Aun con matices entre ellas, las opiniones de Carlos Fara y Artemio López coinciden en diferenciarse de las expresadas por otros especialistas de consulta habitual en opinión pública. En primer término, ninguno de los dos cree que el caso Nisman sea una bisagra, al contrario de lo que planteó tempranamente Mariel Fornoni, directora de Management & Fit: "Va a haber un antes y un después de la muerte de Nisman. Hay muchas preguntas y pocas respuestas y creo que esto se va a convertir en una prueba de fuego para la relación de la opinión pública y las instituciones".
En cuanto a quién perjudica el caso y quién puede, en sentido contrario, capitalizarlo favorablemente, López plantea categóricamente que no afectará al gobierno, pues sólo consolida las actitudes previas (favorables o desfavorables; queda irresuelto qué puede suceder con los electores no alienados, posición que para López no es de relevancia, aunque nosotros discrepamos con él en este punto). Por otro lado, Fara y otros consultores y especialistas se inclinan por sostener que el caso refuerza lo que para ellos es una demanda preexistente de cambio. "Con respecto la campaña, un hecho tan contundente como éste puede inclinar la balanza más hacia el cambio que hacia la continuidad", opinó Marcos Novaro. Sin embargo, el sociólogo y filósofo no cree que eso beneficie linealmente a la oposición: "Si Macri y Massa hacen cosas demasiado alevosas para capitalizar el momento, como subirse a consignas del tipo #YoSoyNisman, la estrategia puede jugarles en contra". En la misma línea, la titular de Management & Fit advirtió que "es muy riesgoso que la gente perciba un cierto oportunismo electoral en la reacción de los candidatos". En cambio, según el politólogo Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, "la muerte de Nisman perjudica a cualquier candidato oficialista y beneficia a los de la oposición".
En tercer término, en lo relativo al impacto del caso para los precandidatos del espacio pan-oficialista, las primeras evaluaciones de los especialistas (análisis y opiniones, no datos) tendieron a ser desfavorables para el kirchnerismo. Además de Fara, cuya posición ya repasamos, Novaro planteó que "el principal perjudicado es Scioli. Macri y Massa saldrán mejor parados, si es que pueden capitalizar la demanda de mayor transparencia e institucionalidad". A su turno, el director de la encuestadora Ipsos Mora y Araujo, Luis Costa, opinó que "el episodio como tal no beneficia a nadie por ahora. De todo el espectro, podría dañar al Gobierno y sus precandidatos, principalmente a Scioli, por su vinculación al kirchnerismo". Según Fornoni, de un monitoreo que realizó Management & Fit en la primera semana del caso, el 84% de los consultados dijo creer que la muerte del fiscal Nisman afectará la imagen de Cristina Kirchner, y casi la mitad de los entrevistados que antes pensaba votar al oficialismo (20% del total), manifestó tener dudas a partir de los sucesos recientes. Artemio López, como ya vimos, no cree que el caso erosione las chances del oficialismo, aunque su postura respecto a la "interna" de ese espacio es desfavorable a Scioli desde hace tiempo (y no por el caso Nisman).
Repasamos y sintetizamos nuestra posición al respecto: a diferencia de Fara y otros especialistas, creemos que el caso Nisman, por su efecto suspensivo de las campañas, favorece la inercia previa que mostraba a tres precandidatos separados del resto en el lote de "presidenciables": Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri. En ese marco, dentro del espacio pan-oficialista Scioli se vería beneficiado relativamente, puesto que las campañas de los candidatos alternativos a él dentro del FPV se demoran un tanto a partir del caso. A esto se suma su condición de candidato oficialista no K puro, que lo ubica en una posición más distante que otras figuras del kirchnerismo, y por lo tanto lo hacen menos vulnerable a los embates desde la oposición (atributo que no tienen figuras como, por ejemplo, Agustín Rossi, Aníbal Fernández y Florencio Randazzo; en particular, consideremos la alta visibilidad de este último ministro en las semanas previas al caso Nisman y su “silencio de radio” a partir de la muerte). Asimismo, Scioli sigue siendo el candidato más “votable” para los electores no alineados con el kirchnerismo, pero tampoco netamente opositores. Por este marco, de análisis, sería curioso que resulte el gobernador bonaerense el más perjudicado; de todos modos, la cautela sugiere que, para un análisis de los efectos del caso a más largo plazo, veamos ver las tendencias que arrojen las próximas encuestas y cómo es procesada la agenda política en estas semanas.
Concepto acuñado por el filósofo inglés Joseph Glanvill, el clima de opinión nos rodea. Existen ciencias para medirlo, pero también hay lugar para lo inesperado, tal como el aleteo de una mariposa en Pekín puede desatar un huracán en México que contraríe el pronóstico del tiempo. Este blog de tendencias de opinión pública e influencia social pretende aportar elementos al "sensor cuasiestadístico" con que sondeamos el ambiente y ser un foro para intercambiar puntos de vista.
viernes, 30 de enero de 2015
jueves, 29 de enero de 2015
De Lola a Nisman: evaluando las repercusiones en la opinión pública (2)
En el anterior post, repasamos la evaluación del consultor Carlos Fara sobre las repercusiones políticas y electorales del caso Nisman. En este, citaremos y comentaremos lo que aportó el colega Artemio López (Consultora Equis), quien plantea una visión bien diferente a la de Fara. “Más allá del ruido de medios opositores y su "cadena fiscal", no habrá el más mínimo impacto electoral por el episodio Nisman, esto es no habrá impacto estadísticamente significativo, claro. No tiene el affaire Nisman ningún efecto sobre la opinión pública, más que afirmar la adversión previa de aquellos que ya definieron su oposición al gobierno y abigarrar la defensa de quienes sostienen al oficialismo. Sí se observa tras el caso Nisman y el tratamiento de los medios, efectos notables sobre la dirigencia política en general”. Es decir, las repercusiones son más ordenadoras del discurso dirigencial que estructuradoras de actitudes y comportamientos electorales de los votantes, según López.
Profundicemos en su argumento: “Es tradicional la escisión entre episodios trágicos y efectos electorales. Revisemos el pasado reciente, muy rápidamente y con sucesos incomparablemente más graves que el episodio Nisman. No juzguemos, observemos lo ocurrido. Ni el atentado a la Embajada de Israel, ni a la AMIA, ni la voladura de Río Tercero, hicieron retroceder electoralmente al menemismo. Más aún, recordemos que solo 8 meses después del tremendo atentado a la AMIA - similar período resta para llegar a las elecciones de octubre - se realizan las elecciones nacionales donde Menem obtiene el 49,7% de los votos, dos puntos porcentuales más que en 1989. Puede haber habido producto de los atentados efectos de deterioro electoral en el margen, es probable aunque de difícil comprobación objetiva (los datos duros electorales no indican eso), pero el plexo electoral del menemato se quiebra solo con la crisis socioeconómica que se instala tras el llamado efecto Tequila a mediados de los años 90”.
Como vemos, si en Fara el impacto asociado al tema era de refuerzo de las tendencias preexistentes en términos de consolidar la demanda de cambio (entendida como adversa al kirchnerismo, o en sentido más amplio al espacio pan-oficialista), según López el hecho no sólo no modifica el escenario previo (apenas reafirma las actitudes y predisposiciones que ya existían, tanto las favorables como las contrarias al gobierno), sino que mantiene inalteradas las chances oficialistas para las elecciones, ya que para el sociólogo las mismas están determinadas por condiciones de sustrato mucho más profundas que el caso Nisman, aunque este resulte gravitante en la coyuntura. Si las reflexiones de Fara nos hacían recordar por momentos el planteo de los efectos de Joseph Klapper, las de López nos remiten a las palabras que Félix Lazarsfeld escribió originalmente en 1953: “La campaña es como el baño químico que revela las fotografías. La influencia química es necesaria para que surjan las imágenes, pero sólo pueden aparecer aquellas imágenes ya latentes en la placa”. Aunque suene retorcido, el caso Nisman se ha transformado en un issue de campaña.
Agrega López: “Sucede que las preferencias electorales mayoritariamente están echadas y la carta decisiva para imaginar el escenario consolidado de octubre, será nuevamente la coyuntura socioeconómica. Complementariamente la estrategia de polarización electoral y el candidato que sea capaz de encarnarla en un contexto de percepción de mejoras socioeconómicas en especial sobre el 50% más pobre de la población, el electorado oficialista predominante, resultará - o no- la plataforma para que el FPV acceda - o no- a superar el 40% de los votos y obtenga una distancia mayor a diez puntos respecto a la segunda minoría triunfando en primera vuelta, su escenario electoral más propicio. Polarización, candidato kirchnerista a la altura y mejoras socioeconómicas diferenciales - empleo e ingreso - sobre la mitad más pobre de la población y lo demás no importa (casi) nada”, sintetiza el consultor.
Profundicemos en su argumento: “Es tradicional la escisión entre episodios trágicos y efectos electorales. Revisemos el pasado reciente, muy rápidamente y con sucesos incomparablemente más graves que el episodio Nisman. No juzguemos, observemos lo ocurrido. Ni el atentado a la Embajada de Israel, ni a la AMIA, ni la voladura de Río Tercero, hicieron retroceder electoralmente al menemismo. Más aún, recordemos que solo 8 meses después del tremendo atentado a la AMIA - similar período resta para llegar a las elecciones de octubre - se realizan las elecciones nacionales donde Menem obtiene el 49,7% de los votos, dos puntos porcentuales más que en 1989. Puede haber habido producto de los atentados efectos de deterioro electoral en el margen, es probable aunque de difícil comprobación objetiva (los datos duros electorales no indican eso), pero el plexo electoral del menemato se quiebra solo con la crisis socioeconómica que se instala tras el llamado efecto Tequila a mediados de los años 90”.
Como vemos, si en Fara el impacto asociado al tema era de refuerzo de las tendencias preexistentes en términos de consolidar la demanda de cambio (entendida como adversa al kirchnerismo, o en sentido más amplio al espacio pan-oficialista), según López el hecho no sólo no modifica el escenario previo (apenas reafirma las actitudes y predisposiciones que ya existían, tanto las favorables como las contrarias al gobierno), sino que mantiene inalteradas las chances oficialistas para las elecciones, ya que para el sociólogo las mismas están determinadas por condiciones de sustrato mucho más profundas que el caso Nisman, aunque este resulte gravitante en la coyuntura. Si las reflexiones de Fara nos hacían recordar por momentos el planteo de los efectos de Joseph Klapper, las de López nos remiten a las palabras que Félix Lazarsfeld escribió originalmente en 1953: “La campaña es como el baño químico que revela las fotografías. La influencia química es necesaria para que surjan las imágenes, pero sólo pueden aparecer aquellas imágenes ya latentes en la placa”. Aunque suene retorcido, el caso Nisman se ha transformado en un issue de campaña.
Agrega López: “Sucede que las preferencias electorales mayoritariamente están echadas y la carta decisiva para imaginar el escenario consolidado de octubre, será nuevamente la coyuntura socioeconómica. Complementariamente la estrategia de polarización electoral y el candidato que sea capaz de encarnarla en un contexto de percepción de mejoras socioeconómicas en especial sobre el 50% más pobre de la población, el electorado oficialista predominante, resultará - o no- la plataforma para que el FPV acceda - o no- a superar el 40% de los votos y obtenga una distancia mayor a diez puntos respecto a la segunda minoría triunfando en primera vuelta, su escenario electoral más propicio. Polarización, candidato kirchnerista a la altura y mejoras socioeconómicas diferenciales - empleo e ingreso - sobre la mitad más pobre de la población y lo demás no importa (casi) nada”, sintetiza el consultor.
miércoles, 28 de enero de 2015
De Lola a Nisman: evaluando las repercusiones en la opinión pública (1)
Luego de comentar los datos que citábamos en el post anterior, el consultor Carlos Fara pasa a analizar las consecuencias que, a su entender, puede tener el caso Nisman para el escenario electoral de 2015. “Lo que seguro ocurrirá es que se instalará un clima negro, pesado, pesimista, con demanda de oxigenación ética e institucional. Algo así como: “y encima de todo aparece muerto Nisman, el poder no tiene límites”. Se consolida la demanda de cambio. ¿Baja la imagen de CFK? Seguramente. De todos modos, como siempre decimos, no hay que mirar la foto sino la película. Habrá que ver cuánto dura una eventual baja. ¿Esto le hace perder votos al oficialismo? En el corto plazo sí. De acá a agosto veremos. Probablemente no afecte mucho al núcleo duro. Lo más probable es que esto le termine de cerrar el techo al kirchnerismo, enterrando sus posibilidades electorales”. Así, vemos que Fara evalúa el hecho como desfavorable para el oficialismo, aunque matiza su impacto a largo plazo, y duda de que erosione al segmento pro-K (que oscila, como hemos visto en varias entradas, en torno al 30-33% del electorado).
Un segundo punto que se discute en la coyuntura tiene que ver con si el hecho es o no una bisagra en términos de opinión pública (inmediatamente) y en cuanto a su eventual traducción en actitud y comportamiento electoral (mediatamente). Esto, con todas las salvedades que marcamos en el primer post de este tema respecto a los límites y sesgos que puede acarrear medir en contextos estacionales y además enrarecidos. Veamos qué dice Fara: “¿Esto es un antes y un después? No electoralmente. La demanda de cambio viene desde hace 2 años y medio al menos. Insisto: consolida lo pre existente”. Aquí, la lectura del consultor es de refuerzo de las tendencias previas (a los lectores familiarizados con la teoría de la comunicación quizá esto les haga evocar la síntesis de los efectos de los medios según Klapper), más que de modificación; por lo tanto, él no detecta una bisagra.
A continuación, Fara se pregunta como consultor si el caso Nisman favorece a algún opositor en especial. “Difícil. El tema es muy delicado, y es muy dificultoso sacar ventaja de esto. Ante el menor atisbo la sociedad reaccionaría muy negativamente. Por eso todas las expresiones opositoras relevantes han sido sobre todo institucionales y sintonizando con el estado de ánimo popular, pero con cautela en cuanto a la causa en sí. El gran perjudicado es Scioli: solo pudo expresarse con un comunicado de prensa de circunstancia, alejado de los medios. No es lo que la gran mayoría espera de un líder. Siempre le pasa algo: ahora que la economía se había aquietado, se muere Nisman. La presidenta está en el centro de la escena y no lo abandonará jamás. Ella siempre será la referencia del oficialismo. Sea desde el atril o desde las redes sociales”.
De la lectura se sigue que la evaluación de Fara es que el gobernador bonaerense Daniel Scioli resulta perjudicado por el caso Nisman en términos de pérdida de visibilidad respecto de CFK; nada dice el consultor respecto a si el hecho lo impacta en términos de “precandidato oficialista”. Aquí, planteamos una discrepancia con respecto a Fara: el primer efecto inmediato que tuvo la muerte de Nisman fue suspender las acciones de campaña de todos los precandidatos a las presidenciales de 2015. Esto, que a primera vista los afecta a todos por igual, tiene impacto diferencial, en rigor, porque no todas las figuras con aspiraciones a competir este año cuentan con el mismo nivel de conocimiento e instalación (para no hablar de la intención de voto). Por lo tanto, ese efecto suspensivo (seguramente transitorio, pero no podemos saber todavía cuánto durará) perjudica más a las figuras menos conocidas, y por consiguiente beneficia (por efecto de contraste) relativamente a las más instaladas: Segio Massa (Frente Renovador), Mauricio Macri (PRO), y el propio Scioli (FPV), toda vez que es el más conocido de los precandidatos del espacio pan-oficialista (los cuales, además de correr desde atrás en las encuestas, en estas semanas debieron frenar sus acciones de campaña).
Un segundo punto que se discute en la coyuntura tiene que ver con si el hecho es o no una bisagra en términos de opinión pública (inmediatamente) y en cuanto a su eventual traducción en actitud y comportamiento electoral (mediatamente). Esto, con todas las salvedades que marcamos en el primer post de este tema respecto a los límites y sesgos que puede acarrear medir en contextos estacionales y además enrarecidos. Veamos qué dice Fara: “¿Esto es un antes y un después? No electoralmente. La demanda de cambio viene desde hace 2 años y medio al menos. Insisto: consolida lo pre existente”. Aquí, la lectura del consultor es de refuerzo de las tendencias previas (a los lectores familiarizados con la teoría de la comunicación quizá esto les haga evocar la síntesis de los efectos de los medios según Klapper), más que de modificación; por lo tanto, él no detecta una bisagra.
A continuación, Fara se pregunta como consultor si el caso Nisman favorece a algún opositor en especial. “Difícil. El tema es muy delicado, y es muy dificultoso sacar ventaja de esto. Ante el menor atisbo la sociedad reaccionaría muy negativamente. Por eso todas las expresiones opositoras relevantes han sido sobre todo institucionales y sintonizando con el estado de ánimo popular, pero con cautela en cuanto a la causa en sí. El gran perjudicado es Scioli: solo pudo expresarse con un comunicado de prensa de circunstancia, alejado de los medios. No es lo que la gran mayoría espera de un líder. Siempre le pasa algo: ahora que la economía se había aquietado, se muere Nisman. La presidenta está en el centro de la escena y no lo abandonará jamás. Ella siempre será la referencia del oficialismo. Sea desde el atril o desde las redes sociales”.
De la lectura se sigue que la evaluación de Fara es que el gobernador bonaerense Daniel Scioli resulta perjudicado por el caso Nisman en términos de pérdida de visibilidad respecto de CFK; nada dice el consultor respecto a si el hecho lo impacta en términos de “precandidato oficialista”. Aquí, planteamos una discrepancia con respecto a Fara: el primer efecto inmediato que tuvo la muerte de Nisman fue suspender las acciones de campaña de todos los precandidatos a las presidenciales de 2015. Esto, que a primera vista los afecta a todos por igual, tiene impacto diferencial, en rigor, porque no todas las figuras con aspiraciones a competir este año cuentan con el mismo nivel de conocimiento e instalación (para no hablar de la intención de voto). Por lo tanto, ese efecto suspensivo (seguramente transitorio, pero no podemos saber todavía cuánto durará) perjudica más a las figuras menos conocidas, y por consiguiente beneficia (por efecto de contraste) relativamente a las más instaladas: Segio Massa (Frente Renovador), Mauricio Macri (PRO), y el propio Scioli (FPV), toda vez que es el más conocido de los precandidatos del espacio pan-oficialista (los cuales, además de correr desde atrás en las encuestas, en estas semanas debieron frenar sus acciones de campaña).
viernes, 23 de enero de 2015
De Lola a Nisman: sobre la dificultad de medir en contextos enrarecidos (2)
Habiendo aclarado los límites intrínsecos y extrínsecos a las mediciones (técnica, estacionalidad y contextos enrarecidos), pasemos a los datos de las encuestas que están circulando y a las interpretaciones al respecto. Veamos: un sondeo de Management & Fit (M&F) reveló que el 69,3% de las personas consultadas piensa que la muerte del fiscal Alberto Nisman no será esclarecida; un 22,1% piensa que el hecho será aclarado y un 8,6% prefirió no contestar. Por su parte, previo a las declaraciones del jueves pasado de la presidenta Cristina Fernández (donde pasa del ¿suicidio? entre líneas de interrogación a descreer del suicidio, una transición menos brusca que el “giro” al que se refirió gran parte de la prensa), un estudio de Ipsos reveló que el 70% cree que Nisman fue asesinado y, entre estos, el 57% vinculó la muerte al Gobierno nacional y el 21% a los servicios de inteligencia.
Ambas encuestadoras consultaron si la denuncia de Nisman contra la presidenta resultaba creíble para los encuestados. Según Ipsos, el 82% dijo que era creíble, mientras que de acuerdo a M&F el 61,1% cree en el fiscal y sólo un 12% piensa que la denuncia es falsa. A su turno, la consultora M&F también indagó en el impacto que tendrá el caso en la imagen de la presidenta. Así, el 63,2% consideró que "afecta mucho" la imagen de Cristina, el 20,8% evaluó que la "afectará algo" y el 12,8% contestó que no la afectará. M&F avanzó incluso hacia eventuales repercusiones electorales del affaire: en este punto, la consultora afirma que si bien el grueso de los encuestados aseguró que no pensaba votar al oficialismo, otro segmento importante manifestó que pensaba hacerlo, pero como consecuencia de estos sucesos ahora tiene dudas. Esa condición alcanzaba al 5,9% del muestreo. Por su parte, un 10,9% dijo mantener su decisión de votar al candidato kirchnerista.
Las repercusiones electorales del tema en el tiempo resultan centrales para nuestro planteo, dado que exceden la coyuntura inmediata para ingresar al mediano plazo (las PASO están previstas para agosto de 2015, y hoy no puede anticiparse qué efecto tendrá el devenir futuro de la causa en las creencias de la opinión pública acerca de si fue suicidio o crimen). Los datos de M&F, Ipsos y otros sondeos privados provienen de encuestas, y en carácter de tales diagnostican (más que pronostican), como sostuvimos en el post anterior. Han sido tomados en la estacionalidad del verano, y en un contexto enrarecido (horas y días inmediatamente siguientes al hecho). Por lo tanto, las tendencias que arrojan, aun dándolas por genuinas (habrá que ver si aparecen estudios que presenten otros datos), no pueden ser tomadas como concluyentes.
Esto, por supuesto, no invalida que revisemos las opiniones de algunos especialistas sobre la cuestión. Empecemos por el consultor Carlos Fara: “Unos primeros datos de opinión pública (privados) del lunes a la mañana, cuando la gran mayoría no estaba contaminada aún por los detalles mediatizados del hecho, arrojaba muy altos porcentajes de las siguientes percepciones: 1) las denuncias de Nisman son creíbles; 2) fue un asesinato; 3) el gobierno está involucrado en buena medida, y 4) no creen que se vaya a esclarecer el hecho. Como sucedió con la muerte de Yabrán (1998), a la sociedad se le instaló una sospecha que será muy difícil de modificar". Hasta aquí, Fara parafrasea los datos que arrojó un sondeo privado encargado por el sitio Urgente24 (netamente opositor al gobierno, hay que decirlo), según el cual el 73,47% de los consultados telefónicamente (509 casos en Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, a partir de una base de datos) durante el lunes 19/01 afirmaron creer que Alberto Nisman no se suicidó (26,53% dijo creer que sí), y 71,73% de ellos afirmaron que nunca se conocerá la verdad de lo que ocurrió con Nisman (28,26% dijo creer que sí), en tanto que un 75,07% se decantó por la alternativa de que el hecho afectaba la imagen del gobierno (24,93% dijo que no). En el próximo post, veremos las evaluaciones de Fara en términos de consecuencias del hecho para el escenario electoral de 2015.
De Lola a Nisman: sobre la dificultad de medir en contextos enrarecidos (1)
Todas las encuestas son fotos de un momento determinado, lo que acota
su valor predictivo (y que da lugar a múltiples malentendidos por parte de quienes
ignoran este dato básico). Esa limitación lleva a acumular mediciones en el
tiempo, lo que en metodología de la investigación se llama diseño longitudinal:
equivale a acumular una serie sucesiva de fotos para crear la ilusión de una película
y así observar la evolución de las variables en el tiempo.
A estas consideraciones se añade otra, no de menor importancia: las estacionalidades. Existen períodos donde se desaconseja medir, dado que sesgan las mediciones. Desde las fiestas de fines de diciembre hasta enero inclusive se da un período de ese tipo, dado que el universo del cual se extrae la muestra para una encuesta no se comporta en esos momentos de manera “normal” (estadísticamente hablando). Nombremos sólo dos razones: una parte de la población está de vacaciones, con la cual no puede ser seleccionada probabilísticamente para integrar una muestra (premisa básica para la representatividad de la encuesta por muestreo, dado que en teoría todos los miembros del universo deben tener “equiprobabilidades” de ser seleccionados para ser parte de la muestra); el estado de ánimo está influenciado por un contexto atípico, que también influye en las respuestas.
En tercer término, hay otros contextos donde se desaconseja medir: los enrarecidos. Pensemos, por ejemplo, en hacer una encuesta sobre la imagen de los choferes después de un paro sorpresivo de transporte, o preguntar cuál es la imagen del intendente después de esa medida de fuerza. Sin duda, habría un sesgo negativo en ambas variables. Entiéndase que se desaconseja la medición no porque las respuestas que se obtengan no sean genuinas, sino porque parte de ellas reflejan un estado de ánimo que no necesariamente se sostiene en el tiempo. Por lo tanto, puede medirse (de hecho, muchas veces los interesados insisten en la necesidad de contar con los datos más allá de las anteriores consideraciones), pero no es prudente extrapolar los resultados de esa medición a los períodos posteriores a la misma. Necesariamente, habrá que volver a medir para ver cómo las variables reaccionan después de terminado el episodio en cuestión.
Los tres puntos anteriores son premisas que vienen a cuento respecto a
las mediciones (e interpretaciones) que vienen circulando a propósito del caso
Nisman. Sin duda, la muerte del fiscal detonó múltiples repercusiones en la
opinión pública y reemplazó en la agenda el morbo generado por el caso Lola. Se
trata, sin duda, de dos hechos bien distintos (uno no parece revestir
implicancias políticas, el otro sin dudas sí), pero similares en cuanto a su
fertilidad para generar opinión, hipótesis e especulaciones en la sociedad,
esto es, “doxa”, respecto a asuntos que en su matriz estrictamente judicial
competen a la “episteme” (conocimiento científico y fundado). Es absolutamente
legítimo y entendible que cada quien opine lo que le venga en gana, pero la
dilucidación del asunto sólo podrá hacerse vía episteme, nunca vía doxa.
También es legítimo medir y hacer encuestas al respecto, pero no hay que perder
de vista que esas mediciones (y las interpretaciones que se generen al
respecto) están limitadas por la misma técnica, por la estacionalidad y por el
contexto enrarecido. Volveremos sobre este punto en el próximo post.
domingo, 18 de enero de 2015
Entrevista publicada en suple Tendencias de La Voz
“Para mí, el auto es un nido que se mueve”
Entrevista con Elvira Fernández, exdecana Facultad de Arquitectura, cuenta que disfrutó proyectar y hacer su casa tanto como amoblarla y decorarla. En autos, privilegia el confort interior. En tecnología, su dispositivo personal preferido es la notebook, a la cual destaca por su versatilidad.
Por Norman Berra*
Con una trayectoria de 40 años en la docencia y otros tantos como arquitecta (llegó a ser decana de la Facultad en la Universidad Nacional), “Bibi” Fernández acredita una experiencia profesional que desde hace un año también vuelca en la función pública a través del Instituto de Planificación Municipal. Esté donde esté, la construcción, la arquitectura y el diseño atraviesan todos sus intereses: “mi mayor pasión es diseñar algo y verlo concretado. Me gustan todas las escalas de diseño, desde un mueble, pasando por la arquitectura y hasta el proyecto urbano”, remarca.
http://www.lavoz.com.ar/personajes/para-mi-el-auto-es-un-nido-que-se-mueve
domingo, 4 de enero de 2015
Nota publicada en suple Economía y Negocios de La Voz
La tecnología verde avanza a paso firme
Lograr un consumo sustentable de energía y un adecuado tratamiento de desechos pasa al centro de los objetivos en las IT. Reducen costos y facilitan la inserción.
Por Norman Berra*
El consumo de energía y el tratamiento de desechos se plantean como retos clave para las empresas de tecnología (IT). La conciencia acerca de las consecuencias medioambientales de sus operaciones impacta en la agenda del sector y genera políticas de administración de desechos y promoción de uso sustentable de la energía que se transforman en casos testigo.
http://www.lavoz.com.ar/negocios/la-tecnologia-verde-avanza-paso-firme?cx_level=ahora
El consumo de energía y el tratamiento de desechos se plantean como retos clave para las empresas de tecnología (IT). La conciencia acerca de las consecuencias medioambientales de sus operaciones impacta en la agenda del sector y genera políticas de administración de desechos y promoción de uso sustentable de la energía que se transforman en casos testigo.
http://www.lavoz.com.ar/negocios/la-tecnologia-verde-avanza-paso-firme?cx_level=ahora
Suscribirse a:
Entradas (Atom)