miércoles, 21 de septiembre de 2016

De los efectos socioeconómicos a la traducción político-preelectoral (3)


De la encuesta de Rouvier y Asociados que citamos en el post anterior también puede inferirse que la burbuja de expectativas va quedando atrás, para dejar paso a un sinceramiento (ver datos arriba; click para agrandar). Así, casi el 32% (31,6%) confía en que Macri logrará hacer un gran gobierno (guarismo que está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por la sumatoria de Cambiemos en las PASO de 2015, es decir un 30%, y los votos que alcanzó Mauricio Macri en la primera vuelta, un 34%). En cambio, un 41,4% cree que hará un mal gobierno, guarismo algo por encima de los votos obtenidos por el FPV en las primarias del año pasado (38%), pero inferior al 48,6% que alcanzó Daniel Scioli en el ballotage del 22-N. Un 25%, en tanto, cree que hará un gobierno regular; este segmento es el que traduce cómo se van desinflando las expectativas en el oficialismo conforme pasan los meses, y es cercano al orden de magnitud de los votos obtenidos por Sergio Massa en primera vuelta (casi 21%).  

Otros estudios de alcance nacional confirman este desgaste. Así, una encuesta de la consultora Gustavo Córdoba & Asociados con 1.200 casos a nivel país indagó los sentimientos de la coyuntura. Ante la pregunta ¿Qué le inspira el gobierno de Macri?, un 25,5% respondió que le inspira “Esperanza” y un 17% “Tranquilidad”; por contrapartida,  un 24,8% aseguró que le inspira “Incertidumbre” y otro tanto (24,6%) afirmó que le da “Temor”. La sumatoria de sentimientos negativos (49,4%) supera a la de los positivos (42,5%), y el primer lugar en el estado de ánimo está compartido por un sentimiento favorable y dos desfavorables (dado que la brecha porcentual entre “Esperanza”, “Incertidumbre” y “Temor” no es estadísticamente significativa). El desempeño en estas dimensiones no es escindible de los efectos socioeconómicos que venimos analizando: el 46,4% de los argentinos señaló que actualmente “No ahorra pero le alcanza para vivir”, un 28,4% afirma que “No nos alcanza para vivir” y un 23% que “Actualmente ahorramos algo”. Respecto al aumento de tarifas frenado por la justicia, un 49,9% señaló “Me afectó mucho”, un 32,2% “Me afectó algo” y un 12,5% destacó que “Me afectó poco”.

También hay una traducción política de la coyuntura en la aprobación de la gestión presidencial de Mauricio Macri. Un 20,1% dijo aprobarla totalmente y un 26% que la aprueba parcialmente, mientras que un 17,4% la desaprueba parcialmente y un 35,3% la desaprueba totalmente. La sumatoria de la aprobación alcanza el 46,1%, lo que confirma que el acompañamiento perforó el umbral del 50% (algo que ya venimos viendo en otros estudios), mientras que la desaprobación trepa al 52,7%. La diferencia entre aprobación y desaprobación es de 6,6 puntos porcentuales y estadísticamente significativa. Mientras la primera ya está en un orden de magnitud inferior a los votos obtenidos por Macri en el ballotage, la segunda está por encima de los obtenidos por Scioli. Asimismo, no es un dato menor que el núcleo más intenso de desaprobación sea el numéricamente el de más volumen: 35,3% de desaprobación total, en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Scioli en la primera vuelta presidencial (37%) y por encima del voto duro del kirchnerismo en sus elecciones nacionales más flojas desde que llegó al poder en 2003 (algo más del 30% en las legislativas del 2009 y alrededor del 27% en las primarias del 2013). 

Por contrapartida, el oficialismo conserva todavía cierto crédito de cara al 2017: en relación a cómo ven el futuro de la economía, un 44% señaló que mejorará dentro de un año, 26,9% consideró que empeorará y un 15,1% que seguirá igual. Hacia adelante, para traducir esa expectativa en percepción de mejora y apuntalar sus chances para la elección legislativa de medio término del próximo año, el gobierno de Cambiemos necesita imperiosamente mostrar mejoras económicas para revertir un panorama que se va complicando cada mes y cuyas claves, insistimos, pasan más por los efectos socioeconómicos de fondo que por la coyuntura política. Datos al respecto: un relevamiento realizado por la Comisión de Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba (CPCE) calculó la caída de los salarios reales (descontada la inflación) en función del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de nueve provincias para el año pasado, del IPC de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en lo que corresponde hasta mayo y sobre la base de proyecciones de aumentos de precios minoristas para el segundo semestre del año, suponiendo una recomposición salarial por paritarias del 33,7% en tres tramos. Así, la entidad concluyó que los salarios de los trabajadores en relación de dependencia registrados perdieron en promedio en lo que va del año 12% de poder de compra, pero hay sectores como la construcción donde la reducción fue del 18,5%. Esto fue resultado de que las paritarias quedaron muy por detrás de los niveles inflacionarios que terminaron registrándose en los primeros seis meses del 2016. Además de los trabajadores de la construcción, los sectores más perjudicados pertenecen a los rubros petrolero (17,1%), automotriz (16,5%), comercio (15%) y empleados públicos (13,4%).  Mary Acosta, economista de la Comisión, destacó que esa caída corresponde a los trabajadores registrados. “Hay que esperar que entre los empleados en situación irregular, esta baja en el poder adquisitivo sea mayor”, aseguró. Según la Comisión, esta reducción en el salario real determinó las caídas en los indicadores de consumo del 2,5% hasta casi 15% en supermercados, centros de compra y otros canales minoristas.  En este marco, no descartaron que se genere una mayor conflictividad social en este segundo semestre, aunque en eso también será clave cómo evolucione la variable empleo. 

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