martes, 2 de septiembre de 2014

Precandidaturas y modelos de voto (3)

En la entrada anterior decíamos que hay dos modelos de voto a favor del argumento de Julio Burdman de que los partidos son elementos fuertemente determinantes del voto (Columbia y Michigan, para simplificar), pero que también existen otros dos modelos contrarios al mismo. En un enriquecedor intercambio de opiniones con Burdman sobre este punto, el politólogo planteó lo siguiente: “Sin dudas, hay varios marcos de análisis electoral, y diferentes motores del voto. Uno siempre termina simplificando un poco cuando escribe una columna. Yo enfatizo el aspecto territorial, porque la nacionalización de la oferta parece ser un requisito en un país extenso y políticamente federal como el nuestro. Candidatos metropolitanos sin buenas alianzas provinciales, en Argentina no han funcionado. Ojo, algún día las cosas pueden cambiar. Pero todavía no veo por qué ese día será en 2015. Por eso, por ahora, prefiero ser conservador y creer que los "partidos", o lo que sea que tengamos acá y que responda a esa idea, serán otra vez las claves de la elección presidencial”.

En sustancia, el argumento de Burdman es favorable a los determinantes más estructurales del voto (por eso desarrollamos dos enfoques afines a ese planteo, dado que tanto Michigan como Columbia coinciden en que las campañas políticas no tienen una influencia significativa en el voto; no consideran el entorno político como una variable independiente y dan un papel acotado a los factores de corto plazo). Sin embargo, el politólogo le atribuye a los sondeos enfocados en los (pre) candidatos no oficializados un rol interesante en términos de posicionamiento: “las encuestas que quieren construir la grilla mucho antes que los partidos, también forman parte de la comunidad política, y están dirigidas a los propios políticos. A impresionarlos. Los votantes no decidieron su voto, y falta mucho para que lo hagan. Los que ahora tienen que decidir son los políticos de las provincias y municipios. Si ellos creen que Macri, Massa y/o Scioli son el futuro presidencial argentino, van a buscar hacer alianzas con ellos. Y entonces, los tres dirigentes populares sin partido van a obtener el respaldo territorial necesario para montar una candidatura, y serán reales candidatos a la presidencia. Así es como funciona el mecanismo causal más poderoso de la política y la economía: la profecía autorrealizadora”.

Este punto de vista es muy interesante, no sólo porque se articula con el teorema de Thomas (“si los hombres definen las situaciones como reales, entonces son reales en sus consecuencias”, uno de los axiomas sociológicos más "psicológicos" que existen, si se entiende) sino porque permite vincular el rol y significatividad de las encuestas a cuerpos de teorías más recientes en la literatura sobre el modelo del voto. Una de ellas, desarrollada principalmente entre los ´60 y los ´80, trabaja con una perspectiva de votante "racional", en el cual el voto es analizado como una toma de decisión (en este sentido, no "determinada" por su pertenencia a grupos sociales o por sus actitudes previas). Según este modelo, los factores que intervienen son las posibilidades de elegir, la información, la incertidumbre y el modo en que los votantes relacionan su voto con el de los demás y con la labor del gobierno; en este enfoque, la comunicación y la información que proporcionan los medios y los candidatos durante la campaña tienen mayor protagonismo que en los dos modelos precedentes (y, por eso mismo, hacen disminuir la gravitación de los partidos, ya sea que se los entienda en los términos de la tradición sociológica de Columbia o en los de la conexión psicológica de Michigan). Anthony Downs, uno de los referentes de esta corriente, propone que el votante reconoce su propio interés, evalúa las alternativas en función de cuál le servirá mejor ese interés y vota por la alternativa que evalúa como más favorable. Este autor sugiere que en el proceso de toma de decisión el elector adquiere la información que considera necesaria y la interpreta. 

Otras variantes del modelo consideran que el votante es un consumidor informado que elige entre distintos “productos” (electorales o políticos) dentro de la oferta (política) disponible, comparando racionalmente las alternativas. Esto presupone una cierta diferenciación entre las alternativas disponibles, lo que permite que los electores ejerciten su reflexión selectiva. Adviértase que estos enfoques articulan bien con la idea de que posicionar a ciertos candidatos en la oferta electoral incrementa sus chances de ser elegidos (concepto que subyace al planteo de Burdman). Es decir, que las encuestas digan que Scioli, Massa y Macri "son" los protagonistas (los candidatos con más "intención de voto") contribuiría a crear un “efecto de realidad” persuasivo, en el marco del cual la influencia de los medios y la comunicación de “campaña permanente” podría imponerse a la fuerza de los partidos. 

Finalmente, un cuarto modelo de voto, también reciente en la literatura (desarrollado a partir de los ´70) es el que propone la espiral del silencio. Este modelo comparte con el anterior la consideración de que los medios de comunicación pueden tener un gran protagonismo e influencia en el elector, pero discrepa del enfoque individualista que presupone aquél, remarcando en cambio la presión social del entorno como factor clave (lo que la acerca parcialmente a la perspectiva sociológica de Columbia). Según esta teoría, una clave del proceso de formación de la opinión pública es el temor al aislamiento: en la medida en que la gente tiende a arroparse en el clima de opinión dominante, cada uno de nosotros experimenta una presión grupal hacia la conformidad, lo que condiciona nuestro comportamiento. Este modelo considera que los medios de comunicación pueden crear clima de opinión a través de la consonancia, omnipresencia y acumulación, y así conseguir tanto efectos directos e indirectos, como manifiestos y latentes, cognitivos y persuasivos, a corto y largo plazo. Al favorecer ciertas posiciones en detrimento de otras, los medios crean la impresión de que ciertas opiniones son dominantes, con lo que en cierta medida estas quedan revestidas como la versión “correcta” de la realidad, en tanto que las versiones alternativas quedan confinadas como expresiones minoritarias o son directamente silenciadas. Nuevamente, vemos que esta teoría articula bien con la idea de que la consonancia de las encuestas en posicionar a la tríada Scioli-Massa-Macri al tope de las encuestas puede (potencialmente, no de manera determinista) terminar por producir efectivamente eso como resultado electoral en un futuro. 

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