La negra de la polémica. El analista de medios Norman Berra coincide con Riorda pero agrega un nuevo tipo de proceso: lo que llama campaña negra. A través de esta subespecie que el especialista considera válida y legal, se pueden armar comités para investigar al adversario en las urnas. Es posible obtener informaciones sobre presuntas adicciones, conductas desarrolladas en el ámbito privado o recabar datos sobre el patrimonio de un candidato. Se trata de una estrategia polémica; hay que analizar las herramientas utilizadas para conseguir los datos y, en segundo lugar, porque no es seguro que algunos comportamientos en la vida privada puedan tener impacto en el desempeño de ese candidato.
A la hora de darle justificativo y afirmar qué es legal, Berra manifiesta que la campaña negra puede revelar el estado de fragilidad de un aspirante a un cargo electivo y convertirlo en un dirigente al que lo presionen de distintas maneras.
Asimismo, considera la existencia de la campaña sucia, a la que vincula con métodos ilegales, y que considera perjudicial. De todos modos, admite que se utiliza mucho porque suele dar réditos a quien la ejecuta.
Instalar la sospecha
“Yo distinguiría la campaña sucia de otros conceptos, como la campaña negativa que es una herramienta legítima a través de la cual un partido o un candidato puede atacar las contradicciones de su rival, mostrar cambios de posición bruscos, inconsistencia de argumentos.
Está también la campaña negra que avanza un paso sobre la anterior y aquí hay un comité específico viendo antecedentes de los rivales o de un rival en particular. Se analiza su historial financiero, si tiene problemas, por ejemplo, con el abuso de sustancias. Se podría decir que es legítimo en la medida que la vida privada de una persona que se candidatea para un cargo público no es del todo privada o queda sometida al escrutinio de la opinión. Si una persona en esta situación llega a un cargo público, podría ser pasible de una extorsión. Sigue siendo una herramienta legítima si lo que se publica es verdadero o verosímil.
La campaña sucia es una especie más degradada de las anteriores y lo reservaría para los casos en los que la comunicación se usa para instalar un estado de sospecha, sin que tenga un viso que lo justifique. O cuando se miente o cuando se usan las fake news.
Se usa la campaña sucia porque funciona, pero esto lleva a una consideración ética”.
Norman Berra
Analista de opinión pública
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