En el post anterior insistíamos en que los cambios de tendencia en la opinión pública en las últimas encuestas obedecen al impacto de la agenda económica. Así, en el último estudio del CEOP se advierte que mientras que al inicio de la gestión presidencial de Mauricio Macri los oficialistas eran más que los opositores, el aumento de precios y los despidos empezaron a cambiar el cuadro. En ese marco, las críticas crecientes en materia de precios y tarifas vienen realimentando las percepciones de que el macrismo ha tomado medidas a favor de los sectores de más recursos en detrimento de las mayorías. Una encuesta de Ibarómetro (ya citada en este blog) fue la primera en señalar ese “sesgo clasista”: casi un 45% de los argentinos percibe que el macrismo favorece a la clase alta, muy por encima de los beneficios percibidos para las clases media y baja.
Los estudios realizados entre la comunidad de empresarios y ejecutivos argentinos desde fines de 2015 marcaban en ese público de nicho un gran optimismo para 2016, a contramano de sus pares a nivel internacional: el 42% de los empresarios locales respondía estar "muy confiado" en que incrementará los ingresos y el 65% consideró que habrá "más oportunidades de crecimiento" respecto a 2015, según la encuesta global que todos los años elabora la consultora PwC. La mejora en la percepción sobre "más oportunidades de crecimiento" tuvo una suba de 17 puntos comparada con el 2014, y los empresarios que se manifestaron "muy confiados" llevaron el porcentaje a la cifra más optimista de los últimos nueve años. En la misma línea, el Índice de Confianza Vistage, sondeo trimestral que la organización mundial de CEOs realiza desde 2006 a líderes empresarios locales, midió 103 puntos en el último trimestre de 2015. Se trataba del indicador más alto desde que se comenzó a medir en la Argentina y ubicaba a la confianza de los empresarios en su nivel pico desde 2006, con resultados que arrojaban una mejora del 15% respecto del trimestre anterior y un crecimiento por quinto trimestre consecutivo.
Si en el momento de esas mediciones el optimismo de ese nicho de la opinión pública estaba en línea con las expectativas optimistas generales (como hemos visto por estudios citados en posts anteriores), hoy el panorama cambió, al menos entre los argentinos “de a pie”. Según una encuesta telefónica sobre mil casos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, la consultora Ibarómetro determinó que el 66,1% de las personas considera negativa la realidad económica, con los siguientes matices: el 41,9% la calificó como “mala”, y el 24,9% como “muy mala” (ver arriba, click para agrandar). Esto implica que 2 de cada 3 adultos califican negativamente la situación económica en la zona metropolitana; este es un dato clave, dado que ese conglomerado, en términos electorales, implica alrededor del 34% del padrón nacional. Por contrapartida, dentro del universo del 27,7% de la muestra que se mostró satisfecho con la evolución de la economía, el 22,6% la describió como “buena” y el 5,1% como “muy buena”.
Cuando la pregunta se orienta al estado de la economía dentro de un año la expectativa muestra opiniones divididas. Mientras el 47,6% ve un panorama negativo, el 45% cree que la actividad se mantendrá bien o mejorará (es decir que el pesimismo supera por apenas 2,6 puntos porcentuales al optimismo, una diferencia estadísticamente no significativa). El primer grupo se divide entre un 30,2% que evalúa que la economía “empeorará” y el 17,4% que afirma que seguirá “igual de mal”. En la misma proporción, dentro del segmento positivo, el 36,7% dice que la coyuntura mejorará y sólo el 8,3% habla que estará “igual de bien”. En cuanto a la situación personal, el 49,2% se ve a sí mismo mal o muy mal económicamente, en tanto que el 45,1% se observa en un buen o muy buen estado: aquí, el pesimismo se impone por 4,1 puntos porcentuales, una diferencia ya significativa. Al indagar sobre las perspectivas para los próximos 12 meses, se invierte la ecuación por un estrecho margen. El 44,4% de la población encuestada respondió que se imagina estar “igual de bien” o mejor, mientras que el 43,3% proyecta estar en iguales condiciones negativas, o aun peor (una diferencia de 1,1 puntos porcentuales entre optimismo y pesimismo, estadísticamente no significativa). Sin embargo, los distintos indicadores que dan cuenta de las percepciones generales sobre la economía confirman las tendencias desfavorables del mes anterior y comienzan a configurar un escenario de percepción de crisis que implica un cambio cualitativo respecto a lo que se venía percibiendo hasta ahora. Profundizaremos en esta línea interpretativa en los próximos posts.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
martes, 29 de marzo de 2016
domingo, 27 de marzo de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
La evolución de los objetos
Inteligencia artificial. Tres cerebros piensan mejor que uno. Velador e inodoro “smarts”, ejemplos de inteligencia artificial aplicada a objetos del hogar para facilitar la vida del usuario.
Por Norman Berra / Especial
El especialista Frank Gillett, de la consultora Forrester Research, plantea que “los avances tecnológicos implican repensar las cosas. No todo tiene que ver necesariamente con crear algo nuevo”.
http://www.lavoz.com.ar/tecno/la-evolucion-de-los-objetos?cx_level=interesante
miércoles, 23 de marzo de 2016
Análisis de los 100 días de Macri en la presidencia (3)
En el post anterior veíamos que las encuestas de Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM) y Poliarquía mostraban los índices de aprobación más altos (en torno del 70%) para Macri y que, en sentido contrario, Management & Fit reportaba uno mucho más estricto: 47,2% de aprobación, contra 39,1% de desaprobación y un 13,7% que no se define ni a favor ni en contra. Se trata de diferencias no menores, que nuestro promedio del 62,3% corrige parcialmente, puesto que son dos mediciones en “pico” contra una en “piso”. El panorama entre esas puntas varía mucho, puesto que en torno al 70% podríamos hablar de un consenso holgado, mientras que con menos del 50% como señala M&F el presidente Mauricio Macri ya estaría dentro de la “zona de riesgo” de Morris.
Una medición más reciente del CEOP coincide con esta línea de percepciones más críticas de la gestión nacional. La encuesta realizada por la consultora Centro de Estudios de Opinión Pública (dirigida por Roberto Bacman), sobre una muestra nacional de 1.000 personas por vía telefónica que respeta las proporciones por edad, sexo y nivel socioeconómico arroja que se consideran oficialistas el 35,5% de los argentinos (una caída de 10 puntos desde diciembre de 2015, cuando esa respuesta trepaba al 45%), y que en ese 35% sólo un 15% se puede considerar "núcleo duro" (es decir, adherentes a casi todo lo que hace el presidente Macri). Estos guarismos implican que hoy los simpatizantes están en un orden de magnitud similar al porcentaje de votos que obtuvo Macri en la primera vuelta presidencial de octubre de 2015 (algo más de 34%).
Por contrapartida, se definen como opositores el 45,3% de los consultados, segmento que crece 8 puntos porcentuales y se muestra más duro que los simpatizantes con el oficialismo. “En el medio de ambos segmentos transitan los pragmáticos independientes. Representan aproximadamente a 2 de cada 10 argentinos. No son kirchneristas ni antikirchneristas, ni macristas ni antimacristas; de alguna manera se han constituido en el fiel de la balanza, dado que en la segunda vuelta se volcaron más a Cambiemos que al FpV, y así le permitieron a Mauricio Macri convertirse en presidente”, apunta Bacman. Como hemos planteado en estudios anteriores, el modo en que decante este segmento será el que inclinará la balanza en sentido favorable o desfavorable a Macri en los próximos meses.
Pasando a la opinión sobre la gestión del gobierno de Macri, el 49,4% opina bien o muy bien y 49,2% por ciento opina mal o muy mal (ver arriba). Es decir, surge un panorama polarizado similar al resultado de la segunda vuelta del 22 de noviembre de 2015, con apenas matices, dado que Macri obtuvo en ese ballotage 51,34% y Daniel Scioli 48,66%, guarismos respecto a los cuales la diferencia con la variable imagen que arroja esta encuesta no es estadísticamente significativa. Nuevamente, los que opinan muy mal (el “núcleo duro”) duplica a los que opinan muy bien. En términos evolutivos, el bien o muy bien viene bajando y el mal o muy mal subió 10 puntos en dos meses. Pasando a la imagen individual de Macri, Bacman hace la siguiente evaluación: “La imagen positiva del presidente posee una leve tendencia a la baja. Cuando asumió su imagen se ubicaba en el eje del 60%, con un saldo neto positivo (diferencia entre imagen positiva y negativa) de algo más de 20 puntos. A lo largo de estos 100 días no fue tanto lo que descendió su imagen positiva (al igual que un mes atrás, se ubica en el eje del 54%), sino el aumento de su imagen negativa: de 36 a 44%, lo que remata en un saldo neto positivo de 9,2 puntos, prácticamente la mitad de lo que lograba en su asunción”. Así, esta encuesta arroja una imagen de Macri como dirigente un poco mejor que la de su gestión, ya que supera el umbral “crítico” de Morris del 50% (ver abajo).
Como venimos planteando en este blog, la clave para entender la tendencia declinante que arrojan estos estudios pasa por la agenda económica: antes, los oficialistas eran más que los opositores, pero el aumento de precios y los despidos empezaron a cambiar el cuadro. En esa línea, también crecieron las críticas en materia de precios y tarifas y se afirmaron las percepciones (ya marcadas en encuestas anteriores, como la de Ibarómetro que citamos oportunamente) en el sentido de que el macrismo ha tomado medidas a favor de los sectores de más recursos en detrimento de las mayorías. “En la Argentina de hoy, la frase ´es la economía, estúpido´, sintetiza el desafío de la actual gestión: casi el 85 por ciento de los argentinos están insatisfechos con las medidas implementadas por el gobierno para controlar la inflación. Y este dato duro está presente hace más de un mes. Se le puede agregar que, al mismo tiempo, más del 65% está sumamente preocupado por el aumento desmedido de las tarifas eléctricas”, explica Bacman.
Una medición más reciente del CEOP coincide con esta línea de percepciones más críticas de la gestión nacional. La encuesta realizada por la consultora Centro de Estudios de Opinión Pública (dirigida por Roberto Bacman), sobre una muestra nacional de 1.000 personas por vía telefónica que respeta las proporciones por edad, sexo y nivel socioeconómico arroja que se consideran oficialistas el 35,5% de los argentinos (una caída de 10 puntos desde diciembre de 2015, cuando esa respuesta trepaba al 45%), y que en ese 35% sólo un 15% se puede considerar "núcleo duro" (es decir, adherentes a casi todo lo que hace el presidente Macri). Estos guarismos implican que hoy los simpatizantes están en un orden de magnitud similar al porcentaje de votos que obtuvo Macri en la primera vuelta presidencial de octubre de 2015 (algo más de 34%).
Por contrapartida, se definen como opositores el 45,3% de los consultados, segmento que crece 8 puntos porcentuales y se muestra más duro que los simpatizantes con el oficialismo. “En el medio de ambos segmentos transitan los pragmáticos independientes. Representan aproximadamente a 2 de cada 10 argentinos. No son kirchneristas ni antikirchneristas, ni macristas ni antimacristas; de alguna manera se han constituido en el fiel de la balanza, dado que en la segunda vuelta se volcaron más a Cambiemos que al FpV, y así le permitieron a Mauricio Macri convertirse en presidente”, apunta Bacman. Como hemos planteado en estudios anteriores, el modo en que decante este segmento será el que inclinará la balanza en sentido favorable o desfavorable a Macri en los próximos meses.
Pasando a la opinión sobre la gestión del gobierno de Macri, el 49,4% opina bien o muy bien y 49,2% por ciento opina mal o muy mal (ver arriba). Es decir, surge un panorama polarizado similar al resultado de la segunda vuelta del 22 de noviembre de 2015, con apenas matices, dado que Macri obtuvo en ese ballotage 51,34% y Daniel Scioli 48,66%, guarismos respecto a los cuales la diferencia con la variable imagen que arroja esta encuesta no es estadísticamente significativa. Nuevamente, los que opinan muy mal (el “núcleo duro”) duplica a los que opinan muy bien. En términos evolutivos, el bien o muy bien viene bajando y el mal o muy mal subió 10 puntos en dos meses. Pasando a la imagen individual de Macri, Bacman hace la siguiente evaluación: “La imagen positiva del presidente posee una leve tendencia a la baja. Cuando asumió su imagen se ubicaba en el eje del 60%, con un saldo neto positivo (diferencia entre imagen positiva y negativa) de algo más de 20 puntos. A lo largo de estos 100 días no fue tanto lo que descendió su imagen positiva (al igual que un mes atrás, se ubica en el eje del 54%), sino el aumento de su imagen negativa: de 36 a 44%, lo que remata en un saldo neto positivo de 9,2 puntos, prácticamente la mitad de lo que lograba en su asunción”. Así, esta encuesta arroja una imagen de Macri como dirigente un poco mejor que la de su gestión, ya que supera el umbral “crítico” de Morris del 50% (ver abajo).
Como venimos planteando en este blog, la clave para entender la tendencia declinante que arrojan estos estudios pasa por la agenda económica: antes, los oficialistas eran más que los opositores, pero el aumento de precios y los despidos empezaron a cambiar el cuadro. En esa línea, también crecieron las críticas en materia de precios y tarifas y se afirmaron las percepciones (ya marcadas en encuestas anteriores, como la de Ibarómetro que citamos oportunamente) en el sentido de que el macrismo ha tomado medidas a favor de los sectores de más recursos en detrimento de las mayorías. “En la Argentina de hoy, la frase ´es la economía, estúpido´, sintetiza el desafío de la actual gestión: casi el 85 por ciento de los argentinos están insatisfechos con las medidas implementadas por el gobierno para controlar la inflación. Y este dato duro está presente hace más de un mes. Se le puede agregar que, al mismo tiempo, más del 65% está sumamente preocupado por el aumento desmedido de las tarifas eléctricas”, explica Bacman.
lunes, 21 de marzo de 2016
Análisis de los 100 días de Macri en la presidencia (2)
En la entrada anterior hablábamos de un descenso en la imagen del presidente Mauricio Macri asimilable a un soft-landing (aterrizaje suave) más que una caída en picada. Haciendo un promedio de tres mediciones (estudios de Ricardo Rouvier, CEOP e Ibarómetro), la imagen positiva rondaba los 57 puntos (56,8%), con lo cual el presidente se ubica por encima del 50% crítico (nivel por debajo del cual, citamos antes en este post, entraría en la “zona de riesgo” de Morris). Un promedio de las negativas daba por resultado casi 38 puntos (37,8%). En los últimos días, otras consultoras (aparte de las ya citadas en los posts recientes) dieron a conocer sus propias mediciones, que es pertinente repasar para completar el panorama. Veamos:
El mejor panorama para Macri es el que arroja la última encuesta de Poliarquía (ver datos arriba). En ella, el 69% de los encuestados considera que está "aprobada" la gestión del Presidente, mientras que el 29% opina lo contrario. Sin embargo, pese al respaldo mayoritario al nuevo gobierno, los encuestados sostienen que el país no atraviesa el mejor presente. El 43% cree que la situación general de la Argentina es "regular", el 30% califica a la coyuntura como "negativa" y mientras que otro 26% afirma que es "positiva". La mirada a largo plazo, sin embargo, genera más esperanza (al contrario que en estudios citados antes): el 64% de los entrevistados cree que la situación mejorará, el 10% sostiene que seguirá igual y el 23% advierte que empeorará. El crédito a futuro se repite también ante la consulta por la capacidad de gestionar del Gobierno. El 66% de los encuestados cree que Cambiemos "sabe cómo resolver los problemas del país, pero necesita tiempo", mientras que el 24% considera que "no sabe cómo resolver los problemas" de la Argentina. El consultor Eduardo Fidanza lo resume así: “Casi el 70% aprueba la gestión de Macri; la imagen del presidente también es alta: más de dos tercios de la población tienen buena opinión acerca de él. Prevalece la creencia de que la situación del país es regular o mala. Sin embargo, a la hora de mirar el futuro, la mayoría de los argentinos es optimista".
Por su parte, las consultoras Aresco y Haime & Asociados coinciden en situar el apoyo a Macri en el orden del 54. El titular de Aresco, Federico Aurelio, evaluó que “las medidas de gobierno que afectaron las tarifas, el incremento de la inflación que generó la devaluación y otros factores que han afectado el bolsillo era esperable que iban a generar un mayor desacuerdo que acuerdo. Sin embargo, el tiempo de espera y expectativas que la sociedad le da al gobierno en el inicio de gestión permite paliar este desacuerdo y el 54% de los argentinos valora positivamente la gestión del gobierno de Mauricio Macri". En la misma línea, Hugo Haime apuntó que “por ahora, un 54% opina bien de Macri. Disminuyó desde diciembre, pero le da espaldas para tomar decisiones. A fines de marzo, comienzos de abril, será buen momento para saber si los indicadores se mantienen o continúan disminuyendo".
A su turno, Enrique Zuleta Puceiro, de Opinión Publica Servicios y Mercados (OPSM), destacó que el porcentaje de apoyos a la gestión de Macri es del 70,9% frente a un 27,4% de rechazos. En el caso de la variable imagen, el panorama es menos favorable al oficialismo: “cuando preguntamos a los encuestados por la gestión del presidente Macri, un 52,1% manifiesta posiciones positivas, un 23,3% regulares y un 20,6% negativas. Yo diría que hay una esperanza preocupada. Por supuesto que pesa la sensación de desconcierto, desarticulación interna, que exhibe el peronismo y la virtual desaparición de cualquier otra alternativa". En el caso de Management & Fit, el escenario es mucho más estricto. Comparada con las demás mediciones, esa la única que está mostrando una estabilidad en la aprobación del gobierno nacional; además, las mediciones de esa consultora nunca coincidieron con los índices elevados de sus colegas. El último estudio de M&F arroja 47,2% de aprobación, contra 39,1% de desaprobación y un 13,7% que no se define ni a favor ni en contra. En este caso, Macri está dentro de la “zona de riesgo” de Morris, puesto que perfora el 50% de acompañamiento. En resumen, si tomamos las tres mediciones de imagen (Aresco, Haime y OPSM), tenemos un promedio de 53,3% de positiva, algo por debajo del promedio del 57% que estimamos antes (la diferencia no puede considerarse estadísticamente significativa, ya que es muy cercana al margen de error muestral). Aquí, Macri escapa, aunque le sobra poco, de la "zona de riesgo" de Morris. En cambio, si pasamos a la variable apoyo o aprobación, el promedio de las tres encuestas citadas (OPSM, Poliarquía y M&F) arroja un 62,3% de acompañamiento, un panorama más holgado.
El mejor panorama para Macri es el que arroja la última encuesta de Poliarquía (ver datos arriba). En ella, el 69% de los encuestados considera que está "aprobada" la gestión del Presidente, mientras que el 29% opina lo contrario. Sin embargo, pese al respaldo mayoritario al nuevo gobierno, los encuestados sostienen que el país no atraviesa el mejor presente. El 43% cree que la situación general de la Argentina es "regular", el 30% califica a la coyuntura como "negativa" y mientras que otro 26% afirma que es "positiva". La mirada a largo plazo, sin embargo, genera más esperanza (al contrario que en estudios citados antes): el 64% de los entrevistados cree que la situación mejorará, el 10% sostiene que seguirá igual y el 23% advierte que empeorará. El crédito a futuro se repite también ante la consulta por la capacidad de gestionar del Gobierno. El 66% de los encuestados cree que Cambiemos "sabe cómo resolver los problemas del país, pero necesita tiempo", mientras que el 24% considera que "no sabe cómo resolver los problemas" de la Argentina. El consultor Eduardo Fidanza lo resume así: “Casi el 70% aprueba la gestión de Macri; la imagen del presidente también es alta: más de dos tercios de la población tienen buena opinión acerca de él. Prevalece la creencia de que la situación del país es regular o mala. Sin embargo, a la hora de mirar el futuro, la mayoría de los argentinos es optimista".
Por su parte, las consultoras Aresco y Haime & Asociados coinciden en situar el apoyo a Macri en el orden del 54. El titular de Aresco, Federico Aurelio, evaluó que “las medidas de gobierno que afectaron las tarifas, el incremento de la inflación que generó la devaluación y otros factores que han afectado el bolsillo era esperable que iban a generar un mayor desacuerdo que acuerdo. Sin embargo, el tiempo de espera y expectativas que la sociedad le da al gobierno en el inicio de gestión permite paliar este desacuerdo y el 54% de los argentinos valora positivamente la gestión del gobierno de Mauricio Macri". En la misma línea, Hugo Haime apuntó que “por ahora, un 54% opina bien de Macri. Disminuyó desde diciembre, pero le da espaldas para tomar decisiones. A fines de marzo, comienzos de abril, será buen momento para saber si los indicadores se mantienen o continúan disminuyendo".
A su turno, Enrique Zuleta Puceiro, de Opinión Publica Servicios y Mercados (OPSM), destacó que el porcentaje de apoyos a la gestión de Macri es del 70,9% frente a un 27,4% de rechazos. En el caso de la variable imagen, el panorama es menos favorable al oficialismo: “cuando preguntamos a los encuestados por la gestión del presidente Macri, un 52,1% manifiesta posiciones positivas, un 23,3% regulares y un 20,6% negativas. Yo diría que hay una esperanza preocupada. Por supuesto que pesa la sensación de desconcierto, desarticulación interna, que exhibe el peronismo y la virtual desaparición de cualquier otra alternativa". En el caso de Management & Fit, el escenario es mucho más estricto. Comparada con las demás mediciones, esa la única que está mostrando una estabilidad en la aprobación del gobierno nacional; además, las mediciones de esa consultora nunca coincidieron con los índices elevados de sus colegas. El último estudio de M&F arroja 47,2% de aprobación, contra 39,1% de desaprobación y un 13,7% que no se define ni a favor ni en contra. En este caso, Macri está dentro de la “zona de riesgo” de Morris, puesto que perfora el 50% de acompañamiento. En resumen, si tomamos las tres mediciones de imagen (Aresco, Haime y OPSM), tenemos un promedio de 53,3% de positiva, algo por debajo del promedio del 57% que estimamos antes (la diferencia no puede considerarse estadísticamente significativa, ya que es muy cercana al margen de error muestral). Aquí, Macri escapa, aunque le sobra poco, de la "zona de riesgo" de Morris. En cambio, si pasamos a la variable apoyo o aprobación, el promedio de las tres encuestas citadas (OPSM, Poliarquía y M&F) arroja un 62,3% de acompañamiento, un panorama más holgado.
domingo, 20 de marzo de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Yendo de la cama al parking
Soluciones extraordinarias. Cama antisísmica y hormigón superabsorbente, dos ejemplos que prueban que en materia de diseño y materiales de construcción aún hay espacio para la innovación.
http://www.lavoz.com.ar/casa-diseno/yendo-de-la-cama-al-parking?cx_level=interesante
miércoles, 16 de marzo de 2016
martes, 15 de marzo de 2016
De “Macrix recargado” al “efecto sinceramiento” (3): convergencia de variables
El “efecto sinceramiento” al que venimos aludiendo en las entradas recientes todavía se da más en el plano de las expectativas que en la evaluación de imagen y aprobación presidencial de Mauricio Macri. El ciclo funciona aproximadamente de esta manera: con posterioridad al ballotage del 22-N, vimos una escalada en las expectativas positivas de fin de año que traccionó las opiniones favorables al nuevo presidente en órdenes de magnitud por encima del guarismo obtenido en la segunda vuelta (51,34%). Así, la imagen positiva se ubicaba por arriba del 60% en la mayoría de las encuestas en diciembre de 2015, con posterioridad a su asunción al cargo. Esas evaluaciones positivas se mantuvieron, con algún matiz, en el mes de enero de 2016.
Ahora, en el plano de las percepciones a futuro ya se advierte en varias mediciones que el pesimismo supera al optimismo: el 47,1% de "sentimientos negativos" contra 44,3% de sentimientos “positivos” en la encuesta de Ibarómetro, el 40,2% que cree que la economía del país estará "peor o mucho peor" (contra 35% cree que estará "mejor o mucho mejor"), el 39% que cree que su economía personal estará "peor o mucho peor" (contra el 26,2% cree que su economía personal estará "mejor o mucho mejor") y el 62,3% cree que los aumentos salariales de este año "no superarán la inflación", contra un 15,8% que considera que "sí" lo harán, dimensiones que mide la encuesta de Management & Fit. Una línea descendente también se advierte en el estudio más reciente de Poliarquía, según el cual las expectativas positivas del futuro del país bajan 6 puntos porcentuales, ubicándose en 63% (en este caso, aún en terreno positivo); el índice de optimismo ciudadano desciende 33 puntos y se sitúa en +7; el índice de confianza del consumidor cae 15,6% y vuelve a los valores de diciembre de 2014, y aumentan las expectativas de alta inflación para los próximos tres meses (un 32% considera que los precios subirán "mucho"). Más allá de los matices entre mediciones, surge un hilo conductor en el cual se advierte una transición desde el pensamiento desiderativo hacia una mirada más “realista” y permeada por una coyuntura económica difícil; de ahí que hablemos de “efecto sinceramiento”.
En este marco, el panorama que nos devuelve febrero no es el de un desplome de la imagen de Macri, pues las evaluaciones positivas, en general, siguen siendo superiores a las negativas (ver datos arriba). Veamos: según la consultora CEOP (de Roberto Bacman), la imagen positiva alcanzó 54% en febrero de 2016, lo que marca un descenso de 10 puntos respecto a la medición de diciembre de 2015. Según ese estudio, la negativa trepó al 41% en febrero pasado, lo que marcaría que toda la merma de imagen favorable se fue a la desfavorable. En la encuesta de Rouvier y Asociados, la positiva alcanza 60,5% (con una baja de 10,8 puntos porcentuales comparada con diciembre) y la negativa 35% (con una suba de 9 puntos porcentuales). En tanto, en el estudio de Ibarómetro las opiniones positivas llegan al 55,9% (con una merma de 9,7 puntos porcentuales respecto a la encuesta anterior) y las negativas al 37,6% (crecen 12,3 puntos porcentuales).
En síntesis, el descenso que vemos en la imagen de Macri es más bien un soft-landing (aterrizaje suave) que una caída en picada. Si hacemos un promedio de esas tres mediciones, la imagen positiva ronda los 57 puntos (56,8%), con lo cual el presidente se ubica por encima del 50% crítico (nivel por debajo del cual, citamos antes en este post, entraría en la “zona de riesgo” de Morris). Si hacemos un promedio de las negativas, obtenemos casi 38 puntos (37,8%). Otro dato notable es que la merma en imagen positiva decanta en los tres casos en un aumento correlativo de la negativa (con exactitud aritmética en el estudio de Rouvier y con aproximaciones en las otras dos mediciones). Esto confirma que hay un arrastre relativo, no lineal, entre la caída de las expectativas, donde en muchas dimensiones ya se advierten más pesimistas que optimistas, y el descenso en imagen, donde el saldo todavía sigue siendo favorable a Macri.
Ahora, en el plano de las percepciones a futuro ya se advierte en varias mediciones que el pesimismo supera al optimismo: el 47,1% de "sentimientos negativos" contra 44,3% de sentimientos “positivos” en la encuesta de Ibarómetro, el 40,2% que cree que la economía del país estará "peor o mucho peor" (contra 35% cree que estará "mejor o mucho mejor"), el 39% que cree que su economía personal estará "peor o mucho peor" (contra el 26,2% cree que su economía personal estará "mejor o mucho mejor") y el 62,3% cree que los aumentos salariales de este año "no superarán la inflación", contra un 15,8% que considera que "sí" lo harán, dimensiones que mide la encuesta de Management & Fit. Una línea descendente también se advierte en el estudio más reciente de Poliarquía, según el cual las expectativas positivas del futuro del país bajan 6 puntos porcentuales, ubicándose en 63% (en este caso, aún en terreno positivo); el índice de optimismo ciudadano desciende 33 puntos y se sitúa en +7; el índice de confianza del consumidor cae 15,6% y vuelve a los valores de diciembre de 2014, y aumentan las expectativas de alta inflación para los próximos tres meses (un 32% considera que los precios subirán "mucho"). Más allá de los matices entre mediciones, surge un hilo conductor en el cual se advierte una transición desde el pensamiento desiderativo hacia una mirada más “realista” y permeada por una coyuntura económica difícil; de ahí que hablemos de “efecto sinceramiento”.
En este marco, el panorama que nos devuelve febrero no es el de un desplome de la imagen de Macri, pues las evaluaciones positivas, en general, siguen siendo superiores a las negativas (ver datos arriba). Veamos: según la consultora CEOP (de Roberto Bacman), la imagen positiva alcanzó 54% en febrero de 2016, lo que marca un descenso de 10 puntos respecto a la medición de diciembre de 2015. Según ese estudio, la negativa trepó al 41% en febrero pasado, lo que marcaría que toda la merma de imagen favorable se fue a la desfavorable. En la encuesta de Rouvier y Asociados, la positiva alcanza 60,5% (con una baja de 10,8 puntos porcentuales comparada con diciembre) y la negativa 35% (con una suba de 9 puntos porcentuales). En tanto, en el estudio de Ibarómetro las opiniones positivas llegan al 55,9% (con una merma de 9,7 puntos porcentuales respecto a la encuesta anterior) y las negativas al 37,6% (crecen 12,3 puntos porcentuales).
En síntesis, el descenso que vemos en la imagen de Macri es más bien un soft-landing (aterrizaje suave) que una caída en picada. Si hacemos un promedio de esas tres mediciones, la imagen positiva ronda los 57 puntos (56,8%), con lo cual el presidente se ubica por encima del 50% crítico (nivel por debajo del cual, citamos antes en este post, entraría en la “zona de riesgo” de Morris). Si hacemos un promedio de las negativas, obtenemos casi 38 puntos (37,8%). Otro dato notable es que la merma en imagen positiva decanta en los tres casos en un aumento correlativo de la negativa (con exactitud aritmética en el estudio de Rouvier y con aproximaciones en las otras dos mediciones). Esto confirma que hay un arrastre relativo, no lineal, entre la caída de las expectativas, donde en muchas dimensiones ya se advierten más pesimistas que optimistas, y el descenso en imagen, donde el saldo todavía sigue siendo favorable a Macri.
lunes, 14 de marzo de 2016
Entrevista publicada en suple Tendencias de La Voz
“Me gana la practicidad de la chata”
Valor agregado. Martín Amengual (h) considera que hoy el desafío es entender el potencial de la tecnología y cómo usarla para sumar valor. En cuatro ruedas, se inclina por las camionetas. Su casa muestra un estilo minimalista en interiores y en exteriores.
Por Norman Berra / Especial
Con 37 años a cuestas, Martín Amengual ya lleva 14 en Corbis Global, estudio de arquitectura, ingeniería y arte digital que fundó y que hoy suministra diversas herramientas a firmas en todo el mundo. “Proveemos servicios orientados a la industria de la construcción, principalmente arquitectura e ingeniería; luego, ampliamos a visualización, y recientemente sumamos desarrollo de software”, apunta. La historia de Corbis puede resumirse rápido en algunos hitos: un primer boom con un crecimiento de 100 por ciento anual durante cuatro años; después, la crisis financiera mundial, que los puso a prueba y los obligó a buscar nuevos mercados. “Empezó Dubai y luego siguió Australia. Eso nos convirtió en un verdadero jugador global”, destaca el ejecutivo.
http://www.lavoz.com.ar/personajes/me-gana-la-practicidad-de-la-chata
domingo, 13 de marzo de 2016
Nota publicada en suple Tendencias de La Voz
Sumergiendo hoteles
Para el asombro. Un mix de hotel y submarino: esta síntesis entre arquitectura y tecnología prueba que la construcción puede afrontar desafíos futuristas.
Por Norman Berra / Especial
Una construcción futurista sobre el suelo marino: el Planet Ocean Underwater Hotel ha recibido la patente de Estados Unidos y la aprobación como el primer verdadero hotel submarino del mundo. Así, los clientes del establecimiento que contará con 12 habitaciones podrán disfrutar de una vista panorámica única de la vida marina a 8,5 metros de profundidad.
http://www.lavoz.com.ar/casa-diseno/sumergiendo-hoteles?cx_level=interesante
viernes, 11 de marzo de 2016
De “Macrix recargado” al “efecto sinceramiento” (2): convergencia de variables
Decíamos en la entrada anterior que en enero de 2016 el panorama de la opinión pública arrojaba una divergencia entre la confianza en el gobierno (plano político) y la confianza en el consumo (plano económico), ya que las variables aparecían relativamente desconectadas. Concluíamos que la experiencia histórica enseña que esa bifurcación no puede prolongarse indefinidamente en el tiempo, como confirman mediciones más recientes que vienen mostrando una progresiva convergencia y sinceramiento hacia la baja de los indicadores de gestión y expectativas del gobierno nacional. La primera alerta en esa línea había aparecido en el estudio realizado por el CEOP al cumplirse los primeros 60 días del nuevo gobierno: allí, por primera vez los insatisfechos con la gestión del presidente Mauricio Macri superaban a los satisfechos: 49% contra 48%. Si bien la diferencia no era estadísticamente significativa, ese empate técnico con tufillo negativo angostaba el consenso ya exiguo que había mostrando antes una encuesta de Management & Fit.
La segunda alerta la había marcado una encuesta de Ibarómetro que también citamos oportunamente en este blog: allí, una indagación en las percepciones sobre el futuro del país arrojaba que un 47,1% tenía "sentimientos negativos", contra 44,3% que tenía sentimientos “positivos”; así, los pesimistas superan en casi 3 puntos a los optimistas. Nuevamente, la diferencia es estadísticamente no significativa, pero se confirma la tendencia hacia el cambio de signo, y el contraste con diciembre de 2015 es particularmente ilustrativo, ya que ese mes la relación era 37,9% (una suba del pesimismo de 9,2 puntos porcentuales) y 59,4% para el optimismo (cayó 15,1 puntos porcentuales). El “sinceramiento” que lleva adelante el gobierno, escribíamos entonces, parece estar permeando en el estado de ánimo, lo que insinuaba el fin de la “luna de miel”. Profundizando en las emociones con que se identificaban los argentinos ante la pregunta "¿Qué sentimiento le inspira el futuro del país?", un 22,1% sentía incertidumbre, 20% temor, 2,6% resignación y 2,4% indiferencia (un acumulado del 47,1%). Entre los optimistas –44,3%–, la esperanza era el sentimiento que se imponía, con 33,4%, seguido muy por detrás por entusiasmo (6,3%) y tranquilidad (4,6%). Podía apreciarse ahí el peso residual de lo que venimos llamando “pensamiento desiderativo” dentro de quienes mantenían un estado anímico positivo.
Este empeoramiento relativo es confirmado por estudios más recientes. A propósito de su última encuesta, el consultor Hugo Haime evaluó que “el clima social cambió, la bronca y el desánimo hoy superan a la esperanza”, aunque también aclaró que los números están “lejos de la marcada negatividad registrada durante los últimos cuatro años”. Gran parte de este cambio en el estado de ánimo pasa por el impacto de la agenda económica, dado que entre los temas que más preocupan, la inflación sigue ocupando el primer lugar, con expectativas de que llegue al 45% este año. “Sólo cuatro de cada diez (42%) personas piensa que el gobierno está tomando medidas para combatir a la inflación y algo más de cinco (53%) piensan que no lo está haciendo”, indica el informe de Haime. El especialista plantea que en la aprobación las medidas del Gobierno, las vinculadas con lo económico y lo social tienen un saldo negativo, a diferencia de otras medidas de carácter más estrictamente político, lo que confirma una relativa divergencia residual, con fecha de vencimiento cada vez más próxima. En palabras del consultor Federico Aurelio (Aresco), "hay una preocupación creciente por la situación económica y lo más importante es cómo el Gobierno logra dar tranquilidad (…)"En lo que es imagen, todavía tiene la protección del tiempo lógico que la gente le da a un gobierno nuevo, pero no es ilimitado. Y en expectativas está por abajo de lo normal para un gobierno que inicia su gestión”.
El impacto de la agenda económica queda también puesto de manifiesto por el más reciente estudio de Management & Fit difundido a fines de febrero, a partir de 2.000 casos relevados entre el 11 y el 15 del mes pasado, en todo el país. En ese estudio, el 35% cree que la economía del país estará "mejor o mucho mejor" en los próximos meses. El 40,2% cree que estará "peor o mucho peor". Es decir que los pesimistas superan a los optimistas por 5 puntos porcentuales, una diferencia que ya es estadísticamente significativa (a diferencia de los 3 puntos o menos de los estudios citados antes). Además, el 26,2% cree que su economía personal estará "mejor o mucho mejor" en los próximos meses, contra un 39% que cree que estará "peor o mucho peor": aquí la diferencia entre pesimistas y optimistas es aún más abultada, de 12,8%, es decir casi 13 puntos porcentuales. Y, también pertinente, un 62,3% cree que los aumentos salariales de este año "no superarán la inflación", contra un 15,8% que considera que "sí" lo harán. En síntesis, en la medida en que la agenda económica va permeando la política, se puede conjeturar que habrá una convergencia entre los indicadores de confianza de consumo que ya venían en caída desde enero y aquellos de confianza en el gobierno que aún se mostraban relativamente robustos.
La segunda alerta la había marcado una encuesta de Ibarómetro que también citamos oportunamente en este blog: allí, una indagación en las percepciones sobre el futuro del país arrojaba que un 47,1% tenía "sentimientos negativos", contra 44,3% que tenía sentimientos “positivos”; así, los pesimistas superan en casi 3 puntos a los optimistas. Nuevamente, la diferencia es estadísticamente no significativa, pero se confirma la tendencia hacia el cambio de signo, y el contraste con diciembre de 2015 es particularmente ilustrativo, ya que ese mes la relación era 37,9% (una suba del pesimismo de 9,2 puntos porcentuales) y 59,4% para el optimismo (cayó 15,1 puntos porcentuales). El “sinceramiento” que lleva adelante el gobierno, escribíamos entonces, parece estar permeando en el estado de ánimo, lo que insinuaba el fin de la “luna de miel”. Profundizando en las emociones con que se identificaban los argentinos ante la pregunta "¿Qué sentimiento le inspira el futuro del país?", un 22,1% sentía incertidumbre, 20% temor, 2,6% resignación y 2,4% indiferencia (un acumulado del 47,1%). Entre los optimistas –44,3%–, la esperanza era el sentimiento que se imponía, con 33,4%, seguido muy por detrás por entusiasmo (6,3%) y tranquilidad (4,6%). Podía apreciarse ahí el peso residual de lo que venimos llamando “pensamiento desiderativo” dentro de quienes mantenían un estado anímico positivo.
Este empeoramiento relativo es confirmado por estudios más recientes. A propósito de su última encuesta, el consultor Hugo Haime evaluó que “el clima social cambió, la bronca y el desánimo hoy superan a la esperanza”, aunque también aclaró que los números están “lejos de la marcada negatividad registrada durante los últimos cuatro años”. Gran parte de este cambio en el estado de ánimo pasa por el impacto de la agenda económica, dado que entre los temas que más preocupan, la inflación sigue ocupando el primer lugar, con expectativas de que llegue al 45% este año. “Sólo cuatro de cada diez (42%) personas piensa que el gobierno está tomando medidas para combatir a la inflación y algo más de cinco (53%) piensan que no lo está haciendo”, indica el informe de Haime. El especialista plantea que en la aprobación las medidas del Gobierno, las vinculadas con lo económico y lo social tienen un saldo negativo, a diferencia de otras medidas de carácter más estrictamente político, lo que confirma una relativa divergencia residual, con fecha de vencimiento cada vez más próxima. En palabras del consultor Federico Aurelio (Aresco), "hay una preocupación creciente por la situación económica y lo más importante es cómo el Gobierno logra dar tranquilidad (…)"En lo que es imagen, todavía tiene la protección del tiempo lógico que la gente le da a un gobierno nuevo, pero no es ilimitado. Y en expectativas está por abajo de lo normal para un gobierno que inicia su gestión”.
El impacto de la agenda económica queda también puesto de manifiesto por el más reciente estudio de Management & Fit difundido a fines de febrero, a partir de 2.000 casos relevados entre el 11 y el 15 del mes pasado, en todo el país. En ese estudio, el 35% cree que la economía del país estará "mejor o mucho mejor" en los próximos meses. El 40,2% cree que estará "peor o mucho peor". Es decir que los pesimistas superan a los optimistas por 5 puntos porcentuales, una diferencia que ya es estadísticamente significativa (a diferencia de los 3 puntos o menos de los estudios citados antes). Además, el 26,2% cree que su economía personal estará "mejor o mucho mejor" en los próximos meses, contra un 39% que cree que estará "peor o mucho peor": aquí la diferencia entre pesimistas y optimistas es aún más abultada, de 12,8%, es decir casi 13 puntos porcentuales. Y, también pertinente, un 62,3% cree que los aumentos salariales de este año "no superarán la inflación", contra un 15,8% que considera que "sí" lo harán. En síntesis, en la medida en que la agenda económica va permeando la política, se puede conjeturar que habrá una convergencia entre los indicadores de confianza de consumo que ya venían en caída desde enero y aquellos de confianza en el gobierno que aún se mostraban relativamente robustos.
martes, 8 de marzo de 2016
De “Macrix recargado” al “efecto sinceramiento” (1): convergencia de variables
Uno de los ejes discursivos por los que transita la gestión nacional de Mauricio Macri pasa por un “sinceramiento”, entendido como corrección y revisión de los excesos “populistas” del kirchnerismo. Sin dudas, una parte sustancial del electorado coincide con ese eje e integra lo que podría llamar el “núcleo duro” de apoyo al gobierno PRO/Cambiemos. Por otro lado, el concepto de sinceramiento también aplica al ajuste de expectativas y calificación/imagen de gestión que sobreviene cuando se acerca el fin de lo que se conoce como la “luna de miel”, ese período de duración variable (en torno a los primeros 100 días) donde una nueva administración disfruta de un cierto “estado de gracia” en la opinión pública.
Los dos primeros meses de la nueva gestión presentaron características consistentes con ese “estado de gracia”: veíamos así a un "Macrix recargado", con alta expectativa y evaluación de imagen, sostenidos sobre todo por el cambio de signo político, correlacionado con un estilo de gestión diferente del anterior. A fines de enero, esto se plasmaba en datos como que el 62% de los argentinos decía confiar en el nuevo gobierno, según el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) realizado por la Universidad Di Tella junto a la consultora Poliarquía, sobre la base de una encuesta a 1.200 personas de 40 localidades del país- comprende las valoraciones de los consultados en cinco factores que se puntúan del 0 al 5. Ese mes, el indicador presentó un aumento notable, que atribuyó a las expectativas que genera un cambio de Gobierno. El indicador se ubicó en 62,8%, lo que representó un crecimiento del 75% en comparación con diciembre y de 71% con enero de 2015.
Ese dato implicó el segundo mayor salto interanual registrado en el indicador desde que comenzó la medición, en 2002 (plena crisis). La mayor variación histórica se dio en mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, ocasión en la cual alcanzó 158%, mientras que la marca lograda por Macri en enero no se alcanzaba desde marzo de 2004 (cuando el presidente Néstor Kirchner cumplía 9 meses en el poder). En enero de 2016, el atributo del gobierno presidido por Macri que más adhesión consiguió en la opinión pública fue la capacidad de resolver problemas (3,72), seguido de la honestidad (3,26). En tercer lugar quedó la evaluación general de gobierno (3,01). Le siguió el interés general (2,99). Sin embargo, al mismo tiempo otro indicador de confianza, el del consumidor, mostraba un dato divergente: caía 1,6% respecto del mes de diciembre de 2015, según el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella. Ese indicador mide las expectativas de la gente en cuanto a la compra de bienes y servicios. El relevamiento en cuestión se efectuó entre el 5 y el 13 de enero. Juan José Cruces, director del Centro, detalló que "entre los subíndices que componen el ICC, los subíndices de Bienes Durables e Inmuebles y de Situación Personal registran bajas de 7% y de 0,5%, respectivamente, mientras que el subíndice de Situación Macroeconómica sube 0,2%”.
Cruces agregaba que "la confianza de los consumidores cae para el sector de los encuestados con mayores ingresos, mientras que sube para el sector con menores recursos”. Por el contrario, el humor de las familias según el lugar de residencia mostraba un cambio a tono con el resultado de los comicios nacionales: en el desagregado regional y respecto al mes anterior, el componente que mide las perspectivas macroeconómicas de corto plazo repuntaba 6,5% para la Capital Federal y 4,1% para la región del Gran Buenos Aires, mientras que declinaba 3,2% para el interior del País. En tanto, el componente que mide las perspectivas macroeconómicas a mediano plazo caía 7,3% en el Interior del país, mientras que aumentaba 1,7% en el GBA y 0,3% en la Capital. En síntesis, el panorama en enero arrojaba una divergencia entre la confianza en el gobierno (plano político) y la confianza en el consumo (plano económico): las variables aparecían relativamente desconectadas, como el jardín de los senderos que se bifurcan borgeano. Sin embargo, la experiencia histórica enseña que esa bifurcación no puede prolongarse indefinidamente en el tiempo; en ese marco, mediciones más recientes vienen mostrando una progresiva convergencia (incluso con cierto arrastre relativo) y un sinceramiento hacia la baja de los indicadores de gestión y expectativas del gobierno nacional.
Los dos primeros meses de la nueva gestión presentaron características consistentes con ese “estado de gracia”: veíamos así a un "Macrix recargado", con alta expectativa y evaluación de imagen, sostenidos sobre todo por el cambio de signo político, correlacionado con un estilo de gestión diferente del anterior. A fines de enero, esto se plasmaba en datos como que el 62% de los argentinos decía confiar en el nuevo gobierno, según el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) realizado por la Universidad Di Tella junto a la consultora Poliarquía, sobre la base de una encuesta a 1.200 personas de 40 localidades del país- comprende las valoraciones de los consultados en cinco factores que se puntúan del 0 al 5. Ese mes, el indicador presentó un aumento notable, que atribuyó a las expectativas que genera un cambio de Gobierno. El indicador se ubicó en 62,8%, lo que representó un crecimiento del 75% en comparación con diciembre y de 71% con enero de 2015.
Ese dato implicó el segundo mayor salto interanual registrado en el indicador desde que comenzó la medición, en 2002 (plena crisis). La mayor variación histórica se dio en mayo de 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, ocasión en la cual alcanzó 158%, mientras que la marca lograda por Macri en enero no se alcanzaba desde marzo de 2004 (cuando el presidente Néstor Kirchner cumplía 9 meses en el poder). En enero de 2016, el atributo del gobierno presidido por Macri que más adhesión consiguió en la opinión pública fue la capacidad de resolver problemas (3,72), seguido de la honestidad (3,26). En tercer lugar quedó la evaluación general de gobierno (3,01). Le siguió el interés general (2,99). Sin embargo, al mismo tiempo otro indicador de confianza, el del consumidor, mostraba un dato divergente: caía 1,6% respecto del mes de diciembre de 2015, según el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella. Ese indicador mide las expectativas de la gente en cuanto a la compra de bienes y servicios. El relevamiento en cuestión se efectuó entre el 5 y el 13 de enero. Juan José Cruces, director del Centro, detalló que "entre los subíndices que componen el ICC, los subíndices de Bienes Durables e Inmuebles y de Situación Personal registran bajas de 7% y de 0,5%, respectivamente, mientras que el subíndice de Situación Macroeconómica sube 0,2%”.
Cruces agregaba que "la confianza de los consumidores cae para el sector de los encuestados con mayores ingresos, mientras que sube para el sector con menores recursos”. Por el contrario, el humor de las familias según el lugar de residencia mostraba un cambio a tono con el resultado de los comicios nacionales: en el desagregado regional y respecto al mes anterior, el componente que mide las perspectivas macroeconómicas de corto plazo repuntaba 6,5% para la Capital Federal y 4,1% para la región del Gran Buenos Aires, mientras que declinaba 3,2% para el interior del País. En tanto, el componente que mide las perspectivas macroeconómicas a mediano plazo caía 7,3% en el Interior del país, mientras que aumentaba 1,7% en el GBA y 0,3% en la Capital. En síntesis, el panorama en enero arrojaba una divergencia entre la confianza en el gobierno (plano político) y la confianza en el consumo (plano económico): las variables aparecían relativamente desconectadas, como el jardín de los senderos que se bifurcan borgeano. Sin embargo, la experiencia histórica enseña que esa bifurcación no puede prolongarse indefinidamente en el tiempo; en ese marco, mediciones más recientes vienen mostrando una progresiva convergencia (incluso con cierto arrastre relativo) y un sinceramiento hacia la baja de los indicadores de gestión y expectativas del gobierno nacional.
sábado, 5 de marzo de 2016
Nota publicada en suplemento Tendencias
Celebrando el género femenino
Gravitantes. Las mujeres cobran cada vez más protagonismo en el consumo y las decisiones cotidianas, tanto a nivel global como local. Preferencias y datos clave.
Por Norman Berra / Especial
El próximo 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, fecha que amerita revisar algunas tendencias que dan cuenta de su rol social y su vínculo con los rubros que abarca Tendencias y otros afines. Veamos:
http://www.lavoz.com.ar/tecno/celebrando-el-genero-femenino?cx_level=interesante
viernes, 4 de marzo de 2016
La gravitación del componente clasista (3)
“Si los hombres definen las situaciones como reales, estas son reales en su consecuencias", reza el teorema de Thomas (insuperable en su formulación, que combina sociología con psicología social). Efectivamente, existe una alta probabilidad de que las definiciones del kirchnerismo y del macrismo que surgen de la encuesta de Ibarómetro respecto a cuáles son las clases sociales más favorecidas por los programas políticos de esas fuerzas hayan gravitado en el comportamiento electoral de estos últimos años y que, por ejemplo, la condición percibida de “jamón del sándwich” por parte de la clase media haya inclinado su voto en un sentido más favorable al cambio que a la continuidad. Sin embargo, pese a la fuerza indudable de las percepciones, la virtud de los datos estructurales es superar el terreno de la percepción y las creencias acerca de a qué clases sociales favorece más un gobierno (y, por implicancia, cuáles son las clases relegadas en cuando a beneficios) por un análisis empírico de los movimientos verificados en el plano de la estructuración de los niveles socioeconómicos durante una gestión o varias.
Así, como vimos, la comparación con el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja durante esos 8 años de gobiernos kirchneristas. La clase media típica (C3) creció del 24% que registraba en 2006 (presidencia de Néstor Kirchner) hasta el 30% a fines de 2015 (cierre de la gestión de CFK), es decir 6 puntos porcentuales. En sentido contrario, la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24 en 2006 al 19% en 2015, esto es, se achicó 5 puntos porcentuales. En la medida en que la clase alta top (ABC1) apenas varió en 9 años (pasó del 6% en 2006 al 5% en 2015) y lo mismo se percibe en la media alta (C2, pasó del 14% en 2006 al 15% en 2015) y la media baja (D1, varió del 32% en 2006 al 31% en 2015), la lectura este período arroja que la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa.
Así, contrastando esos datos estadísticamente robustos (recordemos que la información correspondiente al año 2006 surge del estudio de la Asociación Argentina de Marketing/AAM, en tanto que los del 2015 fueron obtenidos a partir de 9.310 casos relevados de manera domiciliaria en una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos) con las percepciones de a qué clase social favoreció el kirchnerismo, diríamos que la creencia de que favoreció a la clase baja está bien orientada (39,5% de las respuestas mencionan esa opción), en la medida en que parte de la baja pudo subir a la media. En cambio, la creencia de que el kirchnerismo favoreció más a la clase alta (27,1%) que a la media (18,1%) no encuentra sustento en los datos, ya que los niveles alto y medio alto no registran variaciones estadísticamente significativas mientras que, al contrario, la clase media creció y se consolidó.
La movilidad social ascendente que arrojan estos datos es la que alimenta el relato K en referencia a la “década ganada”. Asimismo, el contraste que el discurso kirchnerista hace con la “herencia recibida” en el 2003 alimenta la autosuficiencia del discurso del FPV (que tanto irrita en términos político-electorales a los sectores que le dieron la espalda en las elecciones del 2015). Si tratamos de superar las percepciones para apoyarnos en los datos duros que le subyacen, mirar la pirámide de niveles socioeconómicos del país que recibió el kirchnerismo en 2003 (a fines de mayo de ese año se iniciaba el mandato presidencial de Néstor Kirchner) obliga a una prudencia en el análisis, toda vez que los parámetros que entonces utilizaba la AAM para estructurar esos niveles eran diferentes de los actuales, lo cual implica ciertos matices a la hora del “empalme” o comparación de los datos. Hecha esta salvedad, eso no oculta que el país del 2002 mostraba sin dudas un panorama de crisis social, contra el cual la Argentina del 2015 gana en la comparación: ese año, el nivel alto alcanzaba al 10% del total (el doble de “ricos” que el año pasado, con un 5% de ABC1), el medio alto otro 10% (contra 15% del C2 en el 2015), el medio típico 10% (un tercio del 30% de C3 del año pasado), un 30% de bajo superior (contra un 31% de D1 el año pasado; aquí la variación sería mínima) y un 40% de bajo inferior y marginales (contra un 19% de D2-E el año pasado). Contra la foto del 2002, el balance del 2015 es, más allá de matices de empalme estadístico y metodológico, sin dudas mejor.
Así, como vimos, la comparación con el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja durante esos 8 años de gobiernos kirchneristas. La clase media típica (C3) creció del 24% que registraba en 2006 (presidencia de Néstor Kirchner) hasta el 30% a fines de 2015 (cierre de la gestión de CFK), es decir 6 puntos porcentuales. En sentido contrario, la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24 en 2006 al 19% en 2015, esto es, se achicó 5 puntos porcentuales. En la medida en que la clase alta top (ABC1) apenas varió en 9 años (pasó del 6% en 2006 al 5% en 2015) y lo mismo se percibe en la media alta (C2, pasó del 14% en 2006 al 15% en 2015) y la media baja (D1, varió del 32% en 2006 al 31% en 2015), la lectura este período arroja que la pirámide del NSE a nivel nacional acusa un proceso de movilidad social ascendente, con crecimiento de la clase media y reducción de la pobreza, de lo que resulta una menor polarización social relativa.
Así, contrastando esos datos estadísticamente robustos (recordemos que la información correspondiente al año 2006 surge del estudio de la Asociación Argentina de Marketing/AAM, en tanto que los del 2015 fueron obtenidos a partir de 9.310 casos relevados de manera domiciliaria en una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos) con las percepciones de a qué clase social favoreció el kirchnerismo, diríamos que la creencia de que favoreció a la clase baja está bien orientada (39,5% de las respuestas mencionan esa opción), en la medida en que parte de la baja pudo subir a la media. En cambio, la creencia de que el kirchnerismo favoreció más a la clase alta (27,1%) que a la media (18,1%) no encuentra sustento en los datos, ya que los niveles alto y medio alto no registran variaciones estadísticamente significativas mientras que, al contrario, la clase media creció y se consolidó.
La movilidad social ascendente que arrojan estos datos es la que alimenta el relato K en referencia a la “década ganada”. Asimismo, el contraste que el discurso kirchnerista hace con la “herencia recibida” en el 2003 alimenta la autosuficiencia del discurso del FPV (que tanto irrita en términos político-electorales a los sectores que le dieron la espalda en las elecciones del 2015). Si tratamos de superar las percepciones para apoyarnos en los datos duros que le subyacen, mirar la pirámide de niveles socioeconómicos del país que recibió el kirchnerismo en 2003 (a fines de mayo de ese año se iniciaba el mandato presidencial de Néstor Kirchner) obliga a una prudencia en el análisis, toda vez que los parámetros que entonces utilizaba la AAM para estructurar esos niveles eran diferentes de los actuales, lo cual implica ciertos matices a la hora del “empalme” o comparación de los datos. Hecha esta salvedad, eso no oculta que el país del 2002 mostraba sin dudas un panorama de crisis social, contra el cual la Argentina del 2015 gana en la comparación: ese año, el nivel alto alcanzaba al 10% del total (el doble de “ricos” que el año pasado, con un 5% de ABC1), el medio alto otro 10% (contra 15% del C2 en el 2015), el medio típico 10% (un tercio del 30% de C3 del año pasado), un 30% de bajo superior (contra un 31% de D1 el año pasado; aquí la variación sería mínima) y un 40% de bajo inferior y marginales (contra un 19% de D2-E el año pasado). Contra la foto del 2002, el balance del 2015 es, más allá de matices de empalme estadístico y metodológico, sin dudas mejor.
martes, 1 de marzo de 2016
La gravitación del componente clasista (2)
Los analistas de Ibarómetro hacen la siguiente lectura respecto al dato de que casi un 45% de los argentinos percibe que el macrismo favorece a la clase alta. “A lo largo de su inteligente y disciplinada campaña, el PRO había suavizado los prejuicios que lo sobrevuelan desde su origen: el sesgo de clase de su staff y de sus políticas. El deterioro del entorno económico y sociolaboral vuelve a debilitar el aspecto social del PRO; tal es así que de las cuatro cláusulas del contrato electoral sólo ´reducción de pobreza´ suscita una evaluación deficitaria. Por el momento, extendidas percepciones negativas del entorno económico no son incompatibles con una buena evaluación del Gobierno, pero si tales preocupaciones se acentuaran comenzarán a lesionar la imagen del gobierno y sobre todo impactarán sobre su identidad y posicionamiento. Mediante una audaz virilidad decisionista, el PRO evaporó en un mes los fantasmas de la gobernabilidad pero mientras tanto descuidó y alimentó las caracterizaciones que lo señalan como un ´Gobierno de ricos para ricos´(…) La economía tiene intermitencias, pero la identidad de un Gobierno se graba en el imaginario de manera menos oscilante. En la orientación percibida de su hoja de ruta reside el principal desafío del nuevo Gobierno".
Vale la pena enfocar cómo aquella percepción tiene matices, según se acompañe o no la gestión del gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri: entre quienes la aprueban, el 51% cree que el macrismo favorece a la clase media, 19% que favorece a la clase alta y 15% que favorece a la baja (15% no sabe o no contesta). De aquí se infiere que los “guiños” o medidas que el presidente Mauricio Macri apunte a ese segmento serán vitales para morigerar el “sesgo hacia las clases acomodadas” del 45% que se percibe a nivel general, dado que entre quienes desaprueban la gestión Macri esa tendencia está cerca de la unanimidad: 87% percibe que el macrismo favorece a la clase alta, contra sólo 4% que lo ve a favor de la media y 5% que lo percibe favorable a la clase baja (4% se refugia en la respuesta no sabe/no contesta). En este marco, que el propio ministro de Trabajo de la Nación Jorge Triaca haya admitido que con la modificación del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias anunciada por Macri habrá más personas que tendrán que pagar el impuesto (también reconoció que los cambios introducidos fueron "insuficientes") augura tensiones que el presidente tendrá que administrar y procesar cuidadosamente si no quiere menguar su actual nivel de apoyo o, peor aún, erosionar una porción significativa de la base electoral que lo acompañó en el ballotage del 22-N.
Asimismo, es relevante enfocar cómo opera la percepción respecto del kirchnerismo. Citábamos en la entrada anterior que casi el 40% percibía que el FPV favorecía a la clase baja, 27% que beneficiaba a la alta y apenas 18% a la clase media. Esta percepción general es bien diferente a la del macrismo, cuyo impacto clasista percibido encuentra un pico en la alta y va desciendo conforme bajamos en el nivel socioeconómico considerado. En el kirchnerismo, la curva tiene forma de “U” asimétrica, con pico en la clase baja, y la clase media queda como “jamón del sandwich”, por usar una metáfora frecuente. A la hora de los matices según se avale o no la gestión del actual gobierno nacional, entre quienes aprueban, el 39% cree que el kirchnerismo favorece a la clase alta, 28% que favorece a la clase baja y sólo 14% que favorece a la media (19% no sabe o no contesta). En cambio, entre quienes desaprueban la gestión de Macri (por implicancia, se puede presumir entre ellos cierta cercanía al FPV), el 63% percibe que el kirchnerismo favorece a la clase baja, marcando así un claro sesgo “popular” (11% de ellos creen que favorece a la clase alta, 22% que beneficia a la media y 4% no sabe o no contesta).
Está claro que en todos estos casos estamos en el terreno de la percepción, es decir, de las creencias acerca de a qué clases sociales favorece más un gobierno (y, por implicancia, cuáles son las clases relegadas en cuanto a beneficios). Ahora bien, existen posibilidades metodológicas de medir el impacto de una gestión en términos de estructuración de la pirámide de niveles socioeconómicos, como hemos visto ya en este blog en post anteriores, de los que vale la pena recuperar datos clave. La comparación con el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja durante esos 8 años de gobiernos kirchneristas. El dato surge del evolutivo que muestra la clase media típica (C3) creciendo del 24% que registraba en 2006 (presidencia de Néstor Kirchner) hasta el 30% a fines de 2015 (cierre de la gestión de CFK), mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24 en 2006 al 19% en 2015. La información correspondiente al año 2006 surge del estudio de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), en tanto que los del 2015 fueron obtenidos a partir de 9.310 casos relevados de manera domiciliaria en una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos, con un error muestral de +-1% (ver gráfico arriba; click para agrandar). Así, este dato “no perceptivo” (no se construye a partir de las creencias, sino de variables estructurales) confirma una movilidad ascendente favorable a las clases media y baja durante la era K.
Vale la pena enfocar cómo aquella percepción tiene matices, según se acompañe o no la gestión del gobierno nacional encabezado por Mauricio Macri: entre quienes la aprueban, el 51% cree que el macrismo favorece a la clase media, 19% que favorece a la clase alta y 15% que favorece a la baja (15% no sabe o no contesta). De aquí se infiere que los “guiños” o medidas que el presidente Mauricio Macri apunte a ese segmento serán vitales para morigerar el “sesgo hacia las clases acomodadas” del 45% que se percibe a nivel general, dado que entre quienes desaprueban la gestión Macri esa tendencia está cerca de la unanimidad: 87% percibe que el macrismo favorece a la clase alta, contra sólo 4% que lo ve a favor de la media y 5% que lo percibe favorable a la clase baja (4% se refugia en la respuesta no sabe/no contesta). En este marco, que el propio ministro de Trabajo de la Nación Jorge Triaca haya admitido que con la modificación del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias anunciada por Macri habrá más personas que tendrán que pagar el impuesto (también reconoció que los cambios introducidos fueron "insuficientes") augura tensiones que el presidente tendrá que administrar y procesar cuidadosamente si no quiere menguar su actual nivel de apoyo o, peor aún, erosionar una porción significativa de la base electoral que lo acompañó en el ballotage del 22-N.
Asimismo, es relevante enfocar cómo opera la percepción respecto del kirchnerismo. Citábamos en la entrada anterior que casi el 40% percibía que el FPV favorecía a la clase baja, 27% que beneficiaba a la alta y apenas 18% a la clase media. Esta percepción general es bien diferente a la del macrismo, cuyo impacto clasista percibido encuentra un pico en la alta y va desciendo conforme bajamos en el nivel socioeconómico considerado. En el kirchnerismo, la curva tiene forma de “U” asimétrica, con pico en la clase baja, y la clase media queda como “jamón del sandwich”, por usar una metáfora frecuente. A la hora de los matices según se avale o no la gestión del actual gobierno nacional, entre quienes aprueban, el 39% cree que el kirchnerismo favorece a la clase alta, 28% que favorece a la clase baja y sólo 14% que favorece a la media (19% no sabe o no contesta). En cambio, entre quienes desaprueban la gestión de Macri (por implicancia, se puede presumir entre ellos cierta cercanía al FPV), el 63% percibe que el kirchnerismo favorece a la clase baja, marcando así un claro sesgo “popular” (11% de ellos creen que favorece a la clase alta, 22% que beneficia a la media y 4% no sabe o no contesta).
Está claro que en todos estos casos estamos en el terreno de la percepción, es decir, de las creencias acerca de a qué clases sociales favorece más un gobierno (y, por implicancia, cuáles son las clases relegadas en cuanto a beneficios). Ahora bien, existen posibilidades metodológicas de medir el impacto de una gestión en términos de estructuración de la pirámide de niveles socioeconómicos, como hemos visto ya en este blog en post anteriores, de los que vale la pena recuperar datos clave. La comparación con el año 2006 (cuando la Asociación Argentina de Marketing renovó el índice de nivel socioeconómico, NSE) y el año 2015 arroja un neto crecimiento de la clase media y una reducción de la clase baja durante esos 8 años de gobiernos kirchneristas. El dato surge del evolutivo que muestra la clase media típica (C3) creciendo del 24% que registraba en 2006 (presidencia de Néstor Kirchner) hasta el 30% a fines de 2015 (cierre de la gestión de CFK), mientras que la sumatoria de las clases baja y marginal (D2 + E) pasó del 24 en 2006 al 19% en 2015. La información correspondiente al año 2006 surge del estudio de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), en tanto que los del 2015 fueron obtenidos a partir de 9.310 casos relevados de manera domiciliaria en una encuesta de alcance nacional realizada por la consultora Delfos, con un error muestral de +-1% (ver gráfico arriba; click para agrandar). Así, este dato “no perceptivo” (no se construye a partir de las creencias, sino de variables estructurales) confirma una movilidad ascendente favorable a las clases media y baja durante la era K.
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