martes, 26 de diciembre de 2017

La reforma jubilatoria en la opinión pública y Cambiemos como voto “no positivo”

Cerrábamos el post anterior problematizando la afirmación de Pablo Knopoff, director de Isonomía, que hablaba del “fin del macrismo” y el nacimiento de Cambiemos. ¿Por qué? En primer lugar, porque coincidimos con lo afirmado oportunamente por la politóloga María Esperanza Casullo en el sentido de que de “la UCR no tiene al parecer un lugar en la mesa de decisión de Cambiemos, que es muy pequeña, muy centralizada, y muy PRO-pura. Segundo, en las Paso de este año el PRO recusó judicialmente a las listas internas que presentaron sectores de la UCR ‘orgánica’ en varias provincias y bloqueó la competencia interna o sólo la admitió (como en Neuquén) porque lo dijo la Justicia. Sin ir más lejos, no admitió internas en la ciudad de Buenos Aires, su distrito estrella, y expulsó al sector de Lousteau. Tercero, la UCR no ha planteado hasta ahora una agenda legislativa o de gobierno diferenciada, basada en su temas históricos, como puede ser la universidad pública o la salud pública. O la expansión de los derechos sociales universales”. Así, Cambiemos puede ser un sello eficaz electoralmente, pero en la esencia es PRO, y por lo tanto macrismo. No hay un fin del macrismo, como propone Knopoff, sino un refuerzo de esa identidad, incluso a costa de la radical tradicional, ya que Cambiemos se hizo primera minoría captando precisamente a esos electores huérfanos. 

El segundo motivo parte de lo apuntado por el politólogo Mario Riorda, aunque en nuestro caso llevamos el argumento más lejos. Él plantea que “Mauricio Macri sigue representando cambio. Desde todo punto de vista. Y cambio de políticas es lo que se espera”. Ahora bien, ¿cambio respecto a qué? Porque en caso contrario, se cae en el “significante vacío”. La respuesta es bien sencilla: cambio respecto al gobierno anterior, es decir, al kirchnerismo. Es decir, Cambiemos es, en esencia, antikirchnerismo. En nuestra opinión, Cambiemos y el macrismo aún no han superado su definición como “oposición” al gobierno anterior. En este sentido, el suyo sigue siendo un voto como el de Julio Cobos en 2008: en esencia, un voto “no positivo”, lo que se expresa también territorialmente, con una distribución geográfica muy similar al del voto filo zona núcleo sojera (“soy power”) de las legislativas del 2009. Y aquí volvemos a Riorda: “Cambiemos tiene ahora un desafío, que es superar su identidad como contracara del kirchnerismo, para mostrar políticas que solidifiquen la expectativa del cambio expresada contundentemente en votos”.

El acompañamiento a Cambiemos este año también fue un “voto no positivo”: no volver a lo anterior y no cambiar de caballo en medio del río. Pero, cuando el gobierno plasma sus políticas de manera más nítida, cuando llena de contenido el significante negativo, sucede lo que sucedió con la reforma previsional: choca contra una idiosincrasia que no ha cambiado en la medida en que lo requeriría su programa de gobierno. Al rechazo ya medido y explicitado en los estudios de la UNSAM, de Rouvier y Asociados y de D'Alessio IROL/Berensztein en las entradas que vimos recientemente, se agregaron otras mediciones, una de las cuales también relevó el impacto de la reforma en la imagen del gobierno. Se trata de una encuesta telefónica realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), dirigida por el sociólogo Roberto Bacman, sobre una muestra de 1.200 ciudadanos de todo el país, respetando las proporciones por edad, sexo y nivel económico social. El estudio se terminó de procesar el sábado 23 de diciembre. Según Bacman, “casi tres de cada cuatro habitantes de nuestro país están profundamente convencidos que esta ley no hará más que perjudicar abiertamente a los pasivos. En síntesis, un abierto rechazo por parte de la sociedad en su conjunto, además de los propios jubilados (ver datos arriba; click para agrandar)

De acuerdo a la mirada del consultor, "Desde el punto de vista ideológico es más que esperable que los pertenecientes al segmento de los opositores se manifiesten abiertamente en contra. Pero sorprende el rechazo que produce entre los independientes (siete de cada diez) y hasta en el propio electorado que optó por Mauricio Macri en el ballotage, donde redondea algo más del 40 por ciento de oposición (…) la gente está convencida que más que una reforma integral al sistema jubilatorio, lo que se ha votado ha sido un verdadero ajuste. De tal modo lo afirman seis de cada diez encuestados. Realmente contundente, en especial porque los ciudadanos piensan que el dinero debe salir de otro lado, no de los jubilados (…) No quedan dudas que esta ley se aprobó en un clima social crítico y en un contexto de preocupación y rechazo. De uno u otro modo el gobierno quedó atrapado en la telaraña de su propio proyecto: es percibido como el principal responsable y tal situación se traslada a la mayor parte de los indicadores .La popularidad de Mauricio Macri ha recibido un fuerte golpe: ha descendido alrededor de nueve puntos porcentuales en relación a la medición de la primera semana de noviembre, cuando aún festejaba el triunfo en las elecciones legislativas de medio término. Los que ahora opinan mal o muy mal del presidente suman el 54,8 por ciento, en comparación con los que opinan bien o muy bien, que son el 43,4. Es una caída fuertísima respecto de noviembre, cuando los que aprobaban a Macri eran el 52,5 por ciento” (ver datos abajo; click para agrandar). 



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