viernes, 27 de abril de 2018

Efectos socioeconómicos de gestión: hipótesis para 2018

Cerrábamos el post anterior evaluando que datos consistentes y convergentes de fuentes independientes perfilan dos escenarios: de mínima, que la pobreza en los dos primeros años de la gestión Cambiemos se mantuvo en los mismos niveles del cierre de la gestión CFK, pero con el agravante de la caída de 5 puntos porcentuales de la clase media a la baja superior (mediciones propias de Delfos); o, peor todavía, que la pobreza aumentó en torno a 5 puntos porcentuales (estimación de Artemio López). En lo que va de este año, las tendencias agravan el panorama: con los aumentos de gas natural y electricidad concretados desde 2015 y acelerados en estos primeros meses del 2018, esos servicios pasaron de representar el 1,4% al 7,4% del salario promedio de los trabajadores registrados del sector privado y del 2,7% al 14,5% de los ingresos del conjunto de los ocupados, según informe de CIFRA. En el mismo sentido de deterioro, en sólo un trimestre los salarios perdieron casi 3 puntos contra la inflación (2,7): según datos del Ministerio de Trabajo, durante diciembre (2017), enero y febrero (2018), los salarios en blanco tuvieron una mejora del 4,8%, mientras que la inflación fue del 7,5%. Así, por la mayor inflación de los últimos meses, los salarios formales perdieron 2,7 puntos respecto a la inflación oficial. Los salarios aumentaron el 0,5% en diciembre, el 2,4 % en enero y el 1,9% en febrero. Mientras que la inflación en esos meses fue del 3,1%, 1,8% y 2,4%, respectivamente, según el Indec.

La brecha entre salarios e inflación obedece a que la mayoría de las paritarias empezaron a renovar sus convenios salariales en marzo-abril por lo que los sueldos siguen reflejando las paritarias del año pasado. En cambio, la inflación fue en ascenso, en especial en diciembre y febrero, muy por encima de los salarios. Según datos oficiales, en 2016 los salarios tuvieron un alza promedio del 30,9% contra una inflación del 41%; en tanto, en 2017 los salarios aumentaron en promedio el 27,1% y la inflación promedio fue del 24,8%. Así, los salarios concluyeron en 2017 casi 8 puntos por debajo de los niveles de fines de 2015, otro dato que muestra la inconsistencia de la baja de pobreza festejada por el gobierno, y que en cambio tiende a confirmar los escenarios de deterioro que arrojan, si bien con matices, los estudios nacionales de Delfos y otras estimaciones (que convergen en un deterioro relativo en torno a los 5 puntos porcentuales en el sentido de movilidad social descendente). Al iniciarse este año, el gobierno destacó que los salarios aumentarían a la par de la inflación, pero dada la aceleración inflacionaria actual la mayoría de las consultoras y analistas descreen que eso sea posible ya que se estima una suba de precios por encima del 20%, mientras las autoridades se plantaron en mantener la pauta del 15% para las paritarias de este año (y la mayoría de los convenios cerrados hasta ahora gira en torno a esa cifra; ver datos abajo, click para agrandar).


En este marco, de haber una correspondencia entre la caída de 8 puntos del salario y la movilidad social descendente en torno a los 5 puntos porcentuales entre 2015 y 2018, se podría estimar que si al cierre del 2018 el salario pierde alrededor de 5 puntos contra la inflación anual (estimando paritarias en un promedio de 15% e inflación en torno al 20%) el deterioro a nivel socioeconómico podría rondar los 3 puntos este año (merma que podría ser mayor si la inflación supera el 20% y los salarios no se revisan hacia arriba, o lo hacen con delay). Habría que ver si ese empeoramiento relativo se traduce en términos de niveles como una nueva caída de la clase media (de 5 puntos en dos años de gestión Cambiemos) hacia la baja superior o en un descenso ya más sensible hacia la clase baja inferior, a la que podemos considerar pobre estructural. Esto sugiere un efecto socioeconómico ya más cercano al escenario perfilado por el consultor Artemio López que al más deterioro más gradual observado hasta fines de 2017, amortiguado en gran parte por la relativa heterodoxia practicada por el gobierno en un año electoral (y, ciertamente, no este año).  

Dada esta coyuntura socioeconómica, no sorprende que la inflación siga confirmándose como la principal preocupación de los argentinos, según un reciente estudio de opinión elaborado por las consultoras Taquión y 3puntozero sobre una muestra nacional de 1.632 casos (ver datos arriba; click para agrandar). Casi el 22% cree que la suba del costo de vida es el "principal" problema del país. En segundo lugar se ubicó la inseguridad ( 19%); con 14,4%, la corrupción disputa la tercera posición con la pobreza (14,4%). Cerca,  aparecen la educación (12,7%) y el desempleo (casi  12%). En conjunto, los problemas ligados a la economía alcanzan el 48%, casi la mitad de las menciones totales. Según el director de Taquión, Sergio Doval, lo más perjudicial de la inflación es la pérdida del poder adquisitivo. "La inflación es una de las características más claras de los problemas de la economía y es comprensible porque trae distorsiones que hacen que la gente empiece a sentir que no gana lo suficiente. Los cambios que son producto de la inflación, como los ajustes salariales generalmente tienen defasajes y el salario queda atrasado, y eso genera mucha preocupación", explicó. Para Doval, el segundo principal problema también deviene de los problemas económicos. "La economía de bolsillo es lo que termina generando problemas para la gente y eso impacta en la inseguridad, porque mucha gente termina volcándose ahí cuando no tiene salida", sostuvo. De acuerdo al consultor, esos dos “issues” se alternan en el podio de las preocupaciones. "La inseguridad se mueve en la opinión pública en base a determinados casos. Hoy en día la inflación le gana", aseguró Doval, y agregó que sólo el gobierno nacional tiene la llave para destronar ese problema. "El gobierno debe lograr controlarla y poder trasmitir a la población una sensación de confianza, que es el primer elemento que termina de derruir la inflación, más allá los elementos técnicos. Hay una parte de lo construido a través de la sociedad que empieza a demostrar que hay bases muy lábiles para la confianza: casi 60% no creen en ningún de los representantes y la inflación es una expresión de eso", concluyó el director de Taquión.

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