Una de las premisas analíticas recurrentes de este blog se basa en el consultor Carlos Fara y plantea que, a mediano y largo plazo, son los efectos socioeconómicos los que construyen las tendencias de la opinión pública, más allá de los vaivenes de la coyuntura. Así, un efecto socioeconómico de bienestar en una mayoría o al menos en la primera minoría de la sociedad (la que más se acerque al 50%+1 que define una mayoría electoral neta) construye acompañamiento en las urnas a mediano y largo plazo; en sentido contrario, el malestar socioeconómico genera desgaste y termina decantando en deslegitimación electoral. Entonces, un gobierno que genere efectos socioeconómicos de bienestar tiende a permanecer más tiempo en el poder, mientras que uno que genera malestar tiende a durar menos tiempo, ya que pierde las elecciones más temprano que tarde. Proponemos que esta aproximación nos proporciona una clave de lectura de la vigencia del peronismo en la historia argentina y, al mismo tiempo, de la gravitación de la experiencia kirchnerista en la historia más reciente. Veamos si hay correspondencia con los indicadores de bienestar socioeconómico. El bloguero Adán de Ucea sistematizó los datos de crecimiento del PBI del World Bank (Banco Mundial) por períodos presidenciales en el gráfico de arriba desde 1980 en adelante. Desde la recuperación de la democracia, el PIB (Producto Interno Bruto) crece durante los gobiernos peronistas (Carlos Menem 1989-1999) y el kirchnerismo (NK 2003-2007 y CFK 2007-2015), mientras que cae durante los no peronistas: Alfonsín (1983-1986), De la Rúa (1999-2001) y Macri (2015-2019). Sin embargo, los crecimientos no son idénticos: tendencialmente, el de los gobiernos del FPV de 2003 a 2015 es más fuerte que el de Menem. Lo mismo sucede con las caídas: el descenso durante el gobierno de Alfonsín es menos marcado que los visibles durante la Alianza de 1999 a 2001 y Cambiemos de 2015 a 2019 (gráfico arriba, click para agrandar).
Si tomamos los datos de PIB per cápita y ampliamos la serie histórica (gráfico arriba, click para agrandar), podemos ver cómo las experiencias del kirchnerismo y del menemismo se articulan con la del peronismo. El indicador presenta algunos vaivenes durante los 12 años del kirchnerismo: crece de manera sostenida de 2003 a 2007, terminando con la victoria de CFK en la elección presidencial de ese año; en 2008 hay una caída en 2008, coincidiendo con la crisis global, y una nueva suba luego de ese valle, que culmina en la reelección histórica de 54% de CFK en 2011. Luego, se percibe un amesetamiento desde 2012, pero de todos modos logra sostener una tendencia ascendente que deja al registro por encima del que recibió Néstor Kirchner en 2003. En 2015, el FPV pierde en ballotage por apenas 2,68 puntos porcentuales luego de 12 años de gestión. En el caso del menemismo, el PBI per cápita crece sostenidamente hasta el efecto tequila en 1995, sin poner en riesgo de todos modos la reelección de Carlos Menem; se recupera luego de esa crisis global, pero hacia 1997 entra nuevamente en decadencia, lo que culmina con la victoria de la Alianza en 1999 luego de 10 años de gobierno del Frejupo. En el caso del peronismo, el crecimiento del PBI per cápita comienza entre 1944 y 1945 (el GOU que integraba Perón llega al poder en 1943, y el 17 de octubre se produce en 1945) y gana fuerza de 1946 a 1949 (cuando el salario real llega a crecer un 62%). Luego se percibe una caída, un amesetamiento y un nuevo ciclo de crecimiento desde 1952 que se estira hasta 1956, luego del golpe de Estado de 1955 que derroca a Perón. Recién en 1964-65 se abre un nuevo ciclo de crecimiento, en medio de la inestabilidad política generada por la sucesión de golpes militares y la proscripción del peronismo. Con la breve vuelta al poder del peronismo en 1972 se perciben dos picos de suba, ciclo que culmina con el golpe militar de 1976 (gráfico arriba). El sociólogo Daniel Schteingart destaca que desde 1945 a 1975, período que abarca los seis años del primer peronismo y los dos años de su vuelta al poder en la década del 70, el ingreso per cápita de Argentina creció al 2% anual, una tasa similar a la de Estados Unidos, Australia y el Reino Unido. "De haber continuado con esa tendencia desde mediados de los ´70, hoy tendríamos el PBI per cápita de Europa Occidental", afirma el analista. Así, el ciclo "virtuoso" de crecimiento de la economía que se inicia con el ascenso de Perón en 1945 y se identifica con el ascenso de las clases trabajadoras y la ampliación de derechos sociales y electorales (como el voto femenino) durante una década de elecciones libres luego de la "Década Infame" (que en rigor se inicia en 1930 con el golpe al gobierno democrático de Yrigoyen y se clausura en 1943 con el golpe del GOU al régimen fraudulento instaurado desde 1930) se cierra en 1975, en la víspera del golpe de 1976, aún más atroz que el de 1955.
Claramente, el golpe del 76 contra el gobierno de la viuda de Perón no sólo funcionó como una dictadura genocida sino que además generó un costo socioeconómico gravoso para el desarrollo del país. Peor todavía, la dictadura atacó de tal modo la matriz productiva y el tejido social del país en aras de la financiarización especulativa, que luego del retorno de la democracia en 1983 sólo durante los gobiernos peronistas el indicador del PIB logra crecer, mientras que retrocede en los gobiernos no peronistas (gráfico arriba, click para agrandar). Como puede verse, el registro, si bien presenta vaivenes, logra sostener tendencialmente un crecimiento luego del golpe contra Perón en 1955, aunque atravesado por una sucesión de gobiernos militares junto con algunos años de gobiernos civiles electos con el peronismo proscripto (es decir, sin funcionamiento pleno de las instituciones democráticas). En cambio, a partir de 1976, el PIB en general y per cápita sólo crece durante el gobierno de Menem y durante los gobiernos kirchneristas (gráfico arriba), mientras que cae durante las gestiones del radicalismo, de la Alianza y de Cambiemos. No obstante, dado que la serie se interrumpe en 2016, ampliemos el panorama para completar la mirada y comparar la experiencia de Cambiemos de 2015 a 2019, contrastarla con la experiencia kirchnerista de 2003 a 2019 y comprender el por qué de la derrota electoral de Macri el año pasado. Como vemos, el golpe de 1976 genera un patrón a partir del cual sólo durante los gobiernos de base peronista el PBI y el PBI per cápita logran períodos de crecimiento sostenidos lo suficientemente prolongados en el tiempo como para generar efectos socioeconómicos de bienestar que se traducen en el acompañamiento electoral necesario para vencer en más de una elección presidencial, como sucedió con Menem en 1995 y con CFK en 2007 y 2011; de ahí que las experiencias peronistas de gobierno llegaran a durar dos mandatos presidenciales con Menem y tres con NK y CFK. En cambio, las experiencias alternativas de gobierno no logran generar efectos socioeconómicos de bienestar que se prolonguen más allá de la elección de medio término (1985 con Alfonsín y 2017 con Macri), y en el caso de la Alianza ni siquiera eso: esa fuerza perdió las legislativas de 2001, lo que anticipó su salida del poder en diciembre de ese año.
Como se observa en la serie de gráficos, el PBI crece 4 años seguidos durante la gestión kirchnerista con tasas superiores al 8% (8,8% en 2003 y 9% en 2004). Se desacelera a la mitad en 2008 y cae en 2009 (pos crisis global de Lehman Brothers). El crecimiento de 2005 se corresponde con el triunfo electoral en las legislativas de ese año, en las cuales Néstor Kirchner le arrebata el control del PJ a Eduardo Duhalde, mientras que el de 2007 se corresponde con la victoria de CFK en las presidenciales. La caída de 2009 le sigue a la crisis del campo en 2008 y se corresponde con la victoria pírrica del oficialismo, que conserva la primera minoría electoral a nivel país pero pierde por dos puntos en la estratégica provincia de Buenos Aires, con NK encabezando la boleta oficialista. Comparando el primer mandato de NK con los dos de CFK, hay crecimiento a "tasas chinas" durante los 4 años de 2003 a 2007. En cambio, durante los 8 años de mandato de CFK el crecimiento se desacelera y sólo en 2010 logra anotar una tasa de crecimiento "china" superior al 8% (gráfico arriba, click para agrandar). El economista Osvaldo Kacef confirma este análisis y plantea dos momentos bien diferenciados, una década caracterizada por un crecimiento acumulado y otra de elevada volatilidad, en la que se suceden alzas y bajas alternadas a partir de 2011 (reelección de CFK). "Los dos primeros años de la década (2010 y 2011, durante la gestión CFK-cursivas mías) fueron los últimos dos años seguidos en los que se registró un crecimiento y los últimos dos (2018 y 2019) fueron los primeros en los que se verificaron contracciones consecutivas" (ya en el mandato de Cambiemos, cursivas mías), apunta el especialista, que analiza la evolución del PIB en los tres subperíodos señalados incorporando dos indicadores extra: el PIB por habitante y el Indicador de Bienestar de SEN, que toma en cuenta no sólo la evolución del PIB promedio por habitante sino también su distribución, a partir del coeficiente de desigualdad de Gini. De acuerdo con esta expresión, el bienestar de la sociedad (S), crece con el producto por
habitante (PIBph) y disminuye a medida que aumenta el coeficiente de Gini (G),
indicando una mayor desigualdad en la distribución del ingreso. La evolución de las tres variables que se analizan está sintetizada en el gráfico de abajo: en los primeros dos años de la década la economía crece fuertemente y supera los impactos de la crisis financiera internacional. La rápida mejora del escenario externo, sumada a medidas expansivas tomadas desde la política económica, permiten una recuperación de la demanda y un crecimiento de 10% en 2010 y de 6% en 2011. A su vez, el producto por habitante crece a una tasa anual promedio de 6,8% y al mismo tiempo mejora la distribución del ingreso (el coeficiente de Gini cayó de 0,413 a 0,406), por lo que el indicador de bienestar creció más que el PIB por habitante, a una tasa anual promedio de 7,4% (gráfico abajo, click para agrandar).
"En los cuatro años siguientes (2012-2015), que coinciden con el período
que corresponde al segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, la
economía entró en un período de estancamiento en el que se alternaron años
impares (coincidentes con elecciones) de crecimiento con años pares de caída
del PIB. El único
elemento dinámico de la demanda agregada en esos cuatro años fue el consumo
público. Acompañando
el ciclo electoral, el crecimiento del consumo público fue mayor en los años
impares que en los años pares, lo que contribuyó a explicar las subas y bajas
alternadas del PIB", apunta Kacef. En 2015, el FPV pierde el poder en el ballotage ante Cambiemos, lo que abre un nuevo ciclo en el cual el PIB cae de punta a punta: entre 2015 y 2019 se contrae alrededor de 4% y en los dos últimos años del mandato de Macri se registran contracciones consecutivas, algo que no ocurría desde 2002 (entre 1999 y 2002 se registraron cuatro años consecutivos de caída del PIB). El PIB por habitante se contrajo en los cuatro años de la gestión de Mauricio Macri un 8% (2,1% anual promedio). La disminución del ingreso promedio por habitante se agravó por el deterioro de la distribución del ingreso, razón por la cual el indicador de bienestar se redujo en 11,1% (a una tasa promedio de 2,9% por año). El PIB se contrajo 2,1% en 2016 pero aumenta 2,7% en 2017, lo que coincide con la victoria de Cambiemos en las legislativas de medio término de ese año; en el acumulado del bienio se verifica un aumento de 0,5% en el PIB pero una disminución de 1,6% en el PIB por habitante. Con la crisis de 2018 el PIB vuelve a caer (2,4%) y repite una caída mayor al 2% en 2019 (2,2%), contracción económica que es acompañada por la aceleración de
la inflación que, impulsada por la depreciación de la moneda, alcanzó al 53,8%. El efecto socioeconómico de malestar generado por la gestión Macri termina en la derrota del oficialismo en las PASO de agosto de 2019 y la victoria del Frente de Todos en la primera vuelta electoral de octubre del mismo año; aunque el gobierno de Cambiemos alcanza el logro (modesto pero institucionalmente relevante) de ser el primer gobierno no peronista en completar un mandato presidencial desde 1983 y el segundo no peronista en hacerlo desde Alvear en 1928, al mismo tiempo resulta el primero en buscar la reelección y no obtenerla. La performance socioeconómica del macrismo en el poder resulta tan deficiente que puede ser comparada incluso con la pandemia de este año: el gráfico debajo (click para agrandar) muestra el deterioro del poder adquisitivo de los hogares entre el cuatro trimestre de 2017 (único año en que crece la economía durante el mandato de Macri), el segundo trimestre de 2019 y la pandemia: en ambos casos, el ingreso promedio de los hogares cae 16%.
Cuando ampliamos la serie para incluir los datos de pobreza, vemos que la gestión Macri también cumple con el patrón de los gobiernos no peronistas: al igual que Alfonsín y De la Rúa, deja más pobreza que la que recibe. En la comparación de gestiones peronistas, Menem logra bajar la pobreza desde 1989 a 1994, esta vuelve a crecer con la crisis del tequila hasta 1996, luego desciende por poco tiempo y vuelve a crecer hacia el fin de su mandato, síntomas relevadoras de una gestión que alternó las mejoras que supuso el control de la hiperinflación respecto al cierre del mandato de Alfonsín con reformas de tipo neoliberal que supusieron un retroceso en derechos sociales respecto a la experiencia del peronismo histórico. En cambio, el ciclo del kirchnerismo es el único desde la vuelta de la democracia que pudo lograr una baja sostenida de la pobreza durante 10 años (2003-2013) junto con la ampliación de otros derechos. Con Macri, sólo en 2017 se logra una baja de la pobreza, y al cierre de su gestión esta vuelve a quedar en niveles superiores a la que había recibido Cambiemos en 2015 (gráfico abajo, click para agrandar).
Otra manera de visualizar este proceso es visualizar la evolución de los niveles socioeconómicos (NSE) de la Asociación Argentina de Marketing (AAM), otro indicador que es un buen "proxy" de bienestar o malestar relativos: entre 2004 y 2014, el ciclo kirchnerista logra una movilidad social ascendente, ya que la clase media crece de 25,3% a 30,8% (+ 5,5 puntos porcentuales), mientras que la clase marginal desciende de 21% a 13,4% (- 7,6 pp) y la baja inferior cede de 33,5% a 32,4% (-1,1 pp; gráfico abajo, click para agrandar).
En sentido contrario, la consultora Moiguer detectó, sobre la base de la misma metodología de la AAM, que la clase C3 cayó a 28% al cierre de la gestión Macri (- 2,8 pp respecto al 2014), mientras que la E creció de 13,4% en 2014 a 20% en 2019(+ 6,6 pp). Por su parte, la D1 cedió de 32,4% a 30% (-2,4 pp; comparar gráficos arriba y abajo, click para agrandar). De esa forma, mientras la década K dejó como legado movilidad social ascendente, si bien con matices, los 4 años de Cambiemos legaron un nuevo deterioro y un malestar socioeconómico que sellaron su suerte en las urnas.
La estimación de Moiguer para 2020 añade el efecto pandemia, que aparece como una nueva caída de la clase media y una suba de la baja. Habrá que esperar para mensurar si la aproximación es correcta, pero como vimos arriba la suba de la pobreza durante este año es un hecho con el que la gestión de Alberto Fernández tendrá que lidiar. El apoyo que recibió el gobierno nacional este 17 de octubre permite entender por qué el Frente de Todos ganó la elección de 2019: pese al blindaje mediático-judicial y a la ayuda externa del FMI, los efectos de malestar de gestión de Cambiemos eran tan fuertes que, a la luz del recorrido histórico que planteamos, la derrota aparecía como inevitable una vez unificado el espacio pan-justicialista, y ese proceso aún está fresco en la memoria, a casi un año de aquella elección. Sin embargo, en 2021 el Frente de Todos enfrentará su primera elección de nuevo término, con el desafío de dar vuelta la página a la segura caída del PBI que dejará este año (estimada en torno al 12%). En contra, le juega una pandemia que le "llovió de arriba"; a favor, tiene que, como oportunamente señaló Schteingart, el dato de pobreza del segundo trimestre de 2020
condensa todos los efectos negativos juntos: a la brutal caída del empleo por
la pandemia (similar a la registrada por Colombia, Chile o México), se suma que
la EPH captó muy poco IFE, ya que "la EPH
pregunta por los ingresos del mes anterior. Es decir, en el 2do trimestre se
preguntan por ingresos de marzo-abril-mayo. El IFE empezó a pagarse a fines de
abril y la primera ronda terminó en junio. De este modo, no llegó a entrar ni una
ronda entera del IFE en la medición actual del INDEC. La medición del 3er
trimestre debería dar algo diferente: más IFE captado (ya que se pagó mucho más
IFE en junio-julio-agosto) y reactivación parcial del empleo. Cuando la pandemia haya terminado (y, por
tanto, el paquete de asistencia como el IFE también) sabremos a ciencia cierta las
consecuencias del COVID-19 en los indicadores sociales, que ya venían
deteriorándose producto de los malísimos 2018-19". He aquí el desafío para el oficialismo: el presupuesto presentado prevé una suba del PIB de 5,5% para 2021. Si la mejora tiene efectos socioeconómicos de bienestar visibles para la temporada electoral que se viene, el Frente de Todos podrá decir que cerró la página de la pandemia hacia un período de crecimiento. Caso contrario, sus chances electorales se complicarán.