Como hemos planteado varias veces en este blog, el gobierno necesita comenzar a mostrar resultados palpables en el metro cuadrado de los electores para aspirar a un segundo mandato sin mayores sobresaltos en 2019. Esto, a la luz de una premisa central de análisis (explicitada oportunamente por el consultor Carlos Fara): a mediano y largo plazo, los efectos socioeconómicos son los que construyen las tendencias de opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura. En ese marco, a un gobierno que busque la continuidad en el poder ya no le alcanza sólo con el consenso negativo respecto al anterior (factor que lo aupó a la presidencia en el ballotage del 2015). Es decir, el presidente Mauricio Macri necesita generar argumentos positivos en torno suyo, no sólo contraste con CFK.
Una buena manera de medir el efecto socioeconómico de la gestión Cambiemos en lo que va del gobierno es seguir la evolución del nivel socioeconómico (NSE) en el país. Esa foto muestra un resultado "no positivo" (parafraseando a Julio Cobos): cinco pasos atrás en dos años. Es decir, en comparación con el año 2015, el último de la gestión CFK, la clase media (C3 en la nomenclatura de la Asociación Argentina de Marketing, AAM) se redujo del 30% al 25% a fines del 2017 (cierre del segundo año de gestión Cambiemos). Esos cinco puntos porcentuales hicieron crecer a la clase media baja o baja superior (D1) del 31% que tenía en 2015 hasta un 36% al cierre del año pasado. En tanto, la clase alta (ABC1) se mantuvo en 5% y la media alta repitió el 15% que mostraba hace dos años. En ese marco, la sumatoria de las clases baja inferior y marginal (D2+E) pasó del 50% por ciento al 55%. Los datos surgen de dos amplias encuestas nacionales realizadas por la consultora Delfos de manera domiciliaria sobre muestras de 8.510 casos en 2015 y 2016 (20 ciudades) y 5.990 casos (16 ciudades) en 2017, con un error muestral de +-1,6% y +- 2,1%, respectivamente. La robustez casuística de las muestras confiere significatividad estadística a la variación de 5 puntos porcentuales en sentido descendente respecto al 2015 (ver datos arriba; click para agrandar).
Así, la principal conclusión que se desprende de los relevamientos es que en estos dos años de gestión Cambiemos se quebró la tendencia a la movilidad social ascendente visible hasta el 2015. Recordemos que la comparación entre el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arrojaba un neto crecimiento de la clase media y un descenso de la clase baja: ese evolutivo mostraba a la media típica (C3) creciendo del 24% que registraba en 2006 hasta el 30% a fines de 2015, mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24% en 2006 al 19% en 2015. Observando cómo evolucionó la clase alta top (ABC1), se aprecia que apenas varió en el mismo lapso (pasó del 6% en 2006 al 5% en 2015, y el año pasado se mantuvo en el mismo valor). A su turno, la media alta pasó del 14% en 2006 al 15% en 2015, guarismo que se mantuvo en 2017, mientras que la clase media típica creció del 24% que registraba en 2006 hasta el 30% a fines de 2015, pero en 2017 retrocedió hasta el 25%. En ese marco, la media baja pasó del 32% en 2006 al 31% en 2015, pero en 2017 avanzó hasta el 36%. Esto implica que, luego de un período de nueve años en que la pirámide del NSE a nivel nacional mostró un proceso de movilidad social ascendente (con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, es decir, menor polarización social relativa) el 2017 arroja un descenso de los niveles medios típicos hacia la clase baja superior. Eso implica un deterioro relativo de la situación: aunque a tenor de estos datos todavía aún no se traduce en un crecimiento de los segmentos bajo inferior y marginal (que siguen en 19%, idéntico guarismo que en 2015), la gestión Cambiemos claramente no está reduciendo la pobreza en lo que lleva de gobierno hasta ahora. Peor todavía, mientras las gestiones K mostraron una mejoría del NSE en términos de movilidad social ascendente y crecimiento de la clase media, la de Macri viene mostrando lo contrario.
Considerando los datos de segmentación económica, la clase media estricta se corresponde con el segmento C3; así, hoy menos de tres de cada 10 argentinos (2,5) pertenecen a la clase media típica. Si se contemplan criterios sociológicos, la referencia se amplía: aunque el segmento C2 está por encima de la media típica por variables económicas y poder de consumo, tiene comportamientos similares a esa clase en términos sociales, educativos y socioculturales. Visto con ese matiz, la “clase media” abarcaría al 40% del total (alcanzaba al 45% hasta el año 2015). Finalmente, si se considera también a la clase media baja, que sin ser clase media típica tiende a identificarse con ella (en rigor, la tiene como “aspiracional”), resultaría un conglomerado del 76%, guarismo que casi coincide con el 80% de argentinos que se definen y sienten como de clase media (una autopercepción que excede las definiciones estrictas de estadística aplicada).
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario