viernes, 12 de diciembre de 2025

La demanda de consenso atraviesa las encuestas nacionales (nota publicada en CBA24N)

Esta semana se cumplieron 42 años ininterrumpidos de democracia, sistema donde el consenso y el diálogo ocupan un valor central que las últimas encuestas nacionales coinciden en destacar.  Según la medición conjunta de La Sastrería y trespuntozero, en un set de respuestas múltiples casi 64% de las menciones apuntan que el presidente Javier Milei debe dialogar con los gobernadores, opción que más que duplica a la segunda (gráfico arriba). Respecto a la posición que deben asumir los mandatarios provinciales, las opiniones están divididas: un reciente estudio de la consultora Explanans reportó que casi 42% cree que ellos deben brindar apoyo total al Gobierno nacional, mientras que casi 40% se inclina por la opción de que defiendan a sus provincias en el marco del federalismo. Fuera de ese empate técnico simétrico (las diferencias entre posiciones no resultan estadísticamente significativas), casi 17% plantea que los gobernadores deben ser netamente opositores (gráfico abajo).

En cuanto a las reformas con las que avanza el oficialismo luego del aval electoral del pasado 26 de octubre, una clara mayoría del 56,1% sostiene que el Gobierno nacional debe buscar acuerdos y construir consensos con otros sectores antes de impulsarlas, vs 22,2% que considera que no es necesario contar con apoyo opositor, según la última encuesta de Pulso Research (gráfico abajo). La posición dialoguista alcanza a casi 70% de los votantes de Fuerza Patria, pero también es intensa entre electores de La Libertad Avanza (48,5%).  

En la misma sintonía, la más reciente medición de la Universidad de San Andrés (Udesa) arrojó que el 57% de los electores cree que Milei debe negociar su agenda con el Congreso Nacional, vs apenas 16% que opina que debe imponerla (gráfico abajo). La postura dialoguista es mayoritaria (supera el 50%) o, de mínima, ocupa la primera minoría (es decir, se trata de la posición más cercana a la mitad) en todos los cruces por variables sociodemográficas y político-electorales que incluye el informe. Así, el promedio de estas dos mediciones comparables muestra que la vía consensual ronda el 56,5%, mientras que menos del 20% se inclina por la imposición. Vale decir que la posición refractaria al diálogo se ubica 10 puntos porcentuales por debajo del núcleo duro de La Libertad Avanza (el 30% que votó por Milei en las primarias de agosto de 2023 y la primera vuelta de octubre del mismo año).

El evolutivo del mismo informe reporta que la postura a favor de que el oficialismo negocie su agenda con el Congreso se mantiene como mayoritaria de manera constante desde el comienzo del gobierno (enero de 2024), con variaciones estadísticamente no significativas dado el error muestral de +/-3,15% (gráfico abajo). Esto implica que, más allá de los vaivenes de la  coyuntura a lo largo de estos 2 años, las posiciones de la opinión pública acusan una notable regularidad en la serie longitudinal. 

Finalmente, en cuanto al rol que el Congreso debe tener respecto al presidente, la estabilidad vuelve a marcar la tendencia: desde enero de 2024 la postura a favor de la cooperación se mantuvo como primera minoría cerca del 50%, casi duplicando a la posición contraria de no cooperar y rechazar las propuestas del presidente (gráfico abajo). Nuevamente, las variaciones no resultan estadísticamente significativas.  

En síntesis: 1) las últimas mediciones nacionales coinciden en marcar la necesidad de diálogo entre el presidente y los gobernadores 2) también convergen en reclamar consenso entre oficialismo y oposición para debatir las reformas en el Congreso Nacional 3) en este marco, habrá que ver si el contenido de las iniciativas que impulsa el Gobierno nacional es consistente con estas demandas formales del electorado, lo que será tema de futuras notas en este espacio. 

viernes, 5 de diciembre de 2025

Relación entre el PRO y LLA: qué dicen las últimas encuestas nacionales (nota publicada en CBA24N)

Recientemente, el ex presidente y líder del PRO, Mauricio Macri, advirtió que ese sello tendrá un candidato propio en el turno electoral 2027. Se trató de un nuevo giro de su relación con La Libertad Avanza (LLA) y el presidente Javier Milei, que oscila entre las invitaciones a comer milanesas y el destrato, extremos que se combinan con la cooptación de dirigentes del PRO y la avanzada sobre las bancas amarillas que supuso el resultado de la última elección de medio término. 

Sin embargo, el augurio de Macri debe ser visto dentro de un pronóstico reservado. Así como la UCR diluyó su carácter de fuerza nacional luego de la Convención de Gualeguaychú en 2015 (cuando el radicalismo selló su suerte al quedar como vagón de cola del PRO), 10 años después el signo amarillo parece correr la misma suerte (gráfico arriba). El primer paso se dio antes del ballotage de 2023, cuando el ex presidente apoyó a Milei de cara a la segunda vuelta para apalancar la victoria frente al peronismo. El segundo se concretó en mayo pasado, con la victoria libertaria en el bastión amarillo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y el tercero con la fusión por absorción del PRO en listas lideradas por LLA en casi todos los distritos del país, con algunas excepciones (como Córdoba y Río Negro).


Esto crea una situación en apariencia paradójica: si bien LLA se impuso en las elecciones de medio término de manera clara, lo hizo con un caudal menor al de Cambiemos en el turno electoral comparable (2017) y también obtuvo una ventaja mucho menor sobre el pan peronismo (unos 5 puntos porcentuales a nivel país, contra los casi 15 pp que le sacó el PRO a Unidad Ciudadana + aliados hace 8 años). Así, el objetivo de Macri de quitar al peronismo del gobierno en 2023 se cumplió, pero a costa de debilitar al sello que fundó. Aunque hoy Milei tiene mucha menor satisfacción que la del ex presidente a la misma altura de su gobierno, según la última encuesta de Udesa (40% vs 53%, gráfico arriba), la transferencia de electores que comenzó en 2023 y se consolidó este año se insinúa como irreversible. 

Lo mismo sucede con la aprobación: la de Milei es mucho menor que la de Macri a idéntica altura de su gobierno, según el mismo informe (45% vs 62%, gráfico arriba) pero, al haber capitalizado LLA la posición de alternativa al kirchnerismo, el desplazamiento del PRO a una posición marginal parece irremontable. En el marco de una polarización que goza de buena salud, como demostró el resultado del 26 de octubre (casi 41% para LLA+ aliados vs casi 35% para el panperonismo y aliados), una grieta recreada condena a los demás sellos y frentes a la irrelevancia electoral, si bien en términos parlamentarios pueden conservar una relativa importancia. 

En ese marco, el peronismo, aun en el desconcierto de la derrota, capitaliza la condición de ser la principal referencia opositora para casi el 70% de los electores (gráfico arriba). Perdió el gobierno en 2023 y la elección de este año (como viene sucediendo en los comicios de medio término desde 2017), pero conserva la ventana de oportunidad  como alternativa al oficialismo: tanto la UCR como el PRO no llegan ni siquiera al 5% de menciones individuales como sello en ese mapa político (gráfico arriba). 

De cara a la futura (e inevitable) sucesión en el pan peronismo, hoy se registra un empate técnico entre la ex presidenta CFK y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, con 26% vs 25% de las menciones cuando se mide quién es el principal líder de la oposición (gráfico arriba). En esa grilla, Macri apenas alcanza el 2%, mientras que hay una ventana de oportunidad para nuevas figuras, dado que 23% responde “ninguno” y 15% “no sé”. En este contexto, de cara al turno 2027 el PRO enfrenta el dilema de la supervivencia, ya que se mantiene relativamente estable la proporción de electores que piensan que ese sello debe formar una coalición con LLA y crecen levemente quienes se inclinan por una cooperación legislativa sin sumarse al gobierno. Los principales cambios se dan en los extremos: mientras que tienden a caer los que prefieren una fusión entre sellos, suben quienes prefieren un PRO opositor (gráfico abajo).  

En síntesis: 1) 10 años después del “suicidio político” de la UCR a nivel nacional (cuando prestó sus electores al PRO), el sello amarillo parece correr la misma suerte 2) los votantes que “transfirió” el PRO a Milei en 2023 aceleraron esa migración este año, y difícilmente vuelvan al sello amarillo mientras LLA conserve la condición de alternativa anti-K/anti peronista 3) el pan peronismo, aun en medio de una interna y una sucesión no resuelta, está hoy más fuerte que en el turno electoral 2017 4) Milei, aun victorioso hoy, tiene menor fuerza que la de Macri a la misma altura de su gobierno. Para recobrar centralidad política, el PRO tiene una sola alternativa de cara a 2027: que Milei transite la segunda parte de su mandato en un contexto de crisis que lo debilite sensiblemente para el siguiente turno electoral. 

jueves, 27 de noviembre de 2025

A un mes de la elección, polarización emocional e incertidumbre económica marcan el tono en las encuestas (nota publicada en CBA24N)

Hace 30 días, La Libertad Avanza (LLA) + aliados obtenía casi 41% de los votos a nivel país, vs  35% del peronismo y aliados. Sobre el cierre de noviembre, con apenas matices, persiste la situación de polarización levemente asimétrica que favoreció el triunfo oficialista, aunque ahora con tendencias cruzadas respecto al gobierno nacional (algunas le resultan favorables, pero otras no). Según la última medición nacional de la Universidad de San Andrés (Udesa), el 45% de los electores se encuentra satisfecho con el resultado electoral, vs 48% que está insatisfecho (gráfico arriba). La brecha negativa de 3 puntos porcentuales (pp) perfila, de todos modos, un empate técnico. 

En tanto, la encuesta más reciente de Vox Populi reportó que el resultado de la elección generó 45% de sentimientos positivos vs 41% de negativos (gráfico arriba), una brecha de 4 pp a favor del oficialismo que mantiene el empate técnico y la polarización en términos estadísticos. 

A su turno, la última encuesta nacional de Pulso Research arrojó una brecha negativa de 3 pp  en términos de sentimientos a futuro: 37% de estado de ánimo positivo vs 40% de negativo (gráfico arriba). Otro empate técnico, aunque en este caso con una polarización atenuada que invierte el sentido de hace un mes.  

El terreno donde el panorama se complica para el oficialismo es la percepción de la economía: según el relevamiento nacional realizado por Zentrix para la Federación Económica de Santa Cruz (FESC), casi 62% califica la actual situación económica del país como negativa, lo que triplica al optimismo (20,3%; gráfico arriba). Si se considera al regular (casi 18%) como un primer nivel de malestar, el pesimismo acumula casi 80%. 

En sintonía con eso, según el último informe de las consultoras trespuntozero & La Sastrería el 70% de los electores califica como negativa la situación económica del país, vs 29,4% que opina de manera positiva (gráfico arriba). Mientras que el optimismo transita una pendiente desde julio pasado y se ubica en el nivel del núcleo duro libertario (el 30% que votó por LLA en agosto y octubre de 2023), el pesimismo creció sin pausa a lo largo del segundo semestre del año.

Similar tendencia desfavorable reportó Vox Populi en cuanto a la expectativa económica pos electoral: 39% espera una mejora vs 46% que espera un empeoramiento (gráfico arriba). El optimismo se ubica en el mismo orden de magnitud del apoyo a LLA hace un mes, pero queda 7 pp por debajo del pesimismo, que replica el voto obtenido por Unión por la Patria en el ballotage de hace dos años (44,4%). 

En la misma línea, la última encuesta nacional de Giacobbe consultores arrojó que 38,5% del electorado le hace el aguante al esfuerzo económico que pide el gobierno, vs 48% que opina que el oficialismo está sometiendo a la gente a un sufrimiento sin sentido (gráfico arriba). Aquí, el saldo desfavorable es de 9,5 pp, con casi 11% que se ubica en una posición intermedia. En síntesis: 1) las posturas y sentimientos sobre el resultado electoral replican una situación de polarización simétrica 2) el estado de ánimo a futuro también muestra una “grieta” emocional 3) sin embargo, esas paridades relativas se rompen cuando entra en juego la variable económica; allí, tanto la percepción de la coyuntura actual como la perspectiva y expectativa a futuro muestran al pesimismo muy por encima del optimismo 4) esto confirma a la economía como el terreno más desafiante para un oficialismo que no debería asumir el resultado del 26 de octubre como un “cheque en blanco”, pues uno de cada cuatro electores lo votaron para darle tiempo, pero es un crédito extendido a la espera de resultados (gráfico abajo). 


   

jueves, 20 de noviembre de 2025

A dos años del ballotage, se achica la clase media y la movilidad social descendente se impone (nota publicada en CBA24N)

El 19 de noviembre de 2023, luego de obtener alrededor del 30% de los votos tanto en las primarias de agosto como en la primera vuelta de octubre, Javier Milei de La Libertad Avanza (LLA) se impuso con el 55,6% ante Sergio Massa de Unión por la Patria/UP (44,4%). A dos años de esa victoria, las últimas mediciones arrojan que el metro cuadrado de los electores, lejos de mejorar, acusa señales de deterioro. Según el relevamiento nacional que consultora Zentrix realizó para la Federación Económica de Santa Cruz (FESC), casi 7% se autopercibe de clase alta o media alta según sus ingresos, mientras que en el otro extremo poco menos del 60% se identifica como de clase media baja o baja, en tanto que casi un tercio cree pertenecer a la clase media típica (gráfico arriba). 

La consultora Casa Tres cruzó datos de su encuesta nacional realizada en octubre de 2025 con los de la encuesta permanente de hogares (EPH) del Indec durante el segundo trimestre de este año. La comparación arrojó un resultado claramente desfavorable: el 26% se autopercibió de clase media (casi 7 puntos porcentuales menos que en el estudio de FESC) pero, sobre la base de los ingresos mensuales netos que releva la EPH, apenas 14% reúne los ingresos para ser considerado como de clase media (gráfico arriba). En tanto, poco más de un tercio (34%) se percibe como de clase baja, vs 52% que es de esa clase según ingresos. Esto arroja una pirámide de ingresos en la que la sumatoria de las clases media baja y la baja (74%) acumula casi tres cuartos del total. 

En tanto, la última encuesta provincial de consultora Delfos (gráfico arriba), que midió según los parámetros homologados por la Asociación Argentina de Marketing/AAM) y la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión/Saimo (no por autopercepción ni por ingresos), reportó que 27% de los cordobeses son de clase media típica o C3 (que en este caso se corresponde de manera aproximada al 26% que se autoidentifica así en el país). Comparando con octubre de 2023 (antes del cambio de gobierno), el acumulado de las clases baja inferior (D2) y marginal (E) creció 2 pp (de 18% a 20%), lo mismo que bajó la sumatoria de las clases media típica y baja superior (D2), una señal de deterioro y movilidad social descendente.  


Ese deterioro también se traduce en un ajuste de las economías domésticas: según Casa Tres, el 63% de los argentinos resignó algún servicio o actividad que realizaba habitualmente, lo que casi duplica al tercio que no hizo recortes (gráfico arriba). En el nivel socioeconómico (NSE) bajo se ajustó casi el 80%, mientras que en el NSE medio recortó poco menos de la mitad (48%). Sólo el NSE alto no tuvo que privarse de nada.  

Consistente con este proceso de movilidad social descendente y ajuste, más de la mitad (55%) percibe que la clase media se está achicando, vs 20% que cree que se mantiene igual y similar proporción de optimistas que ven un crecimiento (gráfico arriba). En ese marco, una primera minoría de casi 41% considera que su situación económica actual es negativa, vs casi 28% que la califica como positiva; así, el malestar acumulado en dos niveles de intensidad trepa a 72,3%. 


Finalmente, según la última encuesta nacional de Explanans (gráfico abajo), el impacto de las medidas de Milei en el bolsillo es peor que el que surge de la medición de FESC: poco menos de la mitad (casi 48%) dice estar peor que antes, casi un 24% dice que su situación no cambió y 28,3% responde estar mejor que antes, guarismo que se ubica en el mismo orden de magnitud del voto duro a LLA en 2023. En síntesis: 1) en conjunto, los datos socioeconómicos convergen en mostrar un deterioro de la clase media, atravesada por un proceso de ajuste 2) la movilidad social descendente es consistente con recortes en el consumo y una pesimista evaluación del metro cuadrado de la economía doméstica 3) esto plantea un panorama que desafía la euforia pos electoral del gobierno nacional y obliga a calibrar las razones del triunfo del pasado 26 de octubre, lo que será tema de la siguiente nota en este espacio. 


viernes, 14 de noviembre de 2025

Inflación, malestar socioeconómico e interpretación pos electoral: las últimas mediciones (nota publicada en CBA24N)

En nuestra nota de la semana pasada destacamos que desde julio de 2025 el índice de precios al consumidor (IPC) que mide el Indec se amesetó en torno al 2% y no hay desinflación desde mayo (es decir, desde hace 5 meses). Esta semana, ese organismo publicó el dato de octubre: los precios al consumidor aumentaron 2,3% en octubre de 2025 respecto de septiembre (gráfico arriba), 31,3% interanual y acumularon un alza de 24,8% los primeros 10 meses del año. Así, por tercera medición consecutiva se registra una aceleración inflacionaria. 

El pasado día 3 de noviembre, el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) publicó y difundió su Informe Económico y Social correspondiente al mes de octubre de 2025, en el cual estimó una inflación del 2,3% para ese período en nuestra provincia (gráfico arriba), es decir que el dato de Córdoba anticipó el guarismo nacional. En ese informe, el instituto destacó que esa cifra coexiste con un consumo deprimido (octubre fue el peor mes del año en ventas minoristas, con una caída del 9,5% interanual en volumen). “La persistencia inflacionaria, que difícilmente vuelva a perforar el piso del 2% mensual en lo que resta del año - considerando los aumentos previstos en tarifas de gas,  servicios públicos, prepagas y combustibles, - continuará erosionando el poder adquisitivo y restringiendo el consumo interno. El escenario económico y social de octubre 2025 confirma un cuadro de fragilidad estructural. La contracción del consumo, endeudamiento familiar y creciente dependencia de la asistencia pública dibuja un dificultoso mapa social. El respaldo electoral obtenido recientemente por el Gobierno Nacional constituye tanto una ratificación de confianza como un llamado a la responsabilidad. La sociedad ha hecho un esfuerzo significativo - incluso a costa de su propio bienestar - para evitar una nueva crisis, y sin dudas espera respuestas de racionalidad económica y principalmente, sensibilidad social”, concluyó el documento.  

Sin embargo, no es esa la lectura del oficialismo, que interpreta el 40,7% de los votos obtenidos el pasado 26 de octubre prácticamente como un cheque en blanco. El problema es que esa decodificación triunfalista puede derivar en una profundización de los problemas que reportan tanto los datos duros de las estadísticas oficiales del Indec como los datos blandos de las encuestas. Según el organismo, el uso de tarjeta de crédito o fiado por parte de los hogares para afrontar gastos creció casi 29 puntos porcentuales (pp) entre el segundo semestre de 2023 (el último de la gestión del Frente de Todos) y el primero de 2025, lo que es consistente con la pérdida de poder adquisitivo registrada desde el cambio de gobierno en diciembre de 2025. 

En la misma línea, la merma de ingresos relativos deriva en un creciente endeudamiento de los hogares (gráfico arriba): 1 de cada 4 (25,5%) tomó préstamos en general, mientras que en los segmentos más vulnerables (es decir, el estrato de ingresos bajos) se endeudó casi 1 de cada 3 familias (30,4%). 

Esa situación ajustada que muestran los datos duros del Indec es consistente con el malestar socioeconómico que arrojan los datos blandos de las encuestas recientes: según el relevamiento nacional realizado por consultora Zentrix para la Federación Económica de Santa Cruz (FESC), una primera minoría del 40,5% dice que su situación económica actual es negativa y casi 32% responde regular, lo que acumula 72,3% de malestar en dos niveles de distinta intensidad, vs casi 28% que responde que su situación económica es positiva (gráfico arriba). 

En la misma línea, según la consultora Casa Tres, 41% siente hoy que su presente económico es peor que el de sus padres, 27% percibe que es igual y la misma proporción cree que es mejor (gráfico arriba). La correspondencia es prácticamente lineal, con un pesimismo neto por encima del 40% y un optimismo por debajo del 30%.  

Así, los datos duros y blandos repasados confirman el panorama de fragilidad estructural en términos de 1) endeudamiento de los hogares y 2) percepción de la coyuntura económica actual. En conjunto, esto perfila una situación de crisis que contradice la euforia pos electoral del oficialismo. En esa línea, la última encuesta realizada por D´Alessio/IROL planteó una alerta: si bien el 45% de los votantes  se mostró feliz con el resultado de las elecciones (guarismo que se ubica en el mismo orden de magnitud del casi 41% de caudal obtenido por La Libertad Avanza más aliados el pasado 26 de octubre), el 52% manifestó malestar y, dentro de ese segmento, el 44% se declaró nada feliz (lo que se corresponde de manera exacta con el voto a Unión por la Patria en el ballotage celebrado hace casi 2 años). Es decir, de la polarización levemente asimétrica favorable al oficialismo el pasado 26 de octubre (40,7% vs 34,9% del panperonismo y aliados) que arrojó una brecha de 5,8 pp, se pasa a una polarización asimétrica desfavorable a LLA, con un saldo de -7 pp. 

jueves, 6 de noviembre de 2025

Un aval político que coexiste con la desconfianza respecto a la economía (nota publicada en CBA24N)

Un día después de la elección del pasado domingo 26 de octubre, la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) publicó el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) correspondiente a ese mes. A partir de un relevamiento realizado entre el 1 y el 14, reportó que el ICG de octubre fue de 2,10 puntos, lo que representó un aumento del 8,1% respecto del resultado de septiembre (gráfico arriba), lo que permite inferir que esa mejora benefició al oficialismo en las semanas preelectorales. Sin embargo, al mismo tiempo reportó una variación interanual negativa del 13,4%, lo que sugiere que el presidente Javier Milei llegó a la elección con una confianza debilitada respecto a la que tenía un año atrás. El ICG emplea una escala de 0 a 5, lo que dificulta hacer una trasposición directa al resultado electoral. Sin embargo, el ICG de octubre se ubicó 25,7% por debajo de octubre de 2017, durante la elección de medio término de Cambiemos (2,83), comparación pertinente dado que ambos gobiernos surgieron de un ballotage. El ICG menor al mismo mes correspondiente a la elección de medio término de Cambiemos es consistente con el menor caudal obtenido a nivel país por La Libertad Avanza/LLA (40,7%) respecto al que alcanzó aquel sello hace 8 años: 41,7%.


Profundizando el análisis, si pasamos de los indicadores políticos a los asociados a la economía, se observa que la gestión de esa área registró 44% de acuerdo vs 56% de desacuerdo según la encuesta nacional realizada por Equipo MIDE en octubre (gráfico arriba). Pese al saldo negativo de 12 puntos porcentuales (pp) y la clara tendencia descendente desde junio (con una caída de 5 pp en cuatro meses), el apoyo se ubicó en el mismo orden de magnitud del caudal obtenido por LLA el pasado domingo 26. 

En rigor, el mejor “proxy” al resultado lo aportó el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la UTDT, que alcanzó 42 puntos en octubre, 2 más que en septiembre (leve suba intermensual) y relativamente estable en términos interanuales (vs octubre de 2024), mientras que el ICG de la misma entidad reportó una caída interanual. Si bien el guarismo sugiere que el gobierno tuvo un suave envión a favor antes de la elección, el dato también se ubicó 3 pp por debajo de octubre de 2023 (mes de la primera vuelta electoral de ese año, casi al cierre de la gestión de Alberto Fernández), lo que muestra un humor social desfavorable a las decisiones de compra consistente con el consumo deprimido que caracteriza a la actual coyuntura. 

Una medición alternativa del índice de confianza del consumidor la aportó en octubre Atlas Intel: reportó una caída intermensual de 1,8 pp (de -27,5 a -29,3; gráfico abajo), profundizando la situación de pesimismo dominante. Asimismo, ese informe permite una comparación regional, que arroja que el índice de Argentina se ubicó muy por debajo de los datos de Chile, Brasil, México, Colombia y Perú. 

Una explicación recurrente del resultado del domingo 26 pasa por la variable inflación, presuponiendo que su control es un activo del gobierno nacional. Sin embargo, los datos duros de las estadísticas oficiales y los datos blandos de las encuestas obligan a matizar esa hipótesis. Recordemos que el dato oficial de la inflación tiene rezago de un mes; así, el registro publicado en octubre correspondió a septiembre. Según el Indec, el índice de precios al consumidor (IPC) alcanzó 2,1% en el mes anterior a la elección (gráfico arriba), 0,2 pp más que en agosto. Como se advierte, desde julio el IPC se amesetó en torno al 2% y no hay desinflación desde mayo pasado, lo cual al menos relativiza la hipótesis. 

En tanto, según los datos blandos de la encuesta del CIF-UTDT, la expectativa de inflación a futuro para los próximos 12 meses se ubicó en octubre en 37% (promedio de las respuestas), lo que arroja una baja de 0,6 pp respecto al mes anterior (37,6%). Así, las expectativas inflacionarias se desaceleraron levemente, pero el evolutivo también sugiere amesetamiento más que una desinflación percibida y, lo que es más importante, esperada.  En sentido contrario, la medición alternativa de Atlas Intel de octubre mostró una leve pero sostenida aceleración de la expectativa inflacionaria entre mayo pasado (6,9) y el mes de la elección (9,2): +2,3 puntos (gráfico abajo). Esto relativiza aún más la hipótesis del control de la inflación como un activo, aunque puede coexistir con la idea de que se trata de un nivel tolerable comparado con la registrada a fines de 2023. 

En síntesis, Milei llegó a la elección de medio término: 1) con un menor nivel de confianza en su gobierno que el que tenía Macri a la misma altura de su gestión 2) con un mayor pesimismo en la variable consumo que el del último mes de octubre del mandato presidencial del Frente de Todos 3) en un nivel piso de acuerdo con respecto a la gestión de la economía 4) y con un IPC amesetado en torno al 2% en el trimestre inmediato anterior, no con desinflación. En conjunto, todos los datos sugieren que el aval electoral obtenido por el oficialismo no despeja la incertidumbre económica, por lo que será clave mejorar la gestión para no diluir ese capital político y evitar el advenimiento de una nueva crisis. 


viernes, 31 de octubre de 2025

La grieta goza de buena salud: una polarización levemente asimétrica le dio el triunfo al Gobierno nacional (nota publicada en CBA24N)

Antes de la elección del pasado domingo, la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral publicó el informe “Proyección de participación y análisis del comportamiento de los oficialismos en elecciones de medio término”. En el documento, proyectaba que de acuerdo a los antecedentes históricos la afluencia se ubicaría por debajo del 70%, con lo cual sería la más baja desde el regreso de la democracia en 1983 (gráfico arriba). Aunque falta concluir el escrutinio definitivo, se estima que rondará el 68%, lo cual marca un gran acierto del estudio, y confirma que los votantes en general se sintieron poco interpelados en este turno electoral.

El informe pos electoral de Alejo Brosio ilustra con claridad el piso de afluencia que se registró el domingo pasado (gráfico arriba). La baja concurrencia es consistente con la falta de entusiasmo posterior a los resultados, lo que sugiere que se trató de una elección de votos castigos cruzados: los netamente opositores a Milei se inclinaron por el peronismo como herramienta de castigo, pero sin euforia, mientras que los antiperonistas se decantaron por La Libertad Avanza como heredera de Cambiemos, presumiblemente movilizados más en rechazo al triunfo de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires el pasado 7 de septiembre que por una adhesión fervorosa al oficialismo. 

Según el mismo informe, el promedio histórico de porcentaje de votos obtenidos por la principal fuerza opositora en las elecciones de medio término es de 30,7%. El domingo, el peronismo + aliados rondó el 35% (gráfico arriba), es decir que se ubicó nítidamente por encima de la media histórica, pero aun así la victoria favoreció al oficialismo nacional, con casi 41%. Ambos frentes tuvieron desempeños por encima de la media de las coaliciones que se enfrentaron en elecciones de medio término en los últimos 40 años, contando la elección de 1985 como la primera desde la restauración democrática.

El informe poselectoral de Barda destaca que el desempeño de LLA + aliados (fundamentalmente el PRO, columna vertebral de Cambiemos) fue el quinto más alto desde 1985 en votos en elecciones intermedias (gráfico arriba). En términos comparativos, resultó levemente inferior al de Cambiemos, que en 2017 obtuvo 41,8% de los votos. La victoria oficialista se explica, principalmente, por la resiliencia del polo antiperonista, que desde 2017 logra cruzar el umbral del 40% en las elecciones de medio término, más que por una caída del peronismo.

Si bien este año el PJ y aliados obtuvieron menos votos en valores absolutos que en 2017 (siendo oposición) y en 2021 (siendo gobierno; gráfico arriba), en términos relativos esa coalición se sostuvo competitiva en torno al 35%. Así, la victoria de LLA del domingo fue traccionada por una corriente de “voto útil” antiperonista en los últimos 10 días, que la encuesta nacional de DC Consultores pudo identificar (gráfico abajo). Eso decantó en una polarización moderadamente asimétrica: oficialismo en torno al 40% y peronismo opositor rondando el 35%, con una brecha favorable a LLA de 5,8 puntos porcentuales (la diferencia respecto a los 6,3 pp que estimaba la encuesta no resulta estadísticamente significativa).

Esa polarización también diluyó las chances competitivas del frente Provincias Unidas, que había despertado expectativas como novedad política: si bien presentó listas en 14 provincias (Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Jujuy, La Rioja, Mendoza, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santa Cruz y Tierra del Fuego), fue derrotado en 13 de ellas (incluidas cinco donde sus miembros gobiernan, como Chubut, Córdoba, Jujuy, Santa Fe y Santa Cruz) y apenas obtuvo una magra victoria en Corrientes. Nuevamente, la tercera vía no logró romper el “techo de cristal” del 10% (dos dígitos) necesarios para transformarse en un actor electoral suficientemente gravitante como para desafiar la grieta que atraviesa la política nacional desde hace casi 20 años. Por su parte, la izquierda perdió más de 300 mil votos respecto a la elección de medio término de 2021, un sensible retroceso considerando que el Frente de Izquierda de los Trabajadores-Unidad (FIT-U) se presentó como tal en más de 20 distritos. En conclusión, la foto de hoy proyecta un nuevo clásico con el peronismo vs antiperonismo como protagonistas en el turno electoral 2027: son las únicas coaliciones nacionales con volumen electoral, mientras que los demás sellos del mapa político están relegados al rol de actores de reparto.