viernes, 22 de diciembre de 2017

El impacto de la reforma jubilatoria en la opinión pública y la discusión sobre el clima de época

Así, al menos en el plano de las posturas en torno a “más estado o más mercado” y en los valores dominantes sobre la jubilación, no aparece un quiebre en la opinión pública que sugiera el advenimiento de un clima de época. Más bien al contrario, aparecen continuidades idiosincráticas. El desacuerdo con la reforma jubilatoria fue confirmado por una tercera medición, en este caso realizada por D'Alessio IROL junto a Sergio Berensztein. Según el Tracking de Humor Social y Político, el 85% de los argentinos cree que la reforma "es mala". Como matiz, ese porcentaje se compone por un 55% que considera que es "mala e innecesaria", mientras que un 30% que cree que es mala, pero necesaria. En tanto, apenas un 15% respalda la nueva ley y la califica como "buena" (ver datos arriba; click para agrandar). 

Más allá del matiz señalado, hay una mayoría neta desfavorable a la medida, que trasciende a “la grieta”. Esto es, incluso votantes de Cambiemos expresan su desacuerdo con la reforma jubilatoria. En las mediciones de la UNSAM y Rouvier, la proporción de desacuerdo era aún mayor: casi 66% en el primer caso y 76% en el segundo. Si "forzáramos" un promedio desfavorable con tres mediciones distintas pero sobre el mismo tema, sería del 66%, bien contundente. En el caso del Tracking de Humor Social y Político, la proporción de electores que respalda la reforma (sólo 15%) está por debajo del orden de magnitud de los votos que obtuvo Mauricio Macri en las PASO del 2015: 24%. En otro orden, el 50% cree que el Gobierno quedó "debilitado" tras la sanción de la reforma, mientras que para el 28% se fortaleció: esta cifra está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en las primarias del 2015 (ver datos abajo; click para agrandar). Respecto a los cacerolazos, el 62% considera que fueron espontáneos y un 54% cree que golpearon la imagen de la gestión de Mauricio Macri. En otro orden, a diferencia de lo que respondieron sobre esas protestas callejeras, el 73% respondió que los incidentes ocurridos en las inmediaciones del Congreso mientras se discutía la ley fueron "planificados" y sólo un 13% opinó que fueron espontáneos. 

Al menos en esos dos indicadores clave, el cambio cultural que podría alumbrar un clima de época y trascender a un clima de opinión todavía está por verse. Otro tanto puede decirse de si las políticas de Cambiemos se plasman en favor o no de los argentinos, otro de los desafíos que marcaba Mario Riorda. Según un relevamiento de Isonomía anterior a la reforma jubilatoria, el capital político de Mauricio Macri sigue estando más atado a la expectativa a futuro que en la evaluación del presente. Es decir, la mayoría de los argentinos cree que Macri no cumplió, pero que hay que darle tiempo para que pueda hacerlo. Esa porción, que está cerca de ser la mitad de la población (el resto se divide entre los que dicen que está cumpliendo y los que sostienen que no y que nunca lo hará), es lo que explica el gradualismo criticado a ambas puntas de los posicionamientos ideológicos y económicos más radicalizados.”Macri parece estar conforme con esta idea de anunciar que avanzará cinco pasos, ceder tres y terminar dando dos. Pero como su capital está puesto a futuro, el riesgo es grande porque el paso del tiempo juega en su contra, ya que el porvenir está todos los días un poco más cerca”, escribía oportunamente Roberto Battaglino. En apenas 15 días, el porvenir parece haber avanzado varias casillas, y el gobierno ha podido comprobar que la calle pone límites allí donde los resultados electorales de este año y los acuerdos de gobernabilidad con el PJ parecían insinuar una luz verde. 

En la lectura de Isonomía, el gobierno tiene a su favor haber ocupado la centralidad del escenario político y que su coalición se haya consolidado en términos electorales y de referencia social. En esta línea interpretativa, Cambiemos ha pasado a ser una marca más o menos fuerte en una sociedad cada vez menos apegada a identificaciones partidarias: el concepto es que la fortaleza de Macri estaba asociada a la adhesión a su figura, pero este año, vista la consolidación territorial de la coalición gobernante, el sello de Cambiemos ha comenzado a tener más protagonismo que el de su conductor. Pablo Knopoff, director de Isonomía, define a este fenómeno como “el fin del macrismo”. Sin embargo, esta afirmación puede problematizarse también a la luz de los resultados electorales del 2017. 



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