La movilización de ayer (21-F) no debe ser asociada a la imagen del líder camionero Hugo Moyano (que divide opiniones y tiene un sesgo negativo), sino al malestar socioeconómico que ha generado una ola de protestas creciente desde que el gobierno lanzó su "reformismo permanente" poselectoral. Ese malestar ha sido detectado por varias mediciones que venimos repasando y compartiendo en este blog. Recordemos que, según estudios nacionales de la consultora Delfos, en los dos años de gestión de Cambiemos (diciembre de 2015 a diciembre de 2017) un 5% de los argentinos cayó de la clase media (C3) a la baja superior (D1), es decir, se empobreció relativamente. Si bien no descendieron hacia las clases “pobres netas” (baja inferior o D2 y marginal, E), el deterioro va en sentido contrario de la reducción de la pobreza declamada como objetivo oficial e implica que 1.659.684 personas empeoraron su condición socioeconómica desde que Mauricio Macri es presidente. Este es el efecto socioeconómico de un programa de ajuste “gradualista”: si bien el deterioro es así de "gradual" (no una caída brusca hacia el fondo de la pirámide socioeconómica), no se advierte un “derrame” de efecto riqueza sino, por el contrario, goteo hacia las clases bajas, movilidad social en sentido descendente.
Ese deterioro contribuye a explicar por qué hoy entre el 45,3% de argentinos que desaprueba el gobierno de Mauricio Macri hay casi un 21% que votó por Macri en el ballotage del 22-N del 2015 (exactamente 20,6% según la encuesta de Management & Fit citada en el post anterior). Aunque el gobierno viene de confirmarse como primera minoría en las elecciones de medio término del 22-N, la caída de imagen, aprobación y expectativas en las encuestas posteriores a esos comicios son luces amarillas, y la multitudinaria movilización de ayer termina de confirmar la existencia de un malestar extendido. En este marco, la encuesta de M&R Query que citamos en el post anterior aporta mucho material para entender cómo el contexto ha cambiado en apenas 4 meses, sobre todo cuando se comparan los resultados de variables en términos interanuales (febrero de 2018 vs febrero de 2017 y febrero de 2016). Recordemos que uno de los datos centrales de ese estudio es que arroja un desgaste en los indicadores de aprobación de la gestión presidencial: casi 33% la aprueba, contra 55,6% que la desaprueba (ver datos arriba; click para agrandar).
Otros datos claves de ese estudio: hoy, un 55% de los argentinos plantea que su situación económica es peor comparándola con el año pasado, 36% dice que es igual y sólo 8% mejor (1% ns/nc). Hace 1 año, un 52% decía que era peor, un 37% igual y un 9% mejor (3% ns/nc). En 2016, un 48% decía que era peor, un 39% igual, un 9% mejor y 3% ns/nc. Vale decir, en dos años quienes ven su situación peor crecieron 7 puntos porcentuales (48% a 55%), quienes se ven igual cedieron 3 (39% a 36%) y quienes ven mejoras apenas variaron (de 9% a 8%). En materia de expectativas, el 44% cree que su situación económica será peor dentro de 1 año, un 24% cree que será igual, un 21% que será mejor; 11% no sabe o no contesta. En febrero de 2017, un 41% creí que sería peor, 20% que sería igual, 29% que sería mejor y 11%. En febrero de 2016, 34% creía que sería peor%, 11% que sería igual y 40% que sería mejor (14% ns/nc). Es decir, en dos años el pesimismo creció 10 puntos porcentuales (de 34% a 44%) y el optimismo cayó casi 20 puntos (de 40% a 21%). En cuanto a la caracterización de la situación económica argentina respecto al año pasado, un 56% la ve peor, un 20% la ve igual y 18% la ve mejor 18 (ns/nc un 6%). En febrero de 2017, un 51% la veía peor, un 24% igual y un 18% mejor (7% ns/nc). En febrero de 2016, un 48% la veía peor, un 27% igual, un 16% mejor y 9% ns/nc. O sea, en dos años el optimismo apenas varió (de 16% a 18%), pero el pesimismo subió de 48% a 56% (8 puntos porcentuales). En tanto, en la consulta de cómo piensan los argentinos que estará la economía del país en el próximo año, un 46% cree que estará peor, un 17% igual, un 24% mejor 24 y ns/nc un 13%. En febrero de 2017, un 42% creía que estaría peor, un 15% igual, un 31% mejor (12% ns/nc). En febrero de 2016, un 34% creía que estaría peor, un 11% igual, un 40% mejor (ns/nc un 14%). Aquí, el optimismo en dos años cayó del 40% al 24% (16 puntos porcentuales), mientras que el pesimismo subió del 34% al 46% (12 puntos porcentuales).
Finalmente, en el repaso de temas que preocupan a la gente, el desempleo alcanzó un 29%, la inflación 24%, la inseguridad 20%, la corrupción 15%, la educación 8% y la salud 4%. En febrero de 2017, el desempleo tenía 32%, la inflación 25%, la inseguridad 26% y la corrupción 17%. En febrero de 2016, el desempleo alcanzaba 32%, la inflación 32%, la inseguridad 16% y la corrupción 20%. Como se advierte, a lo largo de toda la serie los temas asociados a la economía superan el 50%: si bien hubo picos donde superaron el 60%, el impacto parece ser acumulativo en términos de malestar, dado que hoy un 56% considera que la actual política económica no es la correcta para aumentar empleo y disminuir inflación y pobreza; un 26% cree que sí es la correcta y no sabe el 17,4%. Vale decir, el apoyo a la política económica de Cambiemos está hoy apenas en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en las PASO del 2015, es decir, acotado a un núcleo duro, bien por debajo del 34% obtenido en la primera vuelta presidencial y en la mitad de lo que alcanzó en el ballotage del 22-N.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
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