El estudio del CEOP también indagó el impacto de los cacerolazos: el 65,9% por ciento de los consultados se mostró de acuerdo con esas protestas, y apenas el 32,1% en desacuerdo, un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Cambiemos en las PASO del 2015 (30%), bien por debajo del 51,34% que alcanzó Macri en el ballotage. Esto último pone en de manifiesto que también parte de los votantes de Cambiemos en segunda vuelta están a favor de los cacerolazos, algo palpable en la intensidad de esa protesta en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), bastión del PRO desde el 2007. Respecto a los hechos de violencia en Plaza Congreso, cuando el CEOP indagó sobre la responsabilidad en esos hechos, un 53% la adjudicó a las fuerzas de seguridad y el 44% a los manifestantes. "Otro dato clave es que se reafirma en el imaginario colectivo un pensamiento que ya se vino detectando a lo largo de sus dos años de gestión: ‘este es un gobierno de ricos para los ricos’. Esa opinión, al día de hoy, involucra a alrededor del 70 por ciento de los argentinos, y es otro de los factores que influyen notoriamente en la conformación del humor social adverso”, apunta Bacman (ver datos abajo; click para agrandar).
Este dato perceptivo también apoya nuestra tesis de Cambiemos como “voto no positivo” respecto del kirchnerismo; esto es, como contracara del gobierno anterior. Ya en febrero de 2016, un estudio de Ibarómetro anticipó ese sesgo clasista en la percepción de la opinión pública. Interrogados sobre a qué clase social favorecía el macrismo, por entonces casi un 45% de los argentinos (44,8%) respondía que a la clase alta; en mucho menor porcentaje, la clase media (32%) y, claramente relegada, la clase baja (casi 11%: 10,9%), en tanto, un 12,3% no sabía o no respondía. Por contrapartida, interrogados sobre a qué clase social favorecía el kirchnerismo, casi un 40% (39,5%) respondía que a la clase baja; en mucho menor porcentaje, la clase alta (27,1%) y, claramente relegada, la clase media (18,1%), en tanto que un 15,3% no sabía o no contestaba. Estos datos confirmaban el sesgo “acomodado” del programa político de Cambiemos/PRO, dado que la clase alta aparecía perceptivamente como la principal beneficiada por la agenda llevada adelante hasta ese momento por Macri (con un porcentual muy alto, cercano a la mitad de las respuestas). En el otro extremo de la escala social, la clase baja se veía claramente postergada. Por contrapartida, las percepciones confirmaban el sesgo “popular” del kirchnerismo, que ubica a la clase baja como la más beneficiada por sus programas (casi 4 de cada 10 respuestas).
Ese clivaje antitético en términos de clase se articula con la dinámica “agonal” que en su momento constituyó al kirchnerismo como oficialismo y al macrismo como oposición. Como apunta María Casullo, “la construcción de una oposición nucleante tiene que estar articulada alrededor de la promesa de que si te votan, tal vez no hoy pero sí mañana, vos vas a construir para ganar. Y creo que esto fue una de las cosas que hizo bien el macrismo. Desde que gana en 2007 en la ciudad, el macrismo se planta como opositor al kirchnerismo desde el minuto uno y como construyendo para llevar a Macri a la presidencia. Cambia campaña, cambia discurso, Macri se afeita el bigote, se humaniza con la esposa, promete que no va a privatizar Aerolíneas, prueba mensajes y estéticas, pero hay dos cosas que nunca cambia: es antikirchnerista y te dice si vos me apoyas en algún momento Mauricio Macri va a ser presidente. Y yo creo que esa tiene que ser la centralidad de cualquier fuerza opositora”. Esto plantea también algunas pistas respecto a la dinámica político-electoral de cara al 2019.
"¿Quién se benefició más en estos dos años?"
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