lunes, 2 de noviembre de 2015

Del “too close to call” de primera vuelta al ballotage (2)

Completemos la revisión de esta encuesta de González y Valladares, la primera de cara al ballotage: como veíamos, según la consultora la intención de voto proyectada de Macri llega al 50% contra un 45,5% de Scioli. Esta brecha de 4,5 puntos porcentuales, decíamos, es mayor al error muestral de 2,9% (es decir, estadísticamente significativa), pero no categórica, dado el alto nivel de indecisos (8,8%) de voto en blanco (4,1%) y la incidencia de la covarianza, un dato clave de cara al ballotage (sobre todo si recordamos la experiencia reciente de la segunda vuelta porteña). 

En un escenario de sólo dos candidatos, cada punto en que sobreestimemos a un candidato es un punto en que subestimamos al otro: la consecuencia práctica de esto es que, por ejemplo, si le dimos 50% al candidato “A” y 45% al “B”, pero “A” obtuvo en realidad 49% y “B” 46%, la diferencia inicial de 5 puntos no se achicó a 4 puntos, sino a 3 puntos (1 menos para “A” y 1 más para “B”). Esto hizo que la elección de Capital Federal, que teóricamente era ganada con comodidad por Horacio Rodríguez Larreta del PRO, terminara con susto para Macri (51,6% para Larreta a 48,4% para Martín Lousteau). 

Sigamos revisando los datos de González y Valladares a la luz de las premisas que establecimos en el post anterior (surgidos de antecedentes regionales de ballotages). De acuerdo a la consultora, Scioli retiene el 95,6% de los votos que obtuvo el 25 de octubre y Macri el 98,3%. Con un leve matiz, esto confirma la premisa de Daniel Chasquetti de que cada contrincante va a segunda vuelta manteniendo, de mínima, el caudal que obtuvo en primera. El otro punto clave, como vimos, es cómo se distribuyen los votos de los candidatos que quedaron fuera del ballotage. Según esta encuesta, en plena “espuma poselectoral del 25-O” (anímicamente favorable a Cambiemos), Macri captaría el 45% de los votantes que se inclinaron por Massa en la primera vuelta, mientras que Scioli concentraría el 22,3% de los electores del tigrense. Un 25%, en tanto,  aún no definió qué opción tomará, y un 8% votaría en blanco. El voto mayoritario de Del Caño (54,5%), por su parte, se inclinaría por el sobre vacío, un 15,2% votaría a Scioli, 5,2% a Macri y 25,1% no sabe. Respecto a los electores que eligieron a Stolbizer el 25-O, el 40% de los votos migraría hacia Macri, el 9% hacia Scioli, un 38,5% de esos votantes permanece indeciso y 12,9% votaría en blanco. Finalmente, el electorado de Rodríguez Saá se parte en tercios en 31,6% para Scioli, 36,1% para Macri, 17,2% en blanco y 15,1% indecisos.

¿Qué sucede si en vez de tomar la intención de voto lineal que arroja esta encuesta tomamos el caudal obtenido por Scioli y Macri en primera vuelta y asignamos las proporciones relativas que capturan de los candidatos que quedaron fuera? (método que, dicho sea de paso, ajustó muy bien los resultados en algunas elecciones en las cuales las encuestas presentaron desvíos del escrutinio en el voto declarado, que se corrigieron al estimar por el modelo predictivo basado en el voto anterior que estamos ensayando aquí). En ese caso, tenemos de base 9.00.242 votos para Scioli, a los que sumamos el 22% de Massa (1.146.575), 15% de Del Caño (121.301), 9,4% de Stolbizer (58.191) y 31,6% de Rodríguez Saá (128.676). Esto arroja 10.456.984 para Scioli. Hacemos la misma operación con Macri: 8.382.610, más 45% de Massa (2.345.627), 5,2% de del Caño (41.498) y 36,1% de Rodríguez Saá (147.000). Resultado: 11.159.403. En valores relativos, tenemos 48,4% para Scioli y 51,6% para Macri, es decir, una diferencia de 3,2%, apenas mayor al error muestral de 2,9%: un ballotage a la porteña. 

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