Hace una semana Bolivia, ayer Chile: Latinoamérica se mueve, y un clivaje de los desplazamientos es la puja entre los sectores populares y las élites económicas dominantes. El MAS boliviano se impuso sin necesidad de ballotage, al contrario de lo que divulgaban los medios hegemónicos de aquí y de allá, por una diferencia contundente: 26,27 puntos porcentuales de ventaja sobre la segunda fuerza más votada (gráfico arriba, clic para agrandar). Aun con esa nitidez, el clivaje geográfico, que se articula con el étnico y el socioeconómico en ese país, se reprodujo con nitidez: el masismo ganó en sus bastiones habituales (Pando, La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba) y sumó en esta elección el triunfo en Chuquisaca (49% a 46% de Luis Arce sobre Carlos Mesa, que en 2019 se había impuesto con 44,2%). A su turno, Mesa, el candidato de Comunidad Ciudadana, ganó los departamentos de Beni y Tarija, mientras que Luis Camacho (alianza Creemos) volvió a ganar en Santa Cruz de la Sierra. Así, el mapa electoral muestra la división histórica del país entre Oriente y Occidente (gráfico abajo, click para agrandar). Ayer, Chile plebiscitó la reforma de la Constitución heredada del pinochetismo, que desde hace décadas funciona como un corsé para el avance de derechos sociales en el país transandino y es, al mismo tiempo, aplaudido por las derechas como una garantía para ese "modelo" de neoliberalismo. Desde las protestas de 2019 quedó claro que el alumno modelo no funciona para las mayorías, al punto que el 78,25% de los electores chilenos que votaron aprobó la reforma de la Carta Magna y el 79,22% se inclinó por una nueva convención en lugar de una mixta (que incluyera a alguno de los representantes actuales, entre ellos los senadores vitalicios, una figura creada en su momento por el dictador Augusto Pinochet). Apenas 21,75% rechazó la reforma y casi 21% se inclinó por una convención mixta (gráfico abajo, click para agrandar). Sin embargo, en Chile también se expresa la brecha entre las mayorías y las clases acomodadas: mientras que en las 5 comunas más pobres por ingreso el "Apruebo" oscila entre un piso del 63,59% y un pico del 88,65%, siempre imponiéndose sobre el rechazo, en dos de las 5 comunas más ricas el "Rechazo" se impone sobre el Apruebo con guarismos entre el 56% y el 67%. En las otras 3, en cambio, vuelve a tomar ventaja la posición mayoritaria (gráfico abajo, click para agrandar).
Este hecho implica un giro histórico y también un desafío, dado que desde las protestas del 2019 afloraron diversos movimientos progresistas y reivindicativos por el derecho a la educación, por la sanidad o las pensiones públicas, por mejoras laborales, para que los ricos paguen más impuestos, contra la corrupción, por la gratuidad de los estudios universitarios, por demandas de autonomía regional, por el derecho al agua, por la defensa del medio ambiente, por los derechos del pueblo mapuche, por la democratización del Parlamento, contra la explotación minera o hidroeléctrica, contra los elevados costos del transporte público o incluso contra los peajes de las autopistas urbanas, entre otros. Cada una de esas demandas chocó con la Constitución vigente: aunque ya fue reformada varias veces desde la reinstauración democrática de 1990, aún blinda la propiedad privada y el derecho al libre mercado hasta niveles extremos. “La dictadura tenía el problema de cómo asegurar la subsistencia del modelo económico que estaba implantando a sangre y fuego cuando el poder lo tuviera la democracia; y la solución fue la Constitución, que fijó un régimen político que no podía tomar decisiones transformadoras. Cuando se trata de derechos sociales, educación, salud, seguridad social, la Constitución asegura las condiciones del mercado y le impone al estado el deber de velar porque haya mercado”, explica Santiago Atria, profesor de Derecho de la Universidad de Chile, y agrega que el texto fundamental “declara que hay derechos de propiedad privada sobre los derechos de aprovechamiento de aguas y eso ha llevado a una regulación de las aguas puramente de mercado; eso es prácticamente inexistente en el resto del mundo”.
En tanto, Ecuador votará presidente en febrero de 2021 y la encuesta más reciente realizada por la consultora Atlas Intel en ese país arroja que, luego del giro neoliberal del presidente Lenin Moreno (una traición al contrato electoral, dado que resultó electo y asumió el cargo por la fuerza liderada por el ex presidente Rafael Correa), si la elección fuera ahora Andrés Arauz, representante de Correa, aventajaría al candidato preferido por el sector empresario, el ex banquero Guillermo Lasso, por casi 46% a 32% (gráfico arriba, click para agrandar).
Arauz también corre con ventaja de cara a una eventual segunda vuelta : 48,2% vs 39,4% (gráfico arriba, click para agrandar). El dato es consistente con otro del mismo estudio: Correa aparece como el dirigente nacional con más imagen positiva entre los principales, con 50%, muy por encima del actual presidente (apenas 12% de positiva con 81% de negativa). Correa también es el único con diferencial positivo de imagen, como puede apreciarse (gráfico abajo, click para agrandar). En este marco, la región en 2020 aparece atravesada por un malestar con las gestiones de gobierno de orientación neoliberal. En nuestro país, el giro ya se produjo el año pasado, con la victoria del Frente de Todos; la actual coyuntura de pandemia confirmó un sentimiento dominante contrario a las grandes empresas, ya que casi 70% percibe que están colaborando poco o nada para que el país se recupere, mientras que apenas 19,4% piensa lo contrario, según la última encuesta nacional de la consultora Analogías (gráfico abajo, click para agrandar).
Ese es el marco en el que se discute hoy el impuesto a las grandes fortunas, demorado en el Congreso por la actitud reluctante de la oposición, principalmente Juntos por el Cambio. Sin embargo, el problema de fondo en el caso de las grandes empresas argentinas no es de coyuntura ni se agota en la pandemia: según la investigación Elite Quality Report 2020: 32 Country Scores and Global Rank, el problema es que la élite económica argentina es básicamente rentista y no agrega valor (gráfico abajo, click para agrandar).
Ese estudio incluye un ránking de elites económicas: sobre 32 países medidos, la élite económica argentina quedó 31 (penúltima), sobre la base de un patrón de producción muy extractivista y/o orientado a la especulación financiera.
Este dato permite completar el contexto que vimos en la entrada de la semana pasada, donde se ponía de manifiesto que, luego del golpe militar de 1976, sólo en los gobiernos de base peronista el Producto Interno Bruto per cápita podía lograr períodos de crecimiento sostenido. Para más datos, desde el regreso de la democracia, el período más virtuoso en términos de actividad medida por el PBI es el de Néstor Kirchner entre 2003 y 2007, dato que cobra actualidad, dado que esta semana se cumplen 10 años de su fallecimiento (gráfico abajo, click para agrandar).
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