Como venimos planteando en las entradas recientes, se detecta ya una fuerte convergencia de mediciones en ubicar el aval al actual gobierno nacional por debajo del 50%. En algunos estudios, esos valores ya se observaban en investigaciones de meses atrás, pero ahora incluso aquellas consultoras que registraban consensos por arriba del 50% hasta julio convergen hacia un promedio por debajo del “nivel crítico” de Morris, como vimos en el post anterior con Poliarquía. También hay un núcleo de coincidencias básicas entre las encuestadoras respecto a que el descenso de la imagen presidencial se da en el marco de una serie de medidas que impactaron de manera desfavorable en los intereses y la vida doméstica de las grandes mayorías: tarifazos en los servicios (más allá del freno puesto por la justicia, el costo político ya se produjo) alta inflación (el paréntesis de agosto se debe más a la combinación de recesión y freno al tarifazo que al descenso de la inflación núcleo) y caída del poder adquisitivo, es decir, aspectos que hacen a los efectos socioeconómicos de la gestión sobre la población.
Recientemente, el consultor Carlos Fara hizo un buen resumen de datos y análisis que vale la pena citar: “el 45 % aprueba la gestión presidencial, mientras que el 49 % la desaprueba; implica una estabilización de la tendencia, pero con déficit de imagen positiva; incremento de los sentimientos negativos sobre el país: los que sienten bronca pasaron del 39 al 47 % en un mes; los que están confiados o esperanzados cayeron 40 puntos en 8 meses: hoy representan sólo el 22 %; caída del optimismo sobre el futuro del país; la desocupación se ubica en primer lugar como preocupación; la evaluación de las principales políticas del gobierno nacional se estabiliza en niveles bastante negativos; se acentúa la percepción de que Macri gobierna para los ricos: estaba en 51 % y pasó a 55 %, el punto máximo desde marzo; alta insatisfacción con el tema tarifazos: de hecho, el 68 % se manifiesta de acuerdo con el cacerolazo realizado por ese tema; Massa y Macri siguen siendo las 2 principales figuras: Massa mantiene su estándar, mientras que el presidente baja la imagen positiva. En síntesis: un panorama estable pero negativo, con varios indicadores en deterioro como el humor social y las expectativas a futuro. Visto este escenario, tampoco parece aplicable la conocida sentencia de Menem “estamos mal pero vamos bien”. Acá debería ser “estamos mal y no sabemos cómo sigue”. Más allá de todo lo comentado sobre si el segundo semestre iba a ser o no el punto de inflexión para la recuperación económica, lo cierto es que ya se consumió el aguinaldo y la primera cuota de incremento salarial según los convenios colectivos, y la máquina no termina de arrancar. Eso se refleja claramente en este diagnóstico. Desde el punto de vista psicosocial, cuando la gente se asusta no consume, y a partir de ahí nada encaja. Esto va acompañado de varios consensos entre los economistas: 1) la inflación no va a bajar rápido, 2) las inversiones que movilizan van a tardar, 3) los dólares no van a llover, y 4) las obras públicas tienen mucha mora. Ya no se puede decir que es un gobierno de expectativas. El tarifazo del gas todavía no se aplicó, pero el costo político pasó la factura al contado con todo lo que eso implica en materia de expectativas. Eso hace que el sambenito de gobernar “para los ricos” se haya acentuado. Nadie dijo que iba a ser fácil. La herencia recibida no era precisamente para festejar. Ese no es el punto. El gobierno seguirá teniendo la paciencia de la mayoría de su lado hasta fin de año. 2017 será otro cantar".
Sumemos algunas claves al de por sí contundente aporte de Fara. El 45% de aprobación vs 49% de desaprobación confirma, en la línea de las demás mediciones, que se perforó el umbral crítico del 50%, con lo cual el acompañamiento ya se ubica en un orden de magnitud por debajo del caudal electoral obtenido por Mauricio Macri en el ballotage del 22-N (la diferencia entre 45% y 51,34% de votos es estadísticamente significativa). Por contrapartida, quienes no lo aprueban se ubican en el orden de magnitud del caudal electoral obtenido por Daniel Scioli en el ballotage (49% -48,6%). En la misma línea, en apenas un mes, el sentimiento de bronca por la actual coyuntura se acerca al mismo orden de magnitud (47%), mientras que el sentimiento de esperanza se desplomó 40% desde el inicio de la gestión Cambiemos y hoy alcanza apenas al 22%, esto es, en el orden de magnitud del caudal electoral obtenido por Macri en las PASO de hace un año (24%); o sea, está acotado al núcleo duro. La caída del optimismo se corresponde con la capitulación del pensamiento desiderativo frente al principio de realidad, y el regreso de la desocupación al podio de problemas confirma un cambio de época en una tónica similar a la de fines de los 90 y antesala de la crisis del 2001. Ese eco se advierte incluso en la semántica elegida por Fara en su análisis (por la referencia al “estamos mal pero vamos bien” del ex presidente Carlos Menemy su transición al “estamos mal y no sabemos cómo sigue”). A mayor abundamiento, se confirma una impronta de sesgo clasista que el asesor de Macri, Jaime Durán Barba, buscaba evitar (aunque en el discurso público el ecuatoriano sigue transmitiendo optimismo): la creencia de que Macri gobierna para los ricos pasó del 51% al 55%, el valor pico para esta variable en las mediciones de Fara (similar al que vimos en la última medición de Ibarómetro, aunque en esa medición cedió levemente).
Asimismo, Fara confirma el impacto del issue tarifazos en la línea de flotación del gobierno, con efecto contagio hacia el humor social y las expectativas a futuro, positivas hasta hace un tiempo atrás. Transitando ya el segundo semestre, la retracción del consumo y de la actividad general, con poquísimas insinuaciones de brotes verdes en nichos puntuales, terminan de perfilar un cuadro de malestar predominante, frente al cual el gobierno tiene poco para contrarrestar: promesas de inversiones que tardan en concretarse, una oposición parlamentaria fragmentada y sindicatos que aún están revisando su actitud hacia el oficialismo. En síntesis, el semblante del presente aparece signado por la desconfianza y por augurios de creciente conflictividad social.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
miércoles, 31 de agosto de 2016
lunes, 29 de agosto de 2016
Traducción política de efectos socioeconómicos (2)
La encuesta de Poliarquía también reserva un apartado a relevar la imagen de algunos dirigentes nacionales además del presidente Mauricio Macri. Según el estudio, María Eugenia Vidal (PRO) sigue siendo la figura política con mejor imagen. La gobernadora bonaerense registra una imagen positiva de 52%, mientras que la regular llega al 22% y la mala al 20%, por encima de Mauricio Macri, el líder natural del espacio Cambiemos (46%), que, como vimos en el post anterior, posee una negativa de 34% y una regular de 20%. Sergio Massa, el líder del Frente Renovador, tiene la misma imagen positiva que Macri (46%), mientras su imagen regular alcanza 33% y la mala 19%. Otra de las referentes de Cambiemos, Elisa Carrió (Coalición Cívica) registra 45% de buena imagen, 22% de imagen regular y 31% de mala. En tanto, Cristina Fernández Kirchner conserva una imagen positiva del 31%; subió 3 puntos desde la anterior medición, una variación estadísticamente no significativa, pero llamativa considerando que se da en un contexto mediático que le resulta desfavorable; la valoración negativa llega al 54% y la regular a 15%, siempre según Poliarquía (ver datos abajo; click para agrandar).
Respecto a la pregunta "En términos políticos, ¿usted se identifica con el macrismo, con el kirchnerismo o con ninguno de los dos?", en el estudio de Poliarquía la mitad más 1 (51%) se identificó con uno de los dos principales polos políticos, y la otra mitad (49%) con ninguno de los dos. En rigor, el 26,7% dijo sentirse más cerca de PRO (un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos que obtuvo Macri en las PASO de hace un año, cuando obtuvo un 24%), el 24% se ubicó más cerca del Frente para la Victoria (un guarismo que está en el orden de magnitud de la peor elección del FPV en el poder, las PASO previas a las legislativas de 2013, cuando alcanzó un 27%), y el 49,3% no se identificó con ninguno de los dos. "Los dos primeros grupos tienen una visión antagónica del estado del país, los problemas más importantes, la asignación de responsabilidades, la confianza en el gobierno y las esperanzas con respecto al futuro. Entre estos dos sectores existe una mayoría social, políticamente independiente, que está preocupada con la situación actual del país, pero confía en la actual gestión de Macri. Aunque le señala errores, es crítica del kirchnerismo y optimista respecto del futuro", dijo Alejandro Catterberg, director de Poliarquía.
La más reciente encuesta de la consultora CEOP (Centro de Estudios de Opinión Pública) coincide con Poliarquía en ubicar la imagen positiva del gobierno y del presidente en torno al 46%, esto es, perforando ya el umbral crítico de Morris (50%). Esto implica que el oficialismo perdió entre 15 y 20 puntos desde diciembre, si bien se sostiene en valores que considera aceptables, pues todavía hay una considerable franja de la población con la expectativa de que las cosas mejoren. De acuerdo al informe, la valoración favorable se sostiene especialmente el núcleo duro, o sea quienes son fuertes adherentes al macrismo, y una porción de los independientes. “La administración Macri se basa en el discurso de la pesada herencia y las denuncias de corrupción. Pero para que la crisis económica no derive en una crisis política necesita –paradójicamente– que sea la economía la que retome el camino del crecimiento. El desafío que este gobierno debe asumir en tal contexto es importante: los tiempos se acortan, el segundo semestre no será lo que prometieron y sólo falta un año para las elecciones legislativas de medio término, cuyos resultados posicionan al oficialismo frente a un nuevo reto”, apunta Roberto Bacman, el director de la consultora responsable del estudio, realizado sobre una muestra de 1.200 personas proporcionada por edad, sexo y nivel económico social, con modalidad telefónica y un error muestral de +- 2,8%.
Asimismo, CEOP presenta un panorama más preocupante para el gobierno en término de posturas políticas: según sus datos, los opositores superan hoy en día con holgura a los oficialistas (47% a 33% por ciento), cuando hace unos meses los adherentes al oficialismo eran mayoría (aunque no una mayoría identificada partidariamente con el sello PRO, que es lo que midió Poliarquía). Hasta febrero, los oficialistas, es decir los adherentes al gobierno de Cambiemos, superaban a los opositores 41% a 37%, respectivamente. Según CEOP, el giro se dio tempranamente: ya en marzo pasado, los opositores empezaban a ser más que los oficialistas, lo que llegó a un tope en mayo, cuando se anunció el tarifazo. Hoy, los opositores (47%) superan a los oficialistas (33%) por 14 puntos porcentuales, una brecha estadísticamente significativa. En esta línea, también es crítica la evaluación de la situación actual del país: para el 72% es abiertamente negativa. "¿Por qué tanta diferencia con la aprobación de gestión? La respuesta es simple y sencilla: la realidad frente a la economía es más fuerte que el deseo y ante tal situación la esperanza, al menos, se pone en tela de juicio. Y esta explicación surge de los propios resultados de esta encuesta: la economía es negativa para el 66 por ciento del segmento de los independientes. Lo actuado por el gobierno sólo recibe la aprobación del Núcleo Duro Macrista –los que respaldan en forma casi incondicional al Presidente– y como puede verse con claridad, a esta altura del partido eso solo no alcanza”, apunta Bacman. Así, nuevamente, en la línea de nuestra premisa interpretativa, los efectos socioeconómicos terminan imponiéndose en la evaluación a mediano y largo plazo, bien por encima del pensamiento desiderativo (ver datos arriba; click para agrandar).
Respecto a la pregunta "En términos políticos, ¿usted se identifica con el macrismo, con el kirchnerismo o con ninguno de los dos?", en el estudio de Poliarquía la mitad más 1 (51%) se identificó con uno de los dos principales polos políticos, y la otra mitad (49%) con ninguno de los dos. En rigor, el 26,7% dijo sentirse más cerca de PRO (un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos que obtuvo Macri en las PASO de hace un año, cuando obtuvo un 24%), el 24% se ubicó más cerca del Frente para la Victoria (un guarismo que está en el orden de magnitud de la peor elección del FPV en el poder, las PASO previas a las legislativas de 2013, cuando alcanzó un 27%), y el 49,3% no se identificó con ninguno de los dos. "Los dos primeros grupos tienen una visión antagónica del estado del país, los problemas más importantes, la asignación de responsabilidades, la confianza en el gobierno y las esperanzas con respecto al futuro. Entre estos dos sectores existe una mayoría social, políticamente independiente, que está preocupada con la situación actual del país, pero confía en la actual gestión de Macri. Aunque le señala errores, es crítica del kirchnerismo y optimista respecto del futuro", dijo Alejandro Catterberg, director de Poliarquía.
La más reciente encuesta de la consultora CEOP (Centro de Estudios de Opinión Pública) coincide con Poliarquía en ubicar la imagen positiva del gobierno y del presidente en torno al 46%, esto es, perforando ya el umbral crítico de Morris (50%). Esto implica que el oficialismo perdió entre 15 y 20 puntos desde diciembre, si bien se sostiene en valores que considera aceptables, pues todavía hay una considerable franja de la población con la expectativa de que las cosas mejoren. De acuerdo al informe, la valoración favorable se sostiene especialmente el núcleo duro, o sea quienes son fuertes adherentes al macrismo, y una porción de los independientes. “La administración Macri se basa en el discurso de la pesada herencia y las denuncias de corrupción. Pero para que la crisis económica no derive en una crisis política necesita –paradójicamente– que sea la economía la que retome el camino del crecimiento. El desafío que este gobierno debe asumir en tal contexto es importante: los tiempos se acortan, el segundo semestre no será lo que prometieron y sólo falta un año para las elecciones legislativas de medio término, cuyos resultados posicionan al oficialismo frente a un nuevo reto”, apunta Roberto Bacman, el director de la consultora responsable del estudio, realizado sobre una muestra de 1.200 personas proporcionada por edad, sexo y nivel económico social, con modalidad telefónica y un error muestral de +- 2,8%.
Asimismo, CEOP presenta un panorama más preocupante para el gobierno en término de posturas políticas: según sus datos, los opositores superan hoy en día con holgura a los oficialistas (47% a 33% por ciento), cuando hace unos meses los adherentes al oficialismo eran mayoría (aunque no una mayoría identificada partidariamente con el sello PRO, que es lo que midió Poliarquía). Hasta febrero, los oficialistas, es decir los adherentes al gobierno de Cambiemos, superaban a los opositores 41% a 37%, respectivamente. Según CEOP, el giro se dio tempranamente: ya en marzo pasado, los opositores empezaban a ser más que los oficialistas, lo que llegó a un tope en mayo, cuando se anunció el tarifazo. Hoy, los opositores (47%) superan a los oficialistas (33%) por 14 puntos porcentuales, una brecha estadísticamente significativa. En esta línea, también es crítica la evaluación de la situación actual del país: para el 72% es abiertamente negativa. "¿Por qué tanta diferencia con la aprobación de gestión? La respuesta es simple y sencilla: la realidad frente a la economía es más fuerte que el deseo y ante tal situación la esperanza, al menos, se pone en tela de juicio. Y esta explicación surge de los propios resultados de esta encuesta: la economía es negativa para el 66 por ciento del segmento de los independientes. Lo actuado por el gobierno sólo recibe la aprobación del Núcleo Duro Macrista –los que respaldan en forma casi incondicional al Presidente– y como puede verse con claridad, a esta altura del partido eso solo no alcanza”, apunta Bacman. Así, nuevamente, en la línea de nuestra premisa interpretativa, los efectos socioeconómicos terminan imponiéndose en la evaluación a mediano y largo plazo, bien por encima del pensamiento desiderativo (ver datos arriba; click para agrandar).
viernes, 26 de agosto de 2016
Traducción política de efectos socioeconómicos (1)
La encuesta de Poliarquía que comenzamos a citar en el post anterior confirma la premisa analítica (tomada de Carlos Fara) que planteamos oportunamente: más allá de los vaivenes de la coyuntura, a mediano y largo plazo son los efectos socioeconómicos los principales constructores de tendencias en la opinión pública. Así, ese estudio arroja que la combinación del aumento de tarifas, la persistencia de la inflación, la recesión económica y el temor a perder el trabajo impactan negativamente en la imagen de Mauricio Macri y la aprobación de su gobierno. El estudio de Poliarquía Consultores se realizó entre el 1° y el 9 de agosto pasados, sobre una muestra telefónica de 1.005 personas en sus hogares, todas ellas residentes de centros urbanos de más de 10 mil habitantes y mayores de 18 años. El error muestral es de +/- 3,15%, para un nivel de confianza del 95%.
Habíamos dicho en posts anteriores que los estudios de Poliarquía de junio y julio pasados que mostraban ligeras alzas en la evaluación del oficialismo probablemente sobreestimaban esos índices, considerando la media de los demás estudios conocidos en esas mismas fechas. Si bien con matices, esa discrepancia cede ahora y los resultados de esta consultora tienden a converger con los demás que venimos analizando: la aprobación del gobierno nacional retrocedió 4 puntos porcentuales (una variación estadísticamente no significativa), ubicándose en un 56%, el mismo valor de junio, que fue el registro más bajo de lo que va de 2016 para esta consultora. Mientras, la desaprobación alcanzó 43%, igual que en junio y el valor pico desde que se inició la gestión de Mauricio Macri asumió la presidencia, siempre según Poliarquía. Con la misma tendencia descendente, la imagen de la administración perdió 6 puntos (variación estadísticamente significativa, si bien acotada). En la misma línea, la imagen positiva de Macri cayó 4 puntos y, por primera vez para Poliarquía, quedó por debajo del 50% (guarismo que definimos como el umbral crítico de Morris). Se ubicó en 46%, mientras que la imagen negativa registró un 34% y la regular en 20% (ver datos arriba; click para agrandar).
En otro orden, la mirada sobre el futuro sigue siendo mayoritariamente positiva, como viene ocurriendo desde el inicio de la gestión de Macri. Ante la pregunta "¿Cómo cree que será la situación general del país dentro de un año?", el 55% opinó que será mejor, el 14%, igual y el 26% peor. El 5% restante optó por el "no sabe/no contesta". "Pese al deterioro del clima social y el retroceso de la aprobación de Macri, el apoyo al Gobierno se mantiene en niveles elevados. El 59% de los consultados considera que este gobierno sabe cómo resolver los problemas y un 55% cree que el país mejorará en el futuro próximo", evaluó Alejandro Catterberg, director de Poliarquía Consultores. Asimismo, ante la pregunta sobre qué pasará con los precios en los próximos tres meses, el 40% opinó que "van a aumentar, pero de manera moderada", el 33% consideró que "van a mantenerse o descender" y el 25%, que "subirán mucho". El 2% restante dijo no saber o prefirió no contestar. Sin embargo, los datos que dejan traslucir cierto optimismo a futuro se contraponen con los efectos socioeconómicos que se advierten en el presente: en lo relativo a la percepción de evolución de los precios y la inflación, cuando la pregunta se refiere al último mes, el 68% opina que los precios "aumentaron mucho", apenas 24% observó subas moderadas y sólo el 7% consideró que los precios se mantuvieron estables o bajaron.
En términos contextuales, como dijimos, el descenso de los indicadores de gestión traduce el impacto socioeconómico de medidas que afectan relativamente más a las grandes mayorías, lo que explica por qué también en el estudio de Poliarquía se perfila la imagen de un gobierno orientado hacia minorías. El efecto combinado de los aumentos de tarifas, elevada inflación y caída del poder adquisitivo, que afectan relativamente más a los sectores sociales más bajos, son reflejados también en otras variables en las que indagó esta encuesta. Así, el 43% evaluó que la situación económica es mala, guarismo que supera en 7 puntos porcentuales al registro de julio pasado (36%). También aumentó la proporción que consideró mala su situación económica personal: en julio había dado ese diagnóstico el 16%, en agosto trepa al 21% (una variación estadísticamente significativa, aunque acotada). Por otra parte, la encuesta también registró que un porcentaje sustancial de los consultados teme perder el trabajo o que eso le pase a algún familiar: un 29% dijo estar "muy preocupado" por la posibilidad de quedar desempleado, otro 20% se inclinó por la opción "preocupado". Es decir, casi la mitad de los encuestados (49%) mostró inquietud frente a su situación laboral en los próximos meses, actitud que plasma la incertidumbre en un aspecto central de la vida cotidiana.
Habíamos dicho en posts anteriores que los estudios de Poliarquía de junio y julio pasados que mostraban ligeras alzas en la evaluación del oficialismo probablemente sobreestimaban esos índices, considerando la media de los demás estudios conocidos en esas mismas fechas. Si bien con matices, esa discrepancia cede ahora y los resultados de esta consultora tienden a converger con los demás que venimos analizando: la aprobación del gobierno nacional retrocedió 4 puntos porcentuales (una variación estadísticamente no significativa), ubicándose en un 56%, el mismo valor de junio, que fue el registro más bajo de lo que va de 2016 para esta consultora. Mientras, la desaprobación alcanzó 43%, igual que en junio y el valor pico desde que se inició la gestión de Mauricio Macri asumió la presidencia, siempre según Poliarquía. Con la misma tendencia descendente, la imagen de la administración perdió 6 puntos (variación estadísticamente significativa, si bien acotada). En la misma línea, la imagen positiva de Macri cayó 4 puntos y, por primera vez para Poliarquía, quedó por debajo del 50% (guarismo que definimos como el umbral crítico de Morris). Se ubicó en 46%, mientras que la imagen negativa registró un 34% y la regular en 20% (ver datos arriba; click para agrandar).
En otro orden, la mirada sobre el futuro sigue siendo mayoritariamente positiva, como viene ocurriendo desde el inicio de la gestión de Macri. Ante la pregunta "¿Cómo cree que será la situación general del país dentro de un año?", el 55% opinó que será mejor, el 14%, igual y el 26% peor. El 5% restante optó por el "no sabe/no contesta". "Pese al deterioro del clima social y el retroceso de la aprobación de Macri, el apoyo al Gobierno se mantiene en niveles elevados. El 59% de los consultados considera que este gobierno sabe cómo resolver los problemas y un 55% cree que el país mejorará en el futuro próximo", evaluó Alejandro Catterberg, director de Poliarquía Consultores. Asimismo, ante la pregunta sobre qué pasará con los precios en los próximos tres meses, el 40% opinó que "van a aumentar, pero de manera moderada", el 33% consideró que "van a mantenerse o descender" y el 25%, que "subirán mucho". El 2% restante dijo no saber o prefirió no contestar. Sin embargo, los datos que dejan traslucir cierto optimismo a futuro se contraponen con los efectos socioeconómicos que se advierten en el presente: en lo relativo a la percepción de evolución de los precios y la inflación, cuando la pregunta se refiere al último mes, el 68% opina que los precios "aumentaron mucho", apenas 24% observó subas moderadas y sólo el 7% consideró que los precios se mantuvieron estables o bajaron.
En términos contextuales, como dijimos, el descenso de los indicadores de gestión traduce el impacto socioeconómico de medidas que afectan relativamente más a las grandes mayorías, lo que explica por qué también en el estudio de Poliarquía se perfila la imagen de un gobierno orientado hacia minorías. El efecto combinado de los aumentos de tarifas, elevada inflación y caída del poder adquisitivo, que afectan relativamente más a los sectores sociales más bajos, son reflejados también en otras variables en las que indagó esta encuesta. Así, el 43% evaluó que la situación económica es mala, guarismo que supera en 7 puntos porcentuales al registro de julio pasado (36%). También aumentó la proporción que consideró mala su situación económica personal: en julio había dado ese diagnóstico el 16%, en agosto trepa al 21% (una variación estadísticamente significativa, aunque acotada). Por otra parte, la encuesta también registró que un porcentaje sustancial de los consultados teme perder el trabajo o que eso le pase a algún familiar: un 29% dijo estar "muy preocupado" por la posibilidad de quedar desempleado, otro 20% se inclinó por la opción "preocupado". Es decir, casi la mitad de los encuestados (49%) mostró inquietud frente a su situación laboral en los próximos meses, actitud que plasma la incertidumbre en un aspecto central de la vida cotidiana.
miércoles, 24 de agosto de 2016
Claves y enclaves: convergencia de variables (3)
Otro dato destacado de la encuesta de Ibarómetro es que confirma la negativa percepción de la coyuntura económica, punto en el que cada vez convergen más mediciones. Apenas un 24,3% de los argentinos describe la situación económica argentina actual como positiva (4,4% muy buena y 19,9% como buena), un guarismo que está en el orden de magnitud de los votos que el presidente Mauricio Macri obtuvo como candidato en las PASO de hace un año. Vale decir, quienes hoy ven positivamente la coyuntura son cuantitativamente tantos como los que votaron a Macri en las primarias, mucho menos que quienes lo votaron en las generales de octubre (34%) y muy lejos del 51,34% que lo consagró presidente en el ballotage del 22-N (en rigor, la mitad).
Esto implica un riesgo no menor, porque quiere decir que la evaluación positiva de la coyuntura hoy aparece, en términos casuísticos, acotada a un orden de magnitud que coincide con el núcleo duro de votantes de Macri en las PASO. Tomando nota del dato de Ibarómetro de que cuando se indaga el clima de opinión más allá de la postura individual el 52% piensa que la mayoría está en contra del gobierno contra 41% que piensa que la mayoría lo apoya, esto puede generar un proceso de espiral del silencio en el cual el apoyo al gobierno, que hoy ronda el 48%, se recorte cada vez más hacia ese núcleo duro de adhesiones si no aparecen señales de mejora. En contrapartida, un 65,8% tiene una mirada negativa de la situación actual (38,1% la califica como mala y 27,7% como muy mala); un 9,9% no sabe o no contesta. Nuevamente, si la percepción de la coyuntura no mejora o, peor todavía, sigue deteriorándose, es esperable que escale la espiral negativa en el clima de opinión y que el 52% que hoy aparece en las percepciones siga creciendo y “silenciando” a los adherentes a Cambiemos.
La última medición de Ibarómetro también confirma el sesgo clasista a favor de la clase alta que sus estudios anteriores ya venían mostrando. Al preguntar, en opinión de los encuestados, a qué clase social favorece el macrismo, el 53,1% respondió que a la clase alta; 24,5%, a la media, y apenas 8,2% a la baja; un 14,2 no respondió o no supo qué contestar. Respecto a la medición previa, la buena noticia relativa es que ese sesgo cedió algo: en junio pasado, 59,4% había respondido por la alta (un descenso de 6,3 puntos, estadísticamente significativo, aunque acotado), un 21,2 a la media (una suba de 3,3, estadísticamente no significativa) y 10,1 a la baja (una caída de 1,9, estadísticamente no significativa). Así, comparado con el peor registro que había arrojado esta dimensión en junio pasado, el sesgo cedió un poco, pero muestra el segundo valor más alto desde que se mide y sigue por encima del 50%.
Finalmente, cuando se evalúa el contexto amplio, vemos que no sólo Ibarómetro sino todas las mediciones realizadas hasta el momento convergen en perfilar un gobierno que es visto como orientado hacia la clase alta. Antes lo habíamos visto en estudios del CEOP y de Carlos Fara; ahora, también en la última encuesta de Poliarquía realizada para La Nación se advierte un sesgo similar. El 63% de los argentinos respondió en ese estudio que el gobierno nacional actúa pensando más en el beneficio de algunos pocos sectores que pensando en el conjunto de la gente (34%). Más significativo todavía, cuando se indagó este aspecto entre los electores indefinidos (esto es, aquellos que se muestran equidistantes entre los macristas y los kirchneristas), este segmento se mostró más próximo a los kirchneristas: el 68% se identificó con la idea de que Macri gobierna pensando en el beneficio de algunos sectores y apenas 28% que lo hace pensando en el beneficio de la mayoría. Entre los kirchneristas,el 93% cree lo primero y apenas 5% lo segundo, mientras que entre los macristas la relación es de 24%-71% (ver datos arriba; click para agrandar).
Esto implica un riesgo no menor, porque quiere decir que la evaluación positiva de la coyuntura hoy aparece, en términos casuísticos, acotada a un orden de magnitud que coincide con el núcleo duro de votantes de Macri en las PASO. Tomando nota del dato de Ibarómetro de que cuando se indaga el clima de opinión más allá de la postura individual el 52% piensa que la mayoría está en contra del gobierno contra 41% que piensa que la mayoría lo apoya, esto puede generar un proceso de espiral del silencio en el cual el apoyo al gobierno, que hoy ronda el 48%, se recorte cada vez más hacia ese núcleo duro de adhesiones si no aparecen señales de mejora. En contrapartida, un 65,8% tiene una mirada negativa de la situación actual (38,1% la califica como mala y 27,7% como muy mala); un 9,9% no sabe o no contesta. Nuevamente, si la percepción de la coyuntura no mejora o, peor todavía, sigue deteriorándose, es esperable que escale la espiral negativa en el clima de opinión y que el 52% que hoy aparece en las percepciones siga creciendo y “silenciando” a los adherentes a Cambiemos.
La última medición de Ibarómetro también confirma el sesgo clasista a favor de la clase alta que sus estudios anteriores ya venían mostrando. Al preguntar, en opinión de los encuestados, a qué clase social favorece el macrismo, el 53,1% respondió que a la clase alta; 24,5%, a la media, y apenas 8,2% a la baja; un 14,2 no respondió o no supo qué contestar. Respecto a la medición previa, la buena noticia relativa es que ese sesgo cedió algo: en junio pasado, 59,4% había respondido por la alta (un descenso de 6,3 puntos, estadísticamente significativo, aunque acotado), un 21,2 a la media (una suba de 3,3, estadísticamente no significativa) y 10,1 a la baja (una caída de 1,9, estadísticamente no significativa). Así, comparado con el peor registro que había arrojado esta dimensión en junio pasado, el sesgo cedió un poco, pero muestra el segundo valor más alto desde que se mide y sigue por encima del 50%.
Finalmente, cuando se evalúa el contexto amplio, vemos que no sólo Ibarómetro sino todas las mediciones realizadas hasta el momento convergen en perfilar un gobierno que es visto como orientado hacia la clase alta. Antes lo habíamos visto en estudios del CEOP y de Carlos Fara; ahora, también en la última encuesta de Poliarquía realizada para La Nación se advierte un sesgo similar. El 63% de los argentinos respondió en ese estudio que el gobierno nacional actúa pensando más en el beneficio de algunos pocos sectores que pensando en el conjunto de la gente (34%). Más significativo todavía, cuando se indagó este aspecto entre los electores indefinidos (esto es, aquellos que se muestran equidistantes entre los macristas y los kirchneristas), este segmento se mostró más próximo a los kirchneristas: el 68% se identificó con la idea de que Macri gobierna pensando en el beneficio de algunos sectores y apenas 28% que lo hace pensando en el beneficio de la mayoría. Entre los kirchneristas,el 93% cree lo primero y apenas 5% lo segundo, mientras que entre los macristas la relación es de 24%-71% (ver datos arriba; click para agrandar).
lunes, 22 de agosto de 2016
Claves y enclaves: convergencia de variables (2)
Citábamos en el post anterior un estudio de Ibarómetro a nivel nacional. Se trata de una encuesta realizada del 5 al 8 de agosto de 2016 sobre una muestra probabilística de 1.200 casos mayores de 16 años residente en hogares particulares con telefónico fijo. Como vimos, uno de los hallazgos destacados del informe es el horizonte de agotamiento del argumento de la “pesada herencia” recibida, que constituye uno de los núcleos del relato de gobierno de Mauricio Macri. En esta medición, el 49% expresó que el país vive "un ajuste que podría haberse evitado" mientras que el 42% sigue sosteniendo que fruto de la "herencia del Gobierno anterior". En comparación con la anterior medición de esta encuestadora, realizada en junio pasado, la opción "ajuste" subió 4 puntos, en tanto que la "herencia" descendió 8 puntos, una caída estadísticamente significativa, toda vez que el error muestral del estudio es de +-2,8. En la misma línea, el informe apunta que el estilo de gobierno y la comunicación vienen perdiendo terreno como argumento invocado para respaldar la presidencia de Macri
El informe arroja otros datos de interés para el análisis. Quizá el más importante es el viraje en el clima de opinión (en el sentido que este término tiene a partir de Elisabeth Noelle-Neumann): si bien hay un empate en la opinión pública entre aprobadores y desaprobadores, la percepción sobre cuál es la opinión socialmente dominante (es decir, lo que el individuo cree que los demás creen, más allá de su propia opinión personal) “se ha inclinado hacia una visión crítica. Es decir, los argentinos piensan que la mayoría de la gente desaprueba al Gobierno Nacional”, destaca el documento. Así, un 47,6% por ciento tiene una imagen muy buena (14,9%) o buena (32,7%) del gobierno de Mauricio Macri, mientras que un 47,8% tiene una imagen mala (17,8%) o muy mala (30%). Estadísticamente, se trata de un empate técnico en términos de imagen (ver datos arriba; click para agrandar). Sin embargo, cuando se indaga el clima de opinión más allá de la postura individual, ese empate se quiebra en sentido desfavorable al oficialismo: el 52% piensa que la mayoría está en contra, contra un 41% que piensa que la mayoría lo apoya, una brecha de 11 puntos porcentuales que es estadísticamente significativa.
Las implicancias de este dato son claves, dado que pueden generar un proceso de espiral del silencio contraria a Cambiemos, por el cual se debiliten las posiciones de adhesión y se refuercen las posturas detractoras, justo cuando corre el segundo semestre que el mismo gobierno planteó en su momento como la bisagra en la cual empezarían a verse las mejoras y a un año de las primarias serán la antesala de la elección legislativa de medio término. En este marco, se entiende por qué hay consenso mayoritario (en rigor, casi unánime; sólo Aresco sugiere la posibilidad de un triple empate) de las encuestas en señalar que, si esas elecciones fueran, hoy el oficialismo perdería en el principal distrito electoral del país, provincia de Buenos Aires (concentra el 38% de todos los votos del país) ante el Frente Renovador o ante el FPV, según el escenario que se mida. Precisamente, la encuesta de Ibarómetro confirma que los más críticos del gobierno actual son los jóvenes y los residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), enclave que incluye al Gran Buenos Aires (GBA).
Asimismo, el análisis de la aprobación del gobierno nacional y de la evaluación positiva de la situación económica del país muestra un descenso en paralelo de ambas variables, el cual sugiere una estrecha relación entre ambas (ver datos abajo; click para agrandar). Esto es, la tendencia, como hemos visto en otros estudios, es hacia una convergencia: en la medida en que la percepción de la economía siga en descenso, no es esperable que la imagen del gobierno evolucione positivamente. Con todo, según el informe, “el gap entre aprobación y percepción de la economía revela que el respaldo del Gobierno Nacional se sostiene más sobre las expectativas que sobre el desempeño actual de la economía”. Así, si la hipótesis es que la de un efecto de arrastre de la gestión hacia abajo en la medida en que se profundice la percepción de crisis, el interrogante que planteó en su momento Alejandro Catterberg, director de Poliarquía, vuelve a cobrar pertinencia: "La sociedad evalúa de forma crítica y con gran preocupación la coyuntura actual, pero a su vez mantiene altas expectativas con respecto al futuro. Esta brecha es de las más amplias que tenemos registro y se mantiene desde el inicio del Gobierno. Es difícil pensar que se podrá sostener otro semestre: o la evaluación de la actualidad mejora o las expectativas caerán".
El informe arroja otros datos de interés para el análisis. Quizá el más importante es el viraje en el clima de opinión (en el sentido que este término tiene a partir de Elisabeth Noelle-Neumann): si bien hay un empate en la opinión pública entre aprobadores y desaprobadores, la percepción sobre cuál es la opinión socialmente dominante (es decir, lo que el individuo cree que los demás creen, más allá de su propia opinión personal) “se ha inclinado hacia una visión crítica. Es decir, los argentinos piensan que la mayoría de la gente desaprueba al Gobierno Nacional”, destaca el documento. Así, un 47,6% por ciento tiene una imagen muy buena (14,9%) o buena (32,7%) del gobierno de Mauricio Macri, mientras que un 47,8% tiene una imagen mala (17,8%) o muy mala (30%). Estadísticamente, se trata de un empate técnico en términos de imagen (ver datos arriba; click para agrandar). Sin embargo, cuando se indaga el clima de opinión más allá de la postura individual, ese empate se quiebra en sentido desfavorable al oficialismo: el 52% piensa que la mayoría está en contra, contra un 41% que piensa que la mayoría lo apoya, una brecha de 11 puntos porcentuales que es estadísticamente significativa.
Las implicancias de este dato son claves, dado que pueden generar un proceso de espiral del silencio contraria a Cambiemos, por el cual se debiliten las posiciones de adhesión y se refuercen las posturas detractoras, justo cuando corre el segundo semestre que el mismo gobierno planteó en su momento como la bisagra en la cual empezarían a verse las mejoras y a un año de las primarias serán la antesala de la elección legislativa de medio término. En este marco, se entiende por qué hay consenso mayoritario (en rigor, casi unánime; sólo Aresco sugiere la posibilidad de un triple empate) de las encuestas en señalar que, si esas elecciones fueran, hoy el oficialismo perdería en el principal distrito electoral del país, provincia de Buenos Aires (concentra el 38% de todos los votos del país) ante el Frente Renovador o ante el FPV, según el escenario que se mida. Precisamente, la encuesta de Ibarómetro confirma que los más críticos del gobierno actual son los jóvenes y los residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), enclave que incluye al Gran Buenos Aires (GBA).
Asimismo, el análisis de la aprobación del gobierno nacional y de la evaluación positiva de la situación económica del país muestra un descenso en paralelo de ambas variables, el cual sugiere una estrecha relación entre ambas (ver datos abajo; click para agrandar). Esto es, la tendencia, como hemos visto en otros estudios, es hacia una convergencia: en la medida en que la percepción de la economía siga en descenso, no es esperable que la imagen del gobierno evolucione positivamente. Con todo, según el informe, “el gap entre aprobación y percepción de la economía revela que el respaldo del Gobierno Nacional se sostiene más sobre las expectativas que sobre el desempeño actual de la economía”. Así, si la hipótesis es que la de un efecto de arrastre de la gestión hacia abajo en la medida en que se profundice la percepción de crisis, el interrogante que planteó en su momento Alejandro Catterberg, director de Poliarquía, vuelve a cobrar pertinencia: "La sociedad evalúa de forma crítica y con gran preocupación la coyuntura actual, pero a su vez mantiene altas expectativas con respecto al futuro. Esta brecha es de las más amplias que tenemos registro y se mantiene desde el inicio del Gobierno. Es difícil pensar que se podrá sostener otro semestre: o la evaluación de la actualidad mejora o las expectativas caerán".
viernes, 19 de agosto de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Sacar, retocar y jugar con fotos
Tecnología aplicada a la fotografía. Aplicaciones que se destacan en esta materia.
Por Norman Berra | tendencias@lavozdelinterior.com.ar
Ayer, 19 de agosto, fue el Día de la Fotografía. Lo reciente de la efemérides bien vale un repaso por aplicaciones desarrolladas para trabajar con fotos.
http://www.lavoz.com.ar/tecno/sacar-retocar-y-jugar-con-fotos?cx_level=home_lvi_widget
Claves y enclaves: convergencia de variables (1)
Veíamos en las entradas recientes que todas las encuestas realizadas en la estratégica provincia de Buenos Aires arrojaban como resultado un horizonte amenazante para el oficialismo, rezagado ante el Frente Renovador y/o el Frente para la Victoria en diversos escenarios medidos de cara a las elecciones primarias del 2017. En ese marco, el último estudio de la consultora González y Valladares confirma que la lista de favoritos para la antesala de esas legislativas de medio término es encabezada en ese distrito por el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, con el 23,4% de intención de voto, seguido por Margarita Stolbizer del GEN (14%), Elisa Carrió (Coalición Cívica/Cambiemos), con 13,9%), Florencio Randazzo del FPV (12,5%) y Jorge Macri (PRO/Cambiemos), con 7,9%, quien, al parecer, perdería además si enfrentara en internas a la líder de la Coalición Cívica. En este sentido, el estudio de GyV aparece alineado con las tendencias generales que venimos revisando.
Asimismo, esta encuesta también converge con los estudios más recientes en confirmar que campea un fuerte malestar sobre la situación económica del país: el 52% de los bonaerenses la califica como “mala”, mientras que un 28,7% opina que no es “ni buena ni mala” y apenas un 17% lo hace positivamente. Con respecto a las expectativas para dentro de un año, el 47% cree que la situación será “mejor”, el 37% “peor” y el 11% “igual”, con lo cual existe un margen de crédito abierto o esperanza futura, que sin embargo, como se advierte, hoy no tiene tracción electoral, puesto que el oficialismo perdería provincia de Buenos Aires con los números que arroja GyV (y la mayoría de los demás estudios oportunamente citados) si se votara ahora en el enclave territorial que concentra 38% de los electores a nivel nacional, incluso en un escenario de peronismo dividido. En la nota que citamos en el post anterior, Ámbito expuso este punto clave con claridad meridiana. “El macrismo apuesta a dividir al PJ lo que luce, a priori, como un parche: Alfonsín le ganó en el 85 a dos peronismos divididos que, juntos, habían sumado más votos. Dos años después, el PJ lo derrotó en la provincia. Sumados (matemática que no es rigurosa en política pero sirve como registro) el FR y el PJ/FPV vencen en todos los escenarios a Cambiemos y sumadas las ofertas individuales de Massa, Daniel Scioli y Florencio Randazzo, ocurre lo mismo”.
Con todo, lo más preocupante para el gobierno no es la foto actual de una elección para la que falta casi un año, tiempo en el que las tendencias electorales pueden modificarse: lo crítico resulta que esa foto es la traducción preelectoral de una coyuntura en la que se acelera la convergencia de las variables políticas con las socioeconómicas en un cóctel desfavorable al oficialismo. La encuesta de GyV muestra una correspondencia entre una intención de voto desfavorable a Cambiemos y una sensación de malestar mayoritaria (52%). Hasta el momento, la legitimación política del oficialismo se ha basado fuertemente en dos elementos principales: por un lado, las expectativas futuras, que todavía arrojan un crédito abierto, pero que se agota progresivamente conforme corre el tiempo y no aparecen señales de mejora. Por otro, la diferenciación respecto al gobierno anterior, dimensión en la cual el malhumor con la última gestión de Cristina Fernández le ha permitido a la presidencia de Mauricio Macri compensar o amortiguar el malestar que su propio programa de gobierno viene generando. El problema es que esta dinámica de legitimación tiene un horizonte temporal acotado y, centralmente, que la elección de medio término que se avecina no se puede ganar con malhumor proyectado hacia la oposición si la gestión del oficialismo no es capaz de crear bienestar. Traducido: a mediano plazo, sólo el bienestar puede contrarrestar el malestar.
En esta línea, la funcionalidad del argumento de la “pesada herencia” recibida comienza a mostrar señales de agotamiento. La percepción de la sociedad en relación al rumbo de la gestión de Macri comienza a cambiar y ya son más los que consideran que el país está padeciendo medidas de ajuste evitables. Según el más reciente sondeo nacional realizado por la consultora Ibarómetro, el mes de agosto marcó un quiebre en este aspecto: el 49% expresó que el país vive "un ajuste que podría haberse evitado" (un guarismo que está en el orden de magnitud del voto que cosechó el FPV en el ballotage del 22-N, que fue del 48,66%), en tanto que un 42% sigue sosteniendo que es fruto de la "herencia del Gobierno anterior" (esto es, bien por debajo del 51,34% logrado por Macri en aquella elección). En comparación con la anterior medición de esa consultora, realizada en junio pasado, la percepción de "ajuste" subió 4 puntos, en tanto que la de "herencia" decayó 8 puntos (una variación estadísticamente significativa). En tanto, quienes dijeron no saber si fue una u otra alternativa ascendieron de 5 a 9 puntos (ver datos arriba; click para agrandar).
Asimismo, esta encuesta también converge con los estudios más recientes en confirmar que campea un fuerte malestar sobre la situación económica del país: el 52% de los bonaerenses la califica como “mala”, mientras que un 28,7% opina que no es “ni buena ni mala” y apenas un 17% lo hace positivamente. Con respecto a las expectativas para dentro de un año, el 47% cree que la situación será “mejor”, el 37% “peor” y el 11% “igual”, con lo cual existe un margen de crédito abierto o esperanza futura, que sin embargo, como se advierte, hoy no tiene tracción electoral, puesto que el oficialismo perdería provincia de Buenos Aires con los números que arroja GyV (y la mayoría de los demás estudios oportunamente citados) si se votara ahora en el enclave territorial que concentra 38% de los electores a nivel nacional, incluso en un escenario de peronismo dividido. En la nota que citamos en el post anterior, Ámbito expuso este punto clave con claridad meridiana. “El macrismo apuesta a dividir al PJ lo que luce, a priori, como un parche: Alfonsín le ganó en el 85 a dos peronismos divididos que, juntos, habían sumado más votos. Dos años después, el PJ lo derrotó en la provincia. Sumados (matemática que no es rigurosa en política pero sirve como registro) el FR y el PJ/FPV vencen en todos los escenarios a Cambiemos y sumadas las ofertas individuales de Massa, Daniel Scioli y Florencio Randazzo, ocurre lo mismo”.
Con todo, lo más preocupante para el gobierno no es la foto actual de una elección para la que falta casi un año, tiempo en el que las tendencias electorales pueden modificarse: lo crítico resulta que esa foto es la traducción preelectoral de una coyuntura en la que se acelera la convergencia de las variables políticas con las socioeconómicas en un cóctel desfavorable al oficialismo. La encuesta de GyV muestra una correspondencia entre una intención de voto desfavorable a Cambiemos y una sensación de malestar mayoritaria (52%). Hasta el momento, la legitimación política del oficialismo se ha basado fuertemente en dos elementos principales: por un lado, las expectativas futuras, que todavía arrojan un crédito abierto, pero que se agota progresivamente conforme corre el tiempo y no aparecen señales de mejora. Por otro, la diferenciación respecto al gobierno anterior, dimensión en la cual el malhumor con la última gestión de Cristina Fernández le ha permitido a la presidencia de Mauricio Macri compensar o amortiguar el malestar que su propio programa de gobierno viene generando. El problema es que esta dinámica de legitimación tiene un horizonte temporal acotado y, centralmente, que la elección de medio término que se avecina no se puede ganar con malhumor proyectado hacia la oposición si la gestión del oficialismo no es capaz de crear bienestar. Traducido: a mediano plazo, sólo el bienestar puede contrarrestar el malestar.
En esta línea, la funcionalidad del argumento de la “pesada herencia” recibida comienza a mostrar señales de agotamiento. La percepción de la sociedad en relación al rumbo de la gestión de Macri comienza a cambiar y ya son más los que consideran que el país está padeciendo medidas de ajuste evitables. Según el más reciente sondeo nacional realizado por la consultora Ibarómetro, el mes de agosto marcó un quiebre en este aspecto: el 49% expresó que el país vive "un ajuste que podría haberse evitado" (un guarismo que está en el orden de magnitud del voto que cosechó el FPV en el ballotage del 22-N, que fue del 48,66%), en tanto que un 42% sigue sosteniendo que es fruto de la "herencia del Gobierno anterior" (esto es, bien por debajo del 51,34% logrado por Macri en aquella elección). En comparación con la anterior medición de esa consultora, realizada en junio pasado, la percepción de "ajuste" subió 4 puntos, en tanto que la de "herencia" decayó 8 puntos (una variación estadísticamente significativa). En tanto, quienes dijeron no saber si fue una u otra alternativa ascendieron de 5 a 9 puntos (ver datos arriba; click para agrandar).
martes, 16 de agosto de 2016
Punto de inflexión a un año de las PASO (3)
El desfavorable rendimiento electoral actual de Cambiemos en provincia de Buenos Aires es crítico para el gobierno nacional por dos razones principales. En primer lugar, en el distrito que aglutina el 38% de los votantes a nivel nacional, hoy la intención de voto del espacio (aun considerando que para la elección falta un año) está muy lejos del guarismo que obtuvo el frente en el ballotage del 2015: no llega al 20%, cuando el 22-N, con Mauricio Macri en la boleta presidencial alcanzó el 48,85% (contra 51,15% del Frente para la Victoria representado por Daniel Scioli). En segundo término, si bien es cierto que se trata de una elección distinta (legislativa), en la cual el resultado del 22-N es prácticamente irrepetible tanto para Cambiemos como para el FPV, cualquier rendimiento electoral que deje a la lista del gobierno 10 puntos o más por debajo del Frente Renovador (FR) de Sergio Massa o del FPV (ya sea que estuviera representado por Cristina Fernández, Daniel Scioli o Florencio Randazzo) supondría un revés difícil de remontar políticamente.
Las encuestas que venimos revisando en este blog conjunto con otras mediciones, escenarios y proyecciones que se presentaron en informes reservados (el diario Ámbito menciona en la lista a Analía del Franco, Ricardo Rouvier, Raúl Aragón, Grupo de Opinión Pública –GOP- , Ibarómetro, Isonomía y Aresco), coinciden en un panorama que ese medio resumió de esta manera: “por espacio o por candidatos, Cambiemos no festeja en ninguna medición. Aragón pone tercero a Cambiemos detrás del Frente Renovador y del PJ y GOP lo deja segundo detrás del peronismo, mientras el FR va tercero. Del Franco deja segundo a Cambiemos, arriba del PJ y el FR, pero 10 puntos abajo del FPV. Aresco perfila, a un año de la elección, un "triple empate" entre Cambiemos, el FR y el PJ/FPV; Ibarómetro pone fija un nivel de adhesión en función de la imagen de Macri -cayó a 38% en el conurbano- pero detecta que voto filo PRO migra a Massa y Stolbizer. En los testeos por figuras, Massa es el más taquillero (…) Del Franco pone quinta a Carrió y casi al fondo a Jorge Macri. El GOP mide fórmulas y la de Cambiemos (Carrió-Jogre Macri) queda tercera detrás de Masa-Stolbizer y Scioli-Julián Domínguez. Aragón ofrece el mejor escenario: Carrió cuarta. Aresco percibe desdibujado a Jorge Macri y a Carrió con techo, pero pone el foco en que Macri y Vidal pueden "posicionar" a cualquier candidato, algo así como el "expediente Insaurralde" a quien el anterior gobierno instaló en 30 aunque perdió. Isonomía explora la misma idea: en este tramo, los candidatos son relativos porque dependerá de si se quiere votar o no al Gobierno. Ibarómetro escarba en otro concepto: la elección bonaerense será plebiscitaria de la gestión de Macri, no de Vidal”.
No obstante, el oficialismo podría tener un leve consuelo considerando que provincia de Buenos Aires le resultó esquiva aún en el irrepetible 22-N (perdió por 2,3 puntos frente al FPV ese distrito; sintomáticamente, sacó casi la misma diferencia a favor en el total nacional). Podría incluso apostar a compensar en parte un revés digno (no de 10 puntos o más, como marcan las encuestas hasta ahora, sino magro, en el orden de los 2 puntos del ballotage, o hasta 5 como tope) haciendo una descollante elección en otros distritos de menor peso relativo que PBA pero gravitantes en la suma general. Veamos el caso de provincia de Mendoza, provincia en la cual Macri obtuvo 57,73% de los votos en el ballotage de 2015, contra 42,47% de Scioli. Allí, la consultora Señales realizó un sondeo sobre la opinión de los mendocinos a siete meses de la asunción de Mauricio Macri, sobre una muestra de 724 casos proporcionalmente repartidos entre el Gran Mendoza y el interior de la provincia, segmentos etarios, de género y nivel educativo. Respecto a cómo piensan votar en las primarias legislativas del año que viene, un 39,7% afirmó que votaría por algún candidato de Cambiemos, mientras que un 23,7% lo haría por un candidato del PJ o FPV; un 13,3% dijo que aún no sabe por qué fuerza optar y un 5% elegiría votar en blanco; un 7,6% dijo que votaría por un candidato del Frente Renovador y un 0,4% por el Frente Progresista, mientras que un 10,7% dijo que optaría por un candidato del Frente de Izquierda. En síntesis, en Mendoza Cambiemos hoy tendría una performance inferior al guarismo obtenido en el ballotage, pero podría redondear una victoria similar en cuanto a brecha con el FPV (en 2015 le sacó 15 puntos porcentuales y ahora estaría sacando 16 puntos, una diferencia estadísticamente no significativa). En principio, el distrito le sería favorable.
Si tomamos la provincia de Córdoba, donde Macri obtuvo el 71,52% de los votos en el ballotage del 22-N (contra 28,48% de Daniel Scioli), un promedio entre datos propios (Delfos) y la última encuesta del consultor Gustavo Córdoba arroja que en la medición de frentes Cambiemos obtendría hoy alrededor de 31% de los votos, contra 22% del oficialismo gobernante en ese distrito (Unión por Córdoba, un sello peronista no K); el FPV rondaría el 10% y la izquierda estaría en torno a los 8 puntos. En ese caso, el resultado, si bien no descollante, sería favorable a Cambiemos. Sin embargo, al considerar potenciales precandidatos, el panorama se modifica sensiblemente: el ex gobernador de esa provincia, José M. De la Sota, de UPC, prácticamente duplica a las figuras que podría presentar Cambiemos (30% a 15%), con lo cual el gobierno nacional enfrenta el riesgo de un serio revés en el distrito que en la elección del 2015 le dio la diferencia que hizo presidente a Macri, no contra el FPV sino contra el oficialismo local.
Las encuestas que venimos revisando en este blog conjunto con otras mediciones, escenarios y proyecciones que se presentaron en informes reservados (el diario Ámbito menciona en la lista a Analía del Franco, Ricardo Rouvier, Raúl Aragón, Grupo de Opinión Pública –GOP- , Ibarómetro, Isonomía y Aresco), coinciden en un panorama que ese medio resumió de esta manera: “por espacio o por candidatos, Cambiemos no festeja en ninguna medición. Aragón pone tercero a Cambiemos detrás del Frente Renovador y del PJ y GOP lo deja segundo detrás del peronismo, mientras el FR va tercero. Del Franco deja segundo a Cambiemos, arriba del PJ y el FR, pero 10 puntos abajo del FPV. Aresco perfila, a un año de la elección, un "triple empate" entre Cambiemos, el FR y el PJ/FPV; Ibarómetro pone fija un nivel de adhesión en función de la imagen de Macri -cayó a 38% en el conurbano- pero detecta que voto filo PRO migra a Massa y Stolbizer. En los testeos por figuras, Massa es el más taquillero (…) Del Franco pone quinta a Carrió y casi al fondo a Jorge Macri. El GOP mide fórmulas y la de Cambiemos (Carrió-Jogre Macri) queda tercera detrás de Masa-Stolbizer y Scioli-Julián Domínguez. Aragón ofrece el mejor escenario: Carrió cuarta. Aresco percibe desdibujado a Jorge Macri y a Carrió con techo, pero pone el foco en que Macri y Vidal pueden "posicionar" a cualquier candidato, algo así como el "expediente Insaurralde" a quien el anterior gobierno instaló en 30 aunque perdió. Isonomía explora la misma idea: en este tramo, los candidatos son relativos porque dependerá de si se quiere votar o no al Gobierno. Ibarómetro escarba en otro concepto: la elección bonaerense será plebiscitaria de la gestión de Macri, no de Vidal”.
No obstante, el oficialismo podría tener un leve consuelo considerando que provincia de Buenos Aires le resultó esquiva aún en el irrepetible 22-N (perdió por 2,3 puntos frente al FPV ese distrito; sintomáticamente, sacó casi la misma diferencia a favor en el total nacional). Podría incluso apostar a compensar en parte un revés digno (no de 10 puntos o más, como marcan las encuestas hasta ahora, sino magro, en el orden de los 2 puntos del ballotage, o hasta 5 como tope) haciendo una descollante elección en otros distritos de menor peso relativo que PBA pero gravitantes en la suma general. Veamos el caso de provincia de Mendoza, provincia en la cual Macri obtuvo 57,73% de los votos en el ballotage de 2015, contra 42,47% de Scioli. Allí, la consultora Señales realizó un sondeo sobre la opinión de los mendocinos a siete meses de la asunción de Mauricio Macri, sobre una muestra de 724 casos proporcionalmente repartidos entre el Gran Mendoza y el interior de la provincia, segmentos etarios, de género y nivel educativo. Respecto a cómo piensan votar en las primarias legislativas del año que viene, un 39,7% afirmó que votaría por algún candidato de Cambiemos, mientras que un 23,7% lo haría por un candidato del PJ o FPV; un 13,3% dijo que aún no sabe por qué fuerza optar y un 5% elegiría votar en blanco; un 7,6% dijo que votaría por un candidato del Frente Renovador y un 0,4% por el Frente Progresista, mientras que un 10,7% dijo que optaría por un candidato del Frente de Izquierda. En síntesis, en Mendoza Cambiemos hoy tendría una performance inferior al guarismo obtenido en el ballotage, pero podría redondear una victoria similar en cuanto a brecha con el FPV (en 2015 le sacó 15 puntos porcentuales y ahora estaría sacando 16 puntos, una diferencia estadísticamente no significativa). En principio, el distrito le sería favorable.
Si tomamos la provincia de Córdoba, donde Macri obtuvo el 71,52% de los votos en el ballotage del 22-N (contra 28,48% de Daniel Scioli), un promedio entre datos propios (Delfos) y la última encuesta del consultor Gustavo Córdoba arroja que en la medición de frentes Cambiemos obtendría hoy alrededor de 31% de los votos, contra 22% del oficialismo gobernante en ese distrito (Unión por Córdoba, un sello peronista no K); el FPV rondaría el 10% y la izquierda estaría en torno a los 8 puntos. En ese caso, el resultado, si bien no descollante, sería favorable a Cambiemos. Sin embargo, al considerar potenciales precandidatos, el panorama se modifica sensiblemente: el ex gobernador de esa provincia, José M. De la Sota, de UPC, prácticamente duplica a las figuras que podría presentar Cambiemos (30% a 15%), con lo cual el gobierno nacional enfrenta el riesgo de un serio revés en el distrito que en la elección del 2015 le dio la diferencia que hizo presidente a Macri, no contra el FPV sino contra el oficialismo local.
sábado, 13 de agosto de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Galería de regalos para los más chiquitos
Opciones. El Día del Niño se festeja el próximo domingo 21. Con una semana para elegir, repasamos sugerencias en tecnología y también los obsequios más clásicos.
Norman Berra (Especial).
http://www.lavoz.com.ar/galerias/galeria-de-regalos-para-los-mas-chiquitos?cx_level=flujo_3
viernes, 12 de agosto de 2016
Punto de inflexión a un año de las PASO (2)
A mayor abundamiento y en la misma línea que vimos en los estudios de Ricardo Rouvier, consultora Dicen y Hugo Haime, también Raúl Aragón y Asociados en su encuesta realizada en provincia de Buenos Aires muestra un panorama en el cual el oficialismo perdería las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO 2017) en ese distrito. La encuesta fue realizada entre el 10 y 19 de julio de 2016 tomando 2.003 casos efectivos a mayores años en condiciones de votar en esa provincia. Técnicamente, se trata de una muestra aleatoria simple con reposición, ponderada luego por cuotas de género, nivel socioeconómico (NSE) y rangos etarios, con proporcionalidad según peso poblacional. El margen de error muestral es de +/- 2.2%, y el informe correspondiente destaca los siguientes datos.
Se confirma la posición hegemónica que Sergio Massa ya obtuvo en las anteriores elecciones legislativas de medio término anteriores (2013) en esa provincia. El líder del Frente Renovador registra la mayor intención de voto, llegando a 29,6% (ver datos arriba; click para agrandar). Sin embargo, sorprende el registro que obtiene Florencio Randazzo (ex ministro del último gobierno de Cristina Fernández), que se ubica segundo con 16,4% de todas las menciones, seguido por Margarita Stolbizer (líder del GEN) con 15,7%. Este último dato sugiere que una formula Massa/Stolbizer resultaría imbatible, según Aragón, teniendo en cuenta la relativa proximidad política actual entre ambos dirigentes (sin embargo, hemos de apuntar que en intención de voto se deben tomar con pinzas las sumas lineales). En tanto, en la interna de Cambiemos, una confrontación entre Elisa Carrió (Coalición Cívica) versus Jorge Macri (PRO y a la sazón primo del presidente Mauricio Macri) daría como ganadora a la diputada nacional; Carrió también se impone a Macri en la compulsa abierta entre candidatos (todos contra todos). No obstante, esto podría modificarse si se considera que aunque Jorge Macri registra menos de la mitad de los votos que los que registra Carrió, aquel tiene aun mucho espacio de crecimiento, ya que en la calificación de imagen aun acumula más del 40% de desconocimiento, mientras que a Carrió la conoce y la califica el 92,5% de todos los bonaerenses (con lo cual tiene un techo más marcado).
En cuanto a las figuras del FPV, en este estudio Scioli aparece rezagado, con apenas 5,6%, un panorama bien distinto al que veíamos en los estudios de Rouvier, Dicen y Haime, que lo mostraban con guarismos en torno a los 20 y 30 puntos de intención de voto (peleando el primer o el segundo lugar). Sin embargo, aun con este matiz no menor, el informe de Aragón coincide con los estudios anteriores en marcar que, aun en el escenario que a priori se considera más conveniente para el oficialismo (esto es, el de una división entre el peronismo y el Frente para la Victoria), Cambiemos arranca desde atrás la carrera electoral hacia las cruciales elecciones del 2017 en el principal distrito electoral a nivel nacional (provincia de Buenos Aires concentra, como ya hemos destacado antes, 38% de los votos totales). En el informe de Aragón, con Carrió como precandidata, Cambiemos queda en cuarto término, puesto que la diferencia que le saca Stolbizer (4,5 puntos porcentuales), si bien no contundente, es estadísticamente significativa respecto al error muestral de +- 2,2%.
En otro orden, según el estudio de Aragón, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, registra el mayor nivel de imagen positiva de todos los dirigentes medidos, con 63,2% de calificación positiva y un ratio positivo/negativo de 2.37 (ver datos debajo; click para agrandar). Su mejor desempeño se encuentra entre los consultados de clase media, donde la calificación positiva llega al 72,5%. La calificación de la gestión de gobierno de Vidal replica los valores de su calificación de imagen, llegando a 60,6% con un ratio positivo/negativo también similar. Cuando se pasa a la imagen de los eventuales precandidatos hacia 2017, Massa es el de mayor imagen positiva: supera el 60% y registra un ratio positivo/negativo de 2,40. En términos de NSE, Massa califica positivamente con valores similares en los tres segmentos, transversalidad que podría explicar su fortaleza electoral. Finalmente, casi la mitad de los bonaerenses (44,9%) considera que el principal problema de la Provincia es la inseguridad, mientras que un 17,4% considera que es la economía/la inflación.
Se confirma la posición hegemónica que Sergio Massa ya obtuvo en las anteriores elecciones legislativas de medio término anteriores (2013) en esa provincia. El líder del Frente Renovador registra la mayor intención de voto, llegando a 29,6% (ver datos arriba; click para agrandar). Sin embargo, sorprende el registro que obtiene Florencio Randazzo (ex ministro del último gobierno de Cristina Fernández), que se ubica segundo con 16,4% de todas las menciones, seguido por Margarita Stolbizer (líder del GEN) con 15,7%. Este último dato sugiere que una formula Massa/Stolbizer resultaría imbatible, según Aragón, teniendo en cuenta la relativa proximidad política actual entre ambos dirigentes (sin embargo, hemos de apuntar que en intención de voto se deben tomar con pinzas las sumas lineales). En tanto, en la interna de Cambiemos, una confrontación entre Elisa Carrió (Coalición Cívica) versus Jorge Macri (PRO y a la sazón primo del presidente Mauricio Macri) daría como ganadora a la diputada nacional; Carrió también se impone a Macri en la compulsa abierta entre candidatos (todos contra todos). No obstante, esto podría modificarse si se considera que aunque Jorge Macri registra menos de la mitad de los votos que los que registra Carrió, aquel tiene aun mucho espacio de crecimiento, ya que en la calificación de imagen aun acumula más del 40% de desconocimiento, mientras que a Carrió la conoce y la califica el 92,5% de todos los bonaerenses (con lo cual tiene un techo más marcado).
En cuanto a las figuras del FPV, en este estudio Scioli aparece rezagado, con apenas 5,6%, un panorama bien distinto al que veíamos en los estudios de Rouvier, Dicen y Haime, que lo mostraban con guarismos en torno a los 20 y 30 puntos de intención de voto (peleando el primer o el segundo lugar). Sin embargo, aun con este matiz no menor, el informe de Aragón coincide con los estudios anteriores en marcar que, aun en el escenario que a priori se considera más conveniente para el oficialismo (esto es, el de una división entre el peronismo y el Frente para la Victoria), Cambiemos arranca desde atrás la carrera electoral hacia las cruciales elecciones del 2017 en el principal distrito electoral a nivel nacional (provincia de Buenos Aires concentra, como ya hemos destacado antes, 38% de los votos totales). En el informe de Aragón, con Carrió como precandidata, Cambiemos queda en cuarto término, puesto que la diferencia que le saca Stolbizer (4,5 puntos porcentuales), si bien no contundente, es estadísticamente significativa respecto al error muestral de +- 2,2%.
En otro orden, según el estudio de Aragón, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, registra el mayor nivel de imagen positiva de todos los dirigentes medidos, con 63,2% de calificación positiva y un ratio positivo/negativo de 2.37 (ver datos debajo; click para agrandar). Su mejor desempeño se encuentra entre los consultados de clase media, donde la calificación positiva llega al 72,5%. La calificación de la gestión de gobierno de Vidal replica los valores de su calificación de imagen, llegando a 60,6% con un ratio positivo/negativo también similar. Cuando se pasa a la imagen de los eventuales precandidatos hacia 2017, Massa es el de mayor imagen positiva: supera el 60% y registra un ratio positivo/negativo de 2,40. En términos de NSE, Massa califica positivamente con valores similares en los tres segmentos, transversalidad que podría explicar su fortaleza electoral. Finalmente, casi la mitad de los bonaerenses (44,9%) considera que el principal problema de la Provincia es la inseguridad, mientras que un 17,4% considera que es la economía/la inflación.
jueves, 11 de agosto de 2016
Punto de inflexión a un año de las PASO (1)
Las PASO de 2017 están previstas para la segunda semana de agosto, por lo que en este momento estamos a 8 meses del inicio de la gestión de Macri y a un año de esa “previa” de las elecciones legislativas de medio término, el primer desafío electoral de envergadura para el gobierno de Cambiemos. En ese marco, que las encuestas realizadas en provincia de Buenos Aires, el distrito que concentra el 38% de los votantes a nivel nacional, coincidan en mostrar que si esas elecciones fueran hoy el oficialismo sufriría una derrota, suponen un alerta amarillo aún pese a la distancia temporal que media hasta los comicios efectivos. En las encuestas recientemente citadas de las consultoras Rouvier y Asociados y Dicen, el Frente Renovador (con Sergio Massa como precandidato) y el FPV (con Cristina Fernández y Daniel Scioli, en dos escenarios) se alternan en la pelea por el primer lugar, mientras que Cambiemos (en ambos casos, representado por Elisa Carrió como precandidata) no llega al 20% de la intención de voto, ubicándose en tercer o cuarto término en la carrera al 2017.
Como resaltamos, el dato es tanto más preocupante para el gobierno en la medida en que es convergente en diversas mediciones: una encuesta del consultor Hugo Haime realizada entre el 15 y el 21/06, sobre un universo de 400 casos en el conurbano bonaerense, con un margen de error de /- 5 puntos muestra a Massa del Frente Renovador con 26,6% de intención de voto, seguido muy de cerca por el exgobernador Daniel Scioli (26,4%) y algo más lejos, por el exministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo (13,2%). Ambos fueron medidos bajo la sigla del Frente para la Victoria, al igual que Fernando Espinoza (1,7%). Recién en el cuarto puesto aparece Cambiemos, con la hipotética candidatura de Elisa Carrió, que acapara el 12% de la intención de voto. Otros tres precandidatos alternativos del oficialismo miden aún menos: Jorge Macri alcanza 1,2%, lo mismo que Facundo Manes, y Esteban Bullrich llega al 0,6% . A su turno, Margarita Stolbizer aparece después con un 10,6%, mientras que la izquierda suma 1,3%. Un 2,5% votaría blanco o nulo, y 2,8% ns/nc (ver datos arriba; click para agrandar).
En ese marco, el estudio de Haime coincide con los dos anteriores en mostrar a figuras del FR y el FPV disputando la primacía y al oficialismo sensiblemente relegado, más cerca de la líder del GEN que de la pelea mayor. Ese magro desempeño electoral del oficialismo coincide con un fuerte deterioro de la imagen del presidente Mauricio Macri en el conglomerado medido. Según Haime, la imagen positiva del presidente llega al 43%, pero la negativa se acerca al 57%, dejando un diferencial negativo de casi 13 puntos (estadísticamente significativo). En tanto, la desaprobación de la gestión presidencial supera a la aprobación en secciones electorales clave de la provincia de Buenos Aires, como la 1ra y la 3ra, afectados por los tarifazos en la luz, el gas y el transporte público, issues que parecen confirmarse como el punto de inflexión, en convergencia con otras mediciones. Por el contrario, tanto Massa como Scioli y Randazzo gozan de una alta consideración en la opinión pública, que les permite mostrar diferenciales positivos.
Con todo, el oficialismo todavía tiene como activo el crédito abierto con el que cuenta la gobernadora de ese distrito, María Eugenia Vidal, otra de las referentes del PRO/Cambiemos. Siempre de acuerdo a la encuesta de Haime, ella es la figura política con mejor valoración en el distrito: con una imagen positiva de 56,7%, es la mejor posicionada, mientras que su imagen negativa es de 37,9%, lo que arroja un diferencial favorable de casi 19 puntos (estadísticamente significativo). A diferencia de Macri, Vidal muestra un saldo positivo en la valoración de su gestión, ya que la aprobación alcanza el 55%, mientras que la desaprobación es algo más del 37%. Esos números tienden a converger con la imagen de la gobernadora, y se dan a la inversa a la apreciación sobre la gestión presidencial. Si las elecciones fueran hoy, en la medida en que la imagen de Macri no mejorara y tratándose de comicios en todo el país pero que se despliegan distritalmente, Cambiemos debería apuntar a provincializar la elección (en lugar de nacionalizarla o plantearla en sentido plebiscitario, arriesgándose así a un “voto castigo”), siempre que la figura de Vidal pudiera preservarse relativamente del desgaste nacional.
lunes, 8 de agosto de 2016
Bisagra en la opinión pública (3)
La encuesta de Ricardo Rouvier y Asociados que citamos en el post anterior no es la única que muestra un panorama adverso para Cambiemos en la estratégica provincia de Buenos Aires (PBA). En el mismo sentido, un trabajo de la consultora Dicen arroja que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (FPV) encabeza las mediciones para senador nacional por la PBA: la ex mandataria obtendría el primer lugar, con el 32% de los votos, en uno de los escenarios medidos por la consultora que dirige Hilario Moreno del Campo. En segundo lugar aparece Sergio Massa (Frente Renovador), con 25%, mientras que Elisa Carrió (Cambiemos) queda tercera, con 15%. Algo detrás, Margarita Stolbizer (GEN) suma 8% de intención de voto, Florencio Randazzo llega al 7%, Néstor Pitrola (izquierda) al 2% y un 9% no sabe/no contesta. Es decir, aun en un escenario de peronismo dividido, con Florencio Randazzo como contrincante de CFK, la ex presidenta se ubicaría primera (ver datos arriba; click para agrandar) y Cambiemos, que a priori debería verse beneficiado por la división del espacio PJ/FPV, queda relegado en intención de voto (con Carrió como precandidata).
La encuesta de Dicen también mide un escenario alternativo, con Daniel Scioli, el ex candidato presidencial del FPV, como figura de unidad dentro del espacio PJ-FPV (es decir, sin Randazzo compitiendo por fuera). En ese caso, el ex gobernador bonaerense sumaría el 33%, Massa llegaría al 26%, Carrió al 17%, Stolbizer al 11% y Pitrola al 4%. Las diferencias estadísticas entre Scioli y Cristina y entre lo que miden en uno y otro escenario Massa, Carrió y Stolbizer no son estadísticamente significativas, puesto que oscilan entre 1 y 3 puntos porcentuales apenas, pese a que en esta hipótesis, a diferencia de la anterior, no juega Randazzo (dado que se explora un escenario de unidad). Como puede apreciarse, en ambos casos la performance de Cambiemos (con Carrió como candidata) es magra, oscilando entre 15% y 17%, algo por encima del guarismo que vimos en la encuesta de Rouvier (12,8%), pero muy lejos del aval que requiere el presidente Mauricio Macri para enfrentar su elección de medio término en el distrito que concentra el 38% de los electores a nivel nacional.
Según Del Campo, titular de Dicen, “actualmente hay un sector de la población que políticamente no está siendo tomada en cuenta (... ) casi la mitad de la población que es opositora al gobierno de Macri y allí Cristina es la representante opositora más defendida (…) lo que explica en este momento este lugar de Cristina es una cantidad importante y creciente de oposición social de gente que está en desacuerdo con el gobierno". En ese sentido, el consultor apuntó que la desaprobación al gobierno de Macri, que a fines de diciembre de 2015 estaba en 38%, subió al 52% en julio. Cruzando esos datos con la imagen negativa de Macri, da un total de 47% de opositores que desaprueban la gestión de Macri y tienen mala imagen de él. En este sentido, Del Campo agregó: "El 90% del voto de Cristina es de ese sector y es ahí donde Cristina es la referente más importante". En cuanto a la imagen positiva, según Dicen se ubica aparece primero Massa, con 57%; CFK tiene 10 puntos menos, y detrás aparecen Scioli con 46%, Mauricio Macri con 45% y Randazzo con 42%. No se midió en esa variable a Vidal ni a Carrió.
Así, en conjunto, las mediciones más recientes van convergiendo en una línea interpretativa: ya corriendo el segundo semestre, los aumentos de tarifas (si bien irresueltos) y la alta inflación operan como una bisagra en la opinión pública y han generado un sensible deterioro de la imagen de Mauricio Macri en el Gran Buenos Aires, principal conglomerado poblacional y electoral de la PBA. En esto coinciden incluso las encuestas aún relativamente favorables al oficialismo, como la de Poliarquía que publicó La Nación a fines de julio. Asimismo, ese desgaste comienza a permear hacia el gobierno provincial que también encabeza una de las figuras del PRO, la gobernadora María Eugenia Vidal: en el caso de su gestión, la desaprobación creció de 25% a 43% en los primeros seis meses. En síntesis, los tarifazos y medidas de ajuste aplicados por el gobierno de Cambiemos “terminaron corroborando la identificación de Macri como un presidente elitista e insensible (... ) haber alentado una expectativa de mejora para el segundo semestre, cuya concreción se presenta ahora dudosa, puede conllevar un efecto negativo", evaluaron los analista de la consultora González y Valladares en su más reciente informe.
La encuesta de Dicen también mide un escenario alternativo, con Daniel Scioli, el ex candidato presidencial del FPV, como figura de unidad dentro del espacio PJ-FPV (es decir, sin Randazzo compitiendo por fuera). En ese caso, el ex gobernador bonaerense sumaría el 33%, Massa llegaría al 26%, Carrió al 17%, Stolbizer al 11% y Pitrola al 4%. Las diferencias estadísticas entre Scioli y Cristina y entre lo que miden en uno y otro escenario Massa, Carrió y Stolbizer no son estadísticamente significativas, puesto que oscilan entre 1 y 3 puntos porcentuales apenas, pese a que en esta hipótesis, a diferencia de la anterior, no juega Randazzo (dado que se explora un escenario de unidad). Como puede apreciarse, en ambos casos la performance de Cambiemos (con Carrió como candidata) es magra, oscilando entre 15% y 17%, algo por encima del guarismo que vimos en la encuesta de Rouvier (12,8%), pero muy lejos del aval que requiere el presidente Mauricio Macri para enfrentar su elección de medio término en el distrito que concentra el 38% de los electores a nivel nacional.
Según Del Campo, titular de Dicen, “actualmente hay un sector de la población que políticamente no está siendo tomada en cuenta (... ) casi la mitad de la población que es opositora al gobierno de Macri y allí Cristina es la representante opositora más defendida (…) lo que explica en este momento este lugar de Cristina es una cantidad importante y creciente de oposición social de gente que está en desacuerdo con el gobierno". En ese sentido, el consultor apuntó que la desaprobación al gobierno de Macri, que a fines de diciembre de 2015 estaba en 38%, subió al 52% en julio. Cruzando esos datos con la imagen negativa de Macri, da un total de 47% de opositores que desaprueban la gestión de Macri y tienen mala imagen de él. En este sentido, Del Campo agregó: "El 90% del voto de Cristina es de ese sector y es ahí donde Cristina es la referente más importante". En cuanto a la imagen positiva, según Dicen se ubica aparece primero Massa, con 57%; CFK tiene 10 puntos menos, y detrás aparecen Scioli con 46%, Mauricio Macri con 45% y Randazzo con 42%. No se midió en esa variable a Vidal ni a Carrió.
Así, en conjunto, las mediciones más recientes van convergiendo en una línea interpretativa: ya corriendo el segundo semestre, los aumentos de tarifas (si bien irresueltos) y la alta inflación operan como una bisagra en la opinión pública y han generado un sensible deterioro de la imagen de Mauricio Macri en el Gran Buenos Aires, principal conglomerado poblacional y electoral de la PBA. En esto coinciden incluso las encuestas aún relativamente favorables al oficialismo, como la de Poliarquía que publicó La Nación a fines de julio. Asimismo, ese desgaste comienza a permear hacia el gobierno provincial que también encabeza una de las figuras del PRO, la gobernadora María Eugenia Vidal: en el caso de su gestión, la desaprobación creció de 25% a 43% en los primeros seis meses. En síntesis, los tarifazos y medidas de ajuste aplicados por el gobierno de Cambiemos “terminaron corroborando la identificación de Macri como un presidente elitista e insensible (... ) haber alentado una expectativa de mejora para el segundo semestre, cuya concreción se presenta ahora dudosa, puede conllevar un efecto negativo", evaluaron los analista de la consultora González y Valladares en su más reciente informe.
domingo, 7 de agosto de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Control parental: más allá de las apps
Gadgets. Ayuda para los padres. Dispositivos que facilitan el monitoreo sobre los menores en seguridad y en otros aspectos.
Por Norman Berra | tendencias@lavozdelinterior.com.ar
Tiempo atrás, dedicamos una nota de esta sección a las aplicaciones de control parental, la mayoría de las cuales apunta a velar por la seguridad de los menores de edad. Sin embargo, las funciones paternas cubren un amplio rango que no sólo está atendido por aquellas apps, sino también por dispositivos. Veamos:
http://www.lavoz.com.ar/tecno/control-parental-mas-alla-de-las-apps?cx_level=home_lvi_widget
jueves, 4 de agosto de 2016
Bisagra en la opinión pública (2)
El estudio de Rouvier y Asociados que muestra a la imagen
presidencial perforando el 50% de positiva en la provincia de Buenos Aires (46,7%, contra 48,9%)
también muestra otro dato preocupante para el presidente Mauricio Macri de cara al próximo
año electoral. La medición de intención de voto de julio para senador nacional
en esa provincia arroja que Sergio Massa, del Frente Renovador, alcanzaría un
25,2%; Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, llegaría al 20,6%; en tercer
término se ubicaría el ex ministro del anterior gobierno, Florencio Randazzo,
también del FPV, con 18,3%. Recién en cuarto lugar aparece una figura
de Cambiemos, si bien un tanto díscola dentro del frente: Elisa Carrió, de
Coalición Cívica, con 12,8%. En quinta posición se ubica Margarita Stolbizer, del
GEN, con 8,6%, seguida por otra figura del FPV, el ex precandidato a gobernador Julián Domínguez, con 8,2% (ver
datos arriba; click para agrandar).
Se trata de una encuesta
telefónica realizada del 4 al 8 de julio sobre 800 casos,
con un error muestral de +-3,4% y un nivel de confianza de 95,5%. Claramente,
es la foto de un momento particularmente crítico y no una proyección de lo que
sucederá (falta más de un año para esos comicios). Aun con esos matices, compone un
cuadro preelectoral amenazante para el presidente Mauricio Macri, por las
siguientes razones: primero, existe la posibilidad de que en las elecciones en
ese estratégico distrito compitan varios ex candidatos presidenciales, varios
de ellos medidos en este escenario electoral. Massa viene de hacer buenas
elecciones en las presidenciales de 2015 y ganó la provincia en las
legislativas de 2013; Scioli ganó la presidencial de 2015 en ese distrito,
tanto en las primarias como en primera vuelta e incluso en el ballotage que consagró a Macri presidente.
En segundo lugar, ambos dirigentes, uno del espacio del peronismo disidente y el otro del frente FPV/PJ, lideran
la pelea mayor (la ventaja de Massa sobre Scioli es apenas estadísticamente
significativa: 4,6 puntos porcentuales, con un error muestral de +- 3,4%). Ambos
le sacan una ventaja apreciable a la única figura cercana al actual gobierno medida
en esta grilla, la también ex candidata presidencial (hasta las PASO, donde fue
derrotada por Macri) Elisa Carrió. Otra ex candidata presidencial, Stolbizer,
también retiene un caudal de votos por fuera del espacio panperonista que limita el despliegue electoral
de Cambiemos, el cual queda acotado a un magro 13%. Eso implicaría una catástrofe electoral de proporciones para el oficialismo, dado que provincia de Buenos Aires es el distrito de mayor gravitación política a nivel
nacional (cerca del 38% del total).
Ese 13% se queda aún más corto al observar que la grilla medida por Rouvier presupone un escenario de fragmentación electoral que a
priori se pensaría como el más conveniente para Cambiemos, dado que los candidatos del espacio panperonista (PJ,
peronismo disidente y FPV) aparecen compitiendo entre sí. El panorama empeora si se considera
el caudal agregado de las figuras ligadas o cercanas al FPV (Scioli, Randazzo y
Domínguez), con lo cual ese acumulado trepa al 47,1%. Esto sugiere que un escenario de peronismo
unido podría representar una coalición opositora formidable para el oficialismo. Aun más grave, la hipótesis (si bien menos probable) de un frente más amplio junto al massismo
podría elevar ese caudal hasta un 72,3%. Con todo, es necesario remarcar que se
trata de un escenario medido a la distancia (a más de un año de los comicios
efectivos, y a aproximadamente un año de las primarias), que seguramente está
traduciendo en un ensayo electoral una coyuntura atravesada por la
contracción económica y el tarifazo en
los servicios públicos, efectos que sin duda hoy están operando como bisagra en
las tendencias, pero que pueden modificar su impacto en el tiempo de aquí a las
elecciones.
miércoles, 3 de agosto de 2016
Bisagra en la opinión pública (1)
En una entrada reciente veíamos mediciones de Poliarquía e Isonomía que ubicaban el aval al presidente Mauricio Macri por encima del 55% y las contrastábamos con una encuesta de la UNSAM que, en sentido contrario, lo situaba por debajo del 40%. En ese marco, concluíamos que las encuestas de Aresco, Hugo Haime y Analía del Franco (Analogías) eran más consistentes respecto al análisis agregado sistemático que que veníamos haciendo en el blog, con una imagen positiva de gestión en torno al 45% y 50%, contra el mismo orden de magnitud de imagen negativa en aquellas mediciones en las cuales la evaluación se polariza metodológicamente en categorías favorable/desfavorable (es decir, sin posiciones neutras, intermedias o regulares; cuando estas sí se incluyen, se fragmentan más las opiniones).
En este marco, en los últimos días se sumaron un par de mediciones: una de ellas es de Jorge Giacobbe y situó la imagen positiva presidencial en 57%. Al respecto, el consultor planteó que “la gestión de Macri está aprobada pero no entendemos bien el motivo (…) Hay un entusiasmo que nos parece un tanto insustancial”. Así, los guarismos de Giacobbe se aproximan a las mediciones de Poliarquía e Isonomía que en un post anterior evaluamos como sesgadas hacia arriba en el panorama general respecto de la media de mediciones; en cambio, la más reciente encuesta del consultor Carlos Fara consolida ese promedio de tendencias en el que concurrían Aresco, Haime y del Franco, ya que la mitad de los argentinos acompaña al oficialismo mientras que la otra no.
Ese empate técnico en términos estadísticos entre la valoración favorable y la desfavorable que arrojan los estudios nacionales convergentes tiende a quebrarse, sin embargo, cuando la aproximación es distrital, como veíamos en el estudio citado de Analogías. En el Gran Buenos Aires (GBA), la valoración presidencial positiva desciende al 44,6%, mientras que sube a 53,9% en el interior provincial. Los valores del GBA resultan claves, toda vez que los analistas evalúan que en ese conglomerado es donde más está impactando el actual contexto de crisis económica y en particular el tarifazo, issue que se afirma como bisagra en la opinión pública. Considerando que alrededor del 34% del padrón electoral nacional se ubica en GBA, las implicancias políticas de este dato no puede subestimarse.
En este marco, la última encuesta de Rouvier y Asociados arroja un panorama aún más crítico que el que surgía de Analogías, ya que de acuerdo a esta medición la imagen presidencial perforó el 50% de positiva en la provincia de Buenos Aires (ya no sólo GBA, sino ese conglomerado + el interior provincial; ver datos arriba, click para agrandar). La serie evolutiva arroja que, en diciembre (mes de su asunción al poder), el presidente Macri recogía un 65% de consideraciones positivas, mientras que en julio bajó al 46,7% (una caída de 18,3 puntos porcentuales). Por contrapartida, la imagen negativa, que en diciembre llegaba al 31,2%, creció al 48,9% (17,7 puntos porcentuales, lo que equivale a decir que lo que cayó en positiva se trasladó de manera prácticamente lineal a la negativa). Así, la brecha entre positiva y negativa arroja un diferencial desfavorable de -2,2% (estadísticamente no significativo). Otro dato clave de este estudio, en sintonía con la encuesta de Analía del Franco que citamos, es que la mayor caída en la imagen presidencial se da en el segundo cordón del Gran Buenos Aires (GBA). Según Rouvier, el principal motivo de deterioro para Macri en la percepción social es el tarifazo en los servicios públicos, lo que confirma la línea interpretativa con más consenso hoy.
En este marco, en los últimos días se sumaron un par de mediciones: una de ellas es de Jorge Giacobbe y situó la imagen positiva presidencial en 57%. Al respecto, el consultor planteó que “la gestión de Macri está aprobada pero no entendemos bien el motivo (…) Hay un entusiasmo que nos parece un tanto insustancial”. Así, los guarismos de Giacobbe se aproximan a las mediciones de Poliarquía e Isonomía que en un post anterior evaluamos como sesgadas hacia arriba en el panorama general respecto de la media de mediciones; en cambio, la más reciente encuesta del consultor Carlos Fara consolida ese promedio de tendencias en el que concurrían Aresco, Haime y del Franco, ya que la mitad de los argentinos acompaña al oficialismo mientras que la otra no.
Ese empate técnico en términos estadísticos entre la valoración favorable y la desfavorable que arrojan los estudios nacionales convergentes tiende a quebrarse, sin embargo, cuando la aproximación es distrital, como veíamos en el estudio citado de Analogías. En el Gran Buenos Aires (GBA), la valoración presidencial positiva desciende al 44,6%, mientras que sube a 53,9% en el interior provincial. Los valores del GBA resultan claves, toda vez que los analistas evalúan que en ese conglomerado es donde más está impactando el actual contexto de crisis económica y en particular el tarifazo, issue que se afirma como bisagra en la opinión pública. Considerando que alrededor del 34% del padrón electoral nacional se ubica en GBA, las implicancias políticas de este dato no puede subestimarse.
En este marco, la última encuesta de Rouvier y Asociados arroja un panorama aún más crítico que el que surgía de Analogías, ya que de acuerdo a esta medición la imagen presidencial perforó el 50% de positiva en la provincia de Buenos Aires (ya no sólo GBA, sino ese conglomerado + el interior provincial; ver datos arriba, click para agrandar). La serie evolutiva arroja que, en diciembre (mes de su asunción al poder), el presidente Macri recogía un 65% de consideraciones positivas, mientras que en julio bajó al 46,7% (una caída de 18,3 puntos porcentuales). Por contrapartida, la imagen negativa, que en diciembre llegaba al 31,2%, creció al 48,9% (17,7 puntos porcentuales, lo que equivale a decir que lo que cayó en positiva se trasladó de manera prácticamente lineal a la negativa). Así, la brecha entre positiva y negativa arroja un diferencial desfavorable de -2,2% (estadísticamente no significativo). Otro dato clave de este estudio, en sintonía con la encuesta de Analía del Franco que citamos, es que la mayor caída en la imagen presidencial se da en el segundo cordón del Gran Buenos Aires (GBA). Según Rouvier, el principal motivo de deterioro para Macri en la percepción social es el tarifazo en los servicios públicos, lo que confirma la línea interpretativa con más consenso hoy.
lunes, 1 de agosto de 2016
De las mediciones a las mediaciones (3)
Citábamos en la entrada previa a Rosendo Fraga: “Resulta claro que la mitad que votó por Mauricio Macri era de clase media y alta, y la mitad que lo hizo por Daniel Scioli, de clase media baja y baja”. Llevado a una linealidad extrema, este análisis sería una aplicación del modelo de voto surgido en la tradición sociológica de la Universidad de Columbia (según el cual votar es una experiencia de grupo, resultado del impacto combinado de factores sociales como la clase, la renta, la profesión, la religión y el hábitat -urbano o rural) al contexto argentino. De acuerdo a ese modelo, las pertenencias sociales determinan las preferencias políticas: a los fines del análisis, interesan especialmente los grupos primarios (como la familia y las amistades), los secundarios (partidos políticos, sindicatos), y grupos de referencia (clase, raza, religión). Según esta perspectiva, la familia y las amistades influyen tempranamente en las preferencias políticas y partidarias, al punto que algunos autores hablan incluso de un “voto hereditario”, planteando que la socialización familiar contribuye a que los niños se identifiquen con determinados partidos, sesgo que influye en su conducta al alcanzar la mayoría de edad. En cuanto a las amistades, otros estudios enfatizan que la identificación política o partidaria se refuerza en la adolescencia, por la necesidad de aprobación y presión que lleva a los jóvenes a adaptarse por temor al aislamiento. Otros enfatizan la lealtad partidaria en términos de identificación, o bien la inscripción laboral y pertenencia sindical como los elementos que definen el comportamiento electoral. En países como Estados Unidos, el origen étnico también ha sido tradicionalmente tomado como elemento clave. En ciertos contextos, la religión también puede ser un elemento diferencial de peso.
En cualquier caso, el cuerpo de teorías ligado a esta tradición comparte que, para que la pertenencia grupal sea considerada como relevantes a los fines del análisis, el individuo debe en alguna medida ser consciente de esa pertenencia (consciencia de su religión, de su clase, de su posición laboral, por ejemplo). Los estudios de esta perspectiva, desplegados en torno al seguimiento de campañas estadounidenses entre 1940 y 1950 (pioneros en la utilización de sondeos) interpretan que la influencia de los medios de comunicación en las campañas electorales es más bien escasa y que los mismos son más reforzadores que formadores de opinión; en cambio, son los citados determinantes estructurales del voto los que definen el proceso. Sin embargo, estos estudios son previos a la irrupción intensa del medio televisivo en las campañas electorales; asimismo, en la medida en que esa irrupción también converge con un marco sociológico de debilitamiento de otras referencias grupales tradicionales, como la familia, el trabajo, los sindicatos y asociaciones, existe un consenso en que el voto hoy está mucho más socialmente desalineado que cuando surgió este modelo teórico de elector. Subsisten ciertas generalizaciones descriptivas: por ejemplo, que en Argentina las clases bajas votan al peronismo (en el análisis de Fraga, a Daniel Scioli en tanto que candidato del FPV/PJ), pero sin ser explicativas en sentido determinista o absoluto, sino más bien probabilísticas, como lo plantea el sociólogo Manuel Mora y Araujo.
Para entender la creciente desalineación del electorado en términos socioeconómicos puede ser útil remitirnos a la actual campaña electoral en Estados Unidos, país donde surgió la tradición sociológica del voto. En la década del 80, los analistas políticos norteamericanos acuñaron la expresión “demócratas reaganianos”, para referirse a aquellos empleados de fábrica que votaban a progresistas del partido demócrata hasta los ’70, pero en los ’80 se pasaron al partido republicano (tradicionalmente más conservador). De cara a la próxima elección presidencial, ese perfil ha salido peor parado de la globalización, de la fuga de empleo industrial, y no siente que las administraciones demócratas hayan hecho gran cosa por ellos. Por contrapartida, el mensaje básico del magnate Donald Trump conecta con sus anhelos, en la medida en que les promete más proteccionismo para la industria y frenar la inmigración sin recortar la red social. Así, se observa un proceso de inversión de clases acelerado en la política estadounidense. Según Ronald Brownstein, desde 1960 se está produciendo “un desplazamiento de los trabajadores del Partido Demócrata al Republicano y, en paralelo, desde los ’80, el viaje inverso de los profesionales de cuello blanco de las filas conservadoras a las progresistas”. Las presidenciales de noviembre, según este analista, pueden acabar con los últimos vestigios de la afiliación de partido por criterio de clases que ha definido a la política americana desde Roosevelt.
En este marco, la conclusión a la que arriba Fraga resulta provocativa e intelectualmente estimulante aún matizando la linealidad del análisis de alineación electoral por nivel socioeconómico que le subyace: “la protesta contra el aumento de tarifas muestra que el Gobierno ha comenzado a perder apoyo en su propia base electoral, que es la clase media. Esta suba mostró limitaciones del Gobierno, al no prever el efecto de hacerlo justo cuando se inicia el frío y no advertir determinados pasos jurídicos previos que eran necesarios”. Ese distanciamiento relativo de la clase media tendría como efecto profundizar la ya asentada percepción de que la gestión presidencial de Mauricio Macri favorece a la clase alta en detrimento de las clases media y baja, creencia que a nivel nacional ya llega al 60,6% según la más reciente encuesta del CEOP (en las mediciones de Ibarómetro, la primer consultora en medir esta variable, esa respuesta alcanzó el 44,8% ya en febrero pasado, alcanzó el 51,1% en abril y trepó al 59,4% en junio). Esa creencia, asimismo, se insinúa como transversal por distrito, ya que se confirma incluso en aquellos que, como la provincia de Córdoba, acompañaron con contundencia a Macri tanto en la primera vuelta presidencial de octubre de 2015 como en el ballotage del 22-N: según la consultora Gustavo Córdoba, la percepción de que las políticas y el modo de pensar de Mauricio Macri favorecen a quienes más tienen pasó del 43% de junio pasado al 50,7% en julio (ver datos arriba; click para agrandar).
En cualquier caso, el cuerpo de teorías ligado a esta tradición comparte que, para que la pertenencia grupal sea considerada como relevantes a los fines del análisis, el individuo debe en alguna medida ser consciente de esa pertenencia (consciencia de su religión, de su clase, de su posición laboral, por ejemplo). Los estudios de esta perspectiva, desplegados en torno al seguimiento de campañas estadounidenses entre 1940 y 1950 (pioneros en la utilización de sondeos) interpretan que la influencia de los medios de comunicación en las campañas electorales es más bien escasa y que los mismos son más reforzadores que formadores de opinión; en cambio, son los citados determinantes estructurales del voto los que definen el proceso. Sin embargo, estos estudios son previos a la irrupción intensa del medio televisivo en las campañas electorales; asimismo, en la medida en que esa irrupción también converge con un marco sociológico de debilitamiento de otras referencias grupales tradicionales, como la familia, el trabajo, los sindicatos y asociaciones, existe un consenso en que el voto hoy está mucho más socialmente desalineado que cuando surgió este modelo teórico de elector. Subsisten ciertas generalizaciones descriptivas: por ejemplo, que en Argentina las clases bajas votan al peronismo (en el análisis de Fraga, a Daniel Scioli en tanto que candidato del FPV/PJ), pero sin ser explicativas en sentido determinista o absoluto, sino más bien probabilísticas, como lo plantea el sociólogo Manuel Mora y Araujo.
Para entender la creciente desalineación del electorado en términos socioeconómicos puede ser útil remitirnos a la actual campaña electoral en Estados Unidos, país donde surgió la tradición sociológica del voto. En la década del 80, los analistas políticos norteamericanos acuñaron la expresión “demócratas reaganianos”, para referirse a aquellos empleados de fábrica que votaban a progresistas del partido demócrata hasta los ’70, pero en los ’80 se pasaron al partido republicano (tradicionalmente más conservador). De cara a la próxima elección presidencial, ese perfil ha salido peor parado de la globalización, de la fuga de empleo industrial, y no siente que las administraciones demócratas hayan hecho gran cosa por ellos. Por contrapartida, el mensaje básico del magnate Donald Trump conecta con sus anhelos, en la medida en que les promete más proteccionismo para la industria y frenar la inmigración sin recortar la red social. Así, se observa un proceso de inversión de clases acelerado en la política estadounidense. Según Ronald Brownstein, desde 1960 se está produciendo “un desplazamiento de los trabajadores del Partido Demócrata al Republicano y, en paralelo, desde los ’80, el viaje inverso de los profesionales de cuello blanco de las filas conservadoras a las progresistas”. Las presidenciales de noviembre, según este analista, pueden acabar con los últimos vestigios de la afiliación de partido por criterio de clases que ha definido a la política americana desde Roosevelt.
En este marco, la conclusión a la que arriba Fraga resulta provocativa e intelectualmente estimulante aún matizando la linealidad del análisis de alineación electoral por nivel socioeconómico que le subyace: “la protesta contra el aumento de tarifas muestra que el Gobierno ha comenzado a perder apoyo en su propia base electoral, que es la clase media. Esta suba mostró limitaciones del Gobierno, al no prever el efecto de hacerlo justo cuando se inicia el frío y no advertir determinados pasos jurídicos previos que eran necesarios”. Ese distanciamiento relativo de la clase media tendría como efecto profundizar la ya asentada percepción de que la gestión presidencial de Mauricio Macri favorece a la clase alta en detrimento de las clases media y baja, creencia que a nivel nacional ya llega al 60,6% según la más reciente encuesta del CEOP (en las mediciones de Ibarómetro, la primer consultora en medir esta variable, esa respuesta alcanzó el 44,8% ya en febrero pasado, alcanzó el 51,1% en abril y trepó al 59,4% en junio). Esa creencia, asimismo, se insinúa como transversal por distrito, ya que se confirma incluso en aquellos que, como la provincia de Córdoba, acompañaron con contundencia a Macri tanto en la primera vuelta presidencial de octubre de 2015 como en el ballotage del 22-N: según la consultora Gustavo Córdoba, la percepción de que las políticas y el modo de pensar de Mauricio Macri favorecen a quienes más tienen pasó del 43% de junio pasado al 50,7% en julio (ver datos arriba; click para agrandar).
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