Hacia fines de 2013, una encuesta de
Ipsos reflejaba que la figura de Cristina Kirchner, aun desgastada, seguía en
valores relativamente elevados de aprobación de gestión (49%) y de imagen
positiva (46%). Al mismo tiempo, Luis Costa, director de la consultora,
evaluaba que claramente ese capital político no se había transferido a los
candidatos oficialistas en octubre ni tampoco se contagiaba a sus ministros: “Como ha sucedido siempre, el kirchnerismo
se ha sostenido tradicional y únicamente en la figura de Néstor y Cristina
Kirchner, sin lograr derramar algo de su imagen positiva a sus funcionarios o
candidatos, algo muy evidente en la reciente elección”.
Otra conclusión que Costa extraía de
estos datos era que la Presidenta había “blindado” a su ser de cualquier
inconveniente y dejado expuesto al resto de su rotativo equipo. Así, para el
consultor ese escepticismo se traducía en que eran más los que creían que Axel
Kicillof no podría resolver los problemas más graves de la economía del país
(46%) y los que desconfiaban de que Capitanich podía ser un buen jefe de
Gabinete” (42%). “En la misma encuesta en
donde todavía quieren a la Presidenta, rechazan a sus nuevos ministros: esto es
kirchnerismo puro”, reflexionaba el consultor.
Costa planteaba también que ese equilibrio se quebraba cuando la Presidenta salía
de escena -algo que efectivamente sucedió durante un período inéditamente largo
en estos meses- pero, al parecer, subyacía en el proceso una mecánica en la que
las nuevas caras del oficialismo (Capitanich y Kicillof, centralmente) quedaban
confinadas al rol de fusibles de una gestión. Así, la oxigenación que podían
aportar preservando a la figura presidencial del desgaste cotidiano se
articulaba con un techo muy bajo para su propio despliegue como dirigentes alternativos (aunque subordinados funcionalmente a la presidenta).
En estos días, un informe de Opinión Pública Servicios y
Mercados (OPSM) reportó que el 74% no apoya la gestión de Cristina Kirchner; pese a ello, por otro lado aumentó la confianza en el Gabinete. De acuerdo a la consultora dirigida por
Enrique Zuleta Puceiro, las críticas al rumbo económico van en línea con
el descenso de la imagen de la presidenta Cristina Kirchner: el 51% tiene
una opinión negativa de su desempeño (un empeoramiento respecto de enero
pasado). El hallazgo de este estudio es que, a contrapelo de la profundización del desgaste presidencial, tanto el jefe de Gabinete, Jorge
Capitanich como el ministro de Economía, Axel Kicillof sumaron confianza
en el último mes entre los ciudadanos (dato: el estudio de campo se realizó entre el 10 y el 14 de febrero). “Después
de autorizar la compra de dólares y modificar el índice de inflación del
Gobierno, el ministro pasó de tener 25% a 32% de aprobación en el último mes, mientras
que el jefe de Gabinete subió el apoyo de 33% a 38% entre enero y febrero”,
indica el informe.
Martín Girardi. 3año CUP Turno Mañana
ResponderEliminarLas encuestas de imagen, intención de voto y otras mediciones sobre la presidenta Cristina Fernández presentaron muchas fluctuaciones a lo largo de sus años de mandato. Con picos muy altos al momento de las elecciones ganadas (2007 y 2011), y con momentos críticos y de rechazo de gestión por ejemplo cuando se dio el conflicto con el campo por las retenciones móviles (resolución 125).
Pero entre estos hitos que marcaron cambios en los resultados, uno me llamó más la atención: hay quienes le atribuyen la victoria de CFK en las elecciones de 2011 al revuelo que generó la muerte de Néstor Kirchner (27/10/2010). Si bien es cierto que dicho suceso provocó un gran repunte en la imagen de la presidenta, no se le puede atribuir el desenlace de una elección. Lo cierto es que las encuestas en ese momento ya mostraban una leve mejoría en la imagen de Cristina Fernández: tras pasar por su nivel más bajo en julio de 2008 en momentos del conflicto con el campo, la reactivación económica en 2009 y los festejos del bicentenario del país en 2010 comenzaron a predecir lo que sucedería en 2011, cuando el Frente Para la Victoria ganó con el 54% de los votos. Las encuestas, al sólo mostrar resultados y estar basadas generalmente en preguntas cerradas, quizás no demostraban antes del fallecimiento de Néstor Kirchner cuestiones que estaban presentes en la sociedad, pero que aún no habían salido a la luz. Este tipo de datos se pueden averiguar mediante preguntas abiertas (donde el encuestado pueda responder libremente) y/o mediante otro tipo de mediciones más profundas, es decir con métodos cualitativos, que puedan mostrar más allá de lo que pueda medir una encuesta en un momento determinado. Es decir, a mi criterio, sin duda el deceso de Néstor significó el trampolín para que esas cuestiones del pensamiento y se trasladen a la acción. Quizás se activó una especie de efecto de espiral del silencio, en el cual había muchas personas que no se atrevían a demostrar su apoyo a la presidenta, pero que sí se reveló incluso tiempo antes de hacerse efectivo en las urnas.
Al día de hoy, la imagen de Cristina Fernández se puede decir que está desgastada, pero la espiral del silencio puede que se vea reflejada esta vez no con la figura de la presidenta, sino con el partido del FPV. De cara a las elecciones de 2015, Sergio Massa encaraba como sólido ganador en las encuestas, bastante por arriba de Daniel Scioli. Pero este último remontó los resultados (y hasta incluso puede que esté a la cabeza) gracias a una gran estrategia: continuidad + cambio, es decir, continuidad de un partido ya formado, organizado y con estructura política a nivel nacional, pero con la corrección de aquellas medidas del actual gobierno con los que ya el pueblo no está de acuerdo. La cuestión es que a medida que pasan los días y Scioli se sustenta en esta base, va ganando más y más adeptos que volverían a apostar en la ideología, pero que habían perdido confianza sobre todo con el último mandato de CFK. De todas maneras, de aquí a las elecciones de 2015, se viene (en términos que aprendí en este blog) una auténtica horse race, en la cual es difícil predecir un resultado y donde cada paso puede ser determinante.
A. Gracias por tu aporte, Martín, saludos!
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