. Salieron a disputarle a los aliados como Schiaretti incluso más duramente. Es interesante porque el kirchnerismo sí hacía algunos de estos arreglos con gobernadores que aparecían como aliados no kirchneristas”.

Los datos de las encuestas conocidas hasta ahora indican que el mayor costo político por la reforma jubilatoria lo está pagando el presidente Mauricio Macri, es decir Cambiemos. Incluso antes de la discusión de esa reforma, ya había estudios que anticipaban la erosión de capital político que ocasionaría al oficialismo el paquete de leyes enviado al Congreso. El consultor Gustavo Córdoba evaluaba que “con tratamiento parlamentario, el trío de reformas laboral, fiscal y fundamentalmente la previsional, asoman como un costo político importante para el gobierno”: un 46,6% evaluaba que esos cambios provocarían una crisis, contra un 38,8% que se inclinaba por la opinión de que impulsarían la economía. Un 14,6% no se pronunciaba por ninguna de las dos alternativas de respuesta (ver datos arriba; click para agrandar). Con guarismos nacionales desfavorables entre el 70% y el 80% por ciento respecto a la reforma previsional luego de la discusión parlamentaria y las protestas (según tres estudios de alcance nacional que citamos en posts anteriores), está claro que ese 47% de opiniones negativas hoy se quedaría corto. La pregunta es si el costo político lo sigue pagando sólo el oficialismo, o si parte del mismo se “coparticipa” entre los gobernadores “opo-oficialistas”. Y esto dispara otra pregunta: ¿quién está en condiciones de capitalizar ese desgaste? 

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